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25/09/2025

AMEER MAKHOUL
La reunión tripartita USA-Israel-Siria y el acuerdo de seguridad


Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 24/9/2025

Traducido por Tlaxcala


Introducción

Según los medios de comunicación israelíes, el acuerdo de seguridad entre Israel y Siria, que la administración Trump desea firmar el 29 de septiembre de 2025 al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas, será objeto de una reunión tripartita entre Trump, Netanyahu y Charaa.

El 22 de este mes se celebró una reunión preparatoria entre el ministro de Asuntos Exteriores sirio y el ministro de Asuntos Estratégicos israelí. Los medios de comunicación israelíes, citando a Independent Arabia Saudi, indicaron que la administración Trump estaba presionando a Netanyahu para que convocara la reunión tripartita en esa fecha.

Notas

En su discurso del 23 de septiembre ante la Asamblea General, Trump afirmó haber resuelto siete conflictos armados, lo que no es del todo exacto, y argumentó que eso lo hacía merecedor del Premio Nobel de la Paz. Al mismo tiempo, Tom Barrack, embajador de USA en Turquía y enviado especial para los asuntos sirios y libaneses, declaró que la paz en la región estaba lejos de ser un hecho y era poco probable, y que los acuerdos de seguridad no duraban. En una larga entrevista concedida a Sky News, subrayó que USA no libraría las guerras de otros, un principio firmemente arraigado en la doctrina de Trump. Sin embargo, Trump presentó el acuerdo de seguridad entre Israel y Siria como el «octavo conflicto» que había resuelto.

En la realidad siria, en medio de las rivalidades regionales e internacionales, Israel no está interesado en la normalización, mientras que Turquía se opone firmemente a cualquier posibilidad de que el régimen sirio se sume a los acuerdos de Abraham, dada su alianza de seguridad con Israel. Desde el punto de vista usamericano, el acuerdo de seguridad podría evolucionar hacia una solución política global y una paz duradera. Pero Washington tiene claro que Israel no se retirará de Siria, ni del monte Hermón, ni, por supuesto, de los Altos del Golán, ocupados en 1967 y anexionados en virtud de la legislación israelí.

En la misma entrevista, Barrack subrayó que Israel no se retirará de las cinco posiciones que ocupa en el Líbano desde la última guerra, y añadió que la derrota de Hezbolá es tarea del ejército libanés, al que describió como «mayoritariamente suní», frente al partido chií. Consideraba que la composición sectaria del ejército era un factor clave para desarmar a Hezbolá, basándose en la identidad y la doctrina. Este enfoque se ajusta a la cláusula del acuerdo que impide a Irán utilizar el territorio sirio, mientras que Israel y USA subrayan el carácter sectario del ejército sirio. De hecho, atribuye al régimen sirio un papel funcional en los asuntos internos del Líbano para garantizar resultados favorables a Israel y USA.

La administración usamericana sigue una doctrina de «diplomacia respaldada por la fuerza». Como evita librar las guerras de otros en la región, amenaza tanto a Siria como al Líbano con la fuerza militar israelí, dejándolos bajo el peso de la intervención israelí, llevada a cabo casi exclusivamente por la Fuerza Aérea israelí.

Israel parece dispuesto a mostrar flexibilidad en lo que respecta al uso del espacio aéreo sirio, limitándolo exclusivamente a ataques contra Irán o a la prevención de transferencias de armas. También busca imponer un equilibrio con Turquía en Siria, con el objetivo de compartir el poder según las condiciones israelíes. Esta “flexibilidad”, según Washington, es posible porque Israel posee capacidades estratégicas que compensan las concesiones. No obstante, Israel no abandonará su doctrina de larga data con el antiguo régimen sirio, es decir, la estrategia de “guerra entre guerras”, que consiste en atacar de forma preventiva cualquier capacidad emergente antes de que provoque un enfrentamiento a gran escala.

Otra condición del acuerdo es la prohibición de transferir armas pesadas sirias al sur de Damasco. También incluye un acuerdo, conforme a las condiciones israelíes, que exige al régimen sirio integrar a los “grupos minoritarios” —en particular, los drusos y los kurdos, tal y como los define Israel— en el sistema político, así como un acuerdo especial para la región de Suwayda. Según los medios de comunicación israelíes, Israel financiaría a unos 3000 combatientes en Suwayda mediante ayuda militar y estaría detrás del despliegue de banderas israelíes y de los llamamientos a la secesión y la autodeterminación lanzados por algunos círculos drusos sirios.

Sobre esta cuestión, Israel no logra alcanzar un consenso interno. Algunos afirman que impulsar el separatismo druso podría complicar la situación de Israel a largo plazo, ya que sus obligaciones se refieren a sus ciudadanos drusos, y no a los ciudadanos sirios. Otro punto de vista sugiere que Israel debería profundizar en las identidades fragmentadas de Siria, en particular entre los drusos y los kurdos, para servir a sus intereses políticos, incluso si eso significa ceder su alianza con las FDS a Turquía en el noreste de Siria, al tiempo que mantiene su influencia en Suwayda en el marco de un reparto del poder aprobado por Turquía.

Conclusión

Israel, con el apoyo de USA, aprovecha la debilidad interna del régimen sirio y su búsqueda de legitimidad internacional para imponer un acuerdo de seguridad que se ajuste totalmente a sus condiciones, en particular el mantenimiento de su ocupación y la consolidación de su influencia en Siria.

Israel sigue una estrategia destinada a evitar una guerra directa con Turquía, imponiendo en su lugar un reparto del poder en Siria.

El acuerdo de seguridad tripartito —Trump, Netanyahu y Sharaa— que se firmará en Nueva York el 29 de septiembre otorga a Israel una influencia sin precedentes en materia de seguridad en Siria, con el respaldo de la comunidad internacional.

Este acuerdo sirve para reducir la influencia francesa en los asuntos sirios y libaneses.

Si bien puede aportar cierta estabilidad al régimen sirio, lo hace en detrimento de la soberanía nacional, lo que lo convierte en mucho más que un simple acuerdo de “seguridad”.

