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07/12/2024

Casablanca, Marruecos : el levantamiento del 7 y 8 de diciembre de 1952, un hito histórico

He aquí dos artículos, traducidos por Tlaxcala, que recuerdan los motines del 7 y 8 de diciembre de 1952 en Casablanca, Marruecos, que fueron brutalmente reprimidos por las autoridades coloniales francesas del llamado Protectorado. Al día de hoy, no se conoce todavía el número exacto de víctimas.

7 y 8 de diciembre de 1952: motines en las Canteras Centrales de Casablanca tras el asesinato del líder sindical Farhat Hached en Túnez.

Sabrina El Faiz, lebrief.ma, 5/12/2024

Canteras Centrales. El nombre resuena
en la memoria de los habitantes de Casablanca y Marruecos. Los días 7 y 8 de diciembre de 1952, Casablanca fue escenario de violentos disturbios. Estos acontecimientos, que tuvieron lugar en el barrio de Carrières Centrales, fueron desencadenados por el asesinato de Farhat Hached, dirigente sindical tunecino y ferviente defensor de la independencia de los países del Magreb. La revuelta de los trabajadores y vecinos de este barrio precario se convirtió rápidamente en un símbolo de la lucha anticolonial en Marruecos. Inmersión...


Farhat Hached
(2 de febrero de 1914 - 5 de diciembre de 1952)


Para el noticiero de British Pathé, todo eso eran “disturbios comunistas”.

A principios de la década de 1950, Marruecos vivía bajo el protectorado francés, establecido en 1912. Aunque este régimen colonial se basaba en una administración modernizadora, había engendrado numerosas desigualdades sociales, marginado a las poblaciones rurales y suprimido toda forma de reivindicación política.
Casablanca, como centro económico del país, simbolizaba todas estas disparidades.
Las Canteras Centrales, para quien no las conozca, es un barrio obrero de la periferia de la ciudad. En aquella época, albergaba a una población predominantemente marroquí que vivía en condiciones precarias. El barrio era un refugio para los trabajadores empleados en las industrias y obras de construcción de Casablanca, a menudo explotados y privados de los derechos más elementales. En este contexto creció considerablemente la influencia de los sindicatos y los movimientos nacionalistas, como el partido Istiqlal.
Farhat Hached, Secretario General de la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT) y figura emblemática de la lucha independentista en Túnez, era considerado un aliado natural por los militantes marroquíes. Su asesinato el 5 de diciembre de 1952 por miembros de la Liga Anticomunista, grupo paramilitar próximo a los colonos, conmocionó a todo el norte de África.

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La prensa preponderante se desencadena

El estallido de los disturbios

El 7 de diciembre se celebraron manifestaciones en todo Marruecos para denunciar el asesinato de Farhat Hached. En Casablanca, las protestas fueron especialmente intensas en las Canteras Centrales. La ira de los habitantes se expresó inicialmente mediante concentraciones pacíficas. Trabajadores, activistas nacionalistas y sindicalistas convocaron una huelga general para expresar su solidaridad con los tunecinos y su rechazo a la violencia colonial.
 Pero las tensiones no tardaron en aumentar. El aumento de la presencia de la policía francesa, que había acudido para sofocar cualquier protesta, avivó la ira de los manifestantes. Estallaron enfrentamientos entre los residentes y la policía, convirtiendo las calles del distrito en un campo de batalla. Las protestas, en principio pacíficas, se convirtieron en violentos disturbios.
Las fuerzas coloniales, sorprendidas por la amplitud de la movilización, reaccionaron con extrema brutalidad. La policía y el ejército se desplegaron en masa para dispersar a los manifestantes. Se disparó munición real, causando numerosas víctimas. Según fuentes históricas, varias decenas de personas murieron y centenares resultaron heridas.

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/9/97/19521210_-_Le_Petit_Marocain_-_Page_1.jpg

Las autoridades francesas también llevaron a cabo una oleada de detenciones. Activistas nacionalistas, sindicalistas y residentes ordinarios fueron arrestados en masa. Testimonios posteriores relataron escenas de violencia sin precedentes, marcadas por exacciones y actos de humillación contra los marroquíes.
A pesar de esta feroz represión, las revueltas de las Canteras Centrales tuvieron una amplia repercusión nacional e internacional. Demostraron el alcance del rechazo al régimen colonial.
Estos acontecimientos no se limitaron a Casablanca. Manifestaciones similares estallaron en varias ciudades marroquíes, mostrando la solidaridad de los marroquíes frente a la represión colonial. Los disturbios de diciembre de 1952 se convirtieron en un símbolo de la resistencia popular contra la opresión y dieron un nuevo impulso al movimiento nacionalista.

11 décembre

En la escena internacional, estos acontecimientos llamaron la atención sobre la situación de los países del Magreb bajo dominio colonial. Las reivindicaciones de los movimientos independentistas marroquíes ganaron en legitimidad, sobre todo en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 Aún hoy, los disturbios de diciembre de 1952 permanecen grabados en la memoria colectiva de Marruecos, y especialmente de Casablanca. Son un recordatorio de los sacrificios realizados por la libertad y de la importancia de la solidaridad entre los pueblos del Magreb en su búsqueda de la emancipación.

Casablanca 1952: la arquitectura al servicio de la lucha anticolonial o de la contrarrevolución


Léopold Lambert, The Funambulist, 9/8/2018
Traducido por
Tlaxcala

Recientemente viajé a Argelia para hacer algunas investigaciones para mi próximo libro sobre el espacio del estado de emergencia francés; espero escribir pronto algunos de esos artículos no rigurosos al respecto pero, mientras tanto, me gustaría escribir un breve artículo sobre una lucha de liberación nacional contra el imperio colonial francés que generalmente mencionamos con menos frecuencia que la Revolución argelina: la lucha de liberación marroquí. Un momento de esa lucha reviste especial importancia a la hora de hablar de la relación entre colonialismo y arquitectura, sobre todo si se compara con las estrategias adoptadas por los sucesivos gobiernos franceses en Argelia en los años posteriores a ese momento concreto.
El acontecimiento en cuestión consiste en dos días de huelgas y manifestaciones organizadas por la Union. Générale des Syndicats Confédérés du. Maroc (UGSCM) y el principal partido nacionalista marroquí (Istiqlal) en diciembre de 1952, descritos con precisión por Jim House en un ensayo titulado 
L’impossible contrôle d’une ville coloniale ? [¿El control imposible de una ciudad colonial?] (Genèses vol. 86, 2012). Aunque este artículo está motivado en parte por el intento de traducir ciertos elementos de la descripción de House de la huelga de 1952 (a la que se dedica la primera parte de este artículo), también encuentra su motivación en la falta de consideración de su artículo por la transformación urbana masiva que las autoridades coloniales estaban llevando a cabo en ese momento. Este punto, y lo que nos dice sobre las responsabilidades de los arquitectos en la contrarrevolución colonial, será por tanto el tema de la segunda parte de este artículo.
 


