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09/08/2025

Egipto duplica sus importaciones de gas natural israelí en un acuerdo de 35 000 millones de dólares con un aumento del 14 % en el precio

Emma Scolding y Sara Seif Eddin, Mada Masr, 7-8-2025
Traducido por Tlaxcala

  مصر تضاعف اعتمادها على الغاز الإسرائيلي بصفقة قيمتها 35 مليار دولار

Un acuerdo de gas por valor de 35 mil millones de dólares anunciado el jueves supondrá que Egipto redoble su dependencia energética de los yacimientos israelíes, como ampliación de un acuerdo histórico alcanzado entre ambos países en 2018.

Según los términos del acuerdo, la parte egipcia pagará unos 35 millones de dólares más por cada mil millones de metros cúbicos que en el acuerdo anterior, lo que supone un aumento del 14,8 %, según los cálculos de Mada Masr.

A lo largo del acuerdo, que se extiende hasta 2040, Egipto importará 130 000 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural del yacimiento Leviathan de Israel.

El acuerdo, que aún está pendiente de una ampliación clave de la infraestructura de gasoductos y extracción, se anunció como parte de una divulgación de información a los accionistas por parte de la empresa israelí NewMed Energy, socia en el desarrollo del yacimiento de gas Leviathan de Israel.

El acuerdo pone fin a meses de negociaciones para ampliar el volumen de gas natural israelí que se transporta a Egipto con el fin de ayudar al Gobierno a satisfacer la creciente demanda energética interna. Las conversaciones han continuado en paralelo a la guerra genocida de Israel contra la Franja de Gaza, a pesar de que la guerra ha tensado las relaciones bilaterales.


 

El acuerdo de 2018 preveía que la empresa egipcia Dolphinus Holdings se comprometía a pagar 15 000 millones de dólares por unos 64 000 millones de metros cúbicos de gas natural israelí durante un periodo de 10 años a Delek y Noble Energy, los socios que gestionan los yacimientos marinos israelíes de Tamar y Leviathan.

El comprador nombrado por NewMed en el aviso a los accionistas el jueves es Blue Ocean Energy, una empresa que Mada Masr
reveló en una investigación de 2018 que era una filial de Dolphinus Holdings. Dolphinus y Blue Ocean se asociaron en ese momento para importar y revender el gas israelí con East Gas, una empresa participada mayoritariamente por los Servicios Generales de Inteligencia egipcios.

Ambas partes llevan meses negociando para aumentar los volúmenes de gas transportados por gasoducto desde Israel a Egipto, según informaron a Mada Masr a principios de este año un exfuncionario del Ministerio de Petróleo y una fuente gubernamental. Las fuentes anticiparon que Egipto acabaría accediendo a la demanda israelí de un precio más alto por millón de unidades térmicas de gas natural en las negociaciones, ya que el gas transportado por gasoducto israelí sigue siendo la alternativa más barata disponible para aumentar los suministros que tanto se necesitan.

Sin embargo, el aviso del jueves advierte que «no hay garantías» de que el acuerdo se cumpla, dadas las condiciones pendientes.

Estas condiciones incluyen las ampliaciones previstas del gasoducto Ashdod-Asheklon y del propio yacimiento Leviathan.

El acuerdo de ampliación del gasoducto se firmó en 2021, pero su fecha de finalización se ha retrasado repetidamente desde entonces.

Mientras tanto, la ampliación del yacimiento Leviathan está pendiente de una decisión final de inversión y de un acuerdo de transmisión con Israel Natural Gas Lines, el organismo estatal que gestiona el gasoducto.

Según el aviso, estas condiciones deben cumplirse antes del 30 de septiembre de 2025 para que el acuerdo pueda seguir adelante. Las partes del acuerdo pueden solicitar una prórroga de seis meses de este plazo si es necesario.

El acuerdo se produce en un momento en que Egipto se enfrenta a una creciente factura de importación de energía para cubrir la diferencia entre la oferta y el consumo internos. Aproximadamente un tercio de la demanda total debe satisfacerse con aportaciones adicionales.

Mientras que el país necesita actualmente entre 4000 y 6000 millones de pies cúbicos de gas al día, la producción local ha seguido cayendo hasta alrededor de 4000 millones de pies cúbicos, según los datos publicados a principios de este año por la Iniciativa de Datos de Organizaciones Conjuntas coordinada por el Foro Internacional de la Energía.

Los yacimientos israelíes ya se han comprometido, en virtud de acuerdos anteriores, a exportar alrededor de 4500 millones de metros cúbicos de gas a Egipto al año. Israel ha interrumpido repetidamente el suministro desde el estallido de la guerra en Gaza en octubre de 2023.

