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29/07/2021

JON LEE ANDERSON
¿Está perdiendo por fin el Partido Comunista de Cuba su control sobre el país?

 

Jon Lee Anderson, The New Yorker, 22/7/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Jon Lee Anderson (Long Beach, California, 1951) es un reportero de guerra y cronista, colaborador de The New Yorker desde 1998. Es autor, entre otros libros, de la mejor biografía que se ha escrito sobre el Che Guevara, Che Guevara: Una Vida Revolucionaria (1997). Bio-bibliografia

Históricas protestas en toda la isla arrojan dudas sobre el poder de permanencia del régimen.


Las manifestaciones que han tenido lugar recientemente por toda Cuba son la mayor acción popular de masas desde 1994. (Foto: Alexandre Meneghini/Getty)

El domingo 11 de julio el mundo tomó nota de un hecho histórico en Cuba cuando miles de ciudadanos salieron a las calles para protestar contra el gobierno. Muchos de ellos gritaban “¡Patria y Vida!”, el título de una canción de rap prohibida pero extremadamente popular que se basa en el eslogan acuñado por el difunto Fidel Castro: “Patria o Muerte”. Muchos gritaban también “¡Libertad!” y frases similares que no solo son heréticas sino que, cuando se gritan en una protesta, son además ilegales en Cuba, donde el Partido Comunista es el único árbitro legal de la vida política.

El levantamiento comenzó en San Antonio de los Baños, una apacible ciudad próxima a La Habana, golpeada últimamente por toda una serie de prolongados cortes de energía. Pero los cubanos del conjunto de la isla se han sentido frustrados por la incapacidad de su gobierno a la hora de brindarles servicios tan básicos como alimentos y medicinas, en medio de un lento despliegue de vacunas y un aumento en las tasas de infección por la COVID. Las protestas se propagaron rápidamente, ya que las noticias y las imágenes de lo que estaba sucediendo se difundieron por Facebook, Twitter y otras plataformas de mensajes, como WhatsApp. En cuestión de horas, hubo protestas hasta en sesenta pueblos y ciudades, desde La Habana a Santiago, en el extremo sureste de la isla, a unos 800 kilómetros de distancia. Durante la última década, a pesar de las restricciones oficiales sobre los medios y la mayoría del resto de fuentes independientes de información desde hace mucho tiempo, el gobierno de Cuba ha permitido gradualmente a sus ciudadanos el acceso a teléfonos celulares e Internet, que son ahora de uso generalizado. Tal como temían los escépticos apparatchiks del Partido, esta tecnología está demostrando ser una amenaza para su orden. Como me dijo esta semana Abraham Jiménez Enoa, un joven amigo cubano que informaba sobre las protestas: “La única certeza en este momento es que la gente de este país quiere un cambio e Internet nos está ayudando a luchar por él”.

07/06/2021

Protestas en Colombia, elecciones en Perú y otros caos en los Andes

Jon Lee Anderson, The New Yorker, 4/6/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Jon Lee Anderson (Long Beach, California, 1951) es un reportero de guerra y cronista, colaborador de The New Yorker desde 1998. Es autor, entre otros libros, de la mejor biografía que se ha escrito sobre el Che Guevara, Che Guevara: Una Vida Revolucionaria (1997). Bio-bibliografia

Se desvanecen, nuevamente, las esperanzas de un renacimiento democrático sostenido en las siete naciones andinas.


Una propuesta de aumento de impuestos (llamada reforma tributaria) en Colombia esta primavera provocó una huelga general, protestas masivas y enfrentamientos con la policía. Foto Diego Cuevas/Getty


En los ocho años transcurridos desde la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez a la edad de 58 años, su tan cacareada revolución “bolivariana” que unificaría las naciones andinas de América del Sur ha seguido el camino de la mayoría de los sueños febriles. La región sigue en estado de agitación, acosada por diversos grados de caos social, económico y político. Más allá de su compartida geografía, los siete países tienen historias análogas, comenzando con la conquista española. El período colonial terminó, después de las guerras de independencia lideradas por Simón Bolívar y José de San Martín, en una división igualmente sangrienta en Estados-nación. En su mayoría, son aún unos recién llegados a la democracia tras haber soportado períodos de gobierno militar y, en algunos casos, guerra civil, hasta finales del siglo XX. Venezuela y Colombia pusieron fin a sus dictaduras militares a finales de los años cincuenta, pero Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú no experimentaron la restauración democrática hasta finales de los setenta y principios de los ochenta, y Chile fue el último en despedir a un dictador, Augusto Pinochet, en 1990.

Ahora las esperanzas de un renacimiento democrático sostenido se han desvanecido, una vez más, ante la desenfrenada corrupción oficial y las desigualdades sociales no resueltas. El populismo, el autoritarismo y la participación militar en la política siguen en boga. (El síndrome también se presenta en vecinos no andinos, especialmente Brasil, así como en las naciones centroamericanas de El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala). A lo largo del pasado año, la pandemia del coronavirus ha empeorado la situación. América Latina representa menos del 9% de la población mundial, pero casi un tercio del número de muertos por la pandemia mundial, lo que puede explicarse, en parte, por la torpeza o negligencia de varios gobiernos. En la mayoría de los países, el lanzamiento de la campaña de vacunación ha sido nefasto y, como no sobrevenga una ayuda importante de afuera, la pandemia persistirá mucho tiempo después de que se haya contenido en otros lugares. La recesión económica del año pasado en la región ha sumido a millones de personas en la pobreza. Los malestares sociales, políticos y económicos desatendidos provocaron disturbios sociales en Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Bolivia antes de la pandemia. Ahora, como era de esperar, los disturbios han retornado, dándose la situación más grave, hasta ahora, en Colombia.

En abril, el presidente Iván Duque propuso un aumento de impuestos, que fue respondido por una huelga general, protestas masivas y enfrentamientos con la policía que han continuado durante semanas, incluso después de que Duque retirara el aumento. Según las informaciones, unas 50 personas han muerto a causa de los disturbios y cientos han resultado heridas. Tras un año de deterioro económico, en el que el PIB se redujo en casi un 7%, la mayor disminución en medio siglo -se estima que más del 42% de los colombianos vivían en la pobreza-, el aumento de impuestos propuesto, que habría afectado los ingresos de la clase trabajadora al aumentar el coste de los alimentos básicos, fue una iniciativa increíblemente obtusa.