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23/09/2025

JOSHUA LEIFER
La visión de Netanyahu para el futuro de Israel no es Esparta, es algo peor

Como primer ministro, Benjamin Netanyahu siempre soñó con un Israel libre de las restricciones y condiciones impuestas por USA.

Joshua Leifer, Haaretz, 21-9-2025
Traducido por Tlaxcala

Joshua Leifer (New Jersey, 1994) es periodista e historiador. Es columnista de Haaretz. Sus ensayos y reportajes también han aparecido en The New York Times, The New York Review of Books, The Guardian y otros. Su primer libro, Tablets Shattered: The End of an American Jewish Century and the Future of Jewish Life (2024), obtuvo un National Jewish Book Award. Actualmente es candidato a doctorado en historia en la Universidad de Yale, donde su investigación se sitúa en la intersección de la historia intelectual moderna, la política judía contemporánea, la política exterior de USA y la memoria del Holocausto. Su tesis examina la política del antisemitismo y la crisis del orden liberal.

La noche en que las fuerzas terrestres israelíes comenzaron su invasión de la ciudad de Gaza, el primer ministro Benjamín Netanyahu pronunció un discurso en el Ministerio de Finanzas en el que expuso su oscura visión para el futuro del país como un Estado rebelde y aislado. Ante el aumento de las sanciones internacionales –al día siguiente, la Unión Europea anunció la suspensión de componentes clave de su acuerdo comercial con Israel–, Israel debería convertirse en una «Súper Esparta», declaró.


Exconsultor de gestión que ayudó a liderar la revolución del libre mercado en Israel, Netanyahu explicó que la economía del país tendría que adoptar «marcadores de autarquía» y salir «muy rápido» del Consenso de Washington que regía los asuntos económicos globales. En otras palabras, dirigirse hacia el modelo de Moscú y Pyongyang.

Sin embargo, el discurso de Netanyahu bosquejó no solo una nueva visión para Israel, sino también un retrato del nuevo orden mundial emergente y del lugar de Israel en él. «El mundo se ha dividido en dos bloques», dijo. «Y no somos parte de ninguno».

Esa noche en el escenario, Netanyahu casi parecía alentado por la posibilidad de que tal supuesto no alineamiento otorgara a Israel un margen aún mayor para maniobrar en su asalto a Gaza. Pero el aislamiento a largo plazo es mucho más probable que amenace a Israel que que lo asegure. Todo estadista israelí lo había entendido –al menos hasta ahora.

Enemigo de los valores de Europa

Desde su primera campaña para primer ministro, Netanyahu soñó con sacudirse las condiciones y restricciones impuestas a Israel por USA, por mínimas que fueran. En un memorando de 1996 titulado A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm, un grupo de operativos neoconservadores y asesores de Netanyahu pedían que Israel forjara una nueva relación con América «basada en la autosuficiencia». Si Israel ya no necesitaba tanta ayuda estadounidense, razonaban, Washington tendría menos palancas para obligar a Israel a hacer concesiones a los palestinos.

Aun así, Netanyahu siempre imaginó a Israel como parte del bloque occidental liderado por USA. En su libro de 1998, A Place Among the Nations, argumentaba que, con el fin de la Guerra Fría, Israel debía actuar como el perro guardián del nuevo mundo unipolar, el policía de Occidente en Oriente Medio. «Sin nadie en la región que controle continuamente sus ambiciones o sus planes obsesivos de armamento», escribió sobre los «regímenes militantes» de Oriente Medio, el papel de Israel era ahora «salvaguardar el interés más amplio de la paz». Implícitamente, y a veces explícitamente, tanto líderes usamericanos como europeos aceptaron ese papel para Israel y lo respaldaron.

La destrucción de la Franja de Gaza por parte de Israel –y la prolongada crisis regional que desencadenó– ha cambiado todo eso.

Tras meses de inacción, mientras las fuerzas israelíes hacían inhabitable Gaza, los estados europeos han comenzado a imponer consecuencias a Israel. Los líderes europeos también están repensando cómo será su relación con Israel en el futuro. Y eso no se debe únicamente, ni principalmente, a que las protestas contra la guerra israelí hayan convertido la destrucción de Gaza en un problema político doméstico explosivo en las capitales europeas. Más bien, se debe a que el Israel de Netanyahu se ha declarado enemigo de los valores de los que la nueva Europa se enorgullece: paz, democracia y derechos humanos.

En USA, Israel no solo ha perdido a la izquierda –eso es historia vieja– sino que también ha comenzado a perder a la derecha. En redes sociales, cuentas e influenciadores de derecha que forman parte del mundo MAGA difunden teorías conspirativas antisemitas extravagantes sobre temas que van desde los antibióticos hasta el asesinato del influenciador conservador Charlie Kirk. El ex presentador de Fox, Tucker Carlson, ha ganado nueva popularidad sintetizando el creciente sentimiento antiisraelí en su nacionalismo «America First». La nueva derecha usamericana no derrama lágrimas por los musulmanes muertos, pero se deleita con la nueva imagen de Israel como una fuerza demoníaca y siniestra.

En 2021, Ron Dermer, entonces ex embajador de Israel en USA provocó indignación cuando sugirió que Israel debía priorizar el apoyo de los cristianos usamericanos sobre los judíos usamericanos. En sus propios términos –asegurar respaldo para las guerras de Israel– esta estrategia ha fracasado manifiestamente. A diferencia de los evangélicos mayores, en su mayoría fervientes partidarios de Israel, los jóvenes cristianos usamericanos ya han comenzado a dar la espalda. O como dijo recientemente Megyn Kelly, la ex presentadora conservadora de Fox, a Carlson: «Todos los menores de 30 años odian a Israel.»

Ruptura con la política exterior sionista

La demolición intencional del consenso bipartidista en USA por parte de Netanyahu y su séquito siempre fue una apuesta arrogante. Como una granada mal cronometrada, les ha explotado en la cara. Aunque no se equivocaban al ver que la derecha usamericana estaba en ascenso, la Oficina del Primer Ministro no entendió que esta nueva derecha extraía su fuerza de la promesa del aislamiento, alimentada por la ira hacia el paradigma intervencionista que representaban los aliados más cercanos de Israel en Washington. Formados en el apogeo del neoconservadurismo, estos hombres pensaban poco en la perspectiva de un mundo posyanquí.

Frente a la creciente condena y a las inminentes sanciones internacionales, Netanyahu se ha negado a detener la ofensiva de Israel. Ahora, para mantener la guerra –ya sea por una estrecha supervivencia política, un mesianismo megalomaníaco o una combinación de ambos– propone nada menos que una ruptura total con el principio más fundamental de la política exterior sionista.

Desde sus primeros años, cuando Theodor Herzl buscó una audiencia con el sultán otomano, el sionismo trabajó y dependió del apoyo de las grandes potencias. No tuvo éxito por intervención divina ni por el despliegue de un plan providencial, sino porque los primeros estadistas sionistas buscaron tales alianzas. Entendieron que, para los judíos, como para otras naciones pequeñas, el aislamiento era una trampa mortal. A lo largo del último siglo, viejos imperios cayeron, nuevas potencias los reemplazaron, pero el principio siguió siendo el mismo.

Tras la fundación de Israel, sus primeros líderes se preocuparon enormemente de que, sin alianzas con potencias regionales y globales más fuertes, el proyecto sionista fracasara. En 1949, Moshe Sharrett, entonces ministro de Exteriores de Israel, lamentaba: «Vivimos en un estado de aislamiento malvado en Oriente Medio». David Ben-Gurión soñaba con un acuerdo de defensa mutua con USA. Con el tiempo, Israel logró obtener el respaldo usamericano; se podría decir que esta es una de las razones por las que ha sobrevivido.

