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27/11/2025

¿Qué saben los israelíes sobre el ejército, esa vaca sagrada?

Gideon Levy, Haaretz, 26/11/2025

Traducido por Tlaxcala

¿Qué sabemos de nuestro ejército? Casi nada. ¿Qué sabemos de la calidad de sus comandantes? Mucho menos.


De izquierda a derecha: Katz, Bibi y Zamir. Sobre la disputa entre Katz y Zamir, leer aquí

Cada oficial superior nombrado para un puesto es inmediatamente coronado por el coro de periodistas militares como un «oficial respetado» – siempre un oficial respetado, pero no está claro quién lo respeta ni por qué – y luego su mandato pasa sin que nadie, en la población civil, tenga idea alguna de si fue un buen comandante. Los generales y coroneles no son entrevistados, salvo en entrevistas empalagosas y embarazosas organizadas por la Portavocía del Ejército. Nadie sabe con certeza: ¿son buenos? ¿Son malos? ¿El ejército bajo su mando vale algo? ¿Quién sabe?

Después dejan el ejército y se convierten en comentaristas de estudio y en perritos falderos de los políticos, y entonces se revela por completo su desnudez. Resulta que nos engañaron, nos estafaron. El oficial respetado es a veces un necio; el agente secreto, un completo idiota. Sin dar nombres, los ejemplos abundan.

Muchos oficiales venerados de Tsahal, Mosad o Shin Bet pierden su halo de gloria al exponerse a la luz. Más les valdría quedarse en la sombra, especialmente en los últimos dos años, cuando coroneles retirados invadieron los estudios de televisión. Cada oficial y agente de inteligencia cree saber parlotear sobre cualquier tema del mundo – y la vergüenza no hizo sino intensificarse.

Esta semana, Israel estaba en un frenesí por ellos. ¿Se concretará el nombramiento del general Sombra como agregado militar en Washington? ¿Permanecerá el general Macana al frente de la Inteligencia Militar? Contenemos la respiración. Nadie tiene idea de quiénes son ni cuánto valen, pero todos tienen una opinión sobre quién es digno y quién no. Lo mismo ocurre con la batalla de los gigantes entre el ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor: todos tienen una opinión sobre quién es el bueno y quién es el malo.

Aparentemente, el campo democrático debería alegrarse de que exista un ministro de Defensa civil que ponga freno al ejército y le imponga límites. El hecho de que sea en realidad el campo derechista quien esté degollando a la más sagrada de todas las vacas sagradas, las FDI, debería ser alentador, incluso si se hace por las razones equivocadas.

Las FDI se han convertido en un monstruo desbocado. Solo el caos total y delirante en Israel podía producir una situación en la que el director del servicio secreto, el Shin Bet, se convierta en el guardián de la democracia, y el jefe del Estado Mayor, en el héroe del campo liberal, víctima del villano: el ministro civil de Defensa. Es cierto que el ministro de Defensa Israel Katz hizo todo lo posible para ganarse un nombre que suscita burla y repulsión, pero ¿qué sabemos de su oponente, el teniente general Eyal Zamir? ¿Es un buen jefe del Estado Mayor? ¿Uno malo? ¿Quién sabe? Esperemos a que se siente en los estudios televisivos como civil, y quizá volvamos a encogernos de vergüenza.

Lo que sí se sabe no interesa a la mayoría de los israelíes. Zamir es el comandante que convirtió Gaza en un cementerio y un páramo de escombros. Es el comandante que cometió (y comete) crímenes de guerra y genocidio. Es el comandante cuyos soldados roban el ganado palestino sin ser llevados ante la justicia. Cualquier apoyo hacia él, incluso contra Katz el Satán, es un apoyo a sus iniquidades, que algún día saldrán a la luz y serán juzgadas, ojalá al menos por el tribunal de la historia, si no antes.

Cuesta creer que su clara implicación en violaciones tan horrendas del derecho internacional no mejore ni empeore la opinión pública sobre él. Como si se tratara de un asunto marginal, un pasatiempo oscuro. Y no es solo él: todos los comandantes y soldados de las FDI – ninguno es juzgado por sus iniquidades. Se les perdona todo, porque nos protegen, supuestamente. Incluso se les perdona el fracaso del 7 de octubre. En la Esparta de 2025, las FDI siguen por encima de toda sospecha, una especie de vaca sagrada.

Aparentemente, el campo democrático debería alegrarse de que exista un ministro de Defensa civil que ponga freno al ejército y le imponga límites.

25/11/2025

La última escalada en el Líbano sirve a los intereses de Netanyahu y cuenta con el aval de Trump

Amos Harel, Haaretz, 24-11-2025
Traducido por Tlaxcala

Washington está realizando un enorme esfuerzo para forjar una nueva realidad en el Líbano, y quizá considere que una demostración de seriedad por parte de Israel puede sacar las negociaciones del estancamiento. Pero los ataques israelíes también están relacionados con otros frentes – y parecen destinados a desviar la atención de los fracasos de Netanyahu.


Haret Hreik, 23 de noviembre: tras el asesinato selectivo israelí. Foto Ibrahim AMRO / AFP

La operación de asesinato en pleno centro de Beirut el domingo fue la acción israelí más contundente en el Líbano desde que entró en vigor un alto el fuego hace un año. Tras semanas de amenazas, la Fuerza Aérea mató a Haytham Ali Tabatabai, considerado jefe del Estado Mayor de Hezbolá. La mayoría del liderazgo de la organización, empezando por el ex secretario general Hassan Nasrallah, fue eliminada durante la guerra del otoño pasado.


