Le
courant progressiste colombien aligne de solides prétendants pour
l’élection présidentielle de 2026. Deux noms émergent : Iván Cepeda
Castro et Carolina Corcho Mejía.
Iván
incarne la mesure, l’équilibre, la défense des droits humains, la
justice, la solidarité, l’éthique, la paix, la dignité et la cohérence. Carolina, elle, se distingue par son
éloquence, ses idées, sa loyauté, son énergie, son empathie, son sens du
leadership et de la gestion, sa capacité d’action et de connexion.
Deux profils différents mais complémentaires, qui pourraient former un ticket équilibré et crédible pour la présidentielle.
Mais les
qualités personnelles, aussi solides soient-elles, ne suffisent pas. Un
nom ne vaut que s’il s’accompagne d’un projet politique démocratique et
populaire. C’est ce programme, sa cohérence et sa capacité à fédérer,
qui pourra transformer l’histoire nationale.
L’unité
des électeurs se gagne par la clarté des objectifs et la force du projet
collectif. Iván et Carolina disposent d’un capital politique important,
mais il leur faudra bâtir et diffuser un programme commun, sans tarder.
Un plan qui aborde les priorités du pays : Paix Totale, Réforme
agraire, réformes de la santé, de l’éducation, de la justice et de la
politique, libération des jeunes emprisonnés après la révolte sociale,
baisse drastique des tarifs des services publics, fin des péages, lutte
contre l’impunité, soutien à l’économie populaire, protection de l’eau
et de l’environnement, transition énergétique, culture,
réindustrialisation, développement ferroviaire, entre autres.
La Paix
Totale, proposition phare mais controversée du gouvernement Petro, devra
être repensée. La violence en Colombie a des racines économiques et
culturelles. Il est donc urgent d’impliquer entreprises, universités,
associations sociales et culturelles pour en faire un véritable
mouvement de transformation, et non un simple slogan idéologique.
Objectif : sauver des vies, qu’il s’agisse de civils, de policiers, de
militaires ou de jeunes enrôlés de force.
Autre
priorité : s’attaquer aux causes structurelles de la violence :
l’inégalité et la cupidité. Une paix durable passera par l’intégration
des jeunes liés à la délinquance et par la persuasion des acteurs
économiques et sociaux sur les bénéfices d’une démobilisation générale.
La
Réforme agraire est également incontournable : garantir la souveraineté
alimentaire, réorienter des terres peu productives vers l’agriculture et
réduire la dépendance aux importations.
Le
progressisme porte aussi un autre défi : déprivatiser le pays. Routes
nationales confiées à des consortiums privés, services publics parmi les
plus chers d’Amérique latine, notariats et chambres de commerce qui
imposent des coûts excessifs aux entrepreneurs… Autant de structures qui
enrichissent une élite et appauvrissent la majorité. La remise à plat
des institutions, souvent gangrenées par la corruption, s’impose.
En somme,
la tâche est immense. Gustavo Petro a ouvert un chemin en écartant les
obstacles symboliques. Il appartient désormais aux nouveaux candidats de
rendre visibles, aux yeux du peuple, les possibles d’un avenir plus
juste et plus démocratique.
El progresismo colombiano
presenta muy buenos candidatos a la presidencia de la República para el
2026. Se destacan entre ellos Iván Cepeda Castro y Carolina Corcho
Mejía.
Iván es
sindéresis, ecuanimidad, defensa de los derechos humanos, justicia,
solidaridad, ética, paz, decoro, coherencia, reposo, dignidad.
Ambos
candidatos tienen lo suyo. Se complementan; hacen gala de atributos
disímiles que auguran armonía en un funcionamiento administrativo.
Podrían ser una buena dupla para las presidenciales.
Sin
embargo, no basta tener impecables candidatos a ocupar el cargo más
importante. Los nombres cuentan, pero ellos están sujetos a las ideas de
un programa político democrático y popular.
Lo más
relevante para la transformación de la historia nacional es el proyecto
político. Lo decididamente importante es la coherencia, la necesidad y
la unidad que susciten las propuestas que logren expresar dichos
candidatos.
Lo que
finalmente empuja a los electores a la unidad y al apoyo general en
torno al proyecto es la presentación de los objetivos y su ideario
político. Es necesario desplegar claridad y contundencia frente a las
realizaciones que se proponen para los próximos cuatro años
administrativos.
Carolina e
Iván podrían presentarse como la fórmula presidencial (presi y vice)
para las elecciones del 2026. Juntos suman un enorme capital político y
unas virtudes públicas innegables. Juntos pueden acordar un programa de
gobierno para empezar a difundirlo en el territorio colombiano. No hay
tiempo que perder. Elaborar una exposición de este programa a través de
un inventario de puntos clave en torno a aspectos como la Paz Total, la
Reforma Agraria, las reformas a la salud – educación – política –
justicia, la atención a los jóvenes injustamente encarcelados por el
estallido social, la reducción drástica en las tarifas de los servicios
públicos, la desaparición de los peajes, la lucha contra la impunidad,
el fortalecimiento de la economía popular, el cuidado del agua y los
ecosistemas, las innovaciones en la transición energética, el apoyo a
los artistas y organizaciones culturales, los programas para las madres
cabezas de familia, la reindustrialización, los ferrocarriles, entre
otros.
La Paz
Total debería reformularse. Se puede argumentar más profundamente sobre
este tema para hacer pedagogía en la población. Ha sido la propuesta más
controversial en formulación y resultados del gobierno nacional. La
violencia es un tema con orígenes económicos y culturales, se podría
montar el programa “Quitémosle jóvenes a la violencia entre todos”.
Vincular a la empresa privada, a la academia, a las organizaciones
sociales-ambientales-artísticas-culturales. Hacer de este propósito un
movimiento amplio de transformación cultural para superar su connotación
ideológica.
Ninguna
vida está por encima de otra. Ante todo, asumir la defensa de la vida de
todo ser humano. Reconfigurar la Paz Total para evitar al máximo
posible la pérdida de vidas de soldados, policías, miembros de
organizaciones criminales, jóvenes reclutados a la fuerza por grupos
delincuenciales. No enviar a trampas mortales a los integrantes de la
fuerza pública. Garantizar que el cumplimiento de su deber esté
protegido por protocolos de seguridad e inteligencia.
La
violencia estructural es consecuencia de la desigualdad social y la
codicia. Luchar contra estos orígenes es un imperativo para lograr un
cambio significativo en el país. Un proyecto de Paz Total reconoce esos
orígenes y buscaría comprometer a actores armados y a la sociedad civil
en programas que acojan a los atrapados en la violencia. Se trata de
persuadir al empresariado, a la sociedad en general en torno a los
beneficios que traería para todos los colombianos la desmovilización de
jóvenes que “trabajan” en el sector delincuencial.
La
Reforma Agraria es la condición fundamental para generar soberanía
alimentaria y crear condiciones más favorables para el desarrollo del
capitalismo que luego evolucionará hacia al socialismo. Es de primer
orden promover la destinación de tierras fértiles dedicadas a la
ganadería poco productiva hacia el cultivo de productos agrícolas, es
decir alimentos para no tener que importarlos a precios más caros.
