Con la atención puesta en Siria y la abrumadora mayoría de la "información" que circula en los medios internacionales producida por personas que saben poco o nada sobre la historia siria, pensamos que sería útil darle la palabra a Rim Al-Atrash , residente en Damasco y descendiente de una larga cuna de combatientes, para que nos hable de su padre Mansour (1925-2006) y de su abuelo Sultan Basha (1888-1982), cuya historia puede arrojar luz sobre el estado actual del país.
Entrevista realizada por Fausto Giudice, Tlaxcala
Original francés
Traducción de Ricard González Samaranch
Rim, ¿puedes presentarte y hablarnos de tu linaje?
En la introducción a mi primera novela, en árabe, titulada "Hasta el fin de los tiempos", escribí lo siguiente: "Soy una persona que intenta combinar el Islam y el cristianismo en su corazón, y creo que la religión pertenece a Dios y la patria pertenece a todos".
Un día, la abogada siria Najat Qassab-Hassan me hizo esta pregunta: Rim, ¿qué
parte de ti es drusa y qué parte es cristiana? Le respondí sin la menor
vacilación: Estoy dividida verticalmente en dos, y puedo mover mi corazón a
veces hacia la derecha, y a veces hacia la izquierda.
Soy la bisnieta del mártir Zuqan Al-Atrash , uno de los líderes de la resistencia contra los turcos (1910). Él fue condenado a muerte y ejecutado en la plaza Merje de Damasco por Yamal Basha, conocido como el Carnicero Asesino.
Además, soy bisnieta de Youssef al-Choueiri, un muyahid de Sultan Al-Atrash durante la Revolución árabe de 1916-1918: se unió a la revolución con su amigo Sultan Al-Atrash , para liberar Damasco, el 30 de septiembre de 1918, después de la batalla de Tuloul al-Manea, cerca de Kisswa, al sur de Damasco. Junto con su hijo Habib al-Choueiri, mi abuelo materno, fue encarcelado durante la primera revolución de Sultan en 1922. Ambos apoyaron a Sultan y a sus compañeros en 1925, financiera y moralmente.
Soy la nieta de Sultan Al-Atrash , líder de la Gran Revolución Siria (1925) contra el Mandato Francés.
Por último, soy hija de Mansour Al-Atrash , político sirio, uno de los primeros baazistas, en 1945, y miembro del consejo fundador del Partido Baaz en 1947.¿Qué es importante saber sobre Sultan Basha, a quien has dedicado una serie de cinco volúmenes (publicados en el Líbano), basados en sus archivos familiares?
Sultan Al-Atrash rechazó explícitamente los mandatos francés y británico ante la Comisión King-Crane (1919), cuando ésta lo visitó en Yebel al-Arab (conocido como Yebel Druso) para sondear la opinión de los habitantes de la región.
Reunió a los jinetes para ayudar al ejército sirio, dirigido por el ministro de
Guerra, Yusuf al-Azma, el 24 de julio de 1920, en Mayssaloun. Los jinetes de Yebel al-Arab, liderados por
Sultan Al-Atrash , llegaron al pueblo de Sijen, e incluso algunos llegaron a
Braq (40 km al sur de Damasco), donde Sultán, al enterarse del asesinato de
Yousef Al-Azma, declaró: "Perder una batalla no significa perder la
guerra".
Sultan Al-Atrash quiso entonces organizar la resistencia en Yebel al Arab bajo
la bandera de la legitimidad en Siria. Por eso invitó al rey Faisal I a
establecerse allí en lugar de partir hacia Europa en 1920. Pero el rey
respondió al mensajero de Sultan diciendo: "¡Es demasiado tarde!".
Sultan también le pidió a Ibrahim Hanano (líder de los rebeldes del norte) que
se quedara en su casa para organizar la resistencia contra la ocupación
francesa, cuando acudió a él en busca de protección en 1922, pero Hanano quería
ir a Jordania.
