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20/09/2025

LYNA AL TABAL
Informe sobre el genocidio en Gaza: léanlo conmigo si quieren, ¡no cambiará nada!

Lyna Al Tabal, RaiAlYoum, 17-9-2025
Traducido por Tlaxcala



Cada mañana estalla el sol sobre el Machrek, misiles, fuego, promesas internacionales, cada mañana comienza la cuenta regresiva para nuevas víctimas.
Este artículo no soporta el silencio prolongado, ¡maldito sea silencio! Callarse significa que eres parte del crimen.

Luego, de repente, te das cuenta de que el rojo en el cielo no es un atardecer romántico, es sangre mezclada con el fuego de los bombardeos. El color que era símbolo del amor se ha vuelto color de muerte, es el color de la sangre mezclada con el fuego del bombardeo, esto es exactamente lo que ven en el cielo de Gaza. Gaza arde, sus niños envueltos en mantas empapadas de sangre, las madres vacilan entre el grito y la oración, los padres se golpean el rostro y tratan de despertar a sus hijos muertos. Esto no es el día del Juicio Final, es un día más ordinario en Gaza.


Por primera vez en setenta años de masacres la ONU ha descubierto de repente que Israel está cometiendo en Gaza lo que el diccionario humano llama “genocidio”. En su informe la comisión internacional de investigación declaró que el ejército israelí ha cometido cuatro de los cinco elementos del genocidio tal como lo dispone la Convención de 1948:
• Matar a miembros del grupo,
• Infligir daño físico o mental grave,
• Imponer condiciones de vida destinadas a destruir al grupo total o parcialmente,
• Crear condiciones que apunten a impedir los nacimientos dentro del grupo.

Solo el quinto apartado, el relacionado con el secuestro de niños, aún no ha recibido el “honor” de la firma israelí, quizá por falta de tiempo, o porque simplemente prefieren matar a los niños en brazos de sus madres.

El informe señala con frialdad que estos crímenes fueron cometidos con premeditación, sellados con las declaraciones de Netanyahu, Gallant y Herzog.

Léanlo conmigo si quieren. No cambiará nada.

Punto primero: matar al grupo meta
El informe indica sesenta mil mártires hasta ahora, y el número va en aumento, la mitad son mujeres y niños. El resto son civiles. Su único pecado: estar vivos, eso es todo.
La revista The Lancet, que normalmente escribe sobre enfermedades como el cáncer o del hígado, se encuentra de lleno en el genocidio documentando el colapso de la esperanza de vida en Gaza: de 75,5 a 40,5 años. Israel no se contenta con matar gente, hurta la vida de quienes aún no han nacido.
Los hospitales, “infraestructuras protegidas” en el derecho internacional, se han convertido en objetivos militares, sé que lo sabes!
El informe registra 498 ataques documentados; las maneras de matar son muchas: casas, refugios, zonas seguras, y un asedio que impide agua, pan y medicinas. El hambre misma es diseñada por Israel con tanto cuidado como cualquier bomba inteligente.

Punto segundo: infligir daño grave
La muerte no fue suficiente, había que humillar, desplazar bajo los bombardeos, huir de las casas hacia nada, y de ahí hacia las tumbas. Se debe añadir la tortura en las prisiones para completar el cuadro. La comisión internacional documentó todo con frialdad académica, parada en medio de un matadero que se desborda con todos los colores de la sangre y todas sus formas. Luego añade la frase que repite en cada informe suyo: “Esto podría usarse ante la Corte Penal Internacional.”

Punto tercero: imponer condiciones de vida propicias para el genocidio
La ONU tardó dos años en decir que Israel usaba el hambre como arma. Dos años de hambre, de sed, de bombardeos, antes de que escribieran esa frase en el informe. El pan, el agua, las escuelas, los hospitales, todo se convirtió en escombros y se evaporó, y la comisión lo llama “crímenes contra la humanidad”. ¡Gracias por este descubrimiento!

Punto cuarto: impedir los nacimientos

El futuro mismo fue puesto en la lista de objetivos en Gaza, incluso la idea primera de la vida fue exterminada… El informe de la comisión documenta el bombardeo de la más grande clínica de fertilidad del territorio, la quema de cuatro mil fetos, mil muestras de esperma y óvulos… Israel decidió aniquilar la idea misma antes de que se convirtiera en vida. No niños, no esperanza, no generaciones nuevas… todo quemado. ¡Imaginen! Es más fácil para Israel que esperarlos para que nazcan.

Navi Pillay, presidenta de la comisión, ha pedido la prohibición de armar a Israel, el enjuiciamiento de los criminales y el fin de este genocidio. Gritó: el silencio es cómplice del crimen… En marzo pasado, la comisión dijo: “las acciones de Israel podrían calificar como genocidio”. Hoy, la palabra “podrían” ha caído, simplemente. No ha cambiado nada salvo el número de cuerpos de los mártires.

En cuanto al comunicado del ministerio israelí de Relaciones Exteriores, es una copia del comunicado del año pasado, del año anterior, y del anterior también: “alegaciones falsas, informe fraudulento, mentiras…” las mismas alegaciones desde hace medio siglo, repetidas por los portavoces oficiales en Tel Aviv… Israel es inocente, rodeado por civiles, cercado por niños con los zapatos rotos, un ejército que enfrenta, en su relato, una amenaza existencial de madres buscando los restos de sus hijos bajo los escombros.

Medio siglo del mismo discurso, un ejército armado hasta los dientes que mata niños y afirma ser la víctima. Al final nada de justicia. Nada de vergüenza. La sangre llena el lugar… solo sangre, mucha sangre que ahoga la tierra, y encima flotan palabras insulsas de solidaridad.

El informe (en inglés)



18/09/2025

ZVI BAR’EL
La supervivencia de una Esparta israelí depende de un estado permanente de guerra

Zvi Bar'el , Haaretz, 16-9-2025
Traducido por Tlaxcala


La conquista de la ciudad de Gaza se supone que debe proporcionar al Estado de Israel la imagen de la victoria total. Porque no es Irán, ni Siria, ni Líbano y ciertamente tampoco los hutíes en Yemen quienes son el enemigo definitivo que Benjamín Netanyahu no ha logrado derrotar, sino el propio Hamás, la organización que él cultivó durante años como un activo estratégico e ideológico. Hamás debía ser la bomba al borde del camino que borraría la caracterización de la Organización para la Liberación de Palestina y de la Autoridad Palestina como los únicos representantes del pueblo palestino y, de este modo, impedir el reconocimiento internacional de un Estado palestino.


