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20/04/2023

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
A 75 años de la Nakba y la reacción israelí ante su conmemoración por la ONU

Luis E. Sabini Fernández, 20-4-2023

Estamos a punto de cumplir los 75 años del día en que los sionistas “consagraron” la primera tapa de la conquista del territorio palestino, hasta entonces en disputa cada vez más sangrienta.  Cuando los ingleses retiran sus “fuerzas del orden” de la Palestina histórica que administraron como colonia, aunque siempre con una tendencia a favorecer los reclamos de los judíos sionistas y no los de la vieja comunidad judía (llamada Antiguo Yishuv) y menos todavía a la población árabe, tenida por minusválida (homo non europaeus), llega lo que para los sionistas es su “hora de la verdad”. Fecha del despojo de la sociedad palestina y fundacional para el Estado de Israel: el 14 de mayo de 1948 (5 de lyar de 5708 en el calendario hebreo, 5 de Rayab de 1367 en el calendario musulmán).

El plan sionista para la toma del territorio había quedado puesto a punto el 10 de marzo de ese mismo año, con el nombre de Plan Dalet, que programaba la destrucción de más de 500 aldeas palestinas y el vaciado de varios barrios urbanos. Ese plan se tradujo en miles de palestinos matados (los ataques sionistas fueron apenas repelidos, puesto que se trataba de población civil, casi desarmada (o con escopetas de caza) y varios cientos de miles de palestinos desalojados con violencia de sus moradas, campos y territorios.

El plan (Dalet) estaba a punto, pero fue el retiro militar británico el que dio carta blanca a la acometida. Que los palestinos llaman Nakba.

Ante semejante efeméride y a la vista del agravamiento, siempre mayor del conflicto, y del arrebato cada vez más violento y desembozado de las tropas de una sociedad supermilitarizada, como la israelí, sobre los territorios palestinos, permanentemente bajo maltrato y reducción, redes palestinas han procurado recordar tan triste efeméride desde la ONU.

No deja de ser paradójico, puesto que fue la ONU la que finalmente cohonestó la solución sionista con desconocimiento radical de la presencia y la historia palestina en ese mismo territorio en disputa.

Pero es que las denominaciones, los estados de conciencia, la crítica moral, cambian con los tiempos. Es muy distinto el trámite dado en la ONU, con sus cincuenta y ocho estados miembros en 1948 a la cuestión palestina, con la guía entonces inapelable de EE.UU., el apoyo soviético, la defensa de políticas de apartheid, a lo que podemos observar hoy día, con esta “otra” ONU, con sus casi doscientos estados miembros, donde ha desaparecido el bloque soviético, el Consejo de Seguridad −ahora ligeramente ampliado− no tiene una China perteneciente al eje occidental (y lo que queda de aquella China prooccidental, hoy República de China, es Taiwan), donde ahora se condena expresamente el racismo y todo apartheid, donde ahora sí los estados árabes, −dejados de lado cuando se nombra la Comisión Especial para Palestina (UNSCOP por su sigla en inglés)− tienen cierta presencia.

Es esta ONU de los 75 años la que decidió conmemorar la Nakba.

No vaya nadie a creer que el cambio de la ONU es fuerte y radical. Más bien cosmético, pero necesario por el desgaste. Y cambio al fin. La conmemoración se aprobó apenas con el voto de 90 estados (menos de la mitad de sus componentes), con 30 en contra –una minoría de peso− y 47 abstenciones (faltando por lo tanto los que se abstuvieron hasta de abstenerse, es decir, según la nómina, otros 26).


Es cierto que de la nómina de 193 “estados miembros de la ONU” hay una larga veintena de unidades políticas nominales, con poblaciones de pocos miles de habitantes (no sabemos si no habrá incluso alguna con centenares…), muchas de las cuales tienen adhesión poco menos que permanente a algunas “grandes naciones” de las que son como apéndices. También hay que recordar que en esa nómina no figuran ni palestinos ni kurdos, ni tantas otras naciones sin reconocimiento jurídico.