Desprivatizar
a Colombia. Es otra tarea pendiente que puede iniciar el progresismo.
Por ejemplo, las carreteras nacionales están privatizadas, tienen dueños
particulares. No es solo el acaudalado y voraz Sarmiento Angulo. Son
empresas privadas españolas, empresas de familias adineradas
colombianas, consorcios anónimos. Son quienes recaudan los dineros de
los “pillajes” (peajes). El gobierno nacional nada ha hecho para
desmontar peajes que ya cumplieron su ciclo, llevan 30 años asaltando el
bolsillo de los viajeros, empresarios, trabajadores y conductores
colombianos.
Desprivatizar
los servicios públicos. Las empresas prestadoras de estos servicios
abusan de las tarifas. Lo que encarece los costos de producción en
fábricas y empresas de servicios y de comercio. Los precios de la
energía, el gas y el agua, entre los más caros en América Latina, están
empobreciendo la capacidad adquisitiva del ciudadano de a pie. El dinero
que podría servir para comprar libros o asistir a un concierto u obra
de teatro se va hacia empresas que de públicas no tienen sino el nombre,
son auténticas empresas acumuladoras de capital, enriquecedoras de una
casta de burócratas politiqueros y empresariales.
Las
notarías y Cámaras de Comercio también son dueñas del salario de los
propietarios y comerciantes colombianos. Los costos de escrituras,
documentos notariales y contribuciones por afiliación a las Cámaras de
Comercio son una carga onerosa. No se justifican esas entidades
parasitarias politiqueras.
Iniciar
un análisis de la pertinencia y financiamiento de instituciones como
contralorías, procuradurías, Corporaciones Autónomas Regionales
(encargadas de controles ambientales), que en gran parte son burocracias
inoperantes y corruptas, fortines de clanes y Delincuencia Política
Organizada -DPO-.
En
síntesis, es mucho lo que al progresismo le queda por hacer en Colombia.
El presidente Gustavo Petro corrió la piedra que no dejaba ver la senda
emancipadora. Ahora, corresponde a los candidatos más opcionados
visibilizar en un espejo que puede ver el pueblo atento, todo aquello
que podemos lograr en un futuro inmediato.
La
Colombie est une collision permanente d’astéroïdes narratifs. Ils
viennent du spectre électromagnétique, de sources inconnues mais
connues, ils sont apportés par les vents, poussés par les tempêtes,
s’alignent sur des idéologies, s’installent dans les esprits et les
cœurs.
Tout
n’est pas le fruit du hasard. Les ondes des mots génèrent des échos et
des résonances. Des niches accueillantes. Les échos mobilisent les
volontés qui partagent leurs énergies. Ils se transforment en
événements.
Chaque
assassinat politique en Colombie est précédé d’un processus déclencheur
avec des déterminants. Les assassinats politiques sont des chroniques de
morts annoncées.
La mort de Miguel Uribe Turbay nous attriste, nous démocrates, car aucun Colombien ne devrait mourir pour ses opinions, son affiliation politique ou ses croyances. Tout comme ont été douloureux, à leur époque, les assassinats de Rafael Uribe Uribe en 1914, de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, de Héctor Abad Gómez en 1987, de Jaime Pardo Leal en 1987, de Luis Carlos Galán en 1989, celui de Carlos Pizarro en 1990, celui de Bernardo Jaramillo en 1990, celui de Manuel Cepeda en 1994, celui d’Álvaro Gómez Hurtado en 1995, celui de Jesús María Valle en 1998, celui de Jaime Garzón en 1999, celui de plus de 6 000 membres de l’Union patriotique – 1984-2004 -, celui de milliers de leaders sociaux, paysans et syndicaux.
La mort politique est décrétée dans les paroles quotidiennes, lors des déjeuners de travail, dans les réunions entre amis et camarades de parti, lors des fêtes et des moments de détente, dans les récits des médias capitalistes. La mort et le crime se promènent tranquillement dans les esprits animés par des idéologies erronées, c’est-à-dire fanatiques.
Nous attirons également la mort vers nous par les mots que nous utilisons, par la manière dont nous parlons des autres, par les idéologies que nous professons.
Il est temps de nous solidariser avec la famille de Miguel Uribe Turbay, avec l’incertitude et la douleur qu’elle n’aurait pas dû ressentir. Il est temps de rejeter toute forme de violence contre tout Colombien. Il est temps d’invoquer la prudence, le respect des différences politiques, la promotion d’une liberté d’expression responsable, la protection de la vie humaine avant toute autre cause. Il est également temps de demander aux médias capitalistes de changer leur discours.
La violence en général est un phénomène structurel dans la société colombienne. Le modèle de développement économique est violent, la façon de faire de la politique est violente, les pratiques de gouvernance sont violentes, les institutions sont violentes. Tout cela conduit à des réponses et à des issues désespérées et violentes. Il s’agit purement et simplement d’une question d’action-réaction, de réflexe, de comportements conditionnés.
C’est pourquoi, dans un contexte où le fil qui sépare la coexistence pacifique de l’explosion violente est imperceptible, il est nécessaire d’être prudent dans ses propos, de s’exprimer librement mais de manière responsable ; en fin de compte, il est urgent de changer le discours.
« La stupidité n’est pas une fatalité, mais la surmonter nécessite une prise de conscience et une action critique» Dietrich Bonhoeffer
Ton
héritage est si sordide – Innommable que tu es –, tant de mépris et
d’infamie ont été laissés par ton ombre maléfique, que notre héritage
sera d’effacer tout ton héritage.
C’est
ainsi que raisonnent les jeunes Colombiens qui ont subi la répression
brutale lors de l’explosion sociale de 2021, ordonnée par Iván Duque,
alors président, inspiré par les pièges tendus aux jeunes pauvres
apparus avec des bottes en caoutchouc sous les deux gouvernements du
seigneur des écuries.
Effacer
tout un héritage fondé sur la stupidité des masses est un engagement non
seulement des jeunes, mais aussi de tous les démocrates qui ressentent
le besoin de réparer des blessures si profondes qui continuent de
bénéficier de l’impunité. La première condamnation du grand propriétaire
foncier [Álvaro Uribe] ouvre une porte vers une oasis de pudeur.
Mais la
cour est encore tellement infestée qu’il faut beaucoup de ferveur. Pour
effacer l’héritage exécrable du louchebem, plusieurs tâches doivent être
entreprises :
1.
Traduire à nouveau en justice le promoteur de la tronçonneuse, pour les
massacres d’El Aro et de La Granja, pour avoir transformé les Convivir
en blocs paramilitaires, pour les plus de 6 402 personnes tombées lors
d’exécutions extrajudiciaires, pour l’assassinat de Tito Díaz, maire
d’El Roble (Sucre), pour « l’accident » de Pedro Juan Moreno, son
secrétaire au gouvernement d’Antioquia, pour ses méfaits à l’Aerocivil,
pour le vol continu d’essence dans la ferme Las Guacharacas, pour
d’autres larcins.
2.
Démanteler les récits mensongers des médias et des personnalités de la
sphère politico-patronale. Diffuser le récit de la vérité. La vérité
dans les conversations, la vérité sur les lieux de travail, la vérité
dans les rues, la vérité dans les salles de classe. La vérité, la vérité
et rien que la vérité. C’est ce qu’ils craignent le plus. Ils la
dissimulent à travers leurs entreprises de communication propagandistes.
