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26/11/2025

La impunidad israelí

Luis E. Sabini Fernández, 26-11-2025

La violencia

En mi vida particular siempre fui escéptico de los golpes de mano guerrilleros que experimenté o de los que supe en el Cono Sur (aunque algunos simpatiquísimos y prácticamente todos con enorme apuesta personal, de “entrega a la causa”), porque me resultaban potencialmente autócratas, facilitando con demasiada velocidad el entronizamiento de otros dirigentes, siempre a costa del protagonismo de “la gente como uno”.

Tales mis vivencias respecto de la guerrilla latinoamericana, particularmente, dispuesta con mucho coraje y entrega, pero también ceguera. Así acordé con el testimonio de un exagente secreto cubano, hijo del famoso guerrillero argentino Ricardo Masetti, ungido por Guevara para crear un foco revolucionario en sus planes “continentales” para el sur americano, quien prácticamente apenas si pudo poner en pie dicho emprendimiento. El hijo, argentino pero criado en Cuba, Jorge Masetti, fue educado y capacitado como agente revolucionario. Fidel quería hacer con el hijo lo que no pudo con el padre. Y ya totalmente “a punto” renunció a ese camino, cuando vio la seguidilla de fracasos guerrilleros latinoamericanos (y una etapa subsiguiente, casi inevitable: delincuencia común y silvestre). Comentó entonces: “Qué suerte que no ganamos”.[1]


Sótanos de la Muerte 3, acrílico sobre lienzo, 2021

Palestina

Todo este preámbulo para reconocer que la violencia existente en Palestina es distinta, radicalmente distinta. La violencia de abajo, desde los palestinos, es apenas la respuesta, ante la maquinaria israelí que es apabullante.

La imagen del niño o los niños con piedras delante de un tanque es de una precisión extraordinaria para mostrar los quantum de cada lado. La autodefensa así, el contraataque civil, desesperado, como el de la jovencita amenazante que blandía en la calle una tijera de costura, porque no podía más y fue muerta a tiros sin mediaciones (y sin necesidad). Porque así reprime Israel, de un modo brutal, aniquilador, sin ley aunque con exceso de técnica.[2]

Estamos ante un tratamiento peculiar del enemigo. Lo ha dicho y reiterado Netanyahu y otros dirigentes: combaten a animales, no a humanos, o sí, son humanos, pero amalecitas. Y su dios les ha dado permiso, hace unos miles de años, para matarlos (véase Éxodo, de la Biblia).

Es un permiso de larga, larguísima duración. Porque según las “Escrituras” ese conflicto sobrevino en tiempos muy remotos. Y “goza” de excelente vigencia en pleno siglo 21.


Gaza Relief
, acrílico y otros materiales sobre lienzo, 2015

¿Pero quién le dijo a Netanyahu que los palestinos son (los) amalecitas?

El comportamiento de la población israelí es llamativo. Veamos a los colonos en Cisjordania. Nunca autorizados por la ONU, pero asentándose de facto, en territorio internacionalmente reconocido como palestino, con la anuencia no expresa del gobierno israelí. Hace unos años, eran decenas de miles y en grupetes, amparados por el ejército ─israelí─ que acompañaba pasivamente las operaciones de hostigamiento, se acercaban a las aldeas palestinas y las apedreaban, dañaban los olivares, los limoneros. Hachas, cascotes, a veces producían heridas. Ahora, los colonos son cientos de miles ─siempre amparados por el ejército que acompaña a retaguardia─, se agrupan en bandas de decenas o centenares, armados ellos mismos, y arrasan una aldea palestina, dañando viviendas, instalaciones, cultivos, vehículos y a menudo los cuerpos de palestinos que encuentran a su paso. Tratando de generar terror.

Últimamente, el ejército tomó la iniciativa: so pretexto de buscar “terroristas” ha destruido barrios enteros, con población civil palestina, desarmada: destruye, en rigor, todos los elementos materiales de la vida social, viviendas, ropas, jardines, juguetes, libros, enseres. La gente queda con lo puesto y a menudo sin hogar. Luego, el ejército ha rematado sus operativos diezmando a los pobladores. Las familias, generalmente numerosas en Palestina, quedan así entrecortadas, rotos sus vínculos, en el mismo momento en que se han quedado sin vivienda, o sin muebles o sin sus medios de vida. Y a menudo sin familiares, asesinados en una infame dosis diaria, casi hasta ahora.

Es prácticamente la política de “tierra arrasada” que se atribuye a algunas invasiones como la de los hunos, “bárbaros” de los siglos 4 y 5 de la era cristiana.

Desde hace ya décadas, vamos viendo los efectos del Plan Yinon anunciado por Israel a principios de la década de los ’80. Oded Yinon, analista militar, diseñó un plan para descomponer a los estados circundantes a Israel en unidades políticas menores y así más manejables; entendía apropiado para los intereses israelíes, particionar al Líbano en dos o tres; a Egipto en cinco o seis; a Irak en otros tres y a Sudán en dos… y así sucesivamente.

Vemos que la acción israelí, abierta o mediante “coberturas” tipo DAESH, ha ido logrando escalonadamente, sus objetivos tanto en el Magreb norafricano como en Asia Occidental; Libia, Irak, Siria, Sudán, Líbano, Palestina han sido modificadas, deglutidas, despedazados por la política de agresión y desgaste israelí, siempre secundada, materialmente, por EE.UU. que ha funcionado como furgón de cola y abastecimiento de la maquinaria imparable israelí.

Ese apoyo incondicional de EE.UU. a la geopolítica israelí tiene varias explicaciones; hay un cierto paralelismo en los desarrollos históricos de EE.UU. e Israel, aunque en muy diferentes coyunturas históricas. Una base religiosa relativamente común, porque los protestantes son los cristianos que revalorizaron aspectos del Antiguo Testamento, que es el núcleo ideológico de la religión judía. Y son los colonizadores de América del Norte, exterminadores de la población autóctona. Con la Biblia en la mano.