Pero de cualquier modo, la presencia de, grosso modo, media ONU atenta al abuso de la ocupación sionista, calificando la relación del “Estado de conquista” [1] de Israel con la población palestina como inaceptable, nos revela cuán difícil es preservar indefinidamente un atropello impunemente, y nos permite ver la reacción sionista e israelí ante la denuncia.

Sucintamente, pasemos revista a las instancias. El 1º de diciembre de 2022, hace apenas 4 meses, la Asamblea General de la ONU vota un reconocimiento a la Nakba, ante su inminente 75º aniversario, el 14 de mayo de 2023 (falta menos de un mes). Con los resultados de la votación que acabamos de ver.



Junto con ese resultado, reñido pero demoledor para la preservación de la “intocabilidad” de Israel, sobrevinieron varias otras resoluciones que atienden cuestiones claves del conflicto; por ejemplo, la que pide se  “detenga[n
] todas las acciones contrarias al Derecho Internacional destinadas a alterar la composición demográfica y estatutos de los Territorios Palestinos Ocupados y el fin de las actividades en asentamientos.” [2]

Se trata del rechazo frontal a la política habitual y normal de Israel… desde hace décadas. Es como si estuviéramos viendo que el cántaro que fue tantas veces con impunidad…  se rompió.

De todos modos, como parece inherente a estas grandes estructuras burocráticas y globales, otra resolución postula, vuelve a postular, “soluciones” que se han encarado reiteradamente y que nunca solucionaron un ápice:

“La A. G. de la ONU ha aprobado una resolución en la que subraya la necesidad ‘urgente’ de realizar esfuerzos colectivos para lanzar negociaciones creíbles sobre todos los asuntos de estatus final y lograr una paz justa y duradera, fundamentada en las resoluciones del organismo internacional.”[3] Lo que ignora, deliberadamente, esta resolución y sus piadosos firmantes es que tales “esfuerzos colectivos” se hicieron a esta altura del proyecto colonizador, muchas veces –resoluciones ONU 181 (1947), 194 (1948), 242 (1967), 338 (1973), 446 (1979), 479 (1980)− y muchas más, además de las negociaciones bipartitas o tripartitas todas aclamadas como inminentes triunfos y todas fallidas; las de Camp David, de Taba, de Oslo, y un largo etcétera.

¿Por qué tales fracasos?

Sintetizando, porque ambas partes han sido irreductibles. Con una diferencia fundamental: los palestinos fueron hollados, vejados, maniobrados y ante la resistencia, matados, y eso no ha sido proclive a conversación o diálogo alguno.


Los judíos que organizaron el proyecto sionista tenían tal superioridad material, tal claridad en el proyecto político, que constituyeron siempre la parte fuerte ante una sociedad inicialmente desconcertada y que iba siendo despojada de a poco. Y por eso, nunca, entiéndase bien, nunca aceptaron retacear sus objetivos, con salidas tipo “solución de dos estados”, por ejemplo. Un proyecto colonialista niega de raíz toda equivalencia o igualdad entre colonizadores y colonizados. Forma parte de la estructura mental y material de tal tipo de proyectos.

Por eso, si estaba ‘a punto de estallar la paz’, los sionistas buscaron los resortes para agravar el conflicto. Entendámonos: un pueblo organizado y armado siempre tiene enorme, aplastante ventaja contra un pueblo desarmado, incluso cuando en ese pueblo se gesten agrupaciones armadas, guerrillas de resistencia.

Basta comparar los planteles militares del Estado israelí, con decenas de miles de hombres y mujeres armados y dispositivos militares y securitarios de enorme voltaje, con las agrupaciones armadas irregulares que se han ido creando a lo largo de las décadas entre los palestinos para ver la enorme diferencia en dispositivos militares y violentos a disposición.

