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18/10/2025

Hitlerismo, trumpismo, netanyah(u)ismo, lepenismo, macronismo: un enfoque comparativo y expresionista, por Emmanuel Todd

Original francés English version
Traducido por Tlaxcala

Emil Nolde, Máscaras III, Naturaleza muerta, 1911

Las referencias a los años 1930 se multiplican. La degeneración de la democracia usamericana parece devolvernos a la de la república alemana de Weimar. Trump, por su goce en la violencia y la mentira, por el ejercicio del mal, nos lleva irremisiblemente a Hitler. En Europa, el ascenso de movimientos catalogados como de extrema derecha nos obliga a ese regreso a nuestra historia.

Sin embargo, las sociedades occidentales ya no se parecen mucho a lo que eran en los años treinta. Están envejecidas, de consumo, terciarizadas; las mujeres están emancipadas; el desarrollo personal ha reemplazado a la adhesión partidaria. ¿Qué relación con las sociedades de los años treinta: jóvenes, frugales, industriales, obreras, masculinas, afiliadas a partidos? Fue esta distancia socio-histórica la que me llevó, hasta ahora, a considerar a priori inválido el paralelo entre las “extremas derechas” del presente y las del pasado. Pero las doctrinas políticas existen, hoy como ayer, y no podemos limitarnos a postular la imposibilidad, por ejemplo, de un nazismo de ancianos, de un franquismo de consumidores, de un fascismo de mujeres emancipadas o de un LGBTismo Cruces-de-Fuego.

Ha llegado el momento de comparar las doctrinas de nuestro presente con las de los años treinta. Aquí está el esbozo de lo que podría ser el estudio comparativo de cinco fenómenos históricos: el hitlerismo, el trumpismo, el netanyah(u)ismo, el lepenismo. Añadiré, brevemente al final del recorrido, el macronismo. El extremismo centrista y europeísta que conduce a Francia al caos nos obliga a este examen. ¿Es este extremismo tan centrista como parece?

Se tratará de un enfoque impresionista, sin pretensión de exhaustividad ni siquiera de coherencia, cuyo objetivo es abrir pistas, no concluir. Fuerzo los rasgos y los colores para situar los conceptos unos en relación con otros. Exagero a propósito, para alcanzar o incluso anticipar una historia que se acelera. Una aproximación expresionista sería quizá una metáfora más apropiada.

Comencemos por la dimensión general del racismo o la xenofobia.

El rechazo de un “otro” definido como exterior a la comunidad nacional, con niveles de intensidad muy variables, es común al hitlerismo, al trumpismo y al lepenismo. En el caso del hitlerismo y del trumpismo, es la noción de racismo, explícita o implícita, la que es común. Los judíos eran considerados por el nazismo como constituyendo una raza, en el sentido biológico. Los negros, esos objetivos apenas escondidos del partido republicano trumpizado, también se definen biológicamente. En el lepenismo, en cambio, solo podemos asociar el concepto de xenofobia. Árabes o musulmanes se definen por su cultura. Una de las características de la obsesión francesa por la inmigración sigue siendo su fijación en el Islam y su incapacidad para señalar a los negros, cuya llegada masiva, sin embargo, es el elemento nuevo del proceso migratorio. La tasa de matrimonios mixtos entre mujeres negras es muy elevada en Francia; sigue siendo insignificante en USA.

Un rasgo común a los «populismos» occidentales es, por supuesto, su rechazo a la inmigración: Reform UK, los Sverigedemokraterna (Demócratas de Suecia), la AfD, Viktor Orbán en Hungría, Ley y Justicia en Polonia, Giorgia Meloni en Italia, pasan, como Trump o Le Pen, la prueba de este denominador común. ¿Basta eso para definirlos como de extrema derecha, en el sentido de que el nazismo y el fascismo eran de extrema derecha? No lo creo. Una diferencia capital opone el populismo de hoy a la extrema derecha de tipo hitleriano o mussoliniano: el nazismo y el fascismo eran expansionistas, con el objetivo de proyectar hacia fuera el poder del pueblo alemán (ario) o italiano (romano). Eran agresivos, nacionalistas, conquistadores. Se apoyaban en partidos de masas. Es difícil imaginar a los populistas actuales organizando desfiles al estilo de Núremberg. Los aperitivos saucisson-pinard  [pancho-escabio] del RN son ciertamente antimusulmanes pero, aun así, menos impresionantes que las ceremonias guerreras hitlerianas. ¿De Núremberg a Hénin-Beaumont? ¿En serio?

El único populismo occidental que hoy pasaría al 100% la prueba del expansionismo sería el de Netanyahu. Colonias en Cisjordania, genocidio en Gaza: establecer un vínculo entre hitlerismo y netanyah(u)ismo es inevitable.

Las xenofobias francesa, británica, sueca, finlandesa, polaca, húngara, italiana son, al contrario del nazismo y el fascismo, defensivas. No nos enfrentamos a pueblos que quieren conquistar sino a pueblos que quieren seguir siendo los amos en su casa. Por eso la dimensión cultural prepondera hoy en Europa sobre la noción racial y por qué solo podemos hablar aquí de xenofobia. Esta xenofobia es conservadora, mientras que el racismo hitleriano era revolucionario porque trastornaba la organización social. La noción de nacionalismo por tanto no se aplica a los populismos europeos actuales, ni la de extrema derecha tampoco, o tendremos que introducir oxímoros como “nacionalismo moderado” y “extrema derecha moderada”. Prefiero hablar de conservadurismo popular.

Personalmente favorable a una inmigración controlada, debo admitir la legitimidad de esta xenofobia porque acepto el axioma de que un grupo humano portador de una cultura, consciente de existir como colectividad, en suma un pueblo, tiene derecho a querer seguir existiendo. Concretamente: un pueblo puede controlar sus fronteras. El nazismo, con sus soldados instalados del Atlántico al Volga para esclavizar o exterminar a otros pueblos, era algo totalmente distinto.


