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13/08/2025

El Fondo de Pensiones del Gobierno noruego desinvierte de Israel


Norges Bank Investment Management (NBIM) es una sucursal independiente de Norges Bank, el banco central de Noruega, y es responsable de la gestión del Fondo de Pensiones Global del Gobierno. NBIM también gestiona las reservas de divisas de Norges Bank. NBIM invierte los activos del fondo y las reservas de divisas en acciones internacionales y instrumentos de renta fija, instrumentos del mercado monetario y derivados. A continuación, su comunicado, traducido por Tlaxcala.

 

Simplificación de la gestión de nuestras inversiones en Israel

NBIM, 11-8-2025

Norges Bank Investment Management ha reducido el número de empresas israelíes en las que invierte y ha internalizado todas sus inversiones.

El Ministerio de Finanzas ha solicitado a Norges Bank que revise la aplicación del mandato de gestión del fondo y sus inversiones en empresas israelíes, y que proponga las nuevas medidas que considere necesarias. Hemos iniciado la revisión y estamos en estrecho diálogo con el Consejo de Ética y tenemos reuniones con el Ministerio de Finanzas. Responderemos formalmente a la carta del Ministerio lo antes posible y antes de la fecha límite del 20 de agosto.

Al final del primer semestre del año, el fondo estaba invertido en 61 empresas israelíes. De ellas, 11 no figuraban en el índice de referencia de renta variable del Ministerio.

A principios de la semana pasada, Norges Bank Investment Management tomó las siguientes decisiones:

  • Todas las inversiones en empresas israelíes que no figuran en el índice de referencia de renta variable se venderán lo antes posible.
  • Todas las inversiones en empresas israelíes que han sido gestionadas por gestores externos se transferirán a la empresa y se gestionarán internamente. Rescindiremos los contratos con los gestores externos en Israel.

Como resultado, las inversiones del fondo en Israel se limitarán ahora a las empresas que figuran en el índice de referencia de renta variable.

Sin embargo, no invertiremos en todas las empresas israelíes del índice.

Hemos dedicado los últimos días a vender todas nuestras inversiones en empresas israelíes que no figuran en el índice de referencia de renta variable. Ya hemos vendido todas estas posiciones.

«Estas medidas se han tomado en respuesta a circunstancias extraordinarias. La situación en Gaza es una grave crisis humanitaria. Tenemos inversiones en empresas que operan en un país en guerra, y las condiciones en Cisjordania y Gaza han empeorado recientemente.

En respuesta a ello, reforzaremos aún más nuestra diligencia debida. Las medidas que estamos tomando simplificarán la gestión de nuestras inversiones en este mercado y reducirán el número de empresas que supervisamos nosotros y el Consejo de Ética», afirma Nicolai Tangen, director ejecutivo de Norges Bank Investment Management. «Llevamos mucho tiempo prestando especial atención a las empresas relacionadas con la guerra y los conflictos. Supervisamos constantemente la gestión de riesgos de las empresas en relación con las zonas de conflicto y el respeto de los derechos humanos.

En 2022, y de nuevo en 2024, reforzamos nuestras expectativas hacia las empresas que operan en zonas de guerra y conflicto. Desde 2020, hemos estado en contacto con más de 60 empresas para plantearles esta cuestión. De ellas, 39 diálogos estuvieron relacionados con Cisjordania y Gaza. En otoño de 2024, intensificamos aún más el seguimiento de nuestras inversiones en empresas israelíes. Como resultado, hemos vendido nuestras inversiones en varias empresas israelíes.

También hemos ampliado el intercambio de información con el Consejo de Ética sobre las empresas israelíes, de conformidad con las directrices éticas. Hasta la fecha, siguiendo las recomendaciones del Consejo de Ética, se ha excluido del fondo a 11 empresas debido al riesgo inaceptable de que contribuyan a graves violaciones de las normas asociadas a sus operaciones comerciales en Cisjordania.

Norges Bank Investment Management celebrará una conferencia de prensa el 12 de agosto a las 08:00 CET para anunciar los resultados semestrales del fondo y proporcionar más información sobre sus inversiones en Israel. Remitimos todas las preguntas sobre este comunicado de prensa a la conferencia de prensa. La conferencia de prensa se celebrará en noruego.

12/08/2025

LYNA AL-TABAL
Anas Al-Sharif: la cobertura sigue

Lyna Al-Tabal, Rai Al Youm, 12-8-2025
Traducido por Tlaxcala

Estimados lectores, ¿no están aún cansados de las viejas mentiras sobre el mar que protege la ciudad? No seamos ingenuos. El mar no protege a nadie, el mar no conoce la política, el mar es solo agua, y su destino es evaporarse, y las olas no son más que un movimiento físico sin sentido. Gaza, sumergida en su sal y su sangre, no es una leyenda... Gaza es una dolorosa realidad.


Dolientes marchan con los cuerpos de los periodistas que murieron en un ataque israelí durante la noche contra su tienda de campaña frente a un hospital en la ciudad de Gaza. Foto Omar Al-Qattaa/AFP/Getty Images

De allí salió Anas al-Sharif. ¿Quién dijo que era el héroe de una vieja historia? Era un joven del campo de Yabaliya que filmaba la realidad. Esa es la única historia que existe. Anas no es un héroe legendario, pero es el creador de una nueva leyenda: la de la verdad.