 

 

24/09/2025

AMEER MAKHOUL
La réunion tripartite USA-Israël-Syrie et l’accord de sécurité

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 24/9/2025

 اللقاء الثلاثي الامريكي الاسرائيلي السوري والاتفاق الأمني

Traduit par Tlaxcala

 


Introduction

Selon les médias israéliens, l’accord de sécurité entre Israël et la Syrie, que l’administration Trump souhaite signer le 29 septembre 2025 en marge de l’Assemblée générale des Nations unies, fera l’objet d’une réunion tripartite réunissant Trump, Netanyahu et Charaa.

Une réunion préparatoire a eu lieu le 22 de ce mois entre le ministre syrien des Affaires étrangères et le ministre israélien des Affaires stratégiques. Les médias israéliens, citant Independent Arabia Saudi, ont indiqué que l’administration Trump faisait pression sur Netanyahou pour qu’il convoque la réunion tripartite à cette date.

Notes

Dans son discours du 23 septembre devant l’Assemblée générale, Trump a affirmé avoir résolu sept conflits armés, ce qui n’est pas tout à fait exact, et a fait valoir que cela le qualifiait pour le prix Nobel de la paix. Parallèlement, Tom Barrack, ambassadeur des USA en Turquie et envoyé spécial pour les dossiers syrien et libanais, a déclaré que la paix dans la région était loin d’être acquise et peu probable, et que les accords de sécurité ne durent pas. Dans une longue interview accordée à Sky News, il a souligné que les USA ne mèneraient pas les guerres des autres, un principe fermement ancré dans la doctrine de Trump. Pourtant, Trump a présenté l’accord de sécurité israélo-syrien comme le « huitième conflit » qu’il a résolu.

Dans la réalité syrienne, au milieu des rivalités régionales et internationales, Israël n’est pas intéressé par la normalisation, tandis que la Turquie s’oppose fermement à toute possibilité que le régime syrien rejoigne les accords d’Abraham, compte tenu de son alliance sécuritaire avec Israël. Du point de vue usaméricain, l’accord de sécurité pourrait évoluer vers un règlement politique global et une paix durable. Mais Washington est clair sur le fait qu’Israël ne se retirera pas de Syrie, ni du mont Hermon, ni, bien sûr, du plateau du Golan, occupé en 1967 et annexé en vertu de la loi israélienne.

Dans la même interview, Barrack a souligné qu’Israël ne se retirera pas des cinq positions qu’il occupe au Liban depuis la dernière guerre, ajoutant que la défaite du Hezbollah est la tâche de l’armée libanaise, qu’il a décrite comme « majoritairement sunnite », face au parti chiite. Il considérait la composition sectaire de l’armée comme un facteur clé pour désarmer le Hezbollah, sur la base de l’identité et de la doctrine. Cette approche s’aligne sur la clause de l’accord empêchant l’Iran d’utiliser le territoire syrien, tandis qu’Israël et les USA soulignent le caractère sectaire de l’armée syrienne. Elle attribue en effet au régime syrien un rôle fonctionnel dans les affaires intérieures du Liban afin de garantir des résultats favorables à Israël et aux USA.

L’administration usaméricaine suit une doctrine de « diplomatie soutenue par la force ». Comme elle évite de mener les guerres des autres dans la région, elle menace à la fois la Syrie et le Liban avec la force militaire israélienne, les laissant sous le poids de l’intervention israélienne, menée presque exclusivement par l’armée de l’air israélienne.

Israël semble disposé à faire preuve de souplesse en ce qui concerne l’utilisation de l’espace aérien syrien, en la limitant exclusivement à des frappes contre l’Iran ou à la prévention de transferts d’armes. Elle cherche également à imposer un équilibre avec la Turquie en Syrie, en visant un partage du pouvoir selon les conditions israéliennes. Cette « flexibilité », selon Washington, est possible parce qu’Israël possède des capacités stratégiques qui compensent les concessions. Néanmoins, Israël n’abandonnera pas sa doctrine de longue date avec l’ancien régime syrien, à savoir la stratégie de « guerre entre les guerres », qui consiste à frapper de manière préventive toute capacité émergente avant qu’elle ne provoque une confrontation à grande échelle.

Une autre condition de l’accord est l’interdiction du transfert d’armes lourdes syriennes au sud de Damas. Il comprend également un accord, conforme aux conditions israéliennes, exigeant du régime syrien qu’il intègre les « groupes minoritaires » – en particulier les Druzes et les Kurdes, tels que les définit Israël – dans le système politique, ainsi qu’un arrangement spécial pour la région de Soueïda. Selon les médias israéliens, Israël financerait environ 3 000 combattants à Soueïda par le biais d’une aide militaire et serait à l’origine du déploiement de drapeaux israéliens et des appels à la sécession et à l’autodétermination lancés par certains cercles druzes syriens.

Sur cette question, Israël ne parvient pas à trouver un consensus interne. Certains affirment que pousser au séparatisme druze pourrait compliquer la situation d’Israël à long terme, car ses obligations concernent ses citoyens druzes, et non les citoyens syriens. Un autre point de vue suggère qu’Israël devrait plutôt approfondir les identités fragmentées de la Syrie, en particulier parmi les Druzes et les Kurdes, afin de servir ses intérêts politiques, même si cela signifie céder son alliance avec les FDS à la Turquie dans le nord-est de la Syrie, tout en conservant son influence à Soueïda dans le cadre d’un partage du pouvoir approuvé par la Turquie.

 

Conclusion

Israël, soutenu par les USA, exploite la faiblesse interne du régime syrien et sa quête de légitimité internationale pour imposer un accord de sécurité entièrement conforme à ses conditions, notamment le maintien de son occupation et la consolidation de son influence en Syrie.

Israël poursuit une stratégie visant à éviter une guerre directe avec la Turquie, en imposant plutôt un partage du pouvoir en Syrie.

L’accord de sécurité tripartite — Trump, Netanyahou et Sharaa — à conclure à New York le 29 septembre accorde à Israël une influence sans précédent en matière de sécurité en Syrie, avec l’aval de la communauté internationale.