“Trump: El nuevo Führer… El peligroso heredero demagogo de Hitler”, un libro de 2017 del autor egipcio Taher Chalabi, a la venta en una librería de segunda mano en Túnez.

El trumpismo representa una forma mixta porque combina un elemento central defensivo, antiinmigración, con un fuerte potencial de agresión hacia el mundo exterior. No se trata estrictamente de expansionismo. Es la expansión previa del aparato militar usamericano y el papel del dólar en la depredación imperial lo que hizo posibles los actos trumpianos violentos dirigidos contra otros pueblos y naciones: Venezuela, Irán, nosotros, los pueblos sujetos de la Europa occidental, y por supuesto los árabes, con los palestinos como objetivo principal. La integración progresiva de Israel en el Imperio, a partir de 1967, hace que en 2025 ya no se pueda distinguir mucho entre trumpismo y netanyah(u)ismo. Pero Trump, más allá de sus payasadas nobelizables, es de hecho el principal culpable del genocidio en Gaza por sus largos estímulos a la violencia israelí: este hecho tan simple sitúa al trumpismo del lado del hitlerismo. Trump sigue al volante: acelerones y frenazos usamericanoss regulan la agresividad genocida de Netanyahu. Tengo suerte: en el momento en que escribo, Trump, asustado por la reacción de los países árabes al asalto israelí a Qatar, y en particular por la alianza estratégica entre Arabia Saudí y Pakistán, retrocede. Ordena a Netanyahu que se disculpe por el bombardeo en Qatar y este obedece. Trump impone a Israel un acuerdo con Hamás y Netanyahu firma. ¿Y luego? Trump es un perverso, imposible de decir.

El concepto de trumpo-netanyah(u)ismo, bastante feo lo admito, permite aprehender la cuestión judía como punto común a la crisis usamericana de 2000–2035 y a la crisis alemana de 1920–1945.

La postura pro-Israel radical del trumpismo oculta, a mi juicio, un antisemitismo visceral y vicioso: la identificación de todos los judíos con el netanyah(u)ismo, fenómeno históricamente monstruoso, chancro en la historia judía, solo conducirá a renovar la concepción nazi de un pueblo judío monstruoso. Hablo aquí de antisemitismo 2.0.

Soy consciente de que pocos lectores me seguirán en este punto. Pero no hago más que hablar aquí como un vulgar profeta del Antiguo Testamento. “No fuimos elegidos para estar del lado de los poderosos. La historia no cesa de tendernos esta trampa”. ¿Cuántas veces los judíos se creyeron salvados por los fuertes, por los poderosos, por el poder, por un imperio, incluso designados por un privilegio — el éxito financiero, la importancia intelectual, la importancia en el partido bolchevique — para ser finalmente arrojados como alimento a pueblos furiosos… Me sangra el corazón al ver a tantos judíos franceses, que hoy se creen con la sartén por el mango, justificar la política de Netanyahu. Pero son las mandíbulas de una trampa las que se están abriendo. Por gracia de Trump, todo el planeta se vuelve antisemita. Los judíos usamericanoss, cuya mayoría rechaza la línea Netanyahu, son más sabios y más justos. Pero, ya, los judíos hostiles a Netanyahu, académicos o no, son sospechados por el poder de ser antisemitas. La perversidad reina. El trumpismo reina.

¿Cuándo se cerrará la trampa? Algún día, inevitablemente, las naciones cristianas harán las paces con 1.600 millones de musulmanes. Entonces los judíos serán abandonados por sus fans y, ahora solos, arrojados como alimento a otros pueblos furiosos.

Las tierras prometidas se suceden, los desastres las siguen. “Anochecer”, el relato temprano de Isaac Asimov, ese gran autor usamericano de ciencia ficción, me parece una metáfora de la larga sucesión de dramas que constituye la historia judía: dentro de una civilización poderosa, un resto de profecía anuncia una misteriosa catástrofe… llega, sorprendente… la civilización se derrumba… luego, lentamente, renace, florece… un resto de profecía anuncia una misteriosa catástrofe… llega, sorprendente…

En verdad, el mero regreso de la obsesión judía al corazón de Occidente valida la hipótesis de una continuidad amenazante entre el pasado y el presente.

Protestantismo zombi y nazismo, protestantismo cero y trumpismo

La crisis económica de 1929 fue un factor decisivo, muy conocido, de la hitlerización de Alemania. Seis millones de desempleados hicieron que la sociedad alemana escapara a cualquier fuerza de recuerdo ideológico. La liquidación del desempleo por Hitler en unos meses selló el destino del liberalismo.

El contexto religioso del ascenso del nazismo, igualmente importante, es menos familiar: entre 1870 y 1930 la fe protestante se desvaneció en Alemania, primero en el mundo obrero, luego en las clases medias y altas. Las regiones católicas resistieron. En 1932 y 1933, el mapa del voto nazi pudo por tanto reproducir, con una exactitud fascinante, el del luteranismo. El protestantismo no creía en la igualdad de los hombres. Había los elegidos, designados como tales por el Eterno antes incluso de su nacimiento, y los condenados. Una vez desaparecida la creencia protestante metafísica, lo que quedó fue la histerización por miedo al vacío de su contenido desigual, con los judíos, los eslavos y tantos otros como los condenados. En USA, el protestantismo de origen calvinista se dirigió contra los negros. El pueblo calvinista, fijado en la Biblia, se identificaba con los hebreos, lo que limitó el antisemitismo usamericano de los años treinta y puso a los judíos a salvo. En fin… a salvo hasta la reciente emergencia de la fijación evangélica sobre el Estado de Israel.