Una protesta exigiendo la liberación inmediata de los rehenes israelíes, cerca de la residencia del primer ministro Benjamín Netanyahu en Jerusalén, el martes 16 de septiembre de 2025.  Foto Ammar Awad/REUTERS

Fue una asociación maravillosa que duró muchos años, que confirió al Hamás un miniestado en Gaza y que entregó a Netanyahu la realización del sueño de una Gran Tierra de Israel. Hasta que Hamás traicionó a su socio y no cumplió su propósito.

Supuestamente Hamás puso fin a su papel de apoderado de Netanyahu y ahora debe ser borrado como castigo por haber frustrado la estrategia mesiánica que combatía la solución de dos Estados. Pero tomar el control de la ciudad de Gaza no es solo otra historia de venganza. Israel ya ha cobrado con creces su venganza por la masacre que, debido al completo abandono de Netanyahu, Hamás cometió el 7 de octubre de 2023. Los palestinos han pagado treinta veces o más por cada israelí asesinado, y por cada casa incendiada en el kibutz Nir Oz o en Sderot, barrios enteros y ciudades han sido arrasados. La muerte de otros 10.000 o 20.000 palestinos en la actual ola de destrucción no añadirá dulzura alguna a la venganza.

Esa venganza ha sido reemplazada por la necesidad de permanecer en el poder, aunque ello signifique la destrucción de la patria, que será sustituida por un Estado formado por todas sus colonias: en Gaza, Cisjordania, el sur del Líbano y el oeste de Siria.

Esa destrucción no solo se manifiesta en los campos de exterminio de Gaza, que han anulado todo valor humano y moral, que han llevado el poder del ejército israelí al límite, que imponen y seguirán imponiendo una carga económica insoportable y que han convertido a Israel en un Estado paria. El arquitecto de esta destrucción nacional tuvo el descaro de definirla claramente cuando comparó a Israel con Esparta. Esparta no es solo un símbolo de poderío militar, supervivencia y valor. Fue un modelo considerado digno de imitación por Adolf Hitler y Benito Mussolini.

En el libro clandestino que Hitler escribió en 1928, y que recibió el título de El segundo libro de Hitler, publicado únicamente después de la Segunda Guerra Mundial, escribió: «El dominio de seis mil espartanos sobre 350.000 ilotas solo fue posible gracias a su superioridad racial... Ellos crearon el primer Estado de la raza».

Esa Esparta, que fue destruida y solo dejó tras de sí un legado simbólico, ha vuelto ahora a la vida en Israel. Si hasta ahora identificábamos el inicio de procesos que estaban transformando a Israel en un Estado fascista basado en la superioridad racial, la guerra en Gaza terminará el trabajo. Ya ha cosechado logros ideológicos impresionantes.

Ha socavado la mayoría de los sistemas que defendían la democracia israelí. Ha convertido al sistema judicial en un felpudo intimidado y ha reclutado al sistema educativo para impartir adoctrinamiento nacional-religioso. Dicta la narrativa ideológica «correcta» a los medios, al cine y al teatro, y ha etiquetado de traidor a todo aquel que no homenajea al gobernante. También ha convertido la esperanza de reemplazar al gobierno mediante elecciones en una perspectiva incierta.

Y a diferencia de los regímenes dictatoriales «tradicionales» que persiguen y reprimen a sus rivales políticos, el gobierno israelí puede incluso utilizar a la oposición como un adorno del que presumir para mantener su imagen de administración democrática que representa «la voluntad del pueblo».

El problema es que cuando una banda se apodera de un país, no es como una operación militar que termina con la derrota del enemigo. Apuntalar el régimen requiere una lucha incesante contra rivales internos potenciales y, lo más importante, requiere una legitimación pública constante. Ahí entra en juego la nueva misión que involucra a Gaza y a Hamás. Porque la supervivencia de la Esparta israelí depende de un estado permanente de guerra.

La buena noticia es que, incluso si el último miembro de Hamás es asesinado, seguirán existiendo más de 2 millones de gazatíes que se encargarán de que la conquista de Gaza sea solo un anticipo de la guerra eterna que perpetuará la sumisión y obediencia del público israelí al régimen de bandas que lo controla.

17/09/2025

YANIV KUBOVICH
Eyal Zamir, jefe del Estado Mayor del ejército israelí, ordenó la evacuación total de la ciudad de Gaza, ignorando la opinión de la abogada militar jefe

Yaniv Kubovich, Haaretz, 10/9/2025
Traducido por Tlaxcala

La principal jurista del ejército israelí advirtió que la transferencia de población era jurídicamente indefendible sin un análisis completo de las condiciones humanitarias para un millón de personas en el sur de Gaza. Sin embargo, el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, ignoró su advertencia y dio la orden. Fuentes militares afirmaron que los dirigentes “crearon un escenario que no existe, cuando todos sabían que la evacuación no podía llevarse a cabo”.


El jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, a principios de esta semana. Foto Unidad del Portavoz de las FDI

El lunes, el jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, ordenó la evacuación de toda la población de la ciudad de Gaza, en contra de la posición de la abogada general militar, la generala Yifat Tomer-Yerushalmi.

La semana anterior, Tomer-Yerushalmi había advertido a Zamir que no podía determinarse que las operaciones de evacuación previstas hacia el sur de Gaza fueran legales, y exigió que se pospusieran las notificaciones de evacuación hasta que existieran condiciones adecuadas para recibir a la población. Pero Zamir ignoró su postura.

Pocos días después, convocó una reunión con el jefe del Mando Sur de las FDI, Yaniv Asor, y el Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT), Ghassan Alian, excluyendo a la abogada general. Los tres decidieron ordenar a todos los residentes de la ciudad de Gaza que se trasladaran al sur, sin informar a Tomer-Yerushalmi de la decisión.

La abogada general militar es la autoridad de las FDI encargada de interpretar el derecho internacional. Altos mandos señalaron que no recordaban un caso en el que un jefe del Estado Mayor hubiera ignorado la posición de la principal jurista en un asunto de tanta importancia.

Zamir recalca con frecuencia su compromiso de actuar de acuerdo con el derecho internacional, tanto públicamente como en conversaciones con reservistas preocupados por posibles violaciones del derecho de la guerra. “Las FDI siempre actúan conforme al derecho interno e internacional”, declaró en mayo. “Cualquier acusación que cuestione la integridad de nuestras acciones o la moralidad de nuestros soldados carece de fundamento”.

La semana pasada, Zamir celebró varias reuniones con altos funcionarios legales y mandos militares sobre la evacuación de los residentes de la ciudad de Gaza y su traslado al sur. Durante estas discusiones, el jefe del Estado Mayor, el jefe del Mando Sur y el comandante de COGAT fueron instados a proporcionar a la abogada general militar un informe completo detallando la situación humanitaria en el sur de Gaza y el estado de las infraestructuras requeridas por el derecho internacional en las zonas designadas para recibir a la población.