Quizás, entonces, uno de los aspectos más incoherentes, incluso delirantes, de la visión de Netanyahu es que ha declarado la supuesta no pertenencia de Israel a ningún bloque global en el mismo momento en que Israel aparece como el caprichoso agente de USA. Los últimos dos años han demostrado la total dependencia de Israel respecto a USA en todo, desde municiones hasta el intercambio de inteligencia. La guerra de 12 días contra Irán reveló a Israel como una especie de estado vasallo, suplicando ayuda al señor feudal.

Hay, sin embargo, una cosa en la que Netanyahu acertó en su reciente discurso. El orden unipolar posterior a 1989 ha terminado. El viraje hacia el siglo posyanqui también ha amenazado con derrumbar el sistema de normas e instituciones internacionales que tomó forma bajo la hegemonía hemisférica, y luego global, de USA. Israel debe su prosperidad actual, si no su existencia misma, a ese sistema.

Y, sin embargo, a lo largo de los últimos dos años de dura guerra, los líderes israelíes, Netanyahu a la cabeza, han parecido querer derribar ese sistema. Las acciones de Israel en Gaza han empañado gravemente su legitimidad. A largo plazo, sin embargo, Israel estará condenado sin él.

En su discurso de esta semana, Netanyahu recurrió a la tradición griega, pero quizá la referencia más adecuada provenga de la Biblia hebrea. Lo que Netanyahu propuso no es Esparta, sino Sansón.

 

Muerte de Sansón, por Gustave Doré, 1866

18/09/2025

ZVI BAR’EL
La supervivencia de una Esparta israelí depende de un estado permanente de guerra

Zvi Bar'el , Haaretz, 16-9-2025
Traducido por Tlaxcala


La conquista de la ciudad de Gaza se supone que debe proporcionar al Estado de Israel la imagen de la victoria total. Porque no es Irán, ni Siria, ni Líbano y ciertamente tampoco los hutíes en Yemen quienes son el enemigo definitivo que Benjamín Netanyahu no ha logrado derrotar, sino el propio Hamás, la organización que él cultivó durante años como un activo estratégico e ideológico. Hamás debía ser la bomba al borde del camino que borraría la caracterización de la Organización para la Liberación de Palestina y de la Autoridad Palestina como los únicos representantes del pueblo palestino y, de este modo, impedir el reconocimiento internacional de un Estado palestino.


Una protesta exigiendo la liberación inmediata de los rehenes israelíes, cerca de la residencia del primer ministro Benjamín Netanyahu en Jerusalén, el martes 16 de septiembre de 2025.  Foto Ammar Awad/REUTERS

Fue una asociación maravillosa que duró muchos años, que confirió al Hamás un miniestado en Gaza y que entregó a Netanyahu la realización del sueño de una Gran Tierra de Israel. Hasta que Hamás traicionó a su socio y no cumplió su propósito.

Supuestamente Hamás puso fin a su papel de apoderado de Netanyahu y ahora debe ser borrado como castigo por haber frustrado la estrategia mesiánica que combatía la solución de dos Estados. Pero tomar el control de la ciudad de Gaza no es solo otra historia de venganza. Israel ya ha cobrado con creces su venganza por la masacre que, debido al completo abandono de Netanyahu, Hamás cometió el 7 de octubre de 2023. Los palestinos han pagado treinta veces o más por cada israelí asesinado, y por cada casa incendiada en el kibutz Nir Oz o en Sderot, barrios enteros y ciudades han sido arrasados. La muerte de otros 10.000 o 20.000 palestinos en la actual ola de destrucción no añadirá dulzura alguna a la venganza.

Esa venganza ha sido reemplazada por la necesidad de permanecer en el poder, aunque ello signifique la destrucción de la patria, que será sustituida por un Estado formado por todas sus colonias: en Gaza, Cisjordania, el sur del Líbano y el oeste de Siria.

Esa destrucción no solo se manifiesta en los campos de exterminio de Gaza, que han anulado todo valor humano y moral, que han llevado el poder del ejército israelí al límite, que imponen y seguirán imponiendo una carga económica insoportable y que han convertido a Israel en un Estado paria. El arquitecto de esta destrucción nacional tuvo el descaro de definirla claramente cuando comparó a Israel con Esparta. Esparta no es solo un símbolo de poderío militar, supervivencia y valor. Fue un modelo considerado digno de imitación por Adolf Hitler y Benito Mussolini.

En el libro clandestino que Hitler escribió en 1928, y que recibió el título de El segundo libro de Hitler, publicado únicamente después de la Segunda Guerra Mundial, escribió: «El dominio de seis mil espartanos sobre 350.000 ilotas solo fue posible gracias a su superioridad racial... Ellos crearon el primer Estado de la raza».

Esa Esparta, que fue destruida y solo dejó tras de sí un legado simbólico, ha vuelto ahora a la vida en Israel. Si hasta ahora identificábamos el inicio de procesos que estaban transformando a Israel en un Estado fascista basado en la superioridad racial, la guerra en Gaza terminará el trabajo. Ya ha cosechado logros ideológicos impresionantes.

Ha socavado la mayoría de los sistemas que defendían la democracia israelí. Ha convertido al sistema judicial en un felpudo intimidado y ha reclutado al sistema educativo para impartir adoctrinamiento nacional-religioso. Dicta la narrativa ideológica «correcta» a los medios, al cine y al teatro, y ha etiquetado de traidor a todo aquel que no homenajea al gobernante. También ha convertido la esperanza de reemplazar al gobierno mediante elecciones en una perspectiva incierta.

Y a diferencia de los regímenes dictatoriales «tradicionales» que persiguen y reprimen a sus rivales políticos, el gobierno israelí puede incluso utilizar a la oposición como un adorno del que presumir para mantener su imagen de administración democrática que representa «la voluntad del pueblo».

El problema es que cuando una banda se apodera de un país, no es como una operación militar que termina con la derrota del enemigo. Apuntalar el régimen requiere una lucha incesante contra rivales internos potenciales y, lo más importante, requiere una legitimación pública constante. Ahí entra en juego la nueva misión que involucra a Gaza y a Hamás. Porque la supervivencia de la Esparta israelí depende de un estado permanente de guerra.

La buena noticia es que, incluso si el último miembro de Hamás es asesinado, seguirán existiendo más de 2 millones de gazatíes que se encargarán de que la conquista de Gaza sea solo un anticipo de la guerra eterna que perpetuará la sumisión y obediencia del público israelí al régimen de bandas que lo controla.

16/09/2025

AMEER MAKHOUL
Netanyahu, el discurso “espartano” y la guerra de civilizaciones

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 15/9/2025
Traducido por Tlaxcala

 


En su discurso del 15 de septiembre en el Departamento de Contadores Generales del Ministerio de Finanzas de Israel, Netanyahu expuso los rasgos del futuro y una dimensión fundamental de su visión y de sus políticas, basadas en la permanencia de la guerra, afirmando: «Los peligros no desaparecen, solo cambian». Netanyahu subrayó la nueva orientación de contrarrestar el aislamiento internacional mediante una producción militar autosuficiente.

No está claro si el discurso de Netanyahu, que coincidió con la cumbre árabe-islámica en Doha y la visita del secretario de Estado de USA, estaba relacionado con estos dos eventos en cuanto a su calendario.