 Farhat Hached (de traje oscuro) a la cabeza de una manifestación de la UGTT, la confederación sindical tunecina

Manifestación anticolonial en las Canteras Centrales de Casablanca 

El 5 de diciembre de 1952, el nacionalista y sindicalista tunecino Farhat Hached es asesinado en un complot en el que parecen estar implicadas las autoridades coloniales francesas en Túnez. Como respuesta transnacional, la UGSCM marroquí y el Istiqlal organizaron una huelga general en Marruecos el 7 de diciembre. La huelga se originó en el barrio de chabolas de Carrières Centrales (ahora Hay Mohammadi) en Casablanca, donde vivían más de 130.000 personas colonizadas. Algunos de ellos se habían trasladado allí desde las zonas rurales del país; otros habían sido desplazados del centro de la ciudad en 1938, después de que una epidemia de fiebre tifoidea sirviera de pretexto a las autoridades para destruir los pequeños barrios de chabolas adyacentes a los "barrios europeos" y expulsar a sus habitantes fuera de lo que entonces eran los límites de la ciudad. 
El chabolismo masivo que existía a principios de la década de 1950 fue visto por las autoridades francesas como una amenaza política para el orden colonial -veremos en la segunda parte en qué consistió la estrategia contrarrevolucionaria que siguió-. En consecuencia, se puso en marcha un plan específico de represión para responder a cualquier movimiento anticolonial en las Carrières Centrales: además de los agentes de policía franceses y marroquíes (estos últimos a las órdenes del Majzén), las autoridades coloniales idearon varios niveles de refuerzos militares como tiradores marroquíes o senegaleses, goums (unidades militares bereberes) y otras ramas del ejército colonial.

 La huelga organizada originalmente por el Istiqlal se conocía como la “huelga del ratón”. Consistía en negarse a salir de casa para ir a trabajar. Sin embargo, la noche del 7 de diciembre, los pregoneros circularon por el barrio de chabolas para declarar que la huelga estaba prohibida y que todo el mundo debía abrir sus comercios como en un día normal. Momentos después, la policía abrió fuego contra los vecinos que les habían lanzado piedras en respuesta a la prohibición. Los manifestantes se concentraron frente a la comisaría local; algunos murieron por disparos. La policía comenzó entonces a registrar el poblado de chabolas, entrando sistemáticamente en las casas y deteniendo a activistas nacionalistas. Al día siguiente, los colonos que vivían cerca fueron evacuados y la policía volvió a disparar en el barrio, matando a un muchacho de 15 años que había estado cavando una zanja dentro de su casa para proteger a su familia. 
El 8 de diciembre por la tarde se organizó una marcha multitudinaria, que salió de los barrios marroquíes pobres y se dirigió al centro de la ciudad, hacia la Casa de los Sindicatos, donde estaba prevista una reunión. Al describir los acontecimientos, la prensa francesa se refirió a un "intento de invasión de la ciudad europea". La policía disparó y mató al menos a 14 personas de la procesión. Muchas otras personas fueron detenidas. Un pequeño número fue liberado en medio de una multitud de colonos que les atacaron. Mientras tanto, se solicitaron grandes refuerzos militares para acordonar los barrios pobres marroquíes. Aviones de reconocimiento sobrevolaron a baja altura estos barrios en un esfuerzo que era tanto de vigilancia como de intimidación. Asimismo, tanques ligeros y ametralladoras desfilaron por las Carreras Centrales. En el propio distrito, la policía marroquí obligó a los residentes a abrir sus tiendas y destruyó las que permanecían cerradas, en lo que prefiguró la respuesta francesa a la huelga general organizada por el FLN en Argelia cinco años después.
En los días siguientes, miles de policías y soldados se desplegaron en los barrios marroquíes y 1.206 personas fueron declaradas culpables de alteración del orden público por los tribunales coloniales. Algunos de los manifestantes detenidos fueron torturados con electricidad en las comisarías, un presagio de los años siguientes de la revolución argelina (1954-1962). 51 sindicalistas franceses próximos al movimiento nacionalista marroquí también fueron deportados a Francia. 
Como suele ocurrir en las masacres coloniales (el Estado tiene interés en impedir que existan archivos), el número de manifestantes muertos durante estos días de represión sigue sin estar claro, pero se cree que osciló entre 100 y 300 (Jim House, "L'impossible contrôle d'une ville coloniale?", 2012).


El Plan Écochard y el chabolismo. Hemeroteca del Ministerio de Vivienda marroquí


Arquitectos y contrarrevolución 
 

Como se ha mencionado anteriormente, la información proporcionada por Jim House en su ensayo es extremadamente valiosa, pero tampoco menciona cómo las Carrières Centrales fueron al mismo tiempo el lugar de una drástica transformación urbana que sigue siendo bien conocida en la historia de la arquitectura actual. Por lo tanto, la narrativa política e histórica no implica a la arquitectura y, como era de esperar, la mayoría de las narrativas arquitectónicas no implican la violencia del colonialismo o lo hacen con demasiado poco énfasis. 
Siendo director del Departamento de Planificación Urbana de Marruecos (1946 a 1952), el arquitecto y urbanista francés Michel Écochard diseñó un plan director para las Carrières Centrales con su colectivo, cuyo nombre, GAMMA por Grupo de Arquitectos Modernas Marroquíes, induce a error en cuanto al tipo de arquitectos implicados (“marroquíes” significa aquí franceses y occidentales en Marruecos, como Shadrach Woods o Georges Candilis).
Como ya se ha dicho, este plan director y su reconocible cuadrícula de 8×8 metros, así como sus intentos (más o menos orientalistas) de adaptarlo a la población marroquí, pertenecen a la historia canónica de la arquitectura. En las raras ocasiones en que se menciona el contexto político de este proyecto (no “simplemente” el orden colonial francés en Marruecos, sino también la supresión del movimiento nacionalista marroquí), este contexto se entiende como el trasfondo del proyecto, más que como su propia esencia. 
Esta es, en mi opinión, una dimensión fundamental para entender no sólo el papel de la arquitectura aquí, no sólo la relación que la arquitectura tiene con el colonialismo, sino, más ampliamente, la propia función de la arquitectura en la cristalización y la imposición de órdenes políticos (y, quizás en las más raras ocasiones, del desorden).
En otras palabras, no debería sorprendernos simplemente el hecho de que la masacre de 1952 se produjera mientras estaba en marcha la transformación urbana del poblado chabolista, sino que deberíamos ver esta transformación como el esfuerzo colonial por silenciar el movimiento anticolonial, como ocurriría más tarde en Argelia a finales de la década de 1950 con la construcción de complejos residenciales masivos por parte de las autoridades francesas como la segunda oleada contrarrevolucionaria (después y al mismo tiempo que la oleada judicial y militar) contra la revolución anticolonial. Por supuesto, el proyecto en sí no fue una respuesta a la huelga de 1952, sino más bien una respuesta preventiva a dicha lucha política. 
Afirmar esto no es sugerir que la historia deba releerse a través del prisma de una conspiración colonial en la que participaron arquitectos y urbanistas en todos los niveles de la toma de decisiones militares y administrativas. Personalmente, no he leído ningún relato que implique a Écochard y a los militares sobre los rasgos contrarrevolucionarios de su proyecto urbano, y no sé si existe alguno, al igual que no lo hice con Fernand Pouillon en Argel unos años más tarde. 
Sin embargo, el grado de intencionalidad mostrado por los arquitectos a la hora de participar en el orden colonial es secundario cuando los clientes son precisamente los guardianes de ese orden, y los arquitectos miembros de la sociedad colonial. Además, con su extremo énfasis en la racionalidad, la arquitectura moderna, quizás más que ninguna otra, encarna el paradigma espacial ideal cuando se trata de controlar a la población (véase este artículo de 2014 sobre Brasilia, por ejemplo) y enmarcar la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana de sus residentes. 
Por tanto, los diversos complejos modernistas construidos por las autoridades coloniales francesas en Marruecos y Argelia deben verse, tanto política como operativamente, como lo que son: armas arquitectónicas contrarrevolucionarias.