Pero sobre todo, porque al fin de la 2GM, cuando EE.UU. corta vínculos con la obsoleta Sociedad de Naciones (fenecida por extinción en 1946)  y funda “su” ONU (octubre 1945), la élite WASP, fundadora de EE.UU., ya había sido parcialmente sustituida por la élite judía a través de una serie de artilugios: think tanks, la intelectualidad judía tiene cada vez mayor peso; la Reserva Federal (el capital financiero judío pasa a ser mayoritario entre los diez bancos fundadores, en 1913); Hollywood (de siete grandes empresas, seis serán en los ’30 de propiedad y dirección judía, así cada vez más las imágenes de EE.UU., serán producidas con ojos judíos; y sobre todo mediante la financiación dispendiosa al personal político estadounidense, para lo cual en 1954 se funda AIPAC.[3] Sin tales subsidios se le convertiría muy trabajosa la inserción social a la mayoría de tales legisladores.

Por eso una de las imágenes más simplonas y equivocadas de ciertos analistas de política internacional ha sido, y frecuentemente, invocar al ‘submarino de la Armada de EE.UU.’ para hablar de Israel en el Cercano Oriente. Más acertada parece la imagen (tail wagging the dog), muy conocida dentro del pensamiento crítico estadounidense, de que la cola mueve al perro.

Dos hechos recientes, en la órbita de la ONU, el viejo instrumento que EE.UU. se arrogó al final de la 2GM para ordenar y/o administrar el mundo, nos muestra hasta qué punto Israel lleva la voz cantante, cambiando incluso las modalidades de dominio.


Sin título, 2020

Hasta hace poco, muy poco, el poder solía ocultar sus rostros, o fauces, y solía encubrir sus acciones mediante “voluntad de paz”, “búsqueda de fines democráticos”, “conciliación”, allanamiento de dificultades”. Al fin y al cabo, el resultado de la 2GM, en 1945, fue la victoria contra todo tipo de dictaduras (quedaba allí, “tras la cortina”, una diz que proletaria, y por lo mismo totalmente distinta a las conocidas hasta entonces; también quedaba la de Franco en España, pero esta última ─como tantas otras de América “Latina”─  formaba parte de aquella política pragmática yanqui de cuidar al hijo de puta si es “nuestro”).

Es decir, la defensa de lo democrático tenía su dificultad, pero se invocaba.

1. El 11 de noviembre de 2025 el Consejo de Seguridad de la ONU ha tomado una resolución “sobre el conflicto en Gaza” que exonera de todo cargo a Israel. Aceptando tácitamente el papel de víctima del “terrorismo de Hamás” que Israel se ha autoasignado, eludiendo todo el infame tratamiento, extorsivo, constrictivo, abusivo que Israel aplicara por décadas a la Franja de Gaza ─y que están en la base del comportamiento de Hamás del 7 oct. 2023. Israel no sufre así ni un rasguño político (ni económico) con la resolución.

Ni siquiera tendrán que dar cuenta de los asesinatos colectivos y sus monstruosas “equivalencias” en vidas humanas,[4] ni indemnizar por el brutal daño ocasionado a un territorio que parece triturado y machacado como pocas veces se ha visto. Ni afrontar los gastos que demandarán la recuperación de suelo, viviendas, redes de comunicación y sanitarias, ni por el restablecimiento de hospitales, sin mencionar los miles de seres humanos destrozados por el solo hecho de vivir en el círculo del infierno diseñado por Israel.

El presidente de EE.UU. con aspiraciones a mantener la hegemonía que recayó en 1945 sobre elos, se atribuye ahora una virtual presidencia o gobernación de la Franja de Gaza, para ─proclama─ su reconstrucción, buscando siempre, la prosperidad (lo único bueno en este proceder sería quitarle a Israel las tenazas sobre ese territorio, pero lo pongo en condicional, porque no es precisamente Trump quien decide).

El Plan estima dos años para la recuperación urbanística y edilicia. Dado el daño a la vista, su extensión y alcance, parece exiguo el plazo.

Algún aspecto positivo tiene: se abandona la idea del exilio forzoso de los gazatíes, tan promovida por el gobierno israelí. Al contrario, al menos en la letra, la resolución declara voluntad expresa de que permanezcan sus habitantes históricos en la Franja.

De todos modos, el plan no esconde sus búsquedas de negocios: traer muchos capitales para crear zonas de confort, no para los gazatíes precisamente, sino para los milmillonarios que Jared Kushner tanto se afanara por atraer al futuro resort de Gaza.

No podemos olvidar que prospecciones han verificado la presencia de al menos gas en el Mediterráneo a la altura de la Franja de Gaza. Y que la regencia transnacional e imperial que procuran encarnar Trump y Blair ─nada menos─ tienen marcada preferencia por la prosperidad… propia.

ONU no le exige cuentas a Israel. Siempre absuelto de todo. Por derecho de nacimiento, tenemos que suponer. Pero además, de hecho, ONU restablece el colonialismo puro y duro: un poder imperial, ─EE.UU.─ designa “rey y virrey” de esos dominios, Trump y Blair, para restablecer el ámbito colonial.  Solo que no es el colonialismo israelí, sino el estadounidense.

La tarea que se asignan los jefes colonizadores es ardua: se proponen “cambiar las mentalidades y los relatos palestinos”, para persuadir, por lo visto, a estos salvajes “de los beneficios que puede reportar la paz.” (¡sic!)

Si estos maestros pedagogos ─Blair y Trump─ quisieran proclamar las virtudes de la paz, tendrían que dirigirse con urgencia a la formación política sionista, que ha hecho a lo largo de cien años siempre un camino de violencia, no de paz, un camino de guerra y conquista, invadiendo tierras ya ocupadas milenariamente, mediante dudosa documentación bíblica. Confundiendo deliberadamente religión y leyenda con historia documental.

La resolución del 11 nov. 2025 correspondió al Consejo de Seguridad de ONU ampliado; no ya los 5 originarios (EE.UU. R.U., Francia, Rusia, China) sino además los actuales miembros: Argentina, Italia, España, México, Colombia, Pakistán, Corea del Sur, Turquía, Indonesia y Alemania.

Apenas dos abstenciones (con magra fundamentación) de Rusia y China. Nadie preguntó, ninguna de las 15 representaciones nacionales, por qué a Israel su comportamiento violento, racista y genocida, le sale gratis.


Detenido
, 2024

Lúcidos, y valientes, designados o funcionarios de la mismísima ONU, a lo largo de tiempo, como Francesca Albanese, Susan Akram o Richard Falk en tiempos recientes e incluso Folke Bernadotte en los mismos inicios de la ONU, y tantos otros, no alcanzan para contrabalancear el papel imperial, luego neoimperial que, aun con retaceos y recortes, cumple, sigue cumpliendo la ONU.

