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29/09/2022

JOHN PILGER
En Ucrania, USA nos está arrastrando hacia una guerra con RusiaUn artículo de 2014 más actual que nunca

John Pilger, The Guardian, 13/5/2014
Traducido por
Miguel Álvarez Sánchez, editado por Fausto Giudice, Tlaxcala

 

¿Por qué toleramos la amenaza de otra guerra mundial en nuestro nombre? ¿Por qué permitimos mentiras que justifican este riesgo? La magnitud de nuestro adoctrinamiento, escribió Harold Pinter, es un «acto de hipnosis de gran éxito, brillante e incluso ingenioso», como si la verdad «no se produjera ni siquiera mientras se produce».

Un activista prorruso con un casquillo y un paquete de comida de fabricación usamericana que cayó de un vehículo blindado del ejército ucraniano durante un ataque a un control de carretera el 3 de mayo de 2014 en Andreievka,  óblast de Zaporiyia, Ucrania.Foto: Scott Olson/Getty

 

Cada año, el historiador usamericano William Blum publica su «resumen actualizado del historial de la política exterior de USA», que muestra que, desde 1945, USA ha intentado derrocar a más de cincuenta gobiernos, muchos de ellos elegidos democráticamente; ha interferido indecentemente en las elecciones de treinta países; ha bombardeado a la población civil de 30 países; ha utilizado armas químicas y biológicas; y ha intentado asesinar a líderes extranjeros.

En muchos casos Gran Bretaña ha sido un colaborador. El grado de sufrimiento humano, por no hablar de la criminalidad, es apenas reconocido en Occidente, a pesar de contar con las comunicaciones más avanzadas del mundo y el periodismo supuestamente más libre. Que las víctimas más numerosas del terrorismo - «nuestro» terrorismo- sean musulmanes, es algo indecible. Se suprime que el yihadismo extremo, que condujo al 11-S, fue alimentado como arma de la política angloamericana (Operación Ciclón en Afganistán). En abril, el Departamento de Estado de USA señaló que, tras la campaña de la OTAN en 2011, «Libia se ha convertido en un refugio terrorista seguro».

El nombre de «nuestro» enemigo ha cambiado a lo largo de los años, desde el comunismo hasta el islamismo, pero en general se trata de cualquier sociedad independiente del poder occidental y que ocupa un territorio estratégicamente útil o rico en recursos, o que simplemente ofrece una alternativa a la dominación usamericana. Los líderes de estas naciones obstruccionistas se suelen apartar violentamente, como los demócratas Muhammad Mossedeq en Irán, Arbenz en Guatemala y Salvador Allende en Chile, o son asesinados como Patrice Lumumba en el Congo. Todos son objeto de una campaña de vilipendio por parte de los medios de comunicación occidentales: pensemos en Fidel Castro, Hugo Chávez y ahora Vladimir Putin.

El papel de Washington en Ucrania sólo es diferente en sus implicaciones para el resto de nosotros. Por primera vez desde los años de Reagan, USA amenaza con llevar al mundo a la guerra. Con el este de Europa y los Balcanes convertidos en puestos militares de la OTAN, el último «Estado tapón» fronterizo con Rusia –Ucrania– está siendo desgarrado por las fuerzas fascistas desatadas por USA y la UE. Nosotros, en Occidente, apoyamos ahora a los neonazis en un país donde los nazis ucranianos apoyaron a Hitler.

Después de haber ideado el golpe de Estado en febrero contra el gobierno democráticamente elegido en Kiev, la toma de la histórica y legítima base naval rusa libre de hielo en Crimea planeada por Washington fracasó. Los rusos se defendieron, como lo han hecho contra todas las amenazas e invasiones de Occidente durante casi un siglo.

Pero el cerco militar de la OTAN se ha acelerado, junto con los ataques orquestados por USA contra los rusos étnicos en Ucrania. Si se puede provocar a Putin para que acuda en su ayuda, su preconcebido papel de «paria» justificará una guerra de guerrillas dirigida por la OTAN que probablemente se extienda a la propia Rusia.

