28/10/2024

Yahya Sinwar: “Llegó la hora del cambio, pongan fin al asedio”
Una entrevista de 2018 con una periodista italiana

Hace seis años, la periodista italiana Francesca Borri (Bari, 1980) pasó cinco días reuniéndose y hablando con el líder de Hamás en la Franja de Gaza, Yahya Sinwar. Durante sus conversaciones, Sinwar subrayó que el intercambio de prisioneros era una parte importante de cualquier acuerdo con Israel y afirmó que no estaba interesado en continuar los combates, pero “eso no significa que no luche si es necesario”. La entrevista fue publicada por el diario israelí Yedioth Ahronoth el 10 de mayo de 2018. A continuación de la entrevista se presenta una breve conversación reciente que Borri sostuvo con la Radio Pública Nacional de USA.-Fausto Giudice, Tlaxcala

Francesca Borri, Yedioth Ahronoth, 10/5/2018
Traducido por María Piedad Ossaba

English original

Cuando digo que conocí a Yahya Sinwar, la primera pregunta es siempre: ¿y dónde? ¿En un túnel? No, en su despacho. Pero también en otras oficinas, visitando ministerios o una tienda, una fábrica, un hospital, en cafés, en los hogares de familias corrientes. 

Durante una o tres horas. A solas o no. Durante cinco días. El resto del tiempo era libre de hablar de lo que quisiera y con quien quisiera. Sin restricciones de ningún tipo. Y nunca tuve miedo. Nunca. Nunca tuve motivos para sentirme en peligro.
Conseguimos esta entrevista tras largas negociaciones. Es normal, de hecho, sobre todo porque en los últimos años he pasado la mayor parte del tiempo cubriendo Siria y había perdido en cierto modo mis contactos con Hamás. 
Así que conté con la ayuda de otros palestinos, en primer lugar, de un dirigente de larga trayectoria que no pertenece a Hamás, sino todo lo contrario: procede de la izquierda. Pero es uno de los intermediarios en los gobiernos palestinos de unidad nacional. Y la unidad nacional aquí es lo que todo el mundo quiere.


Francesca Borri y Yahya Sinwar

Me apoyaron muchos palestinos de renombre, pero también muchos palestinos de a pie, que no dejaban de llamarme, enviarme mensajes de texto, escribirme y pararme por la calle. Porque querían que Hamás hablara, que se abriera por fin. Pero también porque querían que Hamás fuera escuchado.
Querían que nos abriéramos. Yahya Sinwar dice dos veces: “Somos parte integrante de esta sociedad, no importa cuántos seamos”. Y eso es cierto. Por otro lado, los palestinos que nunca votarían a Hamás critican su destierro. Dicen: “Ganaron unas elecciones libres y justas. Eso es democracia”. 
También me ayudaron islamistas de otros países. No los nombraré, pero nos recuerdan que la cuestión palestina -hoy un tanto olvidada, con los yihadistas en el centro de atención- sigue siendo una prioridad para todos los musulmanes. Emocionalmente, no sólo políticamente. 
Digo “ayudó” no porque necesitara convencer a Hamás de que no soy una espía. Afortunadamente, mi trabajo habla por sí mismo. No. Pero necesitaba convencer a Hamás de que los conocía bien. Conocía su historia y sus antecedentes, así que no me habría equivocado en nada.
Estuve en una oficina de Hamás el pasado mes de junio y había un retrato de su fundador, Ahmed Yasin, en la pared. También había allí otro periodista [occidental]. Y dijo: es sorprendente que Al Qaeda siga siendo una referencia. Había confundido a Yasin con Ayman Al Zawahiri.
Y, sin embargo, una vez que llegamos a un acuerdo, nunca tuve el menor motivo para sentirme en peligro. Y eso era algo de lo que no tenía ninguna duda, sinceramente.
Hay cierta oposición al alto el fuego que Hamás -el Hamás de Yahya Sinwar- está intentando obtener. Soy consciente de ello. Pero con los islamistas -y quizás en última instancia con todos- es sólo una cuestión de transparencia. Si eres honesto, si cumples las normas, no tendrás problemas. Y de hecho, en ese momento, eres su invitado, antes que un periodista: te protegerán contra todo y contra todos. Son hombres de fe. Y como todos los hombres de fe, cumplen su palabra.


Yahya Sinwar

Lo que me impresionó fue releer los libros sobre Hamás que estudié en la universidad. Hace unos diez años, Hamás acababa de ganar las elecciones y el embargo apenas había comenzado. En aquella época había enfrentamientos en las calles con el Fatah y redadas en emisoras de radio, música, alcohol, cigarrillos, etcétera. Había una policía del vicio y de la virtud y mucha tensión. Y de lo único que hablaban esos libros era de la sharia: de un futuro en el que a los ladrones se les cortarían las manos y las mujeres estarían segregadas. No había ni una página que pudiera ser útil hoy. Eran libros sobre el islam, sobre la compatibilidad del islam y la democracia. Y en cambio, diez años después, nos limitamos a hablar de la ocupación y de su compatibilidad con la vida.
Llegué con hiyab puesto, es cierto, en señal de respeto. Pero todos insistieron y, al final, tuve que quitármelo, en señal de respeto hacia mí.
Gaza ha cambiado profundamente. Y de hecho, aparte de que se está desmoronando -tanto física como psicológicamente-, es magnífica. Porque está junto al mar, con el sol. Y en ciertas calles, la arena, las palmeras y todas esas flores trepadoras... cada paso te recuerda cómo podría haber sido.
Tiene uno de los mejores cafés en los que he estado: un carrito de madera con una caldera y viejas lámparas de hierro, viejas botellas de whisky vacías, un retrato del Che Guevara entre todas las fotos de Um Kalthum, y velas en cajitas, porque no hay electricidad. Y sólo hay Nescafé, servido en mesas de plástico a un dólar cada una. Pero el ambiente es el de un café parisino, porque es el punto de encuentro de todos estos jóvenes veinteañeros que nunca han salido de aquí y sin embargo -no sé cómo- hablan un inglés fluido. Y siguen queriendo conocerme, a pesar de que mis reportajes se han traducido al hebreo, entre otros idiomas.
Aquí, Israel significa tanques y ataques aéreos, nada más. La mayoría nunca ha visto a un israelí. Esto no es Ramallah, es un mal lugar para vivir. Realmente malo. Mires donde mires hay heridos, amputados y una pobreza brutal. Tendrían todo el derecho a no quererme aquí. Por supuesto, soy italiana, no israelí, y eso marca la diferencia. Dicen: “No es Italia la que nos asedia, no es a Italia a quien tenemos que recurrir”. Todos quieren recurrir a Israel.


Yahya Sinwar con otros dirigentes de Hamás

 

Yahya Sinwar es como Gaza: normal, a pesar de todo. En las pocas fotos que he encontrado en Internet, tiene una expresión dura. Pero es un hombre como cualquier otro, un hombre sencillo, que siempre lleva una camisa gris. Lo que le hace especial es que, como todos sus asesores, no tiene ningún signo distintivo.

Hay muchos rumores sobre túneles y contrabando. Y en Gaza hay algunos millonarios, algunos hombres de negocios ricos. Pero cuando estaba con algunos líderes de Hamás una noche -y de eso estábamos hablando en realidad- todos se levantaron de repente. Pensé que era una incursión del ejército, pero en lugar de eso volvió la electricidad y todos corrieron a cargar sus teléfonos. Porque, como todo el mundo, no tienen electricidad, ni agua, ni nada.
Sé que para los israelíes, Sinwar es un enemigo, un terrorista. Así que esta entrevista no es fácil de leer. También sé que nunca podré sentir realmente lo que ustedes sienten. Puedo prometerles una cosa: he intentado hacer el trabajo periodístico más profesional que he podido, hacer las preguntas difíciles sin hacer concesiones. 
Pero también estoy convencida de que es muy importante que la opinión pública israelí -a pesar de todas las dificultades- conozca de primera mano lo que piensa Sinwar, lo que le motiva y hacia dónde intenta ir. El hecho de que funcionarios israelíes estén en contacto con Hamás es otro indicio de que los días en que escuchar a la otra parte se consideraba ilegítimo han pasado a la historia.
Y si he hecho esta elección, también puede ser porque -si lo pienso bien- Yahya Sinwar tiene un rasgo distintivo. Escucha mucho, nunca decide solo. Pero una vez que se ha decidido, se decide de verdad: tiene coraje y determinación. Está dispuesto a dar pasos importantes. E insiste en terminar la entrevista con la palabra con la que se termina.  
Y hablando de palabras, me he dado cuenta de que nunca ha dicho “Israel”. Podría equivocarme. Pero siempre utilizó sinónimos como: “Netanyahu”, “el ejército”, “el otro bando”. Y sobre todo: “la ocupación”. De lo que estoy segura es de que nunca dijo “la entidad sionista” o “los judíos”. Sólo: “la ocupación”.
No sé casi nada de usted. La gente dice que es usted muy discreto, un hombre de pocas palabras. Rara vez habla con periodistas. De hecho, es la primera vez que habla con los medios occidentales. Sin embargo, usted es el líder de Hamás desde hace más de un año. ¿Por qué ha decidido hablar ahora?
“Porque ahora veo una oportunidad real de cambio.”
¿Una oportunidad? ¿Lo es ahora?
“Ahora. Sí.”
Para ser sincera, lo que parece más probable aquí es otra guerra. Estuve en Gaza el pasado mes de junio, y era lo de siempre: balas volando, gases lacrimógenos, heridos por todas partes. Y luego ataques aéreos, cohetes y más ataques aéreos. Una oportunidad de oro para que te disparen. Desde abril, desde el comienzo de esta última oleada de manifestaciones, han muerto casi 200 personas.
“Mientras que en el otro bando sólo hubo un muerto. Así que, en primer lugar, yo diría que “guerra” es una palabra bastante engañosa: no es que un día haya guerra y los demás tengamos paz. Seguimos bajo ocupación, es una agresión diaria. Sólo varía en intensidad. 
Sea como fuere, lo cierto es que una nueva guerra no interesa a nadie. En todo caso, no nos interesa a nosotros. ¿Quién quiere enfrentarse a una potencia nuclear con caucheras? Pero si no podemos ganar, para Netanyahu la victoria sería aún peor que la derrota, porque sería la cuarta guerra. No puede acabar como la tercera, que ya acabó como la segunda, que ya acabó como la primera. Tienen que tomar el control de Gaza. Y están haciendo todo lo posible para deshacerse de los palestinos de Cisjordania y mantener una mayoría judía. No creo que quieran dos millones de árabes más. No, la guerra no tiene sentido.”