La Gran Revolución Siria estalló en el último tercio de julio de 1925, pero
atrajo la atención mundial después de la batalla de Mazraa contra el ejército
del general Michaud a principios de agosto del mismo año. Los europeos
comenzaron a enviar periodistas de Alemania y otros países europeos a Siria,
específicamente a Yebel al-Arab, para descubrir la verdad sobre lo que había
sucedido. ¡Fue sólo entonces cuando los nacionalistas árabes empezaron a
interesarse por lo que estaba sucediendo!
Es importante señalar que después de la batalla de Mazraa, las autoridades
francesas se vieron obligadas a solicitar una tregua y un cese de hostilidades,
antes de que los dirigentes del movimiento nacional en Damasco respondieran al
llamado a la revolución de Yebel al-Arab, con el objetivo de extenderla a toda
Siria y Líbano.
Sultan Al-Atrash declaró lo siguiente a dos periodistas alemanes del periódico Vössische
Zeitung, que acudieron a fotografiar el lugar de la batalla de Mazraa: «Los
franceses no buscan seriamente la paz en sus negociaciones. Ni siquiera las
condiciones moderadas presentadas por nuestra delegación obtendrán nada
esencial del general Sarrail. Quieren distraernos hasta la llegada de sus
nuevas fuerzas militares, traídas de Francia o de sus colonias vecinas. En
cuanto a nosotros, no devolveremos las armas capturadas en el campo de batalla
mientras estemos vivos. No nos conformaremos con nada menos que la independencia
y la unidad completa de Siria y el establecimiento de un gobierno nacional
constitucional. La misión del Estado Mandatario debe limitarse a proporcionar
asistencia y asesoramiento técnico y administrativo, a través de asesores y
expertos cualificados, de conformidad con lo estipulado en el Pacto de la
Sociedad de Naciones de 1919 relativo al mandato». La condición puesta por Sultan
Al-Atrash para las negociaciones con los franceses fue que no debían exceder
los tres días.
Sultan Al-Atrash quiso entonces organizar la resistencia en Yebel al Arab bajo
la bandera de la legitimidad en Siria. Por eso invitó al rey Faisal I a
establecerse allí en lugar de partir hacia Europa en 1920. Pero el rey
respondió al mensajero de Sultan diciendo: "¡Es demasiado tarde!".
Sultan también le pidió a Ibrahim Hanano (líder de los rebeldes del norte) que
se quedara en su casa para organizar la resistencia contra la ocupación
francesa, cuando acudió a él en busca de protección en 1922, pero Hanano quería
ir a Jordania.
La Gran Revolución Siria estalló en el último tercio de julio de 1925, pero
atrajo la atención mundial después de la batalla de Mazraa contra el ejército
del general Michaud a principios de agosto del mismo año. Los europeos
comenzaron a enviar periodistas de Alemania y otros países europeos a Siria,
específicamente a Yebel al-Arab, para descubrir la verdad sobre lo que había
sucedido. ¡Fue sólo entonces cuando los nacionalistas árabes empezaron a
interesarse por lo que estaba sucediendo!
Es importante señalar que después de la batalla de Mazraa, las autoridades
francesas se vieron obligadas a solicitar una tregua y un cese de hostilidades,
antes de que los dirigentes del movimiento nacional en Damasco respondieran al
llamado a la revolución de Yebel al-Arab, con el objetivo de extenderla a toda
Siria y Líbano.
Sultan Al-Atrash declaró lo siguiente a dos periodistas alemanes del periódico Vössische
Zeitung, que acudieron a fotografiar el lugar de la batalla de Mazraa: «Los
franceses no buscan seriamente la paz en sus negociaciones. Ni siquiera las
condiciones moderadas presentadas por nuestra delegación obtendrán nada
esencial del general Sarrail. Quieren distraernos hasta la llegada de sus
nuevas fuerzas militares, traídas de Francia o de sus colonias vecinas. En
cuanto a nosotros, no devolveremos las armas capturadas en el campo de batalla
mientras estemos vivos. No nos conformaremos con nada menos que la independencia
y la unidad completa de Siria y el establecimiento de un gobierno nacional
constitucional. La misión del Estado Mandatario debe limitarse a proporcionar
asistencia y asesoramiento técnico y administrativo, a través de asesores y
expertos cualificados, de conformidad con lo estipulado en el Pacto de la
Sociedad de Naciones de 1919 relativo al mandato». La condición puesta por Sultan
Al-Atrash para las negociaciones con los franceses fue que no debían exceder
los tres días.