Por todo lo que hemos estado reseñando, el reconocimiento de la ONU a la Nakba constituye una amenaza inquietante al proyecto del Estado de Israel. Por ejemplo (con cierta tardanza que no hay, sino que interpretar políticamente), en 2022 la ONU ha resuelto condenar la anexión israelí de los Altos de Golán, arrebatados a Siria en 1967, una ocupación “legalizada” por Israel en 1981 y reconocida únicamente por USA en 2019. Cuarenta y un año después, la ONU declara “nula” esa “ampliación” territorial de Israel. Pensemos todo lo que tendría que decirse sobre el arrebato tira a tira del territorio palestino que no fuera conquistado/arrebatado en 1948.[4]

Riyad Mansur, el representante de palestinos ante la ONU, contestó a ciertas críticas elevadas por representantes de varios países que rechazan “criticar exclusivamente a Israel”, adoptando una suerte de equidistancia ante el conflicto y sus secuelas más penosas. Mansur aclaró: “Lo que señala únicamente a Israel no es la cantidad de críticas legítimas dirigidas a sus crímenes y violaciones sino el nivel de impunidad del que disfruta pese a las condenas.” [5] Touché! Mencionar la impunidad, la carta blanca de que dispone Israel, resulta auspicioso.

Mansur remató su alocución en la ONU sosteniendo que “la única forma de acabar con la ocupación israelí es acabar con la impunidad". Me permito pensar que la única forma de acabar con la impunidad es acabar con la ocupación. Y el primer paso, mencionar “la cosa”.

Gilad Erdan, a su vez el representante israelí ante la ONU, criticó que las resoluciones aprobadas busquen "culpar a Israel de todo lo que pasa en Oriente Próximo, absolviendo a los palestinos de su responsabilidad en esta situación.”[6] En rigor, dado que el ataque a la sociedad palestina provino de un sionismo violento, hay motivo para culpar a Israel de “todo”. Recordemos que para la misma ONU el rechazo y la violencia defensiva, del atacado, tiene otro valor que la violencia del desencadenante de todo conflicto.

Erdan ha sostenido que "cada vez que se presentan propuestas de paz, los palestinos las rechazan, negándose a negociar o a ceder una pulgada”. Esto es psicológica o psiquiátricamente llamativo: que un representante del estado israelí sostenga que son los palestinos quienes jamás han cedido ni un tranco de pollo, cuando a lo largo de las décadas, si vemos una parte que jamás ha cedido un ápice, territorial, judicial, laboral, ambiental, ha sido Israel.

Erdan finalmente se quejó ante el pedido de conmemoración del 75º aniversario de la Nakba, que es a la vez el 75º aniversario de la creación del Estado de Israel. “Han plantado una cláusula que presenta su visión distorsionada de la verdad”. No es versión distorsionada, porque los hechos históricos a los que se refiere la Nakba son ciertos, ilevantables. Pero, eso sí, muy incómodos para que suenen junto a la conmemoración del 75o. aniversario de la creación del Estado de Israel.  “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.”

La exhortación final de este embajador israelí es por demás preocupante (siempre según la fuente Europa Press, 1º de dic. 2022): "Dejen de apoyar los libelos palestinos y de votar a favor de estas invenciones peligrosas".

La descalificación moral por “libelos” califica más bien al autor. Invocar “invenciones”  palestinas, cuando la ideación del Estado de Israel no provino de la realidad, sino, en todo caso, como una inferencia milenaria a partir de un libro entendido como libro de historia sin serlo,  convocando así el sionismo a corporizar un sueño o aspiración, lo que a su vez  también se lo puede considerar una invención, no deja de ser penoso.

Y si advertimos que el sionismo ha constituido una invención peligrosa, la invocación de Erdan es realmente, permítaseme el neologismo, esquizopeligrosa.

 Notas

[1]   Así describe con acierto el historiador Miguel Ibarlucía el asentamiento sionista (Editorial Canaán, Buenos Aires, 2012).

[2]   Resolución de la A. G. de la ONU, 28 nov. 2022.

[3]   EUROPA PRESS INTERNACIONAL, 1o. dic. 2022.