3.
Dénoncer et poursuivre sans relâche tous les politichiens et
fonctionnaires corrompus. Ainsi que toutes les personnes qui, sur les
réseaux sociaux, menacent la vie de ceux qui sont du côté de la vérité.
Ils ne
veulent pas que justice soit faite. Ils veulent que l’impunité continue.
L’extrême droite est en train de monter des coups judiciaires et de
discréditer la juge Sandra Liliana Heredia, la procureure Marlene
Orjuela, le sénateur Iván Cepeda et l’avocat Miguel Ángel del Río. Ils
sont en train de faire passer l’idée que le procès d’Uribe n’était pas
judiciaire mais politique. Ils la diffusent dans le monde entier, la
reprennent dans les médias business yankees.
Ils se
font passer pour des avocats renommés afin de demander l’ouverture d’une
enquête contre Cepeda et del Río, les liant au trafic de drogue. L’un
des fils du sinistre sycophante serait derrière tout ça, afin de se
venger de Cepeda, le sénateur qui a fait condamner son père. Ils
bénéficient du soutien de membres républicains du Congrès et de hauts
fonctionnaires du gouvernement usaméricain, ainsi que de membres de la
DEA et du FBI.
« Effacer
tout ton héritage sera notre héritage »: ce slogan chilien est devenu
colombien, Uribe remplaçant Pinochet. Image d’Agustina Scliar
La
Colombie vit un moment d’accouchement culturel. La condamnation du
génocidaire psychopathe a révélé qu’il n’y a plus d’intouchables sur le
territoire colombien. L’opinion publique comprend que le Ténébreux de
Salgar [lieu de naissance d’Uribe] n’a pas travaillé main dans la main
avec la société civile pour trouver des solutions pertinentes aux
problèmes sociaux, mais qu’il a collaboré avec les groupes
paramilitaires et les éléments pourris de l’armée et de la police.
C’est le
moment historique pour commencer à mettre de l’ordre dans la maison
commune. Proclamer des règles générales pour le respect efficace de
l’éthique et de la responsabilité. Revenir au discernement et à la
compréhension. Pour sortir de la stupidité qui a légitimé un régime de
terreur et d’ignominie. Une grande partie de la société s’est rendue
complice d’actes fréquents contre la dignité humaine, la moralité et la
démocratie. La stupidité est dangereuse car elle combine l’incapacité de
raisonner de manière critique avec une tendance pernicieuse à accepter
sans les remettre en question les dogmes, les ordres ou les croyances.
L’émotivité a pris le dessus lors de la prise de décisions importantes.
La solidarité de corps a transformé la société en meurtrière d’une autre
partie de la société, désignée et transformée en « ennemi commun à
vaincre ».
La
stupidité s’est emparée de la Colombie au cours des 25 premières années
de ce siècle. Elle est toujours là, vivante, ardente, avide de plus de
sang. Elle prépare déjà une marche nationale pour défendre « l’innocence
du Grand Cafard ». La stupidité a été plus puissante que la méchanceté
elle-même. Et le monstre des écuries s’en est servi. Il a mis à genoux
tout un peuple émotif, religieux, grégaire, obéissant, désorienté. Avec
ce soutien stupide, il a réussi ce que Pablo Escobar n’avait pas pu
faire. La stupidité ne répond ni à la logique, ni aux arguments, ni aux
preuves. Une personne stupide agit sans comprendre les conséquences de
ses actes, convaincue de sa droiture.
Mural à l’effigie de Dietrich Bonhoeffer sur le mur du lycée portant son nom à Wertheim en Allemagne
Dietrich
Bonhoeffer, martyr de la résistance allemande contre le nazisme, dit que
la stupidité fleurit sous les structures du pouvoir autoritaire.
Lorsqu’un groupe ou un individu se soumet au pouvoir, il a tendance à
renoncer à son autonomie critique, non pas parce qu’il est incapable de
penser, mais parce qu’il cesse de l’utiliser. Ce processus se produit
tant chez les individus que dans des sociétés entières, où le pouvoir
utilise la propagande, l’intimidation ou la manipulation émotionnelle
pour instaurer un conformisme acritique. C’est ce qui s’est passé dans
notre société. Une masse qui ne s’intéressait pas à l’actualité réelle
est tombée dans le piège des « récits messianiques » d’un maboul devenu «
le papa des poussins », le père d’une société avide de faits
grandiloquents qui promettaient la rédemption.
La
stupidité, selon Bonhoeffer, n’est pas principalement un phénomène
individuel, mais collectif. Une personne isolée peut faire preuve d’une
plus grande capacité critique, mais en groupe, les dynamiques sociales
et les pressions de l’environnement ont tendance à réduire cette
capacité. Ce phénomène peut être observé dans les mouvements de masse,
où le comportement des individus s’homogénéise et où les décisions sont
prises davantage par imitation que par réflexion. La peur est un élément
central dans la perpétuation de la stupidité. Une société soumise à la
terreur – physique ou psychologique – a tendance à chercher refuge dans
des simplifications, des clichés et des figures d’autorité qui
promettent la sécurité, même si ces promesses sont illusoires ou
destructrices. Comme ils ont applaudi le seigneur des ténèbres lorsqu’il
semait la douleur et la mort dans les campagnes colombiennes. Tuer,
tuer, tuer, telle était sa formule clichée pour résoudre les problèmes
structurels qui exigeaient analyse, réflexion critique, impartialité,
philosophie, discernement, compréhension.
La
stupidité ne se corrige pas avec des arguments logiques ou des preuves.
Les personnes stupides ne s’intéressent pas à la vérité ; elles sont
prisonnières d’une bulle idéologique qui ne contredit pas leur vision du
monde. La stupidité conduit à une dangereuse délégation de
responsabilité. Ceux qui y succombent justifient leurs actions ou leur
inaction en disant qu’ils ne font qu’obéir aux ordres ou qu’ils ne
pouvaient rien faire. Ce sont ces justifications que nous avons
entendues à la JEP [Juridiction Spéciale pour la Paix]de la part des militaires qui ont participé aux « faux positifs
». Pour Bonhoeffer, cette irresponsabilité a des conséquences éthiques
dévastatrices. La stupidité réduit la complexité du monde à des formules
simplistes. Tout se résume à « nous contre eux », « le bien contre le
mal » ou « la vérité contre le mensonge », sans place pour les nuances
ou les doutes.
Le régime
nazi est l’exemple le plus évident de la stupidité en action. Des
millions de personnes ont aveuglément adopté une idéologie fondée sur la
violence, le racisme et la suprématie, ignorant délibérément les crimes
qui étaient commis. Il en a été de même et il en est toujours ainsi en
Colombie : une majorité de la population a approuvé ces anti-valeurs en
votant deux fois aux élections présidentielles pour le roi du mensonge.
La manipulation des masses par la propagande est un autre exemple de
stupidité. Ceux qui méprisent toute information révélant la vérité
deviennent des instruments du pouvoir, sans réfléchir aux implications
de leurs actes. C’est le cas de millions de Colombiens qui ont voté pour
Rodolfo Hernández lors de l’ élection présidentielle de 2022,
simplement parce que c’était celui que le propriétaire de l’hacienda
avait désigné. La passivité face aux injustices, sous prétexte de « ne
pas vouloir s’impliquer », est une autre forme de stupidité collective.
