Oto Higuita, 19-2-2025
El gobierno del cambio que encabeza el presidente Gustavo Petro está ante una decisiva encrucijada. ¿Qué camino tomar, a la izquierda, a la derecha o al centro?
Mucha gente cree que el presidente va a dar un timonazo
para cambiar el rumbo que ha tomado su gobierno, ante el incumplimiento de 146
de los 195 compromisos, solo un escaso 25% de lo prometido en campaña se ha
cumplido. Fracaso del cual responsabiliza a sus ministros y directores de
departamentos administrativos.
Lo que no está claro es hacia qué dirección dará el
timonazo en el tiempo que resta para que termine el período presidencial.
Lo que sí está claro es que Gustavo Petro busca quedar
ante la historia como el presidente revolucionario, el gobierno no lo es, como afirmó en el primer consejo de ministros público del
pasado 4 de febrero, dando a entender que sus ministros no son revolucionarios;
no cumplieron con las metas que se trazó el gobierno, pues lo logrado está muy
por debajo de las expectativas del pueblo que lo eligió.
Lo que sucedió en la reunión en la Casa de Nariño, cuando
el jefe de Estado salió en directo por la televisión y las redes sociales de la
presidencia a anunciar que haría público el consejo de ministros, puede calificarse como una jugada política maestra que trajo varias
sorpresas.
Las sorpresas del consejo de ministros
El regaño público a sus ministros por no cumplir el
programa de gobierno que se acordó con el pueblo. Mostrar a toda Colombia un
balance de gestión bastante pobre. Sorpresiva fue la manera como despotricó de
la última guerrilla histórica que queda en Colombia, el ELN, para luego
justificar la vuelta a la estrategia contrainsurgente, lo cual significa nada
más y nada menos que deshacerse de la paz total y acoger la vieja doctrina de
la seguridad nacional, decretando el Estado de conmoción interior por 90 días.
Ni el objetivo maximalista de hacer de Colombia una
potencia mundial de la vida se va a poder realizar, de no llegar a un
acuerdo definitivo sobre la paz total; más difícil aún lograr sin completar la
reforma institucional profunda (tributaria, laboral, salud, pensional) que
requiere el Estado, hoy frenada por la mayoría parlamentaria al servicio de la
oligarquía, lo cual lleva a poner en entredicho el gran sueño del gobierno
del cambio.
Sorpresivo también que se ventilaran al aire las fuertes
contradicciones dentro del gobierno. Haber atornillado a un personaje oscuro y
negativo para el proyecto progresista en Colombia como Armando Benedetti, quien
encarna precisamente valores contrarios a los que representa el gobierno del
cambio.