“Alto el fuego” es un término relativo. En la práctica, Israel reanudó sus ataques casi desde el primer día, centrados principalmente en operativos de Hezbolá y en sistemas de armas desplegados al sur del río Litani. Durante el último año, casi 400 personas han muerto en ataques aéreos israelíes en el Líbano. La mayoría eran operativos militares de Hezbolá, pero en un ataque inusual la semana pasada, dirigido contra un objetivo militar de Hamas en el campo de refugiados de Ain al-Helueh cerca de Sidón, murieron 14 palestinos.

Los ataques israelíes apuntan a los esfuerzos de Hezbolá por redistribuir hombres armados e infraestructura militar en la zona de la que debía retirarse conforme al acuerdo de alto el fuego. Pero detrás de bastidores también parecen influir otras consideraciones.

Hasta este verano, había cierto optimismo en Jerusalén y Beirut sobre la situación en el Líbano. La impresión era que el nuevo gobierno libanés y el actual liderazgo del ejército libanés estaban dispuestos a enfrentarse a Hezbolá y decididos a continuar su desarme, un esfuerzo que recibió un impulso gracias a los éxitos de Israel durante la guerra.

Pero en los últimos meses, las evaluaciones se han vuelto más pesimistas. Los esfuerzos del ejército libanés se detuvieron y Hezbolá aceleró su rearme a ambos lados del Litani. En respuesta, Israel intensificó sus ataques, aunque Hezbolá no ha realizado hasta ahora ninguna acción contra Israel.

Tabatabai es uno de los últimos miembros veteranos del liderazgo militar de Hezbolá, entre los pocos que sobrevivieron a la guerra del año pasado. La decisión de matar a un hombre tan alto en la jerarquía señala que Israel está dispuesto a asumir riesgos, incluso si el precio es interrumpir el alto el fuego con varios días de enfrentamientos militares.

El equilibrio de fuerzas entre los bandos es distinto al de hace más de un año. Nasrallah y la mayoría del liderazgo militar de Hezbolá ya no están vivos, el arsenal de cohetes de la organización se ha reducido y su espíritu de combate aparentemente tampoco es el que era. Sin embargo, existe el riesgo de represalias por parte de Hezbolá.

El primer ministro Benjamin Netanyahu presumiblemente no habría decidido asumir este riesgo sin el apoyo total del presidente estadounidense Donald Trump. Los estadounidenses han estado realizando grandes esfuerzos para persuadir a ambas partes de avanzar en un plan para una nueva realidad en el Líbano; quizá, si el proceso diplomático se ha descarrilado, consideraron necesario un ejemplo letal de la seriedad de las intenciones israelíes.

Los acontecimientos del domingo en el Líbano también están relacionados con lo que ocurre en otros frentes. En Siria, la administración Trump intenta promover un acuerdo de normalización con Israel, pero en realidad se topa con objeciones de Netanyahu. Además, Israel está preocupado por el despliegue militar de Hamas en las zonas de Tiro y Sidón. Hamas podría utilizar este despliegue para ejercer presión mientras los estadounidenses intentan hacer cumplir el alto el fuego en la Franja de Gaza.

Pero, como suele ocurrir con Netanyahu, tampoco se puede ignorar la conveniencia política de estos movimientos para él. No es casual que haya aumentado la tensión con el gobierno sirio mediante una visita provocadora al lado sirio de los Altos del Golán la semana pasada. La operación en Beirut tampoco parece desvinculada de tal tipo de cálculos, y lo mismo ocurre con la fricción constante en Gaza.

El hecho de que haya llamas de diversa intensidad ardiendo en varios frentes ayuda a Netanyahu a controlar la conversación pública y a preparar el clima que desea para la campaña electoral próxima. También le proporciona múltiples excusas para retrasar aún más su juicio penal.

Puede seguir jurando que ha aprendido las lecciones del ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 y que por eso adopta una postura tan agresiva y combativa. Pero en la práctica, no parece que sus decisiones se tomen únicamente por razones sustantivas de seguridad.

Una bomba para la cúpula de las FDI

En las horas antes y después del ataque en Beirut, el jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, estaba absorto en otro asunto: una serie de medidas de mando dirigidas contra altos oficiales de las FDI, en el contexto de las conclusiones del comité Turgeman sobre los fallos del 7 de octubre. El comité, presidido por el general de división (ret.) Sami Turgeman, examinó los principales informes militares y evaluó su calidad. Su informe, entregado a principios de noviembre, incluye recomendaciones generales y explícitas, así como recomendaciones personales contra más de diez oficiales implicados en la toma de decisiones en los días previos al ataque de Hamas contra el Néguev occidental y el día de la masacre.

Turgeman lanzó una bomba al escritorio de Zamir, dado que las medidas de mando no formaban parte oficialmente del mandato del comité. Zamir no estaba inicialmente dispuesto a abordar este asunto, dada la carga que la guerra impone a las FDI y las cicatrices dejadas por las masacres. Es difícil que el jefe del Estado Mayor salga bien librado de este episodio. Muchos oficiales creen haber sido perjudicados. Por otro lado, hay familias en duelo que no quedarán satisfechas con las medidas tomadas, y el Consejo del 7 de Octubre, que agrupa a cientos de ellas, está justificado al exigir una comisión estatal independiente de investigación.

Las medidas anunciadas en la noche del domingo fueron, en definitiva, bastante severas: expulsión del servicio de reserva de tres generales mayores que están en proceso de retiro, y reprimendas de mando para otros tres que aún están en servicio. Medidas similares – expulsión de la reserva, reprimendas de mando e incluso destitución del servicio activo – se adoptaron contra varios otros oficiales de alto rango, desde teniente coronel hasta general de brigada, en Inteligencia Militar y el Mando Sur.

Las decisiones coincidieron casi por completo con las recomendaciones de Turgeman. En cambio, la decisión de Zamir de centrarse en la responsabilidad de los oficiales relevantes el 7 de octubre impidió que se tomaran medidas de mando contra el general de división Eliezer Toledano, quien fue comandante del sur hasta tres meses antes del estallido de la guerra. Toledano, al igual que la mayoría de los otros implicados, ya se había retirado de las FDI durante la guerra.