Análisis

Netanyahu reconoce abiertamente el aislamiento en el cual se encuentra Israel, mientras que su conclusión es profundizar aún más en políticas que equivalen a una apuesta total y a una guerra perpetua hasta la “victoria decisiva”. Parece convencido de que Israel es capaz de lograrlo, respaldado por las declaraciones de Marco Rubio, quien ha adoptado la postura y la narrativa de Israel. En la práctica, Netanyahu rechaza cualquier mano árabe tendida hacia el entendimiento o la paz, sea cual sea su forma o sustancia.

Más peligrosa aún es la afirmación de Netanyahu, en el contexto de los logros de Israel en la guerra contra Irán, de que existen nuevas amenazas para Israel. Añadió: «Incluso cuando una fuerza es eliminada, otras fuerzas emergen... No las nombraré.» Continuó, dirigiéndose a altos funcionarios del Ministerio de Finanzas: «Piensen entre ustedes en los peligros. Los peligros no desaparecen, solo cambian.» Netanyahu insinúa implícitamente tanto a Egipto como a Turquía, además de justificar un ataque contra Catar.

El tema de la fabricación militar independiente surgió durante la presidencia de Biden, cuando él prohibió el suministro de bombas masivas a Israel antes de su ocupación y destrucción total de Rafah. La consideración de Biden era que el ejército israelí las usaría contra civiles, mientras que USA proporcionaba a Israel bombas y equipos aún más letales para la guerra contra Hezbolá e Irán. Trump ha levantado desde entonces la prohibición de Biden.

Alemania siguió esta línea, deteniendo la exportación de ciertas armas de destrucción masiva y municiones que podrían usarse contra civiles en la «Operación Carros de Gedeón 2», según la posición alemana. El Reino Unido y Francia tomaron medidas similares, mientras que España fue más allá al prohibir el uso de sus puertos para transferir armas usamericanas a Israel, seguida después por Italia.

La guerra de civilizaciones y el “Gran Israel”

Netanyahu atribuye el aislamiento de Israel a dos razones principales: la primera es “la migración ilimitada de minorías musulmanas a los países de Europa occidental. Aún no son mayoría, pero son una minoría influyente, ruidosa y efectiva, lo que disuade a los gobiernos. Estos asuntos influyen en los líderes, y ellos no lo niegan en conversaciones privadas”.

El Israel oficial y su maquinaria mediática respondieron de forma ostentosa a las recientes manifestaciones racistas en Gran Bretaña contra la inmigración, expresándoles su apoyo. También buscaron agitar el discurso populista europeo contra los migrantes, presentándolos como antisemitas, anti-civilización occidental y manipuladores de las posiciones europeas. Esta retórica recuerda al discurso de odio dirigido en su momento contra los judíos europeos durante el auge del antisemitismo.

Netanyahu y su gobierno ven la visita de Rubio, secretario de Estado usamericano cuyas posiciones ideológicas se alinean con las de Trump contra la inmigración (a la que llama “una amenaza para la seguridad nacional”), como una oportunidad para instar a ambos a librarse del “peligro” expulsando por la fuerza a los migrantes. Para Netanyahu, la cuestión de deportar migrantes se alinea lógicamente con sus intenciones de desplazar a la población de Gaza e incluso de Cisjordania.

El segundo mensaje, dirigido principalmente a Trump y a su administración, fue la afirmación de Netanyahu: “Países como Catar y China influyen en la opinión pública mediante enormes inversiones en campañas en redes sociales. Esto cambia la posición internacional de Israel. Tendremos que invertir sumas enormes en ello”. Este mensaje también iba dirigido al Ministerio de Finanzas para asignar presupuestos a tal efecto.

En su discurso, Netanyahu pasa efectivamente de la doctrina del mercado libre abierto global y nacional a la doctrina de una economía cerrada basada en la autosuficiencia y el aislamiento defensivo. Esto no es un fin en sí mismo, sino parte de una visión que acepta las guerras perpetuas como realidad. Declaró: “Al menos en los próximos años, tendremos que defendernos y saber cómo golpear al enemigo”. Añadió que Israel debe ser gestionado como “Esparta”, que libró muchas guerras contra Atenas: “Tendremos que desarrollar industrias armamentísticas aquí. Seremos tanto Atenas como una gran Esparta. No tenemos otra opción”.

Conclusión

Netanyahu reconoce que el aislamiento internacional actual de Israel no es temporal o pasajero, sino constante y sostenible, mientras apuesta por los valores de Trump y por los populistas europeos.

Si permanece en el poder, el enfoque de Netanyahu para enfrentar el aislamiento internacional es atrincherarse en intenciones de guerra permanente, confiando únicamente en soluciones militares sin ninguna vía política. No le interesa la normalización ni siquiera los Acuerdos de Abraham.

Amenaza implícitamente tanto a Egipto como a Turquía, señalando que la operación militar israelí en Doha no es el final del camino.

Desafía a los países exportadores de armas insistiendo en la producción independiente del arsenal militar de Israel, lo que requeriría presupuestos sin precedentes y posiblemente indisponibles, incluso con grandes cambios en la economía.

Netanyahu se alinea casi completamente con la agenda y la administración de Trump en su hostilidad hacia los inmigrantes, el Islam y China, abrazando la xenofobia y una teoría de “choque de civilizaciones” sostenido. Se posiciona dentro de las fuerzas populistas europeas —incluso aquellas que son antisemitas— mientras su retórica sea antinmigrante, buscando provocar enfrentamientos internos en Europa con los movimientos propalestinas.

Al explotar la cuestión de los inmigrantes palestinos y árabe-islámicos en Europa y al exigir grandes presupuestos para la propaganda destinada a promover la narrativa israelí, Netanyahu busca abrir un frente directo contra los movimientos de solidaridad con Palestina, demonizándolos con retórica racista como producto de la inmigración y como una amenaza a la postura “blanca europea” según el discurso colonial.

En paralelo con el movimiento aislacionista MAGA (“Make America Great Again”), Netanyahu promueve su doctrina aislacionista “espartana”, que podría resumirse como MIGA – “Make Israel Great Again”.

Estos cambios ideológicos en la retórica de Netanyahu confirman que las transformaciones en las posiciones internacionales a favor de los derechos palestinos aíslan cada vez más a Israel. Sin embargo, las conclusiones de Netanyahu solo profundizarán y empeorarán este aislamiento, demostrando que no se trata de una fase pasajera.

05/09/2025

LYNA AL TABAL
Le dernier des rois : Netanyahou, prisonnier de l’illusion d’immortalité et creuseur de sa propre tombe

Lyna Al Tabal, Rai Al Youm, 2/9/2025
Original: نتنياهو آخر الملوك: أسير وهم الخلود.. وصانع مقبرته بيديه

Traduit par Tlaxcala

Depuis les légendes des rois engloutis par l’arrogance — Gilgamesh, qui chercha l’immortalité, et Néron, qui joua avec le feu —, chaque époque voit naître un roi qui se croit au-dessus des hommes.  

En Israël, son nom est Benjamin Netanyahou alias “Bibi, roi d’Israël”, qui croit vraiment être un roi biblique arrivé par erreur au XXIᵉ siècle. Un roi qui possède toutes les formes de guerre.

Emad Hajjaj


Et lorsque les soldats s’effondrent aux frontières de Gaza, ou que les civils tombent à Beyrouth, le roi sourit et dit à ses sujets que ce sang est le prix de la sécurité. Il leur rappelle qu’il est indispensable et que lui seul détient la clé du salut.

