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27/07/2025

LYNA AL TABAL
¿Es ésta tu novedad, Ziad?

Lyna Al Tabal, Rai Al Youm, 27/7/2025
Traducido por Atahualpa Guevara, Tlaxcala

 

¿Así que es ésta tu novedad, Ziad…? Entonces no la queremos.
Ziad Rahbani sigue sonriendo, con un silencio extraño. Nos mira con los ojos cerrados, como si ya lo hubiera visto todo… y nada importara. Duerme como un príncipe cansado de su reino. Ziad duerme, ¿no?

No. Ziad resiste a su manera: se retira. Simplemente se niega a formar parte de todo esto.

Su decisión de guardar silencio a partir de hoy es su declaración más fuerte. Ha elegido cerrar los ojos… y soñar.

Pero ¿quién sueña todavía hoy? ¿Quién tiene aún el coraje de soñar? Ziad, solo Ziad.

Ziad duerme, sí. Y sueña con esta nación… Qué nación tan extraña es la que sueñas, Ziad…


Caligrafiti de Ashekman que representa a Ziad Rahbani con la célebre frase “¿Bennesbeh Labokra Chu?”, “Y mañana, ¿qué?” (título de una obra de teatro musical de 1978), ubicado estratégicamente en el centro de una antigua zona de guerra en Beirut, conocida como la línea de contacto, en la intersección de Basta/Bechara el Joury/Sodeco. Foto: Yad Jorayeb

 

En su sueño, ve Palestina… sin barreras, sin checkpoints, sin soldados que te arranquen la flor porque su color les recuerda la sangre que siempre han derramado, y luego te griten: “Quédate ahí, bajo el sol… y arde.”
Ziad sueña que la ocupación ha terminado, y con ella se han evaporado los rostros pulidos del poder —los que firmaban los acuerdos de normalización con una sonrisa, mientras el enemigo nos lanzaba bombas. Nadie se pregunta dónde está “Abbas”, claro. Y nadie llora una autoridad dormida desde Oslo.

Damasco, en el sueño, ha reintroducido a “Jules Jammal”* en los manuales escolares, y ha levantado el signo de la victoria sobre el cementerio nacional donde fue enterrada la mitad del pueblo, en toda su diversidad. Y en el sueño, todos aplauden, incluso los mártires. Hay allí una estatua de una combatiente hermosa, llamada Siria, que hace la señal de la victoria.

Gaza se ha convertido, de verdad, en la Riviera de Palestina —quieran ellos o no. Plazas verdes, arena dorada, un mar de azul intenso, barcas pintadas.
Así es como Ziad ve el sueño… a todo color.

¿Y tú? ¿Alguna vez te has preguntado si tus sueños tienen colores o si solo son en blanco y negro?

Sí, en el sueño, las calles de Gaza huelen al perfume de Sinwar y Deif —un perfume de resistencia, mezcla de pólvora… y de nostalgia. Los niños juegan en plazas que llevan los nombres de los mártires de Palestina. A su alrededor, mujeres… las mismas que dieron a luz a los hijos que Israel exterminó.
Los mismos nombres.

Los mismos rostros.

Los mismos ojos… pero esta vez, sin lágrimas. Porque en los sueños de Ziad, las lágrimas están prohibidas.

Qué derrota para Israel… Por cada casa bombardeada, hemos reconstruido diez. Y por cada niño asesinado… nuestras mujeres han dado a luz a cien.

Beirut ya no manda a sus poetas al Golfo para servir como coartada cultural, ni a mendigar migajas de subvención al Occidente sacio. Y las cámaras encima de las embajadas han sido arrancadas —como dientes podridos.
En el sueño, el mundo árabe es un solo país, pero que reúne a todos los pueblos, de Tánger a Salalah… Sueña que los pueblos árabes cruzan las fronteras hacia Palestina, las derriban, como lo proclamaba el militante Georges Abdallah, las arrasan y recuperan la tierra.
¿Cansado al punto del colapso? ¿O simplemente asqueado hasta la muerte, Ziad? Vamos, las dos cosas… y basta.