2. El 21 de noviembre. de 2025, la Asamblea General de la ONU emitió un dictamen contra el uso de la tortura. El plenario contaba con 176 delegaciones nacionales y fue aprobado por abrumadora mayoría (hubo 4 abstenciones; todo un interrogante, entre ellos las de Nicaragua y Rusia), pero sobre todo, contó con la oposición encendida de tres representaciones nacionales: EE.UU., Israel y Argentina. Que defendieron, entonces, eso precisamente; el uso de la tortura.

Nubarrones oscuros campean en nuestro presente: ya no sólo se usa la tortura; hay quienes la postulan, al mejor estilo de dictaduras como las famosas “latinoamericanas” de Trujillo o Pinochet, o la del sha iraní y, sobre todo hoy día, como las muy perfeccionadas de Israel y su racionalísimo sistema de dominio que incluye tantos tipos de tortura.


Sin fecha, Dibujo al carboncillo y pastel

Si estará dada vuelta nuestra trama cultural que una militar israelí, Yifat Tomer-Yerushalmi, fiscal que, aun ignorando tantos atropellos y torturas anteriores, optó por criminalizar recientemente a cinco soldados del “ejército más moral del mundo” por haberle introducido caños metálicos en el ano a un preso palestino y (obviamente) dañarlo. La info-de-todo-el-mundo habla de la detención de la fiscal pero no de la salud (o la muerte) del palestino; la fiscal ha sido, ella misma, encarcelada.

Netanyahu condenó la difusión hecha por Tomer porque, claro, “daña la imagen”.

Daña la imagen que es lo que le importa a Netanyahu, no la realidad (seriamente dañada).

Lo acontecido con Tomer es un claro ejemplo del comportamiento emprendido y defendido por los gobiernos de EE.UU., Israel y Argentina.

De lo vergonzante, siquiera como pose, hemos ido al “a mucha honra”. Torturan los “legítimos” y no sólo no se deshonran, deshonrándonos a todos; ahora hasta se enorgullecen.

Ilustraciones: obras del pintor palestino Mohamed Saleh Jalil, Ramala

Notas


[1]  Escribió un libro, El furor y el delirio, Tusquets, Barcelona, 1999.

[2]  El ejército israelí elude responsabilidades personales mediante el ardid tecnológico de organizar los raids de todo tipo, con drones, aviones o mera artillería, a través de dispositivos tecnológicos. Quitar la decisión a humanos permite, además, incrementar la intensidad del daño mediante la velocidad que los dispositivos tecnológicos multiplican por encima de toda escala manual.  Doble ventaja: aumenta el daño y decrece la responsabilidad por sus consecuencias, porque, claro, a los asesinados los cosechó el dron, o el programa, no un yo.

[3]  AIPAC (American Israel Public Affairs Committee – Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos – Israel). Se estima que hoy las tres cuartas partes de los representantes y senadores del Poder Legislativo de EE.UU. reciben suculentas donaciones de organizaciones como AIPAC. Como quien dice, las votaciones están ganadas de antemano.

[4]  Los militares israelíes han establecido tablas compensatorias de víctimas: para ubicar y ultimar a un guerrillero de poca monta, se permiten matar hasta quince pobladores desarmados a menudo ajenos; si se trata de un jefe guerrillero ─definido por ellos─ se permiten matar hasta cien ajenos al objetivo en sí.

22/11/2025

El “tratamiento” israelí para un adolescente gravemente enfermo: amenazas de deportación a Gaza

Gideon Levy & Alex Levac (fotos), Haaretz, 21-11-2025
Traducido por Tlaxcala

 

Yamen Al Najjar, con su madre Haifa, frente al Hospital Makassed en Jerusalén Este, donde está siendo tratado.

Yamen Al-Najjar, un joven de 16 años con un grave trastorno sanguíneo, ha estado hospitalizado en Jerusalén Este durante dos años. Esta semana, Israel intentó deportarlo a Gaza, donde su familia vive en una tienda desde que su casa fue destruida. Su madre está convencida de que no sobreviviría ni un solo día si fuera devuelto.

A las 5 de la mañana del lunes, Yamen Al Najjar, de 16 años, debía abandonar su cama en la sala de medicina interna del Hospital Makassed en Jerusalén Este, donde vive desde hace dos años con su madre, recoger sus pinturas y su poca ropa, y regresar a la devastada Franja de Gaza donde creció.
Unos días antes, el hospital les había informado que Israel había decidido expulsar a la mayoría de los gazatíes hospitalizados aquí. Según la organización Médicos por los Derechos Humanos, decenas más serían deportados con él: unas 20 personas del Centro Médico Sheba, en Ramat Gan; 60 pacientes con cáncer y acompañantes del Hospital Augusta Victoria en Jerusalén Este; y 18 pacientes y familiares de Makassed.
En el último momento, tras un reportaje de CNN, la expulsión fue aplazada —nadie sabe por cuánto tiempo.

Yamen nació y creció en Jan Yunis, un niño sano con un deseo casi innato de pintar. En septiembre de 2017 sufrió una lesión en la nariz y sangró sin parar durante 21 días. También presentó hemorragias internas y hematomas subcutáneos.
Los servicios médicos en Gaza no pudieron diagnosticarlo y, tras unos tres meses, Yamen fue trasladado a Makased, donde descubrieron que tenía la enfermedad de von Willebrand, que afecta la coagulación de la sangre. La vida de Yamen —y la de su madre— quedó patas arriba, pero no sería el final de sus sufrimientos.

Nos reunimos con ellos esta semana en un jardín municipal sucio y descuidado cerca del hospital, en la miseria de Jerusalén Este. La madre del chico, Haifa, elegante y encantadora, oscila entre la risa y el llanto, y se niega a revelar su edad. Nada en su porte revela que lleva más de dos años compartiendo una cama de hospital con su hijo, ni que no tiene hogar. Ella y su esposo, Ramzi, de 50 años, abogado que trabajaba para la Autoridad Palestina, tienen cuatro hijos. Yamen es el menor.


Haifa y Yamen Al-Najjar en el hospital. Después de que los médicos de Gaza no pudieron diagnosticarlo, fue trasladado a Jerusalén Este.