Manifestaciones en Gaza (Foto: AP)

Estas palabras parecen un poco extrañas viniendo de un miembro del ala militar de Hamás.
“No soy el líder de una milicia, soy de Hamás. Y eso es todo. Soy el líder de Hamás en Gaza, de algo mucho más complejo que una milicia, un movimiento de liberación nacional. Y mi principal deber es actuar en interés de mi pueblo: defenderlo y defender su derecho a la libertad y a la independencia. Usted es corresponsal de guerra. ¿Le gusta la guerra?”
En absoluto.
“¿Y por qué debería amarla? Quien sabe lo que es la guerra no la ama.”
Pero has estado luchando toda tu vida.
“Y no estoy diciendo que no volveré a luchar. Digo que no quiero más guerra. Quiero que se acabe el asedio. Caminas por la playa al atardecer y ves a todos esos adolescentes en la orilla hablando y preguntándose cómo es el mundo al otro lado del mar. Cómo es la vida. Eso los destroza. Y debería destrozar a todo el mundo. Quiero que sean libres.”
Las fronteras están prácticamente cerradas desde hace 11 años. Gaza ya ni siquiera tiene agua, sólo agua de mar. ¿Cómo es la vida aquí?
“¿Qué piensas tu? El 55% de la población tiene menos de 15 años. No estamos hablando de terroristas, estamos hablando de niños. No tienen afiliación política. Lo único que tienen es miedo. Quiero que sean libres.”
El 80% de la población depende de la ayuda. Y el 50% sufre inseguridad alimentaria: el 50% padece hambre. Según las Naciones Unidas, Gaza pronto será inhabitable. Sin embargo, en los últimos años, Hamás ha encontrado los recursos para excavar sus túneles.
“Y afortunadamente así es. Si no, estaríamos todos muertos. La forma en que ves las cosas es como las cuenta la propaganda sionista. El asedio no vino después de los túneles, no fue una reacción a los túneles. Fue al revés. Había un asedio y una crisis humanitaria, y para sobrevivir no tuvimos más remedio que cavar túneles. A veces, hasta la leche estaba prohibida.”


Sinwar habla con gazatíes

Sabes lo que quiero decir. ¿No crees que tienes alguna responsabilidad?
“La responsabilidad es del sitiador, no del sitiado. Mi responsabilidad es trabajar con todos aquellos que puedan ayudarnos a poner fin a este asedio mortal e injusto, y pienso en particular en la comunidad internacional. Porque Gaza no puede seguir así, la situación aquí es insoportable. Y por eso un estallido (escalada) es inevitable.”
Entonces, ¿por qué no comprar leche en lugar de armas?
“Si no las hubiéramos comprado (las armas), no seguiríamos vivos. Las compramos, no te preocupes. Compramos leche y muchas otras cosas: comida, medicinas. Somos dos millones. ¿Tienes idea de lo que significa conseguir comida y medicinas para 2 millones de personas? Los túneles sólo se utilizan mínimamente para la resistencia, y porque de otro modo no morirías de hambre, pero sí de los ataques aéreos. Y Hamás paga a la resistencia de su propio bolsillo, no con fondos públicos. De su propio bolsillo.”
Por ello, Hamás obtuvo buenos resultados una vez en el gobierno.
“¿Crees que estar en el poder en Gaza es como estar en el poder en París? Estuvimos en el poder durante años en muchos municipios, precisamente por nuestra reputación de eficacia y transparencia. En 2006 ganamos las elecciones generales y fuimos condenados al ostracismo. No hay electricidad, es cierto, y eso afecta todo lo demás. ¿Pero creen que no tenemos ingenieros? ¿Que no podemos construir una turbina? Claro que podemos. ¿Pero cómo? ¿Con arena? Puedes tener al mejor cirujano de la ciudad, pero afirmas que sabe operar con cuchillo y tenedor. Mira tu piel, ya se está pelando. Aquí, si vienes de fuera, si vienes del mundo, enfermas enseguida. Lo que debería llamarte la atención es que seguimos vivos.”


(Foto: AP)

Por lo tanto, Hamás parece estar considerando  un alto el fuego. Los negociadores están trabajando sin descanso. ¿Qué quiere decir con un alto el fuego? 
“Me refiero a un alto el fuego. Calma. El fin del asedio.”
Calma por la calma.
“No, espera. Calma por la calma, y el fin del asedio. Un asedio no es tranquilo.”
Y tranquilo... ¿Por cuánto tiempo?
“Ese no es el tema principal, para ser sincero. Lo que realmente importa es lo que ocurre sobre el terreno mientras tanto. Porque si el alto el fuego significa que no nos bombardean, pero seguimos sin agua, sin electricidad, sin nada, entonces seguimos sitiados, eso no tiene sentido. Porque un asedio es un tipo de guerra, es sólo una guerra por otros medios. Y también es un crimen según el derecho internacional. No hay alto el fuego si continúa el asedio. Pero si vemos que Gaza vuelve a la normalidad... si vemos no sólo ayuda, sino también inversión, desarrollo -porque no somos mendigos, queremos trabajar, estudiar, viajar, como todos ustedes, queremos vivir y valernos por nosotros mismos-, si empezamos a ver una diferencia, podemos seguir adelante. Y Hamás hará todo lo posible. Pero no hay seguridad, ni estabilidad, ni aquí ni en la región, sin libertad y justicia. No quiero la paz del cementerio.”
OK, pero tal vez es sólo un truco para reorganizaros. Y dentro de seis meses, volveréis a la guerra. ¿Por qué los israelíes confiarían en vos?
“En primer lugar, yo nunca fui a la guerra: la guerra vino a mí. Y mi pregunta, a decir verdad, es lo contrario. ¿Por qué debería confiar en ellos? Abandonaron Gaza en 2005, y simplemente remodelaron la ocupación. Estaban dentro, ahora bloquean las fronteras. ¿Quién sabe lo que pasa realmente por sus cabezas? Y sin embargo, en eso consiste la confianza. Y quizá ese sea nuestro error. Siempre pensamos en términos de “¿quién va a dar el primer paso, tú o yo”?”
Vale, pero... Una vez más. Si el alto el fuego no funciona...
“Pero, por una vez, ¿podemos imaginar qué pasaría si funcionara? Porque eso sería un poderoso incentivo para hacer todo lo posible para que funcionara, ¿no? Si imaginamos Gaza por un momento como era no hace tanto tiempo -¿has visto alguna vez fotos de los años cincuenta? ¿Cuándo, en verano, recibíamos turistas de todas partes?”
Y Gaza tenía muchos cafés, tiendas y palmeras. He visto estas fotos. Sí.
“Pero hoy también... ¿Has visto lo brillante que es nuestra juventud? A pesar de todo. ¿Qué talento, inventiva y dinamismo tienen? Utilizando viejas máquinas de fax y ordenadores, un grupo de jóvenes veinteañeros ha montado una impresora 3D para producir equipos médicos al alcance de cualquiera. Eso es Gaza. No somos sólo miseria y niños descalzos. Podemos ser como Singapur, como Dubai. Y hagamos que el tiempo trabaje para nosotros. Sanemos nuestras heridas. Estuve 25 años en la cárcel. Él perdió un hijo, asesinado en una redada. Tu traductor perdió dos hermanos. El hombre que nos sirvió el té - su esposa murió de una infección. Nada serio, sólo un corte. Pero no había antibióticos, y así es como murió. Por algo que cualquier farmacéutico podría tratar. ¿Crees que es fácil para nosotros? Pero empecemos con este alto el fuego. Démosles a nuestros hijos la vida que nunca tuvimos. Y serán mejores que nosotros. Con una vida diferente, construirán un futuro diferente.”