A lo largo de su vida, Sultan nunca abandonó este lema que había lanzado. Él,
se mantuvo firme, en palabras y hechos. Este eslogan fue una bofetada a los
colonialistas franceses, que afirmaban falsamente su creencia en el
secularismo. Esta consigna fue una respuesta clara de rechazo a la división del
país, prevista en el Acuerdo Sykes-Picot, que también desembocó en la
Declaración Balfour, que Sultan Al-Atrash rechazó por completo.
Así, el serio interés árabe y europeo en la Gran Revolución Siria comenzó después de la batalla de Mazraa (2 y 3 de agosto de 1925). El ejército del general Henry Michaud estaba formado por 13.000 soldados y oficiales franceses, y fue severamente derrotado por unos 400 combatientes rebeldes de Yebel al-Arab. Así lo afirmó uno de los militares de origen marroquí que participó en la campaña de Michaud y fue capturado: se lo confirmó al comandante en jefe de la revolución siria, Sultan Al-Atrash . Más tarde se unió a las filas de los revolucionarios para luchar contra los franceses.
Las fuerzas nacionales decidieron elegir a Sultan Al-Atrash
como comandante general de esta revolución. Fue aquí donde se emitió la famosa
declaración del Comandante en Jefe, "A las armas", el 23 de agosto de
1925, en la que se enfatizó que el primer objetivo de la revolución era
unificar Siria, tanto en la costa como en el interior, lo que significaba
rechazar la división de Siria sobre una base confesional, religiosa y étnica, y
que el segundo objetivo era la independencia completa. El lema de la revolución
es: "La religión pertenece a Dios y la patria es de todos". »
“La religión pertenece a Dios y la patria a todos”: este es un lema que hoy
puede plantear cuestiones problemáticas, pero durante la Gran Revolución Siria
de 1925-1927 era muy aceptado y representaba los conceptos de
"secularismo" y "resistencia".
Durante los preparativos para las batallas, Sultan Al-Atrash
elaboraba planes militares consultando los comandantes de campo, basándose en
el área donde se desarrollaban las batallas, y en base a la posición de las
fuerzas enemigas, su número y el volumen de su munición. También estaba siempre
en coordinación con los comandantes que enviaba en campaña fuera de Jebel, y su
responsabilidad era asegurarse de que tuvieran municiones y equipo.
Es importante destacar que las negociaciones de los políticos sirios con las
autoridades del mandato francés dependían de la firmeza de los revolucionarios
sobre el terreno. La política es, sin duda, de gran importancia, pero la Gran
Revolución Siria, que sorprendió a todos, desde los políticos nacionalistas
sirios y libaneses hasta los políticos franceses y europeos, comenzó a imponer
su presencia, especialmente después de la batalla de Mazraa. Todos los
nacionalistas siempre se remitieron, en sus negociaciones, a la opinión de Sultan
Al-Atrash , quien consultó a los revolucionarios para elaborar una opinión que
representara a todos.
A lo largo de su vida, Sultan Al-Atrash nunca utilizó "yo", sino más
bien "nosotros". ¡Esto indica su modestia e incapacidad de negar el
papel de los demás!
El 25 de octubre de 1929, durante el período del exilio, se celebró en Haditha,
en Wadi al-Sirhan, la "Conferencia del Desierto", convocada por Sultan
Al-Atrash . Participaron personalidades nacionales de partidos y
organizaciones. En la conferencia se tomaron decisiones muy importantes que
tuvieron un impacto significativo en el desarrollo de la vida política en Siria
y en el curso que tomaron posteriormente los acontecimientos y las
negociaciones que condujeron a la evacuación.