La principal dificultad de Zamir durante meses ha sido con el jefe de Inteligencia Militar, el general de división Shlomi Binder. La brigada operativa que él comandaba el 7 de octubre formó parte del fracaso de las FDI en prepararse con antelación y responder eficazmente a la invasión de Hamas en el Néguev occidental. Pero como jefe de Inteligencia Militar, Binder es muy estimado por Zamir y esencial para sus próximos movimientos, tras haber destacado en el liderazgo de la Inteligencia Militar en las guerras del Líbano y de Irán.

Zamir no tiene un candidato adecuado para suceder a Binder si decidiera traducir la reprimenda en una retirada inmediata, o si el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa Israel Katz intentaran forzar su salida. Finalmente, se acordó que Binder recibiría una reprimenda de mando y no permanecería en las FDI después de completar su mandato como jefe de Inteligencia Militar. Este compromiso le permitirá finalizar su periodo.

Adoptar medidas severas contra los implicados es un paso bienvenido en vista de la gravedad del fallo, y llega con gran retraso – más de dos años después de la masacre. Si Zamir quiere intentar reconstruir la confianza pública en el ejército, gravemente dañada, este es uno de los dos pasos que debe tomar. El otro consiste en abrir un verdadero proceso de implementación de las lecciones de la guerra, un proceso que nunca ha comenzado realmente.

Pero desde una perspectiva política, aún no está claro si Zamir ha tenido éxito. En apariencia, Netanyahu tiene buenas razones para estar satisfecho: el fuego vuelve a dirigirse contra las FDI, y él se cuida mucho de no expresar ninguna sensación de responsabilidad o culpa por la masacre que ocurrió bajo su mandato como primer ministro prácticamente eterno.

Quizá la marcada diferencia entre las medidas – aunque tardías – adoptadas contra los oficiales, por un lado, y la conducta de Netanyahu, por otro, vuelva a intensificar la demanda de establecer una comisión estatal de investigación como cuestión clave en la próxima campaña electoral. La oposición, de hecho, empieza a centrarse en esta injusticia escalofriante.

 

 

20/11/2025

La “maldición bendita” que redefine a Israel: límites globales, giro en Gaza y un nuevo orden

Gideon Levy, Haaretz, 19/11/2025

Traducido por Tlaxcala


Manifestantes protestan contra el primer ministro Netanyahu y la guerra en Gaza, cerca de Jerusalén en septiembre. Foto Olivier Fitoussi

Las buenas noticias caen sobre nosotros como regalos del cielo. Mientras que en los medios todo se presenta como derrotas y desastres, hacía mucho tiempo que no veíamos un cambio capaz de augurar esperanza.

He aquí la lista: israelíes y palestinos están experimentando una internacionalización acelerada del conflicto; el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha aprobado una resolución que va en la dirección correcta; Israel está siendo devuelto a sus verdaderas dimensiones a una velocidad alentadora, y el destino de los palestinos está siendo retirado cada vez más de su control exclusivo. Es difícil pedir más. Lo que en Israel se presentó como una serie de humillantes derrotas es, en realidad, un conjunto de avances alentadores.

El más importante de ellos es el retorno de Israel a sus verdaderas dimensiones. La superpotencia ha vuelto a ser una superpotencia, y su Estado-cliente ha regresado a su lugar natural. La situación en la que era difícil saber quién estaba en el bolsillo de quién, la difuminación de los roles entre la superpotencia y su Estado-cliente, que duró décadas, ha llegado a su fin. Es una buena noticia para Israel.

La megalomanía ha muerto; el delirio de grandeza y de omnipotencia del Estado ha terminado. Y eso es algo bueno. Israel ya no puede hacer lo que le plazca. El genocidio en Gaza tenía que terminar —no porque el primer ministro Netanyahu lo quisiera, sino porque el presidente usamericano Donald Trump lo ordenó. Si no fuera por él, la matanza habría continuado.

La “derrota” en forma del acuerdo para suministrar cazas F-35 a Arabia Saudí tampoco es necesariamente una derrota. La descentralización de armas en la región podría conducir a contener a Israel, que hasta ahora ha actuado como el matón del barrio al que todos temen: bombardeando y asesinando por toda la región, violando toda soberanía posible, al que todo se le permitía y por nada se le castigaba.

Esto se ha acabado, y es algo bueno para Israel, porque muchos de los desastres que le han sobrevenido fueron consecuencia directa de su arrogancia y agresividad, como si no existiera aquí ningún otro país. Ahora lo hay. Ya no será el único en el vecindario con el avión de combate más avanzado del mundo; esa arma ya no estará exclusivamente en sus manos, y tendrá que pensárselo antes de su próxima salida de bombardeo en la región.


Netanyahu habla en el pleno de la Knéset, el parlamento de Israel, en Jerusalén, la semana pasada. Foto Ronen Zvulun/Reuters

La apropiación por parte de USA de lo que ocurre en Gaza también es un avance positivo. Durante décadas, y especialmente en los últimos dos años, hemos visto lo que Israel sabe hacer en la Franja. El resultado: Gaza es un cementerio. Hay un chico nuevo en el barrio; veamos qué puede hacer. No puede ser peor que lo que Israel ha hecho.

Retirar el control a Israel podría llevar a un proceso similar en Cisjordania. Asume ya dimensiones de sueño. La entrada de una fuerza multinacional en Cisjordania podría poner fin a una situación en la que una nación vive allí indefensa y sin derechos, mientras otra la maltrata sin cesar. Sigue siendo una visión lejana, pero podría hacerse realidad.