Aquí está Anas, que vienes de allí, vestido con una armadura en la que está escrito «PRENSA», una armadura de tela gruesa que esconde placas comprimidas, un amuleto moderno de kevlar y cerámica, que intenta proteger su cuerpo de las balas... Pero, como todos los amuletos de esta época oscura, no sirve de nada cuando es Israel quien dispara. Anas, como Ismael, Shireen, Hamza, Abdel Hadi, Salam, Hani, Mohammed, Ahmed, Majid, Shimaa, Ola, Duaa, Hanan, Samer... como cientos de otros periodistas tomados como blanco por Israel, ha sido testigo de sus crímenes y de los de su ejército, que se desacredita cada día matando a los testigos.

Israel, el Estado que se vende al mundo como un refugio de la democracia, bate un nuevo récord Guinness de muerte...

¿Se imaginan que en menos de dos años Israel ha matado en Gaza a más periodistas que todas las guerras entre 1861 y 2025? ¿Pueden aceptar esta cifra? Este periodo incluye la guerra civil usamericana, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Corea, la guerra de Vietnam, la guerra de Camboya y la guerra de Laos... Añádanse a ello las guerras de Bosnia-Herzegovina, Croacia y Kosovo, la guerra de Afganistán, la guerra de Irak y la guerra de Ucrania...

Ayer le tocó a Anas... Anas al-Sharif cayó mártir... mártir... mártir en el camino a Jerusalén. Es la frase habitual, el eslogan que repetimos para aguantar. Porque aquí, en Gaza, la muerte es una rutina diaria, como el pan, o más bien como la falta de pan. Es como el hambre, como el miedo, como el color oscuro de la sangre cuando se mezcla con la ceniza. Todo lo malo aquí se repite... Todo lo malo se repite sin cesar, excepto la sonrisa de Abu Mazen, que se amplía a medida que se estrecha el asedio sobre Gaza.

Desde lejos, Gaza parece un cuadro en tonos cenicientos, sus calles son agujeros negros sin principio ni fin, y el viento transporta un olor a pólvora mezclado con un poco de sal marina... Una mezcla que conocen bien los habitantes de Gaza, pero también los pilotos israelíes... que vuelven a bombardear.

Aquí, en Gaza, está prohibido hablar, también la comida... La libertad de expresión para los israelíes significa la libertad de matar a todos los que hablan. Israel no habla de ética, solo conoce un oficio: la ocupación... y el asesinato. Israel mata a los periodistas porque teme lo que muestra la cámara: cadáveres de niños, rostros de madres, ojos que dicen al mundo: «Miren, esto es un genocidio». Israel mata a los periodistas porque sabe que la historia se escribirá a través de sus objetivos y que los juicios serán documentados por sus fotos.

Finalmente, Anas al-Sharif fue asesinado y enterrado. Ahora es una imagen grabada en la memoria de Gaza: un cuerpo cubierto con un sudario blanco, unas manos que lo levantan rápidamente antes de que comience el siguiente ataque, una cámara silenciosa que acompaña al cuerpo, con su objetivo siempre abierto, testigo de la muerte de su propietario, como fue testigo de su vida... Pero ahora ya no graba nada. Sin imagen ni sonido, pero #la_cobertura_sigue, como tú pediste, Anas... La verdad no muere, pasa de un objetivo a otro, de un colega a otro, de un mártir a otro que sigue vivo, en directo... Y todos somos mártires que esperamos nuestro turno en el camino a Jerusalén.

En este mismo momento, los funcionarios de la ONU discuten la redacción de una declaración en la que expresan su profunda preocupación. Algunos llorarán, otros fingirán estar conmovidos y luego volverán a beber su café infecto en sus oficinas climatizadas.

Netanyahu, sumido hasta las orejas en casos de corrupción y sueños de grandeza, sabe que la imagen transmitida por Anas es más peligrosa que cualquier misil, más peligrosa que mil declaraciones de las Naciones Unidas. La cámara era la última arma con la que contaba Anas frente al mundo, algo que la cúpula de hierro no podía detener.

 Disparaba con su cámara como un combatiente dispara un misil Yasin, imágenes y vídeos que ni la honda de David ni los Patriot podían interceptar. Netanyahu se mantuvo de pie, con una sonrisa medio deformada, para declarar que Israel luchaba contra el terrorismo.

 El mundo escuchaba en silencio, como siempre. Pero Anas sabía que el final se acercaba, y quizá también sabía que el mundo sonreiría a Israel pocas horas después de su martirio. Sabía que tras su muerte nada cambiaría. El bloqueo seguiría siendo un bloqueo, y los palestinos seguirían vivos, lo justo para morir al día siguiente.



Anas con Sham y Salah


¿Saben que Anas llamó a su hija «Sham»* para decir que Palestina no tiene fronteras? Lo hizo para decirle al mundo: Palestina no se reduce a una línea de alto el fuego, ni a un muro de separación, ni a un mapa con el que se divierten políticos obsesionados. Palestina está en contra de toda ocupación y de toda violación del derecho humano a la libertad. La patria es más grande que Gaza, y la herida árabe es única, en la sitiada Jartum, en la destruida Beirut, en la devastada Bagdad, en Damasco sobrevolada por aviones enemigos que bombardean y se marchan... Dondequiera que había dolor, allí estaba Palestina.