Cet accord sert à réduire l’influence française dans les dossiers syrien et libanais.

S’il peut apporter une certaine stabilité au régime syrien, il se fait au détriment de la souveraineté nationale, ce qui en fait bien plus qu’un simple accord de « sécurité ».

22/09/2025

AMEER MAKHOUL
Reconocimientos internacionales del Estado de Palestina sacuden la política israelí

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 22-9-2025

الاعترافات الدولية بدولة فلسطين تهز السياسة الاسرائيلية

 Traducido por Tlaxcala

Un estado de ansiedad y conmoción se apodera tanto de los sectores políticos gobernantes como de la oposición en Israel, tras los reconocimientos simultáneos del Estado de Palestina por parte de los aliados más cercanos de Israel —el Reino Unido, Canadá y Australia— seguidos por Portugal. Otros Estados se preparan para reconocer a Palestina y para impulsar la preservación de la solución de dos Estados.

Ahmad Rahma, Turquía

Contrario a las expectativas de una reacción inmediata y previamente preparada, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció que discutiría la respuesta de Israel con Donald Trump durante su reunión del 29 de este mes, en el marco de la Asamblea General de la ONU.

Detalles:
Las posibles respuestas israelíes oscilan entre la opción extrema de declarar la anexión de Cisjordania (poco probable), y la imposición de soberanía sobre el valle del Jordán —ya bajo ocupación militar israelí— lo que haría de dicha declaración un gesto mayormente simbólico y político. Otra opción sería extender la soberanía sobre más zonas de Cisjordania, incluidas el norte y el área de Jan al-Ahmar, fragmentando así el territorio palestino e impidiendo su continuidad geográfica. Una opción más extrema (pero improbable) sería disolver o desmantelar la Autoridad Palestina, lo que sigue siendo poco verosímil debido a las posturas árabes, internacionales y, sobre todo, europeas.

Netanyahu declaró que «duplicaría la actividad de colonización, como ya ocurre sobre el terreno», mientras que altos dirigentes del Likud, ideológicamente cercanos al sionismo religioso, pidieron intensificar la construcción de colonias y establecer mil nuevas «granjas-colonias». Estas consisten en adjudicar miles de dunams de tierras palestinas a una sola familia o a un pequeño grupo, protegidos por el ejército israelí y por milicias de colonos. Esto ocurre en un contexto de crisis del proyecto de colonización, que —salvo en la zona de Jerusalén— sufre de estancamiento en el número de colonos y en las transferencias de población desde dentro de la Línea Verde hacia Cisjordania, además de una emigración acelerada de israelíes al extranjero.

Los reconocimientos simultáneos de Palestina —y los profundos cambios que representan en el comportamiento internacional respecto a la cuestión palestina— marcan un momento de verdad para todos los actores palestinos, árabes, israelíes e internacionales. Un punto de inflexión que parece irreversible.

La decisión de Netanyahu de aplazar su respuesta hasta su encuentro con Trump reconoce implícitamente dos cosas: primero, que Israel, por sí solo, no puede detener la trayectoria de reconocimientos y cambios internacionales a favor de un Estado palestino; segundo, que los propios USA no pueden revertir estas transformaciones entre sus aliados occidentales más cercanos. Washington reconoce también que las políticas de Netanyahu divergen cada vez más de las prioridades de la administración Trump, pese a su compromiso absoluto con la seguridad y la superioridad de Israel. A nivel interno, la decisión de Netanyahu muestra que él solo concentra las llaves de la toma de decisiones, marginando a Smotrich y Ben Gvir.

A pesar de un amplio consenso sionista —que abarca tanto a la coalición como a la oposición— contra los reconocimientos (incluso el Partido Demócrata, fruto de la fusión de Meretz y el Laborismo, los calificó de destructivos para la seguridad de Israel), ese consenso es frágil. Las divisiones políticas y las acusaciones mutuas afloraron rápidamente, como en cada fracaso importante israelí. La mayoría de los partidos de oposición culparon a Netanyahu y a su gobierno por las políticas que llevaron a este enorme revés diplomático.

Los fracasos se han acumulado en un breve período. Tras el fracaso de la operación de Doha, que buscaba eliminar a la dirigencia de Hamás —y que le costó a Israel políticamente frente a Washington e indirectamente frente a Catar—, llegó este revés, quizá el mayor desde 1967. Por primera vez, un reconocimiento internacional masivo de Palestina desafió las amenazas israelíes y sus intentos de contención. Francia y el Reino Unido incluso advirtieron de medidas recíprocas o inesperadas contra Israel en caso de represalias, incluidas las relativas al traslado de consulados de Jerusalén a Ramala —un lenguaje sin precedentes en la diplomacia israelí o internacional.

La opinión pública israelí percibe estos cambios como una «revuelta» internacional contra Israel, prueba de que incluso una fuerza aplastante tiene límites y ya no produce réditos políticos —especialmente pocos días después del llamado «discurso de Esparta» de Netanyahu. Esto podría generar una toma de conciencia de que la fuerza militar no basta para alcanzar objetivos. Sin embargo, lo que retrasa tal comprensión es la falta de una alternativa política viable al gobierno de Netanyahu, dado que la oposición sigue fragmentada. El bloque de Gantz quiere unirse al gobierno de Netanyahu si Smotrich y Ben Gvir son excluidos, a cambio de fijar fechas electorales. Mientras tanto, Lapid y Lieberman llaman a derrocar a Netanyahu, pero carecen de la fuerza necesaria, especialmente por las tensiones con los ultraortodoxos (haredim), que apoyan a Netanyahu pese a la desconfianza, debido a acuerdos sobre el servicio militar y cuestiones de guerra.

Para los palestinos, la vitalidad de su causa se ve reforzada por sus dimensiones árabes, regionales e internacionales. La próxima Asamblea General de la ONU y sus reuniones paralelas podrían brindar un mayor respaldo a esta trayectoria. El Canal 12 israelí informó que Trump invitó a los líderes de Egipto, Arabia Saudí, Jordania, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Turquía a reunirse en Nueva York para discutir el fin de la guerra en Gaza. Un encuentro así preocuparía aún más al gobierno de Netanyahu, en particular a los partidos sionistas religiosos y a ciertas facciones del Likud, y podría reducir el apoyo incondicional de USA a medidas de anexión o de soberanía —sobre todo ante la prioridad inmediata de poner fin a la guerra en Gaza y avanzar hacia la reconstrucción.