Ziad ha cambiado de acorde musical, dejándonos tambalear solos… Nosotros, su generación, aquella que él arrulló cantando el derrumbe.
Somos la generación de los escombros: nacidos entre el 70 y el 90, diagnosticados como inestables porque la guerra, esa, nunca fue estable. Y mejor así: no queremos curarnos de un mal que nos hizo lúcidos.
Sobrevivíamos a doble velocidad: guerra de día, Ziad de noche. Así nos manteníamos en pie. Los muertos al amanecer, las melodías al atardecer. Y nadie nos preguntaba cómo lo lográbamos.
Correr bajo las bombas por un casete de Ziad… Hay que estar loco, ¿verdad? Y sin embargo, lo hicimos. Preferíamos su voz a nuestras vidas. Así era nuestra forma de amar. Idiota. Feroz.
¿Alguna vez esquivaste a un francotirador con un casete en el bolsillo? ¿Un casete de Ziad? Nosotros sí. Entrábamos así, entre dos ráfagas, sin pensar. Instinto, amor, pura locura.

Cada uno creía que Ziad solo hablaba con él. No éramos un público. Éramos su generación, sus hijos.

Y cuando nuestras casas fueron destrozadas por el enemigo, ¿eras de los que primero buscaban bajo los escombros el casete de Ziad? ¿Y cuando el exilio te atrapó, no metiste primero en tu maleta el casete de Ziad… y la voz de Fairuz?

Sí, somos esos enfermos. Los sobrevivientes de una época, de un régimen, de guerras clavadas en nuestra carne y nuestra mente. Damos un salto ante el menor ruido. Ya no son las bombas, son las puertas que se cierran de golpe… y despiertan en nosotros todo lo que intentamos olvidar.
Nosotros, los resistentes, un portazo basta para despertar las ruinas de la infancia, y toda la guerra regresa, sin avisar.
Una mirada basta para tambalearse: en ella vemos demasiado. Demasiado de lo que huimos, demasiado de lo que callamos.

Ofrecemos nuestros sentimientos con una generosidad enfermiza, sin condiciones. Somos los hijos de las grietas mentales, de los traumas en espiral, de eso que hoy llaman un trastorno y que nosotros simplemente llamamos nuestra vida.

Confiamos como idiotas, apenas sanamos, y recaemos al primer recuerdo o a la primera canción.

Este texto no trata de un artista. Trata de un padre, un terapeuta sin bata, que curaba nuestras heridas con casetes. Diagnosticaba a golpes de piano rabioso. Somos su generación. Aquellos a quienes el país, el banco, la religión, los partidos y el exilio crucificaron… y que, al final, fueron a casa de Ziad.

Él reía, abofeteaba a los poderosos con sus palabras… luego reía otra vez, y reíamos con él. Esa era su forma de resistir, y también la nuestra.
Tienes razón, Ziad… en este Levante, dormir se ha vuelto el único verdadero descanso.

Ridiculizabas a todos, y sin embargo nadie te odiaba. Te burlabas de todos a la vez, y te escuchaban como se escucha a un profeta desencantado.
Fuiste el único que no nos exigió tomar partido. Todos los bandos te parecían absurdos, vacíos, intercambiables… excepto uno: el de la resistencia.
La resistencia no es una elección. Es un reflejo. Como respirar bajo el agua. Como gritar en silencio. Como reconocer, en la mirada de tu vecino, al soldado que pulverizó tu casa… Entonces ya no piensas: resistes.
Pero Ziad, nuestro Ziad… abre los ojos. Ya no es hora de soñar. El soldado está aquí, sentado en el sofá, bebe mi café,
y tararea tus melodías…

¿Es ésta tu novedad, Ziad?

No la queremos.

Lanza tu frase, Ziad… Queremos palabras como balas. Que tu voz golpee este mundo que se duerme al sonido de las bombas sobre Gaza.
No, no te equivoques… No creas que te lloro. En medio de mis lágrimas y mi dolor, no escribí para llorar, sino para maldecir el destino que nos ha roto.
Solo suavicé mis palabras, para no asustarte, nuestro príncipe dormido… Suavicé mis palabras, Ziad, para no asustar a los lectores. Que no crean que lloro. Que no lo tomen por una lamentación. Duermes, eso es todo. Tal vez demasiado pronto.

No se llora a quien nos legó un vocabulario de lucha. Yo no lloro. Escribo.
Esto no es una despedida. Son las palabras de una generación golpeada. La tuya, Ziad. La de la guerra, de las ráfagas, de la angustia que se bebe como café negro.

Tu generación, Ziad, la que verá el fin de la ocupación israelí… sin ti.
Somos esa generación.

Y jamás perdonaremos a este mundo que te llevó hasta el agotamiento… y te obligó al sueño.