En cambio, Putin ha confundido al partido de la guerra buscando un acuerdo con Washington y la UE, retirando las tropas rusas de la frontera ucraniana e instando a los rusos étnicos del este de Ucrania a abandonar el provocador referéndum del fin de semana. Estos pueblos rusófonos y bilingües -un tercio de la población de Ucrania- llevan mucho tiempo buscando una federación democrática que refleje la diversidad étnica del país y sea a la vez autónoma de Kiev e independiente de Moscú. La mayoría no son ni «separatistas» ni «rebeldes», como los llaman los medios de comunicación occidentales, sino ciudadanos que quieren vivir con seguridad en su patria.

Al igual que las ruinas de Irak y Afganistán, Ucrania se ha convertido en un parque temático de la CIA, dirigido personalmente por el director de la CIA, John Brennan, en Kiev, con docenas de «unidades especiales» de la CIA y el FBI que establecen una «estructura de seguridad» que supervisa los salvajes ataques contra quienes se opusieron al golpe de Estado de febrero. Vea los vídeos y lea los informes de los testigos de la masacre de Odessa de este mes. Los matones fascistas traídos en autobuses quemaron la sede del sindicato, matando a 41 personas atrapadas en su interior. Mire a los policías en espera.

Un médico describió cómo intentaba rescatar a la gente, «pero me detuvieron los radicales nazis pro-ucranianos. Uno de ellos me empujó bruscamente, prometiendo que pronto yo y otros judíos de Odessa correríamos la misma suerte. Lo que ocurrió ayer ni siquiera tuvo lugar durante la ocupación fascista en mi ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. Me pregunto por qué el mundo entero guarda silencio».

Los ucranianos de habla rusa luchan por sobrevivir. Cuando Putin anunció la retirada de las tropas rusas de la frontera, el secretario de defensa de la junta de Kiev, Andriy Parubiy -miembro fundador del partido fascista Svoboda- se jactó de que los ataques contra los «insurgentes» continuarían. Al estilo orwelliano, la propaganda en Occidente ha invertido esto en que Moscú «intenta orquestar el conflicto y la provocación», según William Hague, el secretario británico de Asuntos exteriores. Su cinismo se corresponde con la grotesca felicitación de Obama a la junta golpista por su «notable moderación» tras la masacre de Odessa. La junta, dice Obama, está «debidamente elegida». Como dijo una vez Henry Kissinger: «Lo que cuenta no es lo que es verdad, sino lo que se percibe como verdad».

En los medios de comunicación usamericanos la atrocidad de Odessa se minimizó, calificándola de «turbia» y de «tragedia» en la que «nacionalistas» (neonazis) atacaron a «separatistas» (personas que recogían firmas para un referéndum sobre una Ucrania federal). El Wall Street Journal de Rupert Murdoch condenó a las víctimas - «Un incendio mortal ucraniano seguramente provocado por los rebeldes, según el Gobierno». La propaganda en Alemania ha sido pura guerra fría, con el Frankfurter Allgemeine Zeitung advirtiendo a sus lectores de la «guerra no declarada» de Rusia. Para los alemanes es una ironía conmovedora que Putin sea el único líder que condena el ascenso del fascismo en la Europa del siglo XXI.

Un tópico popular es que «el mundo cambió» tras el 11-S. Pero ¿qué ha cambiado? Según el gran lanzador de alertas Daniel Ellsberg, se ha producido un golpe de Estado silencioso en Washington y ahora gobierna el militarismo desenfrenado. El Pentágono dirige actualmente «operaciones especiales» -guerras secretas- en 124 países. En USA, el aumento de la pobreza y la pérdida de libertad son el corolario histórico de un estado de guerra perpetuo. Si añadimos el riesgo de una guerra nuclear, la pregunta es: ¿por qué toleramos esto?

