31/05/2024

TUCKER CARLSON
Jeffrey Sachs: The Untold History of the Cold War, CIA Coups Around the World, and COVID’s Origin

Professor Jeffrey Sachs is the President of the UN Sustainable Development Solutions Network and Director of the Center for Sustainable Development at Columbia University. He is the author of many best selling books, including The End of Poverty and The Ages of Globalization.


30/05/2024

JEAN-LUC MÉLENCHON
Francia: el momento de la bandera palestina

Jean-Luc Mélenchon, 29/5/2024
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

En primer lugar, es una imagen. ¡Un trozo de tela es una cosa tan pequeña! Sébastien Delogu, diputado insumiso por Marsella, está de pie, con su alto cuerpo extendido, sosteniendo la bandera palestina.

 

Es un gesto simbólico, por supuesto. Pero los símbolos siempre conllevan una fuerza singular, global, abarcadora. De repente, el inmenso hemiciclo queda absorbido por completo en estos minúsculos centímetros cuadrados coloreados. Entonces el marco explota. El genocidio grita su angustia. Los rebeldes se ponen en pie, gritan su apoyo a la resistencia. Nada les representa mejor en este momento que este hombre, uno de los suyos, ellos mismos grandes, en estos preciosos minutos. Alma Dufour dijo las palabras en su pregunta al Ministro, Sébastien mostró el camino. Desde los bancos de la derecha hasta el extremo derecho del hemiciclo, estallaron los desplantes de odio. Es el mundo tal como es, Francia tal como es, atrapados por un momento en la dura luz del símbolo que ilumina lo más profundo de cada uno de nosotros.

 

Foto del 10 de octubre 2023 de Yaël Braun-Pivet, presidenta de la Asamblea nacional francesa. Nieta de inmigrantes polacos y alemanes judíos, fue socialista antes de convertirse al macronismo

Y luego está el rostro de la Presidenta de la Asamblea, convulsionado por el odio. Explota de rabia, con los ojos desorbitados, vociferante. Algo está fuera de control en ella. Por supuesto, es indigna de su cargo. A los ojos del mundo, la Presidenta de la Asamblea Nacional francesa, ya vista en uniforme militar en Tel Aviv, sufre un ataque de nervios ante la bandera palestina. Frente a lo que no puede soportar, no puede reaccionar más que en el extremo: golpear al máximo de su fuerza y de su poder, sin freno ni contención. En tres años habrá castigado a más diputados que todos sus predecesores desde el inicio de la V República. Está utilizando de nuevo el látigo.

Está inventando normas para encubrir su violencia. Sólo la bandera francesa tendría cabida en la asamblea, dice. Como si no recordáramos la bandera ucraniana en el hemiciclo del Senado, o a su presidente, el Sr. Larcher, que se jactaba de ello "como signo de solidaridad". Como si toda esa gente no hubiera acudido ya al hemiciclo con pins de Israel. Así que su reacción no fue una reacción normal, conforme al reglamento. Entonces, ¿se trata sólo de odio partidista, a lo Meyer Habib*? No lo creo. Creo que, literalmente, no quiere ver esa bandera. Por lo que significa en ese momento en que es ondeada, sola y desarmada. Esta bandera muestra tantas cosas que son invisibles sin ella. Muestra los rostros del genocidio. Los rostros que vimos en esos vídeos desde la escena del crimen. Y esta Presidenta se convierte una vez más en un ser humano aterrorizado por las consecuencias de sus propios actos. No quiere verlo. Su reacción es como si de repente se hubiera visto en un espejo, sentada sobre una pila de cadáveres, en el barro de los campos de refugiados.

No es la bandera lo que ve. Se vio a sí misma como cómplice de un crimen. Se vio a sí misma en el campo del mal absoluto. Del que seguirá siendo la más cobarde cómplice durante generaciones. Es la indigna Francia que mira hacia otro lado cuando tiene ante sus ojos un genocidio. Por eso ya no puede controlarse, como muestran las imágenes. Porque esto es un genocidio, ¡dice la bandera!