En la Francia católica (en la Cuenca parisina y en la fachada mediterránea particularmente), el hundimiento de la fe y de la práctica hizo, a partir de 1730, mutar la igualdad de posibilidades de acceso al paraíso (obtenida por el bautismo, que lava el pecado original) en igualdad de ciudadanos y en emancipación de los judíos. La idea republicana del hombre universal reemplazó a la del cristiano católico universal (katholikos significa universal en griego). Un programa totalmente distinto al nazismo pero que había representado, mucho antes que él, el primer reemplazo masivo de una religión por una ideología. En la Francia revolucionaria como en la Alemania nazi, sin embargo, el potencial de encuadramiento social y moral de la religión había sobrevivido a la creencia: el individuo seguía siendo miembro de su nación, de su clase, portador de una ética del trabajo y del sentimiento de obligaciones hacia los miembros del grupo. La capacidad de acción colectiva era fuerte, tal vez multiplicada. Esto es lo que llamo estadio zombi de la religión. El nazismo correspondía a ese estadio zombi, de ahí, desgraciadamente, su eficacia económica y militar.

Podría completar esta explicación religiosa de la ideología con una explicación de la propia religión, influenciada por las estructuras familiares subyacentes, desiguales en Alemania e igualitarias en la Cuenca parisina. Pero aquí basta con una continuidad del protestantismo al nazismo y del catolicismo a la Revolución francesa.

Encontramos protestantismo en el trumpismo. Encontramos entonces la desigualdad asociada a la negrofobia. Ya no estamos, sin embargo, en el estadio zombi de la religión sino en su estadio cero. La moral común ha desaparecido. La eficacia social ha desaparecido. El individuo flota, particularmente en esa USAmérica de estructura familiar nuclear absoluta, individualista y sin una regla de herencia bien definida. Por tanto, hay que esperar otra cosa como ideología trumpista: la desigualdad sigue, pero menos estabilidad en el delirio, oscilaciones brutales que no provienen fundamentalmente del cerebro de un presidente vulgar y vicioso sino de la propia sociedad. La capacidad de acción colectiva, económica y militar es, por suerte para nosotros, muy disminuida.

Observemos en el caso del trumpismo la aparición de formas pseudo-religiosas nihilistas que incluyen una reinterpretación obscena de la Biblia, como una glorificación de los ricos. Claramente más débil que el nazismo en la dimensión del racismo, el trumpismo va más lejos en la inmoralidad económica.

El nazismo era simplemente y explícitamente anticristiano. El trumpismo se quiere religioso pero a la manera de un culto satánico, por la inversión de valores. El mal es el bien, la injusticia es la justicia. Hitler no fue más que el Führer, guía del pueblo alemán hacia su martirio; Trump no es Satanás pero sospecho que para sus fans satanistas su gorra roja es la del Anticristo.

En el caso del lepenismo, no hay herencia protestante desigual. He ahí el verdadero misterio del Rassemblement National: xenófobo, nació en suelo católico. Peor aún, sus primeras zonas de fuerza, en la fachada mediterránea y en la Cuenca parisina, fueron las de la Revolución: igualitarias en lo familiar y descristianizadas desde el siglo XVIII. ¿Entonces? ¿Es el Rassemblement National desigual? ¿Igualitario? Misterio para nosotros, el RN probablemente lo sea también para sí mismo. Su rechazo del otro resulta de un igualitarismo perverso que exige una rápida asimilación de los inmigrantes más que sentirlos como diferentes en esencia. Sobre todo, el RN, fuertemente determinado por el rechazo a los inmigrantes, e incluso a sus hijos, no deja de ser constantemente recordado a la tradición igualitaria francesa porque sus electores odian a los ultrarricos, a los poderosos, en suma a nuestras élites imbéciles, y no solo a los inmigrantes. Por eso la unión de las derechas tiene dificultades para concretarse en Francia. De una forma u otra, la unión de oligarcas y pueblo (blanco) contra el extranjero no plantea problemas ni en USA, ni en Reino Unido, ni en Escandinavia, donde las fuerzas populares conservadoras y las de la derecha clásica se entienden con facilidad. En Francia, la coalición de ricos y pobres contra el extranjero se escabulle.

No subestimemos, sin embargo, la violencia potencial de una xenofobia de esencia universalista. Puede muy bien convertirse en racismo. Si un hombre piensa a priori que los hombres son iguales en todas partes y se encuentra frente a hombres portadores de costumbres distintas, puede perfectamente concluir que no son hombres.

El RN es el producto de un catolicismo cero, como la Revolución lo fue de un catolicismo zombi. Por eso no dará a luz a ningún proyecto colectivo. Remito el examen detallado del RN y de su relación con el futuro a un próximo texto, ni impresionista ni expresionista, que dedicaré por entero a la lógica interna y a la dinámica del caos francés.

Psiquiatría de las clases medias superiores

Llego ahora a una diferencia capital, que debería ser evidente para todos y recordada por los comentaristas políticos que nos remiten sin cesar a 1930 con su vocabulario. Comprender la dimensión religiosa, o posreligiosa, del hitlerismo, del trumpismo o del lepenismo, presuponía conocimientos históricos que no se pueden exigir a los politólogos de plató. Por el contrario, podemos exigirles que sepan situar socialmente las ideologías del pasado y del presente, que dejen de acercarlas sin cesar bajo el término de extrema derecha. La diferencia entre pasado y presente es aquí muy clara.

El nazismo y los movimientos de extrema derecha de antes de la guerra encontraban su epicentro social en las clases medias y particularmente medias superiores, amenazadas por el movimiento obrero, socialdemócrata o comunista. Estas clases medias estaban febriles, muy ocupadas en encerrar a sus mujeres y perseguir a los homosexuales. Hoy, los movimientos llamados de extrema derecha encuentran, por el contrario, su epicentro en los ámbitos populares, particularmente en un mundo obrero empobrecido, conmocionado o destruido por la globalización económica, amenazado por la inmigración. Las clases medias de hoy, ampliamente definidas por la educación superior e ingresos elevados, están poco o nada afectadas por la “extrema derecha”. Están particularmente inmunes.

Por eso prefiero hablar de conservadurismo popular más que de extrema derecha. Su anclaje en el grupo de los dominados explica el carácter defensivo del conservadurismo popular. Su elector no se imagina conquistador de Europa o del mundo si piensa su propia vida como una supervivencia.

El verdadero error intelectual sería quedarse ahí. Continuemos avanzando, incluso revertimos la problemática de la asociación entre ideología y clase. Hemos comparado las ideologías del presente con las del pasado, comparemos ahora las clases del presente con las del pasado.

