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04/08/2025

RICARDO MOHREZ MUVDI
¿Qué secreto esconde la avalancha de reconocimientos al Estado de Palestina?

Ricardo Mohrez Muvdi, Resumen Latinoamericano, 3-8-2025

Ricardo Mohrez Muvdi, Bogotá, es miembro presidente de la Unión Palestina de América Latina (UPAL) y presidente de la Fundación cultural colombo -palestina.

En las últimas semanas, una oleada de países —España, Noruega, Irlanda, Eslovenia, entre otros— ha anunciado con bombo y platillo su reconocimiento al Estado de Palestina. Para algunos, esto representa un hito histórico. Para otros, una victoria moral tras décadas de ocupación y sufrimiento. Pero detrás de estos gestos diplomáticos se esconde una estrategia mucho más compleja. La pregunta es inevitable: ¿Qué intereses reales están detrás de esta repentina avalancha de reconocimientos?


Miki y Duarte

¿Un Estado palestino… o una salida para Occidente?

En primer lugar, hay que entender que estos reconocimientos no surgen en el vacío. Se producen en medio de una guerra genocida contra Gaza, donde Israel ha fracasado en su intento de eliminar a la resistencia palestina, en particular a Hamás. Ni con bombas, ni con hambre, ni con desplazamientos forzados ha logrado someter a un pueblo que resiste con dignidad.

Ante ese fracaso, Occidente —y especialmente Estados Unidos y Europa— buscan un “Plan B”. Ya no pueden sostener la narrativa de que Israel está “defendiéndose”. Necesitan ofrecer una alternativa que mantenga el control político, desactive la resistencia y calme la presión social interna. Ahí es donde entra el reconocimiento al “Estado palestino”.

Pero hay truco. Porque el Estado que se reconoce no tiene fronteras, ni ejército, ni soberanía sobre su territorio. No controla su espacio aéreo ni marítimo. No puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos ni tiene unidad política. Es, en esencia, un fantasma administrativo bajo ocupación. Y eso no es un verdadero Estado.

Un lavado de imagen para Europa

Estos reconocimientos también sirven para limpiar la conciencia de Europa. Luego de meses de complicidad con el genocidio —ya sea con silencio, apoyo militar o sanciones selectivas contra la resistencia— ahora intentan equilibrar la balanza con un gesto simbólico. Hablan de “dos Estados” como si aún fuera una opción viable, cuando en realidad Israel ha fragmentado y colonizado tanto el territorio que esa fórmula se ha vuelto impracticable.

Se reconoce un “Estado palestino” pero no se sanciona a Israel, ni se corta la venta de armas, ni se detiene la expansión de asentamientos. Es decir, se legitima una solución diplomática sin modificar las condiciones materiales de la ocupación.

¿Y si el verdadero objetivo es reemplazar a la resistencia?

Otro elemento preocupante es a quién se reconoce. La mayoría de estos países siguen considerando a la Autoridad Palestina como el “gobierno legítimo” del pueblo palestino, a pesar de su falta de representatividad, su corrupción interna y su colaboración con la ocupación.

¿Estamos ante un intento de reorganizar el liderazgo palestino desde fuera, excluyendo a los movimientos de resistencia como Hamás o la Yihad Islámica? ¿Se busca crear un Estado artificial, obediente, que administre la ocupación sin cuestionarla?

Si es así, la avalancha de reconocimientos sería menos una muestra de solidaridad y más una maniobra geopolítica para neutralizar la lucha del pueblo palestino.

La trampa del Estado ficticio

Hay un riesgo enorme en que el mundo empiece a hablar de Palestina como un “Estado reconocido” cuando en la práctica sigue siendo una nación ocupada, colonizada y bloqueada. Esa ficción legal puede usarse para congelar el conflicto, desactivar denuncias internacionales y responsabilizar a las propias víctimas de su situación.

En ese escenario, se transforma la causa palestina de una lucha anticolonial legítima en una disputa burocrática entre “dos gobiernos”. Se borra la historia, se invisibiliza el apartheid y se apaga la voz de los mártires.

Conclusión

La avalancha de reconocimientos no es gratuita, ni desinteresada, ni revolucionaria. Es parte de un reajuste político global ante el desgaste moral de Occidente y el ascenso de la resistencia palestina. Puede ser útil diplomáticamente, sí, pero no debemos dejarnos engañar: la verdadera liberación no vendrá de las cancillerías, sino de la determinación del pueblo palestino, en Gaza, en Cisjordania, en el exilio y en la diáspora. Mientras no se desmantele el régimen sionista de ocupación, ningún reconocimiento será completo. Y mientras la sangre siga corriendo en Gaza, ningún gesto simbólico bastará.

03/08/2025

GIDEON LEVY
Reconocer a Palestina no detendrá el genocidio en Gaza: las sanciones a Israel sí lo harán

Gideon Levy, Haaretz, 3/8/2025
Traducido por Tlaxcala

 
El reconocimiento europeo de Palestina es un gesto vacío que exime de responsabilidad a Israel. Sin sanciones para detener la matanza en Gaza, no es diplomacia, es complicidad.