Sultan Al-Atrash y los revolucionarios exiliados insistieron en que esta
conferencia estuviera libre de influencia extranjera y se adhiriera a los
principios de los derechos humanos, y que Siria siguiera comprometida con sus
derechos legítimos y la unidad nacional general en la búsqueda de la liberación
del colonialismo.
Al final de esta conferencia, se anunció una
resolución de seis puntos, en la que los revolucionarios estacionados en el
desierto condenaron la suspensión de los trabajos de la Asamblea Constituyente
en Siria y las declaraciones de Henry Ponsot [Alto Comisionado de Francia en el
Levante, 1926-1933], ignorando la cuestión nacional siria. La conferencia
también denunció las decisiones inválidas del Congreso sionista de Zurich
[1929] y los ataques de los judíos contra los árabes, llamando al gobierno
laborista británico a revocar la famosa Declaración Balfour y a reconocer los
derechos nacionales de los árabes y su soberanía en su propio país para
asegurar la paz mundial y fomentar las relaciones modernas entre los pueblos,
como hizo Gran Bretaña en Egipto e Irak. La conferencia también agradeció a los
árabes en la diáspora que apoyan financieramente a la patria y a los
revolucionarios y sus familias en el exilio.
Sultan Al-Atrash creía que la Gran Revolución Siria duró doce años, de 1925 a
1937, porque su negativa a deponer las armas, junto con sus compañeros
revolucionarios, significaba que la resistencia continuaría y no se rendirían
al colonialismo. Los políticos también le escribieron con frecuencia para
pedirle consejo durante su exilio de diez años, de 1927 a 1937, durante el cual
llamó a la unificación del mundo árabe, con el fin de "lograr el éxito de
la causa siria, que es el núcleo de la unidad árabe". Esto se considera una
clara constatación de la importancia de lograr la unidad entre los árabes.
Durante este período, resistió enormes tentaciones, a pesar de todas las
dificultades que sufrió, ¡con su familia, sus compañeros y sus familias!
Menciono aquí que el funcionario británico, actuando como representante del rey Jorge V, se reunió con Sultan Al-Atrash en Azraq en 1927 para discutir la cuestión de la deportación de los revolucionarios que se negaban a entregar sus armas. Este representante intentó convencer a Sultan de la necesidad de acabar con la revolución incondicionalmente y le hizo una oferta real, cuya esencia era que viviría en un palacio privado en Jerusalén, además de un lucrativo salario mensual vitalicio que le garantizaría una vida cómoda a expensas del Imperio británico.
Pero Sultan respondió: "Nuestra felicidad reside
en la independencia y la unidad de nuestro país, en la libertad de nuestro
pueblo y en la retirada de las fuerzas extranjeras del país". En esta
reunión, el representante del rey Jorge V no se olvidó de llevar consigo
deliciosas comidas y bebidas y ofrecerlas a los rebeldes sedientos y
hambrientos. Sin embargo, los rebeldes, por orden del Sultán, no los tocaron en
absoluto. ¡Sultan rechazó la generosa oferta real y también la comida!
En uno de los documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico,
durante el mandato, conservado en los archivos de la Biblioteca Nacional, el
cónsul británico en el Levante admitió a su Ministerio de Asuntos Exteriores
que Sultan Al-Atrash se había negado obstinadamente a cooperar con Gran Bretaña
a pesar de los intentos repetidos y persistentes de las autoridades. Escribió:
«Sultan Al-Atrash no se puede comprar».
Su posición sobre la enseñanza era firme; En el exilio, trabajó para garantizar
que los hijos e hijas de los revolucionarios recibieran educación y que se
construyera una escuela para ellos en el desierto. También donó terrenos para
construir una escuela en su pueblo natal (Quraya) después de su regreso del
exilio.
Palestina y los Altos del Golán fueron su obsesión hasta el final de su vida.