El edificio “Nid d'Abeilles” [Nido de abejas] diseñado por Georges Candilis y Sadrach Woods en 1952 y 2016. Fotos de Léopold Lambert

Arquitectura y revolución anticolonial

 Como he dicho muchas veces en The Funambulist, estoy convencido de que la arquitectura tiene propensión a encarnar el orden colonial. Su violencia intrínseca materializa fácilmente los muros que el Estado colonial necesita para mantenerse, y nada es más fácil que extruir una línea trazada en un mapa donde las fronteras son construcciones coloniales. Una parte de mí sigue creyendo que se puede lograr un diseño anticolonial si se está dispuesto de algún modo a abrazar esa violencia intrínseca en favor de una agenda anticolonial. Sin embargo, la relación entre arquitectura y revolución anticolonial nunca es mayor que cuando el orden encarnado por la primera se subvierte (voluntaria o involuntariamente) en favor de la segunda. Aunque la liberación de Marruecos tuvo lugar en 1956, y es dudoso que tal proceso ya se hubiera logrado para entonces en el entramado Écochard de las Carrières Centrales, una visita a la arquitectura moderna del actual Hay Mohammadi sugiere sin duda tal subversión en la dificultad que incluso podríamos experimentar al intentar reconocerla.
Por supuesto, la subversión aquí se basaba principalmente en la apropiación de un espacio doméstico para las necesidades cotidianas, no en un esfuerzo político anticolonial; sin embargo, al igual que los arquitectos coloniales no necesitan contribuir voluntariamente al orden colonial para hacerlo, los residentes colonizados y poscoloniales (Hay Mohammadi sigue siendo hoy un barrio proletario) no necesitan subvertir voluntariamente ese orden para hacerlo.
Si se nos permite concluir con una última comparación con Argel, la Casba no necesitó ser transformada políticamente para constituir una condición espacial ideal para la revolución argelina; su existencia continuada en desacuerdo con la lógica colonial, así como su encarnación de una multitud de procesos racionales (en oposición a un proceso uniforme, siempre manifestado en un plan maestro), hicieron que lo fuera. Por ello, las fotografías siguientes, en comparación con la anterior del plan Écochard, representan menos la eficacia de una lucha anticolonial pasada que el símbolo de su potencial presente o futuro en la subversión del orden colonial que encarnan.

Abajo fotografías de Hay Mohammadi, Casablanca, de Léopold Lambert (2016).



Agradecimientos: este artículo solo ha podido escribirse hoy gracias a una invitación a Hay Mohammadi de las amigas Karima El Kharraze y Hélène Harder en 2016, y a la generosa introducción de Karim Rouissi a la historia proletaria de la ciudad. También me gustaría aprovechar este párrafo adicional para decir que, por supuesto, he leído varios de los textos de Marion Von Osten sobre el tema, y por lo tanto estoy obligado a ser influenciado de una manera u otra por su trabajo en este artículo; sin embargo, sigo siendo incapaz de articular una respuesta a ella porque su discurso parece estar formulado más para los fines de la historia de la arquitectura que para la historia del colonialismo y los movimientos anticoloniales abordados a través de la perspectiva de la arquitectura, como me interesa hacer.

11/10/2024

SAMAN MUDUNKOTUWAGE
Por qué era inevitable una victoria de la izquierda en Sri Lanka

Saman Mudunkotuwage, 10/11/202
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

El autor es un exiliado de Sri Lanka que vive en Francia. Participó en la campaña para la elección presidencial del 22 de septiembre en Sri Lanka, que dio la victoria al candidato del JVP, Anura Kumara Dissanayake.

La victoria electoral de la izquierda en Sri Lanka es el resultado de varios años de lucha inquebrantable de los oprimidos de todos los orígenes sociales, étnicos y religiosos del país. Es importante señalar que esta victoria no habría sido posible sin la unificación de todos los revolucionarios supervivientes y víctimas de todas las represiones llevadas a cabo por los poderes corruptos desde la independencia en 1948. El principio británico de divide y vencerás fue finalmente derrotado por el pueblo de Sri Lanka el 21 de septiembre de 2024.

Anura Kumara Dissanayake, candidato del JVP de 55 años, fue elegido Presidente de la República Socialista Democrática de Sri Lanka el 21 de septiembre de 2024

Sin embargo, el Poder Nacional Popular (NPP), dirigidO por el partido marxista JVP (Frente de Liberación Popular de Sri Lanka), desea continuar con el programa del FMI. Al mismo tiempo, el partido se compromete a establecer un sistema económico más justo y razonable sin abolir completamente la propiedad privada de los medios de producción ni la economía de mercado que el país ha adoptado desde 1977. El gobierno del JVP se encuentra en una situación alarmante, enfrentado por un lado a conflictos regionales e internacionales organizados por USA, China e India, y por otro a una deuda de 55.000 millones de dólares que debe reembolsar a instituciones financieras de todo el mundo, sin olvidar a la parte de su electorado que exige un freno a las privatizaciones y la venta de recursos públicos. En definitiva, el JVP mantiene la llama encendida para preservar su poder y satisfacer a su electorado de izquierdas.

Para entender este nuevo giro político en Sri Lanka, es importante tener en cuenta que, durante 70 años, el pueblo ha estado dividido en varias tendencias político-étnicas y religiosas, impuestas abiertamente por la élite del país. Es más, durante todo el periodo colonial, las autoridades británicas también utilizaron criterios étnicos para elegir a los representantes de su asamblea consultiva nacional, con el fin de dividir a esta pequeña nación insular. A pesar de ello, el pueblo de Sri Lanka obtuvo el sufragio universal en 1934. Tras la independencia en 1948, el UNP (Partido Nacional Unido), un partido conservador de derechas apoyado por el Partido Comunista estalinista que actuaba siguiendo directrices de Moscú, obtuvo una mayoría relativa en el parlamento. Una vez en el poder, retiró inmediatamente el derecho al voto a los trabajadores de las plantaciones de té, cuyo único delito sindical fue negarse a apoyar la formación de un gobierno de derechas dirigido por el UNP. Estas buenas gentes llamaron a las fuerzas de izquierda del país a manifestarse junto a los trotskistas del LSSP para formar un gobierno socialista. Sin embargo, el Partido Comunista apoyó discretamente al UNP con la ayuda del SLFP, dirigido por el clan Bandaranaike, contra este proyecto. El Partido Nacionalista Tamil del Norte también apoyó al UNP en su plan de retirar la ciudadanía a los tamiles de las plantaciones de té, que habían sido traídos a pie por los británicos en pésimas condiciones desde la India para trabajar en el centro del país.

Desde 1960, el LSSP y el PC participaron juntos en la constitución de gobiernos capitalistas con el SLFP, obteniendo algunos ministerios, pero pronto olvidaron a los trabajadores que habían perdido su ciudadanía y su derecho al voto y que habían hecho campaña en gran medida junto a estos dos partidos de izquierda. Tuvieron que esperar hasta 1988 para recuperar su ciudadanía. Por otra parte, estos trotskistas y estalinistas respaldaron la redacción de constituciones con rasgos discriminatorios: la lengua cingalesa se convirtió en la lengua oficial, el budismo pasó a ser la religión del Estado, etc. Se estableció un sistema de cuotas para los estudiantes tamiles del Norte ante la existencia de escuelas católicas dirigidas por misioneros usamericanos para formar funcionarios, científicos, abogados y médicos al servicio de las autoridades británicas. En lugar de crear escuelas similares en el sur, el gobierno de izquierdas, apoyado por el PCSL y el LSSP, al igual que el gobierno de derechas, aprobó una ley que restringía el acceso de los estudiantes tamiles a la enseñanza superior en el país. Esta discriminación en la educación se convirtió en una de las causas preliminares que animaron a los jóvenes tamiles a convertirse en guerrilleros de los Tigres Tamiles ( LTTE) para la creación de un Estado independiente.