Yamen parece mayor de lo que es, con cabello negro y espeso, aunque un ligero bigote delata que aún es adolescente. Lleva gafas gruesas de lentes oscuros desde que la enfermedad afectó su vista. Carga una bolsa de plástico con pinturas y hojas de papel.
Apenas nos sentamos en un banco metálico, Yamen empieza a crear una pintura acrílica de colores intensos, con la ayuda ocasional de su madre, también pintora aficionada. Para cuando termina nuestra conversación, ha completado su pintura diaria: una obra hermosa e impactante.

En diciembre de 2017, tras el diagnóstico, Yamen fue trasladado al Hospital Universitario Hadasah en Ain Karem, Jerusalén. Su madre cuenta la historia con detalle, recordando cada fecha, cada nombre de enfermedad y cada síntoma.
En los meses siguientes, acudieron a Hadasah cada tres meses para pruebas; los viajes desde Gaza transcurrían sin problemas y el estado del niño era estable. Pero en 2020 aparecieron nuevos síntomas graves, aparentemente sin relación con su enfermedad original: su temperatura corporal bajaba a 32-33 grados y su presión sanguínea caía a 70/40 o incluso menos.
Una resonancia magnética realizada en el Hospital de la Amistad Turco-Palestina en Gaza mostró daños en el tálamo. Fue trasladado al Hospital Árabe Istishari en Ramala, donde también le diagnosticaron daños en la hormona del crecimiento. Luego fue trasladado al departamento de hematología de Sheba, donde acudía cada tres meses con su madre para controles.
Los resultados se enviaron a centros médicos de USA y Canadá, pero aún no tiene diagnóstico. El siguiente paso era realizar pruebas genéticas a toda la familia —y entonces llegó el 7 de octubre de 2023.

Ese día, Yamen estaba ingresado en el Hospital Oftalmológico San Juan en Jerusalén Este por sus problemas de visión. Al día siguiente volvió a sangrar y fue trasladado a Makased. Unos días después fue enviado a Sheba y luego devuelto a Makased, donde ha permanecido desde entonces. Mientras su madre habla, su pintura avanza: ya pintó el cielo y un campo en azul y verde intensos, y ahora empieza a pintar la figura de un joven o un hombre. Lo sabremos después.


Haifa y Yamen. Mientras hablamos, el dibujo de Yamen avanza: pinta un cielo y un campo en azul y verde intensos.

Su estado empeora, dice su madre. Su temperatura baja a menos de 32 grados y su presión a 60/23. Ella sueña que cae a cero. Sufre dolores articulares, erupciones por todo el cuerpo y hinchazón. Duerme 18 horas al día y cualquier esfuerzo lo agota. Nada de esto se nota mientras está sentado en el banco, concentrado en su pintura.

En las últimas semanas, desde el alto el fuego en Gaza, él y su madre han sido advertidos de que su tiempo allí se acaba. Han empezado a buscar un país que acepte recibirlos y brindar tratamiento a Yamen. En enero debía viajar con decenas de niños heridos gazatíes a Emiratos Árabes Unidos para tratamiento, pero el alto el fuego colapsó, los combates se reanudaron y la Franja fue sellada de nuevo.

Haifa contactó con organizaciones —la OMS, PHR, la Cruz Roja Internacional, la Media Luna Roja en Emiratos y Catar, entre otras—. La OMS reconoció la gravedad del caso, pero ningún país ha accedido a aceptarlo. Sus dos tíos en el exilio, en Reino Unido y Turquía, también intentaron ayudar, sin éxito.
Los 22 000 niños gravemente heridos en la guerra tienen prioridad, dice su madre, aunque la condición de Yamen no es menos peligrosa. También entiende que su situación sería mejor si hubiera un diagnóstico claro.

El domingo pasado se anunció que todos los pacientes gazatíes, excepto los gravemente enfermos, serían devueltos. Haifa se tranquilizó, creyendo que Yamen estaba entre los casos graves. Pero dos días después, le informaron que Yamen sería deportado en dos días, el jueves anterior.
El miércoles les dijeron que la deportación se posponía al lunes, a las 5 de la mañana.
Ella comprendió que debía actuar rápidamente para revocar la orden y salvar a su hijo, así que por primera vez recurrió a los medios internacionales. Abeer Salman, productora y reportera de CNN, publicó la historia, y de inmediato, el domingo, la familia fue informada de que la deportación quedaba aplazada indefinidamente.


Las tiendas de familias desplazadas en Muwasi esta semana. Cuando el ejército israelí entró en Jan Yunis, la familia de Yamen tuvo que huir a Muwasi sin nada. Foto Mahmoud Issa / Reuters

Es vivir en un estado permanente de ansiedad, bajo una nube oscura y amenazante. «Yamen no sobrevivirá ni un solo día en Gaza», nos dice su madre, con las lágrimas asomando por primera vez —que se apresura a secar. «Su único pecado es haber nacido en Gaza.»
Ahora lo ayuda a terminar su pintura. Yamen ha pintado a un hombre sosteniendo la rama de un árbol, con mariposas revoloteando arriba. Su madre añade una o dos mariposas más. En las últimas semanas, él ha pintado muchas mariposas, dice ella. Ella suele pintar mujeres tristes.
Una de las obras de Yamen, un dibujo en blanco y negro de hace unas semanas, muestra a un niño arrodillado, sangre fluyendo de su dedo, una flor brotando de la tierra agrietada, casas desoladas al fondo. Le dijo a su madre que así imagina el regreso a Gaza, con su dedo sangrando.

En respuesta a una consulta de Haaretz, el Coordinador de Actividades del Gobierno en los Territorios (COGAT) declaró:
«Contrario a las afirmaciones, la coordinación para devolver a Gaza a los residentes que fueron tratados en Israel se realizó únicamente después de recibir el pleno consentimiento de cada paciente y su familia, de acuerdo con sus deseos. Los pacientes comenzaron su tratamiento en Israel antes de la guerra y, debido al cierre de los cruces, su regreso no fue posible hasta ahora, a pesar de que habían completado su atención médica. El proceso se coordinó profesionalmente, con la sensibilidad requerida y con total transparencia con todas las partes involucradas.»
En otras palabras, una «deportación voluntaria». Es difícil creer que decenas de pacientes y familiares desean realmente regresar a una Gaza devastada y sangrante, donde no queda un solo hospital funcional y donde no está claro si aún tienen un hogar.