[4]   En 1947 la UNSCOP propone por mayoría (con el rechazo de la minoría que no acepta la partición) un 52% para un estado judío y un 47% para un estado palestino (y el 1% restante como territorio internacionalizado, administrado por la ONU, en Jerusalén). Con el retiro británico, los dispositivos militares del recién inaugurado Estado de Israel se apropian del 78% de la Palestina histórica. Y a lo largo de las décadas, Israel ha ido tomando tierra de lo que fue quedando en manos palestinas, asfixiando más y más la vida material y cotidiana de la población remanente.

[5]    E P I, ob. cit.

[6]   Ibíd.

 Viñetas de Carlos Latuff, Brasil

ACTIVIDAD ABIERTA Y GRATUITA A TRAVÉS DE ZOOM CON INSCRIPCIÓN PREVIA



29/03/2023

RAJA SHEHADEH
La rébellion et le rêve
Le portrait d’une relation particulière entre un père palestinien et son fils


Raja Shehadeh
, The New York Review of Books, 25/3/2023
Traduit par
Fausto Giudice, Tlaxcala

Adapté de We Could Have Been Friends, My Father and I : A Palestinian Memoir, publié par Other Press aux USA le 28 mars.

Raja Shehadeh (Ramallah, 1951) est un avocat, militant des droits humains et écrivain palestinien. En 1979, il a cofondé l’organisation palestinienne de défense des droits de l’homme Al-Haq, affiliée à la Commission internationale des juristes et l’une des premières organisations de défense des droits de l’homme dans le monde arabe, qu’il a codirigée jusqu’en 1991. Il est né dans une éminente famille chrétienne (anglicane) palestinienne. Son grand-père, Salim, était juge dans les tribunaux de la Palestine sous mandat britannique. Son arrière-grand-oncle, le journaliste Najib Nassar, a fondé le journal Al-Karmil, basé à Haïfa, dans les dernières années de l’Empire ottoman, avant la Première Guerre mondiale. Son père, Aziz (1912-195), un avocat batailleur, a été l’un des premiers Palestiniens à soutenir publiquement une solution à deux États pour le conflit israélo-palestinien.

Sa famille a fui Jaffa pour Ramallah en 1948. Raja a fréquenté le Birzeit College pendant deux ans avant d’étudier la littérature anglaise et la philosophie à l’Université américaine de Beyrouth. Après avoir obtenu son diplôme à l’AUB en 1973, il a étudié le droit au College of Law à Londres. Après ses études, il est retourné à Ramallah et a commencé à exercer la profession d’avocat avec son père. Au cours de sa carrière, Raja a traité et participé à un certain nombre d’affaires qui ont fait jurisprudence, notamment la demande adressée à la Cour internationale de justice de La Haye concernant les conséquences juridiques de l’édification d’un mur dans les territoires palestiniens occupés. De 1991 à 1992, il a été conseiller juridique de la délégation palestinienne lors des pourparlers entre l’OLP et Israël à Washington.

Il est l’auteur de douze livres, dont quatre traduits en français (Tenir bon. Journal d'un Palestinien en Cisjordanie occupée, Palestine - Journaux d'occupation, 2037 et Naguère en Palestine). Bibliographie

 

Ce n’est qu’après sa mort que j’ai découvert le nombre de batailles que mon père avait livrées au cours de sa vie de lutte pour les droits des Palestiniens.

Aziz Shehadeh dans son bureau, Ramallah, 1982. Photo : Raja Shehadeh

 

Le 14 juillet 1958, Abdelkarim Qassem a mené un coup d’État en Irak qui a renversé le roi Fayçal II, un oncle du monarque jordanien, le roi Hussein. Craignant que les nationalistes et les antimonarchistes jordaniens ne fassent un coup d’État similaire contre son régime, Hussein a déclaré la loi martiale et ordonné l’arrestation d’un grand nombre de dirigeants nationalistes connus.