Desde la independencia, el pueblo tamil ha exigido, mediante manifestaciones pacíficas, el derecho a utilizar su lengua materna en sus relaciones con las autoridades. Estas luchas democráticas han sido violentamente reprimidas por todos los gobiernos, de izquierda y de derecha, desde 1948. A pesar de que el cingalés se ha convertido en la lengua oficial del país, todos los asuntos gubernamentales se llevan a cabo en inglés. Al final, el pueblo cingalés también fue víctima de esta maquinación lingüística anglosajona. Cuando los británicos abandonaron el país en 1948, sólo el 10% de la población -la élite de las comunidades cingalesa, tamil, musulmana y europea- hablaba inglés. Dentro de esta élite no había conflictos ni guerras, pero manipulaban sistemáticamente a las comunidades no anglófonas para acceder al poder exacerbando el racismo.

La participación del LSSP y el PC en los sucesivos gobiernos provocó la decepción y la ira de los trabajadores de Colombo y los campesinos. En los años 60 y 70, la revolución cubana y la guerra de Vietnam despertaron el odio contra el imperialismo en todos los países del mundo. En Sri Lanka, un joven marxista, víctima de la política del Kremlin, fundó un partido maoísta llamado Frente de Liberación Popular de Sri Lanka (JVP). Se convirtió en un icono entre los jóvenes no anglófonos, y fue visto como un enemigo a destruir por las dos formaciones burguesas, el UNP y el SLFP, apoyadas por el PCSL y el LSSP. Rohana Wijeweera, fundador del JVP, consideraba que en aquel momento la posición china era más progresista e internacionalista que la de Moscú. Por ello, las autoridades soviéticas se negaron a conceder un visado al joven marxista, que estudiaba medicina en la Universidad Patrice-Lumumba de Moscú.

Rohana Wijeweera, por Darsha Kapuge



Una de las escasas fotos de las semanas sangrientas de 1971: la mayoría de los jóvenes detenidos desaparecieron sin dejar rastro.

Frente a la represión dirigida por la Alianza Popular, formada por el PCSL y el LSSP, estalló una insurrección en abril de 1971 bajo la dirección del JVP. El gobierno, apoyado por una «Santa Alianza» (URSS, Yugoslavia, India, Pakistán, USA, China, Egipto), eliminó a más de 20.000 revolucionarios en una semana sangrienta, y 10.000 supervivientes fueron encarcelados. Este acontecimiento fue bautizado como «la Comuna de Ceilán» por el agrónomo René Dumont, futuro candidato ecologista a las elecciones presidenciales fraancesas de 1974, que se encontraba en la isla en el momento de la insurrección y publicó una columna sobre el tema en el número de julio-agosto de 1971 de la le revista Esprit, en la que recordaba que esas «semanas sangrientas» en Sri Lanka habían tenido lugar en el centenario del aplastamiento de la Comuna de París [lea la columna en francés aquí]. Sin embargo, «los ministros trotskistas del gobierno no dimitieron», se lamentaba Dumont en su libro de 1972, « Paysannerie aux abois (Ceylan, Tunisie, Sénégal)[Campesinados en apuros]».

Sacando lecciones de la insurrección, el gobierno emprendió una vasta reforma agraria, distribuyendo tierras a los más desposeídos. Hoy, el 80% de las tierras de Sri Lanka pertenecen directa o indirectamente al Estado. En estas tierras abundan el agua, las materias primas, el hierro, las piedras preciosas, el silicio, etc.


En la cárcel, el fundador y sus partidarios del JVP se reorganizaron y se convirtieron en un partido marxista-leninista, renunciando al maoísmo, al estalinismo, al trotskismo y al guevarismo, pero sin negar su compromiso con el socialismo. El partido ha creado un sistema de formación de revolucionarios profesionales que se comprometen sin recibir ningún salario, privilegio o compensación. Al día de hoy, los salarios de los representantes electos del partido se ingresan en un fondo para ayudar a la población en dificultades. En 1977, cuando llegó al poder, el UNP decidió liberar a los presos políticos del JVP. El nuevo gobierno también quería liberar a unos cuantos multimillonarios corruptos que habían sido encarcelados de por vida en virtud de la misma ley que había condenado a los militantes del JVP tras la insurrección de 1971.

Una vez excarcelados, los militantes del JVP abandonaron la lucha armada e iniciaron actividades políticas para participar en las elecciones. El partido obtuvo 13 escaños en las elecciones de distrito de 1981, que el UNP presentó como una solución a la cuestión nacional tamil. Durante la campaña electoral, la prestigiosa biblioteca en lengua tamil de Jaffna (con 100.000 obras] fue incendiada por un equipo dirigido por el antiguo jefe de Estado, Ranil Wicremesinghe, derrocado tras las elecciones del 21, según los medios europeos, un «liberal prooccidental» que aún no ha sido castigado por este crimen contra la humanidad. También estuvo implicado en la dirección de un cuartel de tortura donde fueron eliminados más de 5.000 jóvenes durante la guerra civil de 1987-1990.

El nuevo gobierno del UNP, instalado en 1977, introdujo un sistema liberal cada vez más salvaje, basado en los principios neoclásicos de Milton Friedman, asesor económico de Pinochet en Chile. Se recortó más del 60% de la producción agrícola del país animando a los sectores privados nacionales y extranjeros a importar más de lo que exportaban. Los cultivadores de cebollas rojas, pimientos, frutas y verduras (en su mayoría tamiles) se vieron obligados a abandonar la agricultura y emigrar al Mashreq y a Europa. Al mismo tiempo, el UNP creó una estructura neoliberal a escala nacional para promover la privatización de los servicios públicos y del sector industrial, incitando a las clases trabajadoras a rebelarse y desafiándolas en varias ocasiones. Se han privatizado los transportes, los servicios, la sanidad, etc. Los funcionarios convocaron una huelga general en 1980; más de 40.000 huelguistas fueron despedidos sin indemnización ni readmisión. Más de 50 funcionarios en huelga se suicidaron. La mayoría de los despedidos se unieron a la lucha armada contra el régimen.

Aprovechando la inestabilidad social y la división de los partidos de la oposición, el presidente del UNP, JR Jayawardene, apodado « Yankee Dickie », convocó una elección presidencial anticipada en 1982. Utilizando métodos de terror y fraude masivo, el UNP se toma el poder con el 52% de los votos. Rohana Wijeweera obtuvo el 4% de los votos y el JVP se convirtió en la tercera fuerza política del país. Sin celebrar elecciones generales en 1982, el gobierno en el poder convocó un referéndum para salvaguardar a sus diputados, que tenían mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. El jefe del Estado diría más tarde que el objetivo del referéndum era utilizar todos los medios posibles para impedir que los diputados del JVP entraran en el Parlamento. El JVP emprende acciones legales contra el referéndum y el fraude electoral. Se convierte así en un enemigo para el UNP.

02/08/2024

Larry Itliong y los “manongs” de Stckton a Delano
La epopeya de l@s trabajador@s pin@y* de California

En plena guerra de Vietnam, los soldados usamericanos se vieron de repente inundados de cantidades industriales de uva. El Pentágono había comprado toda la cosecha recolectada por los esquiroles de Delano en el valle californiano de San Joaquín. Los vendimiadores filipinos, a los que pronto se unieron sus compañeros mexicanos, habían lanzado allí una huelga en septiembre de 1965 que duró hasta 1970 y terminó con la victoria de los trabajadores.

Los organizadores de la huelga tuvieron la ingeniosa idea de llamar a los comerciantes y consumidores a boicotear la uva en solidaridad con los huelguistas. La figura legendaria surgida de esta lucha fue César Chávez, el "Martin Luther King chicano", dejando en la sombra al principal líder real de los trabajadores filipinos, Larry Itliong.