Mientras tanto, USA está fortaleciendo sus lazos con Arabia Saudí. ¿En qué perjudica exactamente esto a Israel? Israel ya exige compensación por la pérdida de su “ventaja militar cualitativa”, como si esta le hubiera sido concedida por una promesa divina junto con sus derechos exclusivos sobre esta tierra. ¿Con qué fundamento piensa Israel que solo él merece y tiene derecho a armarse hasta los dientes?


Palestinos caminan junto a los escombros de edificios destruidos, en medio de un alto el fuego entre Israel y Hamás, en la ciudad de Gaza, el miércoles. Foto Dawoud Abu Alkas/Reuters

Ataques cada vez que algo no le gusta, violaciones flagrantes de alto el fuego, asesinatos y actos de terror: Israel no solo cree que todo le está permitido, sino que también está convencido de que a nadie más se le permite nada.

Esta mentalidad lo ha corrompido, y quizá ahora llegue a su fin. Un Israel más modesto en sus ambiciones y menos armado con medios ofensivos podría tener una oportunidad de ser más aceptado en la región.

En 1970, el historiador israelí Shabtai Teveth publicó las versiones hebrea e inglesa de su libro sobre el alto precio que Israel pagó por su victoria en la Guerra de los Seis Días de 1967, La bendición maldita: la historia de la ocupación israelí de Cisjordania. Ahora ha llegado el momento de “la maldición bendita”: no son maldiciones las que caen sobre nosotros, sino quizá bendiciones que marcarán el fin de la era del mesianismo y de la arrogancia hacia todos. El inicio del retorno a la realidad.

20/10/2025

Israel entre una guerra de exterminio y una guerra electoral

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 18.10.2025

إسرائيل بين حرب الإبادة وحرب الانتخابات

Traducido por Tlaxcala

Guerra en todos los frentes, por Patrick Chappatte

Introducción

El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y el ministro de Defensa Israel Katz han vuelto a amenazar con reanudar la guerra contra la Franja de Gaza, advirtiendo del uso de la fuerza si Hamás no entrega los cuerpos de los cautivos y detenidos israelíes.
Al mismo tiempo, el ministro de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, ha intensificado sus contactos con la administración Trump, presentando informes de inteligencia que afirman que Hamás posee la capacidad de devolver un gran número de cuerpos, un movimiento interpretado como una preparación para obtener luz verde usamericana a una nueva escalada militar.

Mientras tanto, el Foro de Familias de los Cautivos y Detenidos emitió un llamamiento público a Netanyahu exigiendo la reanudación de la guerra a menos que se devuelvan todos los cuerpos, transformando una demanda humanitaria en un instrumento político dentro de la lucha interna por el poder en Israel.

La guerra al servicio de la política interna
Las renovadas amenazas de guerra de Israel parecen estar impulsadas más por necesidades políticas y electorales que por objetivos militares inmediatos. Netanyahu y Katz incluso han rebautizado la guerra contra Gaza, pasando de “Espadas Doradas” a “Guerra de la Resurrección” o “Guerra del Renacimiento”, intentando reformular el relato israelí y presentarlo como parte de una “Guerra de los Siete Frentes”: Líbano, Siria, Yemen, Irak, Irán, Cisjordania y Gaza.

Con este cambio de imagen, Netanyahu busca desviar las exigencias de rendición de cuentas por los acontecimientos del 7 de octubre de 2023, especialmente la creación de una comisión oficial de investigación, que sigue rechazando bajo el pretexto de que “no se puede investigar en tiempos de guerra”. Esta estrategia está estrechamente vinculada a las elecciones previstas para el verano de 2026.

Las lagunas del Plan Trump y sus repercusiones regionales
Las amenazas israelíes coinciden con el debate en curso sobre los detalles del “Plan Trump” para poner fin a la guerra, descrito por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Egipto como “lleno de lagunas”. Entre los asuntos aún sin resolver se incluyen:

  • El intercambio de cuerpos y prisioneros.
  • El desarme de Gaza y de Hamás.
  • La retirada gradual de Israel.
  • La gobernanza y reconstrucción en la fase posguerra.

Las estimaciones palestinas sitúan el costo de la reconstrucción de Gaza entre 60 y 70 mil millones de dólares. Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos habrían manifestado una disposición condicional a contribuir con unos 20 mil millones cada uno, siempre que haya estabilidad, desarme y retirada de Hamás del poder, lo que indica que la ayuda financiera está estrechamente vinculada al marco político y de seguridad emergente.


La regla de Netanyahu…
— En una lucha por la supervivencia, ¡las medidas extremas están justificadas!
— … ¡Especialmente si se trata de la supervivencia de mi carrera política!
David Horsey

La dimensión electoral interna
Una encuesta del diario Maariv mostró una mejora en la posición de la coalición gobernante tras la liberación del último grupo de cautivos vivos. El apoyo al partido Likud aumentó, mientras que el partido Sionismo Religioso, liderado por Bezalel Smotrich, superó el umbral parlamentario. Por el contrario, el partido de Benny Gantz cayó por debajo de dicho umbral.
La encuesta proyectó 58 escaños para la oposición, 52 para la coalición y 10 para los partidos árabes, que podrían aumentar en las próximas elecciones.

Para Netanyahu, esta configuración es ideal: le permite formar una minoría de bloqueo que impide a la oposición establecer un gobierno sin depender de un partido árabe, una situación inaceptable dentro del consenso sionista. Así, Netanyahu podría mantenerse como primer ministro interino a largo plazo, con una supervisión parlamentaria mínima, lo que explica su interés en elecciones anticipadas si las tendencias se mantienen.

Entre la opción de la guerra y la necesidad de estabilidad
Pese a la retórica belicista, las limitaciones internas e internacionales reducen la probabilidad de una reanudación de la guerra. El cansancio militar, moral y económico dentro de Israel, junto con la falta de luz verde usamericana, convierten una nueva ofensiva en un riesgo político más que en una oportunidad estratégica.