Ici, l’ignorance n’est pas innocente, elle est complice.
Heureusement,
dit Bonhoeffer, la stupidité n’est pas une fatalité, mais la surmonter
nécessite un travail éthique et éducatif en profondeur. La clé réside
dans le développement de l’esprit critique et du courage moral. Une
véritable éducation encourage la pensée critique et la responsabilité
éthique. Les individus doivent apprendre à remettre en question les
normes, les idéologies et les figures d’autorité lorsque c’est
nécessaire. La stupidité ne peut être combattue directement, mais elle
peut être minimisée en résistant aux structures de pouvoir qui la
favorisent. Cela nécessite une citoyenneté active, engagée en faveur de
la vérité et de la justice. Face à la stupidité collective, Bonhoeffer
prône des communautés fondées sur des valeurs éthiques solides, où la
vérité et la responsabilité sont centrales. Comment distinguer la
stupidité de l’ignorance ? L’ignorance peut être corrigée par
l’éducation, tandis que la stupidité implique un refus actif de la
réflexion critique. Quel rôle joue la technologie moderne dans la
perpétuation de la stupidité ? Bien que Bonhoeffer ait écrit à une autre
époque, la propagation de la désinformation et la polarisation sur les
réseaux sociaux pourraient être considérées comme de nouvelles formes de
stupidité collective. Nous vivons dans un état universel de
désinformation, les médias d’entreprise mentent tout le temps, imposant
des récits qui altèrent les réalités et favorisent la progression du
fascisme. Comment pouvons-nous briser le cycle de la stupidité dans les
sociétés contemporaines ? La réponse semble résider dans l’éducation et
le renforcement des institutions démocratiques qui promeuvent la
responsabilité éthique.
La tâche
est donc ardue et demande un engagement à plein temps. Pour mettre fin à
cette horrible nuit, il n’y a pas d’autre alternative que de soustraire
des gens à la stupidité en passant à l’offensive pour diffuser la
vérité, pour obtenir de nouveaux procès contre les criminels en col
blanc qui continuent à sévir. Il faut également neutraliser les
personnages qui constituent un danger pour la coexistence pacifique et
la sécurité de ceux qui sont du côté de la vérité. Des personnages
grossiers qui incitent à la violence politique, à des formes stupides de
faire de la politique, comme Andrés Julián Rendón, Fico Gutiérrez, les
conseillers municipaux de Medellín Gury Rodríguez et Sebastián López, le
conseiller municipal de Cali Andrés « El pistolero » Escobar, les
sénatrices María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín et
autres.
Tigrillo L. Anudo, 28 juillet 2025, à quelques
heures du prononcé de la sentence pour fraude procédurale et subornation de
témoins. Traduit par Tlaxcala
Posez votre petit fondement sur le tabouret
Mettez-vous à l'aise, Monsieur l'inculpé
Nous sommes un pays très jeune. À peine en train d’apprendre
à cohabiter, à définir un cap, à instaurer les notions de justice judiciaire, à
poser les premières briques dans la construction d’une maison collective,
tiraillés entre la haine et l’amour, nous étreignant dans le désespoir et
l’utopie.
Le pays n’avance pas de manière significative parce que les
pouvoirs stratégiques restent entre les mains de la canaille, protégés par des
médias canailles, blindés par des appareils canailles, légitimés par des
serviteurs canailles.
Nos institutions ne sont pas aussi solides qu’on nous l’a
raconté. Notre démocratie n’a jamais existé telle qu’on nous l’a présentée. La
Colombie est un simulacre de maison qui abrite ses citoyens avec des droits
inégaux. Certains oui, d’autres non. La vérité a toujours été souillée, voire
défenestrée. Parmi toutes les carences de la Colombie, l’absence de vérité est
l’une des plus paralysantes pour ses dynamiques de développement humain.
Le début du XXIe siècle fut marqué par
l’obscurité, la douleur et l’ignominie avec les deux gouvernements successifs
d’Álvaro Uribe Vélez (2002–2010). Ce qui le différencia des présidents
précédents, c’est qu’Uribe ne cacha pas son penchant pour le crime et l’aporophobie, sa soif de
terres et d’argent mal acquis, sa faim de pouvoir et de manipulation des masses
ignorantes.
La principale signification d’une sentence de condamnation
que pourrait prononcer la juge Sandra Liliana Heredia dans le procès d’Uribe
est la proclamation d’une vérité : un président a utilisé sa fonction pour
commettre des délits. Une vérité qui ouvrira la voie à d’importantes
déductions.
Cette vérité, dans l’histoire d’un pays rempli d’idoles aux pieds d'argile, contribue à sortir de la naïveté, à dépasser l’adolescence politique, à
abandonner l’analphabétisme politique. Elle pousse aussi à une révision
collective du type de société grégaire et acritique que nous avons construite,
à l’apprentissage de nouvelles valeurs pour remplacer les antivaleurs. C’est
une brique de plus dans la construction d’une maison aux colonnes dignes.
Si une condamnation d’Álvaro Uribe Vélez devait être
prononcée, un mythe aux multiples significations s’effondrerait. Tomberait le
Messie de papier qui ne nous a sauvés d’aucune guérilla. Il ne serait plus le
“Grand Colombien”. Ni l’efficace pacificateur. Encore moins le gardien des
trois “petits œufs”*. Sa “sécurité” antidémocratique serait discréditée. Lui,
qui a gouverné pour favoriser les plus riches. Lui, qui a persécuté les pauvres
avec des lois liberticides et des décrets martiaux extrajudiciaires.
On nous a menti : les politiciens, les industriels, les
grands propriétaires terriens, les entrepreneurs, les commerçants, les juges,
les gouvernants, les acteurs armés, les universitaires, les prêtres. Il y a des
exceptions. Les artistes aussi ont menti, mais leurs mensonges ont servi à
révéler la vérité à travers leurs œuvres — de beaux mensonges qui dévoilent
d’effroyables vérités.
Dans un pays rempli de mensonges, ce serait une grande
victoire qu’une juge de la République condamne pour corruption un politicien
présenté comme “le plus ferme au cœur grand”. La Colombie a besoin de vérité et
de réparation pour les victimes. La contribution à la vérité est, entre autres,
l’un des grands enjeux du procès du sociopathe et mythomane Álvaro Uribe.
L’idée commence à s’imposer que personne n’est au-dessus de la Loi. Ce serait
le début de la fin de l’impunité qui a avili la Colombie.
NdT
*Lorsque le président Uribe a passé le relais au président Santos en août 2010, il lui a confié la tâche de préserver son héritage, qu'il a résumé en trois piliers, trois "petits oeufs" : la confiance des investisseurs, le progrès social et la sécurité.Dans son discours d'investiture de 2010, le président Santos a promis de préserver ces "petits oeufs".
Tigrillo L. Anudo, 28 de Julio de 2025, a pocas horas de proferirse la sentencia por fraude procesal y soborno a testigos.