Netanyahu ha bombardeado sesenta veces desde que el Tribunal Internacional de Justicia le pidió que detuviera inmediatamente toda acción militar en Rafah. Bombardeará de nuevo. Una y otra vez. Esto no es un incidente de guerra. Es deliberado. Los asesinatos son necesarios a sus ojos para poder reclamar y colonizar cada metro de tierra. No es un incidente, no es al azar. Un genocidio metódicamente planeado. Y llevado a cabo de tal manera que demuestra que nada ni nadie puede hacer nada contra los autores.

Eso es lo que anunció Meyer Habib cuando, radiante en la Cámara, repitió la lista de crímenes cometidos por su querido amigo Netanyahu, tal y como la enunció el diputado rebelde Léaument: "¡Y aún no ha terminado! ¡Aún no ha terminado! La vergüenza y el deshonor marchan a su lado. Aún no ha terminado. Netanyahu matará y volverá a matar. Ha convertido a su país en el paria de las naciones para millones de seres humanos sin prejuicios. Ha dado a conocer a todos aquellos que tienen el poder de actuar, y que no hacen nada, sus cómplices. Basta con nombrarlos y señalarlos con el dedo, sin hacer nada más, para que los veamos tal como son, con el rostro de la inhumanidad más allá de la frontera del mal.

La señora Presidenta es cómplice de Netanyahu. Bastó que ondeara una bandera para que esto se supiera en todo el país y en toda Europa. Sólo un trozo de tela sostenido a distancia. Se está produciendo un genocidio y ella piensa que ondear la bandera de las víctimas para denunciarlo debe castigarse con la pena más severa. Está en el lado equivocado de la historia.

Con el paso de las semanas, el palestino se ha convertido en el rostro de los oprimidos, sean quienes sean. El despreciado por los poderosos, aquel cuya humanidad se niega hasta el punto de que es aceptable eliminarlo. Con el paso de las semanas y del genocidio, esta bandera, después de la de Nelson Mandela en la época del apartheid, se ha convertido en un mensaje universal de fraternidad humana. Se mantiene contra viento y marea, contra insultos e intimidaciones, contra citaciones, detenciones policiales y prohibiciones.

Aquí está Delogu de pie, y sobre sus hombros todos los que no veríamos si no fuera porque sus grandes brazos sostienen esta bandera en lo alto de la refriega. Como un pájaro fuera de su jaula volando al viento libre. Gracias, Sébastien.

NdT
*Meyer Habib (París, 1961), hijo de tunecinos judíos y amigo personal de Netanyahu, es diputado francés de derecha (los llamados Republicanos) representando los electores franceses de Israel. Sionista rabioso, fue miembro activo del grupo terrorista Betar y se ha hecho un portavoz de la guerra de exterminación lanzada por Israel en octubre de 2023.

JEAN-LUC MÉLENCHON
Le moment du drapeau palestinien

Jean-Luc Mélenchon, 29/5/2024

C’est d’abord une image. C’est si peu de chose qu’un bout d’étoffe ! Sébastien Delogu, député insoumis de Marseille, est debout, sa grande taille déployée, il tient le drapeau palestinien. C’est un geste symbolique, bien sûr. Mais les symboles portent toujours une force singulière, englobante, surplombante. L’immense hémicycle est soudain tout entier absorbé dans ces pauvres centimètres carrés colorés. 


Alors le cadre explose. Le génocide hurle sa détresse. Les insoumis sont debout et crient leur soutien à la résistance. Rien ne les représente mieux à cet instant que cet homme, l’un des leurs, eux-mêmes en grand, dans ces minutes précieuses. Alma Dufour a dit les mots dans sa question au ministre, Sébastien a montré le chemin. Les vociférations haineuses éclatent sur les bancs de droite jusqu’aux confins de l’extrême droite de l’hémicycle. C’est le monde tel qu’il est, la France comme elle est, pris un instant sous la lumière crue du symbole éclairant les profondeurs de chacun.

