Tigrillo L. Anudo, 26-1-2025
El Catatumbo es una región donde caen muchos rayos debido a su
sistema montañoso y de vientos que producen nubes de tormenta con descargas
eléctricas. El río Catatumbo, desprendido del Cerro de las Jurisdicciones,
atraviesa el departamento de Norte de Santander, sigue hacia Venezuela para
desembocar en el lago de Maracaibo. Ábrego, Convención, El Tarra, El Carmen, La
Playa de Belén, Hacarí, San Calixto, Teorama, Tibu, Río de Oro, Ocaña,
Sardinata, son los municipios en el área de su influencia.
Después
de los conquistadores españoles, las empresas petroleras estadounidenses hicieron
tronar el suelo de estas tierras fértiles para extraer ya no el oro amarillo
sino el oro negro. Sangre indígena barí corrió otra vez en luchas de
resistencia desigual frente a la pólvora. Las insurgencias llegaron a esta
región en los años 70 para continuar la pelea por la soberanía contra el
colonialismo extractivista del petróleo. Luego, en los años 90, llegaron los
paramilitares a expulsarlos, lanzando los cadáveres de sus víctimas al río Catatumbo,
otra inmensa fosa común como el Magdalena y el Cauca. Ahora, en la década del
2020, son los reductos de las guerrillas tozudas y erráticas las que se disputan
el dominio de la región, se aniquilan entre sí y desplazan a la población
civil.
A
pesar de ser una región rica en recursos energéticos y naturales, los
pobladores del Catatumbo han sido históricamente abandonados por todos los
gobiernos. El petróleo que les inunda no ha servido para obtener buenos
servicios públicos, redes apropiadas de alcantarillados y acueductos, eficientes
hospitales, soluciones de vivienda, oferta en educación técnica y superior,
producción agrícola e industrial próspera. No tienen vías terciarias, carecen
de seguridad, cuidado del ambiente y apoyo del Estado. Ni el petróleo, ni el
carbón, ni el agua abundante, logran retroceder el estado de pobreza e
incertidumbre en que allí viven. Sólo, las plantaciones de coca les ha
permitido pagar la comida, costear los pasajes, cancelar los útiles de colegios,
comprarse una muda de ropa. Gracias a la hoja de coca han sobrevivido.
Territorio
ancestral, de lengua barí-chibcha-motilona, de bosques, cerros, serranías,
selvas, ríos. Territorio de memoria independentista, de resistencias y luchas
populares; paso de campesinos, indígenas, negros y mulatos, en las luchas
libertadoras lideradas por Bolívar, en las luchas por el buen vivir. La Casa del
Trueno a la que llegaron otras detonaciones desatadas por los políticos, las
guerrillas, los paramilitares. El balance de la crisis humanitaria ocasionada
por la guerra fratricida entre elenos y farianos en los últimos 10 días es de
80 muertos, 40.000 desplazados, civiles confinados - secuestrados y
desaparecidos, un centenar de guerrilleros rendidos. Una tragedia.
Esta
tragedia es entonces, el resultado de la ausencia bicentenaria de un Estado justo
en esa región. Los políticos conservadores, liberales, del Cambio Radical,
Partido de La U y Centro Democrático han saqueado los recursos públicos
destinados a su desarrollo. El actual gobernador de Norte de Santander, William
Villamizar Laguado, es uno de los principales responsables de la crisis
humanitaria y el terror que vive El Catatumbo. Tiene 14 procesos de
investigación que no progresan en la Fiscalía delegada en la Corte Suprema de
Justicia. Había sido separado en sus dos
primeros periodos como gobernador por corrupción. Aún así, volvió a ser elegido
por tercera vez para gobernador. Todo su engranaje político alrededor a cargo
de la administración pública en Norte de Santander es la directa culpable de lo
que ocurre actualmente. Los políticos convirtieron ese departamento en
territorio de rapiña, minería ilegal, robo de petróleo, saqueo de los dineros
públicos, cultivos de coca, muerte y desolación.