Manifestaciones en Gaza (Foto: AFP)

¿Así que te rindes?
“Hemos luchado toda nuestra vida para tener una vida normal. Una vida libre de ocupación y agresión. No nos rendimos, persistimos.”
¿Y durante este alto el fuego, Hamás conservaría sus armas? ¿O aceptaría protección internacional, como las fuerzas de paz? ¿Como en Srebrenica? En mi opinión, no.
“Adivinaste bien.”
Perdona si soy insistente, pero ¿no debería funcionar este alto el fuego? No quiero traer mala suerte, pero el pasado no es precisamente alentador. Hasta ahora, los intransigentes han frustrado todo intento de llegar a un acuerdo.
“Hasta ahora. En primer lugar, pareces muy confiada, pero aún no hay acuerdo. Estamos dispuestos a firmarlo, Hamás y casi todos los grupos palestinos están dispuestos a firmarlo y a cumplirlo. Pero por el momento sólo existe la ocupación. Dicho esto, si nos atacan, por supuesto que nos defenderemos. Como hacemos siempre. Y tendremos una nueva guerra. Pero entonces, dentro de un año, estarás aquí de nuevo. Y yo estaré aquí de nuevo para decir: la guerra no tiene sentido.” 
Tienen un arma emblemática: los cohetes. Cohetes improvisados, de hecho, que suelen ser detenidos por la Cúpula de Hierro, y a los que Israel responde con sus misiles, mucho más potentes. Miles de palestinos murieron. ¿Fueron útiles los cohetes?
“Seamos claros: la resistencia armada es nuestro derecho según el derecho internacional. Pero no tenemos sólo cohetes. Hemos utilizado toda una gama de medios de resistencia. Siempre. Sinceramente, una pregunta así va dirigida más a ustedes que a mí, a todos ustedes, periodistas. Sólo hacemos titulares con sangre. Y no sólo aquí. Sin sangre, no hay noticias. Pero el problema no es nuestra resistencia, es su ocupación. Sin ocupación, no tendríamos cohetes. No tendríamos piedras, cócteles molotov, nada. Todos tendríamos una vida normal.”


Militantes en Gaza (Foto: AP)

Pero, ¿crees que han logrado su objetivo?
“Desde luego que no. Si no, no estaríamos aquí. ¿Y qué hay de la ocupación? ¿Cuál era su objetivo? ¿Entrenar asesinos? ¿Has visto el vídeo de un soldado disparándonos como si fuéramos bolos? Y se ríe y se ríe. Ellos (los judíos) eran gente como Freud, Einstein, Kafka. Expertos en matemáticas y filosofía. Hoy son expertos en drones y ejecuciones extrajudiciales.”

Ahora tienen una nueva arma emblemática: las cometas incendiarias. Vuelven loco a Israel, porque eluden la Cúpula de Hierro y no pueden ser derribadas una a una.
“Las cometas no son un arma. Como mucho, prenden fuego a un poco de paja. Un extintor y ya está. No es un arma, es un mensaje. Porque es sólo cuerda, papel y una alfombra empapada de aceite, mientras que cada batería de la Cúpula de Hierro cuesta 100 millones de dólares. Estas cometas dicen: sois inmensamente más poderosos. Pero ustedes nunca ganarán. Verdaderamente. Nunca.” 
Los palestinos de Cisjordania se enfrentan a la misma ocupación, pero han optado por una estrategia muy diferente: apelar a las Naciones Unidas, a la comunidad internacional.
"Y eso es crucial. Todo es crucial, todos los medios de resistencia. Pero, si se me permite decirlo, lo siento: cuando se trata de Palestina, la comunidad internacional es más bien parte del problema. Cuando ganamos las elecciones -y ganamos unas elecciones libres y justas- la reacción fue el bloqueo. Inmediatamente. Propusimos un gobierno con Fatah, y no sólo una vez, sino cien veces, y nada. La única respuesta fue el bloqueo. Si las cosas han acabado así, también es por su culpa (y la de la comunidad internacional). Hoy también. Ustedes advierten a Hamás: sólo trataremos con ustedes si existe el Fatah. Luego advierten a el Fatah: sólo trataremos con ustedes si Hamás no existe. La división de la que tanto se nos acusa también es consecuencia del bloqueo. De sus presiones, que a veces no son más que amenazas. Con un gobierno de unidad nacional, Ramala no recibiría ni un céntimo. Se arruinaría.”


Sinwar y Abbas (Fotos: AFP, AP)

El bloqueo existe porque se considera que Hamás es un movimiento antisistema, un movimiento anticonstitucional por así decirlo. No respeta las reglas del juego.
“¿Qué juego? ¿Ocupación?”
Ya sabes... Oslo. La solución de los dos estados.
“Pero Oslo se ha acabado. Creo que es el único punto en el que todo el mundo aquí está de acuerdo. Pero realmente todos. Fue sólo una excusa para distraer al mundo con negociaciones interminables y, mientras tanto, construir asentamientos por todas partes y borrar físicamente cualquier posibilidad de un Estado palestino. Han pasado 25 años y ¿qué hemos conseguido? No hemos conseguido nada. Pero sobre todo, ¿por qué insisten siempre en Oslo? ¿Por qué nunca hablan de lo que ocurrió después? Como el documento de unidad nacional, por ejemplo, que se basó en el famoso documento de los prisioneros de 2006. Ese documento establece nuestra estrategia actual, es decir, Hamás, Fatah, todos nosotros, todos juntos: un Estado dentro de las fronteras de 1967, con Jerusalén como capital. Y con el derecho al retorno de los refugiados, por supuesto. Han pasado 12 años y ustedes siguen preguntando: “¿Por qué no aceptan las fronteras de 1967? ¿Por qué no aceptan las fronteras de 1967?” Tengo la impresión de que el problema no es sólo de nuestra parte.”
La comunidad internacional gasta millones de dólares en los palestinos.
““Gasta”. Exacto. Simplemente gasta. Equivocadamente. Ustedes honoraron los Acuerdos de Oslo con un Premio Nobel de la Paz y luego desaparecieron. Nadie controló su aplicación. La pregunta clave es: ¿fue la estrategia correcta (para los palestinos) ayudar a establecer su propio Estado y todas sus instituciones? Entre otras cosas, debo recordarle que la Cuarta Convención de Ginebra es clara: el coste de la ocupación debe ser asumido por el ocupante. No les corresponde a ustedes construir carreteras y escuelas y, sobre todo, reconstruir lo que ha sido demolido. De lo contrario, en lugar de oponerse a la ocupación, la están facilitando.”
El más feroz opositor a este alto el fuego no parece ser Israel -que ahora se centra en Irán-, sino el Fatah, que teme que sea un éxito para Hamás.
“¿Un éxito? Este alto el fuego no es para Hamás o el Fatah: es para Gaza. Para mí, lo importante es que por fin se den cuenta de que Hamás está ahí. Que existe. Que no hay futuro sin Hamás, que no hay acuerdo posible, porque somos parte integrante de esta sociedad, aunque perdamos las próximas elecciones. Pero somos parte de Palestina. Es más, formamos parte de la historia de todo el mundo árabe, que incluye tanto a islamistas como a laicistas, nacionalistas e izquierdistas. Dicho esto, evitemos la palabra “éxito”. Porque es escandaloso para todos los enfermos en fase terminal que están ahora mismo en la frontera esperando a que se abra. Para todos los padres que, esta tarde, no se atreverán a mirar a sus hijos porque no tendrán una comida que ofrecerles. ¿De qué clase de éxito estamos hablando?”
Entraste en prisión con 27 años. Cuando saliste, tenías 50. ¿Cómo fue tu readaptación a la vida? ¿Al mundo?
“Cuando ingresé en prisión, corría el año 1988. Todavía duraba la Guerra Fría. Y aquí, la Intifada. Para difundir las últimas noticias, imprimíamos octavillas. Salí y descubrí Internet. Pero, para ser sincero, nunca salí: lo único que hice fue cambiar de cárcel. Y a pesar de todo, la anterior era mucho mejor que esta. Tenía agua, electricidad. Tenía muchos libros. Gaza es mucho más dura.”


Sinwar a su salida de la cárcel

¿Qué aprendiste en la cárcel?
“Muchas cosas. La cárcel te fortalece. Sobre todo si eres palestino, porque vives rodeado de puestos de control, muros y restricciones de todo tipo. Sólo en la cárcel conoces por fin a otros palestinos y tienes tiempo para hablar. También reflexionas sobre ti mismo. Sobre aquello en lo que crees, sobre el precio que estás dispuesto a pagar. Pero es como si ahora te preguntara: ¿qué has aprendido de la guerra? Dirías: mucho. Dirías: la guerra te fortalece. Pero no hay duda de que desearías no haber estado nunca en la guerra. Aprendí mucho, sí. Pero no le deseo la cárcel a nadie. A nadie en realidad. Ni siquiera a los que hoy, a través de esta alambrada, nos golpean como bolos, riendo, sin darse cuenta de que dentro de 25 años podrían acabar en La Haya.”
En la Corte Penal Internacional.
“Por supuesto. Porque, una vez más, no hay futuro sin justicia. Y nosotros buscaremos a obtener justicia.” 
Pero sabes que algunos palestinos también podrían acabar en La Haya.
“En virtud del derecho internacional, todos tenemos derecho a resistirnos a la ocupación. Pero el tribunal es el tribunal, por supuesto. Trabajará en lo que tenga que trabajar. Y sin embargo, su papel es esencial. Y no sólo para detener los crímenes: es esencial para castigar a los criminales. Su papel también es esencial para las víctimas, porque sólo un juicio puede permitirles reconstruir lo sucedido y así afrontarlo de alguna manera. En lo que respecta al duelo, ningún tercero puede ocupar el lugar de las víctimas. Ningún acuerdo político, sea cual sea, puede permitirles superar su pérdida y seguir adelante. Eso depende de las víctimas.”
Fuiste liberado como parte del intercambio con Gilad Shalit. Hamás retiene actualmente a dos israelíes, así como los restos de dos soldados muertos durante la última guerra. En un acuerdo de alto el fuego, supongo que el intercambio de prisioneros sería una cláusula esencial para ti.
“Más que esencial, indispensable. No es una cuestión política, para mí es una cuestión moral. Porque tus lectores probablemente piensan que, si estás en la cárcel, eres un terrorista, o de alguna manera un forajido. Un ladrón de coches. No. Todos somos arrestados, tarde o temprano. Pero literalmente, todos nosotros. Echa un vistazo a la Orden Militar 101. Sin permiso de los militares, es un crimen ondear una bandera o estar más de diez (personas) en una habitación tomando el té, discutiendo de política. Tal vez sólo estés discutiendo sobre Trump, pero puedes ser condenado a hasta 10 años. En cierto modo, es un rito de iniciación. Es nuestra mayoría de edad. Porque si hay algo que nos une, algo que nos hace a todos iguales, a todos palestinos, es la cárcel. Y para mí es una obligación moral: haré todo lo posible por liberar a los que siguen en prisión.”