 

Yaël Braun-Pivet, à l’Assemblée nationale, le 10 octobre 2023

Et puis il y a le visage convulsé de haine de la présidente de l’Assemblée. Elle explose de rage, les yeux exorbités, vociférant. Quelque chose est débondé chez elle. Bien sûr, elle est indigne de sa fonction. Aux yeux du monde, la présidente de l’Assemblée française, déjà vue en treillis militaire à Tel Aviv, se montre en pleine crise de nerfs devant le drapeau palestinien. Devant ce qu’elle ne supporte pas elle ne sait pas réagir autrement qu’à l’extrême : frapper au maximum de ses forces et de son pouvoir, sans retenue ni mesure. Elle aura sanctionné davantage de députés en trois ans que tous ses prédécesseurs depuis le début de la cinquième République. Elle ressort le fouet.

Elle invente des règles pour couvrir sa violence. Seul le drapeau français aurait sa place dans l’assemblée, dit-elle. Comme si on ne se souvenait pas du drapeau ukrainien installé dans l’hémicycle du Sénat, ni de son président, monsieur Larcher, qui s’en vantait « en signe de solidarité ». Comme si tous ces gens n’étaient pas déjà venus dans l’hémicycle avec des pins Israël. Sa réaction n’est donc pas une réaction normale, conforme au règlement. Alors est-ce juste une haine partisane, à la Meyer Habib ? Je ne crois pas. Je crois que, littéralement, elle ne veut pas voir ce drapeau. À cause de ce qu’il signifie à cet instant où il est brandi, seul et désarmé. Ce drapeau montre tant de choses invisibles sans lui. Il donne à voir les visages du génocide. Ceux que l’on a vus dans ces vidéos venues de la scène de crime. Et cette présidente redevient un être humain terrorisé par les conséquences de ses propres actes. Elle ne veut pas le voir. Sa réaction, c’est comme si elle s’était vue soudain dans un miroir, installée sur un tas de cadavres, dans la boue des camps de réfugiés.

Ce n’est pas le drapeau qu’elle voit. C’est elle-même, en complice d’un crime. Elle s’est vue dans le camp du mal absolu. Celui dont, pour les générations à venir, elle restera l’image de la complicité la plus veule. Elle est la France indigne qui regarde ailleurs quand le génocide est sous ses yeux. C’est pourquoi elle ne se contrôle plus, comme le montrent les images. Car c’est bien un génocide, dit le drapeau !

Netanyahu a bombardé soixante fois depuis que la cour de justice internationale lui a demandé d’arrêter immédiatement tout action militaire à Rafah. Il va encore bombarder. Encore et encore. Ce n’est pas un incident de guerre. C’est délibéré. Des meurtres nécessaires à ses yeux pour pouvoir se réapproprier et coloniser chaque mètre de terrain. Ni incident, ni hasard. Un génocide planifié méthodiquement. Et mené de façon à prouver que rien ni personne ne peut rien contre ses auteurs.

C’est ce qu’avait annoncé Meyer Habib, quand il répétait l’air radieux dans l’hémicycle à l’énoncé de la liste des crimes de son ami très cher Netanyahu qu’égrenait le député insoumis Léaument : « Et ce n’est pas fini ! Ce n’est pas fini ! ». La honte et le déshonneur marchent à ses côtés. Ce n’est pas fini. Netanyahu va encore tuer et tuer. Il a fait de son pays le paria des nations pour des millions d’êtres humains sans a priori. Il fait de tous ceux qui ont un pouvoir d’agir, et qui ne font rien, ses complices connus de tous. Il suffit de les nommer et de les montrer du doigt, sans en faire davantage, pour qu’on les voit comme ils sont, avec le visage de l’inhumanité au-delà de la frontière du mal.