La última interrupción se produjo en junio, durante la guerra de 12 días entre Israel e Irán, cuando se detuvo la producción en Leviathan ante la preocupación de que Irán pudiera atacar las instalaciones. Esta interrupción supuso que las instalaciones industriales de Egipto se quedaran sin suministro de gas.

A lo largo de la guerra genocida de Israel contra Gaza, Egipto ha sido criticado por no hacer más para poner fin al sufrimiento y la matanza de palestinos. Las tensiones han alcanzado nuevos niveles en los últimos meses, a medida que empeora la hambruna orquestada por Israel en Gaza, y los manifestantes y críticos piden a Egipto que abra su lado de la frontera de Rafah para permitir la entrada de ayuda a Gaza.

El presidente Abdel Fattah al-Sisi ha rechazado públicamente estas críticas en las últimas semanas. A principios de esta semana, el presidente arremetió contra la comunidad internacional por su inacción y calificó de «bancarrota» y «discurso extraño» las acusaciones de algunos de que Egipto está participando en el asedio y el hambre del pueblo palestino en la Franja de Gaza.

Ante el déficit energético de los dos últimos veranos, Egipto ha adoptado medidas de triaje que incluyen apagones programados, lo que ha desatado la ira popular debido a las prolongadas interrupciones del suministro, que en algunos casos se prolongan hasta seis horas, en medio de un calor abrasador.

El Ministerio de Petróleo complementó su mezcla energética de mazut y gas natural aumentando las costosas importaciones de gas natural licuado, que se espera que cuesten 19 000 millones de dólares este año, frente a los 12 000 millones de 2024, según un informe del ministerio revisado por Mada Masr. Este costoso giro se llevó a cabo para adelantarse al creciente descontento público, según dijeron funcionarios del Gobierno a Mada Masr.



AMOS PRYWES
¿Cómo podemos seguir sabiendo que los habitantes de Gaza se mueren de hambre y l@s israelíes permanecemos en silencio?

La cuestión de la responsabilidad no se refiere a quiénes somos, sino a lo que hacemos y a nuestra capacidad para corregirlo. Los israelíes pueden inspirarse en el psicoanálisis e intentar dar el primer paso para cultivar la compasión.

Amos Prywes, Haaretz, 7/8/2025
Traducido por Tlaxcala

Amos Prywes es un psicólogo clínico israelí, autor de De Freud al porno (Pardes, 2025, en hebreo).

 


La pregunta anterior no me la enviaron, sino que la formularon en una reciente protesta en Israel contra la guerra en Gaza. He decidido abordarla aquí porque me pareció que se cernía sobre muchas de las preguntas que nos han enviado. Es difícil ignorar esta pregunta, aunque sea casi imposible responderla.

Tenemos que ser honestos y decir que la respuesta sencilla podría ser «porque sí». La realidad es que, junto a las noticias deprimentes y las imágenes impactantes, seguimos dedicándonos sin reservas al drama de nuestras vidas personales. Besamos a nuestros hijos, nos molesta el chovinismo de la versión israelí de «Gran Hermano» y discutimos por dinero. Así que, si dejamos de lado la santurronería, ¿quizá hayamos seguido como siempre?


Imágenes de Mohammed Y. M. Al-Yaqoubi/Anadolu/AFP photoshopeadas por Nadav Gazit

La verdad es que, incluso si pensamos que es así, la guerra moldea aspectos de nuestra autoimagen y nuestra percepción de la realidad de diversas maneras sutiles. Entonces, ¿qué significa vivir cuando nos enfrentamos a tales acusaciones?

Por supuesto, cada persona reacciona de manera diferente. Algunos niegan que haya nada de qué sentirse culpable, otros están de acuerdo con estas acusaciones y otros se sitúan en un término medio, como «Es terrible lo que el gobierno al que no voté está haciendo en Gaza».

Independientemente de cómo nos posicionemos con respecto al sentimiento de culpa, nuestra respuesta casi siempre se basa en un compromiso emocional circular que no cambia realmente. Por lo general, la culpa nos lleva a obsesionarnos con la pregunta narcisista «¿Soy malo?» y a entablar un diálogo con una figura paterna imaginaria que nos reprende.

En este sentido, existe una conexión fundamental entre la culpa y la autovictimización. Las personas culpables siempre se enfrentan a fuerzas superiores a ellas mismas y se menosprecian en su presencia.

En una de sus conferencias sobre psicoanálisis, Freud comparó la conciencia culpable con una persona que es reprendida por romper un caldero que le habían confiado para que lo guardara. La persona se defiende con una especie de bucle lógico destinado a confundir, del tipo: «Nunca tomé prestado un caldero, estaba roto cuando lo recibí y no tenía ningún daño cuando lo devolví». Esta falacia se conoce como «lógica del caldero».