L’un de ces dirigeants était mon père, l’avocat palestinien Aziz Shehadeh. Cet été-là, il a passé deux mois torrides dans la prison d’Al Jafr, dans le désert. Je ne me souviens pas de son retour à la maison après cette épreuve. Je me souviens d’avoir vu une photo de lui avec une barbe sombre couvrant son visage, un crâne rasé et de grands yeux bruns foncés et ardents. S’agit-il d’une photo prise dans la prison du désert et sortie clandestinement, ou d’un faux souvenir, d’un tour d’imagination ? Pourtant, il devait avoir une longue barbe, bien que je ne me souvienne pas qu’il en portait une. Ma sœur m’a raconté qu’il avait été enlevé, probablement par ma mère, dès son arrivée à la maison et qu’il s’était précipité chez le barbier pour se faire raser afin que nous ne le voyions pas porter la barbe. Mais je n’ai aucun souvenir de cela non plus.

Comment se fait-il que je ne me souvienne de rien de tout cela ? Comment se fait-il que son emprisonnement injuste dans des conditions aussi difficiles n’ait pas fait de mon père un héros à mes yeux ? Des années plus tard, je me suis rendu compte que mon attitude à l’égard de mon père n’avait jamais été empreinte d’admiration. N’ayant pas conscience de l’ampleur et du nombre de batailles qu’il a menées au cours de sa vie de lutte juridique et politique pour les droits des Palestiniens, je n’ai jamais compris la mesure de sa colère, de sa déception et de son malheur. Avec le temps, j’aurais pu faire preuve de plus de gentillesse et de compréhension à son égard. Il était en bonne santé et prenait bien soin de lui. Mais sa mort, en 1985, sous les coups d’un meurtrier - un squatter d’un terrain d’Hébron appartenant à l’Église anglicane, qui avait peut-être agi en tant que collaborateur israélien, et contre lequel mon père s’occupait d’une procédure d’expulsion - n’a pas laissé plus de temps pour cela.

Mon père avait soixante-treize ans lorsqu’il a été assassiné, soit quelques années de plus que moi aujourd’hui. Mais pour l’homme de trente-quatre ans que j’étais à l’époque, il semblait très vieux, quelqu’un à qui je ne pouvais pas m’identifier. Lorsque le moment est venu de finaliser la couverture de mon nouveau livre, We Could Have Been Friends, My Father and I [Nous aurions pu être amis, mon père et moi], le graphiste a choisi une photo de mon père avec son bras autour de mon cousin Walid, pensant qu’il s’agissait de moi. Lorsque j’ai signalé l’erreur, le graphiste a demandé une photo similaire de moi embrassant mon père. J’ai cherché dans toutes les photos de famille, mais je n’en ai trouvé aucune. C’était une triste confirmation de ce que j’avais perdu en n’ayant jamais acquis cette proximité avec mon père, qui était un homme émotif et aimant. Pourquoi, alors que nous travaillions sur des sujets similaires, étions-nous si incapables de communiquer ? Pourquoi, avec nos expériences respectives de la Palestine, la sienne après la Nakba et la mienne après la guerre de 1967, n’avons-nous pas vu les similitudes dans nos trajectoires et ne nous sommes-nous pas aidés l’un l’autre à comprendre et à supporter ?

Au cours de la dernière année de mon père, j’ai pu constater à quel point il était occupé à mettre de l’ordre dans ses papiers. Je me suis demandé s’il se préparait à écrire ses mémoires, mais il semble qu’il n’en avait pas l’intention. Tous ces dossiers sont restés chez lui jusqu’à ce que je les transfère chez moi. Il y a deux ans, comme je l’ai raconté dans ces colonnes, j’ai décidé de les ouvrir : un dossier après l’autre, bien ordonné, documentant ses engagements politiques. Il s’agit notamment de son travail assidu en faveur du retour des réfugiés dans les maisons dont ils ont été chassés en 1948, de sa pétition adressée au parti travailliste britannique contre le commandant britannique de l’armée jordanienne, Glubb Pacha, sous la domination brutale duquel il vivait, et d’un certain nombre d’affaires juridiques qui ont fait jurisprudence.