Las estimaciones indican que alrededor de 1,2 millones de personas en la ciudad de Gaza tendrían que desplazarse al sur, incluidos 700.000 residentes de antes de la guerra y unos 500.000 desplazados internos que se habían refugiado allí.


Palestinos desplazados, que huyen del norte de Gaza debido a una operación militar israelí, se dirigen al sur tras la orden de evacuación de las FDI, en el centro de la Franja de Gaza, el miércoles. Foto Mahmoud Issa/Reuters

Fuentes militares israelíes familiarizadas con las discusiones de la semana pasada –en las que participaron el jefe de las FDI, altos mandos y la abogada general– afirmaron que los dirigentes militares presentaron una imagen irreal de las condiciones humanitarias en el sur de Gaza. “Crearon un escenario que no existe, sin ningún trabajo serio de base, cuando todos sabían que no era la realidad y que la evacuación no podía llevarse a cabo”, dijo un responsable de seguridad conocedor del asunto.

Según estas fuentes, la información parcial y superficial presentada durante las discusiones se mostró en mapas poco claros en los que áreas ya completamente ocupadas aparecían como disponibles para nuevos residentes. Los cálculos del Mando Sur y de COGAT mostraban que, en las zonas designadas como seguras y destinadas a albergar a la población, se asignaban apenas siete metros cuadrados por persona, muy por debajo de los estándares del derecho internacional.

Las FDI habían anunciado planes para introducir 100.000 tiendas de campaña en el territorio para albergar a los residentes durante el invierno, pero fuentes militares afirmaron que, en la práctica, solo se estaban proporcionando lonas simples, no tiendas cerradas.

Estas fuentes también señalaron que, contrariamente a lo que sostenía el ejército, los hospitales del sur de Gaza estaban al borde del colapso y no podían atender a más heridos debido a la grave saturación. Trasladar a un millón de personas a zonas sin servicios médicos adecuados podría provocar un desastre humanitario, suscitar críticas internacionales y potencialmente conducir a sanciones de países que apoyan a Israel.


La generala Yifat Tomer-Yerushalmi, abogada general militar, en la Corte Suprema en 2024. Foto Oren Ben Hakoon

El jueves, la abogada general contactó al jefe de las FDI y dejó claro que no podía determinarse que el ejército estuviera preparado para evacuar la ciudad de Gaza, operación que debía comenzar el domingo. Tomer-Yerushalmi explicó que organizaciones internacionales, incluida la Cruz Roja, la ONU y otras agencias de ayuda que coordinan con las FDI en Gaza, ya habían expresado serias preocupaciones sobre las difíciles condiciones en el sur.

Señaló que estas organizaciones habían repetido en reuniones y foros con altos funcionarios de las FDI que evacuar a la población del norte de Gaza violaría el derecho internacional y las leyes de la guerra debido a las condiciones ya extremas en el sur. La abogada general dijo a Zamir que aceptaba la evaluación de la División de Investigación de la Dirección de Inteligencia Militar, que confirmaba que existía base para las afirmaciones de las organizaciones internacionales, en contra de la imagen presentada por algunos altos mandos israelíes. Los funcionarios de inteligencia subrayaron que Israel debía ser capaz de dar una respuesta creíble a estas preocupaciones.


Palestinos cargan sacos de harina descargados de un convoy de ayuda humanitaria que llegó a la ciudad de Gaza desde el norte de la Franja, el domingo 24 de agosto de 2025. Foto Abdel Kareem Hana/AP

La principal jurista de las FDI declaró por tanto que los avisos y panfletos de evacuación para los residentes de la ciudad de Gaza debían posponerse. Señaló que, aunque el jefe del ejército había ordenado recibir un informe detallado de COGAT sobre las condiciones humanitarias necesarias para la operación, ningún informe de este tipo había sido entregado antes del previsto traslado de población. Según ella, tampoco se había presentado ningún otro documento completo sobre el tema. Subrayó que, sin esa preparación, sería imposible “afrontar los desafíos legales previstos” respecto a la legalidad de la evacuación.

Un alto funcionario de las FDI criticó a Tomer-Yerushalmi, alegando que buscaba retrasar las órdenes de evacuación en el último minuto. Afirmó que, desde el inicio de la guerra, no había hecho nada para impedir el fuego indiscriminado contra civiles ni había investigado incidentes graves como la muerte de trabajadores humanitarios en Rafah o los ataques contra hospitales. También aseguró que temía las críticas de la derecha política y de otros sectores dentro de las FDI, lo cual influía a veces en sus decisiones.

Otra fuente militar señaló que, durante las discusiones previas a la orden de evacuación, la abogada general preguntó a los representantes de COGAT sobre las condiciones de saneamiento en el sur de Gaza. Aunque reconoció que no cumplían los estándares del derecho internacional, finalmente aceptó no convertirlo en una condición previa para iniciar la evacuación.


Personas observan panfletos lanzados por el ejército israelí instando a evacuar hacia Muwasi, que caen sobre la ciudad de Gaza, el martes. Foto Omar al-Qattaa/AFP

El lunes se celebró otra reunión con el jefe de las FDI, el jefe del Mando Sur, el jefe de COGAT y otros altos funcionarios para planificar el traslado de población. La abogada general no estuvo presente y se tomó la decisión de comenzar la evacuación de la ciudad de Gaza y distribuir los panfletos entre los residentes. Tras la reunión, Tomer-Yerushalmi reafirmó a altos mandos de las FDI que su interpretación legal –que las notificaciones de evacuación debían posponerse hasta presentar una respuesta detallada a las preocupaciones internacionales– seguía sin cambios.

Insistió en que abordar estas preocupaciones era necesario tanto para mantener la legalidad de las operaciones militares en Gaza como para proteger a los altos mandos de las FDI de posibles acciones judiciales en tribunales internacionales.






El martes, el portavoz de las FDI, Avichay Adraee, emitió un aviso de evacuación en árabe a todos los residentes de la ciudad de Gaza.

Tras la publicación de este aviso, altos juristas militares aclararon que la orden no había recibido aprobación legal y que, en las circunstancias actuales, su legalidad no podía ser defendida.

En respuesta, el portavoz de las FDI declaró que el ejército “opera conforme a toda la legislación, y cualquier otra afirmación es incorrecta”. Añadió que “la abogada general militar participa en todas las evaluaciones operativas sobre Gaza, incluidos los movimientos de población, y ha señalado al personal correspondiente las condiciones necesarias para ello”.

Según las FDI, las órdenes de evacuación fueron aprobadas por responsables profesionales de COGAT “tras verificar que se cumplían las condiciones requeridas y que la situación humanitaria en el sur de Gaza permitía la operación”.
La respuesta de las FDI no mencionó la posición de la abogada general militar sobre la orden de evacuación.