NdT
* Jules Youssouf Jammal es una figura legendaria del nacionalismo árabe: este militar sirio cristiano ortodoxo habría lanzado un ataque suicida contra un buque de guerra francés durante la “operación de Suez” franco-israelo-británica de 1956.

 

 

18/07/2025

GILAD ATZMON
El genocidio de Gaza es el verdadero regreso a casa de los judíos

Gilad Atzmon, 6-7-2025
Traducido por Atahualpa Guevara, Tlaxcala

¿Te has dado cuenta de que las «buenas almas» hipócritas de nuestras filas han dejado por fin de difundir la tontería de que «el judaísmo no es sionismo»? Con el 97 % de los judíos ortodoxos de Israel apoyando los crímenes israelíes en Gaza, es difícil convencer a nadie de que el judaísmo es sinónimo de paz y armonía. Con un Estado que se autodenomina «Estado judío» y que se está convirtiendo en un Estado judaico que lleva a cabo una guerra de exterminio al estilo del Antiguo Testamento contra los pueblos indígenas de la tierra, es prácticamente imposible seguir reutilizando la «carta de la inocencia judía».


Mr. Fish

Probablemente sea muy doloroso para algunos admitirlo, pero el genocidio que todos estamos presenciando en Gaza, ese culto a la muerte que une a los israelíes en su conjunto (excepto a los pocos verdaderos disidentes), es el verdadero regreso a casa de los hijos predilectos de Dios.

Esos crímenes catastróficos contra la humanidad perpetrados por un ejército nacional con el apoyo incondicional de toda la nación, sus rabinos y la clase política es lo único que los judíos no podían hacer en la diáspora. Como tal, el Estado judío ha sacado a la luz algo que los judíos han intentado suprimir e incluso negar a lo largo de su historia.

Sin embargo, nada de lo anterior es nuevo para los judíos. He aquí algunos datos fascinantes relacionados con lo anterior. Tanto la ortodoxia judía como los primeros sionistas eran plenamente conscientes de la carencia judaica en lo que se refiere al núcleo ético y los valores universales.

Fue la familiaridad de los primeros sionistas con la visión judía de la moralidad lo que impulsó a la primera generación de agitadores a promover una revolución hebraica. Como he mencionado muchas veces en esta página, en el judaísmo la ética es sustituida por el litigio (leyes, o mitzvot). El judío rabínico no actúa éticamente, sino que sigue las mitzvot, que imitan el acto ético. El sionismo temprano, al ser un movimiento revolucionario, estaba impulsado por la creencia de que los judíos, una vez en «su tierra», se reformarían y se convertirían en una nación normal y un pueblo corriente. Para los sionistas, era el desprendimiento de «la propia tierra» lo que era responsable de la morbosidad ética de la diáspora. Los sionistas laboristas creían que el regreso a la patria y el vínculo con la vida proletaria y agrícola darían lugar a un nuevo judío hebreo ético.

La fantasía reciclada de que «las FDI son el ejército más moral del mundo» se hace eco de esa aspiración sionista temprana. Los primeros sionistas deseaban realmente convertirse en morales y éticos, pero el fracaso en la consecución de su objetivo es mucho mayor que su deseo inicial.

Los judíos ortodoxos también comprendieron que mezclarse con los goyim es una receta para un desastre inimaginable. El gueto judío, como tal, es una condición que los judíos se impusieron a sí mismos al aceptar su propia separación de la tendencia ética universal general. El judaísmo ortodoxo ha sido, y sigue siendo, una percepción aislacionista. Su objetivo es minimizar la interacción con el mundo exterior, aceptando que la barrera metafísica y ética entre el judío observante y el goy es insalvable. El gueto judío, como tal, existe para salvar al judío, pero también para proteger al goy.

Curiosamente, tanto los judíos ortodoxos como los primeros sionistas consideraban la emancipación como un desastre en la historia judía. Los ortodoxos veían que la asimilación traería una catástrofe sobre los judíos. Hitler les dio la razón, pero los sionistas también identificaron un peligro similar y prometieron llevarse a los judíos.