*

Mon père a vécu treize ans à Jaffa, où il a établi son cabinet d’avocat et, plus tard, son domicile conjugal. Lorsqu’il a été contraint de partir en avril 1948, il était certain que dans le pire des cas - même si d’autres parties de la Palestine étaient perdues au profit de l’État juif - la ville, qui, selon le plan de partage des Nations unies de 1947, faisait partie de l’État arabe, reviendrait aux mains des Arabes. Dans son dossier sur le retour des réfugiés, je lis que ses espoirs ont été ravivés le 11 décembre 1948. Ce jour-là, l’Assemblée générale des Nations unies a adopté la résolution 194, qui stipule que « les réfugiés qui désirent rentrer dans leurs foyers et vivre en paix avec leurs voisins doivent être autorisés à le faire le plus tôt possible, et qu’une indemnité doit être versée pour les biens de ceux qui choisissent de ne pas rentrer ». Le même jour, les Nations unies ont créé la Commission de conciliation pour la Palestine, chargée de mettre en œuvre la résolution. Sachant qu’ils ne pouvaient pas laisser cette tâche à la seule ONU, un groupe de Palestiniens, dont mon père, a créé le Congrès des réfugiés de Ramallah (plus tard appelé Congrès des réfugiés arabes), qui représentait 300 000 réfugiés. Son objectif principal était de « défendre le droit des réfugiés à retourner dans leurs foyers ».

13/11/2022

JONATHAN LIS
L'ONU vote pour demander l'avis de la Cour internationale de justice sur le “statut juridique de l'occupation israélienne”

Jonathan Lis, Haaretz, 11/11/2022Fausto Giudice, Tlaxcala

Depuis des années, le président palestinien Mahmoud Abbas prévient Israël que si un État palestinien ne se profile pas à l'horizon, il portera plainte à La Haye.


À la demande de l'Autorité palestinienne [relayée par le Nicaragua, l’Autorité palestinienne n’ayant qu’un statut d’État observateur non membre de l’ONU, NdT] l'ONU a voté pour demander à la Cour internationale de justice un avis sur le statut juridique de « l'occupation prolongée, la colonisation et l'annexion par Israël du territoire palestinien occupé depuis 1967 ».

La Commission des questions politiques spéciales et de la décolonisation des Nations unies s'est réunie pour débattre de l'opportunité de demander à la CIJ de rendre un avis sur « le statut juridique de l'occupation [de la Cisjordanie et de Gaza] ». La décision a été adoptée par 98 voix pour, 17 contre et 52 abstentions.

L'ambassadeur d'Israël à l'ONU, Gilad Erdan, a dénoncé le vote, appelant les nations à se demander si elles soutiennent ou non les négociations et la réconciliation. Le représentant des USA au plénum a également voté contre la proposition, indiquant clairement que l'administration Biden s'oppose aux décisions unilatérales [sic].

Depuis des années, le président palestinien Mahmoud Abbas prévient Israël que si un État palestinien ne se profile pas à l'horizon, il portera plainte à La Haye, avec en point d'orgue un discours enflammé lors de l'Assemblée générale des Nations unies de cette année, dans lequel le dirigeant a menacé de traduire Israël devant le tribunal international.

Les menaces d'Abbas font suite à la décision prise l'année dernière par la Cour pénale internationale, qui s'est déclarée compétente pour poursuivre les crimes de guerre en Cisjordanie et à Jérusalem-Est. La CPI n'a pas statué qu'Israël était coupable de crimes de guerre ; elle a simplement répondu à une demande antérieure de la procureure Fatou Bensouda, qui avait demandé à la chambre préliminaire des juges de se prononcer sur la question fondamentale de la compétence internationale de la cour.

À la différence de la CIJ, qui poursuit des États, la CPI poursuit les auteurs individuels de crimes.