16/09/2025

AMEER MAKHOUL
Netanyahu, el discurso “espartano” y la guerra de civilizaciones

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 15/9/2025
Traducido por Tlaxcala

 


En su discurso del 15 de septiembre en el Departamento de Contadores Generales del Ministerio de Finanzas de Israel, Netanyahu expuso los rasgos del futuro y una dimensión fundamental de su visión y de sus políticas, basadas en la permanencia de la guerra, afirmando: «Los peligros no desaparecen, solo cambian». Netanyahu subrayó la nueva orientación de contrarrestar el aislamiento internacional mediante una producción militar autosuficiente.

No está claro si el discurso de Netanyahu, que coincidió con la cumbre árabe-islámica en Doha y la visita del secretario de Estado de USA, estaba relacionado con estos dos eventos en cuanto a su calendario.

Análisis

Netanyahu reconoce abiertamente el aislamiento en el cual se encuentra Israel, mientras que su conclusión es profundizar aún más en políticas que equivalen a una apuesta total y a una guerra perpetua hasta la “victoria decisiva”. Parece convencido de que Israel es capaz de lograrlo, respaldado por las declaraciones de Marco Rubio, quien ha adoptado la postura y la narrativa de Israel. En la práctica, Netanyahu rechaza cualquier mano árabe tendida hacia el entendimiento o la paz, sea cual sea su forma o sustancia.

Más peligrosa aún es la afirmación de Netanyahu, en el contexto de los logros de Israel en la guerra contra Irán, de que existen nuevas amenazas para Israel. Añadió: «Incluso cuando una fuerza es eliminada, otras fuerzas emergen... No las nombraré.» Continuó, dirigiéndose a altos funcionarios del Ministerio de Finanzas: «Piensen entre ustedes en los peligros. Los peligros no desaparecen, solo cambian.» Netanyahu insinúa implícitamente tanto a Egipto como a Turquía, además de justificar un ataque contra Catar.

El tema de la fabricación militar independiente surgió durante la presidencia de Biden, cuando él prohibió el suministro de bombas masivas a Israel antes de su ocupación y destrucción total de Rafah. La consideración de Biden era que el ejército israelí las usaría contra civiles, mientras que USA proporcionaba a Israel bombas y equipos aún más letales para la guerra contra Hezbolá e Irán. Trump ha levantado desde entonces la prohibición de Biden.

Alemania siguió esta línea, deteniendo la exportación de ciertas armas de destrucción masiva y municiones que podrían usarse contra civiles en la «Operación Carros de Gedeón 2», según la posición alemana. El Reino Unido y Francia tomaron medidas similares, mientras que España fue más allá al prohibir el uso de sus puertos para transferir armas usamericanas a Israel, seguida después por Italia.

La guerra de civilizaciones y el “Gran Israel”

Netanyahu atribuye el aislamiento de Israel a dos razones principales: la primera es “la migración ilimitada de minorías musulmanas a los países de Europa occidental. Aún no son mayoría, pero son una minoría influyente, ruidosa y efectiva, lo que disuade a los gobiernos. Estos asuntos influyen en los líderes, y ellos no lo niegan en conversaciones privadas”.

El Israel oficial y su maquinaria mediática respondieron de forma ostentosa a las recientes manifestaciones racistas en Gran Bretaña contra la inmigración, expresándoles su apoyo. También buscaron agitar el discurso populista europeo contra los migrantes, presentándolos como antisemitas, anti-civilización occidental y manipuladores de las posiciones europeas. Esta retórica recuerda al discurso de odio dirigido en su momento contra los judíos europeos durante el auge del antisemitismo.

Netanyahu y su gobierno ven la visita de Rubio, secretario de Estado usamericano cuyas posiciones ideológicas se alinean con las de Trump contra la inmigración (a la que llama “una amenaza para la seguridad nacional”), como una oportunidad para instar a ambos a librarse del “peligro” expulsando por la fuerza a los migrantes. Para Netanyahu, la cuestión de deportar migrantes se alinea lógicamente con sus intenciones de desplazar a la población de Gaza e incluso de Cisjordania.

El segundo mensaje, dirigido principalmente a Trump y a su administración, fue la afirmación de Netanyahu: “Países como Catar y China influyen en la opinión pública mediante enormes inversiones en campañas en redes sociales. Esto cambia la posición internacional de Israel. Tendremos que invertir sumas enormes en ello”. Este mensaje también iba dirigido al Ministerio de Finanzas para asignar presupuestos a tal efecto.

En su discurso, Netanyahu pasa efectivamente de la doctrina del mercado libre abierto global y nacional a la doctrina de una economía cerrada basada en la autosuficiencia y el aislamiento defensivo. Esto no es un fin en sí mismo, sino parte de una visión que acepta las guerras perpetuas como realidad. Declaró: “Al menos en los próximos años, tendremos que defendernos y saber cómo golpear al enemigo”. Añadió que Israel debe ser gestionado como “Esparta”, que libró muchas guerras contra Atenas: “Tendremos que desarrollar industrias armamentísticas aquí. Seremos tanto Atenas como una gran Esparta. No tenemos otra opción”.

Conclusión

Netanyahu reconoce que el aislamiento internacional actual de Israel no es temporal o pasajero, sino constante y sostenible, mientras apuesta por los valores de Trump y por los populistas europeos.

Si permanece en el poder, el enfoque de Netanyahu para enfrentar el aislamiento internacional es atrincherarse en intenciones de guerra permanente, confiando únicamente en soluciones militares sin ninguna vía política. No le interesa la normalización ni siquiera los Acuerdos de Abraham.

Amenaza implícitamente tanto a Egipto como a Turquía, señalando que la operación militar israelí en Doha no es el final del camino.

Desafía a los países exportadores de armas insistiendo en la producción independiente del arsenal militar de Israel, lo que requeriría presupuestos sin precedentes y posiblemente indisponibles, incluso con grandes cambios en la economía.

Netanyahu se alinea casi completamente con la agenda y la administración de Trump en su hostilidad hacia los inmigrantes, el Islam y China, abrazando la xenofobia y una teoría de “choque de civilizaciones” sostenido. Se posiciona dentro de las fuerzas populistas europeas —incluso aquellas que son antisemitas— mientras su retórica sea antinmigrante, buscando provocar enfrentamientos internos en Europa con los movimientos propalestinas.

Al explotar la cuestión de los inmigrantes palestinos y árabe-islámicos en Europa y al exigir grandes presupuestos para la propaganda destinada a promover la narrativa israelí, Netanyahu busca abrir un frente directo contra los movimientos de solidaridad con Palestina, demonizándolos con retórica racista como producto de la inmigración y como una amenaza a la postura “blanca europea” según el discurso colonial.

