Salman Rafi Sheikh,
Asia
Times, 15/11/2021
Traducido del inglés por Sinfo
Fernández, Tlaxcala
Salman Rafi Sheikh es un periodista independiente pakistaní. Nació en Kasur, pequeña ciudad de la región del Punyab, graduándose en ciencias políticas en la universidad Quaid-i-Azam de Islamabad. Cursó el doctorado en el departamento de Política y Estudios Internacionales de la Universidad SOAS de Londres. Centra sus investigaciones en las cuestiones de política de identidad y etnonacionalismo en los Estados poscoloniales, sobre todo en Pakistán. Autor de The Genesis of Baloch Nationalism: Politics and Ethnicity in Pakistan, 1947-1977.
Se retiene la ayuda como forma de ejercer presión geopolítica sobre los talibanes, pero el grupo militante declara que el hambre es el precio de expulsar a los invasores occidentales.
Afganistán se tambalea hacia la hambruna bajo el régimen talibán (Foto: Facebook)
Mientras la hambruna se cierne sobre Afganistán, las potencias externas parecen estar sopesando opciones para promover sus propios intereses, tanto frente a los talibanes como frente a sus rivales regionales y extrarregionales.
Desde su llegada al poder en agosto, los talibanes no han logrado contentar a las potencias externas -incluidos USA, China y Rusia- respecto a la ruptura de todos sus vínculos con Al Qaida, el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM, por sus siglas en inglés) y otros grupos militantes y terroristas.
La retirada de USA también cerró la entrada de ayuda extranjera, dejando la situación económica del país con problemas de liquidez y pendiendo de un hilo. La ONU predice que el país se verá afectado por una de las peores crisis humanitarias de su historia en el próximo invierno.
Mientras que unos 23 millones de afganos, en un país de 38 millones de habitantes, se enfrentan al hambre aguda, 8,7 millones se encuentran en estado de emergencia, la segunda categoría más alta en la jerarquía de calamidad del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. Esta última cifra es superior a los 3 millones del año pasado.
Con los precios del combustible y los alimentos ya por las nubes, la ONU dice que Afganistán necesita casi 7.000 millones de dólares para evitar una hambruna total.
Las múltiples sequías se han
combinado con el colapso económico a la hora de provocar la crisis. Pero su
resolución efectiva y oportuna está estrechamente ligada a las consideraciones
e intereses geopolíticos específicos y mutuamente conflictivos de los actores
relevantes.