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29/10/2025

Navalmoral, Extremadura, Estado español: Comunicado contra el rearme y la deshumanización

 He aquí el comunicado emitido por los manifestantes del 25 de octubre en Navalmoral, ante la fábrica de muerte de Rheinmetall

La Vera con Palestina y  Extremadura con Palestina , 29-10-2025

En estos tiempos oscuros, las fuerzas de ocupación israelí siguen siendo abastecidas con bombas de  fabricación europea, que continúan cayendo sobre Palestina con total impunidad. Todo ello ocurre  mientras se mantiene la farsa de un proceso de paz que no detiene, ni siquiera disimula, la  maquinaria de destrucción con más de 60 muertos civiles durante el alto el fuego La violación sistemática de todo pacto por parte de Israel —ayer y hoy— no es una anomalía, sino  un patrón histórico que se repite con inquietante regularidad.

Asistimos a un doble proceso profundamente alarmante: por un lado, la deshumanización de la  guerra y del genocidio, que convierte el horror cotidiano en ruido de fondo; por otro, la  normalización del rearme como única respuesta aceptada desde las instituciones, las empresas y los  gobiernos. El negocio de la guerra se fortalece, mientras el valor de la vida humana se reduce a  cifras frías y eufemismos calculados.

El rearme se ha cimentado mediante la creación de una “narrativa belicista fabricada" , propaganda  o relato bélico falso y artificial que propicia la aceptación pública de la necesidad de armarse con  una estrategia de manipulación mediática y política, en la que se construye y disemina una  narrativa de amenaza inminente o conflicto inevitable, con el fin de generar miedo colectivo y  justificar políticas militaristas, como el aumento del gasto en defensa o la adopción de posturas  agresivas que tienen que ver más con intereses militaristas que de realidad geopolítica .

El rearme no nos sale gratis sino que va a provocar un nuevo periodo de austeridad y recortes  sociales ( un aumento del gasto militar del 1 por ciento equivale a un recorte en sanidad del 0,6 por  ciento), de hecho ya empiezan a producirse recortes (como por ejemplo recortes en la PAC de  agricultores y ganaderos del 20%) y que ya han provocado la caída del gobierno francés y medidas  excepcionales en Alemania.

Las democracias neoliberales se han quitado la máscara: el negocio es ahora fabricar y vender  muerte en una huida hacia adelante para huir de los problemas que deberíamos abordar con  urgencia. Sin embargo, la forma de afrontar las múltiples crisis que atravesamos —climática,  energética, económica, social— se resume en un brutal “sálvese quien pueda”, lo que la filósofa  Naomi Klein ha definido acertadamente como el “fascismo del fin del mundo”.

El negocio de la guerra

Denunciamos que la perpetuación de las guerras responde a una estrategia empresarial basada en la  extracción de beneficios en un mundo atravesado por crisis interconectadas. La peor crisis de  todas es la crisis moral y la degradación constante de la democracia. En lugar de promover el alto el  fuego, el diálogo o el socorro humanitario, los gobiernos refuerzan sus vínculos con la industria  armamentística.

Es el caso de empresas como Rheinmetall, que amplía sus inversiones en producción de armas.

Bombas made in Spain, destinadas a perpetuar la violencia, forman parte de este engranaje criminal.  En el Estado español, un ejemplo sangrante es Extremadura, históricamente tratada como zona  sacrificable y receptora de todo lo tóxico. Hoy es considerada pieza clave del entramado productivo  de Defensa, formando parte del llamado Eje de la Ruta de la Plata, que contará con 13 factorías de  armamento y otras tantas industrias auxiliares.

A escala europea, los mismos fondos que hace pocos años especulaban con la vivienda o los  alimentos, ahora ven en el armamento un nuevo nicho de rentabilidad, presentado como un "recurso  estratégico" para camuflar su verdadera naturaleza: la generación de beneficios a través del dolor, el  miedo y la destrucción. 