C’est le dernier roi d’Israël, un roi de papier, qui gouverne un royaume qui se désagrège de l’intérieur et a bâti sa gloire sur les ruines de la paix.

Sa politique ressemble à une malédiction ancienne : chaque fois qu’il s’approche d’une trêve, il déclenche une nouvelle guerre. Pour lui, la paix, c’est la perpétuation de la guerre perpétuelle.

Un roi sans sagesse : voilà comment Ibn Khaldoun l’aurait décrit sur lui ; car lorsqu’un roi est dépourvu de raison et de discernement, il devient un malheur pour lui-même et pour son peuple.

C’est une copie de Trump, dans son obsession de tout ce qui est “tendance”. Tous deux sont prisonniers de l’illusion d’immortalité à travers les gros titres et les trophées creux. Ils vivent dans une ère numérique où ils croient que l’histoire est une application que l’on peut programmer, ou un algorithme que l’on peut tromper

Mais l’histoire enregistre tout. Elle ne répond pas aux désirs des rois ni aux rêves des narcissiques. C’est un juge silencieux. Elle écrira certainement sur eux et consignera leur chute retentissante.

Dans la nuit de Gaza, Netanyahou tisse les fils de sa nouvelle invasion. Les précédentes ne lui ont pas suffi. Il veut anéantir les édifices, arracher les êtres humains, pour qu’ils deviennent des spectres errants dans l’exil. Il appelle ça “un départ volontaire”, mais le droit international l’appelle par son vrai nom : déplacement forcé, crime de guerre, crime contre l’humanité (selon les Conventions de Genève de 1949 et le Statut de Rome de 1998).

Mais n’a-t-il rien appris des généraux du vide et de la bêtise ? 
Qu’il invoque donc l’esprit de Golda Meir : elle lui dira que le vide n’engloutit pas Gaza. Elle lui rira au visage et dira : “Bravo, Bibi ! Tu nous as ramené la même vieille stupidité. Ne sais-tu pas que ce vide engendrera des générations plus fortes ? Ne sais-tu pas que chaque mur que tu détruis à Gaza deviendra une pierre tombale pour toi et ton royaume de papier ?”

Rêves-tu encore au “Grand Israël”, Bibi ? C’est un royaume de cendres, qui grandit par le sang et s’effrite par le sang.

Regarde la rue israélienne bouillir… Les manifestations remplissent les places, les pancartes crient : “Assez, fini de jouer, Bibi !” La guerre dont tu avais promis la victoire à ton peuple est devenue un cauchemar qui engloutit tes soldats et laisse les familles dans un deuil perpétuel.

Pas d’occupation de Gaza, pas d’illusions de royaume biblique. Comprends donc que “ le jeu est fini”. N’as-tu pas réalisé que Gaza n’est pas un petit camp que tes chars peuvent occuper ? N’as-tu pas compris que Gaza est une bête qui respire sous les décombres ? Ta seule issue maintenant est de reconnaître la réalité et de te hâter d’ouvrir la porte. Accepte l’accord maintenant, un accord qui te permette de libérer les prisonniers et un retrait qui sauve ce qui reste de l’image de ton armée ensablée.

Cette guerre doit se terminer immédiatement. Aucun trône ne peut se maintenir sur le sang, aucune armée n’échappe à la malédiction des enfants affamés ou enterrés sous les ruines. Ta seule issue est un échange de prisonniers et un retrait.

Netanyahou, roi biblique obsédé par l’immortalité et non par ses soldats, préfère laisser les prisonniers de son pays fondre dans l’obscurité des tunnels de Gaza plutôt que d’affronter l’instant de vérité. Il les jette dans le brasier de la politique pour gagner un jour de plus sur son trône.

Ici, au Liban, personne ne parle non plus des prisonniers. Regardez le Liban : ici, il n’y a pas un seul roi, mais une horde de petits rois. Des amateurs de pouvoir qui ne maîtrisent même pas les rituels du règne, mais excellent dans le silence comme pratique quotidienne… 19 prisonniers libanais croupissent dans les prisons israéliennes et personne ne mentionne leurs noms. Silence radio. Le président est occupé à couper les rubans des festivals, le Premier ministre à se faire photographier avec Amr Diab, et les ministres rivalisent à la télévision. Silence encore.

Voulez-vous savoir à quel point Netanyahou est chanceux ? La “yérida”, l’’émigration hors d’Israël des intellectuels de gauche et des libéraux est le “gros lot” qu’il a décroché… Ces gens ne sont pas partis par amour pour Gaza ni pour la défendre ; ils sont partis parce qu’ils ne pouvaient plus supporter la politique du roi… Les “gêneurs”, comme il les appelait, sont enfin partis…

Maintenant, le pays ne reste plus que pour lui et sa clique rabbinique : le blond Smotrich et le bouffon Ben Gvir. Un duo de comédie noire qui accompagnera son roi dans son ultime voyage vers La Haye.

Ceci n’est pas un article sur Netanyahou tel qu’il se présente, roi de l’histoire, mais un article sur le cauchemar du roi : le jour où l’accord sera conclu.  Quand les visages reviendront des cellules de l’ombre : Marwan Barghouti, le bras levé en signe de victoire ; Ahmad Saadat, avec son keffieh rouge, et Abdallah Barghouti, au regard ferme.

Ces images à elles seules démantèleront tout un récit, feront revenir l’histoire pour croiser passé et présent, et témoigneront de l’effondrement du pouvoir royal. Cela, Netanyahou le sait… parfaitement. 
Il sait qu’une seule photo d’un prisonnier libéré est plus puissante que tous ses chars et son arsenal, et que le sourire de Marwan Barghouti pourrait renverser son trône qui a coûté des décennies de sang.

En fin de compte, Netanyahou ne négocie pas pour ses prisonniers ni pour l’avenir de Gaza. Il négocie seulement pour la durée de son règne et pour sa puissance.  Cette puissance qu’il vénère le broiera à la fin.

La fin de Netanyahou ne viendra pas de ses ennemis. Il tombera par la main d’un appareil de pouvoir stupide qu’il a lui-même dessiné. Du chaos qu’il a bâti comme instrument de domination et qui est devenu une machine de chute.

Le destin de Netanyahou a déjà commencé depuis longtemps, il marche vers lui comme un roi aveugle. 
C’est un roi sans sagesse, ignorant que l’immortalité qu’il poursuit est son nom gravé sur le mur de l’effondrement final.

LYNA AL TABAL
El último de los reyes: Netanyahu , prisionero de la ilusión de la inmortalidad y cavador de su propia tumba

Desde las leyendas de los reyes devorados por la arrogancia — Gilgamesh, que buscó la inmortalidad, y Nerón, que jugó con fuego — en cada época nace un rey que se cree por encima de los hombres. 
En Israel, su nombre es Benjamín Netanyahu, “Bibi, rey de Israel”… Netanyahu cree realmente que es un rey bíblico que llegó por error al siglo XXI… Un rey que posee todas las formas de guerra.

 Emad Hajjaj

Y cuando los soldados caen en las fronteras de Gaza, o los civiles en Beirut, el rey sonríe… y les dice a sus súbditos que esa sangre es el precio de la seguridad. Les recuerda que es indispensable, que solo él tiene la llave de la salvación.

Es el último de los reyes de Israel, un rey de papel, que gobierna un reino que se desmorona desde dentro. 