Algunas clases medias europeas del período de entreguerras enloquecieron. El mundo obrero fue más razonable. ¿Pero las clases medias de hoy, particularmente medias superiores, son razonables? ¿Son pacíficas? ¿Cuáles son sus sueños?

Están locas. La construcción de una Europa posnacional es un proyecto de un alucinado cuando se conoce la diversidad del continente. Ha conducido a la expansión de la Unión Europea, remendada e inestable, en el antiguo espacio soviético. La UE es ahora rusófoba, belicista, con una agresividad renovada por su derrota económica frente a Rusia. La UE intenta arrastrar a los pueblos británico, francés, alemán y tantos otros a una guerra real. ¡Pero qué guerra extraña sería aquella en la que las élites occidentales hubieran adoptado el sueño hitleriano de destruir a Rusia!

La comparación por clases sociales nos permite, por tanto, una avance intelectual mayor. El europeísmo, y por tanto el macronismo, caen, por su agresividad exterior, del lado del nacionalismo, del lado de la extrema derecha de antes de la guerra. Si añadimos las entorsis a la libertad de información y a la expresión del sufragio popular, cada vez más masivas y sistemáticas en el espacio de la UE, nos acercamos aún más a la noción de extrema derecha. Fundada como asociación de democracias liberales, Europa muta en un espacio de extrema derecha. Sí, la comparación con los años treinta es útil, indispensable incluso.

Encontramos en el grandioso proyecto europeísta una dimensión psicopatológica ya observable en el hitlerismo: la paranoia. La paranoia europeísta se concentra en Rusia. La de los nazis hacía de la amenaza judía una prioridad, sin por ello descuidar el bolchevismo ruso (el llamado judeo-bolchevismo).

Hoy como ayer podemos por tanto analizar una psicopatología de las clases dirigentes europeas. La secuencia extraña iniciada por la elección de Trump, con la voluntad del presidente inestable de dialogar con Putin, nos permitió seguir en directo la salida de la realidad de nuestros dirigentes. Resumamos nuestro proceso delirante. Comenzó hacia 2014, antes, durante y después de Maidán, ese golpe de Estado que desintegró Ucrania, golpe teledirigido por estrategas usamericanos y alemanes. El resto ahora:

  • 2014–2022: Provocar a Rusia que había advertido que no toleraría la anexión de Ucrania por la Unión Europea y la OTAN.
    Se hizo. Putin invadió Ucrania.
  • 2022–2025: Perder la guerra económica que resultó para nosotros.
    Se hizo. Nuestras sociedades implosionan.
  • 2022–2025: Perder la guerra en el sentido estricto librada por nosotros por el régimen de Kiev.
    Está en curso.

El desplazamiento de los gobiernos europeos hacia una realidad paralela comienza en 2025.

  • Saquemos de nuestra derrota la idea de que finalmente podemos imponer nuestra voluntad e instalar nuestras tropas en Ucrania, para anexionar a la UE lo que quede. Pero ¿cómo no pensar en Hitler encerrado en su búnker en 1945, dando órdenes a ejércitos que ya no existen?

Hoy tenemos en Europa que lidiar con locos, o más bien con una locura colectiva que ha abrazado en masa a individuos de los ámbitos sociales dominantes. Solo en Francia, miles de periodistas, políticos, académicos, empresarios, altos funcionarios, participan en la alucinación colectiva de una Rusia que querría conquistar Europa (paranoia). Tal o cual individuo no podría ser considerado personalmente responsable. Estamos ante una dinámica psíquica colectiva.

Estoy convencido de que la disminución del individuo nacida del estado cero de la religión explica el nacimiento de estos bancos de peces rusófobos.

Como expliqué en Les Luttes de classes en France au XXIème siècle, la desaparición de las creencias colectivas — creencias religiosas y luego creencias ideológicas del estado religioso zombi — condujo a un hundimiento del superyó humano. A diferencia de los militantes de la liberación del yo, no defino el superyó como solo o incluso principalmente represivo. El superyó, como ideal del yo, ancla en la persona valores morales y sociales positivos. Las nociones de honor, coraje, justicia, honestidad encuentran su origen y su fuerza en el superyó. Si se debilita, se debilitan. Si desaparece, desaparecen. El hombre no ha sido al final liberado por el fin de la religión y de las ideologías sino, por el contrario, disminuido. Son hombres y mujeres muy bien educados pero moral e intelectualmente encogidos por el estado cero de la religión los que, en masa, son portadores de la patología rusófoba.

Los antisemitas nazis tenían una constitución psíquica totalmente distinta. La muerte de Dios, para hablar como Nietzsche, les había lanzado a la búsqueda de un Führer pero no estaban en déficit de superyó y seguían siendo capaces de acción colectiva. Las trágicas prestaciones del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial dan testimonio de ello. ¿Quién se atrevería hoy a imaginar a nuestras clases medias superiores corriendo hacia la muerte, a la cabeza de sus pueblos, hacia Kiev y Járkov? Nuestra guerra en Ucrania es para reír, producto de la emancipación del yo, hija del desarrollo personal. Solo morirán ucranianos y rusos.

A menos que…

Los intercambios termonucleares pueden prescindir de héroes.

9 de octubre de 2025

06/10/2025

TIGRILLO L. ANUDO
Le flottiglie che vengono sequestrate ogni giorno


Tigrillo L. Anudo, 6 ottobre 2025
Tradotto da Tlaxcala

Español English Français عربية

Il mondo cambia poco. Si ripetono schemi storici. Il passato non se n’è mai andato. La cosificazione degli esseri umani continua. La colonizzazione è all’ordine del giorno. La pirateria nelle acque internazionali rinasce con altri attori (chi si è infine tenuto gli aiuti e gli averi degli occupanti della flottiglia umanitaria diretta a Gaza?). Vengono definiti “terroristi” coloro che intraprendono azioni a favore della giustizia.