La sociedad israelí también se enreda cuando dice que «no hay hambre en Gaza, Hamás es responsable del hambre, todos allí son terroristas y no tenemos más remedio que ser crueles».

Una mirada a la sociedad israelí actual revela que casi todos, a nuestra manera, nos atrincheramos en una mentalidad de víctima, ya sea que nos veamos a nosotros mismos como víctimas del gobierno, del poder judicial, del antisemitismo global o del fanatismo religioso. Es un bucle paralizante del que es muy difícil escapar. En este sentido, el silencio ante lo que está sucediendo en Gaza no es solo un fracaso moral, sino también un patrón mental, una forma de no sentir y de no saber.

Entonces, ¿qué hacer? Ante la culpa, el psicoanálisis propone la responsabilidad. Propone mirar a la persona que tenemos delante y reconocer el poder que tenemos para actuar hacia ella, aunque sea limitado.

Dado que la culpabilidad se ocupa de cuestiones de identidad («¿Soy bueno o malo?»), ofrece muy poco margen para la acción creativa. La culpa esboza un mundo de categorías rígidas, que divide a los seres humanos en villanos absolutos y víctimas eternas.

Al mismo tiempo, fomenta una obsesión por los detalles y las definiciones de los pecados: ¿Es hambre o hambruna? ¿Crisis humanitaria, desastre o genocidio? La persona culpable se sumerge en este debate pedante y la ira queda atrapada en él.

A diferencia de la culpabilidad, la cuestión de la responsabilidad no se refiere a quiénes somos, sino a lo que hacemos, a lo que tenemos delante y a nuestra capacidad para corregirlo. A partir de ahí, facilita acciones complejas como cultivar la compasión, reconocer y admitir los errores y recalcular la ruta. Es una pequeña diferencia, pero tal vez sea un punto de partida.

MAHAD HUSSEIN SALLAM
Memorias confiscadas: encasillar los dolores, traicionar lo universal
Nunca más para nadie, en ningún lugar

Mahad Hussein Sallam, BlogsMediapart, 4/8/2025

Traducido por Tlaxcala

Una memoria bajo influencia: reflexionar sobre la justicia a través del prisma del recuerdo

“Nunca más”. Esta exhortación nacida del Holocausto se ha impuesto como un imperativo moral universal. Grabada en los museos, repetida en los discursos, pretende impedir que se repita lo peor. Pero ¿qué valor tiene esta promesa si solo protege a algunos y justifica el sufrimiento de otros?

La memoria, lejos de ser un santuario, es un campo de batalla. Ilumina u oculta. Puede prevenir u ocultar. Cuando se instrumentaliza, deja de ser un deber para convertirse en una palanca de dominación.


Memorial del campo de concentración de Dachau, Alemania

“Nunca más es ahora” en la Puerta de Brandeburgo en Berlín, 9 de noviembre de 2023

El filosemitismo como talismán moral: entre el deber de la memoria y la ceguera política

Ivan Segré escribió: «El filosemitismo es la mejor manera de dejar de ser antisemita sin dejar de dominar». » El filosemitismo de Estado transforma la memoria del Holocausto en un absoluto moral. Toda crítica a Israel se vuelve sospechosa. La confusión entre judaísmo, sionismo y Estado se convierte en arma de dominación.

En Gaza, más de 60 000 muertos, niños desnutridos, periodistas asesinados, hospitales destruidos. Y un silencio mediático aterrador. Human Rights Watch, la ONU y MSF alertan: uso del hambre, bombardeo de infraestructuras civiles, crímenes de guerra. Sin embargo, denunciar estos hechos es arriesgarse a ser acusado de antisemitismo.


Una memoria jerarquizada: Gaza, Ruanda, Yemen, Congo y Namibia

Ruanda, 1994: 800 000 tutsis masacrados. Alertas ignoradas. Complicidad pasiva de las potencias occidentales. En Francia, los archivos revelan una proximidad con los genocidas. Este genocidio sigue ausente de los libros de texto.


Mary Zins, 2018

Yemen, desde 2015: 370 000 muertos. Bombas francesas, británicas, usamericanas. Cólera, hambruna, silencio. Ningún museo, ningún día de conmemoración. En la actualidad, millones de niños siguen amenazados por la hambruna y múltiples epidemias, según organizaciones internacionales.


Manos cortadas, por Adel Abdessemed, 2017

El Congo de Leopoldo II: más de 10 millones de muertos por el caucho. Manos cortadas, aldeas incendiadas. Silencio, un siglo después. En 2020, el rey Philippe expresa su “pesar”, pero sin disculpas oficiales ni reparaciones.