Netanyahu construyó su gloria sobre las ruinas de la paz…

Su política se asemeja a una antigua maldición: cada vez que se acerca a una tregua, estalla una nueva guerra… Para él, la paz es la guerra perpetua…

Un rey sin sabiduría — así lo habría descrito Ibn Jaldún; porque cuando un rey carece de razón y discernimiento, se convierte en una desgracia para sí mismo y para su pueblo.
Que invoque entonces el espíritu de Golda Meir: ella le dirá que el vacío no devora Gaza. Se reirá en su cara y dirá: “¡Bien hecho, Bibi! Nos trajiste la misma estupidez de siempre. ¿No sabes que ese vacío engendrará generaciones más fuertes? ¿No sabes que cada muro que destruyes en Gaza se convertirá en una lápida para ti y para tu reino de papel?”
¿Todavía sueñas con el Gran Israel, Bibi? Es un reino de cenizas, que crece con sangre y se apaga también con sangre.
Esta guerra debe terminar de inmediato. Ningún trono se mantiene sobre la sangre, ningún ejército escapa a la maldición de los niños hambrientos o enterrados bajo los escombros. Tu única salida es un intercambio de prisioneros y una retirada.
Aquí tampoco, en el Líbano, nadie habla de los prisioneros… Miren al Líbano: aquí no hay un solo rey, sino una manada de reyezuelos. Aficionados al poder que ni siquiera dominan los rituales del gobierno, y que solo practican el silencio como costumbre diaria… 19 prisioneros libaneses están en cárceles israelíes, y nadie menciona sus nombres. Silencio… El presidente ocupado cortando cintas en festivales, el primer ministro tomándose fotos con Amr Diab, y los ministros compitiendo en la televisión… Silencio con todo.
Sabe que una sola foto de un prisionero liberado es más poderosa que todos sus tanques y su arsenal, y que la sonrisa de Maruan Barghuti podría derribar su trono, que le costó décadas de sangre.
Al final, Netanyahu no negocia por sus prisioneros ni por el futuro de Gaza. Negocia solo por la duración de su trono… y por su poder. 
Ese poder que adora lo aplastará al final.

Es una copia de Trump en su obsesión con todo lo que es “tendencia”… Ambos prisioneros de la ilusión de la inmortalidad a través de grandes titulares y trofeos huecos. Viven en una era digital en la que creen que la historia es una aplicación que se puede programar, o un algoritmo que se puede engañar…

Pero la historia lo registra todo. No responde a los deseos de los reyes ni a los sueños de los narcisistas. Es un juez silencioso… La historia escribirá sobre ellos, sin duda, y consignará su estruendosa caída.

En la noche de Gaza, Netanyahu teje los hilos de su nueva invasión… Las anteriores no le bastaron. Quiere borrar edificios y arrancar a los seres humanos, para que se conviertan en espectros errantes en el exilio. Lo llama “salida voluntaria”, pero el derecho internacional lo llama por su verdadero nombre: desplazamiento forzoso, crimen de guerra, crimen de lesa humanidad (según los Convenios de Ginebra de 1949 y el Estatuto de Roma de 1998).

¿Pero acaso Netanyahu no aprendió nada de los generales del vacío y la estupidez? 

Mira la calle israelí hervir… Las manifestaciones llenan las plazas, las pancartas gritan: “Basta ya, se acabó el juego, Bibi”… La guerra con la que prometiste la victoria a tu pueblo se ha convertido en una pesadilla que devora a tus soldados y deja a las familias en duelo perpetuo.

No hay ocupación de Gaza, ni ilusiones de un reino bíblico… Comprende que “se acabó el juego”. ¿No te diste cuenta de que Gaza no es un pequeño campamento que tus tanques puedan ocupar? ¿No entendiste que Gaza es una bestia que respira desde debajo de los escombros? Tu única salida ahora es reconocer la realidad y apresurarte a abrir la puerta… Acepta el acuerdo ahora… Un acuerdo para devolver a los prisioneros y una retirada que salve lo que queda de la imagen de tu ejército hundido en la arena.

Netanyahu, rey bíblico obsesionado con la inmortalidad y no con sus soldados, prefiere dejar a los prisioneros de su país fundirse en la oscuridad de los túneles de Gaza antes que enfrentar el momento de la verdad… Los lanza a la hoguera de la política para ganar un día más en su trono.

¿Quieren saber cuán afortunado es Netanyahu? La “yerida”, la emigración fuera de Israel de intelectuales de izquierda y liberales es el “premio gordo” que ganó… Ellos no se fueron por amor a Gaza ni para defenderla; se fueron porque no podían soportar la política del rey… Los “molestos”, como los llamaba, finalmente se marcharon…

Ahora solo queda el país para él y su corte rabínica: el rubio Smotrich y el bufón Ben Gvir. Un dúo de comedia negra que acompañará a su rey en su último viaje hacia La Haya.

Este no es un artículo sobre Netanyahu presentándose como rey de la historia, sino un artículo sobre la pesadilla del rey: el día en que se firme el acuerdo.  Cuando los rostros regresen de las celdas de la oscuridad: Maruan Barghuti, con la mano levantada en señal de victoria; Ahmad Saadat, con su kefia roja… y Abdallah Barghuti, con su mirada firme.

Estas imágenes por sí solas desmantelarán toda una narrativa, harán que la historia regrese para cruzar pasado y presente, y serán testigos del colapso del poder real… Netanyahu lo sabe… muy bien. 

El final de Netanyahu no vendrá de sus enemigos. Caerá por la mano de un aparato de poder estúpido que él mismo diseñó… Del caos que construyó como herramienta de dominio y que se convirtió en una máquina de caída.

El destino de Netanyahu ya comenzó hace tiempo, camina hacia él como un rey ciego. 

Es un rey sin sabiduría, ignorante de que la inmortalidad que persigue es su nombre grabado en el muro del colapso final.

08/08/2025

AMOS HAREL
El plan de Netanyahu para la toma de control de la Ciudad de Gaza pone a Israel en la senda de una guerra perpetua

La ampliación de los combates en Gaza solo ha empeorado la situación de Israel, y la única solución del primer ministro es adentrarse aún más en el atolladero. Mientras tanto, sus ministros ya están tratando de normalizar las inevitables bajas militares y la muerte inminente de los rehenes.

Amos Harel, Haaretz, 8-8-2025

Traducido por Tlaxcala

 

Una bandera israelí dañada en Gaza, vista desde el lado israelí de la frontera entre Israel y Gaza, el 7 de agosto de 2025. Foto Amir Cohen / REUTERS

La crisis entre el primer ministro Benyamin Netanyahu y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Eyal Zamir, sobre la siguiente fase de la guerra en la Franja de Gaza es aún peor de lo que han informado los medios de comunicación esta semana.

Es más difícil que nunca saber qué pretende realmente Netanyahu: en esta etapa, no solo porque mantiene abiertas todas sus opciones, sino porque no se detendrá ante nada. Sin embargo, la tensión entre ambos es real.

Netanyahu puede tener otros objetivos (apaciguar al ala mesiánica de derecha de su coalición gobernante; disuadir a Hamás), pero actualmente parece centrado en persuadir al ejército para que se prepare para una ocupación total o casi total de Gaza.

En la madrugada del viernes, tras una reunión maratoniana, el gabinete aprobó el plan de Netanyahu para preparar la toma de control de la ciudad de Gaza. Zamir cree que esto sería desastroso. No es inconcebible que se vea obligado a dimitir, o que sea destituido, debido a la disputa, lo que provocaría numerosos terremotos secundarios en las FDI.