 

Riki Blanco

 

Complicidad institucional con el genocidio

Denunciamos la complicidad y colaboración activa de la industria armamentística y los gobiernos europeos con el genocidio en Gaza y con la perpetuación de conflictos armados. El gobierno  español ha continuado su apoyo logístico e industrial para abastecer al ejército israelí. Aunque en los últimos meses el Ministerio de Defensa anunció una "desconexión" progresiva de  relaciones militares con Israel, la realidad es que las empresas israelíes siguen estando detrás de  importantes licitaciones de tecnología bélica, misiles y vehículos para las Fuerzas Armadas  españolas.

Nos negamos a aceptar que el futuro se construya sobre ruinas, sangre y muerte, y que haya quienes  se hagan obscenamente ricos con ello.

Frente a esta barbarie, emerge con fuerza una respuesta ética y global: la dignidad de quienes  resisten, la voz de quienes protestan, la esperanza de quienes actúan. Las manifestaciones en todo el  mundo, las campañas de boicot, las declaraciones de solidaridad y acciones como la Global Sumud  Flotilla rumbo a Gaza demuestran que la humanidad no se ha rendido.

Las manifestaciones que vendrán, las acciones colectivas y las resistencias populares serán  fundamentales para frenar esta narrativa de deshumanización y rearme. Entre todas y todos  construiremos un relato alternativo, profundamente humano, que se niegue a aceptar la lógica del  genocidio, la guerra y el negocio de las armas.

Por todo esto seguiremos llamando y presionando para lograr:

La cancelación de ayudas al desarrollo de la junta de Extremadura a fábricas de armamento.

-         - El  final del genocido, la limpieza étnica y el apartheid del pueblo palestino.

-         Un embargo de armas real a Israel.

-         La ruptura de relaciones con el estado de Israel.

-         Juicio a todos los responsables israelíes y estadounidenses del Genocidio, con Netanyahu, Ben Gvir, Smotrich y el lobby sionista yanki a la cabeza.

-         La revocación de la política de Rearme y rechazo a las imposiciones de EEUU y la Unión Europea.

-         Un decrecimiento del consumo


Este poema fue leido por su autora Yolanda Violeta en la manifestación 

ESPERANZA

Imágenes que se clavan en la pupila del alma... 
Tras los destellos del cielo,
nubes de polvo... 
Aparecen los escombros del dolor.
Mis ojos se tornan grana 
al reflejo de los ríos de sangre. 
Tanto sufrimiento infligido 
a un pueblo 
agujerea las entrañas de la humanidad.
¿Cómo seguir sin enredarse? 
¿Cómo mirar hacia otro lado?
Mis lágrimas son nada 
ante sus gritos y llantos. 
Alaridos desgarrados
que traspasan fronteras.

Desde el río hasta el mar 
nuestros pies caminan al unísono con vuestras huellas, 
bailan vuestras danzas. 
Nuestras manos ondean vuestros colores,
en los océanos navega la esperanza. 
Nuestros corazones 
surcan las aguas 
para traspasar vuestro tormento,
los brazos se dilatan 
para llegar hasta allí, 
ahogar el asedio, 
el hambre, 
el genocidio... 
¡Ojalá pudiera guareceros en mi corazón y acunaros
hasta devolveros la paz!
Enterrar el hambre para siempre, 
calmar la sed, 
refrescar el calor, 
abrigar el frío, 
Curar las heridas... 
enjuagar las lágrimas
y devolver a vuestro iris 
la belleza de la vida. 
Llenar de sonrisas nuevas la Tierra.
¡Qué vuelva a brillar el sol! 
¡Qué el cielo se pinte de azul en Palestina!
Qué nuestras manos y nuestras voces sean capaces de romper las cadenas, 
arrancar todos los capítulos de esta sinrazón, 
de esta loca locura de locos. 
No logro entender, 
mi mente arde ante tanto duelo... 
No se concibe tanta crueldad. 
Seres sin alma,
entes deshumanizadas.
"Ojalá pase algo que les borre de pronto..."

mientras tanto...
Ofrecemos nuestras manos,
nuestros pies,
nuestra voz, 

nuestro canto.
 

