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09/11/2025

Jaafar Ashtiyeh: este fotoperiodista palestino ha documentado durante mucho tiempo la violencia israelí. Esta vez, casi lo mató


Ashtiyeh: "Soy el fotógrafo más activo y veterano de Cisjordania y nunca había enfrentado peligros como este."Foto Alex Levac

Jaafar Ashtiyeh, un reconocido fotógrafo de prensa de Cisjordania, ha resultado herido con frecuencia en el curso de su trabajo. Pero nada lo había preparado para lo que los colonos le hicieron.

 Gideon Levy y Jaafar Ashtiyeh / AFP (fotos), Haaretz, 8-11-2025

Traducido por Tlaxcala

 

Jaafar Ashtiyeh ha visto y fotografiado las últimas expresiones de innumerables personas exhalando su último suspiro. Nunca las olvidará. En casi 30 años de trabajo como fotógrafo para la agencia de noticias francesa AFP en Cisjordania, ha captado miles de imágenes de tristeza, sufrimiento humano, muerte, paz, esperanza, victoria e incluso felicidad.

Le cuesta elegir cuál de ellas resume mejor su vida profesional. Pero cuando se le insiste, finalmente elige una: la de una anciana abrazando el tronco de un olivo, tomada en 2006, que desde entonces se ha vuelto icónica.



Este veterano fotógrafo de guerra ha documentado prácticamente todo lo que ha ocurrido en la ocupada y asfixiada Cisjordania en las últimas décadas. Hace alrededor de un mes, mientras documentaba a palestinos cosechando aceitunas, fue atacado por una banda de colonos violentos. Incendiaron su coche ante sus ojos, y está convencido de que, de no haber huido, lo habrían matado.

Nos encontramos la semana pasada en un café de la localidad de Huwara, cerca de Nablus, no lejos del lugar del crimen: los olivares pertenecientes a los habitantes del pueblo de Beita. Ashtiyeh aún no tiene coche nuevo y apenas ha vuelto a trabajar desde el asalto. En él todavía son visibles los signos del trauma, las consecuencias del ataque y, sobre todo, la impotencia que siente, incluso en este veterano curtido.


El coche de Jaafar Ashtiyeh arde en el pueblo de Beita el 10 de octubre. "No estoy a favor ni en contra de nadie", dice. Su trabajo, explica, siempre ha sido simplemente tomar fotografías. "Algunos soldados lo entendían, otros nos llamaban terroristas."

 

Nació hace 57 años en el pueblo de Salem, cerca de Nablus, donde aún vive con su familia. Durante algunos años fue vicepresidente del consejo local de forma voluntaria. Desde su juventud, nunca ha sido arrestado ni ha tenido problemas con las fuerzas de seguridad israelíes. Como fotógrafo de una agencia internacional, afirma mantener la neutralidad.

Ashtiyeh nunca estudió fotografía —estudió economía en un colegio de Nablus—, pero en 1996 comenzó a trabajar para AFP. Había alquilado una cámara y fotografiado escenas en la Tumba de José. La prestigiosa agencia publicó las imágenes y desde entonces trabaja allí. La BBC eligió una de sus fotos como “fotografía del año”.

26/10/2025

Ya no es posible ser palestino en Cisjordania

Gideon Levy, Haaretz, 26/10/2025

Traducido por Tlaxcala

Mientras Trump promete a los países árabes que la anexión israelí “no ocurrirá”, da la espalda a la destrucción, al despojo, a la pobreza, a la violencia de los colonos y a los abusos militares en Cisjordania, permitiendo que el tormento continúe: no hay alto el fuego.

Palestinos junto a una carretera destruida tras una operación militar israelí en la ciudad cisjordana de Tubas, la semana pasada.
Foto Majdi Mohammed / AP

En Cisjordania, nadie ha oído hablar del alto el fuego en Gaza: ni el ejército, ni los colonos, ni la Administración Civil, y, por supuesto, tampoco los tres millones de palestinos que viven bajo su tiranía. No sienten en absoluto el fin de la guerra.

De Yenín a Hebrón, no hay ningún alto el fuego a la vista. Desde hace dos años reina en Cisjordania un régimen de terror, bajo la cobertura de la guerra en la Franja, que sirve como pretexto dudoso y cortina de humo, y no hay señales de que vaya a terminar.

Todos los decretos draconianos impuestos a los palestinos el 7 de octubre siguen vigentes; algunos incluso se han endurecido. La violencia de los colonos continúa, al igual que la implicación del ejército y la policía en los disturbios. En Gaza muere y se desplaza menos gente, pero en Cisjordania todo sigue como si no existiera ningún alto el fuego.