El Plan Trump —que cuenta con un amplio respaldo regional e internacional, constituye la piedra angular del enfoque de Washington para restaurar el equilibrio en Oriente Medio, especialmente mientras busca concluir acuerdos de normalización con Arabia Saudí e Indonesia. El fracaso en su aplicación socavaría la confianza en la capacidad usamericana para gestionar los arreglos regionales.

El dilema de los cuerpos y el papel de los actores regionales
El tema de los cuerpos de los cautivos es una prueba real de la durabilidad del acuerdo. Fuentes israelíes reconocen grandes obstáculos logísticos debido a la destrucción de la infraestructura y de los túneles de Gaza, donde se cree que permanecen enterrados muchos cuerpos.

El gobierno de Netanyahu ha rechazado categóricamente permitir el uso de equipos turcos para las labores de recuperación, una decisión política destinada a frenar la influencia de Ankara y a aprovechar su postura sobre Siria. No obstante, crece en Israel un sector que aboga por una administración de Gaza dirigida por la Autoridad Palestina, a fin de evitar un vacío administrativo que pueda beneficiar a Hamás u otros actores externos.

Conclusión
La amenaza de Israel de reanudar la guerra es, ante todo, una maniobra electoral y mediática destinada a movilizar el apoyo interno y explotar la cuestión de los cautivos con fines políticos.

No hay indicios concretos de una intención real de reiniciar la guerra, dadas la falta de apoyo usamericano, el agotamiento social y militar, y la fuerte oposición dentro del ejército.
El cambio de nombre de la guerra a “Guerra de la Resurrección” refleja un intento de eludir las investigaciones y la rendición de cuentas por los fracasos del 7 de octubre.
Las decisiones israelíes fundamentales —de guerra o de paz— siguen estrechamente ligadas al cálculo electoral de Netanyahu y a sus esfuerzos por preservar el poder.
El factor decisivo en la próxima etapa será el compromiso de Washington con el Plan Trump, que por ahora sigue siendo el único marco viable para el escenario israelí-palestino.

Israele tra una guerra di sterminio e una guerra elettorale

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 18/10/2025

إسرائيل بين حرب الإبادة وحرب الانتخابات

Tradotto da Tlaxcala

Guerra su tutti i fronti, di Patrick Chappatte

Introduzione

Il primo ministro israeliano Benjamin Netanyahu e il ministro della Difesa Israel Katz hanno nuovamente minacciato di riprendere la guerra contro la Striscia di Gaza, avvertendo che useranno la forza se Hamas non consegnerà i corpi dei prigionieri e detenuti israeliani.
Nel frattempo, il ministro per gli Affari Strategici, Ron Dermer, ha intensificato i suoi contatti con l’amministrazione Trump, presentando rapporti d’intelligence secondo cui Hamas avrebbe la capacità di restituire un gran numero di corpi, una mossa vista come un tentativo di ottenere il via libera usamericano a una nuova escalation militare.

Parallelamente, il Forum delle Famiglie dei Prigionieri e Detenuti ha lanciato un appello pubblico a Netanyahu, chiedendo la ripresa della guerra finché tutti i corpi non saranno restituiti,  trasformando una richiesta umanitaria in uno strumento politico nella lotta interna per il potere in Israele.

La guerra al servizio della politica interna
Le rinnovate minacce di guerra da parte di Israele sembrano essere dettate più da esigenze politiche ed elettorali che da obiettivi militari immediati. Netanyahu e Katz hanno persino ribattezzato la guerra contro Gaza, passando da “Spade d’Oro” a “Guerra della Rinascita” o “Guerra della Resurrezione”, nel tentativo di rimodellare la narrazione israeliana e presentarla come parte di una più ampia “Guerra dei Sette Fronti” che includerebbe Libano, Siria, Yemen, Iraq, Iran, Cisgiordania e Gaza.

Attraverso questa nuova etichetta, Netanyahu cerca di deviare le richieste di responsabilità per gli eventi del 7 ottobre 2023, in particolare la creazione di una commissione ufficiale d’inchiesta, che continua a respingere con il pretesto che “non si possono condurre indagini in tempo di guerra”. Questa strategia è strettamente legata alle elezioni previste per l’estate 2026.

Le lacune del Piano Trump e le ripercussioni regionali
Le minacce israeliane coincidono con il dibattito in corso sui dettagli del cosiddetto “Piano Trump” per porre fine alla guerra — descritto dal Ministero degli Esteri egiziano come “pieno di lacune”.
Tra le questioni irrisolte figurano:

  • Lo scambio di corpi e prigionieri.
  • Il disarmo di Gaza e di Hamas.
  • Il ritiro graduale di Israele.
  • La governance e la ricostruzione nella fase postbellica.

Le stime palestinesi valutano il costo della ricostruzione di Gaza tra i 60 e i 70 miliardi di dollari. L’Arabia Saudita e gli Emirati Arabi Uniti avrebbero espresso una disponibilità condizionata a contribuire con circa 20 miliardi ciascuno, a condizione che vi siano stabilità, disarmo e l’abbandono del potere da parte di Hamas, segno che gli aiuti economici sono strettamente legati al nascente quadro politico e di sicurezza.


La regola di Netanyahu…
— In una lotta per la sopravvivenza, le misure estreme sono giustificate!
— … Soprattutto se si tratta della sopravvivenza della mia carriera politica!
David Horsey

La dimensione elettorale interna
Un sondaggio del quotidiano Maariv ha mostrato un miglioramento della posizione della coalizione di governo dopo il rilascio dell’ultimo gruppo di prigionieri vivi. Il sostegno al partito Likud è aumentato, mentre il partito Sionismo Religioso di Bezalel Smotrich ha superato la soglia parlamentare. Al contrario, il partito di Benny Gantz è sceso al di sotto di tale soglia.
Il sondaggio ha previsto 58 seggi per l’opposizione, 52 per la coalizione e 10 per i partiti arabi, che potrebbero guadagnare terreno alle prossime elezioni.