Somos un país muy joven. Apenas aprendiendo a convivir, a definir un norte, a instaurar las nociones de la justicia judicial, a poner los primeros ladrillos en la construcción de una casa colectiva, debatiéndonos entre el odio y el amor, abrazándonos en la desesperanza y la utopía.
El país no avanza significativamente porque los poderes estratégicos siguen en manos de la canalla, protegidos por medios de comunicación canallas, blindados por aparatos canallas, avalados por serviles canallas.
Nuestras instituciones no son tan sólidas como nos lo han contado. Nuestra democracia no ha existido como lo han difundido. Colombia es un remedo de casa que alberga a sus ciudadanos con desiguales derechos. Unos sí, otros no. La verdad siempre ha sido mancillada cuando no defenestrada. Entre todas las carencias de Colombia, la falta de verdad es una de las más paralizantes para sus dinámicas de desarrollo humano.
Los inicios del siglo XXI fueron de tenebrosidad, dolor e ignominia con los dos gobiernos sucesivos de Álvaro Uribe Vélez (2002 – 2010). La diferencia con los gobiernos de anteriores presidentes consistió en que Uribe no ocultó su inclinación al delito y a la aporofobia, su sed de tierras y dinero mal habidos, su hambre de poder y manipulación de la masa ignara.
El principal significado de una sentencia condenatoria que la jueza Sandra Liliana Heredia podría emitir sobre el proceso a Uribe es la proclamación de una verdad: que un presidente ha usado su investidura para delinquir. Verdad que llevará a importantes inferencias.
Esa verdad en la historia de un país con tantos ídolos de barro contribuye a salir de la ingenuidad, a superar la minoría de edad, a abandonar el analfabetismo político. También es un impulso hacia la revisión colectiva del tipo de sociedad gregaria y acrítica que venimos construyendo, al aprendizaje de nuevos valores que desplazan antivalores. Es otro ladrillo que se suma a la construcción de una casa con dignas columnas.
De darse una sentencia condenatoria contra Álvaro Uribe Vélez, se derrumba un mito con múltiples significantes. Cae el Mesías de papel que no nos salvó de ninguna guerrilla. Ya no es el “Gran colombiano”. Tampoco el eficiente pacificador. Menos el cuidador de los tres huevitos. Deslegitimada su “seguridad” antidemocrática. El que gobernó para favorecer los más ricos. El que persiguió a los pobres con leyes anti derechos y decretos marciales extrajudiciales.
Nos han mentido los políticos, los industriales, los terratenientes, los empresarios, los comerciantes, los jueces, los gobernantes, los actores armados, los académicos, los sacerdotes. Hay excepciones. Los artistas también han mentido pero sus mentiras han servido para divulgar la verdad a través de sus obras, bellas mentiras que revelan terribles verdades.
En un país lleno de mentiras sería una gran conquista que una jueza de la República condene por corrupto a un político promocionado como “el más firme y de corazón grande”. Colombia necesita verdad y reparación de las víctimas. La contribución a la verdad es entre otros uno de los grandes significados del juicio al sociópata y mitómano Álvaro Uribe. Se empieza a posicionar la idea de que nadie está por encima de la Ley. Sería el inicio del fin de la impunidad que ha envilecido a Colombia.
Superioridad, supremacía blanca, colonialismo, apartheid, globalización,
Darwinismo social, tiranía, saqueo, explotación, capitalismo neoliberal,
modernidad. Han sido durante seis siglos los pedales que mueven el mundo.
Esos mecanismos feroces y brutales terminaron naturalizados. El genocidio
ha sido la economía política impuesta a la humanidad durante seis siglos. La
estrategia de la defensa preventiva violatoria del Derecho Internacional
Humanitario ha sido usada siempre por los países colonialistas, también por las
oligarquías nacionales que se alían con grupos paramilitares.
La acumulación originaria despojó de sus medios de producción a poblaciones
aborígenes, negras y campesinas desde la antigüedad. La colonización de
América, África y Asia ya no la hacen esclavistas con leyes sino con
bombardeos. Y dicen que es para prevenir ataques inminentes; no dicen que es
para evitar la independencia y soberanía de los países subyugados.
El capitalismo tardío de Inteligencia Artificial, dominio financiero y
bases militares no será el que haga retroceder la barbarie que el mismo
reproduce. El capitalismo es cadena de muerte lenta para muchos y vida larga
para pocos. El sometimiento y el despotismo son sus valores supremos.
El águila mayor y su socio imperial, el águila menor, continuarán sus
sentencias condenatorias contra la dignidad y la autodeterminación de los
pueblos. Serán los valores democráticos y socialistas de las nuevas sociedades
las que liberarán al mundo de la tiranía universal. Los pueblos dirigidos por
gobernantes sensatos empiezan a unirse con acciones diplomáticas y comerciales
contra el régimen sionista agresor. La iniciativa de emergencia por Palestina
emprendida por Sudáfrica y Colombia son dignas de emulación.
De Donald Trump se puede esperar cualquier brutalidad. Un presidente que se
ufana de ostentar el mal, su carencia de empatía y su sinvergüenzura (varios
delitos imputados). Es él quien corre a ponerle la silla al genocida Netanyahu
en La Casa Blanca. El sionismo es la política de Estado del país del norte. El
mundo debe pedirle cuentas al principal sostén militar y económico de la
máquina criminal israelí. La banalización del mal que advertía la filósofa Hannah
Arendt es hoy una desastrosa realidad.
Los gobiernos de Estados Unidos e Israel - potencias nucleares- son un
peligro para la paz mundial y la supervivencia de la especie humana. Estados
Unidos es el único país que lanzó bombas atómicas contra otro país. Arrastran
como cómplices a los gobiernos europeos, sumisos, serviles y arribistas.
El gran creador del narco es Estados Unidos. Difama y sataniza a gobiernos
considerados enemigos (China, México, Colombia, Afganistán). Quien hace
proliferar los narcos son los Estados Unidos, se beneficia de sus transacciones
al interior de sus fronteras. Usa su "política antidrogas" para
intervenir en los regímenes políticos que no le gustan.
Israel, culpable del aumento de la mortalidad infantil en el planeta,
aprendió a crear muerte en Palestina, su laboratorio de 75 años. Todas sus
armas usadas contra la inerme población palestina fueron las mismas que
provocaron los asesinatos de centroamericanos, colombianos, peruanos, chilenos
y argentinos en la represión política a los inconformes. Sus sistemas de
espionaje son usados en México y Colombia para "chuzar" líderes
políticos-populares, periodistas. Sus estrategias paramilitares fueron
implementadas por los escuadrones narcotraficantes en Colombia.
Es urgente una defensa preventiva frente a los causantes de tanto dolor e
ignominia.
¡No más materias primas, ni insumos, ni compras, ni oxígeno, ni
tranquilidad para Netanyahu!
“Ambientalismo sin lucha social es apenas
jardinería”
“Filosofía sin lucha política es apenas mera
bacanería”
La sociedad colombiana no ha podido tramitar pacífica y eficazmente sus conflictos por la ausencia de una educación política, filosófica, histórica, ética y estética. Es decir, por carencia de todo aquello que nos hace más humanos. Ha privilegiado la fuerza de la ignorancia, la censura y las balas, por sobre la fuerza de la argumentación, el conocimiento y el pensamiento crítico.