El conflicto entre ambos hombres se deriva directamente del estancamiento de la guerra. A lo largo de esta guerra, la más larga de la historia de Israel, los partidarios de Netanyahu han afirmado que está aplicando una estrategia ordenada que ha obtenido importantes logros (Irán, Líbano, Siria, los golpes asestados a Hamás) a pesar de los contratiempos sufridos. Pero, en la práctica, ha sumido a Israel en graves dificultades.

Entre mayo y julio, hubo una oportunidad de alcanzar al menos un acuerdo parcial con Hamás para la liberación de los rehenes, algo que Netanyahu afirmaba querer. Pero su decisión de ampliar la guerra lanzando en mayo una amplia operación terrestre, conocida como Operación Carros de Gedeón, después de haber violado unilateralmente un alto el fuego, no dio los resultados que él y el ejército habían esperado.

Fue entonces cuando comenzó el fiasco de la ayuda. La Fundación Humanitaria de Gaza, con sede en USA, no cumplió los ambiciosos objetivos que se había fijado en cuanto a la distribución de la ayuda a los habitantes de Gaza —algo previsible desde el principio— y el fin del control de Hamás sobre la ayuda no doblegó a la organización. Al contrario, se produjo una nueva catástrofe humanitaria en Gaza, aún peor que las anteriores. Los propagandistas propalestinos la amplificaron aún más mediante un aluvión de engaños y guerra psicológica.[sic]

La imagen de Israel en el extranjero se desplomó aún más, el gobierno usamericano ejerció presión y, hace dos semanas, Netanyahu se vio obligado a abrir las puertas de Gaza e inundar el enclave con ayuda, en contra de todas sus declaraciones anteriores. Sin embargo, el daño causado a la población de Gaza fue tan grande que llevará mucho tiempo repararlo. Y ni siquiera hablemos de la actitud de la comunidad internacional hacia Israel. Lo que vivieron los turistas israelíes en Grecia fue solo el comienzo. El número de advertencias sobre posibles ataques contra israelíes y judíos en el extranjero se está disparando.

Esta semana nos hemos enterado de que el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que hace dos meses intentó denegar la asignación de 700 millones de shekels (175 millones de euros) para garantizar los centros de distribución de ayuda de la GHF, ahora está asignando sin pestañear otros 3000 millones de shekels al proyecto. «No me interesan los palestinos, pero sí destruir Hamás», explicó. Y mientras tanto, los habitantes de Gaza que intentan desesperadamente conseguir comida para sus familias en los escasos centros de distribución siguen muriendo, por disparos o pisoteados.


Un niño palestino come tahini crudo cerca de un punto de distribución del GHF el sábado. Foto Eyad Baba/AFP

A mediados de julio, antes de que estallara la crisis alimentaria, parecía que se estaba llegando a un acuerdo parcial sobre los rehenes. Israel hizo mucho ruido sobre la ocupación de dos corredores en la región de Morag, en el sur de Gaza, con el fin de poder cederlos en el acuerdo. Los altos cargos de Defensa se mostraban cautelosamente optimistas, como si el alto el fuego inicial de 60 días que se estaba negociando fuera a dar lugar esta vez a un plan más amplio para poner fin a la guerra. Pero Hamás no tardó en comprender las nuevas circunstancias y, desde entonces, no ha mostrado ningún signo de flexibilidad en las negociaciones. Incluso añadió dos exigencias: la liberación de los miembros capturados de su fuerza de élite Nukhba, responsable de la masacre del 7 de octubre, y el aplazamiento de la liberación del último rehén hasta que haya comenzado la reconstrucción de Gaza. Empezó a insistir en la necesidad de reconstruir Gaza, en parte para señalar su intención de seguir formando parte del Gobierno del territorio.

Estas exigencias enfurecieron tanto a Netanyahu como al presidente Trump, y llevaron las negociaciones a un punto muerto. En la práctica, toda la guerra está estancada. Las negociaciones se han suspendido, los negociadores israelíes han sido retirados de Qatar y los combates en Gaza están más estancados que nunca debido a la crisis humanitaria y a la falta de una decisión sobre el futuro del ejército. Por utilizar una analogía deportiva, Netanyahu prefiere ir por la banda que por el centro. No busca una victoria rápida. Quiere dejar abiertas tantas alternativas como sea posible y ganar tiempo, evitando al mismo tiempo cualquier amenaza a su coalición gubernamental.


Netanyahu abraza a Eyal Zamir, en el cuartel general de defensa de Kirya, en Tel Aviv, a finales de junio. Foto Maayan Toaf/GPO

La falta de avances abre la puerta a una crisis con los altos mandos del ejército israelí que implique debilitar al ejército y abusar del jefe del Estado Mayor. Al igual que la «ciudad humanitaria» de Rafah, que nunca se materializó, o el plan de emigración de Gaza, que hasta ahora no ha llegado a ninguna parte, una crisis de este tipo da a los medios de comunicación un nuevo tema del que hablar. La tensa espera de reuniones decisivas y las filtraciones distraen un poco la atención de los fracasos del gobierno: la prolongación de una guerra sin objetivos, los gritos de las familias de los rehenes, el escandaloso proyecto de ley para legalizar la exención del servicio militar de los ultraortodoxos y la mala actuación de los ministros. Mientras tanto, el tiempo pasa y el gobierno sobrevive.

Una guerra perpetua también podría ayudar a Netanyahu a alcanzar su segundo objetivo: asegurar su victoria en las próximas elecciones, aunque todas las encuestas pronostican su derrota. Esto se lograría socavando sistemáticamente el proceso democrático bajo el pretexto de la guerra y sus necesidades.

Zamir tampoco tiene buenas soluciones para la crisis que se ha creado. La ofensiva terrestre de mayo no logró su objetivo y, en opinión de Zamir, eso se debe a que el gobierno no aprovechó sus logros para la diplomacia. Ahora, al carecer de capacidad para obligar a Hamás a firmar un acuerdo, Israel está improvisando soluciones alternativas. Zamir ha aprovechado el respiro en los combates para reducir las tropas en Gaza. El ejército también ha tomado medidas para reducir la carga de los reservistas este año y ha puesto fin a su política de prolongar automáticamente el servicio de los soldados reclutas mediante órdenes de movilización de emergencia.

Normalización del abandono

El enfrentamiento con Netanyahu se intensificó tras un reportaje del veterano periodista Nahum Barnea publicado el viernes pasado en el periódico de gran tirada Yedioth Ahronoth. Barnea escribió que Zamir estaba considerando la posibilidad de dimitir si los responsables políticos le obligaban a conquistar toda la Franja de Gaza. La oficina del primer ministro, siguiendo su costumbre, intentó presionar al jefe del Estado Mayor para que se desvinculase del informe, pero Zamir se negó, aunque el titular inequívoco del artículo aparentemente le sorprendió en cierta medida.

Las razones de la frustración de Zamir son comprensibles: el gabinete de seguridad casi nunca se reúne (en su lugar, hay reuniones de los jefes de las facciones del Knesset, un foro desprovisto de autoridad legal); las reuniones personales entre Zamir y el primer ministro son escasas y esporádicas; y la guerra se está librando al estilo salami, sin que se haya establecido una política clara.