Per Netanyahu, questa configurazione è ideale: gli permette di formare una minoranza di blocco che impedisce all’opposizione di formare un governo senza l’appoggio di un partito arabo, un’eventualità inaccettabile all’interno del consenso sionista. Così Netanyahu potrebbe rimanere a lungo primo ministro ad interim, con un controllo parlamentare minimo, spiegando il suo interesse per elezioni anticipate se i sondaggi continueranno a essere favorevoli.

Tra l’opzione della guerra e la necessità di stabilità
Nonostante la retorica aggressiva, vincoli interni e internazionali riducono la probabilità di una nuova guerra. La stanchezza militare, morale ed economica in Israele, insieme alla mancanza di un via libera usamericano, rendono una ripresa delle ostilità un rischio politico piuttosto che un’opportunità strategica.

Il Piano Trump, che gode di un ampio sostegno regionale e internazionale, rappresenta il pilastro della strategia di Washington per ristabilire l’equilibrio in Medio Oriente, in particolare nel quadro dei tentativi di concludere accordi di normalizzazione con Arabia Saudita e Indonesia. Il fallimento della sua attuazione minerebbe la fiducia nella capacità degli USA di gestire le intese regionali.

Il dilemma dei corpi e il ruolo degli attori regionali
La questione dei corpi dei prigionieri rappresenta una vera prova della solidità dell’accordo. Fonti israeliane riconoscono grandi ostacoli logistici dovuti alla distruzione delle infrastrutture e dei tunnel di Gaza, dove si ritiene che molti corpi siano ancora sepolti.

Il governo Netanyahu ha categoricamente rifiutato di permettere l’uso di attrezzature turche per le operazioni di recupero, una decisione politica volta a limitare l’influenza di Ankara e a sfruttare la sua posizione sulla Siria. Tuttavia, cresce in Israele il numero di coloro che sostengono un’amministrazione di Gaza guidata dall’Autorità Palestinese, per evitare un vuoto amministrativo che potrebbe favorire Hamas o altri attori esterni.

Conclusione
La minaccia di Israele di riprendere la guerra è principalmente una manovra elettorale e mediatica volta a mobilitare il sostegno interno e a sfruttare la questione dei prigionieri a fini politici.

Non ci sono segnali concreti di un’intenzione reale di riaccendere il conflitto, data la mancanza di sostegno usamericano, l’esaurimento della società e dell’esercito e la forte opposizione interna.
Il cambio di nome della guerra in “Guerra della Rinascita” riflette un tentativo di eludere le indagini e le responsabilità politiche per i fallimenti del 7 ottobre.
Le principali decisioni israeliane, di guerra o di pace, restano strettamente legate al calcolo elettorale di Netanyahu e ai suoi sforzi per mantenersi al potere.
Il fattore decisivo della fase a venire sarà l’impegno di Washington nei confronti del Piano Trump, che al momento costituisce l’unico quadro realistico per l’arena israelo-palestinese.

05/10/2025

GIDEON LEVY
Si, hay que llorar por la sangre derramada: pasarán generaciones antes de que Gaza olvide el genocidio

 Gideon LevyHaaretz, 5-10-2025

Traducido por Tlaxcala

Hace falta un grado extraordinario de optimismo para no estar abatido —o aguafiestas— ante el acuerdo sobre Gaza. Pero se puede: la propuesta tiene sus aspectos positivos.


Palestinos inspeccionan los daños en un barrio residencial tras una operación israelí en la zona, el sábado.
Foto Ebrahim Hajjaj / REUTERS


No se trata de un acuerdo de paz entre Israel y Gaza, lo cual habría sido mucho mejor, sino de un acuerdo que USA impuso a Israel. Desde hace tiempo está claro que solo un acuerdo impuesto puede hacer que Israel cambie. Aquí está. Una señal de esperanza en la continuación de políticas coercitivas usamericanas, sin las cuales nada se movería.

Decenas de miles de vidas se han salvado este fin de semana. El miedo, el hambre, las enfermedades, el sufrimiento y las penurias de más de dos millones de personas podrían empezar a disminuir. El domingo, al menos, tendrán su primera noche de sueño sin la amenaza de los bombardeos sobre sus cabezas expuestas. Cientos de personas más recuperarán su libertad: los 20 rehenes israelíes con vida, los 250 prisioneros palestinos condenados a cadena perpetua en Israel y los 1.800 residentes de Gaza, en su mayoría inocentes, detenidos en Israel.

Sí, en la misma frase: los prisioneros palestinos también tienen familias que han soportado meses o años de angustia e incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos. La mayoría merece ser liberada por fin. Ninguno de los 1.800 detenidos de Gaza que serán liberados ha sido juzgado. Ellos también fueron secuestrados. Es mejor no comparar las condiciones de detención: fueron terribles en ambos lados. Por tanto, su liberación es motivo de alegría para todos: todos los cautivos y todas las familias.

Este acuerdo restaura el orden en las relaciones entre Estados Unidos e Israel: Israel es el Estado cliente y Estados Unidos la superpotencia. En los últimos años, esas definiciones se habían difuminado por completo, hasta el punto de que, especialmente durante las administraciones de Obama y Biden, a veces parecía que Israel era el patrón y Estados Unidos su protectorado. Por fin hay un presidente estadounidense que se atreve a utilizar el enorme poder a su alcance para dictar las acciones de Israel. Las medidas impuestas por Donald Trump son buenas para Israel, aunque pocos lo admitan.