Sultan Al-Atrash apoyó la unidad entre Siria y Egipto y la lucha del Partido
Baath.
Desde 1918 hasta 1946 rechazó tanto el puesto como el dinero. ¡Recomendó al
difunto presidente Shukri al-Quwatli que preservara la independencia del país
por cuya liberación los revolucionarios habían sacrificado tanto! Reiteró esta
recomendación más tarde, en 1960, ante el presidente Gamal Abdel Nasser. En
1981, frente al presidente Hafez al-Assad. Escribió esta recomendación en su
testamento político, pronunciado por su hijo Mansour ante la procesión fúnebre
de un millón y medio de personas en el estadio municipal de Sweida el 28 de
marzo de 1982.
Sultan Al-Atrash firmó la famosa Carta Nacional, que fue firmada por
personalidades nacionales conocidas de toda Siria, incluido el difunto Hashim
al-Atassi, cuyo nieto, Radwan al-Atassi, la publicó en la biografía de su
abuelo. Esta carta nacional incluía los siguientes principios:
1- Condenar el poder individual autoritario y no acatar lo que éste dicta.Después de esto, el coronel Adib Shishakli lanzó una injusta campaña militar contra la población de la Gobernación de Sweida, creyendo que con ello consolidaría los pilares de su poder, contra los cuales habían luchado todos los ciudadanos libres de la mayoría de los partidos (incluidos el Partido Baath y el Partido Comunista).
2- Exigir elecciones justas que establezcan un régimen constitucional y democrático.
3- Respetar las libertades públicas y el estado de derecho para todos.
4- Proteger la independencia y la soberanía.
5- Fortalecer el ejército y limitar su misión a la defensa de la patria y su seguridad.
Alrededor de un centenar de mártires desarmados fueron asesinados en Yebel al-Arab durante la campaña militar (1954). Sultan Al-Atrash abandonó su pueblo y se dirigió a Jordania para evitar más derramamiento de sangre. Luego pronunció su famosa frase: "¡Me niego a enfrentarme a los soldados del ejército sirio, porque son mis hijos!". Sultan y sus compañeros caminaron, bajo la nevada, hacia Jordania. Tenía 66 años en ese momento. Al llegar a la frontera jordana, el gobierno le envió un coche con bandera británica, pero se negó a subir, a pesar de que lo perseguían y su vida corría peligro. Pero no, ni siquiera en las circunstancias más difíciles, ¡Sultan Al-Atrash no llamó a extranjeros! El gobierno jordano se vio obligado a enviar otro coche con bandera jordana. Él accedió a llevarla con sus compañeros y entraron en Jordania. Sultan y sus compañeros permanecieron allí hasta que Chichakli abandonó el país. Regresó victorioso a la aldea.
Cuando la gente acudió a felicitarlo por el asesinato de Shishakli, les dijo: «No tengo ninguna relación con él desde que dejó el poder. Su asesinato fue un acto individual, y no buscamos venganza ni nos alegramos de su muerte». ¡Éstas son tres lecciones ejemplares que Sultan Al-Atrash dejó a los sirios de hoy!
En un documento de mis archivos familiares, que edité y publiqué en cinco volúmenes en la Editorial Abaad de Beirut, Sultan escribió en 1961: «Dijeron que hemos cosechado el fruto de nuestra lucha, el fruto de este árbol cuya tierra regamos con nuestra sangre. No, este fruto aún no está maduro. Nuestra lucha está en su etapa de floración y aún no ha dado frutos, porque no nos hemos unido como árabes para cosecharlos juntos. Hijos de la revolución e hijos del desierto, así es como nos hemos entregado al sacrificio en el altar del nacionalismo árabe. Este árbol no dará fruto mientras sus ramas estén cubiertas de insectos… No dará fruto mientras la voz de la libertad palestina no se alce para alejar el espectro de las ambiciones coloniales, en lo que respecta a Irak, Egipto y Jordania. Después de eso, qué fruta tan deliciosa y madura, símbolo de las generaciones que han llevado la antorcha de la civilización, cuya luz nunca se extinguirá».