Una simpatizante de los rehenes secuestrados el 7 de octubre de 2023, sostiene carteles mientras participa en una protesta para exigir la liberación inmediata de los rehenes y el fin de la guerra en Tel Aviv, Israel, el 7 de agosto de 2025. Foto Ammar Awad/ REUTERS

Mientras tanto, la familia Netanyahu ha lanzado una ofensiva contra Zamir. Mientras el padre alza la voz en los pasillos, el hijo y la madre actúan según sus métodos: a través de las redes sociales y filtraciones a los medios de comunicación. Yair Netanyahu tuiteó acusaciones infundadas contra el jefe de Estado mayor, en el sentido de que estaba planeando un golpe militar, y se desvinculó de la responsabilidad de su padre por el nombramiento de Zamir (de hecho, el primer ministro declaró con orgullo en la ceremonia de nombramiento en marzo que era la tercera vez que quería a Zamir para el cargo).

Sara Netanyahu fue citada diciendo que había advertido a su marido que no nombrara a Zamir, porque no sería capaz de soportar la presión de los medios de comunicación. Como en una república bananera, la prensa informó de que Netanyahu padre quería a Zamir, pero que la madre y el hijo presionaron para que se nombrara al general David Zini, que entretanto ha sido nombrado jefe del servicio de seguridad Shin Bet, una decisión peligrosa.

Esta semana, corresponsales diplomáticos y militares recibieron filtraciones detalladas —de una forma que plantea dudas sobre la seriedad de la discusión— sobre los planes que exige Netanyahu: la conquista de la ciudad de Gaza y los campos de refugiados en el centro de la Franja. Se trata de dos de los tres enclaves en los que las FDI han obligado a la población palestina a refugiarse y donde se encuentran los rehenes israelíes (el tercero es la zona de Mauasi, en la costa sur de la Franja).

Altos mandos del ejército israelí advirtieron de que esto requeriría una operación terrestre de varios meses y acciones para peinar la zona y purgarla de terroristas, lo que podría llevar hasta dos años. La operación requeriría entre cuatro y seis divisiones, lo que supondría un número astronómico de días adicionales de servicio de reserva. Y la intención es seguir empujando a la población por la fuerza hacia la sección sur de la Franja, mientras se intenta obligarla a emigrar.

Zamir, por el contrario, propuso rodear los enclaves actuales, ejercer presión militar sobre ellos desde el exterior e intentar desgastar a Hamás, sin poner en peligro la vida de los rehenes. Tampoco parece una solución ganadora.

Trump, al parecer, ha dado luz verde a Netanyahu para ampliar la operación en Gaza, siempre que las fuerzas actúen con rapidez, sin permanecer allí innecesariamente.

Al mismo tiempo, obligó al primer ministro a permitir la entrada de la ayuda. Por el momento, Netanyahu, con el respaldo de Trump, está luchando por una operación a gran escala, a pesar de los riesgos. También está comprando ideas irresponsables que se expresan en su entorno: que después de ocupar la ciudad de Gaza, sería posible gestionar la distribución de alimentos allí a través de los clanes locales.

Aún así, hay una salida: si el primer ministro evita presentar un calendario rígido, siempre es posible falsear el ritmo de ejecución y esperar que, mientras tanto, surja otra solución con la ayuda de la amenaza militar.

Los servidores del primer ministro, los ministros y los diputados, están ocupados normalizando la guerra y preparando el terreno para que la opinión pública acepte abandonar a los rehenes a la muerte. Se empieza afirmando que los civiles secuestrados en sus casas y en el festival de música Nova son en realidad «prisioneros de guerra», soldados capturados que deben esperar a que termine la guerra, en una fecha desconocida en el futuro, para ser devueltos, y se termina silenciando a las familias de los rehenes en el Knesset.

Zamir tiene una clara ventaja: el ejército sigue respaldándolo. La mayoría absoluta de los oficiales cree en él y en sus consideraciones. Netanyahu, cuyos partidarios barajan hipótesis de destitución y sustitución, deberá tenerlo en cuenta. La combinación del peligro para la vida de los soldados y los rehenes, junto con la confrontación pública entre el primer ministro y el jefe del Estado Mayor, podría inclinar la opinión pública en contra de Netanyahu.


Reservistas en Gaza, en marzo. Foto Portavoz de las FDI

Si Zamir hace lo que hizo Eli Geva en la guerra del Líbano de 1982 —como comandante de la 211ª Brigada Blindada, dimitió del ejército en protesta por la guerra—, entraremos en territorio desconocido. Es probable que esto provoque un mayor rechazo al servicio, especialmente entre las unidades de reserva, y que finalmente surja un nuevo movimiento de las Cuatro Madres, eficaz y más vociferante, como el que surgió en 1997 contra la guerra del Líbano.

El verdadero estado del ejército, que lleva 22 meses luchando en Gaza, se puede deducir de una publicación de un mayor de la reserva, comandante de una unidad que maneja maquinaria pesada. «En las últimas tres semanas he experimentado de cerca la profundidad del problema», escribió. «La falta de organización, la incertidumbre y la ausencia de un objetivo operativo claro son sentimientos que se repiten en todos los ámbitos... El resultado sobre el terreno: las fuerzas se mueven sin contexto, sin continuidad y sin un objetivo claro. Las tropas de combate también lo sienten, no solo por la carga, sino por una sensación de total desprecio operativo».

Cuando las cosas se dicen con claridad, y no a través de fuentes anónimas, los medios de comunicación se ven obligados a informarlas de manera directa. Pero la mayoría de las veces se dedican a difuminar los acontecimientos de Gaza bajo una espesa capa de patriotismo, camaradería guerrera y edulcoramiento.

6 de agosto de 2025: una niña palestina frente al Centro de Salud Sheikh Radwan, en el norte de la ciudad de Gaza, tras su destrucción en un ataque nocturno. Foto: Omar Al-Qattaa/AFP.

25/08/2024

GIDEON LEVY/ALUF BENN
Las verdaderas motivaciones y objetivos de Netanyahu


Es la ideología lo que mueve a Netanyahu, no sólo el poder

Gideon Levy, Haaretz, 25/8/2024

Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Tal vez no hayamos denigrado suficientemente su estilo de vida; en cualquier caso, le ha sido bien bien a pesar de toda la denigración. Pero tenga en cuenta que sus numerosos detractores se abstienen de atacarle en una cuestión: su ideología. Para todos sus detractores, él no tiene ideología, sólo un profundo deseo de permanecer en el cargo, un ansia de poder que no conoce límites. Para ellos, los miembros de la brigada «cualquiera menos Bibi», es un oportunista vacío, carente de visión del mundo. Si alguna vez tuvo una, la vendió hace tiempo, sólo para mantenerse en el poder.

El redactor jefe de Haaretz, Aluf Benn, piensa lo contrario. Según él, [ver articulo debajo] Benjamin Netanyahu tiene un objetivo primordial, y no es necesariamente mantenerse en el poder. Netanyahu, dice Benn, lucha por un objetivo mucho mayor: la ocupación permanente de la Franja de Gaza.

 

Para alcanzarlo, el primer ministro está dispuesto a pagar un alto precio, incluido el abandono de los rehenes y el riesgo de una guerra regional, con tal de que Israel controle Gaza para siempre. Nadie ha nunca analizado así los motivos de Netanyahu. La cuestión de qué le motiva sigue siendo crucial.

La respuesta de Benn no disminuye la necesidad de combatir a Netanyahu, pero sí revela la pobreza intelectual de sus oponentes. No le atacan por su ideología, sólo por su obsceno estilo de vida, porque les resulta mucho más cómodo.