No, amigo mío, no necesitamos un milagro. Los milagros ya no existen, y si existen, son aburridos. Necesitamos otra cosa, mucho menos romántica, mucho más cruel: tiempo, por ejemplo... o tal vez el colapso total del sistema mundial. En realidad, los héroes de Gaza son el milagro que no sorprende a nadie, porque el mundo se ha acostumbrado a verlos morir.

Necesitamos un derecho internacional que persiga a Israel y le imponga sanciones, y un mundo que deje de hacerse el simpático. Lo que queremos es que el mundo deje de mentirse a sí mismo... aunque solo sea una breve pausa antes de la próxima mentira. ¿Hay una tregua en las mentiras?

Al final, el mar seguirá ahí, la ciudad seguirá ahí, pero los rostros desaparecerán. Siempre es así. El mar es testigo de la muerte de aquellos a quienes no puede salvar, y la ciudad se derrumbará una y otra vez. Todo volverá a ser como antes, porque el tiempo en Gaza gira en círculos y no avanza... Aquí, el tiempo se repite sin piedad.

Pero no es tan mítico. La supervivencia de Gaza no es un milagro, es simplemente una realidad inquietante. Y la verdad es que la supervivencia de Gaza es una victoria en sí misma. Gaza vencerá porque hay cosas que no se pueden matar.

¿Lo oyen?

Cosas que no se pueden matar...

Hay cosas más simples y más desalentadoras: como la verdad, como el mar que, a diferencia de la mayoría de los políticos de la región, entiende que la próxima ola será inevitablemente más grande que la anterior.

Sí, el mar de Gaza que, a pesar de su silencio y su complicidad, sigue enviando olas más grandes que las anteriores, señal evidente de que este final es el comienzo de Gaza y su fin.

NdT

*Sham: Bilad al-Sham, el país «de la mano izquierda» (visto desde el Hiyaz) en oposición a Yemen, el país «de la mano derecha», designaba tradicionalmente la «Gran Siria», que abarcaba la actual Siria, Líbano, Palestina y Jordania.

11/08/2025

PHOEBE GREENWOOD
Mis años como reportera en Gaza me destrozaron. ¿Por qué tardó tanto el mundo en indignarse?

Entre 2010 y 2013, estuve sobre el terreno captando los ataques de Israel contra Palestina. Pocos querían verlo.

Phoebe Greenwood, The Guardian, 10-8-2025
Traducido por Tlaxcala

Phoebe Greenwood es escritora y periodista y vive en Londres. Entre 2010 y 2013, fue corresponsal independiente en Jerusalén, donde cubrió la actualidad de Oriente Medio para The Guardian, Daily Telegraph y Sunday Times. De 2013 a 2021, fue editora y corresponsal en The Guardian, especializada en asuntos internacionales.

 Ilustración: Aldo Jarillo/The Guardian

Cuando me mudé a Jerusalén en 2010, los corresponsales extranjeros que había allí me dieron un consejo inquietante: «El primer año odiarás al Gobierno israelí, el segundo a los líderes palestinos y, al tercer año, te odiarás a ti misma». Me dijeron que, por mi salud mental, era mejor irme antes de cumplir los cuatro años. Asentí con la cabeza pensando en lo tristes y cínicos que eran. Yo lo haría mejor, me dije a mí misma. No fue así.

Aguanté poco menos de cuatro años en Israel y Palestina. Durante ese tiempo, informé sobre desplazamientos forzados y burocracia punitiva (la ocupación israelí se expande mediante la denegación de permisos, la demolición de viviendas y la revocación de documentos de identidad). Escribí sobre asesinatos de niños, crímenes de guerra y terrorismo (perpetrados por ambas partes). Intenté explicar lo mejor que pude la anexión de Cisjordania y el castigo colectivo de dos millones de personas en Gaza sin utilizar expresiones prohibidas como apartheid o crimen de guerra. Incluí el necesario equilibrio de voces y opiniones. Pero aun así, cada informe sobre una atrocidad en Palestina era recibido con acusaciones de parcialidad muy personales. Los editores solían mostrarse nerviosos y los lectores, indiferentes.

¿Por qué aquellos cuyo trabajo era informar sobre las atrocidades en Palestina hemos sido tan espectacularmente incapaces de detenerlas?

Después de dos años así, se hizo evidente una cruda realidad: la gente no quería saber nada. Al tercer año, empecé a rendirme en mi intento de hacerles escuchar y llegó el autodesprecio. El cinismo entre los periodistas es un código útil para expresar el miedo, la desesperación y la impotencia que las normas de la industria de la información no les permiten mostrar, pero tiene un efecto secundario peligroso: atenúa la indignación. Sin indignación, crímenes como el apartheid, la limpieza étnica y el genocidio pueden continuar sin interrupción, y así ha sido.

Más de una década después, con la aniquilación de Gaza apareciendo en mis redes sociales, he estado terminando mi primera novela, Vulture, durante los últimos dos años. Es la historia de una reportera, Sara Byrne, que intenta hacerse un nombre en medio de una guerra en Gaza. Es un personaje destructivo, sumida en el cinismo y el odio hacia sí misma, que surgió, con toda su sorprendente desagradabilidad, mientras yo intentaba resolver mi propia experiencia como periodista que cubría Palestina. Había dudas y preguntas persistentes que no podía quitarme de la cabeza, como: ¿por qué aquellos cuyo trabajo era informar sobre las atrocidades en Palestina hemos sido tan espectacularmente incapaces de detenerlas?