En conclusión:
Estos cambios internacionales parecen firmes e irreversibles, creando una nueva realidad global fundamentalmente distinta de las décadas pasadas. Se basan en una solución integral, que incluye el establecimiento de un Estado palestino, y no en las estrategias israelíes de «gestión del conflicto» o «reducción del conflicto».

Los cambios actuales —y la incapacidad tanto de Israel como de la administración Trump para detenerlos— podrían ampliar los sectores en Israel que reconocen que una solución política con los palestinos es el único camino hacia la seguridad. Los fracasos repetidos de Israel también podrían empujar a más personas a comprender que su posición mundial, sin el auxilio de USA, demuestra los límites del poder militar en una región que atraviesa profundas transformaciones que restringen las políticas israelíes de desplazamiento y erradicación.

El reconocimiento de Palestina no crea de inmediato un Estado, pero puede abrir el camino hacia uno, al margen de la voluntad oficial de Israel. También reafirma —tanto ante la opinión pública israelí como internacional— que lo que antes parecía imposible, como el fin de la ocupación y el desmantelamiento de las colonias, puede efectivamente volverse posible en estas condiciones cambiantes.

Para los palestinos, este momento lleva consigo esperanza: que su destino no sea ni la exterminación ni el desplazamiento, sino el establecimiento de su Estado en su tierra natal.

AMEER MAKHOUL
Les reconnaissances internationales de l’État de Palestine ébranlent la politique israélienne

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 22/9/2025

الاعترافات الدولية بدولة فلسطين تهز السياسة الاسرائيلية

Traduit par Tlaxcala

 

Un état d’anxiété et de choc s’empare à la fois des courants politiques au pouvoir et de l’opposition en Israël, à la suite des reconnaissances simultanées de l’État de Palestine par les plus proches alliés d’Israël — le Royaume-Uni, le Canada et l’Australie — bientôt rejoints par le Portugal. D’autres États se préparent à reconnaître la Palestine et à promouvoir la sauvegarde de la solution à deux États.

Ahmad Rahma, Turquie
 

Contrairement aux attentes d’une réaction immédiate et préparée à l’avance, le Premier ministre israélien Benyamin Netanyahou a annoncé qu’il discuterait de la réponse d’Israël avec Donald Trump lors de leur rencontre le 29 de ce mois, en marge de l’Assemblée générale de l’ONU.

Détails :
Les réponses israéliennes possibles oscillent entre l’option extrême de déclarer l’annexion de la Cisjordanie (peu probable), et l’imposition de la souveraineté sur la vallée du Jourdain — déjà sous occupation militaire israélienne — ce qui rendrait une telle déclaration largement symbolique et politique. Une autre option consisterait à étendre la souveraineté sur d’autres parties de la Cisjordanie, y compris le nord et la zone de Khan al-Ahmar, fragmentant ainsi le territoire palestinien et empêchant sa continuité géographique. Une option plus extrême (mais improbable) serait de dissoudre ou de démanteler l’Autorité palestinienne, ce qui reste peu vraisemblable compte tenu des positions arabes, internationales et surtout européennes.

Netanyahou a déclaré qu’il « doublerait l’activité de colonisation, comme cela se passe déjà sur le terrain », tandis que des cadres du Likoud, proches idéologiquement du courant sioniste religieux, ont appelé à intensifier la construction de colonies et à établir un millier de nouvelles « fermes-colonies ». Celles-ci consistent à attribuer des milliers de dunams de terres palestiniennes à une seule famille ou à un petit groupe, protégés par l’armée israélienne et les milices de colons. Cela intervient dans un contexte de crise du projet colonial, qui — à l’exception de Jérusalem — souffre d’une stagnation du nombre de colons et des transferts de population depuis l’intérieur de la Ligne verte vers la Cisjordanie, ainsi que d’une émigration croissante des Israéliens vers l’étranger.

Les reconnaissances simultanées de la Palestine — et les profonds changements qu’elles représentent dans le comportement international sur la question palestinienne — marquent un moment de vérité pour tous les acteurs palestiniens, arabes, israéliens et internationaux. Un tournant qui semble irréversible.

La décision de Netanyahou de retarder sa réponse jusqu’à sa rencontre avec Trump découle d’une reconnaissance implicite de deux choses : premièrement, qu’Israël, seul, ne peut arrêter la trajectoire des reconnaissances et des changements internationaux en faveur d’un État palestinien ; deuxièmement, que les USA eux-mêmes ne peuvent contrer ces évolutions parmi leurs alliés occidentaux les plus proches. Washington reconnaît aussi que les politiques de Netanyahou divergent de plus en plus des priorités de l’administration Trump, malgré son engagement absolu pour la sécurité et la supériorité d’Israël. Sur le plan interne, la décision de Netanyahou montre qu’il détient seul les clés de la décision, marginalisant Smotrich et Ben Gvir.

Malgré un large consensus sioniste — englobant coalition et opposition — contre ces reconnaissances (même le Parti démocrate, né de la fusion de Meretz et du Parti travailliste, les a qualifiées de destructrices pour la sécurité d’Israël), ce consensus reste fragile. Les divisions politiques et les accusations mutuelles sont vite apparues, comme lors de chaque échec majeur israélien. La plupart des partis d’opposition ont blâmé Netanyahou et son gouvernement pour des politiques ayant conduit à ce revers diplomatique majeur.

Les échecs se sont accumulés en peu de temps. Après l’échec de l’opération de Doha visant à éliminer la direction du Hamas — qui a coûté à Israël politiquement vis-à-vis de Washington et indirectement du Qatar — est survenu ce revers, sans doute le plus grand depuis 1967. Pour la première fois, une reconnaissance internationale massive de la Palestine a défié les menaces israéliennes et ses tentatives d’endiguement. La France et le Royaume-Uni ont même averti de mesures réciproques ou inattendues contre Israël en cas de représailles, y compris concernant le transfert de consulats de Jérusalem à Ramallah — un langage sans précédent dans la diplomatie israélienne ou internationale.