Desde el siglo XX se instauró la creencia de que
“en la mesa no se debe hablar de política ni religión para evitar conflictos”.
Esa visión del statu quo opresor promovió la postura del avestruz,
enterrar la cabeza para no ver todo lo que reviste importancia en la sociedad.
La filosofía es el cuidado del pensar. La política
es el cuidado del otro. La ética es el cuidado de sí. Pero ninguna de estas
disciplinas las enseña la universidad. La filosofía que transmite la
universidad no es para trasformar y emancipar la sociedad sino para consolidar
sus cimientos de colonización, esclavitud, deshumanización y pobreza.
La política es quizás la disciplina que más nos
humaniza. Somos seres eminentemente políticos. Sin el otro no podemos existir.
Por eso, la política es el cuidado del otro. En la medida que defiendo los
intereses y derechos del otro, estoy defendiendo los míos propios.
Las imágenes recurrentes de movilizaciones
populares tomándose las calles de las ciudades no son divulgadas en los medios
de comunicación empresariales, sólo lo hacen los medios alternativos
independientes. Ellas revelan una fervorosa lucha entre una clase social
trabajadora contra una clase social explotadora opresora. Lo que la antigua
filosofía política denominó la lucha de clases determinante de la historia de
los pueblos.
Sin embargo, esas imágenes reveladoras no suscitan
interés, mucho menos análisis, discusiones, o profundización en la problemática
sociológica que entrañan, en amplias franjas de la población, en círculos de
estudio, en grupos de formación cultural, en organizaciones sociales
importantes. Se asume la postura del avestruz, se mira para un solo lado, se
prefiere evitar salir de la zona de confort, o sea, “yo tengo casi todo, no me
importa lo que ocurra allá fuera”.
La filosofía es una herramienta para interpretar,
pero en especial, para transformar la realidad. Esta filosofía no gusta al statu
quo, no se promueve en la academia, no tiene cabida en la prensa ni en la
radio, ningún sistema de educación prepara para ella.
Vivimos en un mundo de complejos fenómenos que
requieren de la filosofía y la política para entenderlos y tramitarlos. No en
vano surgió la filosofía política como una disciplina que analiza las
sociedades y propone utopías para transformarlas. John Rawls, filósofo usamericano,
propuso un nuevo contrato social para zanjar las odiosas diferencias entre las
clases sociales, basado en la justicia distributiva. La obscena desigualdad
social es una de las principales causas de las violencias y calamidades en las
sociedades.
¿De qué sirve la filosofía política si no se toma
partido por las víctimas que padecen exclusión, persecución y genocidio? En un
mundo de tanta desigualdad como el que habitamos es un imperativo tener empatía
hacia esos seres desdichados. Solo queda una opción coherente con la
humanización a la que nos debemos: no seguir siendo tibios, ser amorosamente
radicales contra los diseños estructurales que eternizan la inequidad. Es
inaceptable que millones de colombianos y no colombianos sufran diariamente la pobreza
aplastante de cualquier esperanza y proyecto de vida. La filosofía política
tiene el reto de ofrecer alternativas al modelo del capitalismo empobrecedor de
los más y enriquecedor de los menos.
La neutralidad en un mundo donde impera la ley de
la selva no es decorosa. Es indigna. No podemos dudar en rechazar
categóricamente la violación al Derecho Internacional, el arrasamiento de las
soberanías de países que no tienen bombas nucleares para defenderse de los
terroristas Estados de Israel y Estados Unidos de América. Si Irán tuviera
siquiera una bomba nuclear no lo hubieran atacado. Lo atacan porque quieren
cambiar su gobierno, controlar sus reservas de hidrocarburos y el Estrecho de
Ormuz, poner allí bases militares para seguir preparando el asedio a China.
Poderosos bombarderos B-2 de los USA lanzaron
bombas rompe búnkeres a instalaciones nucleares de Irán. La temible bomba
GBU-57 pesa 13 toneladas y media; su enorme peso logra impulsarla hasta 60
metros bajo tierra donde detona 2.400 kilogramos de explosivos. ¿Cómo la
humanidad calla ante estas acciones que atentan contra toda la vida planetaria?
Esas detonaciones en esas profundidades pueden generar alteraciones en el
subsuelo. También pueden generar liberación de uranio, lo que pondría en riesgo
la salud de todos los seres vivos alrededor.
El colonialismo está más vivo que nunca. Israel
prosigue el genocidio contra el pueblo palestino y mantiene total control sobre
Gaza, ahora quiere ingresar a argentina cuyas puertas abre el vasallo Milei.
Dicen que van por el agua, La Patagonia y otros recursos. Las fuerzas armadas
de Israel han atacado a cinco países en menos de un año: Palestina, Líbano,
Yemen, Siria, Irán. ¿Cuál será el sexto? El gobierno de Donald Trump
criminaliza a los inmigrantes latinoamericanos que han contribuido a la
prosperidad de la economía estadounidense; las redadas que ha ordenado han
separado niños de sus padres, ha violentado los derechos humanos, ha afectado
la producción industrial y agrícola.
La seguridad del planeta, la continuidad de la vida,
los valores más caros de las civilizaciones están en riesgo. ¿Dónde están la
filosofía, la política, la ética? ¿En cuál rincón dormitan? La ética –cuidado
de sí- con los principios que libremente elegimos para conducirnos a favor de
la paz, la justicia social y con la naturaleza, deberían enarbolarse con toda
la fuerza moral posible. Como el avestruz, no podemos seguir autocensurándonos
eludiendo las cuestiones fundamentales. Hay que tomar partido contra la
oscuridad, contra todas las expresiones de violencia, contra el genocidio, la
discriminación racial-étnica-social-de género, la pobreza, el colonialismo, la
explotación del trabajo.
Pacificadores de nuestro tiempo, por Tjeerd Royaards, Países Bajos
El
atentado al senador Miguel Uribe Turbay es otra acción más del plan sedicioso
para desestabilizar el gobierno de Gustavo Petro. La oposición se vale de ese
hecho para reagrupar sus bases sociales, para seguir expeliendo veneno y odio
contra la democracia y el progresismo, para precipitar una crisis generalizada
(dar la sensación de caos), un clima de “ingobernabilidad”, una crisis
institucional con posibilidades de un golpe de Estado, finalmente conquistar el
triunfo electoral en 2026.
El ala más oscura del poder político-empresarial-narco planea y ejecuta el crimen. Las otras alas o sectores se encargan de utilizar el impacto emocional que produce para capitalizarlo en propaganda sucia y nuevas acciones que buscan configurar un país con descontrol administrativo.
“La
marcha del silencio” fue otra acción derivada del atentado, la misma que se
convirtió en una grotesca manifestación electoral. No hubo silencio para
rechazar la violencia y apoyar con respeto a una vida que se debate en una UCI.
Al contrario, hubo apología a la violencia con arengas, insultos, expresiones
de intolerancia.
La
oposición no hace política responsable. Al carecer de argumentación racional
sólida para ofrecer al electorado, acude a explotar la emocionalidad de las
personas y a las estrategias de sedición. ¿Qué más irán a hacer? Pues más de lo
mismo. El riesgo de esta forma de hacer política es que recurran a acciones más
mezquinas y peligrosas.