El agitador sionista primitivo Max Nordau argumentó en los últimos años del siglo XIX [Discurso en el Primer Congreso Sionista*, Basilea, Suiza, agosto de 1897] que la emancipación judía era algo que los goyim hacían para sentirse bien consigo mismos. Ellos (los goyim) acogían a los judíos no porque realmente los amaran, sino porque les gustaba ser tolerantes. Nordau predijo que los goyim se arrepentirían de su entusiasmo liberal. Menos de medio siglo después, el Holocausto le dio la razón. Sin embargo, el sionismo que trajo consigo el Estado judío fracasó en sus misiones principales. Prometió resolver el problema judío, pero en la práctica lo trasladó a un nuevo lugar y lo convirtió en un desastre global. El sionismo prometió arreglar a los judíos. En la práctica, creó un monstruo, desveló y amplificó lo que los judíos se habían esforzado por ocultar a lo largo de toda su historia, incluso a sí mismos.

El genocidio de Gaza es, trágicamente, el verdadero significado del regreso a casa de los judíos. Es la barbarie del Antiguo Testamento que cobra vida a través de las personas que se consideran descendientes del Abraham, Moisés y el rey David bíblicos. El entusiasmo de los israelíes por decapitar a los líderes políticos, culturales, científicos y espirituales de sus vecinos, algo que repiten con regularidad y que les entusiasma mucho, es de nuevo el espíritu exacto del regreso bíblico de los israelitas. Esto es precisamente lo que hicieron los israelitas bíblicos a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Quizás, solo quizás, ha llegado el momento de que la humanidad, y el cristianismo en particular, comprendan lo que representa el Antiguo Testamento y se mantengan alejados de este texto primitivo y catastrófico.

NdT

En su discurso, Nordau – inolvidable inventor de dos conceptos del siglo XX: el “judaísmo muscular” (Muskeljudentum) y la “degeneración” (Entartung)- lo dejó muy claro: la emancipación de los judíos europeos, inaugurada por la Revolución Francesa, condujo a la desaparición de los guetos, lo que amenazaba con la desaparición de la propia «raza» judía. La única salvación era, por lo tanto, la reconstitución del gueto en... Palestina.

12/07/2025

LYNA AL TABAL
I stand with Francesca Albanese/Apoyo a Francesca Albanese

Dra. Lyna Al-Tabal,Rai Al Youm, 11/7/2025
Original árabe
Traducido por 
Atahualpa Guevara

Lyna Al Tabal  es libanesa, doctora en Ciencias Políticas, abogada de formación y profesora de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos.

 


Sí, he decidido titular este artículo en inglés. No porque me guste presumir, ni porque crea más en la globalización del idioma que en su equidad. Sino porque esta frase se ha convertido, sin permiso de nadie, en una declaración de solidaridad mundial.

I stand with Francesca Albanese. Apoyo a Francesca Albanese.

Una frase corta, pero cargada de significado... solo cinco palabras. Pronunciada con calma, pero clasificada como peligrosa para la seguridad nacional... ¿Cómo?

Hay una mujer italiana que hoy está siendo perseguida por Gaza. No tiene genes de resistencia, no tiene ningún vínculo familiar con Gaza, ni un pasado marcado por la Nakba, ni siquiera una foto. No es árabe, no nació en un campo, no se crió con el discurso de la liberación. No es una soñadora de izquierdas, quizá nunca haya leído a Marx en los cafés. No ha lanzado ni una sola piedra a un soldado israelí... Lo único que ha hecho es cumplir con su deber profesional.

“Loca”, declaró Trump. Él, que acapara ese calificativo y lo reparte como hacen los narcisistas cuando se derrumban ante una mujer que no ha guardado silencio ante la injusticia.

Se llama Francesca Albanese. Abogada y académica italiana, ocupa el cargo de relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967. Como funcionaria internacional, sentada detrás de un escritorio blanco, redacta informes con un lenguaje preciso y una formulación jurídica imparcial. No se le da bien la oratoria, pero lo ha dicho con claridad y sin ambigüedades: lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio.

Lo ha escrito negro sobre blanco en un informe oficial publicado en el marco de sus funciones, en un lenguaje comprensible para el derecho internacional: lo que Israel está haciendo en Gaza es un genocidio.

De la noche a la mañana, su nombre se convirtió en peligroso y debía ser aniquilado, al igual que el ejército israelí aniquila las casas en Rafah. Su nombre fue destruido por un solo misil político y fue incluida en la lista de sanciones, junto a traficantes y financiadores del terrorismo.

Ahora lo sé: en este mundo, basta con no mentir para que te prohíban viajar, te congelen las cuentas y te excluyan del sistema internacional.

Francesca no infringió la ley, la aplicó. Y ese es su verdadero delito.

No cometió ningún error de definición, no exageró en su lenguaje, no se extralimitó en sus funciones. Lo único que hizo fue llamar al crimen por su nombre.