En paralelo con el movimiento aislacionista MAGA (“Make America Great Again”), Netanyahu promueve su doctrina aislacionista “espartana”, que podría resumirse como MIGA – “Make Israel Great Again”.

Estos cambios ideológicos en la retórica de Netanyahu confirman que las transformaciones en las posiciones internacionales a favor de los derechos palestinos aíslan cada vez más a Israel. Sin embargo, las conclusiones de Netanyahu solo profundizarán y empeorarán este aislamiento, demostrando que no se trata de una fase pasajera.

15/09/2025

SYLVAIN GEORGE
Las flotillas por Gaza o lo inacabado como forma política

Sylvain George, lundimatin, 2-9-2025
Traducido por Tlaxcala

Hace unos meses, el Madleen fue interceptado por el ejército israelí a pocos kilómetros de las costas de Gaza. Este 31 de agosto, es una flotilla de varias decenas de barcos la que se lanza al Mediterráneo con la esperanza de romper el bloqueo que asfixia, hambrea y genocida a Gaza. Los espíritus más realistas, que son también los más cínicos, lo ven como un intento vano o insensato, dado el poder contra el cual los veleros no pueden más que estrellarse. En este excelente texto, el autor y cineasta Sylvain George demuestra y defiende exactamente lo contrario. Lo que está en juego en esta flotilla es un desplazamiento de nuestros referentes políticos: lo inacabado como camino, la vulnerabilidad y la obstinación como potencia, la fragmentación como forma.-lundimatin

 




Introducción: del acontecimiento singular a la cadena inacabada

El pasado mes de junio, la partida del Madleen fue pensada como la invención de una forma política singular: la de lo inacabado. [1]


Se trata entonces de una flota plural, heterogénea, compuesta de militantes, médicos, artistas y “personas comunes”, que se lanza al mar para afrontar el horizonte del asedio.

A través de este gesto, frágil e interrumpido, se abría la posibilidad de una política que no es la del cumplimiento soberano, del acto definitivo o de la victoria fulgurante, sino la del fragmento, el recomienzo, la exposición. El barco, impedido de llegar a Gaza, portaba sin embargo una carga simbólica y material irreductible: inscribía en lo real un gesto de desobediencia marítima, una brecha en el orden establecido, una imagen que no se cierra.

Conviene recordar, sin embargo, que el Madleen no fue una primera vez y venía después de una serie de intentos, desde finales de los años 2000, de romper el bloqueo. Pero su mérito fue haber sabido reactivar la atención pública, arrojar una luz cruda sobre Gaza y mostrar que aún es posible producir una imagen disidente en un mundo saturado de consentimiento y complicidad. Pues si el barco fue impedido, llevó sin embargo al espacio internacional la prueba de que un gesto menor, vulnerable, podía todavía fisurar el cerco simbólico del asedio.

He aquí que poco después del Madleen, y del Handala en julio de 2025, una nueva flotilla zarpó el domingo 31 de agosto de 2025, con varios barcos esta vez, la “Global Sumud Flotilla”, que pretende marcar una inflexión decisiva e intentar una vez más romper el bloqueo. Esta vez, Israel no tendrá que interceptar una nave aislada, sino enfrentarse a una flota entera. La coalición de asociaciones (Freedom Flotilla, Global March to Gaza, Caravana Sumud), reforzada por la presencia de figuras internacionales y miles de voluntarios de 160 nacionalidades, afirma querer lanzar «la misión marítima humanitaria más grande de la historia» [2].

La cuestión que se impone es la siguiente: ¿cómo pensar filosóficamente esta nueva partida? ¿Se trata de una simple repetición de lo mismo, de una continuación lineal, o bien de un desplazamiento que transforma el significado del acto? Si el primer barco podía aparecer como un acontecimiento puntual, a la vez heroico y vulnerable, el hecho de que otros le sigan compromete otro régimen de temporalidad y de pensamiento: el de una política de la persistencia —no una persistencia fundada en una esencia inmutable, sino una reanudación discontinua, fragmentaria, donde cada fracaso llama a una reanudación, donde la repetición engendra la diferencia y no la identidad—, el del recomienzo, de la cadena inacabada.

Podría uno verse tentado de reducir estas flotillas a fracasos tácticos: cada nave es interceptada, confiscada, impedida. Pero precisamente en ese impedimento mismo reside su fuerza. Pues lo inacabado no es aquí un defecto contingente, sino que deviene condición de posibilidad de la repetición. Lo que no se cumple una vez puede rejugarse de otro modo, bajo otra forma, en otra constelación. Lo que fracasa en cerrarse renace como fragmento, expuesto a la aprehensión, pero también a la reinscripción.

Así, el gesto de las flotillas no pertenece al paradigma del acontecimiento único, aquel que, en su fulguración, trastornaría el orden establecido. Se trata más bien de una serie discontinua de actos frágiles, cada uno condenado a lo inacabado, pero que componen juntos una escritura política de largo alcance. Cada barco es una hoja arrancada de un libro inacabado, una imagen fragmentaria que persiste. Ahí se perfila un problema: ¿cómo pensar una acción política cuya potencia no reside en el cumplimiento, sino en la reiteración? ¿Cómo concebir una política que asume no ser un “gran acontecimiento” sino una sucesión de gestos menores, intermitentes, pero insistentes?

La cuestión adquiere toda su gravedad si recordamos hacia dónde navegan estos barcos: un territorio transformado en un campo a cielo abierto, donde el hambreamiento [3] se ha convertido en método de gobierno, donde se despliega ante nuestros ojos una limpieza étnica metódica, cubierta por la complicidad occidental y árabe, y por el consentimiento establecido de la mayoría de las naciones. Desde entonces, se plantea la cuestión abismal: ¿qué significa la partida de unos pocos barcos —o incluso de decenas de navíos— frente a un genocidio?

En este sentido, la «Global Sumud Flotilla» no es simplemente la continuación de la anterior. Marca una inflexión: el paso del gesto aislado al devenir-flotilla, es decir, a una política que encuentra su fuerza en la repetición, en el hecho de reabrir sin cesar la herida del bloqueo, en el rechazo obstinado del cierre. Allí donde Israel busca normalizar la excepción, naturalizar el bloqueo como horizonte insuperable, la flotilla viene a reabrir el tiempo, a reavivar lo intolerable, a inscribir una temporalidad insurgente.

Es este pasaje lo que debe analizarse: del Madleen, que supo reavivar la luz sobre Gaza actualizando la fuerza de lo inacabado, a la nueva flotilla como política de la persistencia, como heterotopía frágil frente al campo, como escritura fragmentaria que no cesa de reinscribirse a pesar del impedimento.