Madame la Présidente est la complice de Netanyahu. Il aura suffi d’un drapeau brandi pour que cela se sache d’un bout à l’autre du pays et de l’Europe. Juste un bout d’étoffe tenu à bout de bras. Il se passe un génocide et elle trouve que brandir le drapeau des victimes pour le dénoncer doit être puni par la sanction la plus sévère. Elle est le mauvais côté de l’histoire.

Au fil des semaines, le Palestinien est devenu la figure de l’opprimé quel qu’il soit. Du méprisé par les puissants, de celui dont l’humanité est niée au point qu’on puisse trouver acceptable de l’éliminer. Au fil des semaines et du génocide, ce drapeau, après celui de Nelson Mandela au temps de l’apartheid, est devenu un message universel de fraternité humaine. Maintenue contre vents et marées, contre l’insulte et les brimades, contre les convocations, les gardes à vue et les interdictions.


Voici Delogu debout et sur ses épaules tous ceux qu’on ne verrait pas sans ses grands bras qui tiennent ce drapeau en hauteur au-dessus de la mêlée. Comme un oiseau sorti de cage qui vole au vent libre. Merci Sébastien.
 

Note de Tlaxcala
➤Signez la pétition 
Exclure Yaël Braun Pivet 15 jours de l'assemblée nationale

 

Grandes manœuvres, petits arrangements et conciliabules pour préparer la “succession” de Mahmoud Abbas, “après la guerre”

Les Palestiniens ont besoin d’un leader populaire capable de faire avancer les choses. Être originaire de Gaza serait un plus

Jack Khoury, Haaretz, 25/12/2023
Traduit
par Fausto Giudice, Tlaxcala

L’opinion publique palestinienne n’a pas de figure, autre que Marwan Barghouti, emprisonné, qui puisse prendre les rênes en Cisjordanie et à Gaza dès la fin de la guerre et jouir de la légitimité à la fois du Fatah et du Hamas.

"Nous nous rencontrerons bientôt" : fresque murale dédiée à Marwan Barghouti dans le camp de réfugiés de Jabalya, à Gaza, en avril. Photo Majdi Fathi via Reuters Connect

La conversation sur la revitalisation de l’Autorité palestinienne par des réformes internes et des changements de dirigeants après la guerre n’a pas épargné la Cisjordanie. Ramallah est au courant des discussions et de la nécessité d’un changement, mais contrairement aux précédents cycles de combats entre Israël et Gaza, il n’y a personne pour parler en leur nom, ni pour proclamer des slogans sur un nouvel horizon.

Les enfants de la bande de Gaza sont les “stars” actuelles de la politique palestinienne. L’attention du public se concentre sur eux et sur la situation humanitaire catastrophique de Gaza.

L’Autorité palestinienne n’a pas de réponse claire à la question de l’après-guerre à Gaza, ce qui laisse présager toute une série de scénarios possibles, allant d’un chaos total à la somalienne à la création d’un forum international chargé d’œuvrer à une solution diplomatique et à des élections qui donneraient un coup de pouce à une nouvelle équipe dirigeante palestinienne.

Des sources proches du président palestinien Mahmoud Abbas ont déclaré à plusieurs reprises que des élections libres dans tous les territoires de l’Autorité palestinienne - y compris Jérusalem-Est et la bande de Gaza - étaient le seul moyen d’obtenir la légitimité. Cependant, il est clair pour tous que la tenue d’élections, qui aurait été compliquée même avant le 7 octobre, n’est pas envisageable à court terme, et que la réalité imposera une sorte de mesure provisoire pour préparer l’étape suivante. La condition est que les USA et Israël acceptent de coopérer et de présenter une vision claire de la paix.

Un processus intérimaire inclurait probablement des changements dans la gestion de l’Autorité palestinienne et de l’Organisation de libération de la Palestine (l’organisation faîtière qui la supervise). Mais le réseau d’intérêts est complexe. Le débat sur la prochaine étape commence par la question de savoir quel gouvernement Israël aura après la guerre.