La acción de Vulture es ficción, pero está ambientada en el marco temporal real de la guerra de Gaza de 2012, que yo cubrí. Estaba de visita en la ciudad de Gaza cuando el líder de Hamás, Ahmed al-Yabari, fue asesinado. Llegué al lugar de su «liquidación» en menos de una hora, con el chasis quemado de su coche aún humeando. Al escribir mi primera portada, me fijé en las salpicaduras de sangre que llegaban hasta el segundo piso de los edificios circundantes. Israel había lanzado su Operación Pilar Defensivo.

Las guerras nunca eran una sorpresa en Gaza. Desde 2006, cuando las últimas elecciones generales en Palestina allanaron el camino para que Hamás tomara el poder e Israel y Egipto impusieran su bloqueo, ha habido un intercambio regular de cohetes lanzados por Hamás y bombas lanzadas por el ejército israelí. Cada pocos años, los generales israelíes declaraban una operación militar para bombardear las infraestructuras de Hamás. En charlas extraoficiales, los militares retirados lo llamaban «cortar el césped».

En la guerra de 2009, en la que murieron 1400 palestinos, 11 000 viviendas fueron destruidas y se lanzaron proyectiles de fósforo blanco sobre mercados y hospitales, Israel no permitió la entrada de periodistas extranjeros en Gaza. En 2012, sí lo hizo. La mayoría de nosotros nos alojamos en el hotel Al Deira, comiendo y durmiendo unos al lado de otros, informando y redactando las mismas noticias. El personal uniformado nos traía café y papas fritas mientras los ataques aéreos amenazaban sus hogares y sus familias.


El hotel Deira de la ciudad de Gaza, destruido el 22 de septiembre de 2024. Foto: Omar Al-Qattaa/AFP/Getty Images

Todos los días visitábamos casas bombardeadas y yo tomaba notas:

olor a gas de cocina, cocina destruida

niños pequeños jugando entre los escombros encuentran un escarabajo

una mujer llorando tira de un colchón enterrado y grita

Vimos llegar al hospital al-Shifa un flujo constante de muertos y heridos con miembros amputados y cabezas arrancadas, niños cubiertos de polvo, mudos y temblando tras haber visto morir a sus padres. Los médicos nos hablaron de la escasez de electricidad y medicamentos. Lo anoté:

no hay desechables

se están acabando los anestésicos, no se pueden hacer cirugías

muchas mujeres y niños con miembros amputados, bastante limpios, las bombas hacen el trabajo por nosotros

Fuimos a los funerales de familias enteras y hablamos con los dolientes, que nos preguntaban: «¿Ven a alguien aquí con un arma?».

Tras diez días de la operación israelí, con 167 palestinos muertos, 1500 objetivos alcanzados en Gaza y 700 familias desplazadas, se declaró una tregua. La camaradería especial que se crea con los colegas palestinos bajo los ataques aéreos se rompe bruscamente cuando te dejan en la frontera israelí; tú estás emocionada por volver a la normalidad, pero ellos no pueden. Los volverás a ver cuando el próximo estallido de violencia te lleve de vuelta allí.

Pero cuando estalló la siguiente guerra en 2014, yo ya estaba en mi casa en Londres, trabajando como editor en la sección de internacional de The Guardian: 50 días de combates, 2104 palestinos muertos, 10 000 heridos. Según nos dijeron, la audiencia estaba dejando de seguir las noticias. Los combates terminaron y dejé la sección de internacional para volver al reportaje. La gente me miraba con recelo cuando volvía a sacar el tema de Palestina. ¿Era una fanática rara? O peor aún, ¿una activista? No era ninguna de las dos cosas, pero fuera de los círculos activistas, la «complejidad política» del conflicto israelo-palestino dejaba poco margen para nada más que sus escaladas más violentas o sus peores catástrofes humanitarias. Resulta que el cinismo es mejor compañía que la indignación.

Así que dejé de hablar de lo que sabía que estaba pasando allí: las humillaciones diarias de la ocupación en Cisjordania, la amenaza del terrorismo de los colonos respaldado por una fuerza de ocupación, el trauma extraordinario de vivir un día en Gaza... hasta que me senté a empezar a trabajar en una novela en 2015 y Palestina brotó de mí. Me sentí atraída de nuevo al hotel Al Deira, reimaginado como The Beach. Me encontré contando esta enorme y digerible tragedia en pequeñas historias humanas desordenadas, negras, divertidas, desgarradoras y llenas de rabia. Fue un alivio describir libremente la Gaza que conocía.

“Si te importa lo que está pasando en Gaza, deberías amplificar las voces palestinas”

Hossam Shabat

El 7 de octubre de 2023, había dejado ya The Guardian. Vi las noticias del ataque terrorista de Hamás , siendo devastada y enferma, y luego me invadió un frío temor por lo que vendría después en Gaza. Como cualquiera que hubiera cubierto el lugar durante un tiempo, había visto lo que se avecinaba ensayado durante décadas. Esas preguntas inquietantes se volvieron urgentes: ¿había hecho todo lo posible para advertir de lo que se avecinaba? No. ¿Eso me convertía en cómplice? Quizás.

Israel no ha permitido a la prensa extranjera entrar en Gaza durante esta guerra. Nuestra comprensión de lo que está sucediendo allí proviene de los periodistas palestinos que lo están viviendo y que están siendo asesinados en cantidades extraordinarias (176, una tasa de mortalidad del 10 % [su número ha alcanzado ya los 237, NdT]), con sus redacciones destruidas junto con sus familias y sus hogares. Los que quedan se mueren de hambre. Sus reportajes no son imparciales, son personales y están llenos de indignación.