 Tuvieron que pasar 50 años para que la figura del organizador de esta huelga -y de muchas otras- obtuviera pleno reconocimiento público. Esto se debe a la labor   de los hijos y nietos de los "manangs" (hermanos mayores) de primera generación, que emigraron a EEUU en los años 40 desde Filipinas, que fue colonia yanqui hasta 1946 y luego neocolonia del Tío Sam.

A continuación se presentan tres artículos que relatan esta epopeya, traducidos y editados por Fausto Giudice, Tlaxcala/El Taller Glocal

NdT: *Pinoy - femenino Pinay - es el término tagálog con el que l@s filipin@s se refieren a sí mism@s. Lo escribimos pin@y para incluir masculino y femenino

Índice

Gayle Romasanta
Por qué cad@ filipinousamerican@ debería conocer a Larry Itliong

Dawn Bohulano Mabalon
¡Mabuhay ang Causa! [¡Viva la Causa!]
El vínculo entre Stockton, la huelga de la uva de Delano y la Unión de Campesinos

David Bacon
L@s migrantes filipin@s dieron a la huelga de la uva su carácter político radical 

 

11/06/2024

Palabras del presidente Gustavo Petro luego de recibir la condecoración El Gran Collar del Estado de Palestina


Gustavo Petro, Bogotá, 3 de junio de 2024

El 3 de junio de 2024, en Bogotá, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, recibió el Gran Collar del Estado de Palestina, la más alta orden civil del Estado de Palestina. A continuación, su discurso de aceptación


Foto: Andrea Puentes - Presidencia

“Los jóvenes que salen de las universidades en Estados Unidos, que salen en Europa, en Asia, en África y en América Latina, son la expresión genuina de una nueva humanidad; una que si sobrevive va a construir un mundo diferente, muy alejado de lo material, mucho más afincado en la frugalidad, pero sobre todo en la sabiduría y en el conocimiento, donde la humanidad ya no encuentre páginas donde unos seres humanos matan a otros seres humanos”.

20/02/2024

“A los grandes hombres, la patria agradecida”: la nueva panteonada de Macron

Así, el 21 de febrero, dos nuevos “metecos” entrarán en el Panteón: Missak y Mélinée Manouchian, armenios, apátridas, comunistas y combatientes de la Resistencia, se unirán a Joséphine Baker, Simone Veil y otros 80 “grandes hombres” (entre ellos, 8 mujeres) en este “templo republicano” cuya cúpula está coronada por una cruz cristiana, en el más puro espíritu del laicismo a la francesa.

Una cruz cuyas apariciones y desapariciones han seguido los cambios de régimen de los últimos 244 años. La Convención de 1791 convirtió la iglesia de Sainte-Geneviève , construida antes de la Revolución, en un “Panteón” inspirado en el Panteón de Roma, para enterrar a Mirabeau, Voltaire, Rousseau, Descartes y otros. Napoleón I la transformó en iglesia, Luis Felipe volvió a secularizarla en 1830, antes de que Napoleón III la convirtiera en lugar de culto cristiano, luego la Comuna de París aserró los  brazos de la cruz, colgando en ella una bandera roja. El Orden moral instaurado por los versalleses, que masacraron a los comuneros -uno de los cuales, el periodista Jean-Baptiste Millière, fue fusilado de rodillas en la escalinata del Panteón-, restauró la cruz, y en 1885 la República enterró allí a Víctor Hugo con gran pompa y ceremonia. El que había escrito en 1852 en su panfleto Napoleón el pequeño: “Él [Napoleón III] clavó un clavo sagrado en el muro del Panteón y colgó de este clavo su golpe de Estado”.

Y ninguna de las repúblicas que se han sucedido desde entonces se ha preocupado por la presencia de esta cruz en lo alto del “Templo”. La cruz tampoco molesta a los francmasones que convencieron a Macron para que honrara a esos dos terroristas apátridas, Missak y Mélinée.

Así pues, nuestros dos armenios serán homenajeados el miércoles en presencia de Madame Le Pen, que acaba de acoger en las filas de su partido a Fabrice Leggeri, que dimitió de su cargo de director de la agencia Frontex en 2022 para evitar los inconvenientes de una investigación sobre sus prácticas ilegales de devolución de solicitantes de asilo a sus países y se prepara para un cómodo final de su carrera como eurodiputado.

Si los Manouchian y sus camaradas polacos, italianos, españoles, húngaros y rumanos hubieran vivido en la Europa del siglo XXI, probablemente no habrían sido fusilados, sino simplemente internados en centros de detención y enviados de vuelta en chárteres a los infiernos de los que habían huido. Si Macron hubiera verdaderamente querido honrar a los metecos FTP-MOI (Francotiradores y Partisanos- Mano de Obra Inmigrada) que murieron por Francia, debería haber incluido en el Panteón a los 23 mártires del 21 de febrero de 1944, como pedían los firmantes del llamamiento que figura a continuación. Pero era pedirle demasiado-FG

“Missak Manouchian debería ir al Panteón con todos sus compañeros”

Colectivo,  Le Monde, 23/11/2023

Mientras que los resistentes Missak y Mélinée Manouchian entrarán en el Panteón el 21 de febrero de 2024, sus 22 compañeros del grupo FTP-MOI también merecen este honor, afirma un colectivo de descendientes de estos mártires e intelectuales, entre ellos Costa-Gavras, Delphine Horvilleur, Patrick Modiano, Edgar Morin y Annette Wieviorka, en una tribuna publicada en Le Monde.

 

Mural del pintor Popof en homenaje al grupo Manouchian, esquina de la rue du Surmelin y la rue Darcy, Ménilmontant, París 20 (Foto Marie-José PL)

Señor Presidente de la República, le escribimos esta carta con la esperanza de evitar una injusticia. El 18 de junio anunció usted su decisión de que los restos mortales de Missak Manouchian y su esposa, Mélinée, fueran trasladados al Panteón en febrero de 2024, con motivo del octogésimo aniversario del martirio del grupo de resistencia contra la ocupación nazi y sus colaboradores franceses. El 21 de febrero de 1944, veintidós hombres fueron fusilados en el Mont-Valérien. La única mujer de su red fue decapitada en Stuttgart el 10 de mayo de 1944.

Retrato de Manouchian en la prisión de Fresnes, por Christian Guémy alias C215

Nos alegramos de su decisión. Con ella se pone fin a un largo periodo de olvido y se reconoce la contribución decisiva de los resistentes internacionalistas a la liberación de Francia y al restablecimiento de la República. Manouchian y sus compañeros pertenecían a los Francotiradores y partisanos – Mano de obra emigrada (FTP-MOI), una unidad de la Resistencia comunista compuesta en su mayoría por extranjeros, refugiados e inmigrantes. “Veintitrés extranjeros y, sin embargo, nuestros hermanos”, recordaba Louis Aragon al homenajearlos en su poema “L'Affiche rouge” [El cartel rojo], en el que evocaba sus nombres “difíciles de pronunciar”.

Plaza Henri-Krasucki, distrito 20 de París

En estos tiempos inciertos, en los que se ciernen nuevas sombras, en los que amenazan la xenofobia, el racismo, el antisemitismo y todas las formas de rechazo del otro, del extranjero y del diferente, este homenaje patriótico y republicano es un mensaje de fraternidad que recuerda que Francia siempre ha estado hecha del mundo, de la diversidad de sus pueblos y de la pluralidad de sus culturas gracias a la contribución de todas sus comunidades de origen extranjero. Es, sobre todo, un mensaje universal que subraya hasta qué punto los ideales de igualdad de derechos, sin distinción de nacimiento, credo o apariencia, proclamados inicialmente por la Declaración de los Derechos Humanos de 1789, por los que Manouchian y sus compañeros dieron su vida, pueden inspirar al mundo entero.