También es fácil atacar a Netanyahu por el fracaso del 7 de octubre debido a su suprema responsabilidad, pero este bando se abstiene de criticarle por su visión del mundo porque sabe perfectamente que no tiene verdaderas diferencias ideológicas con él ni un plan viable para sacar a Israel del nadir en el que se ha hundido.

De todos los posibles candidatos a sustituir a Netanyahu - Yoav Gallant, Benny Gantz, Gadi Eisenkot, Naftali Bennett, Avigdor Lieberman, Gideon Sa’ar, Yossi Cohen y Yair Golan - no hay ni uno solo que esté dispuesto a liberar a todos los prisioneros palestinos y a retirarse de toda la Franja de Gaza. En otras palabras, no hay nadie que esté realmente a favor de poner fin a la guerra y liberar a los rehenes. Tampoco hay nadie que pretenda retirarse jamás a las fronteras anteriores a 1967.

En esas condiciones, evitan criticar el plan de Netanyahu. Los crímenes y fracasos de su gobierno, que no sólo provocaron que Israel fuera acusado de genocidio, sino que lo convirtieron en un país tercermundista podrido, corrupto y disfuncional, son desalentadores. No menos desalentador es el hecho de que ninguno de sus clamorosos críticos proponga algo diferente.

La ideología de Netanyahu es mucho más peligrosa que su ostentoso estilo de vida y su corrupción. En contra de la opinión de sus críticos, se ha adherido a su ideología a lo largo de los años. Netanyahu nunca ha creído en los acuerdos con los palestinos. Es un devoto creyente en vivir siempre por la espada; nunca se ha retractado de ello.

Desde el truco transparente y casi admitido del «discurso de Bar-Ilan», Netanyahu ha actuado y prosperado: Retiró definitivamente de la mesa la posibilidad de establecer un Estado palestino e impidió todo compromiso con otras soluciones.

Nunca creyó en una solución diplomática, y se mantuvo fiel a su creencia. Lo siguiente es conquistar Gaza, y el hecho de convertir esto en una ocupación permanente añade otro conjunto de ladrillos a su plan de «resolver» la cuestión palestina únicamente mediante la guerra.

Netanyahu debería haber sido atacado sin piedad por esta visión del mundo, antes que por cualquier otra cosa, incluido su estilo de vida. Es lo que siembra las semillas de la destrucción del país, mucho antes que el avión Ala de Sión*, su hijo Yair, su esposa Sara y los juicios por corrupción.

La interminable renovación de la casa de Cesarea es aborrecible, al igual que el trato que reciben los empleados de la residencia del primer ministro, pero el plan de Netanyahu para perpetuar el apartheid es el mayor peligro que representa el primer ministro más vilipendiado/reverenciado de la historia de Israel.

Por esto, por la inmortalización del apartheid, ningún dirigente de un partido sionista puede atacar a Netanyahu: desde Itamar Ben-Gvir hasta Yair Golan, todos están de acuerdo con él. Y esa es la verdadera causa de la desesperación, es la mayor de todas las razones de desesperar.

NdT

* Se trata de un Boeing 767 reconfigurado y modernizado, con capacidad para 60 pasajeros, que realizó su primer vuelo el pasado julio con motivo de la visita de Netanyahu a Wasington. El «Ala de Sión» ha sido objeto de disputas políticas en Israel durante varios años. Netanyahu y sus partidarios afirman que es una medida de seguridad necesaria, mientras que sus críticos lo consideran un despilfarro del dinero de los contribuyentes y un símbolo de corrupción. Cada vuelo cuesta más de 200.000 dólares.

 

El objetivo de guerra de Netanyahu no es el retorno de los rehenes. Es la ocupación de Gaza

Aluf Benn, Haaretz, 21/8/2024

Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Aluf Benn, nacido Bomstein (Ramat HaSharon, 1965) es desde 2011 redactor jefe del diario israelí Haaretz, donde trabaja desde 1989. @alufbenn

 

57 años de ocupación israelí en Cisjordania nos enseñan que mañana no se levantará ninguna gran ciudad judía en Gaza; la «ocupación rampante» avanzará caravana tras caravana, puesto de avanzada tras puesto de avanzada

En su anuncio del martes 20 de agosto sobre el torpedeo de las negociaciones para un acuerdo de alto el fuego con Hamás, el primer ministro Benjamín Netanyahu habló de «nuestros activos de defensa y estratégicos» -el control de las rutas de Filadelfia y Netzarim- que Israel perdería si aceptara el acuerdo actualmente sobre la mesa.

El discurso público en Israel se centra en los rehenes y su destino, pero Netanyahu los considera una molestia mediática, un ariete de sus oponentes políticos y una distracción del objetivo: una ocupación prolongada de la Franja de Gaza, o -como ha declarado repetidamente desde el estallido de la guerra- «el control de la seguridad israelí.»

El control de la ruta de Filadelfia y del «corredor de seguridad» a lo largo de la frontera permite a Israel rodear las fronteras terrestres de Gaza y aislarla de Egipto. El control de la ruta de Netzarim divide en la práctica el norte de Gaza, donde quedan pocos palestinos con viviendas e infraestructuras destruidas, de la parte sur del enclave costero, rebosante de refugiados de toda la Franja.

En la práctica, se está elaborando un acuerdo a largo plazo para «el día después». Israel controlará el norte de la Franja de Gaza y expulsará a los 300.000 palestinos que aún permanecen allí. El general de división (reserva) Giora Eiland, ideólogo de la guerra, propone matarlos de hambre o exiliarlos como palanca para derrotar a Hamás. La derecha israelí prevé una colonización judía en la zona, con un enorme potencial inmobiliario de topografía conveniente, vistas al mar y proximidad al centro de Israel.

La experiencia de 57 años de ocupación de Cisjordania y Jerusalén indica que se trata de un proceso largo que requiere mucha paciencia y capacidad de maniobra diplomática. Mañana no se construirá ninguna gran ciudad judía en Gaza, pero se avanzará acre por acre, casa móvil por casa móvil, puesto de avanzada por puesto de avanzada, igual que en Hebrón, Elon Moreh y Gilad Farm.

El sur de la Franja de Gaza quedará en manos de Hamás, que tendrá que ocuparse de los indigentes residentes bajo el asedio israelí, incluso después de que la comunidad internacional pierda interés en la historia y pase a ocuparse de otras crisis. Netanyahu cree con certeza que, tras las elecciones usamericanas, la influencia de los manifestantes propalestinos en la política yanqui disminuirá, incluso si gana la vicepresidenta Kamala Harris.

Naturalmente, si Donald Trump trastorna el juego y vuelve a la Casa Blanca, Netanyahu espera de él mano libre en Gaza. En ambos escenarios, se supone que USA, con sus portaaviones, debe disuadir a Irán de una escalada general, o implicarse él mismo en una guerra para salvar a Israel.

No hay que confundirse: la ocupación es el objetivo por el que lucha Netanyahu, aun a costa de que mueran los rehenes restantes y con el riesgo de una guerra regional. Los andamios que sostienen su régimen, el ministro de Seguridad Nacional , Itamar Ben Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, se mantendrán en su sitio mientras busque de palabra y obra una ocupación permanente y una anexión progresiva de Gaza.

En la reunión del gabinete de esta semana, Netanyahu reiteró su eslogan de 1996 contra los Acuerdos de Oslo: «Dar y tomar, no dar y ceder». En términos más sencillos: no se devolverá el territorio ocupado, ni siquiera bajo presión internacional e incluso ahora, ante las súplicas de los rehenes. Ese es el objetivo de su guerra.

 

Brandan Reynolds, Business Day, Sudáfrica