Faber Cuervo, 9-2-2025
“La izquierda sola no gana nada en Colombia, difícilmente gana una gobernación o una alcaldía significativa, pero nada más”.
“Cuando nos creemos moralmente superiores al distinto, ya estamos arruinando el proyecto”.
“Sin el otro no podremos conocernos ni construirnos”.
“Somos aquello que respondemos al otro”.
La
transmisión del Consejo de ministros no fue ni show ni circo. Fue algo peor: un
revulsivo. Y ojalá lo sigan transmitiendo.
Digo
“peor” por sus implicaciones inmediatas, las ronchas que genera, las maledicencias,
escándalos e incomprensiones. Pero en realidad, finalmente, tiene consecuencias
favorables, beneficios para todos.
Se
vio a un presidente insatisfecho con los resultados hasta ahora obtenidos.
Desatado porque cómo no se desata un director de orquesta si sus músicos no
ejecutan a tiempo las notas de la melodía.
Y
decepcionado. ¿Cómo no se decepciona un Presidente si comprueba que el internet
de las fronteras de Colombia es de los Estados Unidos?
Y
embejucado. ¿Cómo no embejucarse si algunos ministros le ladran porque incluye
al personajón de Benedetti y a la joven Sanabria en su equipo de gobierno?
El
presidente ha cometido errores que han costado caro. Nombrar a Carlos Ramón González
(Partido Verde) como director de la Dirección Nacional de Inteligencia de
Colombia. Nombrar a Olmedo López (Polo Democrático) en la dirección de la
Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres –UNGRD-. Nombrar a
Alejandro Gaviria (liberal centrista) como ministro de educación. Demorar
acciones de sustitución de cultivos ilícitos y prevenir actos violentos de los
carteles de la droga. No crear un organismo independiente con apoyo
internacional para investigar y castigar la corrupción desbordada, para de ese
modo reducir la alta impunidad que nos hace un Estado fallido. Retardar la
creación de una agencia de prensa propia. Y hay más.
Pero
el presidente sabe hacia dónde va. Sabe con quiénes puede trabajar. Tiene
objetivos de corto, mediano y largo plazo. Ocurre que los del corto plazo se están
aplazando más de la cuenta, no por su culpa, sino porque ha faltado un equipo
que lo respalde con todo el vigor y la convicción que se necesitan. Los
ministros no lideran, no ejecutan, no se apropian del momento que vivimos, no
la dan toda por cumplir metas del Plan de Desarrollo, no se ponen la camiseta
del proyecto político del cambio. Los objetivos de mediano y largo plazo quedan
para ser ejecutados por los próximos gobiernos progresistas.
De darse los buenos resultados se reflejarían en beneficios concretos para la población. Conquistas tangibles que alivien la carga diaria del pueblo trabajador que somos casi todos. La mayoría de ministros no ha estado a la altura de las exigencias del momento histórico. Pareciera que el presidente estuviera solo pujando por el cambio. Una sola golondrina no hace verano. No obstante, hay importantes logros que se deben visibilizar.
Al
borde del desespero, el presidente Petro lanzó un revulsivo con esa transmisión
de rendición de cuentas. Revulsivo que busca comprometer a sus ministros y todo
el equipo de gobierno en la cristalización de un proyecto que no es de él sino
de todos. Efectivamente, ese revulsivo provocó una reacción brusca dentro del
gabinete y fuera de él; pero a la postre fue beneficioso para todos, aún para
aquellos quienes quieren ver fracasado el proyecto político democrático y
popular.
Transmitir
el Consejo de ministros fue abrir las puertas de un palacio a todos los
ciudadanos para que veamos cómo se gobierna y se desarrolla la política. Ningún
gobierno hizo esto antes porque siempre evitaron que el pueblo viera cómo se
gobernaba no a favor del pueblo sino en contra del pueblo.
Un
presidente angustiado por la baja ejecución de los ministerios vuelve a pedir
ayuda al pueblo, casi como un SOS para lograr medidas que no admiten dilación,
como por ejemplo la reducción en las tarifas de los servicios públicos. Convoca
luego a una marcha por la democracia energética. ¡Un Presidente convocando al
pueblo a movilizarse por los precios justos en los servicios públicos! Esa
audacia sólo la acomete Petro.
Ahora,
más que antes, es necesario transmitir todos los Consejos de ministros para que
la rendición de cuentas sea pública, transparente, íntegra. Estas transmisiones
van a conectar más a la ciudadanía con las medidas implementadas por el
gobierno. Van a educar en el arte de gobernar para el pueblo. Van a desmitificar
el ejercicio de la alta política, la que se hace dentro de un palacio que
tradicionalmente ha estado blindado a las miradas de los simples civiles.