 

 

28/10/2025

Jovenes autor@s gazaties de Palestine Nexus reflexionan sobre dos años de genocidio

Zachary Foster, Palestine Nexus, 16-10-2025

Traducido por Tlaxcala

 Jaydaa Kamal, Dalal Sabbah, Hani Qarmoot y Rama Hussain AbuAmra (de izq. a der.)

El pueblo palestino de Gaza ha vivido dos años de genocidio. Y, sin embargo, a pesar de los desplazamientos forzados incesantes, la campaña de hambre y los asesinatos masivos, l@s jóvenes escritor@s de Gaza se negaron a ser silenciad@s. Han narrado sus cuerpos famélicos, sus experiencias cercanas a la muerte y la lucha por encontrar comida, medicinas, agua y refugio. Viajan durante horas para encontrar una conexión a internet y escriben con el estómago vacío mientras apoyan a sus familias y ayudan a quienes tienen aún menos. Arriesgan sus vidas cada día para contarle al mundo las historias de Palestina, y siempre estaremos asombrados por su valentía y su resistencia. Aquí están algunas de sus reflexiones al mirar atrás sobre estos dos años. 
Dr. Zachary Foster, fundador de Palestine Nexus

Hani Qarmoot, 22 años, periodista y narrador del campo de Jabalia
«Durante los dos años de genocidio, cada día estuvo marcado por el hambre, el desplazamiento, el derramamiento de sangre y el sonido de las explosiones. Por nuestra supervivencia, por la continuidad de nuestras historias y por el reconocimiento de nuestro sufrimiento y nuestra risa, escribo en la oscuridad. Aunque he perdido amigos, compañeros de trabajo, maestros y seres queridos, sus recuerdos me sostienen. El sonido de la risa de un niño, el mensaje de un amigo o el silencio entre las explosiones son cosas que me dan vida. Escribir es un acto silencioso de resistencia que demuestra que seguimos vivos. Nuestras palabras son nuestro escudo, y nuestra voz nunca será silenciada.»
Hani Qarmoot



Rama Hussain AbuAmra, 23 años, escritora y traductora de la Ciudad de Gaza

«Todavía me cuesta creer que este genocidio pueda realmente estar terminando. Durante dos años, vivimos una pesadilla que robó todo rastro de amor, seguridad y alegría. Fuimos despojados de nuestros hogares, de nuestros recuerdos y de las personas que amamos. Cada momento estaba empapado de miedo: miedo a perdernos a nosotros mismos, miedo a perder a los que amamos.
Hay una noche que me persigue más que ninguna otra: la del 10 de octubre de 2023. A la 1:30 a. m., recibimos una llamada advirtiéndonos que evacuáramos nuestro edificio antes de que fuera bombardeado y reducido a escombros. ¿Cómo se puede meter toda una vida en una sola bolsa? Mi infancia, mis libros, mi ropa favorita, el rincón que amaba al amanecer y al atardecer, todo quedó atrás. Corrimos, sin aliento, hacia un hospital cercano, esperando lo desconocido. Luego vino el sonido de la explosión que destruyó nuestro hogar y nuestros corazones. Al día siguiente, huimos a Al-Zawaida, en el sur de Gaza, solo para presenciar otro horror: 25 almas de una misma familia aniquiladas. El humo llenaba nuestros pulmones, el vidrio caía como lluvia y la sangre cubría el suelo. Aún veo las cenizas, las ventanas rotas, los miembros esparcidos.
Sobrevivimos, de alguna manera. Pero las cicatrices permanecen. Y ahora, no esperamos en paz, sino con una esperanza frágil.»
Rama Hussain AbuAmra

Dalal Sabbah, 20 años, estudiante de traducción inglesa de Rafah
«Durante los últimos dos años, he asumido el desafío de documentar la vida en Gaza, asegurando que nuestras historias lleguen al mundo más allá de los escombros y del silencio. Cada día ha sido una prueba de resistencia, pero me mantuve firme, porque estas historias merecen ser contadas.
A pesar de los desplazamientos repetidos, el agotamiento, el miedo constante y la cercanía de la muerte; a pesar de haber perdido a muchos miembros de mi familia, tuve que seguir escribiendo para registrar estos momentos y honrar la memoria de quienes hemos perdido. Escribir se convirtió en algo más que una profesión; se transformó en un grito silencioso del corazón hacia el mundo, un testimonio de vidas que desafían la muerte cada día y una prueba de que nuestras voces no desaparecerán entre el humo y los escombros.
Incluso cuando la desesperación me oprime, sigo adelante. Escribo, hablo, doy testimonio, porque es mi deber hacia mi pueblo, hacia mi patria, hacia Palestina.
Y pase lo que pase, Palestina es libre, desde el río hasta el mar.»
Dalal Sabbah