 

Sin olvidar a ninguno

Señor Presidente, es este mensaje el que se contradice con la decisión de incluir a Missak y Mélinée Manouchian, y sólo a ellos, en el Panteón. Probablemente ellos mismos no lo habrían entendido ni deseado. Aislar un solo nombre es romper la fraternidad de su colectivo militante. Distinguir a una sola comunidad es herir el internacionalismo que los animaba. Este grupo de resistentes comunistas no puede reducirse a Manouchian, que ciertamente, fue su jefe militar antes de que la propaganda alemana lo promocionara como jefe de una banda criminal. Y el símbolo que justamente representa para nuestros compatriotas de la comunidad armenia es indisociable de todas las demás nacionalidades y comunidades que compartieron su lucha y su sacrificio.

Señor Presidente, esperamos haberle convencido de que Missak Manouchian no puede entrar solo en el Panteón, aunque le acompañe su esposa. Son los veintitrés, todos juntos, los que componen la profundidad de esta historia, su historia que se ha convertido en nuestra historia, la historia de Francia, pasada y presente. Los veintitrés, sin olvidar ni uno solo: judíos polacos, republicanos españoles, antifascistas italianos y muchos otros.

Por eso le pedimos que se asegure de que le acompañen sus veintidós camaradas: el armenio Arpen Manoukian, el español Celestino Alfonso, los italianos Rino Della Negra, Spartaco Fontanot, Cesare Luccarni, Antoine Salvadori y Amedeo Usseglio, los franceses Georges Cloarec, Roger Rouxel y Robert Witchitz, los húngaros Joseph Boczov, Thomas Elek y Emeric Glasz, los polacos Maurice Füngercwaig, Jonas Geduldig, Léon Goldberg, Szlama Grzywacz, Stanislas Kubacki, Marcel Rajman, Willy Schapiro y Wolf Wajsbrot, y la rumana Olga Bancic.

Fueron veintitrés, “veintitrés que gritaron por Francia al caer”-otra vez Aragón-, veintitrés que hablaron de nuestra patria común, de su riqueza y de su fuerza. Veintitrés que, en un momento de reconocimiento nacional, son indisociables.

Firmado por : Juana Alfonso, nieta de Celestino Alfonso; Patrick Boucheron, historiador, profesor en el Collège de France; Michel Broué, matemático; Patrick Chamoiseau, escritor; Costa-Gavras, cineasta, Presidente de la Cinémathèque française; Elise Couzens y Fabienne Meyer, primas hermanas de Marcel Rajman; Michel, Patrice e Yves Della Negra, sobrinos de Rino Della Negra; René Dzagoyan, escritor; Jean Estivil, sobrino de Celestino Alfonso; André Grimaldi, profesor emérito de Medicina; Anouk Grinberg, actriz y artista; Jean-Claude Grumberg, escritor y director teatral; Yannick Haenel, escritor; Delphine Horvilleur, rabina y escritora; Serge y Beate Klarsfeld, historiadores; Mosco Levi Boucault, director de cine; Patrick Modiano, escritor, Premio Nobel de Literatura; Edgar Morin, sociólogo y filósofo; Edwy Plenel, periodista; Anne Sinclair, periodista; Thomas Stern, sobrino de Thomas Elek; Annette Wieviorka, historiadora, directora de investigación en el CNRS; Ruth Zylberman, escritora y directora.


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15/04/2023

DAVIDE GALLO LASSERE
Nueve tesis sobre el internacionalismo hoy

Davide Gallo Lassere, euronomade.info, 31-3-2023

Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala 

Davide Gallo Lassere (1985) es un filósofo italiano que se doctoró en Nanterre y Turín con una tesis sobre “Dinero y capitalismo. De Marx a las monedas del común” en 2015. Es profesor de Política Internacional y responsable de admisiones en el Instituto de la Universidad de Londres en París. Publicaciones. FB

Nosotros también vimos primero el desarrollo capitalista y luego las luchas obreras. Esto es un error. Debemos invertir el problema, cambiar el signo, partir del principio: y el principio es la lucha de la clase obrera.

Mario Tronti

Desde el siglo XIX, el internacionalismo ha sido uno de los pilares fundamentales de los movimientos revolucionarios, ya fueran antiesclavistas, obreros, anticoloniales u otros. El internacionalismo, como ampliación del campo de lucha más allá del Estado-nación, es una de las tres características principales de los movimientos comunistas, junto con la abolición de la propiedad privada y el desmantelamiento de la forma-Estado. 

Londres, 1864: fundación de la primera Internacional

Sin embargo, si se considera la amplitud y la importancia de la historia de los movimientos inter o transnacionales (según se desarrollen entre o más allá de las fronteras nacionales), sorprende la riqueza del material empírico e historiográfico frente a una cierta pobreza en la teorización [1]. De hecho, se podría afirmar que el internacionalismo, como fenómeno histórico y político, está fundamentalmente infrateorizado. Cabe preguntarse hasta qué punto es posible desarrollar, si no una filosofía política, al menos una teoría social y política del internacionalismo. O, a la inversa, ¿podemos ir más allá e imaginar que existe una ontología y una epistemología específicas de los movimientos inter y/o transnacionales? Y entonces, más allá de las designaciones acostumbradas, ¿qué apelativo o apelativos son más apropiados: internacionalismo o transnacionalismo? ¿internacionalismo subnacional o transnacional (Van der Linden, 2010)? ¿Local o global (Antentas, 2015)? ¿Fuerte o débil (Antentas, 2022)? ¿Material o simbólico? ¿Revolucionario o burocrático? ¿Comunista o liberal? ¿obrero? ¿Feminista? ¿Antirracista? ¿Ecologista? ¿El internacionalismo es un medio o un fin en sí mismo? Y, por supuesto, la lista podría continuar [2]...

 París, 14 de julio de 1889: fundación de la segunda Internacional

Sin embargo, lo que es muy significativo, hoy más que nunca -en un momento de gran crisis económica y social, cuando soplan de nuevo vientos de guerra entre las potencias mundiales, en un mundo pospandémico y sobrecalentado-, es el hecho de que la cuestión estratégica del internacionalismo vuelva al primer plano en el seno de los movimientos sociales y políticos: hay una conciencia creciente de que no se pueden derrotar estas fuerzas hostiles luchando en orden disperso, cada uno por su lado, confinados en el perímetro de nuestros Estados-nación, o permaneciendo anclados en los territorios, promulgando exclusivamente prácticas micropolíticas. Tenemos que ser capaces de intervenir al mismo nivel que estos procesos, que son por definición globales y planetarios. Para ello, debemos ser capaces de desarrollar razonamientos y prácticas que estén a la altura de los retos que plantean la geopolítica, los mecanismos de gobernanza, el mercado global, el cambio climático, etc. Pero en la historia de los movimientos radicales y revolucionarios, tales razonamientos y prácticas reciben el nombre de internacionalismo y, en menor medida, de cosmopolítica [3].

Por eso hoy parece más importante que nunca replantearse el internacionalismo. La buena noticia es que no partimos de cero. De hecho, la década de 2010 se ha visto salpicada por el estallido de numerosos levantamientos y revueltas contra las consecuencias radicalmente antisociales y antidemocráticas de las distintas crisis (económica, política, sanitaria, climática, etc.). La mala noticia es que la década actual y las venideras están y estarán cada vez más perturbadas por la intensificación de los enfrentamientos geopolíticos y la profundización de las tendencias hacia la catástrofe ecológica. Los futuros ciclos de lucha surgirán en un mundo cada vez más perturbado por claras contradicciones y antagonismos. Y se verán obligados a operar en este contexto cambiado. Lo que sigue, por tanto, no son más que nueve simples tesis, elaboradas a partir de algunas experiencias francesas y europeas, con el objetivo de poner de relieve lo que podrían considerarse los puntos fuertes y débiles de los movimientos globales de la década de 2010. Pretenden ser a la vez una pequeña y parcial contribución al debate político inmanente a estos movimientos, pero también un intento preliminar y no exhaustivo de enmarcar la cuestión del internacionalismo de una manera original, para releer a contraluz los doscientos años de historia de las luchas inter o transnacionales, desde las resonancias globales de 1789 hasta el ciclo altermundialista, pasando por las fechas simbólicas de 1848, 1917 y 1968 [4].