 

I. Lo inacabado como forma política

El Madleen, impedido de llegar a Gaza, no «triunfó»: no abrió un corredor marítimo, no rompió materialmente el bloqueo, no alivió concretamente a la población sitiada. Pero reducir su alcance a ese fracaso táctico sería no comprender el corazón de su operación política. Pues el Madleen no fue ante todo un acto logístico o militar. Fue un gesto. Y este gesto debe ser pensado filosóficamente como la puesta en obra de una forma singular: la de lo inacabado.

En la lógica soberana de los Estados, el acto político se define por su culminación. Vale si se concluye, si produce un resultado decisivo, si instituye un fin. La soberanía, como recuerda Schmitt, consiste en el poder de decidir, es decir, de cerrar. En esta economía política de lo acabado, lo inacabado no es más que una carencia, una falla, un residuo. Pero la flotilla desplaza radicalmente esta lógica: propone una política cuyo valor no reside en el cierre sino en la apertura, no en la culminación sino en la reanudación. Transforma lo inacabado de defecto en recurso, en potencia paradójica.

Porque lo que el Madleen inscribió en lo real no fue una victoria consumada, sino una brecha, una desobediencia marítima que, precisamente porque fue interrumpida, permanece disponible, reinscriptible, susceptible de volver. Es en este sentido que Benjamin, en sus Tesis sobre el concepto de historia [4], nos enseña que la historia de los oprimidos no se lee como una continuidad victoriosa sino como una sucesión de fragmentos, de constelaciones inacabadas, de reanudaciones. Lo inacabado no es ahí lo que condena, sino lo que promete: mantiene abierto el espacio de lo posible. Lo que no se cierra, lo que no se concluye, puede ser retomado en otra constelación, en otro montaje.

Así, cada interceptación, cada impedimento no constituye un fin, sino que se convierte en condición de repetición. Lo inacabado no es el fracaso de la acción, es su modo de persistencia. El Madleen, capturado, dispersado, confiscado, dejó tras de sí una imagen que llama a otras imágenes, una acción que exige otras acciones. Es precisamente porque fue interrumpido que pudo ser rejugado por el Handala, y luego por la nueva flotilla. Lejos de apagar el gesto, el impedimento lo obliga a relanzarse.

Lo inacabado, así comprendido, es más que una circunstancia. Es una categoría política. Define una manera de actuar que se arranca del paradigma de la soberanía, que rechaza la culminación como único criterio de valor, y que inventa una política fragmentaria, frágil, pero persistente. Esta política no busca imponer un fin último sino mantener abierta la falla, reabrir el tiempo, producir una persistencia en y por la interrupción.


II. La lógica de la repetición: del hecho puntual al devenir-flotilla

Si el Madleen pudo aparecer como un acontecimiento aislado, una fulguración frágil pronto absorbida por el inmenso aparato del bloqueo, la reaparición del Handala, y luego la partida de una nueva flotilla, marcan un giro decisivo. Lo que se despliega ahora no es ya el acto puntual, sino una lógica de la repetición. La flotilla deviene un devenir-flotilla, una temporalidad política que no se deja agotar en la singularidad de un solo gesto.

Ahora bien, repetir nunca es simplemente reproducir. Como subraya Deleuze en Diferencia y repetición, la verdadera repetición no es identidad, sino diferenciación. No reconduce lo mismo, introduce una alteración, una intensidad nueva, un desplazamiento del sentido. Repetir es “llevar la primera vez a la “enésima” potencia” [5], escribe Deleuze. Cada barco, lejos de ser una copia del anterior, es una variación que despliega una nueva figura del gesto inicial. El Madleen llamaba al Handala; el Handala llama a otros navíos; y cada uno, por su diferencia, compone con los otros una cadena discontinua, pero insistente.

Hay que insistir aquí en el alcance político de esta lógica. La soberanía estatal, ya se dijo, busca cerrar: se define por la decisión, por el fin impuesto, por la culminación. En cambio, la flotilla abre. Su gesto, condenado a lo inacabado, no se extingue. Permanece relanzable y llama a otros gestos. Allí donde el acto soberano se consuma en su propia efectividad, el acto frágil, inacabado, se despliega en una temporalidad insurgente, hecha de reanudaciones, de retornos, de recomienzos.

Por eso la repetición de las flotillas no debe ser comprendida como redundancia sino como obstinación creadora. Cada vez, el bloqueo parece imponerse definitivamente, como una fatalidad insuperable. Y, sin embargo, cada vez, los barcos vuelven a zarpar, reabriendo la herida, reinscribiendo en el presente lo intolerable. Su repetición dice: el tiempo del bloqueo no está cerrado, puede ser horadado, fisurado, interrumpido…

Repetir, aquí, no es recaer en la impotencia, sino transformar el fracaso en condición de posibilidad, hacer de la interrupción el motor de una persistencia. El devenir-flotilla es esta temporalidad paradójica donde el gesto se sabe impedido, pero persiste en rejugarse, no a pesar del fracaso, sino a causa de él.

III. La fragmentación como escritura política

Si la flotilla debe pensarse como un devenir, es porque no se totaliza en un cumplimiento único, sino que se despliega bajo la forma de fragmentos. Cada partida es una parcela de escritura política, un fragmento arrancado al mar y a la historia, que solo cobra sentido en la relación con los otros fragmentos que le precedieron y con aquellos que le seguirán. No se puede leer una flotilla como un relato cerrado, sino como una página dispersa de un libro inacabado, cuya unidad nunca está dada sino siempre por reconstituir en el después, en el montaje de las huellas.

Este carácter fragmentario no significa debilidad o contingencia, sino que constituye, al contrario, una forma de resistencia. Pues el poder soberano busca el cierre, la decisión, la totalidad. El Estado quiere imponer el sentido por la culminación: una ley promulgada, una frontera sellada, una guerra ganada. La flotilla, en cambio, rechaza esta lógica. Se inscribe en una política que no culmina, que no unifica, que no busca la conclusión de la totalidad sino la apertura del fragmento. Inventa un modo de actuar donde el valor reside en la intermitencia, en la reinscripción, en la reanudación.

Foucault recordaba que el barco es “la heterotopía por excelencia”: lugar móvil, espacio otro que lleva consigo su propio afuera, contraespacio frágil pero real. Gaza, por su parte, condensa la experiencia extrema del espacio cerrado: suspensión de la ley, normalización de la excepción, administración de la supervivencia por la privación y el hambre. Entre el cierre y la travesía, entre el campo y la heterotopía, se abre un contraste decisivo. El campo encierra, fija, inmoviliza; la flotilla abre, desplaza, descentra. El campo busca hacer absoluto el cierre; la flotilla recuerda que siempre existen espacios otros, incluso fugitivos, incluso precarios.