Herero huyendo de las tropas alemanas en el desierto de Omaheke (1907). Imagen de Ulstein / Roger-Viollet

Herero y Nama: el genocidio inaugural del siglo XX

En Namibia, entre 1904 y 1908, los alemanes exterminaron al 80 % de los herero y al 50 % de los nama. La orden oficial del general von Trotha, octubre de 1904: «Todo herero que se encuentre dentro de la frontera alemana, con o sin armas, con o sin ganado, será fusilado». Campos de concentración, violaciones, experimentos médicos. Los cráneos se envían a Berlín para estudios raciales. El reconocimiento de 2021 sigue siendo simbólico. No hay reparaciones, ni memoria compartida, ni atención especial, siempre y cuando ocurra en otro continente.

Un historiador namibio lo resume así: «El genocidio herero es el eslabón perdido entre el imperialismo del siglo XIX y el nazismo». Pero Europa no ha aprendido nada. El crimen ha sido borrado de la historia común.



Geopolítica de la memoria: ¿a quién beneficia el recuerdo?

Algunos dolores se sacralizan, otros se rechazan. Israel se beneficia de un capital memorial único, vinculado al Holocausto y al orden poscolonial. Este capital también sirve de escudo geopolítico.

La memoria se convierte en herramienta del olvido. Se enseña Auschwitz, pero se silencia Sabra y Chatila. El filosemitismo no es amor por los judíos: es el uso estratégico de su historia. Un diplomático europeo lo admite: «Reconocer Gaza como una tragedia humana sería deslegitimar nuestra alianza con Israel. Es políticamente impensable».

La memoria histórica nunca es neutral. Está jerarquizada, instrumentalizada, calibrada según intereses geopolíticos. En Occidente, algunos sufrimientos se santifican, otros se silencian o se relegan.

Israel se beneficia hoy de un capital memorial sin igual. Esto se explica, por supuesto, por el horror del Holocausto, pero también por el contexto estratégico en el que se reconoció esta memoria: el de un mundo posimperial, en el que las potencias occidentales rediseñaban los contornos de su influencia. La memoria del exterminio judío se ha convertido, paralelamente a un reconocimiento ético, en una garantía moral para una nueva arquitectura de alianzas en Oriente Medio.

Esta brutal ecuación pone de manifiesto una verdad incómoda: la memoria de algunos pueblos se protege porque sirve a intereses. La de otros se borra porque les molesta.

Se conmemora Auschwitz, pero no Sabra y Chatila. Se criminaliza la negación de los crímenes nazis, pero se relativizan las muertes en Rafah. La memoria se convierte en una herramienta diplomática, un arma de selección moral. Petróleo, gas, materias primas, geopolítica e intereses estratégicos: estos son, por desgracia, los verdaderos títulos bajo los que se escriben muchas tragedias humanas, que se reconozcan o se nieguen.

¿Filosemitismo contra el judaísmo?

El uso sagrado de la memoria impide cualquier crítica. Annette Wieviorka: “Hemos congelado el sufrimiento judío en una sacralización”.

El filosemitismo se convierte en una trampa.

Pensadores de confesión judía como Ilan Pappé, Norman Finkelstein o Marc Ellis denuncian la confusión entre judaísmo y colonialismo. Para ellos, es la fidelidad a la ética judía la que impone oponerse a las opresiones, incluso cuando son perpetradas por un Estado que se reivindica judío.

¿Y si el exceso de amor aparente se convirtiera en otra forma de traición? Es lo que denuncia Gideon Levy, periodista israelí: «Israel no protege el legado moral del judaísmo, lo traiciona».

La instrumentalización del Holocausto sirve hoy para santificar a un Estado que bombardea, coloniza y discrimina. Esta sacralización crea una jerarquía implícita de los dolores.

El resultado es evidente: cualquier crítica a Israel se vuelve sospechosa. La memoria se convierte en un escudo ideológico. Como bien señala Dominique Vidal: «El riesgo es que los demás genocidios se conviertan en tragedias de segunda categoría. »

El filosemitismo moderno, la admiración excesiva, la intocabilidad política, ya no protege a los judíos, los encierra en un papel de icono sagrado al servicio de un poder.

Abel Herzberg lo dijo con agudeza: «Hay dos tipos de antisemitas: los que nos odian y los que nos aman demasiado».

Gideon Levy también denuncia un Estado judío que se ha vuelto racial, desigual y excluyente. No es el único. Otros pensadores judíos, como Ilan Pappé, Norman Finkelstein y Avraham Burg, hacen sonar la misma alarma: confundir judaísmo y sionismo es perjudicial para todos. Mientras que Marc Ellis concluye: «La única manera de honrar la memoria judía es estar del lado de los oprimidos, no de los opresores».

Una memoria universal o nada

La memoria no debe seleccionar a los muertos. No debe legitimar el olvido de los vivos. Debe desarmar los relatos, acoger todos los dolores, enseñar todas las tragedias.