Il se poursuit avec les plans régionaux usaméricains, puis avec la Russie et la Chine. L’Égypte et la Jordanie font également partie de ce réseau, en raison de leur intérêt pour la stabilisation de la région, tandis que les États du Golfe participent à la mêlée grâce à leur énorme influence financière.

En ce qui concerne la politique palestinienne interne, il n’y a pas de consensus sur la personne qui pourrait immédiatement et naturellement prendre les rênes en Cisjordanie et à Gaza avec une large légitimité. La seule personnalité qui pourrait obtenir le soutien de toutes les factions est Marwan Barghouti, qui est emprisonné en Israël.

Dans toutes les enquêtes menées au cours de la dernière décennie, Barghouti a reçu le plus grand soutien en tant que leader, y compris dans une enquête publiée la semaine dernière par le Centre palestinien de recherche sur les politiques et les sondages, Barghouti - obtenant une moyenne de 55 %, en tenant compte des données de la Cisjordanie et de la bande de Gaza. Toutefois, il est peu probable qu’il puisse être libéré (ou peut-être dans le cadre d’un accord pour la libération des otages restés à Gaza), et qu’il soit préparé à occuper un poste de direction.

 

Le président palestinien Mahmoud Abbas, le mois dernier. Photo  Pool/Reuters

Les proches d’Abbas espèrent que l’Autorité palestinienne, sous sa direction, pourra gérer la tâche gigantesque de la reconstruction de la bande de Gaza après la guerre. Ils conditionnent toutefois cette possibilité à des garanties internationales - principalement de la part des USA et des États arabes - selon lesquelles un cadre clair pour la création d’un État palestinien accompagnera ce mouvement.

« Il y a un grand point d’interrogation concernant Israël et les USA », déclare un haut responsable du Fatah. « Veulent-ils vraiment stabiliser Gaza, la rendre à l’Autorité palestinienne d’une manière ou d’une autre, puis lancer un processus diplomatique et entamer des négociations ? Ou bien ont-ils intérêt à maintenir la séparation entre la Cisjordanie et la bande de Gaza, puis à plonger Gaza dans le chaos le plus total et à provoquer l’effondrement de l’Autorité palestinienne ? Quels que soient les espoirs des Palestiniens, sans implication internationale et arabe, les choses ne progresseront pas ».

Ne pas aller n’importe où

À 88 ans, Mahmoud Abbas est toujours considéré comme l’homme fort de la Cisjordanie et ne montre aucun signe de départ de la scène politique - en tout cas pas tant que sa santé le permet et que des élections ne se profilent pas à l’horizon. Mais dans le même temps, les critiques croissantes de la situation de l’AP, le manque de légitimité publique d’Abbas et le discours international sur la nécessité d’un changement alimentent les rumeurs sur les candidats à la direction palestinienne de l’après-guerre.

Il y a deux noms importants dans le cercle d’Abbas. Le premier est le secrétaire général du comité exécutif de l’OLP, Hussein al-Sheikh, qui assure la liaison directe avec Israël et l’administration usaméricaine et qui assiste à toutes les réunions diplomatiques importantes. L’autre est Majed Faraj, chef du service des renseignements généraux.

Toutefois, il est peu probable que l’un ou l’autre puisse prendre le contrôle de Gaza sans l’implication du Hamas. Le Premier ministre palestinien Mohammad Shtayyeh est une autre figure familière à tous les acteurs de l’arène, mais il a fait l’objet de critiques de la part des Palestiniens. Il était question de le remplacer avant la guerre.

Des enfants cherchent leurs affaires dans un bâtiment de Rafah, à Gaza, après une frappe aérienne israélienne, dimanche. Photo Said Khatib/AFP

 

Un candidat potentiel pour remplacer Shtayyeh est Mohamed Mustafa, qui gère l’appareil financier de l’AP et est un proche associé d’Abbas. Il est considéré comme un personnage quelque peu ennuyeux, mais capable de diriger le gouvernement. Il est cependant peu probable que les factions de Gaza soient prêtes à coopérer avec lui.