En cuanto a Yamen, una fuente del COGAT dijo no tener conocimiento de ningún plan para deportarlo. Sin embargo, Yamen y su familia afirman que ya les dijeron dos veces que empacaran y se prepararan para una expulsión, incluida esta última el lunes. En ambas ocasiones, la administración del hospital les dijo que actuaba bajo instrucciones de COGAT.

Tras el artículo de CNN, una ONG sudafricana expresó disposición a ayudarle a encontrar tratamiento en ese país, pero aún no ha habido avances. Para Haifa y Yamen, es vital que él pueda recibir tratamiento en algún lugar y también reunirse, después de más de dos años, con su padre, sus hermanas y su hermano.
La comunicación telefónica entre ellos es casi constante, pese a las dificultades de internet en la zona de tiendas de Muwasi. Ramzi y el hermano de Yamen, Yusef, resultaron heridos en un bombardeo.
El 8 de octubre de 2023, la familia abandonó su casa en Jan Yunis y se mudó a una tienda en el patio de una escuela que servía como refugio para desplazados. Pero el lugar fue bombardeado y la tienda se incendió. Durante unos días durmieron en la calle, hasta que pudieron comprar una nueva tienda y levantarla en Rafah, donde permanecieron hasta junio de 2024.

Cuando el ejército israelí invadió Rafah, tuvieron que huir a Muwasi. Escaparon sin nada y compraron una nueva tienda. Durante el alto el fuego de enero intentaron regresar a las ruinas de su casa. Una habitación seguía en pie, así que la envolvieron con láminas de plástico y se instalaron allí. Pero cuando el peligro aumentó, tuvieron que huir de nuevo y regresar a Muwasi con otra tienda.

¿Con qué frecuencia habla con su familia? preguntamos.
«Cada vez que discuten y gritan, llaman», dice Haifa. Y Salman, la reportera, que se ha vuelto cercana a la familia, añade riendo: «Y eso ocurre mucho.» Se pelean en la tienda de Muwasi por una rebanada de pan, un espacio en el colchón, por quién se duchará o quién tendrá algo de beber, cuenta Haifa. A cada uno le dice que tiene razón.
Hubo días largos sin comunicación, y ambos vivían con miedo. Haifa llamó a todos los conocidos en Gaza para localizar a su esposo y a sus hijos, y escuchó cada noticia con angustia. «Fue un tiempo difícil», dice, mientras vuelven las lágrimas. Su esposo necesitó un andador los primeros meses después de ser herido. Su corazón se detenía cada vez que escuchaba noticias de bombardeos o incendios en Muwasi.

Cuando Yamen está despierto, pinta o juega en línea con sus tíos en Turquía y Londres. La vida en el hospital es difícil. «No hay privacidad ni comodidad», dice Haifa, otra vez con una sonrisa.
Desde los 3 años, Yamen guardaba todos sus juguetes en sus cajas originales. Cuando su padre y sus hermanos tuvieron que abandonar la casa el 8 de octubre, todos los juguetes quedaron atrás. Su padre le preguntó qué juguete salvar, y Yamen le pidió que llevara una baraja de cartas doradas. Estas sobrevivieron hasta que la familia tuvo que huir de la tienda en Rafah; entonces se perdieron también.
El personal del hospital es ahora un sustituto de la familia, dice Haifa, pero intenta no acercarse demasiado, sabiendo que tendrán que irse. La semana pasada, cuando llegaron las noticias de la deportación, se dijo a sí misma que había hecho bien. Todo lo que quiere ahora es que Yamen reciba el mejor tratamiento posible y que la familia pueda reunirse. Él sangra casi todos los días, dice, lo que lo sume en depresión.

Ahora Yamen ha terminado su pintura y la ha firmado en la parte inferior.

 

 

20/11/2025

La “maldición bendita” que redefine a Israel: límites globales, giro en Gaza y un nuevo orden

Gideon Levy, Haaretz, 19/11/2025

Traducido por Tlaxcala


Manifestantes protestan contra el primer ministro Netanyahu y la guerra en Gaza, cerca de Jerusalén en septiembre. Foto Olivier Fitoussi

Las buenas noticias caen sobre nosotros como regalos del cielo. Mientras que en los medios todo se presenta como derrotas y desastres, hacía mucho tiempo que no veíamos un cambio capaz de augurar esperanza.

He aquí la lista: israelíes y palestinos están experimentando una internacionalización acelerada del conflicto; el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha aprobado una resolución que va en la dirección correcta; Israel está siendo devuelto a sus verdaderas dimensiones a una velocidad alentadora, y el destino de los palestinos está siendo retirado cada vez más de su control exclusivo. Es difícil pedir más. Lo que en Israel se presentó como una serie de humillantes derrotas es, en realidad, un conjunto de avances alentadores.

El más importante de ellos es el retorno de Israel a sus verdaderas dimensiones. La superpotencia ha vuelto a ser una superpotencia, y su Estado-cliente ha regresado a su lugar natural. La situación en la que era difícil saber quién estaba en el bolsillo de quién, la difuminación de los roles entre la superpotencia y su Estado-cliente, que duró décadas, ha llegado a su fin. Es una buena noticia para Israel.

La megalomanía ha muerto; el delirio de grandeza y de omnipotencia del Estado ha terminado. Y eso es algo bueno. Israel ya no puede hacer lo que le plazca. El genocidio en Gaza tenía que terminar —no porque el primer ministro Netanyahu lo quisiera, sino porque el presidente usamericano Donald Trump lo ordenó. Si no fuera por él, la matanza habría continuado.

La “derrota” en forma del acuerdo para suministrar cazas F-35 a Arabia Saudí tampoco es necesariamente una derrota. La descentralización de armas en la región podría conducir a contener a Israel, que hasta ahora ha actuado como el matón del barrio al que todos temen: bombardeando y asesinando por toda la región, violando toda soberanía posible, al que todo se le permitía y por nada se le castigaba.

Esto se ha acabado, y es algo bueno para Israel, porque muchos de los desastres que le han sobrevenido fueron consecuencia directa de su arrogancia y agresividad, como si no existiera aquí ningún otro país. Ahora lo hay. Ya no será el único en el vecindario con el avión de combate más avanzado del mundo; esa arma ya no estará exclusivamente en sus manos, y tendrá que pensárselo antes de su próxima salida de bombardeo en la región.