L’opinion publique israélienne perçoit ces changements comme une « révolte » internationale contre Israël, preuve que même une force écrasante a ses limites et ne produit plus de gains politiques — surtout quelques jours après le soi-disant « discours de Sparte » de Netanyahou. Cela pourrait éveiller une prise de conscience que la force militaire ne suffit pas à atteindre des objectifs. Ce qui retarde toutefois une telle réalisation est l’absence d’alternative politique viable au gouvernement Netanyahou, l’opposition restant fragmentée. Le camp de Gantz souhaite rejoindre Netanyahou au gouvernement si Smotrich et Ben Gvir en sont exclus, en échange de la fixation de dates électorales. Lapid et Lieberman appellent, eux, à renverser Netanyahou, mais n’en ont pas la force, d’autant que les tensions avec les ultra-orthodoxes (Haredim) demeurent fortes, ceux-ci soutenant Netanyahou malgré la méfiance, en raison d’accords sur les questions  de la conscription et de la guerre.

Pour les Palestiniens, la vitalité de leur cause est renforcée par ses dimensions arabes, régionales et internationales. La prochaine Assemblée générale de l’ONU et ses rencontres parallèles pourraient apporter un soutien supplémentaire à cette trajectoire. La chaîne 12 israélienne a rapporté que Trump a invité les dirigeants d’Égypte, d’Arabie saoudite, de Jordanie, du Qatar, des Émirats arabes unis et de Turquie à se réunir à New York pour discuter de la fin de la guerre à Gaza. Une telle rencontre inquiéterait encore davantage le gouvernement Netanyahou, en particulier les partis sionistes religieux et certaines factions du Likoud, et pourrait réduire le soutien inconditionnel des USA à des mesures d’annexion ou de souveraineté — surtout alors que la priorité immédiate est de mettre fin à la guerre de Gaza et d’avancer vers la reconstruction.

Conclusion
Ces changements internationaux apparaissent solides et irréversibles, créant une nouvelle réalité mondiale fondamentalement différente des décennies passées. Elle repose sur une solution globale, incluant l’établissement d’un État palestinien, et non plus sur les stratégies israéliennes d’« administration du conflit » ou de « réduction du conflit ».

Les évolutions actuelles — et l’incapacité d’Israël comme de l’administration Trump à les stopper — pourraient élargir les cercles en Israël qui considèrent qu’une solution politique avec les Palestiniens est la seule voie vers la sécurité. Les échecs répétés d’Israël pourraient aussi pousser davantage de citoyens à comprendre que sa position mondiale, sans le sauvetage des USA, montre les limites de la puissance militaire dans une région en profonde transformation qui contraint les politiques israéliennes de déplacement et d’éradication.

La reconnaissance de la Palestine ne crée pas immédiatement un État, mais elle peut en tracer la voie, indépendamment de la volonté officielle d’Israël. Elle réaffirme aussi — aux yeux des opinions publiques israélienne et internationale — que ce qui paraissait autrefois impossible, comme la fin de l’occupation et le démantèlement des colonies, peut bel et bien devenir possible dans ces conditions changeantes.

Pour les Palestiniens, ce moment porte un espoir : que leur destin ne soit ni l’extermination ni le déplacement, mais l’établissement de leur État sur leur terre natale.

16/09/2025

AMEER MAKHOUL
Netanyahou, le discours “spartiate” et la guerre des civilisations

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 15/9/2025
Traduit par Tlaxcala

 


Dans son discours du 15 septembre au Département des comptables généraux du ministère israélien des Finances, Netanyahou a exposé sa vision de l’avenir et une dimension fondamentale de sa vision et de ses politiques, fondées sur la permanence de la guerre, déclarant : « Les dangers ne disparaissent pas, ils ne font que changer. » Netanyahou a souligné la nouvelle orientation consistant à contrer l’isolement international en se tournant vers une production militaire autonome.

On ne sait pas si le discours de Netanyahou, qui a coïncidé avec le sommet arabo-islamique de Doha et la visite du secrétaire d’État usaméricain, était lié à ces deux événements en termes de calendrier.

Analyse

Netanyahou reconnaît ouvertement l’isolement dans lequel se trouve Israël, tandis que sa conclusion est de renforcer davantage des politiques qui équivalent à un pari global et à une guerre perpétuelle jusqu’à la « victoire décisive ». Il semble convaincu qu’Israël est capable de l’atteindre, renforcé par les déclarations de Marco Rubio, qui a adopté la position et le récit d’Israël. En réalité, Netanyahou rejette toute main arabe tendue vers la compréhension ou la paix, quelle qu’en soit la forme ou la substance.

Plus dangereuse encore est l’affirmation de Netanyahou, dans le contexte des succès d’Israël dans la guerre contre l’Iran, qu’il existe de nouvelles menaces pesant sur Israël. Il a ajouté : « Même lorsqu’une force est éliminée, d’autres forces remontent à la surface… Je ne les nommerai pas. » Il a poursuivi, s’adressant aux hauts responsables du ministère des Finances : « Réfléchissez entre vous aux dangers. Les dangers ne disparaissent pas, ils ne font que changer. » Netanyahou faisait implicitement allusion à l’Égypte et à la Turquie, tout en justifiant une frappe contre le Qatar.

La question de la fabrication militaire indépendante est apparue sous la présidence de Biden, lorsque celui-ci a interdit la fourniture de bombes massives à Israël avant son occupation et sa destruction de Rafah. Biden considérait que l’armée israélienne les utiliserait contre des civils, tandis que les USA fournissaient à Israël des bombes et des équipements encore plus meurtriers pour la guerre contre le Hezbollah et l’Iran. Trump a depuis levé l’interdiction de Biden.