Un autre candidat est Ziad Abu Amr, l’actuel vice-premier ministre, qui est également proche d’Abbas. Contrairement à Mustafa, Abu Omar est originaire de Gaza et a été ministre des Affaires étrangères en 2007 pendant le gouvernement d’unité. Comme Mustafa, cependant, il ne jouit pas d’une base populaire qui lui permettrait de prendre des décisions importantes.

Un autre nom est apparu récemment, celui de Husam Zomlot, ambassadeur palestinien à Londres et ancien chef de la mission de l’OLP aux USA. Zomlot, issu d’une famille de Gaza, parle couramment l’anglais et a joué un rôle important dans les efforts de diplomatie publique palestinienne dans les médias usaméricains et britanniques pendant la guerre.

Si, à 50 ans, il fait partie de la jeune génération de fonctionnaires, il est plus connu en tant qu’universitaire et diplomate que dans un contexte populaire. Il n’a pas non plus occupé de poste administratif, de sorte qu’Abbas est plus susceptible d’envisager de le ramener à Ramallah en tant que ministre des Affaires étrangères plutôt que comme premier ministre.

 

Hussein al-Sheikh, qui assure la liaison entre les Palestiniens et les USA et Israël, ce mois-ci. Photo Ammar Awad/Reuters

Salam Fayyad, premier ministre de 2007 à 2013, est l’une des personnes qui a occupé un poste exécutif dans le passé et qui jouit de la confiance des USA, d’Israël et de la communauté internationale. Le principal inconvénient de Fayyad est - une fois de plus - l’absence d’une large base de soutien. Lors des élections au Conseil législatif palestinien en 2006, son parti, la Troisième Voie, n’a remporté que deux sièges. Tant Ramallah que Gaza pensent que Fayyad peut être une solution provisoire, en particulier si la communauté internationale et les pays arabes font pression pour le nommer, mais ils estiment que le fait qu’il ne soit pas originaire de Gaza est un inconvénient évident.

Azzam Al-Shawwa, ancien ministre de l’énergie qui a occupé des postes clés dans des institutions économiques et financières (y compris dans le secteur privé), est issu d’une famille bien connue et bien établie dans la bande de Gaza, ce qui pourrait l’aider à obtenir le soutien du Hamas et du Djihad islamique.

Un autre nom notable mentionné comme candidat potentiel à la direction de l’AP pendant une période de transition est celui de Mahmoud al-Aloul, chef adjoint du parti Fatah d’Abbas. Al-Aloul est un politicien chevronné et un membre de la génération fondatrice, mais ses perspectives dépendent principalement de la mesure dans laquelle le comité central du Fatah est prêt à prendre la décision spectaculaire d’écarter Abbas. En outre, comme d’autres, Al-Aloul ne dispose pas d’une base de soutien à Gaza, et sa capacité à y obtenir une légitimité est douteuse.

Bien entendu, Abbas a également des opposants politiques convaincus qui se considèrent comme des candidats. Mohamed Dahlan, qui a été exclu du Fatah et de l’Autorité palestinienne en 2010, est une figure incontournable dans le contexte de la lutte pour la succession, d’autant plus qu’il est né à Gaza, qu’il bénéficie d’un certain soutien dans les cercles de Gaza et de Cisjordanie et qu’il entretient des liens étroits avec les Émirats arabes unis.

Salam Fayyad , par John Springs (2010)

Pendant la guerre, les alliés de Dahlan ont insisté sur le fait qu’il avait contribué, entre autres, à l’établissement d’un hôpital de campagne émirati à Gaza. Dahlan a également des liens avec le Hamas (tant à Gaza qu’à l’étranger), les services de renseignement égyptiens, Israël et les USA. Une source proche de lui a déclaré à Haaretz qu’il pourrait être un acteur majeur dans la gestion de la bande de Gaza, mais qu’il ne pourrait pas en prendre la tête.