(Foto: AP)

En cierto modo, han obtenido más resultados por medio de los secuestros que por los cohetes.
“¿Qué secuestros?”
Como el  de Gilad Shalit.
“Gilad Shalit no era un rehén, sino un prisionero de guerra. ¿Ven por qué hablamos tan poco con los periodistas? Matan a un soldado, ustedes publican una foto suya en la playa y sus lectores piensan que lo matamos en Tel Aviv. A este tipo no lo mataron vestido de bermudas y con una tabla de surf, sino vistiendo uniforme y llevando un M16 y disparándonos.”
¿Y con el alto el fuego?
“Con el alto el fuego, nadie nos disparará, ¿verdad? Y así nadie será capturado.”
Has hablado de la cárcel y de la mayoría de edad. Hamás tiene ahora 30 años, ¿en qué ha cambiado?
“¿Cómo viste todo esto hace 30 años?”
Hace 30 años, yo tenía 8 años.
“Y eso es todo: hemos cambiado igual que tú. Como todo el mundo. Era 1988 y, como te dije, aún continuaba la Guerra Fría. El mundo era mucho más ideológico que hoy. Mucho más negro y blanco, amigos y enemigos. Y nuestro mundo también era un poco así. Luego, con el tiempo, aprendes que puedes encontrar amigos y enemigos donde menos te lo esperas.”


Sinwar durante su estancia en una prisión israelí

La carta de Hamás es siempre tan negra y blanca.
“Este es nuestro primer documento. Y quizá... el último sea más importante. ¿Por qué me preguntas por una carta de hace 30 años, y no por todas aquellas que le han seguido y que muestran nuestra evolución? Docenas y docenas de documentos, todo está ahí: nuestras relaciones con la sociedad civil y con otros grupos políticos, el contexto regional, el contexto internacional, y la ocupación, por supuesto. La respuesta a todas tus preguntas está ahí. Y a decir verdad, esperábamos que recibieran la señal e iniciaran un diálogo con Hamás. Porque, le repito, no somos un fenómeno transitorio. No hay futuro sin Hamás. Y, sin embargo, ustedes siguen cuestionando algo que ocurrió hace 30 años. Y así, en lo que respecta a Oslo, tengo la sensación de que el problema no es nuestro.”
¿Cuál es el problema?
“Todos aquellos que aún nos consideran como un grupo armado y nada más. No tienen ni idea de cómo es realmente Hamás. He aquí un pequeño dato: la mitad de nuestros empleados son mujeres. ¿Lo habrías adivinado? Ustedes se centran en la resistencia, en los medios y no en el objetivo, que es un Estado fundado en la democracia, el pluralismo y la cooperación. Un Estado que protege los derechos y la libertad, donde las diferencias se afrontan con palabras, no con armas. Hamás es mucho más que sus operaciones militares. Está en nuestro ADN. Somos ante todo un movimiento social, no sólo un movimiento político. Creamos comedores sociales, escuelas y hospitales. Siempre lo hemos hecho. Porque para aportar tu granito de arena no hace falta ser ministro de Bienestar Social. Si perteneces a Hamás, eres ciudadano antes que votante.” 
Sin embargo, cuando la mayoría de mis lectores piensan en Hamás, no piensan en organizaciones benéficas. Piensan más bien en la segunda Intifada y en atentados suicidas. Para los israelíes, eres un terrorista.
“Y eso es lo que ellos son para mí, a la luz de los crímenes que han cometido contra nosotros.”
Un comienzo perfecto para un alto el fuego.
"¿Y qué debo decir? ¿Golpeamos a civiles? Ellos golpearon a civiles. ¿Han sufrido? Nosotros hemos sufrido. Háblame de uno de tus muertos y te hablaré de uno de los nuestros. Diez de nuestros muertos. ¿Qué tiene eso que ver? ¿Por eso estás aquí? ¿Estás aquí para hablar de los muertos, o para evitar más pérdidas? Pero sobre todo, tú. ¿Piensan que son inocentes sólo porque son italianos, no árabes, no judíos? Qué fácil es para ustedes venir de lejos y sentirse sabios y justos. Todos tenemos las manos manchadas de sangre. Y tú también. ¿Dónde estabas durante esos 11 años de asedio? ¿Y durante los 50 años de ocupación? ¿Dónde estabas?”


Sinwar con otros dirigentes de Hamás (Foto: Reuters)

¿Qué tipo de vida esperas para tus hijos?
“Una vida palestina, por supuesto. Con la cabeza bien alta. Siempre. A pesar de todo, espero que sean fuertes y que sigan luchando hasta el día en que logren la libertad y la independencia. Porque quiero que mis hijos sueñen con ser médicos, no sólo para tratar a los heridos, sino también a los enfermos de cáncer. Como todos los niños del mundo. Quiero que sean palestinos con total seguridad, para que puedan ser mucho más que palestinos”.

Olvidé preguntarle por el “acuerdo del siglo”, el plan de paz de Donald Trump. Aunque no sepamos realmente de qué se trata, sobre el papel no hay nada.
“De hecho, es una obliteración muy clara de nuestra perspectiva de libertad e independencia. No hay soberanía, no hay Jerusalén. No hay derecho al retorno... Sólo hay una cosa: nuestro (rechazo). Y no es sólo la postura de Hamás. Es algo en lo que todos estamos de acuerdo. No.”
Así que, de momento, van a seguir protestando, manifestándose como en abril. Cada viernes, a lo largo de la valla. Os hemos visto allí a menudo.
“Y sólo te daré dos nombres: Ibrahim Abu Thuraja y Fadi Abu Salah. Ambos tenían 29 años y estaban en silla de ruedas. Son sólo dos de los muchos amputados de las últimas guerras. Es entonces cuando te das cuenta de que aquí no te matan porque representes un peligro, porque ¿qué peligro representas, en una silla de ruedas, para un ejército al otro lado de la alambrada de espino, a cientos de metros de ti? 
No. Aquí no te matan por lo que haces, sino por lo que eres. Te matan porque eres palestino. No tienes ninguna oportunidad.”
Si tuviera que resumir todo lo que has dicho en una sola frase. ¿Cuál es el mensaje que más te gustaría que recordaran los lectores?
“Ha llegado la hora del cambio. Es hora de poner fin a este asedio. De poner fin a esta ocupación.”


(Foto: AP)

¿Piensas que alguien te creerá?
“Estuviste aquí en junio, con otros cientos de periodistas, y tu reportaje fue el más duro para nosotros. Y además está traducido al hebreo. Y sin embargo estás aquí, una vez más, porque nos respetas profundamente, y nosotros te respetamos profundamente. A veces, en cierto modo, el mensajero es también el mensaje. Vas a marcharte ahora, y a escribirlo todo. ¿Serás leída? ¿Te escucharán? No lo sé. Pero hemos puesto nuestro granito de arena.”
Pareces muy seguro de ti mismo.
“Sólo estoy siendo realista. Es hora de cambiar.”