 Moscú, 1919: fundación de la tercera Internacional

Tesis 1. Ontología I: Fábrica terrestre

Las luchas sociales y políticas están en el centro de la transición al Antropoceno. Como motores del desarrollo capitalista, son cruciales para comprender los procesos que definen las múltiples crisis ecológicas contemporáneas. Dicho de otro modo: la explosión de emisiones de CO2 a la atmósfera y la progresiva destrucción de la naturaleza están íntimamente ligadas a las luchas de clase y anticoloniales; son un “efecto colateral” de la respuesta capitalista a los impasses inducidos por las prácticas de resistencia y contrasujeción de los subalternos. El calentamiento global, por ejemplo, es el resultado de los antagonismos entre grupos humanos y, como tal, alimenta aún más las tensiones sociales, económicas y políticas. Esta es la idea básica de parte de la historiografía ecomarxista, su diagnóstico del presente y sus perspectivas de ruptura futura. El cambio de temperatura en la Tierra -provocado principalmente por el uso capitalista de combustibles fósiles- es un producto impuro de los conflictos sociopolíticos pasados y presentes. Tanto si se adopta una visión sincrónica y global como si se centra la atención en la Inglaterra (pre)victoriana, sigue estando claro que la lucha de clases ocupa un lugar central. De hecho, desde mediados del siglo XIX y en todo el mundo, la adopción de los combustibles fósiles como fuente de energía primaria de la acumulación de capital se ha impuesto por la fuerza como reacción al rechazo del trabajo y a la apropiación de la tierra por parte de los trabajadores y los colonizados; es la pugnacidad de los explotados lo que llevó al capital y a los gobiernos a introducir primero el carbón y luego el petróleo y el gas. Como muestran admirablemente Andreas Malm (2016) y Timothy Mitchell (2013), el paso del carbón al vapor hacia 1830 y del carbón al petróleo hacia 1920 se entienden mejor como proyectos políticos que responden a intereses de clase que como necesidades económicas inherentes a las duras leyes del mercado.

Lo que quizá estos estudiosos no destaquen lo suficiente es el hecho de que las medidas puestas en marcha por las clases dominantes para domar el conflicto han conllevado no sólo cambios socioenergéticos, mutaciones tecnoorganizativas y reconfiguraciones geoespaciales, sino también una socialización más consistente de las fuerzas productivas y una integración cada vez mayor de la naturaleza en las mallas del capital. De este modo, la Tierra -y no sólo la sociedad- se ha convertido cada vez más en una especie de fábrica gigante. Hoy en día, una cantidad cada vez mayor de relaciones sociales y naturales están directa o indirectamente subyugadas al capital. Desde la educación y la salud de la fuerza de trabajo hasta las innumerables externalidades positivas que proporcionan gratuitamente el medio ambiente, las plantas y los animales, hoy en día casi nada escapa a la lógica del beneficio. Y el dominio de la producción social sobre la reproducción natural está alterando los equilibrios de los ecosistemas hasta el punto de amenazar las condiciones mismas de la supervivencia de las especies. En consecuencia, el propio internacionalismo requiere una revisión radical. Si, en efecto, la globalización del comercio y de la producción ha constituido la base material del internacionalismo abolicionista y obrero, y si la dimensión global del imperialismo ha representado el escenario geopolítico del internacionalismo anticolonial, los efectos planetarios de las crisis ecológicas configuran a la Tierra entera como el teatro de los nuevos enfrentamientos en curso. Este cambio de paradigma, sin embargo, no implica simplemente una ampliación de la escala y una complejización del marco de referencia, sino que conlleva una verdadera revolución en nuestros hábitos de pensamiento y acción.

He aquí, pues, la primera tesis socio-ontológica a través de la cual puede elaborarse un internacionalismo adecuado a los retos que plantea el Antropoceno: dentro de la fábrica terrestre -resultado a su vez de anteriores ciclos globales de luchas- no sólo hay grupos opuestos de seres humanos que luchan entre sí, sino también seres no humanos y seres no vivos que participan plenamente en la tragedia histórica en curso. De hecho, la destrucción de ecosistemas, entornos, naturalezas, etc. en una parte del mundo produce cada vez más bucles de retroalimentación impredecibles con efectos catastróficos en regiones completamente distintas. Y los entornos y entidades perturbados por la huella humana son cada vez menos meros fondos inertes; su irrupción violenta en la escena política, como en el caso de la pandemia del Covid-19, suele polarizar aún más los antagonismos, sin abrir necesariamente escenarios halagüeños.

París, 1938: fundación de la cuarta Internacional
 

Tesis 2. Epistemología: Composición socioecológica

La inclusión del otro-que-humano no sólo en el tablero político, sino como tablero político da la vuelta a la tortilla, y no por poco. Entre otras cosas, esta convulsión general tiene una gran importancia para la vieja cuestión de la clase, su composición y organización. Según una “corriente caliente” del marxismo que va desde los escritos histórico-políticos de Marx hasta el operaísmo italiano, no hay clase sin lucha de clases. Este supuesto atribuye una primacía ontológica a la subjetivación política sobre las determinaciones socioeconómicas. Mario Tronti (2013) ha relatado esta epopeya antagónica, cuyos protagonistas -trabajadores y capital- encarnan los personajes míticos de una filosofía de la historia que culmina en la sociedad sin clases. Si la fe en un futuro radiante ya no parece apropiada, este enfoque relacional, dinámico y conflictivo de la realidad de clase sigue siendo válido hoy en día. Contrariamente a cualquier visión sociologizante y/o economicista, los operaístas nunca se han contentado con meras descripciones empíricas destinadas a diseccionar la ubicación objetiva de los sujetos en las estructuras sociales. Para ellos, el paso del proletariado a la clase obrera no se produjo automáticamente sobre la base de una simple concentración masiva de trabajadores en el seno de las grandes fábricas del siglo XIX. Al contrario, fue el resultado de un salto totalmente político-organizativo y autoconsciente. Para reconocer y explicar este cambio cualitativo, los operaístas forjaron el concepto de composición de clase, que aclara las diferencias materiales y subjetivas que caracterizan a la fuerza de trabajo y que deben tenerse en cuenta en la cuestión de la organización.