Netanyahu habla en el pleno de la Knéset, el parlamento de Israel, en Jerusalén, la semana pasada. Foto Ronen Zvulun/Reuters

La apropiación por parte de USA de lo que ocurre en Gaza también es un avance positivo. Durante décadas, y especialmente en los últimos dos años, hemos visto lo que Israel sabe hacer en la Franja. El resultado: Gaza es un cementerio. Hay un chico nuevo en el barrio; veamos qué puede hacer. No puede ser peor que lo que Israel ha hecho.

Retirar el control a Israel podría llevar a un proceso similar en Cisjordania. Asume ya dimensiones de sueño. La entrada de una fuerza multinacional en Cisjordania podría poner fin a una situación en la que una nación vive allí indefensa y sin derechos, mientras otra la maltrata sin cesar. Sigue siendo una visión lejana, pero podría hacerse realidad.

Mientras tanto, USA está fortaleciendo sus lazos con Arabia Saudí. ¿En qué perjudica exactamente esto a Israel? Israel ya exige compensación por la pérdida de su “ventaja militar cualitativa”, como si esta le hubiera sido concedida por una promesa divina junto con sus derechos exclusivos sobre esta tierra. ¿Con qué fundamento piensa Israel que solo él merece y tiene derecho a armarse hasta los dientes?


Palestinos caminan junto a los escombros de edificios destruidos, en medio de un alto el fuego entre Israel y Hamás, en la ciudad de Gaza, el miércoles. Foto Dawoud Abu Alkas/Reuters

Ataques cada vez que algo no le gusta, violaciones flagrantes de alto el fuego, asesinatos y actos de terror: Israel no solo cree que todo le está permitido, sino que también está convencido de que a nadie más se le permite nada.

Esta mentalidad lo ha corrompido, y quizá ahora llegue a su fin. Un Israel más modesto en sus ambiciones y menos armado con medios ofensivos podría tener una oportunidad de ser más aceptado en la región.

En 1970, el historiador israelí Shabtai Teveth publicó las versiones hebrea e inglesa de su libro sobre el alto precio que Israel pagó por su victoria en la Guerra de los Seis Días de 1967, La bendición maldita: la historia de la ocupación israelí de Cisjordania. Ahora ha llegado el momento de “la maldición bendita”: no son maldiciones las que caen sobre nosotros, sino quizá bendiciones que marcarán el fin de la era del mesianismo y de la arrogancia hacia todos. El inicio del retorno a la realidad.

12/11/2025

El colonialismo sobreviviente y una tercera guerra mundial

 

Luis E. Sabini Fernández, 12-112025

Un viejo y áspero aforismo chino nos recuerda que cuando el dedo señala la luna el estúpido mira el dedo.

Y así estamos, cada vez más, en nuestra sociedad del espectáculo.

Hablamos de Hamás, no del sionismo.

Hablamos de beepers y intercomunicadores, no de quienes los construyeron. Y por qué.

Hablamos del ejército israelí pulverizando ciudades enteras con su población incluida, pero no de lo que le otorgó a los militares sionistas la impunidad para fabricar escombros con mampostería y cuerpos humanos incluidos; una argamasa que a gatas podemos formular, tan atroz y fuera de todo sentimiento humano nos resulta.

Hablamos de las lanchas explotadas en alta mar en el Caribe o en el Pacífico y no del dios de la guerra que resulta tan hermanado con la modalidad american de vivir-en-el-mundo.

Todo ello nos señala un aumento de la brutalidad política, un despliegue de incontinencia y de arrogancia. Desde las cúpulas planetarias, porque en los llanos, en los marasmos, en las costas, en los suburbios, lo que aumenta es la exclusión y las víctimas.

¿Estamos en la tercera guerra mundial, tantas veces anunciada? Por lo visto, sin que la inmensa mayoría de nosotros lo sepamos y sin precisar desde cuándo.

Varias fechas pueden otorgarse esa patética y trágica efeméride.


14 mayo 1948

Entonces se “funda” el Estado de Israel. Y con ello se reactualiza el colonialismo rampante con que se iniciara la Modernidad occidental en los siglos 15 y 16. 

El ciclo del colonialismo parecía clausurado con el florecimiento de la democracia “universal” en 1945. Muy pronto, se vio que el colonialismo no había desaparecido ni mucho menos, sino que había cambiado sus ropajes, rebautizado ahora neocolonialismo: la diferencia fundamental era que el viejo colonialismo, del British Empire, por ejemplo, llevaba muy orondo, por todos los mares, su bandera británica.[1] Y el colonialismo remozado a partir de 1945, inauguró nuevas banderas para las colonias, para cada colonia más o menos ex. Banderas propias.  Una afirmación de lo propio, pero sólo simbólicamente, en la bandera.

Así que públicamente y con grandes discursos “de emancipación y soberanía nacional” se dio por clausurado el ciclo colonial, vergonzante de abusos, robos y genocidios. Entrábamos a una era de “paz sin violencia”. Democracia para todos, o mejor dicho for everybody. Y vamos a ir viendo que todos no son todos, incluso peor, apenas resultan una minoría.

Pero, ¡oh maravillas de las políticas imperiales! Así como se continuaba con renovados bríos tecnológicos el colonialismo de un modo más artero en el “Tercer Mundo”, cambiándole hasta de nombre y habilitando así con bombos y platillos, estados nuevos, modernos y democráticos, en 1948 se inauguraban (también) estados del viejo cuño: Israel era erigido con población ajena al territorio (en un 95-98%, aunque ingresada gradualmente a lo largo de décadas) y a la vez vaciando en ese territorio más del 50% de su población histórica,[2] y otro estado de viejo cuño en 1948 cambiaba apenas su camisa: la República Sudafricana pasaba a denominarse Unión Sudafricana u establecía con toda legalidad la política de apartheid.[3]

No todo era neocolonial, como por ejemplo, Nigeria, Túnez o Birmania.

En la Unión Sudafricana se le reconocía a los colonizadores europeos derechos sobre tierra despojada a poblaciones africanas; zulú, kongo, luba y otras. Los europeos que habían construido la Unión Sudafricana, eran británicos, llegados al sur africano en el siglo 19, pero holandeses se habían instalado allí mismo desde comienzos del siglo 17 y, más tierra adentro reclamaban ser más “oriundos” que los británicos. En rigor, eran colonialistas exterminadores anteriores; zanjaron sus diferencias en una guerra entre blancos donde los ingleses no dudaron en exterminar a los Boers en el cambio de siglo del 19 al 20. Entender eso le costó a la ONU, unas cuantas décadas… y 27 años de cárcel a Nelson Mandela.