Este texto es un llamamiento. Enseñar el genocidio de Ruanda, las masacres coloniales, la hambruna en Gaza, el destino de Yemen, con la misma solemnidad que el Holocausto. No para relativizar, sino para universalizar.

Hacer del «nunca más» no un simple eslogan vacío de sentido, sino una exigencia real. Porque la memoria selectiva es siempre el preludio de otras violencias. El universalismo comienza cuando la memoria deja de ser un arma. Una memoria que selecciona a los muertos siempre acaba justificando a los vivos que matan.





08/08/2025

AMOS HAREL
El plan de Netanyahu para la toma de control de la Ciudad de Gaza pone a Israel en la senda de una guerra perpetua

La ampliación de los combates en Gaza solo ha empeorado la situación de Israel, y la única solución del primer ministro es adentrarse aún más en el atolladero. Mientras tanto, sus ministros ya están tratando de normalizar las inevitables bajas militares y la muerte inminente de los rehenes.

Amos Harel, Haaretz, 8-8-2025

Traducido por Tlaxcala

 

Una bandera israelí dañada en Gaza, vista desde el lado israelí de la frontera entre Israel y Gaza, el 7 de agosto de 2025. Foto Amir Cohen / REUTERS

La crisis entre el primer ministro Benyamin Netanyahu y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Eyal Zamir, sobre la siguiente fase de la guerra en la Franja de Gaza es aún peor de lo que han informado los medios de comunicación esta semana.

Es más difícil que nunca saber qué pretende realmente Netanyahu: en esta etapa, no solo porque mantiene abiertas todas sus opciones, sino porque no se detendrá ante nada. Sin embargo, la tensión entre ambos es real.

Netanyahu puede tener otros objetivos (apaciguar al ala mesiánica de derecha de su coalición gobernante; disuadir a Hamás), pero actualmente parece centrado en persuadir al ejército para que se prepare para una ocupación total o casi total de Gaza.

En la madrugada del viernes, tras una reunión maratoniana, el gabinete aprobó el plan de Netanyahu para preparar la toma de control de la ciudad de Gaza. Zamir cree que esto sería desastroso. No es inconcebible que se vea obligado a dimitir, o que sea destituido, debido a la disputa, lo que provocaría numerosos terremotos secundarios en las FDI.

El conflicto entre ambos hombres se deriva directamente del estancamiento de la guerra. A lo largo de esta guerra, la más larga de la historia de Israel, los partidarios de Netanyahu han afirmado que está aplicando una estrategia ordenada que ha obtenido importantes logros (Irán, Líbano, Siria, los golpes asestados a Hamás) a pesar de los contratiempos sufridos. Pero, en la práctica, ha sumido a Israel en graves dificultades.

Entre mayo y julio, hubo una oportunidad de alcanzar al menos un acuerdo parcial con Hamás para la liberación de los rehenes, algo que Netanyahu afirmaba querer. Pero su decisión de ampliar la guerra lanzando en mayo una amplia operación terrestre, conocida como Operación Carros de Gedeón, después de haber violado unilateralmente un alto el fuego, no dio los resultados que él y el ejército habían esperado.

Fue entonces cuando comenzó el fiasco de la ayuda. La Fundación Humanitaria de Gaza, con sede en USA, no cumplió los ambiciosos objetivos que se había fijado en cuanto a la distribución de la ayuda a los habitantes de Gaza —algo previsible desde el principio— y el fin del control de Hamás sobre la ayuda no doblegó a la organización. Al contrario, se produjo una nueva catástrofe humanitaria en Gaza, aún peor que las anteriores. Los propagandistas propalestinos la amplificaron aún más mediante un aluvión de engaños y guerra psicológica.[sic]

La imagen de Israel en el extranjero se desplomó aún más, el gobierno usamericano ejerció presión y, hace dos semanas, Netanyahu se vio obligado a abrir las puertas de Gaza e inundar el enclave con ayuda, en contra de todas sus declaraciones anteriores. Sin embargo, el daño causado a la población de Gaza fue tan grande que llevará mucho tiempo repararlo. Y ni siquiera hablemos de la actitud de la comunidad internacional hacia Israel. Lo que vivieron los turistas israelíes en Grecia fue solo el comienzo. El número de advertencias sobre posibles ataques contra israelíes y judíos en el extranjero se está disparando.

Esta semana nos hemos enterado de que el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que hace dos meses intentó denegar la asignación de 700 millones de shekels (175 millones de euros) para garantizar los centros de distribución de ayuda de la GHF, ahora está asignando sin pestañear otros 3000 millones de shekels al proyecto. «No me interesan los palestinos, pero sí destruir Hamás», explicó. Y mientras tanto, los habitantes de Gaza que intentan desesperadamente conseguir comida para sus familias en los escasos centros de distribución siguen muriendo, por disparos o pisoteados.