Une autre figure - qui est anathème pour Abbas, mais dont le nom est apparu dans les discussions sur la nouvelle direction palestinienne - est Nasser al-Kidwa. Le neveu de Yasser Arafat a occupé plusieurs postes officiels dans le passé, notamment celui d’ambassadeur palestinien auprès des Nations unies et de ministre des affaires étrangères, mais il admet lui-même qu’il ne pourra occuper aucune fonction exécutive tant qu’Abbas restera au pouvoir.

Le mois dernier, le Hamas a publié une photo d’une réunion conjointe d’al-Kidwa et de Samir Mashharawi, considéré comme le bras droit de Dahlan, avec Ismail Haniyeh, haut responsable du Hamas, et Khaled Meshal au Qatar. Les observateurs considèrent que cette réunion a été organisée en vue de « l’étape suivante ».

Les détracteurs d’Al-Kidwa, même au sein du Fatah, admettent qu’il a des liens internationaux étendus et une expérience diplomatique et politique. De plus, ils pensent que le fait qu’il soit issu d’une famille gazaouie l’aidera. Selon eux, une question plane sur al-Kidwa en ce qui concerne sa « maison » politique. Dans quelle mesure devra-t-il lutter pour obtenir l’accord du Fatah pour diriger l’AP ? Il semble qu’il puisse obtenir l’accord du Hamas et le soutien de Dahlan, mais il est beaucoup plus douteux qu’Abbas et la direction de l’AP acceptent cette idée, du moins dans l’immédiat.

 

Mohamed Dahlan,  contre lequel la Turquie a émis une “notice rouge”, le suspectant entre autres  d'avoir été impliqué dans le coup d'État raté de Gülen en 2016 et dans l'assassinat de Jamel Khashoggi en 2018, vu par le journal turc Daily Sabah

 

 

GIDEON LEVY
Le Qatar, LE médiateur du Proche-Orient, vu par un journaliste israélien

 Gideon Levy, Haaretz, 30/5/2024
Traduit par Fausto Giudice, Tlaxcala

DOHA, Qatar - Sur le vol Dubaï-Doha, la compagnie aérienne Emirates propose cinq nouveaux films israéliens. Il est douteux qu’une compagnie aérienne européenne puisse aujourd’hui proposer des films israéliens sur des vols vers une destination autre qu’Israël sans susciter de protestations. Il semble que sur Emirates, personne ne proteste. J’ai regardé Invictus, le merveilleux film de Clint Eastwood sur Nelson Mandela et les Springboks, l’équipe raciste de rugby sud-africaine, avec des sous-titres en hébreu sur un vol entre deux villes arabes du golfe Arabo-Persique. Le nouveau Moyen-Orient.

Un bateau navigue en face de la zone Al Khalij Al gharbi (West Bay) à Doha, dimanche. Photo AFP

 Au Moyen-Orient, Israël massacre sans pitié les habitants de Gaza et l’espoir d’un accord mettant fin à cette situation est placé dans le Qatar, un État du golfe Arabo-Persique qui n’entretient pas de relations diplomatiques avec Israël.

Ces dernières années, le Qatar s’est transformé en une Norvège, une Suède ou une Suisse : Il est le médiateur mondial, l’artisan de la paix et le libérateur d’otages. Il met la main à la pâte dans presque tous les domaines. Il tente de servir de médiateur entre le Venezuela et les USA, de procéder à un échange de prisonniers entre les USA et l’Iran, de sauver des enfants enlevés d’ Ukraine en Russie, de négocier un accord entre les factions au Tchad et, bien sûr, de faire cesser la guerre et de libérer les otages à Gaza.