Poner fin a la guerra es, por supuesto, algo bueno para Gaza, pero también es bueno para Israel. No es momento de enumerar todos los terribles daños que esta guerra ha causado a Israel, algunos irreversibles. El mundo no olvidará pronto el genocidio; pasarán generaciones antes de que Gaza olvide.
Detener la guerra ahora es el mal menor para un Israel que ha perdido su rumbo. En los últimos meses, el país ha estado al borde del colapso moral y estratégico. El tío Donald lo devuelve a sus dimensiones originales y tal vez lo encamine hacia un rumbo distinto.

Israel podría haber evitado esta guerra, que solo lo ha perjudicado. Pero también podría haber gestionado su final de otra manera. Negociaciones directas con Hamas y gestos de buena voluntad podrían haber cambiado el curso. Una retirada completa de la Franja de Gaza y la liberación de todos los prisioneros habrían señalado un nuevo comienzo. Pero Israel, como siempre, eligió actuar de otra forma: hacer solo lo que se le impuso.

Gaza, e incluso Hamas, terminan esta guerra de pie. Golpeados, ensangrentados, exhaustos, empobrecidos, pero en pie. Gaza se ha convertido en una Hiroshima, pero su espíritu sigue vivo. La causa palestina había desaparecido por completo de la agenda internacional —otro momento de paz con Arabia Saudí y los palestinos se habrían convertido en los indios americanos de la región— y entonces llegó la guerra y los devolvió a la cima de la agenda mundial. El mundo los ama, el mundo siente compasión por ellos.

No hay consuelo para los habitantes de Gaza, que han pagado un precio indescriptible —y el mundo podría volver a olvidarlos—, pero por ahora, están en el centro del mundo.

Este momento debe aprovecharse para cambiar el estado de ánimo en Israel: es hora de que los israelíes abran los ojos y vean lo que han hecho.
Quizás no valga la pena llorar por la leche derramada, pero la sangre derramada es diferente. Es hora de abrir la Franja de Gaza a los medios y decirles a los israelíes: “Miren, esto es lo que hemos hecho.”
Es hora de aprender que confiar únicamente en la fuerza militar conduce a la devastación.
Es hora de entender que en Cisjordania estamos creando otro Gaza.
Y es hora de mirar de frente y decir: Hemos pecado, hemos actuado con maldad, hemos transgredido.

23/09/2025

JOSHUA LEIFER
La visión de Netanyahu para el futuro de Israel no es Esparta, es algo peor

Como primer ministro, Benjamin Netanyahu siempre soñó con un Israel libre de las restricciones y condiciones impuestas por USA.

Joshua Leifer, Haaretz, 21-9-2025
Traducido por Tlaxcala

Joshua Leifer (New Jersey, 1994) es periodista e historiador. Es columnista de Haaretz. Sus ensayos y reportajes también han aparecido en The New York Times, The New York Review of Books, The Guardian y otros. Su primer libro, Tablets Shattered: The End of an American Jewish Century and the Future of Jewish Life (2024), obtuvo un National Jewish Book Award. Actualmente es candidato a doctorado en historia en la Universidad de Yale, donde su investigación se sitúa en la intersección de la historia intelectual moderna, la política judía contemporánea, la política exterior de USA y la memoria del Holocausto. Su tesis examina la política del antisemitismo y la crisis del orden liberal.

La noche en que las fuerzas terrestres israelíes comenzaron su invasión de la ciudad de Gaza, el primer ministro Benjamín Netanyahu pronunció un discurso en el Ministerio de Finanzas en el que expuso su oscura visión para el futuro del país como un Estado rebelde y aislado. Ante el aumento de las sanciones internacionales –al día siguiente, la Unión Europea anunció la suspensión de componentes clave de su acuerdo comercial con Israel–, Israel debería convertirse en una «Súper Esparta», declaró.


Exconsultor de gestión que ayudó a liderar la revolución del libre mercado en Israel, Netanyahu explicó que la economía del país tendría que adoptar «marcadores de autarquía» y salir «muy rápido» del Consenso de Washington que regía los asuntos económicos globales. En otras palabras, dirigirse hacia el modelo de Moscú y Pyongyang.

Sin embargo, el discurso de Netanyahu bosquejó no solo una nueva visión para Israel, sino también un retrato del nuevo orden mundial emergente y del lugar de Israel en él. «El mundo se ha dividido en dos bloques», dijo. «Y no somos parte de ninguno».

Esa noche en el escenario, Netanyahu casi parecía alentado por la posibilidad de que tal supuesto no alineamiento otorgara a Israel un margen aún mayor para maniobrar en su asalto a Gaza. Pero el aislamiento a largo plazo es mucho más probable que amenace a Israel que que lo asegure. Todo estadista israelí lo había entendido –al menos hasta ahora.

Enemigo de los valores de Europa

Desde su primera campaña para primer ministro, Netanyahu soñó con sacudirse las condiciones y restricciones impuestas a Israel por USA, por mínimas que fueran. En un memorando de 1996 titulado A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm, un grupo de operativos neoconservadores y asesores de Netanyahu pedían que Israel forjara una nueva relación con América «basada en la autosuficiencia». Si Israel ya no necesitaba tanta ayuda estadounidense, razonaban, Washington tendría menos palancas para obligar a Israel a hacer concesiones a los palestinos.

Aun así, Netanyahu siempre imaginó a Israel como parte del bloque occidental liderado por USA. En su libro de 1998, A Place Among the Nations, argumentaba que, con el fin de la Guerra Fría, Israel debía actuar como el perro guardián del nuevo mundo unipolar, el policía de Occidente en Oriente Medio. «Sin nadie en la región que controle continuamente sus ambiciones o sus planes obsesivos de armamento», escribió sobre los «regímenes militantes» de Oriente Medio, el papel de Israel era ahora «salvaguardar el interés más amplio de la paz». Implícitamente, y a veces explícitamente, tanto líderes usamericanos como europeos aceptaron ese papel para Israel y lo respaldaron.