                                         

Por configurar el asalto sionista a Palestina una acción tipo “guerra de conquista”,[4] bien se la puede considerar fecha o anuncio de “tercera guerra mundial”. Sin embargo, la inmediatez histórica a una guerra finiquitada con la destrucción de “El Eje”, en 1945, hacía poco imaginable que la humanidad se viera nuevamente envuelta en otra guerra mundial.

La posibilidad de “tercera guerra mundial” adquirirá nueva vigencia entonces cuando desaparezca el “equilibrio de las dos superpotencias” (que tuvo vigencia de 1945 a 1991).

Entonces, EE.UU., sus élites de poder, sienten ─otra vez─ llamada su hora, con el sueño de divisar el siglo 21 como “el nuevo siglo de EE.UU.”, ahora en exclusividad.[5]



11 setiembre 2001

Casi inmediatamente, el mundo será conmovido con el derribo de las Torres del NYC, la

implosión del Edificio 7 y el bombazo o cohetazo contra o en un lateral del Pentágono. Parece demasiado para ser todo llevado a cabo por células terroristas de origen árabe (aunque parece indudable que árabes también están en “el acontecimiento”: en el lugar de alguno de los atentados aparecieron pasaportes o documentos identificatorios de ese origen, maravillosamente enteros).

El 11 de setiembre de 2001 significó la detención inmediata y sumaria en Nueva York de tantos o más judíos e israelíes que de árabes. Centenares. Para tener en cuenta. Sin duda, con toda la violencia desplegada, ese atentado nos acercó muchísimo a una tercera guerra mundial con borroneadísimos personajes. La violencia y la ignorancia aumentan juntas. Lo que gana es la heteronomía. Sigue todavía el misterio sobre el 11 09 2001.

27 febrero 2014 o 24 febrero 2022 [6]

Con la expansión de la OTAN, los neoconservadores, supremacistas, tomaron nuevo viento en la camiseta, y con una craneoteca fundamentalmente sionista, la expansión se hace a costa de muchos estados excomunistas.

De modo que, de los casi 18 estados que constituían junto a Rusia, la URSS, las deserciones voluntarias de estados y sociedades exsoviéticas, ansiosas de quitarse de encima el bozal soviético (las riendas y la sobrecarga), fueron mayoría. Rusia logrará sostener una relación, supuestamente fraterna, apenas con una media docena de estados circundantes, constituyentes de la actual Federación Rusa; Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia, Tayikistán y Kazajstán.

Letonia, Lituania, Estonia, Finlandia, Uzbekistán, Polonia, Eslovaquia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Chequia, abandonaron la influencia rusa antes soviética y han ingresado al llamado campo occidental, mediante la integración a la UE, desde entonces francamente agrandada.

Un país de considerables dimensiones en la escala europea; Ucrania, unos 700 000 km2 y unos 45 millones de habitantes, entregando las reservas de bombas atómicas que pertenecieran a la URSS, quedó en “tierra de nadie”. Rusia exigió mantener la neutralización de ese estado, como se había concertado cuando el colapso soviético. Pero las pretensiones hegemónicas de EE.UU., o de fuerzas en su interior (“el estado profundo”), cambiaron su posición.

Ucrania es prácticamente uno de los mayores estados constituyentes de la exURSS, y la craneoteca norteamericana, con Victoria Nuland al frente, entendió que era fruto maduro para la cosecha occidental. Por las buenas o por las… peores. Se produjo la caída de una presidencia amistosa con Rusia, y mediante movilizaciones violentas que dejaron un tendal de decenas de muertos, se estableció finalmente un gobierno más afín a “Occidente”.

El “giro de los acontecimientos” se hizo cada vez más antirruso; supresión de textos y cursos en idioma ruso, cuando hay una considerable porción de población rusófona, hostigamiento incluso violento a “los rusos”, que probablemente también respondían a “viejas cuentas pendientes”. Surgió una contrarresistencia de los sectores rusófonos de Ucrania, inmediatamente apoyada por Rusia. Al punto que algunas gobernaciones o municipalidades entraron a desobedecer al gobierno ucraniano (los municipios de Donetz y Lugansk, la península de Crimea) y finalmente, para impedir la inclusión de Ucrania en la UE, Rusia, al mando de Vladimir Putin ─aunque con muchas advertencias─ invade al mejor estilo clásico, el país. La reacción militar había tardado 8 años.

Otro escenario posible de comienzo de tercera guerra mundial, aunque se perciban a la vez esfuerzos para conjurar semejante desenlace.


Caligrafía"Tufan Al Aqsa" (Diluvio de Al Aqsa)

7 octubre 2023

Como si ya no tuviéramos suficientes casus belli, el 7 octubre 2023 surgió una situación que otra vez nos puso, nos pone, a las puertas de la ya trajinada tercera guerra mundial. Como que hay ganas de llevarla a fondo, porque a mucha gente, lo que más la intranquiliza y llena de insatisfacción, es la indefinición.

Lo que sobreviene ─está sobreviniendo─ es nada menos que un genocidio que cumple todos los requisitos que desde Raphael Lemkin ─el forjador del término y su sentido─ se consideran básicos. Es un genocidio de manual. Y viene con firma. Orgullosamente. Del sionismo, de gobernantes orgullosamente sionistas. Aunque los medios de incomunicación de masas se han apresurado a pintar el cuadro de situación como un ataque artero de irregulares musulmanes ─Hamás─, la verdad es muy otra.