Para
el año y medio que resta de gobierno, éste podría publicar las metas en cada
ministerio, con el fin de hacerle un seguimiento en rendición de cuentas
transmitidas, para que el pueblo vea la intencionalidad y los avances,
proponga, opine. Esto generaría mayor participación ciudadana, también presión
al gabinete para que sea digno de su cargo. Somos un pueblo que necesitamos
revulsivos para reaccionar. De esto se percató el presidente.
El
presidente Petro se equivoca como cualquier ser humano, pero tiene la gran
virtud de que sabe claramente hacia cual estación va y corrige en el camino.
Fue tan importante ese Consejo de ministros en vivo y en directo que las
contradicciones allí surgidas fueron aprovechadas por Petro para hacer pedagogía
en torno a temas cruciales. Manifestó que el proyecto político que lideraba no
era de izquierda, ni purista, ni sectario. Advirtió que era multicolor, por lo
cual ciertos ismos cargados al extremo le podían hacer daño. Oportuna lección
sobre el tener en cuenta al otro, la construcción colectiva, el respeto a la
vida personal, el no juzgar, el perdón, la segunda oportunidad.
Petro
habló allí como el político que encontró las llaves para abrir la puerta al
primer gobierno no oligárquico en Colombia. El luchador popular, el insurgente
que depuso las armas, el combatiente con la palabra que a través de su
propuesta del Pacto Histórico consiguió juntar la izquierda atomizada con
sectores democráticos y centristas, para obtener la presidencia. Es Petro quien
tiene en su cabeza la fórmula para seguir lidiando la política y conservar la
presidencia en el 2026. Con él, llegó por primera vez un gobierno democrático
popular a la presidencia, con el apoyo de fuerzas políticas que no son de
izquierda (santismo -La U-, sectores liberales y conservadores, Partido Verde, ciudadanías
libres). El presidente quiere seguir cultivando esos apoyos porque sin ellos es
imposible volver a ganar la presidencia. No lo dijo, pero casi lo dijo: “la
izquierda sola no gana nada en Colombia, difícilmente gana una gobernación o
una alcaldía significativa, pero nada más”. Petro hace una lectura holística y
dialéctica del contexto político colombiano. No se deja arrastrar por ningún
tufillo dogmático, ni purista, ni santanderista, ni superioridad moral.
Esa
es la lección que debemos aprender. Aceptar al diferente dentro del Frente
Amplio para conservar la presidencia en el 2026. Apoyarnos en miembros de otros
partidos o ciudadanías libres con otras líneas ideológicas, para continuar el
proyecto democrático popular. No olvidarnos que la izquierda es apenas una
parcela en el espectro político nacional, seguimos siendo un país
conservadurista. Gústenos o no, tendremos que seguir tragándonos las figuras de
Armando Benedetti y Laura Sanabria, quienes son de la cuerda del presidente. Petro
sostiene a Benedetti por agradecimiento, fue el senador que más lo apoyó y
promovió para la presidencia. También porque es una personalidad estratégica y hábil
que teje puentes con sectores no afines al Pacto Histórico. Es un personajón
difícil de digerir. Sanabria es una ejecutiva eficiente muy valorada por Petro,
proviene de un sector de los militares con afinidades con segmentos de la elite
y de partidos que fueron de la coalición. Petro quiere mantener, estratégicamente,
relaciones con aquellos sectores.
Algunos
ministros, en lugar de rendir cuentas, se dedicaron a pedirle cuenta al presidente
por la presencia de Benedetti y Sanabria en el gobierno, lo cual exasperó más a
Petro y lo llevó a responder con extensas digresiones. El desconocimiento del
otro, el rechazo al diferente y la superioridad moral desplegada por los
ministros y directores hablan más de ellos mismos que de los acusados. Sin
embargo, cabe decir que el presidente también tiene que dosificar sus
intervenciones. Habló mucho durante el Consejo de ministros, no dejó hablar a
sus coequiperos. Ellos eran los que debían rendir cuentas. Nos quedamos sin
escuchar a varios ministros que no tuvieron oportunidad de hablar. Hay que
exigirles, pero también hay que dejarlos hablar.
Un timonazo en la conducción del gobierno fue lo que hizo Petro con la transmisión del Consejo de ministros. Emplazó al gabinete a producir resultados con eficiencia, alentó a los que tienen aspiraciones electorales para que se fueran, lo mismo a los que no sienten el proyecto político a favor del pueblo, volvió a solicitar al pueblo su acompañamiento a través de movilizaciones para conseguir objetivos. Eso fue a grandes rasgos lo que ocurrió ese martes 4 de febrero de 2025.
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