La administración Trump, tan activa y resuelta en Gaza, cierra los ojos ante Cisjordania y se miente a sí misma sobre la situación allí. Bloquear la anexión le basta. “No sucederá porque di mi palabra a los países árabes”, declaró el presidente Donald Trump la semana pasada, mientras a sus espaldas Israel hace todo lo posible en Cisjordania para destruir, despojar, maltratar y evitar cualquier posibilidad de vida.


Colonos israelíes lanzan piedras hacia aldeanos palestinos durante un ataque al pueblo cisjordano de Turmus Ayya, en junio.
Foto Ilia Yefimovich / dpa

A veces parece que el jefe del Mando Central del ejército israelí, Avi Bluth, fiel y obediente a su superior —el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, también ministro en el Ministerio de Defensa—, está llevando a cabo un experimento humano, junto con los colonos y la policía: veamos cuánto podemos atormentarlos antes de que estallen.

La esperanza de que su ansia de abuso se apaciguara junto con los combates en Gaza se desvaneció. La guerra en la Franja no era más que una excusa. Cuando los medios evitan Cisjordania y la mayoría de los israelíes —y de los usamericanos— no se preocupan realmente por lo que ocurre allí, el tormento puede continuar.

El 7 de octubre fue, en efecto, una oportunidad histórica para que los colonos y sus colaboradores hicieran lo que no se habían atrevido a hacer durante años.


La familia Zaer Al Amour, en las colinas del sur de Hebrón —una región a menudo sometida a la violencia de colonos y militares—, monta guardia por turnos desde el atardecer hasta la mañana para proteger sus tierras.
Foto Wisam Hashlamoun / Anadolu vía AFP

Ya no es posible ser palestino en Cisjordania. No ha sido destruida como Gaza, no han muerto decenas de miles de personas, pero la vida allí se ha vuelto imposible. Es difícil imaginar que el férreo control de Israel pueda durar mucho más sin una explosión de violencia —justificada, esta vez.

Entre 150 000 y 200 000 palestinos de Cisjordania que trabajaban en Israel están desempleados desde hace dos años. Dos años sin un solo séquel de ingresos. Los salarios de decenas de miles de empleados de la Autoridad Palestina también se redujeron drásticamente debido a la retención por parte de Israel de los impuestos que recauda para dicha Autoridad.

La pobreza y la miseria están por todas partes. También los bloqueos y los puestos de control; nunca ha habido tantos, y durante un período tan prolongado. Ahora son cientos.

Cada asentamiento tiene puertas de hierro cerradas, o que se abren y cierran por turnos. Es imposible saber qué está abierto y qué no —y, más importante aún, cuándo. Todo es arbitrario. Todo ocurre por la presión de los colonos, que han convertido al ejército israelí en su siervo sumiso. Así es cuando Smotrich es el ministro de Cisjordania.


Una casa incendiada durante los disturbios de 2023 en la aldea de Huwara. Smotrich ya hablaba en 2021 de un “Plan decisivo”.
Foto Amir Levi

Aproximadamente 120 nuevos puestos avanzados de colonización, casi todos violentos, se han establecido desde el maldito 7 de octubre, abarcando decenas de miles de hectáreas, todos con el apoyo del Estado. No pasa una semana sin nuevos puestos avanzados; también es inédita la magnitud de la limpieza étnica que buscan: Hagar Shezaf informó el viernes que, durante la guerra de Gaza, los habitantes de 80 aldeas palestinas de Cisjordania huyeron por miedo a los colonos que se habían apoderado de sus tierras.

El rostro de Cisjordania cambia a diario. Lo veo con mis propios ojos asombrados. Trump puede presumir de haber detenido la anexión, pero la anexión está más arraigada que nunca.

Desde el centro de mando que el ejército usamericano estableció en Kiryat Gat se puede quizá ver Gaza, pero no se ve Kiryat Arba, la colonia cercana a Hebrón.

Cisjordania clama por una intervención internacional urgente, tanto como la Franja de Gaza. Soldados —usamericanos, europeos, emiratíes o incluso turcos—: alguien debe proteger a sus indefensos habitantes. Alguien debe rescatarlos de las garras del ejército israelí y de los colonos.

Imagina a un soldado extranjero en un puesto de control deteniendo a los matones colonos en su camino hacia un pogromo. Un sueño.