Un niño palestino come tahini crudo cerca de un punto de distribución del GHF el sábado. Foto Eyad Baba/AFP

A mediados de julio, antes de que estallara la crisis alimentaria, parecía que se estaba llegando a un acuerdo parcial sobre los rehenes. Israel hizo mucho ruido sobre la ocupación de dos corredores en la región de Morag, en el sur de Gaza, con el fin de poder cederlos en el acuerdo. Los altos cargos de Defensa se mostraban cautelosamente optimistas, como si el alto el fuego inicial de 60 días que se estaba negociando fuera a dar lugar esta vez a un plan más amplio para poner fin a la guerra. Pero Hamás no tardó en comprender las nuevas circunstancias y, desde entonces, no ha mostrado ningún signo de flexibilidad en las negociaciones. Incluso añadió dos exigencias: la liberación de los miembros capturados de su fuerza de élite Nukhba, responsable de la masacre del 7 de octubre, y el aplazamiento de la liberación del último rehén hasta que haya comenzado la reconstrucción de Gaza. Empezó a insistir en la necesidad de reconstruir Gaza, en parte para señalar su intención de seguir formando parte del Gobierno del territorio.

Estas exigencias enfurecieron tanto a Netanyahu como al presidente Trump, y llevaron las negociaciones a un punto muerto. En la práctica, toda la guerra está estancada. Las negociaciones se han suspendido, los negociadores israelíes han sido retirados de Qatar y los combates en Gaza están más estancados que nunca debido a la crisis humanitaria y a la falta de una decisión sobre el futuro del ejército. Por utilizar una analogía deportiva, Netanyahu prefiere ir por la banda que por el centro. No busca una victoria rápida. Quiere dejar abiertas tantas alternativas como sea posible y ganar tiempo, evitando al mismo tiempo cualquier amenaza a su coalición gubernamental.


Netanyahu abraza a Eyal Zamir, en el cuartel general de defensa de Kirya, en Tel Aviv, a finales de junio. Foto Maayan Toaf/GPO

La falta de avances abre la puerta a una crisis con los altos mandos del ejército israelí que implique debilitar al ejército y abusar del jefe del Estado Mayor. Al igual que la «ciudad humanitaria» de Rafah, que nunca se materializó, o el plan de emigración de Gaza, que hasta ahora no ha llegado a ninguna parte, una crisis de este tipo da a los medios de comunicación un nuevo tema del que hablar. La tensa espera de reuniones decisivas y las filtraciones distraen un poco la atención de los fracasos del gobierno: la prolongación de una guerra sin objetivos, los gritos de las familias de los rehenes, el escandaloso proyecto de ley para legalizar la exención del servicio militar de los ultraortodoxos y la mala actuación de los ministros. Mientras tanto, el tiempo pasa y el gobierno sobrevive.

Una guerra perpetua también podría ayudar a Netanyahu a alcanzar su segundo objetivo: asegurar su victoria en las próximas elecciones, aunque todas las encuestas pronostican su derrota. Esto se lograría socavando sistemáticamente el proceso democrático bajo el pretexto de la guerra y sus necesidades.

Zamir tampoco tiene buenas soluciones para la crisis que se ha creado. La ofensiva terrestre de mayo no logró su objetivo y, en opinión de Zamir, eso se debe a que el gobierno no aprovechó sus logros para la diplomacia. Ahora, al carecer de capacidad para obligar a Hamás a firmar un acuerdo, Israel está improvisando soluciones alternativas. Zamir ha aprovechado el respiro en los combates para reducir las tropas en Gaza. El ejército también ha tomado medidas para reducir la carga de los reservistas este año y ha puesto fin a su política de prolongar automáticamente el servicio de los soldados reclutas mediante órdenes de movilización de emergencia.

Normalización del abandono

El enfrentamiento con Netanyahu se intensificó tras un reportaje del veterano periodista Nahum Barnea publicado el viernes pasado en el periódico de gran tirada Yedioth Ahronoth. Barnea escribió que Zamir estaba considerando la posibilidad de dimitir si los responsables políticos le obligaban a conquistar toda la Franja de Gaza. La oficina del primer ministro, siguiendo su costumbre, intentó presionar al jefe del Estado Mayor para que se desvinculase del informe, pero Zamir se negó, aunque el titular inequívoco del artículo aparentemente le sorprendió en cierta medida.

Las razones de la frustración de Zamir son comprensibles: el gabinete de seguridad casi nunca se reúne (en su lugar, hay reuniones de los jefes de las facciones del Knesset, un foro desprovisto de autoridad legal); las reuniones personales entre Zamir y el primer ministro son escasas y esporádicas; y la guerra se está librando al estilo salami, sin que se haya establecido una política clara.


