En el maremágnum de descuidos y destrozos ecológicos en que estamos sumidos, en Maldonado y en Uruguay, alardear con la recuperación de miles de litros de agua, cuando estamos en pleno proceso de perder la calidad de millones, resulta al menos sorprendente y paradójico.
Por ejemplo, la planta celulosera que se está montando en el corazón del país programa verter diariamente unos 29 millones de litros de efluentes industriales al (¡pobre!) río Negro. Casi 30 millones de litros diarios que irán contaminando y deteriorando todas las cadenas bióticas que rocen…
Es apenas un ejemplo. Pero si volvemos al aceite “quemado” en los hogares, existe ciertamente otro camino mucho más natural (aunque no dé el monto ínfimo de biodiésel que proclama el inaugurado), y es la biodegradación de dichos aceites en composteras, también domésticas. Claro que esta solución implica trabajo y una toma de responsabilidad propia desde los habitantes; hacerse cargo, siquiera parcialmente, del destrozo planetario que ocasionamos. Y tamaño enfoque tampoco le permitiría a empresas altamente contaminantes, como el grupo Disco, posar en la foto de la “responsabilidad ambiental” que en este momento aprovechan los patrocinadores del aceite reciclable en biodiésel.
En términos mediáticos, lo de las composteras hogareñas “rinde” menos…