La política en Norte de Santander en un antro de abyección e ignominia. Está involucrada en los robos a la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo y Desastres –UNGRD-, en procesos de extinción de dominio, en compraventa de inmuebles entre familiares del gobernador, en nepotismo en cargos públicos, en negocios con predios del Catatumbo, contratos para El Catatumbo, contratos con hospitales de municipios del Catatumbo, alianzas con paramilitares. ¿Cómo se pretende que no explote un desangre y tragedia como la que sucede hoy? Si los dineros para el desarrollo de vías terciarias, de centros de salud, de escuelas, de agua potable, de apoyo a la agricultura, se lo roban esos políticos. ¿Cómo evitar que los campesinos no acudan a los sembrados de coca como alternativa para la sobrevivencia?
Mientras
políticos como William Villamizar y compañía estén administrando el Norte de
Santander, no habrá superación de esa crisis. Ellos viven de la guerra, la
azuzan, atizan el río revuelto. Cocinan el caldo de cultivo para que broten
grupos de todos los pelambres. Villamizar compra líderes sociales, hasta a
reinsertados del conflicto armado. El gobierno nacional decidió intervenir con ejército
y ayuda humanitaria en la guerra que libran jóvenes con camuflados. Su
principal objetivo es salvar a la población civil atrapada en el fuego cruzado,
también salvar la vida de los guerrilleros. La prioridad es la defensa de la
vida. Como solución de fondo, ha prometido impulsar la sustitución de cultivos
ilícitos y la promoción de una economía legal popular. Ese debe ser el camino
para las regiones azotadas por el narcotráfico y las rentas ilegales, Nariño,
Putumayo, Guaviare, Cauca, Arauca, Chocó.
Los
elenos –ELN-, quienes surgieron como revolucionarios a favor del pueblo
oprimido en los años 60, cambiaron de ideología. Ya no son ni la sombra de los
líderes intelectuales y religiosos que fundaron esa guerrilla. Igual sucede con
los farianos –Farc-, inspirados en grandes luchadores populares del mundo como Fidel
Castro, el Ché Guevara, Patricio Lumumba. Las guerrillas de izquierda las creó
la historia ante tanto autoritarismo, saqueo y humillación de las castas
dominantes. Pero esas mismas guerrillas cayeron en la trampa que combatían,
fueron engullidas por la lógica de avaricia individualista del capitalismo. Muchas
vidas valientes e inocentes sucumbieron en la guerra desigual contra un
ejército asesino al servicio de una Delincuencia Política Organizada –DPO-,
sostenido con todas las armas enviadas por Estados Unidos e Israel. Lo más
trágico e incongruente es que ahora se exterminan entre ellas mismas.
Siempre
perdieron los de abajo. Los “guerrilleros” actuales son pueblo pobre usado,
defendiendo riqueza ilícita. Los soldados son pueblo uniformado tratando de
contrarrestar un remolino que se lleva todo por delante. La lucha contra las
drogas es una lucha perdida mientras no se legalice ese producto y se instale
un modelo económico cooperativo que sustituya con buenos atractivos la dinámica
del narcotráfico. La corrupción política es la semilla de las economías
ilegales. Los políticos sembraron de saqueo e inmoralidad los departamentos;
ahora cosechan rentas ilícitas en grupos de distintas layas.
Esa
tragedia de El Catatumbo es utilizada por la Oposición Terrorista Saqueadora
–OTS- para consolidar el falso relato contra el gobierno del Presidente Petro y
con el cual pretenden volver al gobierno en el 2026. En esta coyuntura, el
gobierno nacional podría radicalizar su accionar y liberar de la jaula a dos
pájaros. Por un lado, profundizar la persecución a los carteles de la droga,
ampliar la toma de zonas altamente cocaleras y conflictivas con el ejército y
la justicia social (opciones de subsistencia, salud, educación, tecnología);
por otro lado, desmontar el engaño de que la fuerza pública esta maniatada y
que el gobierno paga a criminales para no delinquir.