Jaled Al-Qershali, 22 años, periodista independiente de Al-Nasser


«Aunque el genocidio de la ocupación israelí ha terminado y he sobrevivido, nada de lo que me fue arrebatado volverá jamás. He perdido a dos amigos muy queridos, Mohammed Hamo y Abdullah Al-Khaldi, junto con mi casa y la vida que conocía antes del 7 de octubre de 2023.
Desde ese día, la vida tal como la conocía fue destruida. Los últimos dos años han estado marcados por el desplazamiento, el hambre, el miedo y la pérdida constante.
Espero que el alto el fuego se mantenga, pero me cuesta creerlo. Durante el último alto el fuego, en enero, mi abuelo y mis tíos regresaron a Gaza para reconstruir sus vidas desde las ruinas. Pero era una trampa: el genocidio se reanudó y todo lo que habían reconstruido desapareció.»
Khaled Al-Qershali

Jaydaa Kamal, 23 años, periodista y traductora de Jan Yunis
«Cada historia que escribo se siente como una batalla por la supervivencia. He escrito desde las ruinas, desde las tiendas, desde lugares donde la electricidad y el internet son milagros. A veces caminaba durante horas bajo el sol abrasador porque el transporte era demasiado caro, y porque el silencio no era una opción.
Mi computadora portátil lleva el polvo de mi casa destruida. La saqué de entre los escombros después de un bombardeo, la limpié con manos temblorosas y la devolví a la vida. Se ha congelado, se ha apagado, me ha fallado muchas veces, y aun así sigue sobreviviendo, igual que yo.
He escrito a través del hambre, el agotamiento y el miedo, documentando lo que significa vivir y trabajar bajo bombardeos constantes. Hubo momentos en que escapé de la muerte por cuestión de minutos.
Pero sigo escribiendo, porque si dejo de hacerlo, ellos ganarán — no solo matándonos, sino borrando nuestras historias.»
Jaydaa Kamal

26/10/2025

Ya no es posible ser palestino en Cisjordania

Gideon Levy, Haaretz, 26/10/2025

Traducido por Tlaxcala

Mientras Trump promete a los países árabes que la anexión israelí “no ocurrirá”, da la espalda a la destrucción, al despojo, a la pobreza, a la violencia de los colonos y a los abusos militares en Cisjordania, permitiendo que el tormento continúe: no hay alto el fuego.

Palestinos junto a una carretera destruida tras una operación militar israelí en la ciudad cisjordana de Tubas, la semana pasada.
Foto Majdi Mohammed / AP

En Cisjordania, nadie ha oído hablar del alto el fuego en Gaza: ni el ejército, ni los colonos, ni la Administración Civil, y, por supuesto, tampoco los tres millones de palestinos que viven bajo su tiranía. No sienten en absoluto el fin de la guerra.

De Yenín a Hebrón, no hay ningún alto el fuego a la vista. Desde hace dos años reina en Cisjordania un régimen de terror, bajo la cobertura de la guerra en la Franja, que sirve como pretexto dudoso y cortina de humo, y no hay señales de que vaya a terminar.

Todos los decretos draconianos impuestos a los palestinos el 7 de octubre siguen vigentes; algunos incluso se han endurecido. La violencia de los colonos continúa, al igual que la implicación del ejército y la policía en los disturbios. En Gaza muere y se desplaza menos gente, pero en Cisjordania todo sigue como si no existiera ningún alto el fuego.