Sólo
piensan en un fin: recuperar el control del Estado para volver a saquear el
presupuesto público. Y en ese camino, el fin justifica los medios. Si hay que
sacrificar alfiles de sus propias filas políticas, pues lo seguirán haciendo. Y
si hay que volver a producir un baño de sangre con elementos de las filas
contrarias, pues tampoco lo dudarán. No habrá líneas rojas ni acatamiento a
cualquier norma decente.
El
aparato criminal que domina a Colombia tiene tentáculos transnacionales. El
plan sedicioso de la oposición política cuenta hasta con la colaboración del secretario
de Estado de los Estados Unidos, además de otros brazos asociados al
narcotráfico, las esmeraldas y la venta de armas, que se sienten golpeados con
todas las toneladas de polvo blanco que le han sido confiscadas.
El
momento que vive Colombia es el de una radicalización de la lucha entre el bien
y el mal. Puede sonar maniqueo, pero así es. Es más que una lucha política de
clases, es más que una batalla entre la concepción neoliberal despojadora de
derechos y la concepción de un eficaz Estado Social de Derecho. El momento
actual es el de una confrontación ética, estética y cultural. Se oponen los
valores sagrados de la vida, la preservación de la naturaleza, la paz, la
justicia social y todos los derechos derivados de ésta, contra los disvalores
del “todo vale”, “resolvamos los conflictos con balines”, “maten al sicario de
Miguel Uribe”, “la consulta popular es ilegal”, “la paz total es un fracaso”,
“expulsar al guerrillero del Palacio”.
Claro que
es una lucha entre el pueblo empobrecido y explotado contra grupos de poder que
se enriquecen cada vez con la plusvalía y los recursos que arrebatan a las
mayorías trabajadoras. Es la lucha del bien común contra el mal de minorías
saqueadoras. No se trata de izquierda o derecha, ni de Petro o Uribe, sino del
buen vivir de los colombianos asaltados en sus derechos.
¿Qué más
irán a hacer? Cualquier locura se puede esperar de una oposición fanática, de
una Delincuencia Política Organizada, de todas esas fuerzas reaccionarias
nucleadas en torno al propósito de sacar del gobierno a los “comunistas” para
volver a detentar el poder.
El mundo
delira con guerras, asesinatos políticos, genocidios, confabulaciones, codicias
sin límites. Colombia delira con lo mismo.
Autor amazonense sin fronteras, bolivarista, martista, mariateguista, gaitanista y un poquito zapatista.
Las marchas, movilizaciones y paro nacional para defender las reformas están perdiendo el pulso frente al aparataje de la democracia burguesa. El pueblo se toma las calles, pero la oligarquía nos derrota en el Congreso y las altas cortes, al hundir las reformas el primero y tumbarlas mediante sentencias las segundas.
¿Vamos a seguir marchando indefinidamente sin obtener logros sustanciales en la lucha por los derechos sociales, políticos y económicos?
¡Qué falta hace un fortalecido Partido Unitario en este momento de definición de estrategias para radicalizar la lucha política!
Y no sólo el Partido sino la conformación de una Coordinadora Nacional y Frente Unido en defensa de las reformas sociales estructurales.
La resurrección de la reforma laboral podría considerarse un triunfo del movimiento popular en las calles, pero la están posicionando como una conquista de la derecha que se abanderó de ella, amputando el texto original presentado por el gobierno.
La negación de la consulta popular en el Congreso es un caso único en el mundo que supera aún el horripilante triunfo del NO a la paz en el plebiscito por la terminación del conflicto armado y social en el 2016.
Colombia es una tragedia y comedia con sus instituciones burguesas burlándose y aplastando al constituyente primario. La democracia burguesa está diseñada para conservar los privilegios de la clase burguesa oligárquica a costa de la opresión y el mal vivir de las clases trabajadoras.
¿Por qué no se radicaliza la exigencia de la consulta popular que le otorga el derecho legítimo al pueblo de decidir directamente su suerte en el campo laboral y la salud?
Es que nos están tratando como esclavos, como parias, es decir como sujetos carentes de derechos. Es muy grave ese contragolpe y humillación que hizo el Congreso casado con el “bienestar exclusivo de las clases opresoras”, al negar la consulta popular, inalienable derecho constitucional. Ese derecho al igual que los otros derechos constitucionales son derechos fundamentales irrenunciables que no pueden ser negados por gobierno o autoridad alguna a las personas porque son constitutivos de la esencia de los sujetos de derechos, que somos todos los ciudadanos.
Cuarenta y nueve (49) senadores negaron el derecho a decidir en las urnas a 25 millones de colombianos. Cuarenta y nueve sujetos que se ganan más de $50 millones mensuales destruyen la posibilidad de mejorar las condiciones laborales y de salud a las mayorías.
Nadie puede negar el derecho del pueblo a la consulta popular. El presidente Petro puede convocarla por decreto, pero el Consejo de Estado podría atravesarse en el camino y tumbarla al emitir sentencia frente a las múltiples demandas que la oposición política burguesa interpondrá.
¿Qué hacer para lograr la consulta popular?
La conformación de una Coordinadora Nacional por las reformas sociales y las consultas populares es de urgente necesidad para convocar a jornadas de marchas y paros escalonados en el territorio nacional. Las próximas convocatorias podrían tener como única consigna: ¡Aprobación de la consulta popular ya!
Es indispensable transformar las dinámicas políticas en Colombia. Estamos en un momento álgido de las contradicciones entre el capital y el trabajo, y esta lucha no se zanja favorablemente a los trabajadores siguiendo las reglas hechas por los explotadores esclavistas. Para avanzar es necesario parar y empezar a construir Poder Popular.
¡Hacia el Poder Popular!
Se construye Poder Popular al arrebatar al Congreso burgués las decisiones que afectan la vida de millones de colombianos. ¿Hasta cuándo nos va a esclavizar esa casta política pagada por el establecimiento oligárquico? El pueblo se debe apropiar de la herramienta constitucional consulta popular para seguir legislando (en lugar del Congreso corrupto anti pueblo) sobre todos los temas. Legislar a través de las consultas populares, desposeer al Congreso esa potestad. El pueblo debe ser el legislador en el próximo futuro. El Congreso burgués siempre estará contra los intereses del pueblo.
Las movilizaciones y paros pueden radicalizarse para presionar la aprobación de la consulta popular. ¿Cómo? Paralizando las ciudades a través de la toma de avenidas con los manifestantes sentados en las calzadas. Nada de violencia. Toma cultural de calles y arterias con el pueblo sentado pacíficamente, entonando canciones de amor y lucha social, con los teatreros haciendo performances y sketches, con los acróbatas pintando el aire de magia, con los cuenteros palabreando el paisaje, con las batucadas electrizando la atmósfera. Las carpas desplegadas en parques y calles acogiendo al pueblo movilizado por su legítimo e inalienable derecho a la consulta popular, los comedores populares atendidos por las mujeres valientes madres de las primeras líneas, por voluntarios y juventud activada; los micrófonos abiertos para continuar los cabildos populares; las despensas para recoger alimentos.
Es el momento de crear las bases del Poder Popular que podría profundizar el próximo gobierno progresista.