L’Allemagne a suivi cette ligne, interrompant l’exportation de certaines armes de destruction massive et de munitions pouvant être utilisées contre des civils lors de « l’opération Chariots de Gédéon 2 », selon la position allemande. Le Royaume-Uni et la France ont pris des mesures similaires, tandis que l’Espagne est allée plus loin en interdisant l’utilisation de ses ports pour le transfert d’armes usaméricaines vers Israël, suivie plus tard par l’Italie.

La guerre des civilisations et le “Grand Israël”

Netanyahou attribue l’isolement d’Israël à deux raisons principales : la première est « la migration illimitée des minorités musulmanes vers les pays d’Europe occidentale. Elles ne sont pas encore majoritaires, mais elles sont une minorité influente, bruyante et efficace, ce qui dissuade les gouvernements. Ces questions influencent les dirigeants, et ils ne le nient pas dans les conversations privées. »

L’Israël officiel et sa machine médiatique ont réagi de manière ostensible aux récentes manifestations racistes en Grande-Bretagne contre l’immigration, y exprimant leur soutien. Ils ont également cherché à alimenter le discours populiste européen contre les migrants, les présentant comme antisémites, anti-civilisation occidentale et manipulateurs des positions européennes. Cette rhétorique rappelle les discours de haine autrefois dirigés contre les Juifs européens lors de la montée de l’antisémitisme.

Netanyahou et son gouvernement considèrent la visite de Rubio, secrétaire d’État usaméricain dont les positions idéologiques s’alignent sur celles de Trump contre l’immigration (qu’il qualifie de « menace pour la sécurité nationale »), comme une opportunité d’inciter les deux à se débarrasser du « danger » en expulsant de force les migrants. Pour Netanyahou, la question de l’expulsion des migrants s’aligne logiquement avec ses intentions de déplacer la population de Gaza et même de la Cisjordanie.

Le second message, adressé principalement à Trump et à son administration a été l’affirmation de Netanyahou : « Des pays comme le Qatar et la Chine influencent l’opinion publique par d’énormes investissements dans des campagnes sur les réseaux sociaux. Cela change la position internationale d’Israël. Nous devrons investir des sommes énormes là-dedans. » Ce message visait également le ministère des Finances afin d’allouer des budgets à cet effet.

Netanyahou passe effectivement dans son discours de la doctrine du marché libre ouvert mondialement et intérieurement à celle d’une économie fermée basée sur l’autosuffisance et l’isolement défensif. Ce n’est pas une fin en soi, mais une partie d’une vision qui accepte les guerres perpétuelles comme une réalité. Il a déclaré : « Au moins dans les années à venir, nous devrons nous défendre et savoir comment frapper l’ennemi. » Il a ajouté qu’Israël devait être géré comme « Sparte », qui a mené de nombreuses guerres contre Athènes : « Nous devrons développer des industries d’armement ici. Nous serons à la fois Athènes et une grande Sparte. Nous n’avons pas d’autre choix. »

Conclusion

Netanyahou reconnaît que l’isolement international actuel d’Israël n’est pas temporaire ou éphémère, mais constant et durable, tandis qu’il mise sur les valeurs de Trump et sur les populistes européens.

S’il reste au pouvoir, l’approche de Netanyahou face à l’isolement international est de s’enfermer dans des intentions de guerre permanente, ne comptant que sur des solutions militaires sans aucune voie politique. Il ne s’intéresse ni à la normalisation ni même aux accords d’Abraham.

Il menace implicitement à la fois l’Égypte et la Turquie, indiquant que l’opération militaire israélienne à Doha n’est pas la fin du chemin.

Il défie les pays exportateurs d’armes en insistant sur la production indépendante de l’arsenal militaire d’Israël, ce qui nécessiterait des budgets sans précédent et peut-être indisponibles, même avec de grands changements économiques.

Netanyahou s’aligne presque totalement sur l’agenda et l’administration de Trump dans leur hostilité envers les immigrés, l’Islam et la Chine, embrassant la xénophobie et une théorie du « choc des civilisations » soutenu. Il se positionne aux côtés des forces populistes européennes — même celles qui sont antisémites — tant que leur rhétorique est anti-immigrés, cherchant à provoquer des affrontements internes en Europe avec les mouvements propalestiniens.

En exploitant la question des immigrés palestiniens et arabo-islamiques en Europe et en exigeant de gros budgets pour une propagande visant à promouvoir le récit israélien, Netanyahou cherche à ouvrir un front direct contre les mouvements de solidarité avec la Palestine, les diabolisant par une rhétorique raciste comme le produit de l’immigration et une menace pour la position « européenne blanche » selon le discours colonial.

En parallèle avec le mouvement isolationniste MAGA (« Make America Great Again »), Netanyahou promeut sa doctrine isolationniste « spartiate », que l’on pourrait résumer par MIGA : « Make Israel Great Again ».

Ces changements idéologiques dans la rhétorique de Netanyahou confirment que les évolutions des positions internationales en faveur des droits palestiniens isolent de plus en plus Israël. Pourtant, les conclusions de Netanyahou ne feront qu’approfondir et aggraver cet isolement, prouvant qu’il ne s’agit pas d’une phase passagère.

AMEER MAKHOUL
Netanyahu, el discurso “espartano” y la guerra de civilizaciones

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 15/9/2025
Traducido por Tlaxcala

 


En su discurso del 15 de septiembre en el Departamento de Contadores Generales del Ministerio de Finanzas de Israel, Netanyahu expuso los rasgos del futuro y una dimensión fundamental de su visión y de sus políticas, basadas en la permanencia de la guerra, afirmando: «Los peligros no desaparecen, solo cambian». Netanyahu subrayó la nueva orientación de contrarrestar el aislamiento internacional mediante una producción militar autosuficiente.

No está claro si el discurso de Netanyahu, que coincidió con la cumbre árabe-islámica en Doha y la visita del secretario de Estado de USA, estaba relacionado con estos dos eventos en cuanto a su calendario.

Análisis

Netanyahu reconoce abiertamente el aislamiento en el cual se encuentra Israel, mientras que su conclusión es profundizar aún más en políticas que equivalen a una apuesta total y a una guerra perpetua hasta la “victoria decisiva”. Parece convencido de que Israel es capaz de lograrlo, respaldado por las declaraciones de Marco Rubio, quien ha adoptado la postura y la narrativa de Israel. En la práctica, Netanyahu rechaza cualquier mano árabe tendida hacia el entendimiento o la paz, sea cual sea su forma o sustancia.