No, este informe no trata sobre el genocidio de los indios americanos. Ni sobre Vietnam, ni sobre el fósforo blanco, ni sobre Bagdad, ni sobre Trípoli... Este informe no remueve el pasado usamericano, trata de un presente descarado. Y del derecho que se pierde cuando lo reivindicamos... Este informe trata de la justicia internacional que se ahoga ante nuestros ojos y de la carta de los derechos humanos que también se evapora ante nuestros ojos. Mientras que el culpable ocupa un puesto en el Consejo de Seguridad.

Este informe habla de un mundo que no castiga a los mentirosos. Un mundo que te mata cuando amas sinceramente, cuando das sin pedir nada a cambio, cuando hablas con valentía, cuando intentas reparar el daño causado.

Este informe habla simplemente del mundo de las tinieblas.

Este mundo que estrangula a todos aquellos que no quieren parecerse a él.

Francesca no fue la primera.

Cuando se creó el Estatuto de Roma, Estados Unidos trató a la Corte Penal Internacional como un «virus jurídico», porque no podía controlarla... Bill Clinton lo firmó (sin ratificarlo). Luego llegó George W. Bush, retiró su firma y promulgó la llamada «ley de invasión de La Haya», que autoriza la invasión militar de los Países Bajos si la Corte Penal se atreve a juzgar a un solo soldado usamericano... Barack Obama, el sabio, no derogó la ley... Luego vino Trump, el vaquero rubio, con dos pistolas en el cinturón, que dio el golpe de gracia a la justicia... Castigó a Fatou Bensouda, la antigua fiscal general de la Corte, por abrir los expedientes de Afganistán y Palestina. Le retiró el visado, congeló sus activos y la colgó de la cuerda de sus sarcásticos tuiteos.

Luego llegó Karim Khan, el actual fiscal general, encargado del pesado expediente de Gaza y de una lista de nombres igualmente pesados: Netanyahu, Galant... Una vez más, la espada de la venganza política volvió y amenazó a la espada de la justicia.

Karim Khan ha sido objeto de numerosas amenazas procedentes del Congreso, la Casa Blanca y Tel Aviv.

 El primer día de su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump firmó la ley sobre sanciones contra la Corte Penal Internacional. ¿Un hombre de origen pakistaní que se atreve a tocar nombres intocables? Se acabó el juego.

Así es como una institución internacional, con todo su personal y su equipamiento, ha sido objeto de sanciones yanquis, como si se tratara de una milicia armada... A sus empleados se les ha prohibido viajar, trabajar e incluso respirar libremente... ¿Quién dijo que Estados Unidos impedía la justicia? Siempre y cuando esta no se acerque a Tel Aviv o al Pentágono.

Y en un momento de sinceridad, Joe Biden lo dijo con su formulación enrevesada: estas leyes no se redactaron para aplicarse al «hombre blanco», sino a los africanos... y a Putin, cuando sea necesario.

Y así se completa la paradoja: el 85 % de los procesos y juicios ante la Corte Penal Internacional se dirigen contra africanos.

 Y cuando se abren expedientes contra occidentales, la justicia se convierte en una amenaza... y el Tribunal, en un objetivo.

Y ahora ya lo sabes: si cruzas la línea roja,

es el tribunal el que es juzgado,
el juez que es juzgado,
y el testigo que es juzgado.

Solo queda el asesino... sentado en primera fila, sonriendo a las cámaras, recibiendo invitaciones para asistir a una conferencia sobre derechos humanos. ¿Por qué no?

Trump ha asestado un golpe mortal al derecho internacional, una puñalada en el corazón de la Corte Penal, y luego ha enterrado lo que quedaba del sistema de derechos humanos y nos ha arrojado el cadáver: «Aquí lo tenéis, enterradlo», dijo con el mismo tono que utilizaba para dar órdenes durante las masacres en la costa siria, cuando los alauitas son enterrados bajo los escombros, sin testigos, sin investigación, a veces sin nombre, solo con un número... Un agujero y todo ha terminado.

Trump actuó como un vaquero: disparó y luego declaró que el objetivo amenazaba la seguridad. Todo ello ante los ojos de las naciones. Y también ante nuestros ojos... Ante los ojos de Europa, más concretamente.

La Europa que redactó estas leyes a partir de las cenizas de sus guerras, de sus complejos psicológicos nunca resueltos, de su miedo a sí misma.

