Gideon Levy, Haaretz, 21-12-2025
Traducido por Tlaxcala
Mi heroína de Janucá este año es una mujer no identificada vestida de negro. Era la noche del miércoles, la cuarta noche de Janucá, en el centro comercial Weizmann City de Tel Aviv. Con un hiyab en la cabeza, un bolso en un brazo y un celular en la otra mano, se acercó a la menorá y apagó las cuatro velas de un solo soplido. Su acompañante masculino aplaudió.Luego la mujer regresó: la vela shamash ( [sirviente] utilizada para encender las otras ocho velas) seguía encendida; la apagó también. Esta mujer es la Rosa Parks palestina. Un video de su protesta fue publicado en redes sociales durante el fin de semana.
Las reacciones
indignadas no se hicieron esperar: “Documentación exasperante” (Mako y Channel
14 News); “documentación indignante” (el sitio de noticias ultraortodoxo
Behadrei Haredim); “antisemita de habla árabe” ("La Sombra" [Yoav
Eliasi] en Instagram).
Yair Foldes informó en Haaretz que la policía está investigando pero aún no ha
decidido sobre el cargo apropiado. Están considerando el Artículo 170 de la Ley
Penal de Israel, que prohíbe “destruir, dañar o profanar un lugar de culto o
cualquier objeto considerado sagrado por un grupo de personas con la intención
de ridiculizar así su religión o con el conocimiento de que es probable que
consideren dicha destrucción, daño o profanación como un insulto a su religión”.
La pena máxima: tres años de prisión. Todos los que han quemado Coranes en
mezquitas de Cisjordania están libres, y esta mujer será arrestada.
Mientras escribo
estas líneas, la cacería policial está en pleno apogeo. Para la noche del
sábado, el lunes por la noche a más tardar, la mujer será arrestada. El juicio
espectáculo está en camino, aunque el presentador de Channel 14 Yinon Magal es
pesimista: “La atraparán, la fotografiarán junto a la bandera israelí, la
llevarán a una audiencia de detención y el juez la liberará bajo arresto
domiciliario”.
Es bien sabido que las casas de Israel están llenas de árabes que los
tribunales han liberado. Pregúntenle a la poetisa Dareen Tatour, que estuvo
bajo arresto domiciliario durante medio año (!) antes de su juicio por una
publicación en Facebook, mucho antes del 7 de octubre de 2023. Para la derecha,
la apagavelas es una terrorista que merece la pena de muerte.
No es agradable
apagar las velas de Janucá; no tengo idea de qué motivó a la valiente mujer,
pero es difícil pensar en un acto de protesta no violento más espectacular.
Es permitido interrumpir la festividad que los judíos celebran para conmemorar
la victoria de la revuelta de los macabeos contra el ocupante griego. En una
festividad durante la cual los judíos cantan: “Venimos a desterrar la
oscuridad, en nuestras manos hay luz y fuego”, es permitido protestar. En una
festividad en la que los judíos cantan: “Hagamos una fiesta \ Bailaremos todos
la hora \ Reunámonos alrededor de la mesa \ Te daremos un regalo \ dreidels
[peonzas] para jugar y latkes [galletas] para comer”, es permitido estropear
las cosas. Sobre todo, en una festividad donde los judíos cantan sin vergüenza:
“Cuando hayas preparado una matanza del enemigo blasfemo” (la traducción
literal de parte del primer verso de “Maoz Tzur”/”Roca de la Eternidad”) – es
permitido rebelarse.
Es permitido que una
palestina del 48 piense que esta celebración debe ser interrumpida con un acto
personal de protesta: apagar las velas en un centro comercial. Mientras sus
correligionarios y tal vez sus familiares también – en Yafa, por ejemplo, no
hay una sola familia árabe sin familia en Gaza – se ahogan en el barro, tiritan
de frío y los perros hambrientos continúan hurgando entre los cuerpos de sus
familiares atrapados, los judíos aquí no celebrarán como si nada hubiera pasado.
Alguien debe recordarles que la guerra en Gaza no ha terminado y el sufrimiento
solo se intensifica. Alguien debe recordar a los israelíes que mientras se
atiborran de sofisticadas sufganiyot [donas], en Gaza, todavía hay personas que
se mueren de hambre, o al menos están hartas de comer lentejas.
Hay cientos de miles de personas sin hogar allí que están siendo devastadas por
el invierno. Hay pacientes allí que mueren lentamente, en una agonía atroz, por
falta de atención médica. Y hay cientos de miles de niños allí cuyos amigos han
sido asesinados, y desde hace más de dos años no tienen escuela ni ningún otro
marco al que acudir, y que están condenados a una vida de ignorancia y
desesperación incluso si sobreviven a la guerra, que está lejos de terminar.
Esto afecta a los palestinos
del 48. Les duele, incluso si están paralizados por el miedo a un régimen que
arresta a cualquiera que se atreva a expresar humanidad. Y ahora vino una mujer
desconocida, en la cuarta noche de Janucá, y por un momento apagó las velas de
los israelíes que celebraban, con un solo soplido. Es una heroína.