Sergio Rodríguez Gelfenstein, 1/22023
Hoy 2 de febrero se conmemoran 80 años de la victoria de la Unión Soviética (URSS) en la Batalla de Stalingrado. Esta gesta marcó el inicio del fin del intento alemán de construir el III Reich y el punto de partida para la derrota definitiva del nazismo durante la segunda guerra mundial (Gran Guerra Patria para la Unión Soviética). Ha sido la batalla más importante en la historia de la humanidad. No quise dejar pasar esta fecha sin recordarla y honrar a los cientos de miles de ciudadanos rusos y de otras nacionalidades que dieron su vida por liberar a la humanidad del cáncer del fascismo.
Durante
los meses finales de 1942 ya se había evidenciado que la “Operación
Barbarroja” que Hitler había lanzado contra la Unión Soviética en junio
del año anterior comenzaba a debilitarse y el ejército alemán -más
temprano que tarde- tendría que pasar a la defensa estratégica después
de más de un año de ofensiva ininterrumpida.
Avance alemán hacia Stalingrado. 1942
La
colosal resistencia en Stalingrado, Moscú y Leningrado, ciudades que
las tropas nazis nunca pudieron ocupar, presagiaba el colapso de los
intentos nazis de derrotar a la Unión Soviética. No obstante, ese fin
todavía se visualizaba muy lejano a mediados de 1942. Stalingrado era el
eje fundamental de la región del Cáucaso, ubicada en la zona
sudoccidental de Rusia, era ambicionada por Hitler por la gran
producción de petróleo que las fuerzas armadas alemanas necesitaban para
movilizar su gigantesca máquina de guerra. Así mismo, poseía una gran
industria de armamento y era un cruce ferroviario de importancia
estratégica toda vez que comunicaba a Moscú con el mar Negro y el
Cáucaso, de igual manera era una vía fluvial de primer orden para la
navegación por el río Volga. La heroica resistencia de la ciudad
paralizó al ejército alemán e hizo imposible cumplir sus planes
operativos. Si no hubiera así, la guerra habría tenido otro curso y la
historia sería distinta.
Por
esta razón, el alto mando alemán se vio obligado a readecuar sus
planes, prepararse para la defensa e intentar lograr una victoria
definitiva en 1943. Los objetivos estratégicos trazados por Hitler para
ocupar y derrotar a la Unión Soviética habían quedado en el intento.
Según el Mariscal Gueorgui Zhúkov, el más destacado jefe militar
soviético de la época, Alemania carecía de reservas estratégicas y su
estado moral era bajo.
Según
Zhúkov en noviembre de 1942, los alemanes “tenían en el frente
soviético-germano 266 divisiones con efectivos de 6.200.000 hombres,
cerca de 51.700 cañones y morteros, 5.080 tanques y cañones de asalto,
3.500 aviones de combate y 194 buques de guerra. Por aquel tiempo, las
tropas en campaña de la Unión Soviética contaban con 6.600.000 hombres,
77.800 cañones y morteros, 7.350 tanques, 4.544 aviones de combate”. Así
mismo la URSS poseía grandes reservas estratégicas. En términos
absolutos la correlación de fuerzas y medios comenzaba a tener un cambio
a su favor. La industria militar había logrado reinstalarse más hacia
el oriente y ya se encontraba en plena producción. Vistas estas cifras,
el conflicto actual en Ucrania pareciera ser solo una escaramuza.
Por
otro lado, se había despejado la incógnita sobre las intenciones de
Japón (que ocupaban la Manchuria china desde 1931) y ya se sabía que no
atacaría a la Unión Soviética, lo cual había permitido trasladar grandes
contingentes militares desde el Lejano Oriente a Occidente donde se
desarrollaba la parte más sustancial de la guerra. A esto habría que
sumarle el gran trabajo de inteligencia, contra inteligencia y
desinformación que el alto mando soviético empezó a utilizar con gran
éxito en el desarrollo de la contienda.
En
este contexto, el Gran Cuartel General (GCG) soviético, con el mayor
sigilo comenzó a planificar la esperada contraofensiva estratégica que
debía llevar a la liberación del territorio soviético y a la derrota de
Alemania. La inteligencia del ejército nazi nunca pudo descubrir los
planes soviéticos que incluyeron trasladar a Stalingrado un enorme
contingente de tropas, armamento y equipos “en sus propias narices”.
Al
comenzar la contraofensiva del ejército rojo, la correlación de fuerzas
entre los contendientes era muy pareja con una leve superioridad
soviética en tanques. La exhaustiva preparación de las acciones se
realizaron desde el GCG, pasando por el Estado Mayor General, los
Frentes, ejércitos, cuerpos de ejércitos, divisiones y regimientos hasta
las pequeñas unidades de combate y aseguramiento logístico y combativo.
La idea de las acciones se proponía establecer un doble cerco (exterior
e interior) para aislar y aniquilar a las tropas alemanas en el bolsón
creado.
En
el desarrollo de las acciones, el papel decisivo le correspondió a
soldados, oficiales y generales “con sus audaces ataques, certero fuego,
intrepidez, valor y pericia [quienes] se batieron a muerte con el
enemigo” según lo relata el mariscal Zhúkov en sus memorias.