Dolientes asisten al funeral de miembros de la prensa asesinados en un ataque israelí, en el hospital Al-Awda del campo de refugiados de Nuseirat, en Gaza, el 26 de diciembre de 2024. Foto: Eyad Baba/AFP/Getty Images

Un año antes de que las fuerzas israelíes lo mataran el 24 de marzo, el periodista local Hossam Shabat dijo a sus 175 000 seguidores en X: «El mayor problema no es que los periodistas occidentales no puedan entrar, sino que los medios occidentales no respetan ni valoran a los periodistas palestinos... Nadie conoce Gaza como nosotros, y nadie entiende la complejidad de la situación como nosotros. Si te importa lo que está pasando en Gaza, deberías amplificar las voces palestinas». Su mensaje me dolió profundamente. Aclaró la incomodidad que había sentido como interlocutora innecesaria entre los lectores occidentales y la tragedia de Gaza, y me hizo plantearme más preguntas sobre mi trabajo allí.

Los periodistas occidentales que informaban desde Palestina no detuvimos las atrocidades porque creíamos que no era nuestro trabajo, estábamos allí para ser testigos. Mantener nuestra imparcialidad es fundamental para que se confíe en nosotros. Pero ¿no se supone que también debemos pedir cuentas al poder? Si hubiéramos condenado al poder respaldado por USA y Europa, sabiendo que estaba perpetrando estas atrocidades, con la convicción y la indignación que merecía, ¿habrían muerto 60 000 personas en 21 meses?

Mientras Vulture llega a las librerías de USA, expertos de la ONU han confirmado que la hambruna está en marcha en la Franja de Gaza. Se está disparando a personas hambrientas en los lugares de distribución de alimentos. Sus hospitales han sido bombardeados, los médicos y sus familias asesinados. Se ha cortado la electricidad. Nuestros colegas palestinos están siendo asesinados en cantidades espantosas y los periodistas occidentales dicen que no les corresponde a ellos nombrar el genocidio. Sin embargo, los escritores de ficción sí lo hacen. En aras del equilibrio, la BBC ha decidido no emitir su documental sobre los médicos de Gaza. Hasta esta semana, cuando incluso Donald Trump se vio obligado a reconocer la «hambruna real», un amigo que trabaja en un canal de noticias me dijo que había surgido un nuevo verbo: «gazaisar una noticia», que significa restarle importancia editorial.

Por fin, parece que se están nombrando las palabras prohibidas —genocidio, hambruna, Estado [de Palestina]— y nuestros líderes podrían actuar para hacer algo al respecto. Pero nuestra indignación ha llegado demasiado tarde. ¿Por qué hemos esperado? Nuestro silencio cauteloso ha contribuido a la tragedia de Gaza. Nuestro cinismo ha permitido el horror que definirá a una generación.

  • Vulture, de Phoebe Greenwood, se publicará el 12 de agosto de 2025 en Europa Editions

 

Phoebe Greenwood

Vulture

2025, pp. 288, e-Book
ISBN: 9798889660965
Region: Britain
Paper edition
$ 14.99

LORENZO TONDO
Anas al-Sharif, destacado corresponsal de Al Jazeera, entre los cinco periodistas asesinados en un ataque aéreo israelí en Gaza

Israel admite el ataque deliberado contra el periodista, conocido por su cobertura en primera línea, en un ataque contra una tienda de campaña situada fuera del hospital al-Shifa

Lorenzo Tondo en Jerusalén, The Guardian, 11-8-2025
Con Reuters y Agence France-Presse
Traducido por Tlaxcala

Las Fuerzas de Defensa de Israel afirman que Anas al-Sharif, que había expresado su miedo a ser asesinado, era el líder de una célula de Hamás. Fotografía: Al Jazeera

Un destacado periodista de Al Jazeera que había sido amenazado anteriormente por Israel ha muerto junto con cuatro compañeros en un ataque aéreo israelí.

Anas al-Sharif, uno de los rostros más reconocibles de Al Jazeera en Gaza, murió mientras se encontraba dentro de una tienda de campaña para periodistas frente al hospital al-Shifa, en la ciudad de Gaza, el domingo por la noche.

Según la cadena con sede en Catar, en el ataque murieron siete personas en total, entre ellas al-Sharif, el corresponsal de Al Jazeera Mohammed Qreiqeh y los operadores de cámara Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal y Moamen Aliwa.

Las Fuerzas de Defensa de Israel admitieron el ataque y afirmaron que el reportero «había sido jefe de una célula terrorista de la organización terrorista Hamás y era responsable de promover ataques con cohetes contra civiles israelíes y las Fuerzas de Defensa de Israel».

Afirmaron que tenían información de inteligencia y documentos encontrados en Gaza como prueba, pero los defensores de los derechos humanos dijeron que había sido blanco de un ataque por sus reportajes en primera línea de la guerra de Gaza y que la afirmación de Israel carecía de pruebas.


La tienda de campaña frente al hospital Al-Shifa, donde Anas al-Sharif y otras seis personas murieron en un ataque israelí. Israel admitió el ataque, alegando que era un militante de Hamás, una afirmación que la ONU ha calificado de infundada. Fotografía: Ebrahim Hajjaj/Reuters

Al Sharif fue calificado como «uno de los periodistas más valientes de Gaza» y Al Jazeera afirmó que el ataque era «un intento desesperado de silenciar las voces en previsión de la ocupación de Gaza».