 

 

28/09/2022

JOHN PILGER
En Ukraine, les USA sont en train de nous entraîner dans une guerre contre la Russie
Un article de 2014 plus actuel que jamais

John Pilger, The Guardian, 13/5/2014

Pourquoi tolérons-nous la menace d’une nouvelle guerre mondiale qui se mènerait en notre nom ? Pourquoi tolérons-nous les mensonges qui justifient ce risque ? L’ampleur de notre endoctrinement, comme l’a écrit Harold Pinter, est « un tour d’hypnose brillant, spirituel même et couronné de succès », comme si la vérité « ne s’était jamais produite, alors même qu’elle se produisait ».


Un militant pro-russe avec une douille d'obus et un paquet-repas de fabrication usaméricaine tombés d'un véhicule blindé de l'armée ukrainienne lors de l'attaque d'un barrage routier le 3 mai 2014 à Andreïevka, dans l'oblast de Zaporijjia, en Ukraine. Photo : Scott Olson/Getty

Chaque année l’historien usaméricain William Blum publie son “résumé actualisé du bilan de la politique étrangère US” qui montre que, depuis 1945, les USA ont tenté de renversé plus de 50 gouvernements, la plupart démocratiquement élus , ont pratiqué une ingérence grossière dans les élections de 30 pays, bombardé la population civile de 30 pays, utilisé des armes chimiques et biologiques  et tenté d’assassiner des dirigeants étrangers.

Dans bien des cas la Grande-Bretagne joué le rôle de collabo. Le degré de souffrance humaine, pour ne pas parler de la criminalité, n’est jamais reconnu en Occident, malgré la soi-disant présence des technologies de communication les plus avancées, et des journalistes les plus libres du monde. Que les victimes les plus nombreuses du terrorisme – de “notre” terrorisme, soient des musulmans, ça, on ne peut pas le dire. Que le djihadisme extrémiste, à l’origine du 11 septembre, fut créé comme arme de la politique étrangère britannique (Opération Cyclone en Afghanistan) est occulté. En avril le département d’État usaméricain a noté que, à la suite de la campagne de l’OTAN de 2011, « la Libye est devenue un sanctuaire pour les terroristes ».

Le nom de “notre” ennemi a évolué au fil des années, du communisme à l’islamisme, mais il s’agit en général de n’importe quelle société indépendante du pouvoir de l’Occident et occupant des territoires stratégiques ou riches en ressources. Les leaders de ces pays gênanes sont généralement violemment mis à l’écart, comme les démocrates Muhammad Mossadegh en Iran et Salvador Allende au Chili, ou bien ils sont assassinés comme Patrice Lumumba au Congo. Ils font tous l’objet d’une campagne médiatique de caricature et de diabolisation – pensez à Fidel Castro, Hugo Chavez, et maintenant Vladimir Poutine.

Le rôle de Washington en Ukraine n’est différent que par ce qu’il implique pour nous tous. Pour la première fois depuis l’ère Reagan, les USA menacent d’entraîner le monde dans une guerre. Avec l’Europe de l’est et les Balkans devenus des bases militaires de l’OTAN, le dernier « état-tampon » frontalier de la Russie, est dévasté. Nous, les Occidentaux, soutenons des néo-nazis dans un pays ou les nazis ukrainiens nazis avaient soutenu Hitler. Après avoir orchestré le coup d’État de février contre le gouvernement démocratiquement élu à Kiev, Washington a échoué dans sa tentative de récupérer la base navale libre de glace, historiquement et légitimement russe de Crimée. Les Russes se sont défendus, comme ils l’ont toujours fait contre chaque invasion occidentale depuis presque un siècle.

Mais l’encerclement militaire par l’OTAN s’est accéléré, en même temps que des attaques orchestrées par les USA contre les Russes ethniques d’Ukraine. Si Poutine peut être poussé à aller les aider, son rôle prédéfini de “paria” justifiera une guerre de guérilla sous la houlette de l’OTAN susceptible de se propager à l’intérieur de la Russie elle-même.