Sultan Al-Atrash siempre se mostró cauteloso ante las ambiciones coloniales, que adoptaban mil formas. Posteriormente dejó un testamento político en este sentido.
Vayamos a tu padre Mansour, hijo de Sultan. Hablanos sobre su carrera
Estudió ciencias políticas e historia en la
Universidad Americana de Beirut; Estudió Derecho en la Universidad de la
Sorbona en París. Fue encarcelado por motivos políticos tres veces: en 1952 y
1954 durante la época de Adib Shishakli, y en 1966 después del Movimiento 23 de
Febrero. Luego vivió exiliado en Beirut entre julio de 1967 y abril de 1969,
cuando regresó a Damasco.
Fue nombrado Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales en
1963. Fue miembro del Consejo Presidencial en 1964. Se negó a aceptar el cargo
de ministro en varias ocasiones, particularmente durante el período de 1961 a
1963. Miembro de las direcciones regional y nacional del partido. Fue
presidente del Consejo Nacional de la Revolución 1965-1966. Se jubiló y trabajó
en la agricultura.
Fue presidente del Comité Árabe Sirio para el Levantamiento del Asedio y Apoyo
a Irak entre 2000 y 2006 y miembro fundador del Comité de Apoyo a la Intifada
entre 2000 y 2006.
Estaba casado con Hind al-Choueiri, profesora de la Escuela Normal Superior,
cristiana ortodoxa de Damasco, y tenía dos hijos: Thaer (ingeniero civil) y yo,
Rim (traductora y escritora).
En
una entrevista publicada en el diario Al Khalij el 23 de mayo de 1993, Mansour Al-Atrash
dijo lo siguiente: "Somos responsables y nuestra generación está
condenada. Si alguna vez escribo mis memorias, las llamaré «La Generación
Condenada».
¿Condenados, por qué? Porque nosotros, como generación, no hemos sido fieles a
los objetivos que nos propusimos para el Partido Baaz, ni hemos seguido el
camino honesto hacia ellos. Nos hemos refugiado en excusas para protegernos de
la caída del poder, y así hemos caído moral y éticamente. Ya no sentimos
ninguna conexión entre nosotros y la primera imagen del Partido Baaz...
A nivel personal, puedo decir que caí con la generación, pero me salvé como
individuo. No he violado los derechos de nadie, no he cambiado y no me he
dejado llevar por las tentaciones del poder. Desde esta perspectiva, tengo la
conciencia tranquila y me considero libre de los males de esta experiencia, que
ha renovado mi determinación de emprender una obra nacional, de modesta
ambición, que responda a las necesidades de la fase actual que atraviesa la
nación árabe.
Pero creo sinceramente que salvar a un individuo de cualquier deficiencia en el
trabajo nacional o de cualquier acusación moral en el contexto de su labor
política tiene poco valor, porque el individuo, a pesar de su papel a veces
importante en la labor política, no puede salvar a la generación de su
responsabilidad por el fracaso."
En tu opinión, ¿qué habrían hecho Sultan y Mansour en Siria en 2025?
Mi abuelo Sultan y mi padre, Mansor, creían en la unidad de Siria y el Levante,
así como en la necesidad de integración entre los países del mundo árabe, para
formar una fuerza política y económica significativa. Por lo tanto, no pueden
convencerse por la división y fragmentación del país, sobre una base
confesional y étnica. Más bien, creo que si estuvieran presentes en Siria hoy,
habrían trabajado para apoyar el diálogo nacional entre los sirios con el fin
de lograr una Constitución que proteja la ciudadanía y preserve la libertad, la
independencia y el pluralismo. Y eso con el objetivo de consolidar la
democracia participativa y la separación entre los tres poderes: legislativo,
ejecutivo y judicial. También habrían trabajado para lograr la confederación
del Levante, basada en un programa nacional claro. También destacaron la
necesidad de liberar Palestina desde el río hasta el mar y de expulsar a todos
los ejércitos extranjeros que se encuentran actualmente en Siria y en todo el
Levante.