El mes pasado, el portavoz del ejército israelí, Avichai Adraee, compartió un video de al-Sharif en X y lo acusó de ser miembro del ala militar de Hamás. En ese momento, la relatora especial de la ONU sobre la libertad de expresión, Irene Khan, lo calificó de «afirmación sin fundamento» y de «ataque flagrante contra los periodistas».

En julio, al-Sharif declaró al Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) que vivía con la «sensación de que podía ser bombardeado y martirizado en cualquier momento».

Tras el ataque, el CPJ se declaró «consternado» al conocer la muerte de los periodistas.

«La costumbre de Israel de tildar a los periodistas de militantes sin aportar pruebas creíbles plantea serias dudas sobre sus intenciones y su respeto por la libertad de prensa», declaró la directora regional del CPJ, Sara Qudah.

«Los periodistas son civiles y nunca deben ser blanco de ataques. Los responsables de estos asesinatos deben rendir cuentas».

El Sindicato de Periodistas Palestinos condenó lo que calificó de «crimen sangriento» de asesinato.

En enero de este año, tras un alto el fuego entre Hamás e Israel, al-Sharif llamó la atención de todo el mundo cuando, durante una transmisión en vivo, se quitó el chaleco antibalas mientras estaba rodeado por decenas de residentes de Gaza que celebraban el cese temporal de las hostilidades.

Pocos minutos antes de su muerte, al-Sharif publicó en X: «Última hora: Un bombardeo israelí intenso y concentrado con “cinturones de fuego” está golpeando las zonas este y sur de la ciudad de Gaza».

En un último mensaje, que según Al Jazeera había sido escrito el 6 de abril y que fue publicado en la cuenta de X de al-Sharif tras su muerte, el reportero decía que había «vivido el dolor en todos sus detalles, probado el sufrimiento y la pérdida muchas veces, pero nunca dudé en transmitir la verdad tal y como es, sin distorsiones ni falsificaciones».

«Alá será testigo contra aquellos que permanecieron en silencio, aquellos que aceptaron nuestro asesinato, aquellos que nos ahogaron y cuyos corazones no se conmovieron ante los restos esparcidos de nuestros niños y mujeres, sin hacer nada para detener la masacre a la que se ha enfrentado nuestro pueblo durante más de un año y medio», continuó.

El joven de 28 años deja atrás a su esposa y dos hijos pequeños. Su padre murió en un ataque israelí contra la casa familiar en el campo de refugiados de Yabalia, en la ciudad de Gaza, en diciembre de 2023. En ese momento, al-Sharif dijo que seguiría informando y se negó a abandonar el norte de Gaza.

Otro periodista de Al Jazeera en Gaza, Hani Mahmoud, dijo: «Esta es quizás la noticia más dura que he dado en los últimos 22 meses. No estoy lejos del hospital Al-Shifa, a solo una manzana, y pude oír la enorme explosión que tuvo lugar hace aproximadamente media hora, cerca del hospital Al-Shifa.

«Pude verlo cuando iluminó el cielo y, en cuestión de segundos, corrió la noticia de que se trataba del campamento de periodistas situado en la entrada principal del hospital Al-Shifa».

Al-Sharif y sus colegas llevaban informando desde Gaza desde el inicio del conflicto.

«Es importante destacar que este ataque se produce solo una semana después de que un oficial militar israelí acusara directamente a Anas y lanzara una campaña de incitación contra Al Jazeera y los corresponsales sobre el terreno por su trabajo, por su implacable cobertura de la hambruna, la inanición y la desnutrición», añadió Mahmoud.

Israel ha asesinado a varios periodistas de Al Jazeera y a miembros de sus familias, entre ellos Hossam Shabat, asesinado en marzo, e Ismail al-Ghoul y su camarógrafo Rami al-Rifi, asesinados en agosto.

La esposa, el hijo, la hija y el nieto del corresponsal jefe Wael al Dahdouh fueron asesinados en octubre de 2023 y él mismo resultó herido en un ataque semanas después en el que murió el camarógrafo de Al Jazeera Samer Abu Daqqa.

Israel, que no permite la entrada de periodistas extranjeros en Gaza y que ha atacado a reporteros locales, ha matado a 237 periodistas desde que comenzó la guerra el 7 de octubre de 2023, según la oficina de prensa del Gobierno de Gaza. El Comité para la Protección de los Periodistas afirmó que al menos 186 periodistas han sido asesinados en el conflicto de Gaza. Israel niega haber atacado deliberadamente a periodistas.







10/08/2025

“Los verdaderos antisemitas son los que arman a Israel”: reacciones en Israel al embargo alemán sobre las entregas de armas

A continuación se presentan dos artículos extraídos del diario israelí Haaretz sobre la decisión del canciller alemán Merz de suspender las entregas a Israel de armas que podrían utilizarse en Gaza. Traducido por Tlaxcala



Agrietado, por RABE

Cómo el embargo de armas de Berlín a Gaza puede impedir que las empresas israelíes en Alemania vendan armas a Israel

Oded Yaron, Haaretz, 9-8-2025

Durante décadas, Alemania ha sido el segundo país, solo superado por USA, en exportaciones de armas a Israel. Si Israel se enfrenta a otra emergencia que requiera armas, podría quedarse con las manos vacías. Pero la formulación de la canciller sobre la prohibición de armas para su uso en Gaza podría dejar a Berlín cierto margen de maniobra.