La mosquée Al Fanar à Doha illuminée, dimanche. Photo AFP

La semaine dernière, on a demandé au ministre d’État aux affaires étrangères, Mohammed Abdulaziz al-Khulaifi - Son Excellence, selon sa présentation - avec qui il a déjeuné hier et avec qui il s’assiéra demain dans la salle à manger de l’hôtel. Ses invités viennent parfois ici pendant des mois afin de forger la paix ou de parvenir à un accord. Il a été doyen de la faculté de droit de l’université du Qatar avant de se tourner vers la politique et la diplomatie. Il est titulaire d’une maîtrise et d’un doctorat en droit de l’université de Californie, à Berkeley, et son anglais en témoigne. Comme tous les fonctionnaires que l’on rencontre ici, il est beaucoup plus impressionnant que, par exemple, le ministre des affaires étrangères israélien Israel Katz.

La montre coûteuse portée par Hamed Khamis Al-Kubaisi est également impressionnante. Secrétaire général adjoint du Conseil national de sécurité, il consacre la majeure partie de la conversation de fond à des appels téléphoniques frénétiques avec l’école de ses enfants. Il s’est passé quelque chose à l’école et il est inquiet. Le diplomate qatari voulait savoir si Benny Gantz mettrait à exécution sa menace de quitter le gouvernement si un plan d’après-guerre pour Gaza n’était pas présenté d’ici le 8 juin. Le niveau de connaissance de l’actualité israélienne est étonnant.

Un autre haut fonctionnaire, également Son Excellence, a explicitement déclaré que les négociations sur les otages allaient reprendre dans les prochains jours et qu’un accord supplémentaire serait peut-être conclu, dans le seul but d’empêcher la démission de Gantz. Ils connaissent bien la duplicité de Benjamin Netanyahou et semblent en avoir assez. Il n’y a personne à qui parler en Israël, disent-ils. Chaque fois qu’une question est réglée avec le chef du Mossad, David Barnea, elle est suivie de la réponse : le premier ministre n’a pas donné son accord. Ils ont été offensés par Eli Cohen, le prédécesseur de Katz ; ils ont désespéré de Netanyahou.

Mohammed Ben Abdulaziz Ben Saleh Al Khulaifi, ministre d’Etat aux Affaires étrangères du Qatar, assiste à la séance d’ouverture du Forum sur la sécurité globale à Doha, au début du mois. Photo AFP

Les responsables de Doha réaffirment que les transferts de fonds vers Gaza ont été effectués par l’intermédiaire du Mossad et considèrent donc comme fausses les accusations selon lesquelles le Qatar les aurait livrés pour la construction de tunnels. Des représentants des familles des otages israéliens ont également été invités la semaine dernière au 2024 Forum 2024 sur la sécurité globale, organisé par le Centre Soufan du Qatar.

Les fonctionnaires notent que la décision initiale de fournir une base au Hamas à Doha faisait également suite à une demande usaméricaine : Il valait mieux que ce soit au Qatar plutôt qu’en Iran. Dans le salon VIP de l’aéroport de Doha, une délégation du Hamas me précédait dans la file d’attente, Jibril Rajoub se promenait sous le portique de l’hôtel Sheraton et le nom le plus en vogue dans les couloirs concernant la Gaza d’après-guerre est Mohammed Dahlan, qui est né à Khan Younès.

Des employés et des participants lors de la séance d’ouverture du Forum mondial sur la sécurité à Doha, la semaine dernière. Photo AFP

Les prix sont israéliens, la propreté suisse, la chaleur saharienne. Les Indiens, les Sri Lankais et les Bangladais sont assommés par la touffeur. Les Qataris ne représentent qu’environ 300 000 des 2,7 millions d’habitants.

Dans son bureau spacieux, bordé d’étagères, au sein du Centre arabe de recherche et d’études politiques qu’il a fondé à Doha, l’ancien député israélien Azmi Bishara, qui a déjà fondé une chaîne de télévision et un journal ici, évoque avec nostalgie un autre niveau d’hommes politiques israéliens. Il est difficile d’être un exilé à mon âge, dit-il avec un sourire triste.