Una simpatizante de los rehenes secuestrados el 7 de octubre de 2023, sostiene carteles mientras participa en una protesta para exigir la liberación inmediata de los rehenes y el fin de la guerra en Tel Aviv, Israel, el 7 de agosto de 2025. Foto Ammar Awad/ REUTERS

Mientras tanto, la familia Netanyahu ha lanzado una ofensiva contra Zamir. Mientras el padre alza la voz en los pasillos, el hijo y la madre actúan según sus métodos: a través de las redes sociales y filtraciones a los medios de comunicación. Yair Netanyahu tuiteó acusaciones infundadas contra el jefe de Estado mayor, en el sentido de que estaba planeando un golpe militar, y se desvinculó de la responsabilidad de su padre por el nombramiento de Zamir (de hecho, el primer ministro declaró con orgullo en la ceremonia de nombramiento en marzo que era la tercera vez que quería a Zamir para el cargo).

Sara Netanyahu fue citada diciendo que había advertido a su marido que no nombrara a Zamir, porque no sería capaz de soportar la presión de los medios de comunicación. Como en una república bananera, la prensa informó de que Netanyahu padre quería a Zamir, pero que la madre y el hijo presionaron para que se nombrara al general David Zini, que entretanto ha sido nombrado jefe del servicio de seguridad Shin Bet, una decisión peligrosa.

Esta semana, corresponsales diplomáticos y militares recibieron filtraciones detalladas —de una forma que plantea dudas sobre la seriedad de la discusión— sobre los planes que exige Netanyahu: la conquista de la ciudad de Gaza y los campos de refugiados en el centro de la Franja. Se trata de dos de los tres enclaves en los que las FDI han obligado a la población palestina a refugiarse y donde se encuentran los rehenes israelíes (el tercero es la zona de Mauasi, en la costa sur de la Franja).

Altos mandos del ejército israelí advirtieron de que esto requeriría una operación terrestre de varios meses y acciones para peinar la zona y purgarla de terroristas, lo que podría llevar hasta dos años. La operación requeriría entre cuatro y seis divisiones, lo que supondría un número astronómico de días adicionales de servicio de reserva. Y la intención es seguir empujando a la población por la fuerza hacia la sección sur de la Franja, mientras se intenta obligarla a emigrar.

Zamir, por el contrario, propuso rodear los enclaves actuales, ejercer presión militar sobre ellos desde el exterior e intentar desgastar a Hamás, sin poner en peligro la vida de los rehenes. Tampoco parece una solución ganadora.

Trump, al parecer, ha dado luz verde a Netanyahu para ampliar la operación en Gaza, siempre que las fuerzas actúen con rapidez, sin permanecer allí innecesariamente.

Al mismo tiempo, obligó al primer ministro a permitir la entrada de la ayuda. Por el momento, Netanyahu, con el respaldo de Trump, está luchando por una operación a gran escala, a pesar de los riesgos. También está comprando ideas irresponsables que se expresan en su entorno: que después de ocupar la ciudad de Gaza, sería posible gestionar la distribución de alimentos allí a través de los clanes locales.

Aún así, hay una salida: si el primer ministro evita presentar un calendario rígido, siempre es posible falsear el ritmo de ejecución y esperar que, mientras tanto, surja otra solución con la ayuda de la amenaza militar.

Los servidores del primer ministro, los ministros y los diputados, están ocupados normalizando la guerra y preparando el terreno para que la opinión pública acepte abandonar a los rehenes a la muerte. Se empieza afirmando que los civiles secuestrados en sus casas y en el festival de música Nova son en realidad «prisioneros de guerra», soldados capturados que deben esperar a que termine la guerra, en una fecha desconocida en el futuro, para ser devueltos, y se termina silenciando a las familias de los rehenes en el Knesset.

Zamir tiene una clara ventaja: el ejército sigue respaldándolo. La mayoría absoluta de los oficiales cree en él y en sus consideraciones. Netanyahu, cuyos partidarios barajan hipótesis de destitución y sustitución, deberá tenerlo en cuenta. La combinación del peligro para la vida de los soldados y los rehenes, junto con la confrontación pública entre el primer ministro y el jefe del Estado Mayor, podría inclinar la opinión pública en contra de Netanyahu.


Reservistas en Gaza, en marzo. Foto Portavoz de las FDI

Si Zamir hace lo que hizo Eli Geva en la guerra del Líbano de 1982 —como comandante de la 211ª Brigada Blindada, dimitió del ejército en protesta por la guerra—, entraremos en territorio desconocido. Es probable que esto provoque un mayor rechazo al servicio, especialmente entre las unidades de reserva, y que finalmente surja un nuevo movimiento de las Cuatro Madres, eficaz y más vociferante, como el que surgió en 1997 contra la guerra del Líbano.