La composición de clase, en efecto, es la herramienta analítica y política que permitió, primero, a través de las indagaciones obreras, distinguir diferentes subjetividades dentro de la clase obrera (el obrero profesional, el obrero-masa) y, después, ampliar la pertenencia a esta categoría a subjetividades que iban más allá de la forma salarial clásicamente entendida (el ama de casa, el trabajador precario, etc.). De este modo, el concepto de clase dejó de ser una especie de paspartú político y discursivo para convertirse en un verdadero campo de batalla, atravesado por intereses materiales y perspectivas políticas no siempre conciliables. Si una actualización de la analítica de la composición de clase parece hoy más indispensable que nunca para comprender la multiplicación de las relaciones laborales y su interpenetración con las opresiones de género y raciales, ya no puede limitarse a los procesos de explotación y resistencia interhumanos. En los años siguientes, académicos y activistas fueron más allá de los análisis tradicionales de la composición técnica y política (relaciones de los trabajadores con las máquinas y las técnicas, y procesos de subjetivación política), y empezaron a hablar de composición social y espacial, para integrar las esferas de la reproducción social y la pertenencia territorial en la matriz composicionista. Esta innovación fue importante para pensar formas de solidaridad transnacional entre quienes viven y se oponen a lógicas de dominación de distinto tipo y a gran distancia un@s de otr@s. Hoy, sin embargo, es necesario ir un paso más allá. En efecto, como han ilustrado tan eficazmente Léna Balaud y Antoine Chopot (2021) a través de una enorme variedad de casos, no somos los únicos que practicamos la política de las revueltas terrestres. Por consiguiente, del mismo modo que el capital ha aprendido progresivamente a valorizar en términos monetarios no sólo la fuerza de trabajo, sino también las relaciones sociales más allá del lugar de trabajo y una miríada de elementos de la naturaleza humana y extrahumana, del mismo modo debemos aprender a valorizar políticamente no sólo nuestras singularidades colectivas, sino también la activación de poderes desprovistos de intencionalidad y cuya movilización no siempre produce efectos emancipadores.

Esto nos lleva a la segunda tesis: a partir de ahora, cualquier internacionalismo coherente y eficaz debe presentarse necesariamente como una cosmopolítica, basada en una comprensión ampliada de la agencia política o, como dice Paul Guillibert (2021), del “proletariado vivo”. Esta ruptura fundamental implica no sólo anclar la política a la ecología y la terrenalidad, sino también reconocer el núcleo híbrido de cualquier coalición, mucho más allá de lo que la interseccionalidad de las luchas ha sido capaz de concebir y practicar, con su articulación y sincronización de las interdependencias de clase, género y raza. En consecuencia, la subjetividad y la identidad de los colectivos implicados tendrán que permitirse una remodelación de raíz, ya que cualquier alianza de este tipo implica un replanteamiento drástico del antropocentrismo que ha caracterizado la política internacionalista y la cosmovisión histórico-natural de muchos movimientos sociales hasta la fecha. Tal es el enigma a resolver de la composición de clase socioecológica.


Tesis 3. Geopolítica: (Crítica de los) dualismos

En el siglo XX, la lucha de clases se elevó al nivel de un enfrentamiento geopolítico: primero con la transformación soviética en 1917 de la guerra mundial interimperialista en una guerra civil revolucionaria, después con las intervenciones occidental y japonesa en 1918 en la guerra civil rusa, y finalmente con la fundación en 1919 de la Tercera Internacional, o Internacional Comunista. Esta situación de guerra de clases global, a pesar de numerosos retrocesos y puntos de inflexión, cristalizó en la Guerra Fría, con la consolidación de las dos macrozonas en pugna y el posterior intento del movimiento de los no alineados de escapar a esta rígida bipartición del planeta. La configuración actual es en muchos aspectos drásticamente diferente, especialmente en lo que respecta a los temas del dualismo y la catástrofe. En efecto, con la perspectiva de una guerra nuclear siempre presente, la segunda mitad del siglo XX supuso la división del mundo en dos campos geopolíticos y la asignación de continentes y naciones a uno u otro. En cambio, el desorden mundial surgido tras el 11-S y el fin de la llamada pax americana ya no enfrenta a un bloque dirigido por los capitalistas liberales con otro alternativo, bajo cuya égida se supone que florecen fuerzas radical-progresistas o incluso revolucionarias. Por el momento, cuanto más nos adentramos en el Antropoceno, menos vemos en el horizonte grandes espacios capaces de catalizar procesos emancipatorios a gran escala. Treinta y cinco años después de la caída del Telón de Acero, el mundo se ha vuelto ciertamente menos unipolar, pero el lento declive de la hegemonía occidental ha ido de la mano de un escenario geopolítico cada vez más inestable, caótico y peligroso, en el que los pretendientes a una redefinición de las estructuras de poder se muestran cada vez más asertivos. De hecho, el parón en el desarme va ahora acompañado de una loca pugna por los preciados recursos y salidas comerciales, así como por el poder blando y duro, oscureciendo las perspectivas de transición hacia un modelo socioeconómico ecológicamente sostenible en el que las relaciones geopolíticas de poder estén más equilibradas.

La exacerbación de las tensiones interimperialistas en un mundo cada vez más multipolar, lejos de apoyar la formación de movimientos de resistencia/alternativos, puede no sólo reforzar las tensiones autoritarias de los capitalismos occidentales, sino acentuar aún más las tendencias belicosas y militaristas destinadas a redibujar las líneas de fractura geopolíticas de principios del siglo XXI. En semejante coyuntura mundial, es evidente que la (antigua) superpotencia usamericana y sus aliados ya no detentan el monopolio de la iniciativa a través de sus ejércitos militares (OTAN) y financieros (FMI): China y Rusia, así como numerosos otros países y actores no estatales, se sustraen cada vez más a los dictados occidentales, alimentando tendencias centrífugas que no conducirán necesariamente a una mejora de las condiciones de vida de las clases subalternas o de la habitabilidad del planeta. Por el contrario, los antagonismos geopolíticos en curso incitan cada vez a más Estados y empresas a la apropiación desenfrenada de materias primas y combustibles fósiles, al cruce de fronteras y a la invasión de espacios dentro y fuera de sus fronteras nacionales. Desde este punto de vista, no sólo las fronteras del capital y de la soberanía de los Estados se han alejado de la estrecha relación que mantenían durante la era moderna, sino que las repercusiones negativas de tales operaciones extractivas ya no afectan, como en el imperialismo tradicional, principalmente a las poblaciones locales, sino que tienen un impacto inmediato a escala planetaria. De hecho, las guerras actuales, incluso más que las del pasado, manifiestan una dimensión geoecológica, de la que las luchas antimineras de los pueblos indígenas constituyen a menudo el frente más avanzado. Aunque en su secular historia anticolonial no se han representado a sí mismas como ecológicas en sí mismas, adquieren un nuevo significado precisamente a la luz del calentamiento global.

Tercera tesis, por tanto: hoy el internacionalismo, en su dimensión constitutivamente antiimperialista, no puede sino teñirse de verde, puesto que en el Antropoceno la invasión de espacios y territorios ya no tiene lugar sólo manu militari, con medios anfibios y aéreos, sino que se realiza de forma mucho más insidiosa, ramificada y persistente a través de la contaminación de suelos, mares y cielos y de la devastación multiescalar de los equilibrios ecosistémicos. Este marco requiere al menos dos aclaraciones: 1. el abandono definitivo de la vieja lógica campista según la cual el enemigo de mi enemigo es mi amigo; de hecho, tenemos múltiples enemigos en guerra entre nosotros, dentro y fuera de las fronteras de los Estados-nación en los que vivimos y más allá de sus respectivas esferas de influencia geopolítica; 2. la necesidad de vincular las luchas territoriales contra el extractivismo, dondequiera que tengan lugar (América del Norte o del Sur, China o Rusia, Europa u Oceanía, África u Oriente Medio), a las de los migrantes climáticos y por la justicia medioambiental y climática. Pero esta triangulación virtuosa sólo puede realizarse a escala transnacional, mucho más allá de las fronteras de la llamada Nueva Guerra Fría.

29 países africanos y asiáticos independientes y observadores de varios movimientos de liberación de las colonias participaron en la Conferencia de Bandung (Indonesia) en 1955. En la foto el Mufti de Palestina Hay Amin Al Husaini con el Primer ministro chino Chu en Lai, que acababa de salir indemne del primer atentado aéreo de la historia.

Tesis 4. Geografía: composición espacial y circulación transnacional