Más peligrosa aún es la afirmación de Netanyahu, en el contexto de los logros de Israel en la guerra contra Irán, de que existen nuevas amenazas para Israel. Añadió: «Incluso cuando una fuerza es eliminada, otras fuerzas emergen... No las nombraré.» Continuó, dirigiéndose a altos funcionarios del Ministerio de Finanzas: «Piensen entre ustedes en los peligros. Los peligros no desaparecen, solo cambian.» Netanyahu insinúa implícitamente tanto a Egipto como a Turquía, además de justificar un ataque contra Catar.

El tema de la fabricación militar independiente surgió durante la presidencia de Biden, cuando él prohibió el suministro de bombas masivas a Israel antes de su ocupación y destrucción total de Rafah. La consideración de Biden era que el ejército israelí las usaría contra civiles, mientras que USA proporcionaba a Israel bombas y equipos aún más letales para la guerra contra Hezbolá e Irán. Trump ha levantado desde entonces la prohibición de Biden.

Alemania siguió esta línea, deteniendo la exportación de ciertas armas de destrucción masiva y municiones que podrían usarse contra civiles en la «Operación Carros de Gedeón 2», según la posición alemana. El Reino Unido y Francia tomaron medidas similares, mientras que España fue más allá al prohibir el uso de sus puertos para transferir armas usamericanas a Israel, seguida después por Italia.

La guerra de civilizaciones y el “Gran Israel”

Netanyahu atribuye el aislamiento de Israel a dos razones principales: la primera es “la migración ilimitada de minorías musulmanas a los países de Europa occidental. Aún no son mayoría, pero son una minoría influyente, ruidosa y efectiva, lo que disuade a los gobiernos. Estos asuntos influyen en los líderes, y ellos no lo niegan en conversaciones privadas”.

El Israel oficial y su maquinaria mediática respondieron de forma ostentosa a las recientes manifestaciones racistas en Gran Bretaña contra la inmigración, expresándoles su apoyo. También buscaron agitar el discurso populista europeo contra los migrantes, presentándolos como antisemitas, anti-civilización occidental y manipuladores de las posiciones europeas. Esta retórica recuerda al discurso de odio dirigido en su momento contra los judíos europeos durante el auge del antisemitismo.

Netanyahu y su gobierno ven la visita de Rubio, secretario de Estado usamericano cuyas posiciones ideológicas se alinean con las de Trump contra la inmigración (a la que llama “una amenaza para la seguridad nacional”), como una oportunidad para instar a ambos a librarse del “peligro” expulsando por la fuerza a los migrantes. Para Netanyahu, la cuestión de deportar migrantes se alinea lógicamente con sus intenciones de desplazar a la población de Gaza e incluso de Cisjordania.

El segundo mensaje, dirigido principalmente a Trump y a su administración, fue la afirmación de Netanyahu: “Países como Catar y China influyen en la opinión pública mediante enormes inversiones en campañas en redes sociales. Esto cambia la posición internacional de Israel. Tendremos que invertir sumas enormes en ello”. Este mensaje también iba dirigido al Ministerio de Finanzas para asignar presupuestos a tal efecto.

En su discurso, Netanyahu pasa efectivamente de la doctrina del mercado libre abierto global y nacional a la doctrina de una economía cerrada basada en la autosuficiencia y el aislamiento defensivo. Esto no es un fin en sí mismo, sino parte de una visión que acepta las guerras perpetuas como realidad. Declaró: “Al menos en los próximos años, tendremos que defendernos y saber cómo golpear al enemigo”. Añadió que Israel debe ser gestionado como “Esparta”, que libró muchas guerras contra Atenas: “Tendremos que desarrollar industrias armamentísticas aquí. Seremos tanto Atenas como una gran Esparta. No tenemos otra opción”.

Conclusión

Netanyahu reconoce que el aislamiento internacional actual de Israel no es temporal o pasajero, sino constante y sostenible, mientras apuesta por los valores de Trump y por los populistas europeos.

Si permanece en el poder, el enfoque de Netanyahu para enfrentar el aislamiento internacional es atrincherarse en intenciones de guerra permanente, confiando únicamente en soluciones militares sin ninguna vía política. No le interesa la normalización ni siquiera los Acuerdos de Abraham.

Amenaza implícitamente tanto a Egipto como a Turquía, señalando que la operación militar israelí en Doha no es el final del camino.

Desafía a los países exportadores de armas insistiendo en la producción independiente del arsenal militar de Israel, lo que requeriría presupuestos sin precedentes y posiblemente indisponibles, incluso con grandes cambios en la economía.

Netanyahu se alinea casi completamente con la agenda y la administración de Trump en su hostilidad hacia los inmigrantes, el Islam y China, abrazando la xenofobia y una teoría de “choque de civilizaciones” sostenido. Se posiciona dentro de las fuerzas populistas europeas —incluso aquellas que son antisemitas— mientras su retórica sea antinmigrante, buscando provocar enfrentamientos internos en Europa con los movimientos propalestinas.

Al explotar la cuestión de los inmigrantes palestinos y árabe-islámicos en Europa y al exigir grandes presupuestos para la propaganda destinada a promover la narrativa israelí, Netanyahu busca abrir un frente directo contra los movimientos de solidaridad con Palestina, demonizándolos con retórica racista como producto de la inmigración y como una amenaza a la postura “blanca europea” según el discurso colonial.

En paralelo con el movimiento aislacionista MAGA (“Make America Great Again”), Netanyahu promueve su doctrina aislacionista “espartana”, que podría resumirse como MIGA – “Make Israel Great Again”.

Estos cambios ideológicos en la retórica de Netanyahu confirman que las transformaciones en las posiciones internacionales a favor de los derechos palestinos aíslan cada vez más a Israel. Sin embargo, las conclusiones de Netanyahu solo profundizarán y empeorarán este aislamiento, demostrando que no se trata de una fase pasajera.