Il sequestro della Flottiglia Globale Sumud, che portava aiuti umanitari al popolo tormentato di Gaza, è ciò che accade quotidianamente in molti paesi. Sta accadendo proprio ora in Ecuador, Perù, Argentina, dove le politiche neoliberiste sottomettono la popolazione alla fame, alla mancanza di assistenza sanitaria, di istruzione, di alloggio, di lavoro — a una morte lenta.

La differenza è che non si tratta di flottiglie che viaggiano per mare. Sono flottiglie di investimento sociale che restano sequestrate nei Congressi e nelle Assemblee pluto­cratiche e corrotte. La differenza sta nel fatto che questa pratica del capitalismo globale diventa più visibile in una nazione invasa, massacrata e umiliata dall’ideologia sionista, concezione di uno Stato suprematista che realizza una pulizia etnica contro coloro che considera “inferiori” e “terroristi”.

Nei paesi menzionati sono sequestrati i diritti umani di altre etnie (indigeni, afrodiscendenti, contadini, operai meticci), operano regimi dittatoriali, repressivi e antidemocratici. Non uccidono con aerei bombardieri e intelligenza artificiale, ma con la negazione della dignità umana, ignominia resa invisibile dai mezzi di comunicazione imprenditoriali e dagli apparati educativi che programmano analfabeti politici.

Tutto è articolato. Daniel Noboa (presidente dell’Ecuador), Dina Boluarte (presidente del Perù) e Javier Milei (presidente dell’Argentina) sono alleati del governo sionista di Netanyahu. Come loro, Donald Trump (presidente degli Stati Uniti) e altri presidenti di nazioni europee fanno affari con il regime di Israele che difendono. Anche se alcuni governi europei hanno respinto a parole le azioni terroristiche dello Stato israeliano in Palestina (tra questi Italia e Spagna), hanno finito per abbassare la testa di fronte al genocidio. Non c’è fermezza nel rifiuto. Hanno paura di assumere posizioni decise, non vogliono uscire dal Club dei potenti complici del mondo.

Il governo degli USA segue l’ideologia sionista, è il suo riferimento. È l’alleato naturale di coloro che incarnano ciò che è più caratteristico del capitalismo 2.0: usura, controllo delle banche e del sistema finanziario, gestione delle industrie più redditizie, produzione di armi e tecnologie di sorveglianza, servizi di spionaggio e tecniche di combattimento contro i “nemici interni”, sviluppi di Intelligenza Artificiale che aumentano lo sfruttamento del lavoro e la disoccupazione. Il capitalismo 2.0 fa avanzare la tecnologia e arretra l’umanità.

Israele insegna agli USA come fare affari, coinvolgendoli come partner in un ambizioso progetto alberghiero in territorio palestinese. Né il Diritto Internazionale né i Diritti Umani fermano il tasso di profitto. Il mondo politico elitario continua, in gran parte, a essere molto permissivo con il genocidio a Gaza. Conviene loro. Sono i fili invisibili degli interessi commerciali e diplomatici che predominano nell’agenda delle politiche estere. Prevale l’economia politica, non l’etica né la solidarietà internazionale.

Nemmeno i romanzi distopici del XX secolo avevano previsto l’utopia negativa che il mondo vive oggi. Un piccolo paese con un esercito potente, sostenuto dall’impero usamericano, “difende” il proprio diritto a commettere un genocidio. Inoltre, considera l’atto di portare cibo, acqua, medicine e altri aiuti umanitari a un popolo bloccato come atti terroristici finanziati da Hamas. Si concede il permesso di imporre un blocco marittimo alla Striscia di Gaza (da 17 anni), sottomettendola alla sete, alla fame e alla mancanza di medicinali. Si permette anche di violare il diritto al mare abbordando imbarcazioni che si trovano in acque internazionali.

A chi importa la Palestina?

Come affrontare il pericolo rappresentato dal terrorismo di Stato di Israele? Le marce e le flottiglie umanitarie sono più simboliche che efficaci. Tuttavia, sono preziose e devono continuare, perché rendono visibile l’infame offensiva di una macchina che uccide bambini e donne. Esistono anche campagne di boicottaggio contro le imprese che finanziano il terrorismo dell’esercito sionista. Anche la loro portata è limitata, ma si aggiungono al clamore per la pace. Il presidente Petro ha proposto un Esercito di Salvezza dell’Umanità, ma non c’è stata una risposta tempestiva per realizzarlo. Il presidente Trump ha annunciato un “Piano di Pace” recolonizzatore per fermare la “guerra” (non dice genocidio) e amministrare la Striscia di Gaza con Tony Blair (assassino di asiatici). Un inganno e una beffa per il mondo. Annullano l’autodeterminazione dei popoli con un colpo di penna, decidono per la Palestina.

Ahmed Rahma, Türkiye

Tutto indica che il disordine che distrugge il Diritto Internazionale potrà essere compensato solo con l’uso della forza da parte di nuovi e audaci attori. Gli Houthi dello Yemen, un paese povero devastato dalla guerra, hanno osato lanciare droni e missili su Israele; lo fanno per solidarietà con la Palestina, per farsi sentire come nazione ignorata e colpita, per motivi storico-religiosi, per strategia, per calcolo politico, perché hanno la dignità e il coraggio che mancano alle nazioni ricche. Queste azioni, insieme alle risposte con missili supersonici dell’Iran che hanno fatto a pezzi la Cupola di ferro di Israele, stanno incoraggiando altri paesi a intervenire per fermare i massacri impuniti che ogni giorno commettono i militari folli guidati da Netanyahu. Israele non è così invulnerabile, è già stato dimostrato. E un paese minuscolo come lo Yemen capisce di poter giocare un ruolo controllando il Mar Rosso, attraverso il quale naviga gran parte dei combustibili e delle merci del commercio internazionale. In un mondo dove si violano le regole della convivenza e del rispetto tra le nazioni, si autorizza la continuazione di tali violazioni da parte di altri interessati. Israele rischia di essere cancellato dalla mappa per la sua persistente sfida alla pace e alla moralità internazionale.