Este contraste ilumina el alcance de la fragmentación. Pues cada navío es un fragmento de heterotopía opuesto al fragmento disciplinario del campo. Cada flotilla despliega un contrafragmento que fisura el orden espacial y simbólico del bloqueo. Y como estos fragmentos no se suman para formar una totalidad estable, sino que se repiten y se desplazan, su potencia reside en su capacidad de persistir en la interrupción.

Blanchot y Nancy han propuesto que la comunidad moderna ya no se funda sobre una totalidad cerrada, sino sobre la exposición de fragmentos, sobre la yuxtaposición de singularidades inacabadas que se mantienen juntas por su no-coincidencia. La flotilla actualiza esta lógica: cada navío es una singularidad expuesta, cada partida un fragmento vulnerable, pero es en su puesta en relación, en su constelación discontinua, donde se construye una forma política.

Así, la flotilla no es solamente un acontecimiento puntual condenado al fracaso. Es una escritura fragmentaria que deshace la lógica del cierre, que opone a la totalidad impuesta del campo una constelación de heterotopías vulnerables pero insistentes. Una política que no busca constituir un todo, sino hacer vivir fragmentos, mantener abierta la posibilidad de un afuera.



IV. Temporalidad insurgente: romper la normalización del bloqueo

El bloqueo de Gaza no se reduce a un cierre espacial. Constituye, sobre todo, una técnica de temporalización, una manera de producir el tiempo como instrumento de dominación. Desde 2007, Israel ha buscado hacer del bloqueo no una medida excepcional y provisoria, sino un horizonte insuperable, una normalidad instalada. Gaza queda así reducida a una temporalidad suspendida, un presente sin futuro, ritmado por las cuotas de comida, las penurias de agua, los cortes de electricidad, los bombardeos recurrentes.

Esta suspensión del tiempo no es un accidente: es el corazón de la estrategia. Pues uno de los rasgos más aterradores del bloqueo es el uso sistemático del hambre como arma, no de guerra en el sentido clásico —ya que la asimetría impide hablar estrictamente de guerra—, sino de aniquilamiento. El hambreamiento no es una consecuencia indirecta, sino una política deliberada. Se trata de privar a la población de alimentos, agua, medicinas, de someterla a una supervivencia mínima administrada cotidianamente. Es lo que debemos nombrar una limpieza étnica lenta, una política de borramiento metódico que combina el aniquilamiento espacial (el asedio, la destrucción de infraestructuras) y el aniquilamiento temporal (la imposición de un tiempo muerto, el de la espera, el racionamiento, la agonía prolongada).

En esta configuración, como se esbozó antes, Gaza aparece como la figura paradigmática del campo, en el sentido que Agamben le dio: el espacio donde la ley se suspende para ejercerse mejor, donde la excepción se convierte en regla, donde las vidas quedan reducidas al estado de “vida desnuda” que se administra, se expone, se destruye. [6] El campo es el espacio donde se confisca el tiempo, donde se anula el porvenir, donde la historia queda congelada en la repetición del desastre.

Frente a esta lógica de cierre e inmovilización, la flotilla introduce un contratiempo. Cada partida, incluso impedida, incluso interceptada, produce una intermitencia, una ruptura en el tiempo homogeneizado del asedio. Inscribe en el presente una disonancia, el recordatorio de que el bloqueo no es un horizonte natural, sino una construcción política, y que, por lo tanto, puede ser cuestionado. En este sentido, cada flotilla encarna lo que Benjamin llamaba un Jetztzeit, un “tiempo del ahora” que arranca la historia de la continuidad impuesta, de la continuidad del desastre, para abrir una nueva constelación, que devuelve densidad al presente allí donde todo parecía congelado.

El navío, ya se ha visto, es esa “heterotopía por excelencia”, un espacio otro, móvil, errante, que lleva en sí su propio afuera. La flotilla, en este sentido, es una heterotopía insurgente que se opone a la espacialidad cerrada del campo. No triunfa materialmente sobre el bloqueo, pero despliega otro espacio-tiempo. Un espacio de travesía, un tiempo de recomienzo. Allí donde el bloqueo quiere imponer la repetición de la supervivencia, la flotilla impone la repetición de la insurrección.

Por eso la lucha de las flotillas no es solo logística o simbólica: es también kairopolítica. Oponen al tiempo muerto del asedio la irrupción de un tiempo por venir, de un presente que persiste, de un surgimiento que abre. Incluso interceptada, incluso impedida, la flotilla ya ha fisurado el tiempo del bloqueo. Ha recordado que la historia no está cerrada, que puede ser reinscrita, que otras configuraciones siguen siendo pensables.

Así, frente al campo que encierra en una temporalidad congelada, la flotilla despliega no una nueva continuidad, sino la experiencia de una discontinuidad temporal, de una temporalidad insurgente, frágil, intermitente, pero capaz de romper la evidencia del desastre, de recordar que todavía es posible actuar y resistir.



V. Política de la persistencia: vulnerabilidad y obstinación

Todo parece condenar a las flotillas a la insignificancia. Han sido y serán interceptadas por un ejército sobrepoderoso, apresadas por fuerzas navales que disponen de una superioridad tecnológica y militar aplastante. Transportan solo pequeñas cargas, irrisorias frente a las inmensas necesidades de una población hambrienta. No pueden romper materialmente el asedio, ni invertir la máquina de destrucción que se abate sobre Gaza. ¿Cómo, entonces, pensar el valor de estos gestos frágiles frente a un genocidio que se ejerce ante los ojos del mundo?

Es precisamente en esta desproporción donde reside su alcance. Judith Butler ha mostrado que la vulnerabilidad no debe entenderse únicamente como exposición a la herida, sino como condición de la acción colectiva, como recurso ético y político. [7]

Las flotillas encarnan esta vulnerabilidad: se exponen deliberadamente, saben de su impotencia relativa, asumen el fracaso probable. Pero es en esa exposición misma donde se aloja su fuerza. Pues la cuestión no es rivalizar con el Estado, sino testimoniar, mediante el gesto, la imposibilidad de aceptar el consentimiento general.

La desproporción deviene así un revelador. ¿Qué significan unos pocos barcos frente a un genocidio? La pregunta no anula el sentido del acto, sino que lo funda. Pone en evidencia la complicidad de las naciones occidentales, que arman y apoyan a Israel; la pasividad, e incluso la cooperación tácita, de numerosos regímenes árabes; el silencio o la indiferencia de una opinión internacional que terminó por naturalizar el asedio y por considerar el hambreamiento como un hecho consumado. La flotilla opone entonces un frente de rechazo. Dice: no. No al silencio, no al consentimiento establecido, no a la reducción del crimen a una fatalidad.

