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Sergio Rodríguez Gelfenstein
¿Qué hará Marcos Rubio? 

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06/08/2023

ROMARIC GODIN
Karl Korsch, descongelar el marxismo

Romaric Godin , Mediapart, 3/8/2023
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Hace cien años, “Marxismo y filosofía”, el libro de un profesor de Derecho alemán, causó sensación en la izquierda. Marcó el inicio de una singular trayectoria intelectual en oposición a las ideologías marxistas de todo pelaje, llamando a valorar las luchas sobre el terreno, y que sigue tan vigente como siempre.


Ilustración Simon Toupet 

Hace poco menos de cien años, el 16 de octubre de 1923, un profesor de Derecho de la Universidad de Jena de 37 años, Karl Korsch, fue nombrado Ministro de Justicia del Estado federado de Turingia. Fue todo un acontecimiento en la política alemana, ya que era miembro del Partido Comunista de Alemania, el KPD, y se incorporó, junto con otros dos compañeros, a un gobierno dirigido por un socialdemócrata del SPD, August Frölich.

Este último habia decidido formar un gabinete de unidad de izquierdas, siguiendo los pasos de su homólogo en la vecina Sajonia, Ernst Ziegler, que incluyó a dos comunistas en su gobierno. Sin embargo, desde hace cuatro años, el KPD, que se adhirió a la IIIa Internacional bolchevique , y el SPD, que dirigió numerosos gobiernos en la República de Weimar, parecen irreconciliables.

Pero en 1923, el país parecía sumido en el caos. La hiperinflación y la invasión francesa y belga del Ruhr habían destruido la economía alemana. El gobierno federal del liberal Gustav Stresemann se embarcó en una política de severa austeridad, que provocó tentaciones separatistas en Baviera y Renania y golpes de extrema derecha, como el que intentaron los nazis en Múnich el 8 de noviembre.

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04/03/2022

OSKAR LAFONTAINE
La guerra no es un medio de la política

 Oskar Lafontaine , NachDenkSeiten, 24-2-2022
Traducido por
Miguel Álvarez Sánchez, Tlaxcala

Todo el que quiera la paz debe actuar de acuerdo con esta máxima. Por lo mismo, el ataque de Rusia a Ucrania se debe condenar con la misma firmeza que las otras guerras de agresión que se han librado en los últimos años. No debemos olvidar nunca: Las víctimas de esta guerra no son Putin o Biden, sino los ucranianos y rusos que se ven todos los días en la televisión, muriéndose de hambre o de frío y sin saber a dónde huir. Rusia debe cesar inmediatamente las hostilidades y volver a la mesa de negociaciones. Escribe Oskar Lafontaine

Un manifestante con un cartel diciendo “No a la guerra” [Niet Voinie] es detenido por la policía durante una protesta contra el ataque de Rusia a Ucrania en Moscú, Rusia, el 24 de febrero de 2022 [Denis Kaminev/AP Photo]

A los estados beligerantes no se deben enviar armas. Por lo tanto, es de agradecer que el gobierno federal alemán, a pesar del creciente belicismo, se mantenga a ello. Los que suministran armas a las facciones beligerantes aumentan el sufrimiento del pueblo y prolongan la guerra.

El derecho internacional se aplica a todos. La brutal violación del derecho internacional por parte de Vladimir Putin no puede justificarse aludiendo a las guerras de Estados Unidos y sus aliados que violan el derecho internacional.

Las sanciones no afectan a Putin y sus oligarcas, sino que empeoran la vida de los rusos y ucranianos y de muchas personas de otros países afectadas por la guerra económica, incluida la gente de Alemania con menores ingresos que ya apenas puede pagar sus facturas de combustible y calefacción. Los belicistas de la política y el periodismo pueden hacer frente a la subida de los precios de la energía. Pero mucha gente en Alemania no lo puede. E incluso las decisiones correctas tomadas ayer por el gobierno federal no son suficientes para evitar que muchas personas tengan grandes dificultades para financiar su vida diaria.

Las sanciones revelan la doble moral y la hipocresía de los “valores” occidentales, es decir, de la comunidad de la mentira. Uno estaría tentado de exigir: ahora tenemos que castigar a Putin de la misma manera que castigamos a Clinton, Bush y Obama por sus guerras que violaron el derecho internacional. Ahora debemos castigar a los oligarcas rusos igual que hemos castigado a los oligarcas usamericanos en el pasado por sus guerras por petróleo y gas. Y así sucesivamente. Los que más se indignan ahora son los que han justificado todas las guerras de agresión con millones de muertos del pasado que violaron el derecho internacional.

La primera víctima de la guerra es siempre la verdad. Putin comenzó esta guerra con mentiras al igual que los presidentes usamericanos comenzaron sus guerras con la mentira de Tonkin, la mentira de la incubadora o la mentira sobre las supuestas armas de destrucción masiva.

El fuego de la guerra hay que extinguirlo lo antes posible. Es precisamente ahora cuando se puede demostrar la valía de la verdadera política de paz. Sólo si seguimos la norma ética: “No hagas lo que no quieras lo que te hagan a ti”, tendremos una oportunidad para restablecer la paz.

Al observar la “cobertura de la guerra” en los medios de comunicación, me gustaría escribir en los álbumes de familia de muchos periodistas lo que Stefan Zweig señaló en vísperas de la Primera Guerra Mundial y lo que Gabor Steingart nos recordó recientemente:

“Habían hecho redoblar el tambor del odio con fuerza, hasta penetrar en el oído de los más imparciales y estremecerles el corazón. Casi todos servían obedientemente a la “propaganda de guerra” en Alemania, Francia, Italia, Rusia y Bélgica y, por lo tanto, al delirio y el odio colectivos de la guerra, en vez de combatirla”.

Quienes ahora siembran el odio preparan ya la próxima guerra.