Tras el asesinato de Yahya Sinwar, una periodista recuerda haberle entrevistado

Rob Schmitz , NPR, 19/10/2024

ROB SCHMITZ, PRESENTADOR :
El asesinato de Yahya Sinwar es un acontecimiento importante en la guerra que enfrenta desde hace un año Hamás, el grupo militante que dirigía, e Israel. Sinwar fue una figura clave en la planificación de la operación del 7 de octubre, en la que murieron unas 1.200 personas en Israel. Su asesinato tuvo lugar en la Franja de Gaza, donde nació, creció y llegó al poder como figura central de Hamás, el movimiento islamista palestino de línea dura. Hemos querido dedicar un tiempo a reflexionar sobre el legado de Sinwar en la Franja de Gaza. Para ello, hemos recurrido a Francesca Borri, periodista que cubre Oriente Medio, y que entrevistó a Sinwar en 2018, después de que se hubiera convertido en el máximo dirigente de Hamás en Gaza. Francesca, bienvenida.
FRANCESCA BORRI : Ciao.
SCHMITZ: Gracias por estar con nosotros. Han pasado muchas cosas desde 2018, fecha en la que entrevistó a Sinwar. Pero retrocedamos un poco y hablemos del contexto en el que se reunió con él. ¿Puede describirme el contexto de su visita y lo que esperaba obtener hablando con él?
BORRI: Eso fue hace una vida, hace un mundo. Hamás estaba acorralado, ¿sabe? Hamás y Sinwar eran muy débiles en ese momento. Y Sinwar, que siempre ha sido muy decidido - quiero decir, una vez que decide algo, lo hace todo. Ahora, lo sabemos, de hecho, después del 7 de octubre, ¿no?
SCHMITZ : Así es.
BORRI: Pero en ese momento, su opción era la contraria, estaba intentando llegar a un compromiso con Netanyahu. Por eso fue posible la entrevista. Ya sabe, por eso sucedió, porque de hecho Sinwar quería abrir un canal con Israel, y sucedió. Quiero decir, él lo abrió.
SCHMITZ: ¿ Hay algún recuerdo o una interacción en particular con Yahya Sinwar que le venga a la mente?
BORRI: Muchas cosas. La primera vez que me reuní con él, yo llevaba un hiyab. No lo sabía, no soy musulmana y no sabía si debía llevarlo o no. Y entonces pensé que tal vez era por respeto, así que me puse este hiyab, verde, como el color del Islam. Por eso no me reconoció, porque no esperaba que una mujer italiana llevara un hiyab. Y entonces, como usted lo sabe, me pidió que me lo quitara...
SCHMITZ : Es cierto.
BORRI: ...Porque por eso, que en la foto juntos, nosotros... yo llevaba un hiyab. Fue fuertemente criticado por los extremistas de Hamás porque él no era un extremista de Hamás. Hay gente más radical en Hamás. Y fue muy criticado por esa foto...
SCHMITZ : Es cierto.
BORRI: ...Porque estaba con una mujer extranjera soltera sin hiyab. Fue muy criticado. Dijo, no, porque no quiero que la gente piense que te estoy pidiendo, ya sabes, que lleves un hijab. No eres musulmana, nada. Eres libre. Y vienes aquí como invitada. Fue muy diferente de cómo... bueno, de cómo lo retrataron nuestros medios de comunicación, pero tengo que decir, por supuesto, que fue muy diferente del Yahya Sinwar del 7 de octubre.
SCHMITZ: Me gustaría volver un poco sobre este punto porque, usted sabe, Sinwar... las tácticas de Yahya Sinwar a menudo implicaban violencia, incluso antes del ataque del 7 de octubre, como acaba de mencionar. Me gustaría saber si alguna vez ha conocido a gazatíes que pensaran que sus tácticas militantes y las de Hamás en general no hacían más que empeorarles las cosas.
BORRI: Oh, por supuesto, por supuesto. Cuando estás arraigado en una comunidad -estoy hablando de los palestinos ahora- son muy honestos contigo, por supuesto. Pero aún así, sus últimos momentos, usted sabe, cuando ves la captura de pantalla, ya sabes, y él está lanzando un palo, usted sabe, en el avión no tripulado con una mano - que él va a morir, usted sabe, y él todavía está luchando.
Si lees un poco de árabe y puedes leer o escuchar lo que dice todo el mundo árabe, incluidos los enemigos de Hamás, los enemigos de Sinwar, para todos él es ahora como el Che Guevara de Oriente Medio. Hasta ayer estaba muerto. Hoy está más vivo que nunca, ¿no? Siempre hay un debate en Palestina. Nada está, ya sabes, abierto. No hay nada abierto porque si habla en Palestina, si se atreve a decir algo contra Fatah, contra Hamás, contra Israel, por supuesto, diga lo que diga, lo detienen. Puede detenerlo Israel, por supuesto, pero la mayoría de las veces lo detiene Hamás o Fatah. Esa es otra de las razones por las que es tan complicado.
SCHMITZ: Francesca, hace seis años, cuando entrevistaste a Yahya Sinwar, te dijo, y cito textualmente, “no somos un fenómeno transitorio. No hay futuro sin Hamás”. ¿Cómo crees que veía él el futuro de Hamás? ¿Y hay candidatos para sucederle?
BORRI: Para mí, la cuestión principal no es qué ha cambiado para Hamás. De acuerdo, Hamás está acabado, pero la idea de Hamás no está acabada en absoluto. Y una vez más, esta imagen emblemática de Sinwar, luchando hasta su último aliento, es el comienzo del nuevo Hamás, sea cual sea su nombre. Así que Hamás no está acabado como idea. Por lo tanto, la pregunta principal debería ser: ¿y ahora qué pasará con Israel?
SCHMITZ: Era la periodista Francesca Borri. Francesca, gracias por estar con nosotros.
BORRI: Grazie.

27/10/2024

Agriculturas como biodiversidad para la vida: islas en medio de un mar de un colonialismo químico
Ponencia en la Cop DiverGente, Cali, 26-10-2024

La Cop 16 de Biodiversidad se está celebrando este año en Cali, capital del departamento del Valle del Cauca (Colombia), entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre del 2024. En la misma ciudad se reúne la Cop DiverGente (Cumbre Ambientalista Ciudadana y Autónoma) los días 26 y 27 de octubre. He aquí la ponencia de Lilliam Eugenia Gómez Álvarez & Alejandro Henao Salazar el día 26

DJAMEL LABIDI
Yahya Al Sinwar, un héroe llameante y ya una leyenda

Djamel Labidi, 24/10/2024
 Autor argelino que vive en Francia
 Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Yahya Al Sinwar, alias Abu Ibrahim, cayó el 16 de octubre en el campo del honor. Parece que esta expresión se hizo para él. Murió en su Gaza natal.

Sus compañeros de las brigadas Ezzedin Al Qassam anunciaron la muerte del shahid [mártir] en un sobrio mensaje: “Es un gran honor para nuestro movimiento ver a sus líderes sacrificarse ante sus soldados”.

La heroica muerte de Yahya Al Sinwar ha tenido una enorme repercusión en el mundo árabe, en el mundo musulmán y en todo el planeta. Hay hombres que permanecen en la memoria de los pueblos. Murió en armas. Luchó hasta el último momento. Herido, con una mano arrancada, seguía luchando. Nunca olvidaremos su increíble gesto mientras agonizaba, lanzando un palo al dron que daba vueltas a su alrededor. Este último gesto de un combatiente debería hacer reflexionar a los “superhombres del Mosad” y al ejército israelí.

Por casualidad

Nunca han dejado de intentar impresionar a la gente, y también a sus aliados y a los suyos, con poderes supranormales que supuestamente poseen. Pero no pudieron ocultar que lo mataron, de hecho, “por casualidad”, y sin saber siquiera quién era. Tardaron dos días en darse cuenta. Tenían tanto miedo de entrar en la casa donde Abu Ibrahim había luchado como un león que tardaron todo ese tiempo, incluso después de destruir la casa con un cañón y comprobar la escena con un dron. Esto da una idea de su jactancia.

Primero ocultaron las imágenes que habían tomado. Luego se vieron obligados a mostrarlas como prueba de su muerte. Luego ellos mismos revelaron la dureza de su última lucha. Su mentira se derrumbó, la de un líder escondido en túneles, huyendo de los combates y de Gaza. Pero allí estaba, a pocos metros de ellos, luchando al frente de sus hombres, como llevaba haciendo más de un año. Un tremendo mensaje de coraje, esperanza y lucha que los propios israelíes, sin saberlo, transmitieron a los palestinos y a todos los combatientes de la resistencia del mundo. Al morir como un mártir, Al Sinwar sabía que estaba realizando un acto importante, que estaba transmitiendo su último mensaje a sus compañeros, a su pueblo, a la humanidad que sufre: continuar la lucha sin descanso. Era su última decisión como líder de la lucha.

Yahya Al Sinwar se ganó la admiración incluso de sus enemigos. Un episodio es significativo a este respecto. El viernes 18 de octubre, Raphaël Jerusalmy, un “ex” (pero con toda evidencia todavía) funcionario del Mosad, fue invitado a hablar sobre el tema en el canal francés LCI. Es un habitual de la televisión francesa. Él y sus amigos están allí como si fueran los suyos. Con ojos crueles, una mueca en lugar de una sonrisa y un rostro impasible, el agente pensó que podía, como de costumbre, imponer su historia. Quiso demostrar que la muerte de Yahya Al Sinwar fue un éxito debido a la habilidad de los servicios de inteligencia israelíes y trató de devaluar al líder de las brigadas Al Qassam. Los periodistas al servicio del sistema, que normalmente no se atreven a contradecir a este agente del Mosad, le cortaron por primera vez el rollo, señalando que «sus servicios» se habían equivocado al publicar las fotos de la última batalla del líder de la resistencia, ya que ellos mismos habían demostrado que llevaba más de un año luchando y que había muerto como un héroe.


El “testamento” de Al Sinwar

Al conocer la noticia de la muerte de Yahya Al Sinwar, las redes sociales de todo el mundo se volvieron locas de dolor, pena, compasión y admiración. Inmediatamente se difundió un “testamento”. No ha habido confirmación oficial al respecto. Verdadero o falso, no importa, el testamento se ha hecho viral. Las palabras suenan tan ciertas, tan acertadas. Escuchemos un extracto: “Si caigo, no caigáis conmigo, sino llevad por mí una bandera que nunca haya caído, y haced de mi sangre un puente que cruce una generación que resurgirá de nuestras cenizas, más fuerte. No olvidéis que la patria no es una historia que contar, sino una verdad que vivir, y que por cada mártir nacen mil resistentes del vientre de esta tierra”.