El reconocimiento internacional de un Estado palestino recompensa a Israel, que debería dar las gracias a todos y cada uno de los países que lo hacen, ya que dicho reconocimiento sirve como una alternativa engañosa a lo que realmente se debe hacer: imponer sanciones.

El reconocimiento es un sustituto erróneo de los boicots y las medidas punitivas que se deben tomar contra un país que perpetúa el genocidio. El reconocimiento es una declaración vacía que los gobiernos europeos, vacilantes y débiles, utilizan para demostrar a su opinión pública enfurecida que no guardan silencio.

Reconocer un Estado palestino, que no existe ni existirá en un futuro próximo, si es que alguna vez existe, es un silencio vergonzoso. La gente se muere de hambre en Gaza y la reacción de Europa es reconocer un Estado palestino. ¿Salvará esto a los hambrientos de Gaza? Israel puede ignorar estas declaraciones con el apoyo de USA.

Eran Wolkowski, Haaretz

Se habla de un «tsunami» diplomático en Israel, sabiendo que no llegará a las costas israelíes, siempre y cuando el reconocimiento no vaya acompañado de la imposición de un precio por el genocidio.

El primer ministro británico, Keir Starmer, uno de los primeros en reconocer a Palestina en la ola actual, después de Francia, se superó a sí mismo. Se apresuró a presentar su medida como una sanción (condicional), cumpliendo así con su deber.

 Si Israel se comporta bien, prometió, retirará su dedo acusador.

¿Qué tipo de sanción es esta, señor primer ministro? Si reconocer a Palestina promoverá una solución, según su creencia, ¿por qué presentarlo como un castigo? Y si se trata de una medida punitiva, ¿dónde está?

Así es cuando el miedo a Donald Trump se apodera de Europa y la paraliza, cuando está claro que cualquiera que imponga sanciones a Israel lo pagará. El mundo prefiere por ahora una fiesta verbal. Las sanciones están bien cuando se trata de invasiones rusas, pero no de invasiones israelíes.

La decisión de Starmer ha llevado a muchos otros a seguir su ejemplo, lo que se presenta en Israel como un terremoto diplomático, un tsunami. Esto no detendrá el genocidio, que no se detendrá sin medidas prácticas por parte de la comunidad internacional. Estas son urgentes e insoportables, ya que la matanza y el hambre intensa en Gaza continúan.

El reconocimiento tampoco traerá consigo un Estado. ¿Cómo lo expresó una vez la líder de los colonos Daniella Weiss, tras una anterior ola de reconocimientos? «Abro la ventana y no veo ningún Estado palestino». Tampoco lo verá en un futuro próximo.

A corto plazo, Israel se beneficia de esta ola de reconocimientos porque sustituye al castigo que se merece. A largo plazo, puede haber algún beneficio en reconocer un Estado imaginario, ya que plantea la necesidad de encontrar una solución.

Pero se necesita una dosis enfermiza de optimismo e ingenuidad para creer que el reconocimiento sigue siendo relevante.

 Nunca ha habido un momento peor; el reconocimiento ahora es como silbar en la oscuridad. Los palestinos no tienen líderes, y los líderes israelíes han hecho todo lo posible para impedir ese Estado y lo han conseguido.

Está bien que el número 10 de Downing Street quiera un Estado palestino, pero mientras Jerusalén no lo quiera, con el asentamiento extremista de Yitzhar dedicado a destruir propiedades palestinas y cada vez más fuerte con el apoyo ciego de Washington a Israel, no va a suceder.

Cuando la derecha israelí está en la cima de su poder y el centro israelí vota en la Knesset a favor de la anexión y en contra del establecimiento de un Estado palestino, cuando Hamás es la entidad política más fuerte que tienen los palestinos y los colonos y sus ayudantes son la organización más fuerte de Israel, ¿de qué Estado palestino estamos hablando? ¿Dónde estaría?

Una tormenta en un vaso de agua. El mundo cumple con su deber mientras Israel destruye y mata de hambre. El plan de limpieza étnica defendido por el gobierno israelí se está llevando a cabo primero en Gaza. No se pueden concebir peores condiciones para soñar con la creación de un Estado.

¿Dónde se establecería? ¿En un túnel excavado entre Yitzhar e Itamar? ¿Existe alguna fuerza capaz de evacuar a cientos de miles de colonos? ¿Cuál?

¿Existe un bando político que lucharía por ello?

Lo mejor sería tomar primero medidas punitivas prácticas que obligaran a Israel a poner fin a la guerra —Europa tiene los medios para ello— y luego poner sobre la mesa la única solución que queda: una democracia entre el Mediterráneo y el río Jordán; una persona, un voto. Apartheid o democracia. Para nuestro horror, ya no hay una tercera vía.