El canciller alemán Merz, a la izquierda, con el primer ministro Netanyahu el año pasado. Foto  Kobi Gideon/BauBau

La decisión de Alemania del viernes de restringir las exportaciones de armas a Israel podría afectar significativamente a varios de los sistemas de armamento más importantes del ejército israelí, lo que obligaría a Israel y a sus proveedores a buscar soluciones alternativas para la producción en Alemania.

La medida también podría impedir que los fabricantes de armas israelíes que operan en Alemania, incluidas las empresas estatales israelíes, vendan armas a Israel.


Un submarino perteneciente a la Armada israelí

Durante las últimas décadas, Alemania ha sido el segundo país, solo superado por USA, en cuanto a la escala de sus exportaciones de defensa a Israel, debido en gran parte a importantes acuerdos con ThyssenKrupp para la construcción de submarinos y buques lanzamisiles destinados a proteger las plataformas petrolíferas de Israel en alta mar.

Según una respuesta oficial del Ministerio Federal de Economía y Energía de Alemania a una pregunta del Bundestag, desde el inicio de la guerra hasta el 13 de mayo de 2025, Berlín aprobó exportaciones de armas a Israel por un valor total de 481 millones de euros (560,5 millones de dólares).

El Gobierno alemán se negó a proporcionar detalles específicos sobre los tipos de armas y equipos suministrados, limitándose a enumerar categorías generales como armas pequeñas, bombas, misiles, municiones y una amplia gama de sistemas.

La declaración del canciller Friedrich Merz de que Alemania no aprobará las exportaciones de equipo militar que pueda utilizarse en los combates en la Franja de Gaza deja a Berlín cierto margen de maniobra. Por ejemplo, es probable que la decisión no afecte a las exportaciones relacionadas con submarinos o buques, aunque en varias preguntas parlamentarias, los legisladores alemanes han señalado informes según los cuales los buques de superficie participaron en la campaña de Gaza.

Sin embargo, Israel también depende de Alemania en otros ámbitos en los que sería difícil argumentar que los sistemas no guardan relación con los combates en Gaza. Por ejemplo, la empresa alemana MTU, filial de la británica Rolls-Royce, fabrica los motores del tanque Merkava, el vehículo blindado de transporte de tropas Namer y el nuevo vehículo blindado de combate Eitan.

Se trata de componentes críticos para la capacidad operativa de las fuerzas blindadas y de infantería de las FDI. MTU también tiene plantas en el Reino Unido y USA, pero estas instalaciones solo se utilizan para el montaje final y las pruebas de los motores, lo que significa que Alemania sigue siendo un eslabón clave en la cadena de suministro.


Un tanque de las FDI en la frontera de Gaza, en 2024. Foto  Jack Guez/AFP

El carácter global de la cadena de suministro puede que ya proporcione a Israel una solución integrada a las sanciones alemanas. Esto se debe a que Israel compra los motores para el Namer y el Eitan a una empresa usamericana, Rolls-Royce Solutions America Inc., una filial registrada en USA del Grupo Rolls-Royce, lo que significa que la transacción se realiza a través de USA.

La decisión no afectará a los contratos de exportación existentes de Israel con Alemania. El mes pasado, Elbit anunció un acuerdo para suministrar sistemas de autodefensa con misiles guiados por infrarrojos para su instalación en los aviones de transporte A400M de la Fuerza Aérea Alemana. Aun así, si el Gobierno israelí mantiene su actual curso en Gaza, incluso Alemania podría optar por proveedores alternativos en futuras adquisiciones. Además, cualquier decisión de Alemania podría desencadenar un efecto dominó entre otros Estados europeos.

Una amenaza para las exportaciones de las empresas israelíes a Israel

La cooperación internacional entre las empresas de defensa israelíes en el extranjero y Alemania resultó vital en los primeros meses de la guerra. Alemania es un aliado clave para Israel en el desarrollo, la producción y la comercialización de armas avanzadas, algunas de las cuales están destinadas al propio Israel.

Israel Aerospace Industries, Rafael y Elbit tienen filiales en Alemania y colaboran con empresas locales en diversos ámbitos. Esto significa que, si Israel se enfrentara de nuevo a una emergencia y necesitara un envío urgente desde Alemania, como ha ocurrido en el pasado, podría encontrarse con las manos vacías.

Uno de los envíos de armas alemanes más importantes a Israel desde el inicio de la guerra en Gaza fue la entrega de 3000 lanzadores antitanque en 2023. Probablemente se trataba de lanzadores «Matador» (el RGW-90 o el RGW-60, más ligero), conocidos en las FDI como «Mapatz», diseñados para destruir vehículos blindados, búnkeres y militantes refugiados en el interior de edificios.

Los lanzadores son fabricados por la empresa alemana Dynamit Nobel Defence, o DND, adquirida hace 20 años por Rafael, la empresa estatal israelí de defensa. El Matador ha sido ampliamente utilizado por las FDI en años de combate en Gaza y el Líbano.