En las redes ha surgido la imagen de Al Sinwar, presente en todas partes, magnificado, mitificado, glorificado. Se ha convertido ya en una leyenda.

Al Sinwar luchó durante más de un año, en un pequeño pedazo de tierra, Gaza (320 km2), una cuarta parte de Argel (1190 km2), contra un ejército de 350.000 hombres y mujeres. Fue escurridizo. Defendió a su pueblo. Sufrió con ellos. Se enfrentó probablemente a la fuerza más cruel de la historia.

La “solución final”

Desde el primer día, el plan de genocidio estuvo claro. Su plan era la “solución final”, que parece ser una obsesión de su torturada conciencia, falsa o verdadera conciencia histórica, empezamos a dudarlo, porque ¿cómo podemos repetir los mismos crímenes de los que decimos haber sufrido tanto?

Recordemos el primer día del genocidio: «Los mataremos de hambre, los haremos morir de sed, de hambre, los mataremos como los animales humanos que son» declararon claramente, sin vergüenza.

Desde el 8 de octubre, cientos de cañones y tanques se alinearon a lo largo de kilómetros alrededor de este pequeño trozo de tierra en Gaza. Los palestinos de Gaza contuvieron la respiración. Entonces todas las armas enemigas empezaron a disparar juntas en un monstruoso e ininterrumpido redoble de truenos, día y noche. El 22 de octubre, 90 aviones bombardearon sin descanso. Israel disparó contra la masa, desde tierra y desde el cielo. Edificios y casas se derrumbaron bajo los golpes, como castillos de naipes. Fue un 11 de septiembre con potencia n.

80.000 toneladas de bombas proporcionadas en un año por el Tío Sam, que intentaba, como de costumbre, mirar para otro lado, con su vieja cultura de genocidios, los «indios», la esclavitud, Hiroshima, Nagasaki, etcétera.

La masacre dura ya más de un año. Es seguro decir que, cualesquiera que sean las masacres que han jalonado la historia, ninguna ha alcanzado esta ferocidad. La razón es sencilla: podemos ver esta masacre desarrollarse ante nuestros propios ojos, como una emisión de televisión en directo en los canales Al Yazira, palestinos y otros.

El mundo entero está viendo morir a los palestinos, agonizando. Y los israelíes continúan día y noche, especialmente por la noche, porque eso aumenta su placer de sembrar el terror, y USA sigue cargando sus armas y sus aviones. Este es quizás el más odioso de los papeles asignados a los ciudadanos usamericanos. Les deshonra. Uno de ellos, Aaron, soldado de las Fuerzas Aéreas usamericanas, se prendió fuego el 25 de febrero de 2024, para «no ser más cómplice de este genocidio», dijo en su último mensaje, para rechazar esta deshonra y denunciar, con el sacrificio de su vida, esta vergüenza para su nación.


Los medios de la vergüenza

Ciertamente, en la historia, incluso las naciones más feroces, incluso los imperios más crueles, se habrían detenido si hubieran sido vistos, como vemos hoy con los crímenes cometidos por los israelíes y los USA.

A los israelíes no les importó al principio, probablemente pensando que les aturdiría, aterrorizaría a los palestinos y al mundo árabe y les disuadiría de cualquier resistencia futura. Luego se dieron cuenta, junto con los dirigentes occidentales, de que se trataba de un desastre moral para ellos.

Por eso ahora los medios de comunicación occidentales no difunden prácticamente ninguna imagen del martirio palestino. Su argumento es que el ejército israelí prohíbe a sus periodistas entrar en Gaza. Se están burlando del mundo. Las imágenes de la carnicería en curso se emiten en directo y en bucle en las televisiones árabes. Basta con cogerlas. 170 periodistas palestinos han muerto hasta ahora para informar al mundo de lo que ocurre en Gaza. Es una situación nueva e increíble para la información: las víctimas filman su propio genocidio. Es difícil imaginar una posición más reprobable y despreciable que la del personal de estos vergonzosos medios de comunicación occidentales. ¿Cómo podrán enfrentarse después a la opinión pública y, sobre todo, a su conciencia?

Los palestinos no sólo filman su muerte. También filman su lucha. Las brigadas Al Qassam ofrecen regularmente imágenes de sus ataques contra el ejército israelí. Hay que tener mucho valor para filmarse a uno mismo luchando. Mientras tanto, los soldados israelíes matan civiles.

Son 350.000. Pero estos soldados están, de hecho, de prestado. ¿Qué clase de vida tendrán los que sobrevivan? Sus vidas estarán hechas de pesadillas, obsesiones por la muerte y, para los mejores, sentimientos de culpa. La prensa -Times of Israel (2 de febrero de 2024), L'Orient-le Jour (14 de agosto de 2024), CNN (20 de octubre)- ya informa de que miles de soldados israelíes sufren problemas de salud mental. ¿Veríamos a un combatiente de la resistencia palestina sufriendo de la misma manera? Esa es la diferencia entre una mala causa y una causa justa. Basta pensar en el precio pagado de la misma manera por los soldados usamericanos tras las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak, y por los soldados franceses tras la guerra de Argelia. Nos vemos dentro de diez o veinte años. No se comete lo indecible, no se abandona impunemente a la humanidad.

Los israelíes llaman “víctimas colaterales” a 50.000 muertos y 100.000 heridos. Los esclavizados medios de comunicación occidentales lo repiten. ¿Cómo podrá este Occidente vivir con el mundo en el futuro, mirarnos a los ojos? Las únicas víctimas colaterales reales son los combatientes que han matado, por casualidad, sin siquiera saberlo. Nunca podrán contarlos.

La verdad, como todo el mundo sabe, es que quieren matar a todos los palestinos. Y en su subconsciente genocida, ven a todos los palestinos como «Hamasniks», a todos los combatientes o futuros combatientes, incluso a los niños.

Un año de genocidio

Octubre de 2023-octubre de 2024: un año de genocidio. Es largo el genocidio. Y para nosotros, los «testigos», un año de dolor indescriptible, un año de un persistente sentimiento de culpa mientras observamos impotentes. ¿Hasta cuándo? ¿Podremos soportarlo mucho tiempo y mantener la cordura?

En los tiempos más crueles, en la época de los juegos del circo romano, los esclavos en rebelión y los cristianos rebeldes eran entregados a bestias feroces. En lo que respecta a los palestinos, Israel ofrece este espectáculo al mundo todos los días, a cientos de millones de espectadores horrorizados. ¿Se ha visto algo semejante en la historia de la humanidad?

Algunos de nosotros queremos escapar de este sufrimiento, dejar de mirar. Es comprensible. Pero los palestinos están tomando estas imágenes, arriesgando sus vidas para enviarlas al mundo, para que las veamos, no para que cerremos los ojos. Eso sería una victoria para el enemigo. Así que no apartemos los ojos, miremos, esa es la mínima solidaridad que podríamos tener.

Otras prioridades

En Gaza, los palestinos no tienen un momento de respiro; mueren todos los días. Mientras escribo, Israel está exterminando metódicamente a los 100.000 habitantes del campo de Yabaliya, en el norte de Gaza. Los han rodeado, los han aislado del mundo, los han matado de hambre y los están asesinando sin piedad. El mundo deja que esto ocurra como si fuera inevitable, porque hay elecciones en USA, porque está la cumbre de los BRICS, porque está Ucrania, porque hay otras prioridades, porque... porque ....

Pero algún día los monstruos tendrán que pagar, los genocidas tendrán que pagar. Gaza se ha transformado en una inmensa morgue, un cementerio al aire libre, un cementerio o más bien una inmensa fosa común. Y luego están los miles de cadáveres enterrados bajo los escombros que nunca tendrán nombre ni sepultura. Israel no sólo niega a los palestinos el derecho a la vida, sino también el derecho a un entierro digno.

¿Podemos viajar, divertirnos, descansar, relajarnos, trabajar? Nada de esto tiene sentido para las personas justas de este planeta.

La magnitud del horror, sus características sin precedentes tendrán sin duda consecuencias para nuestro futuro humano, no sé cuáles, pero sin duda estarán a la altura de este drama histórico sin precedentes.

Beirut

Israel quiere convertir Beirut en otra Gaza. El propio Netanyahu lo dijo en sus amenazas a los libaneses. Emmanuel Macron ha instado a los israelíes a no hacerlo. El 10 de octubre, el presidente Biden pidió a Netanyahu que «minimizara el impacto sobre los civiles». «Impacto» es su palabra.

Dicen que atacan Líbano y bombardean Beirut para garantizar “su seguridad durante al menos unos año”. “Durante unos años”: no tienen planes para el futuro. Lo dicen ellos mismos.

Todos los días, las televisiones occidentales retransmiten en directo los bombardeos, sobre todo por la noche. Bombas usamericanas lanzadas por aviones israelíes. Gigantescas salpicaduras de llamas anaranjadas rasgan la negrura de la ciudad sin luz. Los presentes en los platós de tele observan fascinados, mirando como se mira un castillo de fuegos artificiales. Viéndolos contemplar así “el espectáculo”, se tiene incluso la horrible impresión de que están viviendo un momento de euforia. Como los monstruosos fuegos artificiales del halalí sobre Bagdad y Trípoli. Un aire de déjà vu. Como el orgullo de una potencia cuyo declive se quisiera evitar. Recuerdos del pasado colonial. Se castiga a los árabes. Sólo conocen la fuerza, dice el israelí medio. Vocabulario colonial. Se utiliza el mismo lenguaje para “dar la caza a Hezbolá” que para Hamás. Un presentador en un plató de televisión hablará del «asesinato» de Nasralá para corregir rápidamente la palabra y decir «liquidación». No se asesina a un “terrorista árabe”.