¿Cómo podemos definir el ser druso en el mundo actual,
donde los drusos, como todos los sirios, palestinos y otros, se han convertido
en un "pueblo-mundo", presente desde Venezuela (donde se les llama
Bani Zuela) hasta Escandinavia y Australia, pasando por Siria, Líbano, Jordania
y Palestina, conocida como "Israel"?
El número de expatriados procedentes del Levante es muy elevado, especialmente
desde la guerra civil libanesa, así como desde 2011 desde Siria, desde 1948
desde Palestina y desde 1967 desde los Altos del Golán, debido a la ocupación
sionista. Los drusos en la diáspora son, en su mayoría, sirios, libaneses,
palestinos, jordanos y, finalmente, árabes. En cuanto a las nuevas
generaciones, pertenecen al país de expatriación en el que se encuentran y se
han integrado en gran medida. Sin embargo, hay un hilo muy fino que todavía
conecta a la mayoría de ellos con la herencia de su país y su comunidad
religiosa. Esto quedó claramente demostrado, por ejemplo, con su apoyo material
y moral a los drusos en Siria durante la terrible experiencia que dura desde
2011 y continúa hoy en día, ¡sobre todo porque hoy el 90% del pueblo sirio se
encuentra por debajo del umbral de la pobreza!
¿Cuáles son las relaciones entre los drusos de Yebel Druso, los Altos del
Golán, Damasco, Líbano y Palestina de 1948, conocida hoy como
"Israel"?
Los monoteístas o drusos nunca abandonan los unos a los otros. Se trata de las
mismas familias, repartidas por Siria, los Altos del Golán sirios ocupados,
Líbano, Jordania y la Palestina ocupada. Originalmente eran tribus árabes
procedentes del Yemen, y en un determinado momento constituyen una denominación
islámica del chiismo de los Siete Imanes. Los monoteístas no abandonan sus
tierras ni sus armas, porque las armas protegen la tierra y el honor, y no se
abandonan entre ellos, por su parentesco y su reducido número. Así vemos que,
en el caso de una amenaza existencial para algunos de ellos, todos se ponen del
lado de aquel que está bajo esa amenaza. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo,
en 1982 en el Monte Líbano.
¿Se puede soñar con una confederación drusa
transnacional?
No creo que esto sea un sueño político druso. A lo largo de su historia, los
drusos han adoptado posiciones patrióticas para construir un Estado nacional y
liberarse del colonialismo occidental y turco.
¿Tienes algo más que añadir?
Me gustaría añadir aquí una parte del testamento político Sultan Al-Atrash , el
único revolucionario sirio que dejó tal testamento:
“Les digo, queridos sirios y árabes, que tienen ante ustedes un largo y difícil camino, que requiere dos tipos de yihad: la yihad contra su instinto sectario y la yihad contra el enemigo. Sean pacientes, pues, como hombres libres, y que su unidad nacional y la fuerza de su fe sean su camino para repeler las conspiraciones del enemigo, expulsar a los usurpadores y liberar el país. Sepan que preservar la independencia es su responsabilidad, después de que muchos mártires murieron por ella y se derramó mucha sangre para obtenerla. Sepan que la unidad árabe es fuerza y poder, que es el sueño de generaciones y el camino a la salvación. Sepan que lo usurpado por la fuerza será devuelto por la espada, que la fe es más fuerte que cualquier arma, que la amargura en la gloria es más dulce que la vida en la humillación, que la fe está llena de paciencia, preservada por la justicia, fortalecida por la certeza y fortificada por la yihad.Sabed que la piedad es para Dios, que el amor es para la tierra, que la verdad es victoriosa, que el honor está en la preservación de la moral, que el orgullo está en la libertad y la dignidad, que el progreso es por el conocimiento y el trabajo, que la seguridad es por la justicia y que la cooperación es la fuerza.”