01/08/2023

AMEER MAKHOUL
La guerre d’Israël contre les camps de réfugiés vise à “corriger son erreur” de 1948

Ameer Makhoul, +972 Magazine, 1/8/2023
Traduit par Fausto Giudice, Tlaxcala

Les camps de réfugiés sont depuis longtemps un point nodal de l’oppression israélienne et de la résistance palestinienne. L’invasion de Jénine révèle une nouvelle étape dans cette bataille.

Décombres dans les rues de la ville de Jénine en Cisjordanie le 4 juillet 2023, suite à une offensive aérienne et terrestre israélienne majeure, l’une des plus grandes opérations militaires d’Israël dans le territoire palestinien depuis des années. (Nasser Ishtayeh/Flash90)

L’invasion destructrice de deux jours du camp de réfugiés de Jénine par Israël au début du mois de juillet a apporté une nouvelle preuve que l’État sioniste vise à éliminer la structure sociale et urbaine de ces camps palestiniens dans l’ensemble de la Cisjordanie occupée. Cela fait partie d’un plan stratégique de grande envergure visant à mettre fin au “problème” des réfugiés palestiniens - tant ceux qui vivent dans leur patrie que ceux qui vivent en diaspora dans les pays arabes et dans le monde entier.

Cette politique israélienne n’est pas nouvelle. On peut tracer une ligne droite entre la destruction du camp de réfugiés de Jabaliya à Gaza après 1967, le massacre de Sabra et Chatila pendant la guerre du Liban en 1982 et la réoccupation par Israël du camp de Jénine 20 ans plus tard pendant la deuxième Intifada. Pourtant, depuis un an et demi, cette ambition est devenue une priorité militaire, l’armée israélienne effectuant des raids quasi hebdomadaires dans les camps de Jénine et de Naplouse, dans le cadre de ce qu’elle appelle l’opération “Briser la vague”.

Aux yeux de l’occupant, les camps de réfugiés de Cisjordanie - dont ceux de Jénine, Naplouse, Jéricho, Ramallah, Bethléem et Hébron - sont le lieu où se développe la dynamique de la résistance palestinienne au régime militaire et aux colonies qui en découlent. En effet, depuis qu’ils existent, les camps offrent un abri et un environnement favorable à la planification et à l’organisation des organisations de résistance.

Israël a clairement intérêt à abolir tout statut spécial des camps de réfugiés et souhaite les réaménager de manière à permettre la libre circulation de sa machine de guerre et d’occupation. De là découle la politique de destruction des rangées de maisons et des allées étroites qui les séparent, empêchant l’accès entre les maisons et modifiant le tissu social des camps.

Les attaques incessantes contre l’Office de secours et de travaux des Nations unies (UNRWA), qui fournit des services spécifiquement destinés aux réfugiés palestiniens, font également partie de la politique visant à éliminer le problème des réfugiés. Cette campagne a atteint son apogée sous l’administration Trump, lorsque la Maison Blanche a coupé tout financement à l’agence. Le président Joe Biden ayant rétabli l’aide usaméricaine, Israël a porté sa guerre contre les camps à un niveau supérieur.

De Kafr Qasem à Jénine

Lors de la récente invasion de Jénine, nous avons vu comment l’armée israélienne a déplacé des milliers de résidents de leurs maisons, créant des scènes qui rappellent la Nakba de 1948. Israël a toujours pensé que l’état de guerre pouvait être utilisé pour tenter d’expulser les Palestiniens, et le massacre de Kafr Qasem en est un exemple clair.

Jénine, 4 juillet 2023 (Nasser Ishtayeh/Flash90)

En 1956, alors que les troupes israéliennes envahissaient l’Égypte aux côtés de la France et de la Grande-Bretagne pendant la guerre du Sinaï, les forces israéliennes ont abattu 49 citoyens palestiniens à Kafr Qasem. Ce massacre était une tentative des dirigeants israéliens de l’époque de “corriger l’erreur” de 1948, lorsqu’ils avaient laissé environ 150 000 Palestiniens à l’intérieur des frontières de l’État nouvellement formé. Avec la guerre du Sinaï comme diversion, ils ont cherché à procéder à une déportation massive des citoyens palestiniens en les effrayant au point qu’ils partent volontairement. Cette tentative a échoué, mais les efforts d’Israël pour “corriger l’erreur” n’ont jamais cessé.

À Jénine, l’occupation a traité le camp et sa population civile comme un terrain d’essai pour certaines de ses technologies militaires les plus innovantes. Ayant tiré les leçons des précédentes incursions de l’armée, les Palestiniens ont réussi non seulement à empêcher la surveillance israélienne de localiser les combattants, mais aussi à empêcher l’armée de fixer les termes de la bataille, au point que le ministre israélien de la Défense, Yoav Gallant, s’est inquiété du faible nombre de combattants palestiniens qui ont été tués.

Le Premier ministre Benjamin Netanyahou a déclaré que si les “terroristes” retournaient dans le camp de Jénine, l’armée ferait de même. Cependant, les Palestiniens estiment également que la résistance a été en mesure de contrecarrer les plans du gouvernement visant à réinstaller les habitants du nord de la Cisjordanie - en particulier les zones où les colonies ont été démantelées dans le cadre du désengagement de Gaza en 2005 - parce que les Israéliens ne s’y sentiront pas en sécurité en raison de l’activité des groupes armés.

Ainsi, sous le gouvernement actuel, Israël entre dans une nouvelle phase de sa guerre contre les camps. Par le biais de la refonte judiciaire, l’extrême droite entend lever tous les obstacles procéduraux et juridiques à son objectif d’épuration ethnique de masse. En effet, bien que la lutte semble être interne à Israël, ses conséquences seront ressenties avant tout par les Palestiniens, dont le “traitement” constitue le véritable ordre du jour de la coalition au pouvoir.

Leur résistance obstinée à l’occupation ne cessant de croître, les camps de réfugiés redeviennent le point nodal de l’oppression israélienne. Ce que nous avons vu à Jénine n’est probablement qu’un début.