No estábamos en el mejor de los mundos cuando Hamás desencadena su raid mortal. Es todo lo contrario. Edward Said describió la situación de Gaza en 2002 (muere en 2003 y por lo tanto no alcanza a testimoniar el brutal agravamiento de las condiciones que él describiera, cuando en 2006 Israel encierra a la Franja de Gaza por aire, mar y tierra, agravando lo indecible la ceñida descripción de Said: “Gaza está rodeada por una cerca electrificada por tres lados, aprisionados como animales, los gazatíes están imposibilitados de moverse, de trabajar, de vender sus verduras o frutas, imposibilitados de ir a la escuela. Expuestos todo el día a aviones y helicópteros, baleados como si se tratara de pavos de corral, tanto desde el aire como desde tierra. Empobrecidos y hambreados, Gaza es una especie de pesadilla […] con miles de soldados dedicados a la humillación, el castigo y al debilitamiento de cada palestino, sin importar su edad, su sexo, su salud. La atención médica no entra al territorio, a las ambulancias se les dispara o se las detiene. Cientos de viviendas son demolidas y cientos de miles de árboles frutales son destruidos, así como al suelo arado, castigos colectivos contra población civil y desarmada […]”.[7]

Veinte años después, el torniquete no sólo no había cedido un ápice sino que todo se había ido deteriorando y agravando. Todavía más. Ya no hay verduras o frutas en la otrora vigorosa agricultura gazatí, saboteada de mil maneras.

Israel se sintió maltratado por los palestinos, por Hamás, en 2023. Se sintió atacado. Fue atacado. Le pareció horrible lo que los irregulares habían hecho incursionando con bicicletas, parapentes, excavadoras y motos. Que un aluvión de agresión y violencia se había abatido sobre ellos. 

Pero ¿qué pretendían? Como bien explica Enzo Traverso[8] “el discurso dominante sobre el 7 de octubre fue como el brote de una epifanía negativa, la súbita aparición del Mal que desencadenó una guerra de reparación. El 7 de octubre, Israel puso el contador a cero, como si los sucesos de ese día fueran la única causa de la tragedia.”

Como si todo lo que le estaba haciendo Israel a Palestina y a Gaza en particular no existiera. Israel y todo el aparato mediático bajo su influencia asignó a cada uno “su” papel: ya sabemos el que le cupo a Hamás; el de perpetrador y ¡oh, sorpresa!, a Israel le cupo, una vez más, el de víctima. El discurso dominante; patética inversión de la verdad histórica. El ofensor se siente ofendido; el torturador, torturado; quien dispone de vidas y haciendas ajenas, víctima.

Pero la realidad es tozuda. Y la fluidez mediática actual, como ya dijimos, le arrebata al poder constituido la clásica disposición de casi todas las cartas.

Hemos visto la reacción de buena parte de judíos, sobre todo jóvenes, rompiendo con “las verdades consagradas”; la resistencia a creer que Israel es la víctima-de-todo.

El papel de Israel en el mundo es tan pero tan conmocionante, y aterrador, que estamos viendo como en Europa y Asia, pero sobre todo en EE.UU., los reclamos por la verdad y el rechazo de “las verdades oficiales” está tomando cuerpo.

Un periodista derechoso, trumpista, pero ávido de conocer la verdad y no los espejismos ─Tucker Carlson─ está empeñado en remover la basura mediática que nos inunda cada día. Está, por ejemplo, al frente de un movimiento, una movida, para reanalizar los asesinatos de los Kennedy, cuando ha pasado ya más de medio siglo (y tras ello, inevitablemente sobrevendrá una necesidad de verdad también ante los “acontecimientos” del 2001… más de tres mil muertos están allí esperando).

La “viveza” israelí se ve, por ejemplo, en GHF; la institución creada para “alimentar” gazatíes: reparten en 4 locales que obliga a caminatas de 5 o 10 km para recibir balas, fideos, arroz. Literalmente. Y sin agua, un detalle de sadismo ejemplar, en clima seco.

Por Gaza, y por toda Palestina, campea la impunidad impúdica, como la de esas oficiales femeninas israelíes acicalándose delante de edificios derruidos a bombazos. Tanta abyección.

Notas

[1]   Muchas veces la Corona alternó el uso de esa bandera con las varias piratas. Usando legalidad y discrecionalidad fuera de la ley, según conveniencia.

[2]    Nakba; el desplazamiento forzoso y el arrebato de sus propiedades inmuebles y muebles se practicó con violencia fríamente instrumentada: tropas sionistas llegaban a una aldea, y se urgía a sus habitantes a abandoner todo de inmediato. Piénsese en el choque de semejante “orden” para una población establecida allí por siglos. Si la población procuraba escabullir semejante orden, se concentraba a la población y se entresacaba cuatro o cinco adolescentes y se los mataba sin miramientos. Ese “argumento” resultaba convincente y si todavía había renuencia o resistencia, los sionistas atrapaban a otros cuatro o cinco jovencitos y se los mataba del mismo modo. Abandonar la aldea se extendía con el terror…

[3]  Significativamente estos dos estados “nuevos”, Israel y la Unión Sudafricana, elaborarán un estrecha alianza bicontinental en todos los planos imaginables; y particularmente el comercial y el militar. Pero cuando en los ’90 se inicie el declive irreversible del racismo asesino sudafricano, Israel retirará prestamente todos sus apoyos, una verdadera lección de oportunismo (Abdelwahab Elmessiri y Richard Stevens, The Progression of a Relationship, New World Press, N.Y., 1976).

[4]  Véase Miguel Ibarlucía, Israel: estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Ares, 2012.

[5]  Véase A Report of The New Project for the New American Century, set. 2000. Llamativamente en dicho paper, se aspira, se anuncia, un hecho fortuito de inusual violencia que permitiría a EE.UU. reasumir el liderazgo mundial, luego que el paper explicara la declinación militar que había sufrido EE.UU. tras el colapso soviético. Los estrategos de la Casa Blanca apremian: “Una estrategia de transformación que se centrara exclusivamente en las capacidades para proyectar fuerza desde EE.UU., […], generaría problemas entre los aliados estadounidenses. Además, el proceso de transformación […], probablemente será largo, a menos que ocurra algún evento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor.” Repare el lector que esto está escrito en agosto de 2000: un cierto Pearl Harbor se produce en setiembre 2001.

[6]  La fecha de la invasión rusa parece ser signo indubitable de esa tercera Guerra mundial que estamos tratando de ubicar; pero el 24 feb.2022 no es sino la respuesta ─enérgica, violenta─ a la intención estadounidense de romper la neutralidad ucraniana aceptada en los ’90, y esa movida ─neocon─ se desplegó desde 20 feb. 2014, con Maidan… y dólares.

[7]   Edward Said, From Oslo to Irak, Pantheon Books, N.Y.,2004, cit. p. Traverso, E., Gaza Faces History, Other Press, N.Y., 2024.

[8]   Gaza Faces History, ob. cit.