El verdadero estado del ejército, que lleva 22 meses luchando en Gaza, se puede deducir de una publicación de un mayor de la reserva, comandante de una unidad que maneja maquinaria pesada. «En las últimas tres semanas he experimentado de cerca la profundidad del problema», escribió. «La falta de organización, la incertidumbre y la ausencia de un objetivo operativo claro son sentimientos que se repiten en todos los ámbitos... El resultado sobre el terreno: las fuerzas se mueven sin contexto, sin continuidad y sin un objetivo claro. Las tropas de combate también lo sienten, no solo por la carga, sino por una sensación de total desprecio operativo».

Cuando las cosas se dicen con claridad, y no a través de fuentes anónimas, los medios de comunicación se ven obligados a informarlas de manera directa. Pero la mayoría de las veces se dedican a difuminar los acontecimientos de Gaza bajo una espesa capa de patriotismo, camaradería guerrera y edulcoramiento.

6 de agosto de 2025: una niña palestina frente al Centro de Salud Sheikh Radwan, en el norte de la ciudad de Gaza, tras su destrucción en un ataque nocturno. Foto: Omar Al-Qattaa/AFP.

HAARETZ
Callar es rendirse

Editorial de Haaretz, 8-8-2025
Traducido por Tlaxcala


El gabinete de seguridad se reunió el jueves por la noche para discutir otra expansión de la guerra en Gaza, otro eslabón en una larga cadena que seguramente tendrá su propio nombre. Los nombres cambian, pero la canción sigue siendo la misma: ocupación, destrucción y traslado forzoso de decenas de miles de palestinos. Más soldados serán sacrificados en este altar y los rehenes israelíes que quedan serán perdidos. El gobierno de Netanyahu ha convertido a ambos grupos en daños colaterales.

Ante esta visión de pesadilla, impulsada por consideraciones personales y mesiánicas judías, no podemos permanecer indiferentes. No debemos callar. Por eso, más de 2000 artistas y personalidades de la cultura firmaron una petición que pedía el fin de la guerra, titulada «Detengan el horror en Gaza». Esta petición supuso un importante espejo para la opinión pública, aunque muchos israelíes prefirieran romperlo o apartar la mirada.

La petición de los artistas reflejaba una verdad humana básica que el gobierno intenta silenciar: dañar a personas inocentes está mal. En consecuencia, la petición afirmaba que es imposible aceptar «el asesinato de niños y civiles, las políticas de hambre, los desplazamientos masivos y la destrucción sin sentido de ciudades enteras». No se deben dar órdenes ilegales y, si se dan, no se deben obedecer, añadía la petición, reiterando lo que debería ser evidente. Pero no en el Israel del gobierno del primer ministro Benyamin Netanyahu.

Desde que se publicó la petición, se ha llevado a cabo una campaña sistemática para silenciar a los firmantes. Entre los participantes se encuentran ministros del gabinete y políticos ajenos al Gobierno, colaboradores de los medios de comunicación, activistas de extrema derecha y muchas otras figuras culturales.

Los alcaldes también han anunciado que no contratarán a los artistas que firmaron la petición, a quienes acusan de «incitar contra los soldados de las FDI». Una y otra vez, ha quedado claro que en el Israel actual solo se puede expresar una opinión en el espacio que separa al líder de la oposición, Yair Lapid, y al rapero de extrema derecha Yoav («la Sombra») Eliasi. El consenso fraudulento es un coro que canta al unísono.


Alon Oleartchik y Assaf Amdursky

La presión sobre los firmantes de la petición solo ha tenido un éxito parcial. Algunos de ellos (Assaf Amdursky, Alon Oleartchik) no pudieron soportar la presión y las amenazas y retiraron sus firmas. En el caso de Oleartchik, su retractación pública dio sus frutos: se restableció una actuación suya que había sido cancelada. Esto demuestra no solo el poder de la censura, tanto oficial como extraoficial, sino también el hecho de que algunas personas optan por colaborar con ella.

Ante esta campaña de silenciamiento, no debemos pestañear. El plan que impulsa Netanyahu conducirá a la destrucción total de Gaza, y también de los fundamentos morales de Israel. Al oponerse a la guerra y a sus crímenes, las figuras culturales se unieron a personas con opiniones similares en el mundo académico, en organizaciones no gubernamentales e incluso dentro del propio ejército. Todas ellas son esenciales para forjar una alternativa al culto a la muerte del Gobierno.

Ahora más que nunca, tras tantos días de matanzas sin precedentes y cuando Israel está a un paso de caer en una guerra perpetua, todos los israelíes deben alzar la voz en contra. Callar es rendirse.

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