La destrucción de la Franja de Gaza por parte de Israel –y la prolongada crisis regional que desencadenó– ha cambiado todo eso.

Tras meses de inacción, mientras las fuerzas israelíes hacían inhabitable Gaza, los estados europeos han comenzado a imponer consecuencias a Israel. Los líderes europeos también están repensando cómo será su relación con Israel en el futuro. Y eso no se debe únicamente, ni principalmente, a que las protestas contra la guerra israelí hayan convertido la destrucción de Gaza en un problema político doméstico explosivo en las capitales europeas. Más bien, se debe a que el Israel de Netanyahu se ha declarado enemigo de los valores de los que la nueva Europa se enorgullece: paz, democracia y derechos humanos.

En USA, Israel no solo ha perdido a la izquierda –eso es historia vieja– sino que también ha comenzado a perder a la derecha. En redes sociales, cuentas e influenciadores de derecha que forman parte del mundo MAGA difunden teorías conspirativas antisemitas extravagantes sobre temas que van desde los antibióticos hasta el asesinato del influenciador conservador Charlie Kirk. El ex presentador de Fox, Tucker Carlson, ha ganado nueva popularidad sintetizando el creciente sentimiento antiisraelí en su nacionalismo «America First». La nueva derecha usamericana no derrama lágrimas por los musulmanes muertos, pero se deleita con la nueva imagen de Israel como una fuerza demoníaca y siniestra.

En 2021, Ron Dermer, entonces ex embajador de Israel en USA provocó indignación cuando sugirió que Israel debía priorizar el apoyo de los cristianos usamericanos sobre los judíos usamericanos. En sus propios términos –asegurar respaldo para las guerras de Israel– esta estrategia ha fracasado manifiestamente. A diferencia de los evangélicos mayores, en su mayoría fervientes partidarios de Israel, los jóvenes cristianos usamericanos ya han comenzado a dar la espalda. O como dijo recientemente Megyn Kelly, la ex presentadora conservadora de Fox, a Carlson: «Todos los menores de 30 años odian a Israel.»

Ruptura con la política exterior sionista

La demolición intencional del consenso bipartidista en USA por parte de Netanyahu y su séquito siempre fue una apuesta arrogante. Como una granada mal cronometrada, les ha explotado en la cara. Aunque no se equivocaban al ver que la derecha usamericana estaba en ascenso, la Oficina del Primer Ministro no entendió que esta nueva derecha extraía su fuerza de la promesa del aislamiento, alimentada por la ira hacia el paradigma intervencionista que representaban los aliados más cercanos de Israel en Washington. Formados en el apogeo del neoconservadurismo, estos hombres pensaban poco en la perspectiva de un mundo posyanquí.

Frente a la creciente condena y a las inminentes sanciones internacionales, Netanyahu se ha negado a detener la ofensiva de Israel. Ahora, para mantener la guerra –ya sea por una estrecha supervivencia política, un mesianismo megalomaníaco o una combinación de ambos– propone nada menos que una ruptura total con el principio más fundamental de la política exterior sionista.

Desde sus primeros años, cuando Theodor Herzl buscó una audiencia con el sultán otomano, el sionismo trabajó y dependió del apoyo de las grandes potencias. No tuvo éxito por intervención divina ni por el despliegue de un plan providencial, sino porque los primeros estadistas sionistas buscaron tales alianzas. Entendieron que, para los judíos, como para otras naciones pequeñas, el aislamiento era una trampa mortal. A lo largo del último siglo, viejos imperios cayeron, nuevas potencias los reemplazaron, pero el principio siguió siendo el mismo.

Tras la fundación de Israel, sus primeros líderes se preocuparon enormemente de que, sin alianzas con potencias regionales y globales más fuertes, el proyecto sionista fracasara. En 1949, Moshe Sharrett, entonces ministro de Exteriores de Israel, lamentaba: «Vivimos en un estado de aislamiento malvado en Oriente Medio». David Ben-Gurión soñaba con un acuerdo de defensa mutua con USA. Con el tiempo, Israel logró obtener el respaldo usamericano; se podría decir que esta es una de las razones por las que ha sobrevivido.

Quizás, entonces, uno de los aspectos más incoherentes, incluso delirantes, de la visión de Netanyahu es que ha declarado la supuesta no pertenencia de Israel a ningún bloque global en el mismo momento en que Israel aparece como el caprichoso agente de USA. Los últimos dos años han demostrado la total dependencia de Israel respecto a USA en todo, desde municiones hasta el intercambio de inteligencia. La guerra de 12 días contra Irán reveló a Israel como una especie de estado vasallo, suplicando ayuda al señor feudal.

Hay, sin embargo, una cosa en la que Netanyahu acertó en su reciente discurso. El orden unipolar posterior a 1989 ha terminado. El viraje hacia el siglo posyanqui también ha amenazado con derrumbar el sistema de normas e instituciones internacionales que tomó forma bajo la hegemonía hemisférica, y luego global, de USA. Israel debe su prosperidad actual, si no su existencia misma, a ese sistema.

Y, sin embargo, a lo largo de los últimos dos años de dura guerra, los líderes israelíes, Netanyahu a la cabeza, han parecido querer derribar ese sistema. Las acciones de Israel en Gaza han empañado gravemente su legitimidad. A largo plazo, sin embargo, Israel estará condenado sin él.

En su discurso de esta semana, Netanyahu recurrió a la tradición griega, pero quizá la referencia más adecuada provenga de la Biblia hebrea. Lo que Netanyahu propuso no es Esparta, sino Sansón.

 

Muerte de Sansón, por Gustave Doré, 1866