Esta obstinación frágil no es ingenuidad. Sabe que no puede vencer militarmente. Pero inventa una política menor en sentido deleuziano: una política de los márgenes, de la reanudación, de la intermitencia. Se opone a la soberanía que cierra, no por una contrasoberanía simétrica, sino por una sucesión de gestos vulnerables, abiertos, reinscriptibles. No produce una victoria, sino una persistencia.

Hay que pensar entonces esta persistencia como una forma de resistencia en el doble nivel espacial y temporal. Frente al campo, espacio de la excepción normalizada, la flotilla encarna una heterotopía precaria pero insubordinada. Frente al tiempo muerto del asedio, despliega un tiempo insurgente, el del recomienzo. Lo que opone al genocidio no es la potencia, sino la obstinación vulnerable de un gesto que se niega a desaparecer, que persiste a pesar del fracaso, que viene una y otra vez a pesar de la derrota.

Así, la flotilla no se define por lo que cumple, sino por lo que impide. Impide que la derrota sea total, que el silencio sea completo, que el consentimiento sea unánime. Inscribe una falla en el consenso asesino y recuerda que incluso frente al abismo, todavía es posible actuar, débilmente, minoritariamente, pero obstinadamente.

 

Conclusión: Una constelación de actos inacabados

Las flotillas por Gaza no deben entenderse como una sucesión de intentos fallidos. Componen una constelación de actos inacabados, fragmentos dispersos pero enlazados, que nunca se reabsorben en un cumplimiento final y que encuentran su fuerza en la persistencia misma de su inacabamiento.

El Madleen, impedido, no triunfó, pero reabrió un espacio de visibilidad y arrojó una luz cruda sobre Gaza. El Handala prolongó este gesto. La nueva flotilla, con varios navíos, afirma una obstinación que excede el acontecimiento puntual. Inventa un devenir-flotilla, una temporalidad de repetición creadora donde cada impedimento deviene condición de una reanudación.

Así se despliega una lógica paradójica: el fracaso no cierra, abre. Lo inacabado no condena, promete. La fragmentación no disuelve, compone. La vulnerabilidad no reduce, intensifica. Es lo que Benjamin nombraba la potencia de los fragmentos, lo que Deleuze pensaba como la repetición diferenciadora, lo que Butler reconoce en la vulnerabilidad expuesta, lo que Foucault y Agamben iluminan por la oposición entre la heterotopía y el campo.

Pues ahí se juega la dialéctica esencial: de un lado, Gaza como campo de aniquilación a cielo abierto, figura paradigmática de la excepción convertida en norma, laboratorio de una política del hambreamiento y del borramiento metódico, sostenida por la complicidad occidental y árabe; del otro, la flotilla como heterotopía insurgente, espacio otro, móvil, frágil, pero capaz de arrancar un afuera, de fisurar el cierre, de producir una temporalidad insurgente que recuerda lo intolerable.

Hay que replantear aquí aún la cuestión en toda su aspereza: ¿qué significan unos pocos barcos frente a un genocidio? La desproporción es abismal. Pero es precisamente en esa desproporción donde reside la potencia de estos gestos. No pretenden vencer, se niegan a consentir. No pretenden cerrar el bloqueo, se niegan a naturalizarlo. No pretenden abolir el genocidio, rechazan el silencio que lo rodea.

Cada partida inscribe una disidencia, aunque efímera, en un mundo saturado de complicidad. Cada barco testimonia que todavía es posible actuar, aunque débilmente, aunque minoritariamente. Cada fragmento recuerda que la historia no está cerrada, que puede ser reinscrita, que aún existen gestos capaces de romper los estados de normalidad impuestos.

Así, las flotillas componen una memoria insumisa. No una memoria de la victoria, sino una memoria de la persistencia. No el cumplimiento, sino lo inacabado como forma política. No la totalidad, sino la constelación fragmentaria de actos vulnerables y obstinados que, en el corazón del desastre, recuerdan la urgencia de actuar y el rechazo del consentimiento.

«Si está escrito que debo morir / Que mi muerte traiga esperanza / Que mi muerte se vuelva historia» [8], escribía Refaat Alareer, poeta de 43 años asesinado por un bombardeo israelí el 6 de diciembre de 2023. Estas palabras, que dicen que la esperanza nace de la interrupción misma, que el fragmento inacabado deviene promesa, que la muerte violenta se transmuta en un llamado a la persistencia, se encuentran, a un siglo y medio de distancia, con la fórmula de Blanqui: “solo el capítulo de las bifurcaciones está abierto a la esperanza” [9]. Pues es precisamente en la bifurcación tras el fracaso, en el recomienzo tras el impedimento, en el rechazo del cierre, donde se mantiene la posibilidad de otro porvenir.

Quizá ahí radique la lección silenciosa, o la señal secreta, que envían las flotillas: como el agua que no cesa de volver contra el dique, abren cada vez una brecha, recordando que ningún bloqueo, por hermético que sea, puede abolir para siempre el movimiento del mar y la esperanza obstinada de quienes lo atraviesan.

Gaza, no desaparecerás.

Notas

[1] Sylvain George, « Le Madleen ou l’inachevé comme forme (politique», AOC, 10 de junio de 2025.

[2] Declaración de la coalición Global Sumud Flotilla, 31 de agosto de 2025.

[3] El término hambreamiento (affamement) se usa aquí para subrayar que no se trata de una simple penuria alimentaria resultante de circunstancias económicas o bélicas, sino de una política deliberada de privación de recursos esenciales, destinada a someter y destruir a la población.

[4] Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de historia, 1940.

[5] Gilles Deleuze, Diferencia y repetición, 1968.

[6] Giorgio Agamben, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, 1995.

[7] Judith Butler, Marcos de guerra. Las vidas lloradas, 2009.

[8] Refaat Alareer (1979-2023), poeta palestino asesinado en Gaza el 6 de diciembre de 2023 por un bombardeo israelí. Poema citado en numerosos homenajes internacionales.

[9] Louis-Auguste Blanqui, Instructions pour une prise d’armes, L’Éternité par les astres et autres textes, recueil établi par Miguel Abensour et Valentin Pelosse, Paris, Édition de la Tête des Feuilles, 1972.

Sobre las afinidades electivas entre W. Benjamin y Blanqui, véase el magnífico texto de Miguel Abensour., « W. Benjamin entre mélancolie et révolution. Passages Blanqui », en Heinz Wismann (éd.), Walter Benjamin et Paris, Paris, éd. du Cerf, 1986.