También observan, con los ojos desorbitados, las largas procesiones de nuevos refugiados, libaneses esta vez. Sin empatía, sin emoción. Un coronel en el plató, Michel Goya, con barba blanca y cara de capellán castrense, y un currículum de todas las aventuras militares fracasadas de las últimas décadas, experto militar en LCI, explicará que “primero hay que romperle la espalda a Hezbolá antes de pensar en la paz”.

En el sur del Líbano, los mismos canales de televisión occidentales muestran a soldados israelíes avanzando cautelosamente por laderas pedregosas. Recuerda inevitablemente al Yebel [monte] en Argelia. ¿Acaso no conocen el final de la historia? ¿Por qué el soldado israelí parece tan poco militar? Probablemente por conscripción o por falta de convicción.

Antes de Yahya Al Sinwar, habían asesinado a Nasrallah y a muchos otros. Perlas preciosas de un mismo collar. Lo que sus muertes nos enseñan, lo que ofrecen con su sacrificio a sus pueblos, a la humanidad doliente, tiene un valor inmenso. Resistencia hasta el final.

La resistencia revela hombres excepcionales. Estos resistentes indomables llevan al enemigo hasta el límite. Revelan su horrible rostro. ¿Quién no conoce hoy en el mundo el verdadero rostro de Israel?

USA e Israel, imperialismo arcaico

¿Cómo creen USA e Israel que pueden ganar la guerra en Gaza, Líbano y otros lugares, y seguir subyugando a todo Oriente Próximo? La subyugación de los pueblos fue posible, desde la antigüedad hasta los imperios coloniales, porque los pueblos estaban aislados. Hoy eso ya no es posible. La base de retaguardia de los pueblos en lucha es el mundo entero. No han aprendido las lecciones de Vietnam, de la guerra de Argelia, de Irak, de Afganistán, etc. Representan, en su unión con Israel, un imperialismo arcaico destinado al colapso.

Los pueblos que luchan por su libertad producen sus dirigentes, que son “obras de arte”, como decía el gran pensador Marx. Pero son los opresores quienes convierten a los luchadores en héroes. Cada vez, el opresor cree que está cavando sus tumbas, pero está cavando la suya propia.

Creen que han matado a una nación matando a un hombre. ¿Cuántas veces lo han creído? Y lo hacen una y otra vez.

Desde los comienzos de las luchas modernas de liberación nacional, los colonizadores lo han hecho una y otra vez, cegados por su desprecio del hombre y de su humanidad, incapaces de comprender el valor porque rara vez lo tienen, acostumbrados como están a batallas sin gloria desde el cielo o a tiro de cañón.

¡Ni una bandera blanca!

Han matado a un hombre. Sólo uno y creen que han ganado. Son ciegos, estúpidos y cegatos. Mataron a 50.000 palestinos en Gaza, pero ¿acaso detuvieron la resistencia? 50.000 palestinos murieron, ¡y nadie desertó, nadie izó una bandera blanca! Seamos realistas. Ni una sola persona. Colosal. ¿Qué pueden hacer contra un pueblo así? Tendrían que haber mirado los ojos negros y ardientes de Abu Ibrahim Al Sinwar, su mirada feroz y llameante, para entenderlo.

Nadie se quejó. Nadie desaprobó a Hamás, a pesar de la sed, del hambre, de la enfermedad, del dolor y de las heridas que no se curan, ni siquiera se atenúan, a pesar de las muertes, de las personas tomadas al azar para torturarlas en masa para que denuncien a sus hermanos que luchan, de los niños muertos, de las tiendas de refugio en llamas cuya lona chisporrotea sobre la piel quemada viva, de los niños enterrados, con sus padres, sus madres, los ancianos, de la desaparición de sus seres queridos, de todo lo que han amado.

Nadie izó una bandera blanca. La única vez que ocurrió, eran rehenes israelíes que probablemente habían escapado y los soldados israelíes estaban tan sorprendidos que les dispararon.

¿Se dan cuenta los israelíes y los usamericanos del tipo de personas con las que están tratando? ¿Quieren extinguir una resistencia que ha durado 78 años?

Israel y USA pensaban que habían acabado con la resistencia palestina matando a Al Sinwar. En un comunicado emitido el 9 de octubre, las brigadas Al Qassam declararon que “el enemigo delira si piensa que la llama de la resistencia se extinguirá o retrocederá asesinando a sus líderes”. Y volvieron al ataque: el 20 de octubre, cuatro días después de la muerte de su líder, mataron al coronel israelí [druso] Ahsan Daksa, comandante de la brigada 401, principal protagonista de la carnicería en Gaza. En su comunicado de prensa del mismo día, las brigadas declararon que dedicaban esta operación “al alma del shahid Al Sinwar”.

Imágenes del artista palestino Omar Zaghloul


26/10/2024

DJAMEL LABIDI
Yahya Al Sinwar, un héros flamboyant et déjà une légende

Djamel Labidi, 24/10/2024

Yahya Al Sinwar, alias Abou Ibrahim, est tombé le 16 octobre au champ d'honneur. On dirait que cette expression a été faite pour lui. Il est mort sur sa terre de Gaza, où il était né.

Ses compagnons des brigades Ezzedine Al Qassam, ont annoncé la mort du chahid dans un message sobre : « C’est un grand honneur pour notre mouvement de voir ses dirigeants se sacrifier avant ses soldats ».

La mort héroïque de Yahya Al Sinwar a eu un écho énorme dans le monde arabe, le monde musulman, sur toute la planète. Il est des hommes qui restent dans la mémoire des peuples. Il est mort les armes à la main. Il s’est battu jusqu’au dernier moment. Blessé, une main arrachée, il se battait encore. On n’oubliera jamais son geste incroyable, lui, agonisant, lançant un bâton sur le drone qui tournait autour de lui. Ce dernier geste de combattant devrait donner à réfléchir aux « supermen du Mossad » et de l’armée israélienne.

Par hasard

Ils n’ont cessé de chercher à impressionner les gens, et aussi leurs alliés et les leurs, par de prétendus pouvoirs supranormaux qu’ils détiendraient. Mais ils n’ont pu cacher qu’ils l’ont tué, en fait, « par hasard », et sans même savoir qui il était. Il a fallu deux jours pour qu’ils s’en rendent compte. Ils avaient tellement peur d’entrer dans la maison où Abou Ibrahim s’était battu comme un lion, qu’il leur a fallu tout ce temps, même après avoir détruit la maison au canon, et avoir vérifié les lieux avec un drone. Cela donne une idée de leur forfanterie.

Ils ont caché d’abord les images Et bien d’autres, qu’ils avaient prises. Puis, ils ont été obligés de les montrer pour donner la preuve de sa mort. Ils ont dévoilé alors eux-mêmes l’âpreté de son dernier combat. Leur mensonge s’est écroulé, celui d’un chef caché dans des tunnels, fuyant le combat et Gaza. Or il était, là, à quelques mètres d’eux, se battant à la tête de ses hommes, comme il le faisait depuis plus d’un an. Un formidable message de courage, d’espoir et de lutte que les Israéliens ont délivré eux-mêmes, bien à leur insu, aux Palestiniens et à tous les résistants dans le monde. En mourant ainsi en martyr, Al Sinwar savait qu’il effectuait là un acte majeur, qu’il livrait à ses compagnons, à son peuple, à l’humanité souffrante, son dernier message : celui de continuer sans répit le combat. C’était sa dernière décision en tant que responsable de la lutte.

Yahya Al Sinwar a forcé l’admiration même de ses ennemis. Un épisode est à cet égard significatif. Le vendredi 18 octobre sur la chaine LCI, un « ex » (mais toujours évidemment) fonctionnaire du Mossad, Raphaël Jerusalmy était convié à s’exprimer sur la question. C’est un habitué des plateaux français. Lui et ses amis y séjournent comme si c’était les leurs. Les yeux cruels, un rictus en guise de sourire, le visage impassible, l’agent a cru qu’il pourrait comme d’habitude imposer son récit. Il a voulu montrer que la mort de Yahya Al Sinwar était un succès dû à l’habilité des services de renseignement israéliens et il a cherché à dévaloriser le chef des brigades Al Qassam. Les journalistes serviteurs du système, qui d’habitude n’osaient contredire cet agent du Mossad, lui ont pour la première fois coupé la parole, lui faisant remarquer que « ses services » avaient fait une erreur en publiant les photos du dernier combat du chef de la résistance, cat ils ont eux-mêmes ainsi montré qu’il combattait depuis plus d’un an et qu’il était mort en héros.

Le « testament » d’Al Sinwar

À la nouvelle de la mort de Yahya Al Sinwar, les réseaux sociaux se sont enflammés dans le monde : peine, douleur, compassion, admiration. Un « testament » a immédiatement circulé. Il n’a eu aucune confirmation officielle. Vrai ou faux, peu importe, le testament est devenu viral. Les paroles y sonnent tellement vraies, tellement justes. Écoutons un extrait : « Si je tombe, ne tombez pas avec moi, mais portez pour moi un drapeau qui n’est jamais tombé, et faites de mon sang un pont que traversera une génération qui naîtra de nos cendres, plus forte. N’oubliez pas que la patrie n’est pas une histoire à raconter, mais une vérité à vivre, et que pour chaque martyr, naissent du ventre de cette terre mille résistants ».