Se l’esercito israeliano si arroga il diritto di sequestrare navi in acque internazionali, sta legittimando che gli Houthi attacchino le navi che trasportano armi, merci o combustibili attraverso lo Stretto di Bab el-Mandeb, l’entrata sud del Mar Rosso, attraverso cui passano le navi cariche di petrolio che riforniscono non solo Israele, ma anche Europa e Stati Uniti. Anche le navi di quest’ultimo paese soffriranno. I prezzi del petrolio possono aumentare. L’economia mondiale potrebbe essere colpita. La legge della giungla si espande sul pianeta; un futuro incerto potrebbe segnare le relazioni internazionali.

La disputa dei mercati e delle rotte commerciali mondiali è una partita a scacchi tra Russia, Cina, Europa e Stati Uniti. Nessuno di loro si preoccupa del destino della Palestina. Si preoccupano di come si posizionano di fronte ai loro avversari. Ogni volta che si apre un nuovo fronte di guerra per gli Stati Uniti, russi e cinesi ne approfittano. Sono interessati a vedere gli USA logorarsi aiutando i loro soci israeliani. Ecco perché orsi e draghi non entrano con forza a difendere la Palestina. È così che funziona l’economia politica. Piccoli paesi come lo Yemen e il Libano (Hezbollah) fanno di più per i gazawi che le grandi potenze. I governi arabi non riescono nemmeno a mettersi d’accordo su come sostenere i loro fratelli palestinesi, né su come affrontare la sfida sionista.

Solo i popoli salvano i popoli. Altre iniziative saranno indispensabili per fermare il genocidio. Non esiste potere militare che salvi vite a Gaza. Nessun governo osa intercedere per i palestinesi massacrati. Nessuno vuole “mettersi nei guai”, ciascuno guarda al proprio interesse. Finora, solo l’Indonesia ha offerto 20.000 soldati per un improbabile esercito di salvezza. Nessuno crede negli eserciti di salvezza.

Gaza è sola. I suoi abitanti continuano a cadere sotto i proiettili assassini di Netanyahu. Dopo Hiroshima e Nagasaki, il genocidio palestinese è il più grande fallimento dell’umanità.
La cupola sionista è determinata a sterminare gli abitanti di Gaza.
Lo fa dal 1947, quando i suoi alleati britannici li posizionarono deliberatamente nel territorio palestinese.
Il loro odio e la loro paura (mancanza di amore) li hanno portati a considerare tutti i palestinesi come terroristi.
Dicono lo stesso di coloro che cercano di portare loro aiuti.

Il fascismo sta regnando, e non ce ne siamo accorti. 

TIGRILLO L. ANUDO
Las flotillas que secuestran todos los días

 

Tigrillo L. Anudo, 6-10-2025

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El mundo cambia poco. Se repiten patrones históricos. El pasado nunca se fue. La cosificación de los seres humanos continúa. La colonización está a la orden del día. La piratería en aguas internacionales revive con otros actores (¿quién se quedó finalmente con las ayudas y las pertenencias de los ocupantes de la flotilla humanitaria rumbo a Gaza?). Tildan de “Terroristas” a quienes emprenden acciones en pro de la justicia.

El secuestro de la Flotilla Global Sumud que llevaba ayuda humanitaria al pueblo atormentado de Gaza es lo que ocurre diariamente en muchos países. Está ocurriendo ahora mismo en Ecuador, Perú, Argentina, donde las políticas neoliberales someten a la población al hambre, la falta de atención en salud, educación, vivienda, empleos, muerte lenta.

La diferencia es que no son flotillas que van por el mar. Son flotillas de la inversión social que quedan secuestradas en los Congresos y Asambleas plutocráticas corruptas. La diferencia está en que esa práctica del capitalismo global se hace más visible en una nación invadida, masacrada y humillada por la ideología sionista, concepción de un Estado supremacista que hace una limpieza étnica con quienes considera “inferiores y terroristas”.

En los países mencionados están secuestrados los derechos humanos de otras etnias (indígenas, afrodescendientes, campesinos, obreros mestizos), operan regímenes dictatoriales represivos y antidemocráticos. No asesinan con aviones bombarderos e inteligencia artificial, sino con la negación de la dignidad humana, ignominia invisibilizada por los medios de comunicación empresariales y los aparatos de educación programadores de analfabetas políticos.

Todo está articulado. Daniel Noboa -presidente del Ecuador-, Dina Boluarte -presidenta del Perú-, y Javier Milei -presidente de Argentina-, son aliados del gobierno sionista de Netanyahu. Igual que éstos, Donald Trump -presidente de Estados Unidos- y otros presidentes de naciones europeas, tienen negocios y defienden el régimen de Israel. Aunque gobiernos europeos rechazaron de palabra las acciones terroristas del Estado Israelí en Palestina (entre ellos Italia y España) terminaron agachando la cabeza ante el genocidio. No hay entereza en el rechazo. Les da miedo asumir posiciones enhiestas, no quieren salirse del Club de los poderosos cómplices del mundo.

El gobierno de Estados Unidos sigue la ideología sionista, es su referente. Es el aliado natural de quienes encarnan lo más característico del capitalismo 2.0: la usura, el control de la banca y sistema financiero, el manejo de las industrias más lucrativas, la producción de armas y tecnología de vigilancia, servicios de espionaje y técnicas de combate a “enemigos internos”, desarrollos de Inteligencia Artificial que aumenta la explotación del trabajo y el desempleo. El capitalismo 2.0 avanza la tecnología y decrece la humanidad.

Israel le enseña a Estados Unidos cómo hacer negocios, lo involucra como socio en un ambicioso proyecto hotelero en territorio palestino. A la tasa de ganancia no la detiene ni el Derecho Internacional ni los Derechos Humanos. El mundo político elitista sigue, en gran parte, muy permisivo con el genocidio en Gaza. Les conviene. Son los hilos invisibles de intereses comerciales, diplomáticos, los que predominan en la agenda de las políticas para las relaciones exteriores. Prima la economía política, no la ética ni la solidaridad internacional.