Si no se radicaliza la lucha popular y el accionar del gobierno de Gustavo Petro, nos van a seguir derrotando y burlando. Perderá potencia la movilización y la lucha callejera.
La democracia burguesa con sus legislaciones a favor de poderosos intereses de clase es la gran tranca para la conquista de la justicia humana, social, redistributiva, ambiental, en una sociedad profundamente afectada por sus ausencias. La democracia burguesa permite comprar los jueces, el Congreso, los magistrados, los funcionarios - empleados públicos, las juntas directivas, los empresarios y todos los que haya que comprar. Esa “democracia” necesita de la injusticia, del hambre, la desigualdad, la miseria; estimula la corrupción, el delito, la aporofobia, la sociopatía, la exclusión y otros males que se devoran el país. La democracia burguesa se debe al capitalismo puro y duro que avasalla al pueblo trabajador.
«La nueva relación entre el trabajador y el empresario». Caricatura del Neuer Postillon, Zúrich, Suiza, 1896
La gran burguesía aliada con criminales no quiere compartir las rentas y las riquezas. Su codicia y afán monopolista, su carácter excluyente y sociópata, no admiten la redistribución de la riqueza. Lo máximo que permitirá serán unas reformas deshilachadas, amputadas, disminuidas en sus alcances, retazos de los proyectos presentadas por el gobierno nacional, o sea, reformas que finalmente no se configuran como reformas estructurales. Seguirá imperando la inequidad en la tributación como ya ocurrió con la reforma tributaria de 2022 trasquilada por la Corte Constitucional quien autorizó a las empresas deducir de su impuesto de renta lo que pagan por regalías al Estado. También ocurrió con el archivo de la Ley de Financiación. Ahora está en vilo la reforma pensional.
El pueblo colombiano está luchando contra un aparato criminal multidiverso que se apropió del Estado, de sus instituciones encargadas de asegurar los derechos fundamentales consagrados en la Constitución Política de 1991. Políticos, grandes empresarios, mafias de rentas ilícitas, empresas transnacionales, contratistas, se ferian los recursos públicos, los presupuestos, las vigencias futuras, los medicamentos, las flotas de carro tanques, las falsas facturas de atenciones médicas, de servicios de ambulancias, de contratos e IPS ficticias, entre otros; se llevan lo que pertenece al pueblo desprotegido. En la letra escrita constitucional están resueltas las necesidades básicas de los colombianos, pero en la praxis está bloqueada por la rapiña que sufren las finanzas de dichas necesidades.
El presidente Gustavo Petro está enfrentando toda esa maquinaria para poder cristalizar las reformas sociales. El pueblo movilizado en las calles lo acompaña. ¿Bastarán estas luchas para lograr implantar las reformas estructurales? La Delincuencia Política Organizada –DPO- no se asusta con nada. Archivó en la Comisión Séptima del Senado la reforma a la salud el mismo día en que marchas multitudinarias en todo el país respaldaron la convocatoria a una consulta popular para preguntar sobre las reformas laboral y de salud. Todos los engranajes del aparato criminal nacional están estrechamente sincronizados para conservar el “Estado de cosas” aberrantes a las que se acostumbró la sociedad. La oposición en el Senado de la “República” ya anunció votar en contra de la consulta popular, es decir, no permitirán siquiera consultar al pueblo –el constituyente primario- sobre lo que ya está escrito en la CN 1991.
Ya están consagrados los derechos a la salud, la educación, la pensión, el trabajo digno, la vivienda, la paz; sin embargo, el pueblo tiene que pedir que se ratifiquen esos derechos a través de una consulta popular. Un absurdo. El Congreso que está en el deber de tramitar lo que ya es ley, se dedica a sabotear, boicotear, bloquear las propias normas. El propio Estado hace conspiración contra sí mismo. Esto es una canallada por parte de una casta política burocrática que gana 40 veces más que cualquiera de nosotros que somos clase obrera-proletaria. No somos clase media, somos asalariados, vivimos de lo que nos pagan por nuestro trabajo, trabajo que genera riqueza, riqueza de la cual apenas arañamos unas migajas.
Colombia es el único país del mundo donde la mayoría de los votantes dijo no a la paz. ¿Será que, en una consulta popular, la mayoría vote negativamente las reformas laboral y de salud? No creo que suceda esto. De hacerse esa consulta, ganará el sí a las reformas. Estamos en otro momento, ya no es el dominio del uribismo doctrinario fundamentalista; hoy es el momento del pueblo empoderado, del poder popular en ciernes, del despertar de la conciencia de clase y política. El pueblo en las calles es una tromba de alegría, arte, expresión, dignidad y poder.
Para lograr la aprobación de la consulta popular en el Congreso se puede convocar una nueva y poderosa marcha, previa a la votación. Esta marcha será un mandato popular; si no votan a favor de la consulta, el pueblo escalará a acciones más audaces que cuestionarán los cimientos de la democracia burguesa. Esa posible afrenta del Congreso pondrá a prueba la organización revolucionaria del pueblo; el nuevo Partido Unitario mostrará de qué está hecho y cuál es su compromiso con la revolución política y cultural que tenemos que hacer.
Autor amazonense sin fronteras, bolivarista, martista, mariateguista, gaitanista y un poquito zapatista.
El pueblo de Colombia va a hacer una revolución. La hará a su manera, con su tumbao, ritmo y respiración. Cada país tiene su danzao, sus revulsivos, sus exorcismos. Cada comunidad comulga con sus propios dioses, entonces saltan los girasoles.
Una revolución no tiene fecha ni fórmula anticipada. Simplemente, estalla cuando menos se le espera. Ya ocurrió el 9 de abril de 1948 cuando arrancaron la rosa más rosa del rosal. Pero ese levantamiento de furia y dignidad fue devorado por los propios cortadores que bogaron del manantial rojo, los que silenciaron la voz de la esperanza.
Francia hizo rodar una corona por las gradas en 1789. Rusia hizo primero su revolución burguesa en 1905 y luego su revolución proletaria en 1917. Cuba mandó a parar la juerga ajena en 1959 y emprendió su propia diversión. Venezuela hizo la Revolución Bolivariana desde 1999.
Cada revolución trasforma un país, deja una huella indeleble en los hijos de los hijos que ni siquiera la oyeron. Como todos los procesos en los que intervienen los seres humanos, se consolidan o se disuelven, se anquilosan o se deforman. La materia está en perpetuo movimiento.
La revolución colombiana será distinta a todas. Una revolución política y cultural. Empieza el 18 de marzo de 2025 cuando el pueblo salga a las calles a ordenar las reformas laboral y de la salud. Será el preludio de nuevos mandatos desde las movilizaciones y las consultas populares. Será el jardín florecido con el empoderamiento de la muchedumbre. Será una nueva forma de gobernarnos, quizás un anarquismo inspirador y saludable. Cada colombiano lleva en su cabeza una idea de país y gobierno diferentes, lo dijo Simón Bolívar. Se abrirá una era en la que por fin entenderemos que los derechos no se mendigan sino que se arrancan sin zaherir la primavera.
Y la revolución se repetirá con cada necesidad negada hasta que la democracia directa y el Poder Popular se vuelvan costumbre.