El
Catatumbo y Norte de Santander son la radiografía de la situación que se vive en
la mayoría de los departamentos. Son territorios de clanes políticos, carteles
del narcotráfico, red mafiosa de contratistas y guerrilleros enajenados. El
gobierno nacional puede intensificar un plan de recuperación de los
departamentos para el desarrollo democrático y popular. Denunciar sin tregua a
la DPO y la OTS, motivar permanentemente a quitarle los departamentos a estos
delincuentes, a través de la organización popular, la denuncia, los murales, el
arte, las asambleas populares, las elecciones. Que quede claro para la
ciudadanía que si no arrebatamos a esas estructuras los territorios donde somos
casi parias, no habrá avances significativos en la transformación del modelo
socioeconómico.
Es
el momento de llevar el Estado Justo a las regiones, con conmoción interior, si
es necesario, a los departamentos más afectados. Transformar los acontecimientos
que llevan a la oposición a vociferar “fracasó la Paz Total”, para no
permitirles vender seguridad con el fin de conseguir votos. Sustitución de
cultivos al máximo, fortalecimiento de las cooperativas, promover una red cooperativa
nacional fuerte, impulsar el tejido social desde las realizaciones humanas.
Ejecución focalizada. Ejecución y más ejecución. Iniciativas para reducir el
costo de los servicios públicos, eliminar los peajes, disminuir el 4 x 1.000,
Propuestas para bajar los tributos y costos fijos a los pequeños y medianos comerciantes.
Más tierra para los campesinos, más paneles solares, más conectividad en
lugares apartados. Líneas ferrocarrileras, vías para no ricos, contratación de
obras con acciones comunales.
El año y medio que queda al gobierno del cambio debería ser un periodo donde se lancen todas las apuestas para preparar reformas estructurales y de mayor calado en el próximo gobierno. Que el pueblo quede empoderado para apoyar el proyecto de cambio que apenas comienza. Lo poco que se pudo hacer en los primeros 4 años de gobierno democrático y popular debe continuar a través de la elección de otro gobierno igual. No puede volver la DPO ni la OTS al gobierno.
Promover
la Unión Cívico-Militar. Pueblo y ejército unidos por el desarrollo de las
regiones, con ingeniería militar, con la mano de obra militar, con los
profesionales militares, con las bandas y orquestas militares. En sincronía con
las organizaciones sociales, campesinas, trabajadoras, comunales, mingas,
colectivos ambientales. El ejército, además de ingresar en zonas conflictivas
con la misión sagrada de proteger la vida, puede ayudar también a aliviar las
carencias en obras de infraestructura. Los tentáculos del crimen organizado
están expandiéndose por la geografía nacional. Están copando regiones del
departamento de Antioquia luego de incursionar en municipios del Valle de
Aburrá. El Clan del Golfo está en Buriticá (minas de oro), Briceño; está
entrando a municipios del Oriente antioqueño como La Ceja, Guarne y otros.
Ahora tienen estructura en Jericó y Támesis (mina Quebradona).
Es
mejor ir varios pasos adelante, previniendo los saboteos e intentos desestabilizadores
que la DPO va a emprender durante el próximo año y medio de gobierno
progresista. Se la van a jugar toda para crear problemas de orden público,
paros, escaramuzas, guerras intergrupales. Desplegar al máximo labores de
inteligencia, teniendo en cuenta que van a atentar contra la seguridad
nacional. Cualquier descuido o debilidad puede salir muy caro en tranquilidad,
vidas, movilidad, economía. Es probable que el gobierno nacional deba recurrir nuevamente
a la figura de la conmoción interior. La oligarquía colombiana, patrona de la
DPO, es la más cruel del planeta. Colombia entera es una Casa de Truenos.