Au lieu de cela, Poutine a a déconcerté le parti de la guerre en cherchant un terrain d’entente avec Washington et l’UE, en retirant ses troupes de la frontière ukrainienne et en incitant les Russes ethniques d’Ukraine orientale à abandonner le référendum provocateur du week-end. Ces russophones bilingues – un tiers de la population de l’Ukraine – ont longtemps souhaité l’avènement d’une fédération qui reflète la diversité ethnique du pays et qui soit à la fois autonome et indépendante vis-à-vis de Moscou. La plupart ne sont ni des « séparatistes » ni « des rebelles » mais simplement des citoyens souhaitant vivre en sécurité dans leur pays.

Comme les ruines de l’Irak et de l’Afghanistan, l’Ukraine a été transformée en un parc d’attractions de la CIA – dirigé par le directeur de la CIA John Brennan à Kiev, avec des “unités spéciales” de la CIA et du FBI qui mettent en place une “structure de sécurité” afin de superviser les attaques sauvages contre ceux qui se sont opposés au coup d’État de février. Regardez les vidéos, lisez les témoignages oculaires du massacre d’Odessa. Des voyous fascistes amenés en bus ont brulé le siège central des syndicats, tuant 41 personnes bloquées à l’intérieur. Regardez les policiers présents les laissant agir. Un médecin a décrit sa tentative d’aller aider les gens, « mais j’ai étais stoppé par des nazis pro-ukrainiens. L’un deux m’a violemment poussé, en me promettant que bientôt ce serait mon tour à moi et aux autres Juifs d’Odessa… Je me demande pourquoi le monde entier reste silencieux. »

Les Ukrainiens russophones se battent pour leur survie. Quand Poutine a annoncé le retrait des troupes russes de la frontière, le secrétaire à la défense de la junte, à Kiev – un des membres fondateurs du parti fasciste « Svoboda », a déclaré que les attaques contre « les insurgés » allaient continuer. Dans un style orwellien, la propagande occidentale a rejeté la faute sur Moscou « qui orchestre le conflit et la provocation », selon William Hague, le secrétaire britannique aux Affaires étrangères. Son cynisme n’a d’égales que les grotesques félicitations d’Obama à la junte pour sa « retenue remarquable » à la suite du massacre d’Odessa. Illégale et fasciste, la junte est décrite par Obama comme « légalement élue ». Ce qui compte ce n’est pas la vérité, a dit un jour Henry Kissinger, mais “ce qui est perçu comme vrai”.

Dans les médias usaméricains les atrocités d’Odessa ont été minimisées : une affaire « louche » et une « tragédie » dans laquelle des « nationalistes » (néo-nazis) ont attaqué des « séparatistes » (des personnes en train de collecter des signatures pour un référendum sur une Ukraine fédérale). Le Wall Street Journal de Rupert Murdoch a blâmé les victimes – « Un incendie meurtrier en Ukraine probablement allumé par les rebelles, selon le gouvernement ». La propagande en Allemagne est digne de la guerre froide, avec la Frankfurter Allgemeine Zeitung mettant en garde ses lecteurs contre la Russie et sa “guerre non déclarée”. Pour les Allemands, le fait que Poutine soit le seul dirigeant à condamner la montée du fascisme au 21ème siècle relève d’ une ironie sournoise.

Un poncif populaire veut que “le monde ait changé” à la suite du 11 septembre. Mais qu’est ce qui a changé ? Selon le fameux lanceur d’alerte Daniel Ellsberg, un coup d’État silencieux a eu lieu à Washington et un militarisme rampant est maintenant aux commandes. Le Pentagone dirige en ce moment des « opérations spéciales » – des guerres secrètes – dans 124 pays. Aux USA, une montée de la pauvreté et une hémorragie de la liberté sont les corollaires historiques d’un état de guerre perpétuel. Ajoutez à cela le risque de guerre nucléaire, et une question s’impose : pourquoi est-ce qu’on tolère ça ?