Ni siquiera las novelas distópicas del siglo XX previeron la utopía negativa que vive el mundo hoy. Un pequeño país con un ejército poderoso, respaldado por el imperio estadounidense, “defiende” su derecho a cometer un genocidio. Además, considera la acción de llevar alimentos, agua, medicina y otras ayudas humanitarias, a un pueblo bloqueado, como actos terroristas financiados por Hamas. Se da el permiso para hacer bloqueo marítimo a La Franja de Gaza (desde hace 17 años), sometiéndolo a la sed, el hambre y la ausencia de medicamentos. También se permite violar el derecho al mar al abordar embarcaciones que están en aguas internacionales. ¿A quién le importa Palestina?

¿Cómo enfrentar el peligro que significa el terrorismo de Estado de Israel? Las marchas y las flotillas humanitarias son más simbólicas que efectivas. Sin embargo, son valiosas y deben continuar porque visibilizan la infame ofensiva de una máquina que mata niños y mujeres. También hay campañas de boicot a empresas que financian el terrorismo del ejército sionista. Su alcance también es limitado pero van sumando al clamor por la paz. El presidente Petro propuso un Ejército de Salvación de la Humanidad, pero no hubo respuesta oportuna para cristalizarlo. El presidente Trump anunció un “Plan de Paz” recolonizador para frenar la “guerra” (no dice genocidio) y administrar con Tony Blair (asesino de asiáticos) La Franja de Gaza. Un engaño y burla al mundo. Anulan la autodeterminación de los pueblos de un plumazo, deciden por Palestina.

Todo indica que el desorden que destroza el Derecho Internacional sólo podrá ser compensado con el uso de la fuerza por nuevos y audaces actores. Los hutíes de Yemen, un país pobre asolado por la guerra, se han atrevido a lanzar drones y misiles a Israel; lo hacen por solidaridad con Palestina, lo hacen para hacerse sentir como nación ignorada y golpeada, lo hacen por motivos histórico religiosos, lo hacen por estrategia, lo hacen por cálculo político, lo hacen porque tienen la dignidad y la valentía de la que carecen las naciones ricas. Estas acciones, más las respuestas con misiles supersónicos de Irán que volvieron trizas el domo de hierro de Israel, están alentando a otros países a intervenir para frenar las masacres que impunemente cometen a diario los enloquecidos milicos dirigidos por Netanyahu. Israel no es tan invulnerable, ya quedó demostrado. Y un país diminuto como Yemen entiende que puede jugar controlando el Mar Rojo por donde navega gran parte de los combustibles y mercancías del comercio internacional. En un mundo donde se violan las reglas de la convivencia y el respeto entre naciones, se autoriza la continuidad de la violación de dichas reglas por parte de otros interesados. Israel está arriesgando a ser borrado del mapa por su persistente desafío a la paz y moralidad internacional.

Ahmed Rahma, Türkiye

Si el ejército israelí se abroga el derecho a secuestrar barcos en aguas internacionales está validando que los hutíes ataquen barcos que les lleven armas o mercancías o combustibles por el Estrecho de Bad el-Mandeb, la entrada sur del Mar Rojo, por donde transitan buques cargados de petróleo que abastecen no sólo a Israel, sino a Europa y Estados Unidos. Los barcos de este último país también sufrirán. Los precios del petróleo pueden subir. La economía mundial se podría afectar. La ley de la selva se expande en el planeta, un futuro incierto podría marcar las relaciones internacionales.

La disputa de los mercados y las rutas comerciales mundiales tiene en un ajedrez a Rusia, China, Europa y Estados Unidos. A ninguno de ellos le importa la suerte de Palestina. Están preocupados de cómo se posicionan frente a sus contrincantes. Cada que se abre un nuevo frente de guerra para Estados Unidos, se aprovecha por parte de rusos y chinos, sacan partido de ello. Les interesa que Estados Unidos se desgaste ayudando a sus socios israelíes. De ahí que los osos y dragones no entren con energía a defender a Palestina. Así funciona la economía política. Hacen más por los gazatíes países pequeños como Yemen y Líbano (Hezbolá) que las grandes potencias. Los gobiernos árabes tampoco se ponen de acuerdo en cómo apoyar a sus hermanos palestinos, ni en cómo hacer frente al desafío sionista.

Sólo los pueblos salvan a los pueblos. Otras iniciativas serán indispensables para atajar el genocidio. No hay poder militar que salve vidas en Gaza. Ningún gobierno se atreve a interceder por los palestinos masacrados. Ninguno se quiere “meter en problemas”, cada uno mira su interés propio. Hasta ahora, sólo Indonesia ofreció 20.000 soldados para un ejército de salvación improbable. Nadie cree en ejércitos de salvación.

Gaza está sola. Siguen cayendo sus habitantes bajo las balas asesinas de Netanyahu. Después de Hiroshima y Nagasaki, el genocidio palestino es el mayor fracaso de la humanidad. La cúpula sionista está empeñada en exterminar a los gazatíes. Lo viene haciendo desde 1947 cuando sus socios británicos los ubicaron calculadamente en territorio palestino. Su odio y miedo (falta de amor) los ha llevado a considerar a todos los palestinos como terroristas. Lo mismo dicen de quienes tratan de llevarles ayuda. El fascismo está reinando y no nos hemos dado cuenta. 

16/09/2025

Errico Malatesta: Mussolini al poder

Errico Malatesta
(1853-1932): escritor, propagandista y revolucionario anarquista italiano. Estudiante en medicina en Nápoles, y ya republicano, adhiere al anarquismo después de la Comuna de París (1871). Participó en revueltas en medio mundo, desde Egipto hasta Argentina, alternando entre cárceles y exilios.  Este texto fue publicado en el periódico que dirigía, Umanità Nova, el 25 de noviembre de 1922. 103 años después, sigue desgraciadamente siendo de candente actualidad y alcance universal.-Tlaxcala

Original italiano  English

En la culminación de una larga serie de crímenes, el fascismo se ha establecido finalmente en el gobierno.