Dans son arrêt de 2021, la CPI a noté qu'elle n'est « pas constitutionnellement compétente pour déterminer les questions relatives à l'existence d'un État qui lieraient la communauté internationale » expliquant que sa décision sur la compétence « ne tranche pas un différend frontalier [...] et ne préjuge pas de la question de toute frontière future ».




Détails du vote de la Commission des questions politiques spéciales et de la décolonisation (Quatrième Commission) de l'Assemblée générale des Nations Unies sur la Résolution A/C.4/75/L.14, « Pratiques israéliennes affectant les droits de l’homme du peuple palestinien dans le Territoire palestinien occupé, y compris Jérusalem-Est »

 

Vote

Nombre

États

 

 

 

 

 

 

 

 

Pour

 

 

 

 

 

 

 

 

98

Afghanistan, Algérie, Angola, Antigua-et-Barbuda, Argentine, Arménie, Azerbaïdjan, Bahamas, Bahreïn, Bangladesh, Barbade, Belgique, Belize, Bénin, Botswana, Brésil, Brunei Darussalam, Cabo Verde, Cambodge, Tchad, Chili, République populaire de Chine, Comores, Cuba, République populaire démocratique de Corée, Djibouti, République dominicaine, Égypte, El Salvador, Gabon, Gambie, Guinée, Guinée-Bissau, Guyana, Indonésie, République islamique d'Iran, Irak, Irlande, Jordanie, Kazakhstan, Kenya, Koweït, Kirghizistan, Laos, Liban, Lesotho, Libye, Luxembourg, Malaisie, Maldives, Mali, Malte, Maroc, Maurice, Mauritanie, Mexique, Mongolie, Mozambique, Namibie, Nicaragua, Niger, Nigeria, Oman, Pakistan, Panama, Paraguay, Pérou, Pologne, Portugal, Qatar, Fédération de Russie, Saint-Kitts-et-Nevis, Sainte-Lucie, Saint- Vincent-et-les-Grenadines, Afrique du Sud, Sénégal, Sierra Leone, Singapour, Slovénie, Somalie, Sri Lanka, Soudan, Suriname, République arabe syrienne, Tadjikistan, Timor-Leste, Trinité-et- Tobago, Tunisie, Turkménistan, Türkiye, Ouganda, Ukraine, Émirats arabes unis, Ouzbékistan, Viet Nam, Yémen, Zimbabwe.

 

 

Contre

 

17

Allemagne, Australie, Autriche, Canada, Estonie, États-Unis, Guatemala, Hongrie, Israël, Italie, Liberia, Lituanie, Îles Marshall, États fédérés de Micronésie, Nauru, Palau, République tchèque.

 

 

 

 

Abstention

 

 

 

52

Albanie, Andorre, Bélarus, Bosnie-Herzégovine, Bulgarie, Burundi, Cameroun, Chypre, Colombie, Costa Rica, Côte d'Ivoire, Croatie, Danemark, Équateur, Érythrée, Éthiopie, Finlande, France, Géorgie, Ghana, Grèce, Haïti, Honduras, Inde, Islande, Japon, Lettonie, Liechtenstein, Monaco, Monténégro, Myanmar, Macédoine du Nord, Norvège, Pays-Bas, Nouvelle-Zélande, Philippines, République de Corée, République de Moldavie, Roumanie, Rwanda, Saint-Marin, Serbie, Slovaquie, Îles Salomon, Sud-Soudan, Espagne, Suède, Suisse, Thaïlande, Togo, Royaume-Uni, Uruguay.

 

 

 

Absents

 

 

26

Bhoutan, Bolivie, Burkina Faso, République centrafricaine, Congo, République démocratique du Congo, Dominique, Guinée équatoriale, Eswatini, Fidji, Grenade, Jamaïque, Kiribati, Madagascar, Malawi, Népal, Papouasie-Nouvelle-Guinée, Samoa, São Tomé et Príncipe, Seychelles, Tonga, Tuvalu, République-Unie de Tanzanie, Vanuatu, Venezuela, Zambie.

Total

193