Sistema de misiles Spike de Rafael. Foto  Rafael Advanced Defense Systems

Rafael también desarrolló la familia de sistemas de misiles guiados «Spike». Para comercializarlos en Europa, la empresa creó Eurospike, una empresa conjunta con dos importantes empresas alemanas: Rheinmetall (40 % de participación) y Diehl Defence (también 40 %). El 20 % restante pertenece a Ercas B.V., una sociedad holding de Rafael registrada en los Países Bajos y que opera desde el Reino Unido.

Según los documentos del registro mercantil alemán, Eurospike se encarga de la comercialización y distribución de los sistemas Spike, especialmente para clientes europeos, y también presta servicios como la gestión de proyectos y la ingeniería básica de sistemas. Los misiles Spike se fabrican en parte en Israel y en parte en las líneas de producción de las empresas alemanas asociadas.


-Señor Netanyahu, aunque me resulte difícil como alemán...
...deberíamos hablar abiertamente de su proceder en Gaza

 

El embargo de armas de Alemania a Israel no es una traición, es un ajuste de cuentas moral

Gideon Levy, Haaretz, 9-8-2025

Armar a Israel ahora, para que pueda llevar a cabo su plan de tomar el control de Gaza y cometer una limpieza étnica y crímenes contra la humanidad en el territorio, es una de las medidas más antisemitas y antiisraelíes que se puedan imaginar. En este sentido, la decisión del Gobierno alemán de detener el suministro de armas a Israel es una valiente demostración de valores morales y también de auténtica amistad hacia Israel.

Alemania ha anunciado que suspende la exportación a Israel de equipo militar que pueda utilizarse en la Franja. La Alemania posterior al Holocausto tenía que tomar esta decisión: si hubiera seguido suministrando armas a un país que está cometiendo un genocidio, habría demostrado que no había aprendido nada de su pasado.

Así como ha quedado claro a lo largo de los años que Alemania no puede pronunciarse en contra de Israel y que el país que perpetró el Holocausto tiene la obligación de garantizar la seguridad del Estado que surgió de sus cenizas, también está claro que Alemania debe luchar contra cualquier genocidio y, desde luego, no colaborar en su comisión, aunque el autor sea su querido Israel.


Manifestantes protestan contra las condiciones en Gaza y exigen que se impongan sanciones contra Israel y contra los envíos de armas frente al Bundestag, en Berlín, Alemania, en junio. Foto  Fabrizio Bensch/ REUTERS

Al imponer un embargo parcial de armas a Israel, Alemania ha demostrado que está a la vanguardia de Europa y que no olvida el Holocausto y sus lecciones. Una Alemania que hubiera seguido suministrando armas a Israel se habría convertido, al igual que todos los actuales proveedores de armas de Israel, en su cómplice en el genocidio. Y eso es algo que Alemania, más que ningún otro país del mundo, no puede hacer.

Todos aquellos que ayudan a Israel a cometer genocidio están declarando, en efecto, que odian al Estado tanto como aquellos que se indignan por sus acciones. Armar a Israel ahora no demuestra ni amistad hacia el Estado ni preocupación por su destino.

Suministrar armas al agresor en una guerra ilegítima que debería haber terminado hace mucho tiempo y cuyos objetivos son ahora inútiles y criminales es ser cómplice de un crimen. Alemania ha dado la vuelta al viejo paradigma: no se puede prestar ayuda al Israel actual, y desde luego no armas.

Cada avión y cada proyectil, cada barco lanzamisiles y cada cañón solo matarán a más personas inocentes. En el momento en que el ataque a Gaza dejó de ser un acto de autodefensa, se volvió insoportable.

A la luz del increíble apoyo de USA y de la asombrosa impotencia de la oposición en Israel, no hay nadie que pueda detener la guerra. Europa puede contribuir a detenerla, aunque no de forma inmediata.

Pero más allá del deseo de detener la guerra, suministrar armas a Israel es un acto de hostilidad hacia él. Ojalá los usamericanos lo entendieran. Alemania tiene el poder de marcar el rumbo: la preocupación por el destino de Israel no incluye armarlo para que lleve a cabo sus planes demenciales en Gaza.


Soldados israelíes operando en Rafah, al sur de Gaza. Foto  Unidad del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel

En lugar de seguir viendo a todos los manifestantes contra Israel y contra la guerra como antisemitas, una manipulación cínica y eficaz de la propaganda judía e israelí, deberíamos considerar antisemitas a quienes arman a Israel.

Por supuesto que también hay manifestaciones de antisemitismo en los círculos que se oponen a Israel, pero no son lo principal. La mayoría de los manifestantes son personas con conciencia que han estado expuestas a lo que los israelíes no han estado expuestos, y no pueden permanecer en silencio. ¿Qué se puede esperar de los ciudadanos del mundo que ven imágenes de hambre y muerte? ¿Aplaudirán a sus autores o se levantarán contra ellos e incluso los odiarán?

El aprecio y la simpatía por Israel no volverán en un futuro próximo. El mundo no olvidará Gaza tan pronto. El hecho de que Israel niegue sus acciones y no acepte ni la más mínima responsabilidad solo alejará al mundo de él.

Los israelíes en Europa pueden seguir jugando la carta de la víctima con cada dueño de restaurante que los echa, pero así es como se comportan las personas con conciencia que se preocupan. No son antisemitas. Sin duda son mejores que aquellos que empujan a Israel a seguir matando a cientos de bebés desde el aire, la tierra y el mar, y a equiparlo con armas adecuadas para la matanza de estos bebés.


Merz aumenta la presión: suspensión de algunas exportaciones de armas