La administración Trump, tan activa y resuelta en Gaza, cierra los ojos ante Cisjordania y se miente a sí misma sobre la situación allí. Bloquear la anexión le basta. “No sucederá porque di mi palabra a los países árabes”, declaró el presidente Donald Trump la semana pasada, mientras a sus espaldas Israel hace todo lo posible en Cisjordania para destruir, despojar, maltratar y evitar cualquier posibilidad de vida.


Colonos israelíes lanzan piedras hacia aldeanos palestinos durante un ataque al pueblo cisjordano de Turmus Ayya, en junio.
Foto Ilia Yefimovich / dpa

A veces parece que el jefe del Mando Central del ejército israelí, Avi Bluth, fiel y obediente a su superior —el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, también ministro en el Ministerio de Defensa—, está llevando a cabo un experimento humano, junto con los colonos y la policía: veamos cuánto podemos atormentarlos antes de que estallen.

La esperanza de que su ansia de abuso se apaciguara junto con los combates en Gaza se desvaneció. La guerra en la Franja no era más que una excusa. Cuando los medios evitan Cisjordania y la mayoría de los israelíes —y de los usamericanos— no se preocupan realmente por lo que ocurre allí, el tormento puede continuar.

El 7 de octubre fue, en efecto, una oportunidad histórica para que los colonos y sus colaboradores hicieran lo que no se habían atrevido a hacer durante años.


La familia Zaer Al Amour, en las colinas del sur de Hebrón —una región a menudo sometida a la violencia de colonos y militares—, monta guardia por turnos desde el atardecer hasta la mañana para proteger sus tierras.
Foto Wisam Hashlamoun / Anadolu vía AFP

Ya no es posible ser palestino en Cisjordania. No ha sido destruida como Gaza, no han muerto decenas de miles de personas, pero la vida allí se ha vuelto imposible. Es difícil imaginar que el férreo control de Israel pueda durar mucho más sin una explosión de violencia —justificada, esta vez.

Entre 150 000 y 200 000 palestinos de Cisjordania que trabajaban en Israel están desempleados desde hace dos años. Dos años sin un solo séquel de ingresos. Los salarios de decenas de miles de empleados de la Autoridad Palestina también se redujeron drásticamente debido a la retención por parte de Israel de los impuestos que recauda para dicha Autoridad.

La pobreza y la miseria están por todas partes. También los bloqueos y los puestos de control; nunca ha habido tantos, y durante un período tan prolongado. Ahora son cientos.

Cada asentamiento tiene puertas de hierro cerradas, o que se abren y cierran por turnos. Es imposible saber qué está abierto y qué no —y, más importante aún, cuándo. Todo es arbitrario. Todo ocurre por la presión de los colonos, que han convertido al ejército israelí en su siervo sumiso. Así es cuando Smotrich es el ministro de Cisjordania.


Una casa incendiada durante los disturbios de 2023 en la aldea de Huwara. Smotrich ya hablaba en 2021 de un “Plan decisivo”.
Foto Amir Levi

Aproximadamente 120 nuevos puestos avanzados de colonización, casi todos violentos, se han establecido desde el maldito 7 de octubre, abarcando decenas de miles de hectáreas, todos con el apoyo del Estado. No pasa una semana sin nuevos puestos avanzados; también es inédita la magnitud de la limpieza étnica que buscan: Hagar Shezaf informó el viernes que, durante la guerra de Gaza, los habitantes de 80 aldeas palestinas de Cisjordania huyeron por miedo a los colonos que se habían apoderado de sus tierras.

El rostro de Cisjordania cambia a diario. Lo veo con mis propios ojos asombrados. Trump puede presumir de haber detenido la anexión, pero la anexión está más arraigada que nunca.

Desde el centro de mando que el ejército usamericano estableció en Kiryat Gat se puede quizá ver Gaza, pero no se ve Kiryat Arba, la colonia cercana a Hebrón.

Cisjordania clama por una intervención internacional urgente, tanto como la Franja de Gaza. Soldados —usamericanos, europeos, emiratíes o incluso turcos—: alguien debe proteger a sus indefensos habitantes. Alguien debe rescatarlos de las garras del ejército israelí y de los colonos.

Imagina a un soldado extranjero en un puesto de control deteniendo a los matones colonos en su camino hacia un pogromo. Un sueño.