Y hoy, mira, en silencio... Con todos sus complejos psicológicos, Europa hoy guarda silencio. Entierra a su hijo jurídico con sangre fría, como las madres de Gaza entierran a sus hijos...

Con una sola lágrima, porque el tiempo no permite llorar mucho tiempo.

¿Lo entienden ahora? Todas las leyes sobre derechos humanos, desde el Estatuto de Roma hasta la Carta Internacional, son buenas para las sesiones académicas y los cursos de formación que terminan con la entrega de diplomas y la toma de fotos después de la graduación de los felices expertos.

Y todo se decide en Washington.

Así es como se administra la justicia internacional en la era de la hegemonía: una lista de sanciones... y una alfombra roja extendida ante el verdugo.

¿Ha seguido bien la historia?

Una italiana en la lista usamericana de terrorismo político... Se llama Francesca Albanese. No es originaria de Gaza, no ha salido de una guerra, no ha nacido bajo el bloqueo. No esconde armas ni bombas en su bolso, no pertenece a ninguna organización secreta... Proviene del mundo del derecho, de las instituciones de las Naciones Unidas, de una burocracia neutral... Lo único que ha hecho es redactar un informe oficial sobre lo que ocurrió en Gaza...

Escribió lo que vio: sangre, escombros, un crimen en toda regla... Escribió que lo que ocurrió allí no fue una operación de seguridad ni de legítima defensa, sino un genocidio... Hizo su trabajo en el lenguaje de los informes, sin eslóganes, sin gritos de guerra, sin siquiera poner una media sandía roja en el margen... Francesca Albanese ha trastornado el orden mundial porque no ha mentido...

No infringió las normas diplomáticas... Simplemente aplicó la ley...

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Nobel de la Paz para Francesca Albanese y los médicos de Gaza

03/02/2025

CHRIS HEDGES
Genocidio al modo occidental

El genocidio de Gaza presagia la aparición de un mundo distópico en el que la violencia industrializada del Norte Global se utiliza para sostener su acaparamiento de recursos y riquezas cada vez menores.

Chris Hedges,  The Chris Hedges Report, 1/2/2025
Traducido por Atahualpa Guevara

Mr. Fish

Gaza es un erial de 50 millones de toneladas de escombros y desechos. Ratas y perros hurgan entre las ruinas y los fétidos charcos de aguas residuales sin tratar. El hedor pútrido y la contaminación de los cadáveres en descomposición se elevan desde debajo de las montañas de hormigón destrozado. No hay agua limpia. Poca comida. Una grave escasez de servicios médicos y apenas refugios habitables. Los palestinos corren el riesgo de morir a causa de artefactos explosivos sin detonar, dejados atrás tras más de 15 meses de ataques aéreos, descargas de artillería, impactos de misiles y explosiones de proyectiles de tanques, así como de diversas sustancias tóxicas, como charcos de aguas residuales sin tratar y amianto.

La hepatitis A, causada por beber agua contaminada, está muy extendida, al igual que las afecciones respiratorias, la sarna, la desnutrición, el hambre y las náuseas y vómitos generalizados causados por la ingestión de alimentos rancios. Las personas vulnerables, incluidos los bebés y los ancianos, junto con los enfermos, se enfrentan a una sentencia de muerte. Alrededor de 1,9 millones de personas han sido desplazadas, lo que supone el 90% de la población. Viven en tiendas improvisadas, acampadas entre losas de hormigón o al aire libre. Muchos se han visto obligados a mudarse más de una docena de veces. Nueve de cada 10 viviendas han quedado destruidas o dañadas. Bloques de apartamentos, escuelas, hospitales, panaderías, mezquitas, universidades - Israel voló la Universidad de Israa en la ciudad de Gaza en una demolición controlada - cementerios, tiendas y oficinas han sido arrasados. La tasa de desempleo es del 80% y el producto interior bruto se ha reducido en casi un 85%, según un informe de octubre de 2024 publicado por la Organización Internacional del Trabajo.

La prohibición por parte de Israel del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente -que calcula que limpiar Gaza de los escombros dejados tras de sí llevará 15 años- garantiza que los palestinos de Gaza nunca tendrán acceso a suministros humanitarios básicos, alimentos adecuados y servicios.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo calcula que reconstruir Gaza costará entre 40.000 y 50.000 millones de dólares y llevará, si se dispone de los fondos, hasta 2040. Sería el mayor esfuerzo de reconstrucción posbélica desde el final de la Segunda Guerra Mundial.