Y Mussolini, el Duce, sólo por distinguirse, ha comenzado por tratar a los miembros del parlamento como un patrón insolente trataría a siervos estúpidos y holgazanes.

El parlamento, que había de ser “el paladín de la libertad”, ha dado su medida.

Esto nos deja perfectamente indiferentes. Entre un matón que amenaza e insulta, porque así se siente seguro, y una banda de cobardes que parece deleitarse en su degradación, no tenemos que escoger. Constatamos solamente — y no sin vergüenza — qué tipo de personas es la que domina y del yugo de quién no podemos escapar.


Viñeta de la revista satírica L’Asino [El Burro]
“Me ne frego”: “No me importa un carajo” [en referencia a la muerte], lema de los Arditi, los soldados de las unidades de asalto durante la Primera Guerra Mundial, adoptado por los fascistas.
«Latin sangue gentile»: «Noble sangre latina»: expresión retomada del Canzoniere (1340-1374) de Petrarca, por Giosué Carducci en un poema de 1859.

¿Pero cuál es el significado, cuál el alcance, cuál el resultado probable de este nuevo modo de arribar al poder en nombre y al servicio del rey, violando la constitución que el rey había jurado respetar y defender?

Aparte de las poses de querer parecer napoleónico y que no son más que poses de opereta, cuando no son actuaciones de jefe bandolero, creemos que en el fondo nada habrá cambiado, excepto, por un tiempo, mayor presión de la policía contra los subversivos y contra los trabajadores. Una nueva edición de Crispi y Pelloux. ¡Siempre es la misma historia del bandido que se convierte en policía!

La burguesía, amenazada por la marea proletaria, incapaz de resolver los problemas urgentes de la guerra, impotente de defenderse con el método tradicional de la represión legal, se veía perdida y habría recibido con alegría a cualquier militar que fuese declarado dictador y que hubiese ahogado en sangre cualquier intento de reconquista.

Pero en aquellos momentos, inmediatamente después de la guerra, era demasiado peligroso y podía precipitar la revolución en lugar de derribarla. En cualquier caso, el general salvador no apareció, o solo apareció una parodia. En cambio, aparecieron aventureros que, al no encontrar en los partidos subversivos un campo suficiente para sus ambiciones y sus apetitos, pensaron en especular con el miedo de la burguesía ofreciéndole, a cambio de una compensación adecuada, la ayuda de fuerzas irregulares que, seguras de su impunidad, podían entregarse a todos los excesos contra los trabajadores sin comprometer directamente la responsabilidad de los presuntos beneficiarios de las violencias cometidas. Y la burguesía aceptó, solicitó y pagó su colaboración: el gobierno oficial, o al menos una parte de los agentes del gobierno, pensó en proporcionarles armas, en ayudarlos cuando en un ataque estaban a punto de salir perdiendo, en garantizarles la impunidad y en desarmar preventivamente a aquellos que debían ser atacados.

Los trabajadores no supieron oponer la violencia a la violencia porque habían sido educados para creer en la legalidad y porque, incluso cuando toda ilusión se había vuelto imposible y los incendios y asesinatos se multiplicaban bajo la mirada benévola de las autoridades, los hombres en los que confiaban les predicaban la paciencia, la calma, la belleza y la sabiduría de dejarse golpear “heroicamente” sin resistirse, y por eso fueron vencidos y ofendidos en sus bienes, en sus personas, en su dignidad, en sus afectos  más sagrados.

Tal vez, cuando todas las instituciones obreras sean destruidas, las organizaciones disueltas, los hombres más odiados y considerados más peligrosos asesinados o encarcelados o reducidos a la impotencia, la burguesía y el gobierno pretenda poner fin a la nueva guardia pretoriana que ahora aspira a convertirse en amos de quienes antes habían servido. Pero ya es demasiado tarde. Los fascistas ahora son los más fuertes y quieren que se les pague por sus servicios.Y la burguesía pagará, por supuesto, buscará pagar apoyada sobre los hombros del proletariado.

En conclusión, miseria aumentada, opresión aumentada.

En cuanto a nosotros, sólo tenemos que continuar nuestra batalla, siempre llenos de entusiasmo. Sabemos que nuestro camino está sembrado de tribulaciones, pero lo escogimos consciente y voluntariamente, y no tenemos ninguna razón para abandonarlo.

Así que todos quienes tienen un sentido de dignidad y compasión humana y quieren dedicarse a la lucha por el bien de todos sepan que deben estar preparados para todas las desilusiones, todo el dolor, todos los sacrificios.

Ya que nunca faltan los que se dejan deslumbrar por las apariencias de la fuerza y siempre tienen algún tipo de admiración secreta por el vencedor, también hay subversivos que dicen que “los fascistas nos han enseñado cómo hacer una revolución.”

No, los fascistas no nos enseñaron nada.

Hicieron la revolución, si revolución le quieren llamar, con permiso de sus superiores y al servicio de sus superiores.

Traicionar a los amigos, renegar todos los días de las ideas profesadas ayer, si así conviene a la propia ventaja ponerse al servicio del patrón, asegurar el consentimiento de las autoridades políticas y judiciales, desarmar con la policía a los oponentes para luego atacarlos en diez contra uno, prepararse militarmente sin necesidad de ocultarse, incluso recibiendo armas del gobierno, además de vehículos y equipos de cuartel, y luego ser llamado por el rey y ponerse bajo la protección de dios… son todas cosas que no podríamos y no querríamos hacer.

Y son todas cosas que habíamos dicho que ocurrirían el día en que la burguesía se sintiera seriamente amenazada.

En vez, el ascenso del fascismo debe ser una lección para los socialistas legalistas, quienes creían, y ¡ay! aún creen que podemos derrocar a la burguesía por los votos de la mitad más uno de los votantes, y no quisieron creernos cuando les dijimos que si alguna vez alcanzaran una mayoría en el parlamento y quisieran — sólo por hacer suposiciones absurdas — implementar el socialismo mediante el parlamento, ¡les patearían el culo!