Sur les réseaux l’image de Al Sinwar a surgi, partout présente, magnifiée, mythifiée, glorifiée. Il est déjà devenu une légende.

Al Sinwar a combattu plus d’un an, sur un petit bout de terre, Gaza (320 km2) , le quart de la surface d’Alger (1190 km2), contre une armée de 350 000 hommes. Il était insaisissable. Il a défendu son peuple. Il a souffert avec lui. Il a affronté probablement la force la plus cruelle de l’Histoire.

La « solution finale »

Dès le premier jour, le projet de génocide était clair. Ils avaient pour projet la « solution finale » qui semble être une obsession de leur conscience torturée, fausse ou vraie conscience historique, on commence à en douter, car comment refaire les mêmes crimes dont on dit avoir tant souffert ?

Rappelons-nous le premier jour du début annoncé du génocide : « Nous les affamerons, nous les ferons mourir de soif, de faim, nous les tuerons comme les animaux humains qu’ils sont » ont-ils déclaré clairement, sans honte.

Dès le 8 octobre des centaines de canons et de chars ont été mis en ligne sur des kilomètres autour de ce petit bout de terre de Gaza. Les Palestiniens à Gaza retenaient leur souffle. Puis toutes les armes ennemies se sont mises à tirer ensemble dans un roulement de tonnerre monstrueux, ininterrompu, jour et nuit. Le 22 octobre, 90 avions bombardent sans relâche. Israël tire dans le tas, du sol et du ciel. Les immeubles, les maisons se sont mises à s’écrouler sous les coups, comme des châteaux de cartes. Un 11 septembre puissance n.

80 000 tonnes de bombes sont fournies, en un an, par l’Oncle Sam, qui essayait, comme d’habitude, de regarder ailleurs, dans sa vielle culture des génocides, les « Indiens », l’esclavagisme, Hiroshima, Nagasaki, etc.

Cela fait plus d’un an que dure le massacre. On peut dire, sans grand risque de se tromper que, quels que soient les massacres qui ont jalonné l’Histoire, aucun n’a atteint cette férocité. La raison est simple, ce massacre on le voit, il se déroule sous nos yeux, comme une retransmission télévisée, en direct sur les chaines d’Al Jazeera, palestiniennes et autres.

Dans le monde entier, on regarde mourir, agoniser les Palestiniens. Et les Israéliens continuent nuit et jour, la nuit surtout, car elle ajoute à leur plaisir de semer l’effroi, et les USA continuent de charger leurs canons, leurs avions. C’est peut-être le plus odieux des rôles échus aux citoyens des USA. Il les déshonore. L’un d’eux, Aaron, un soldat de l’aviation US, s’est immolé par le feu, le 25 février 2024, pour « ne plus être complice de ce génocide » a-t-il dit dans son dernier message, pour refuser ce déshonneur et dénoncer, par le sacrifice de sa vie, cette honte pour sa nation.

Les médias de la honte

Certainement que dans l’Histoire, même les nations les plus féroces, même les empires les plus cruels se seraient arrêtés si on les avait vus, comme on voit aujourd’hui les crimes commis par les Israéliens et les USA.

Les Israéliens n’en avaient cure au début, croyant probablement sidérer ainsi, terroriser les Palestiniens et le monde arabe, les dissuader à l’avenir de toute résistance. Puis ils se sont aperçus, avec les dirigeants occidentaux, du désastre moral pour eux.

C’est pour cela que les médias en Occident ne diffusent désormais pratiquement aucune image du martyre palestinien. Ils ont trouvé pour argument que leurs journalistes sont interdits d’entrée à Gaza par l’armée israélienne. Ils se moquent du monde ! Les images du carnage permanent sont diffusées en direct et en boucle sur les télés arabes. Il suffit de les reprendre. 170 journalistes palestiniens sont morts, jusqu’à présent, pour informer le monde de ce qui se passe à Gaza. C’est même une situation nouvelle, incroyable pour l’information : les victimes qui filment elles-mêmes leur génocide. On ne peut imaginer position plus condamnable, plus méprisable que celle des personnels de ces médias occidentaux de la honte. Comment pourront-ils affronter l’opinion et d’abord leur conscience plus tard ?

Les Palestiniens ne filment pas seulement leur mort. Ils filment aussi leur combat. Les brigades Al Qassam fournissent régulièrement les images de leurs attaques contre l’armée israélienne. Il faut un sacré courage pour se filmer en combattant. Pendant ce temps, les soldats israéliens tuent les civils.

Ils sont 350 000 soldats. Mais ces soldats, en fait, sont en sursis. Quelle vie vivront ceux qui survivront. Ils traîneront une vie faite de cauchemars, d’obsessions mortifères, et, pour les meilleurs d’entre eux, de sentiments coupables. La presse, le Times of Israel (2 février 2024), L’Orient-le Jour (14 août 2024), CNN (20 octobre), signalent déjà que des milliers de soldats israéliens sont victimes de problèmes de santé mentale. Verrait-on un résistant palestinien souffrir de même ? C’est toute la différence entre une mauvaise cause et une cause juste. Qu’on se souvienne du prix payé de la même manière par les soldats usaméricains au sortir des guerres du Vietnam, d’Afghanistan, d’Irak, des soldats français au sortir de la guerre d’Algérie. Rendez-vous dans dix ou vingt ans. On ne commet pas l’indicible, on ne sort pas de l’humanité impunément.

50 000 morts, 100 000 blessés, les Israéliens appellent cela des « victimes collatérales ». Les médias occidentaux asservis le répètent. Comment cet Occident pourrait-il à l’avenir vivre avec le monde, nous regarder dans les yeux ? Les vraies, les seules victimes collatérales sont les combattants qu’ils ont tués, par hasard, sans le savoir d’ailleurs. Ils ne peuvent d’ailleurs jamais les recenser.

La vérité, et chacun le sait, c’est qu’ils veulent tuer tous les Palestiniens. Et que dans leur inconscient génocidaire, ils sont, pour eux, tous des « Hamasniks », tous des combattants ou de futurs combattants, même les enfants.

Un an de génocide

Octobre 2023-Octobre 2024 : un an de génocide. C’est long un génocide. Et pour nous, les « témoins », un an de peine indicible, un an de sentiment de culpabilité lancinante à regarder, impuissants. Jusqu’à quand ? Pourrons-nous le supporter longtemps et garder notre intégrité mentale ?

Dans les temps les plus cruels, à l’époque des jeux de cirque romains, les esclaves révoltés, les chrétiens rebelles, étaient livrés aux bêtes féroces. Pour les Palestiniens, c’est tous les jours qu’Israël offre ce spectacle au monde, à des centaines de millions de spectateurs horrifiés. A-t-on vu pareille chose dans l’histoire de l’humanité ?

Certains, parmi nous, veulent échapper à cette souffrance, ne plus regarder. Cela se comprend. Mais les Palestiniens prennent ces images, risquent leur vie pour les envoyer au monde, pour que nous les voyons, pas pour que nous fermions les yeux. Ce serait la victoire de l’ennemi. Ne détournons pas alors les yeux, regardons, c’est le minimum de solidarité que nous pourrions avoir.

D’autres priorités

À Gaza, les Palestiniens n’ont pas un moment de répit, ils meurent tous les jours. Au moment où j’écris, Israël a entrepris l’extermination méthodique des 100 000 habitants du camp de Jabaliya, au Nord de Gaza. Ils les ont encerclés, ils les ont coupés du monde, ils les font mourir de faim, et ils les tuent, impitoyablement. Le monde laisse faire comme si cela était fatal, parce qu’il y a les élections aux USA, parce qu’il y a la réunion des BRICS, parce qu’il y a l’Ukraine, parce qu’il y a d’autres priorités, parce que .. parce que...

Mais il faudra bien qu’un jour les monstres payent, que les génocidaires payent. Gaza a été transformée en une immense morgue, un cimetière à ciel ouvert, un cimetière ou plutôt une immense fosse commune. Et il y a les milliers de corps enfouis sous les décombres qui n’auront jamais de nom, de sépulture. Israël ne refuse pas simplement le droit à la vie, il refuse aux Palestiniens le droit à une sépulture digne.

Peut-on voyager, se distraire, se reposer, se détendre, travailler ? Tout cela n’a plus de sens pour les justes de cette planète.

La dimension de l’horreur, ses caractéristiques sans précédent auront certainement des conséquences sur notre avenir humain, je ne sais pas quoi, mais ce sera certainement à la dimension de ce drame historique sans précédent.

Beyrouth

Israël veut faire de Beyrouth un autre Gaza. Netanyahou l’a dit lui-même dans ses menaces aux Libanais. Emmanuel Macron a prié les Israéliens de ne pas le faire. Le 10 octobre, Le président Biden demande à Netanyahou de « réduire au maximum l’impact sur les civils ». « L’impact », vous avez bien lu, c’est son mot.

Ils disent que c’est pour assurer « leur sécurité au moins pour quelques années » qu’ils attaquent le Liban et bombardent Beyrouth. « Pour quelques années » : ils n’ont pas de projet d’avenir. Ils le disent eux-mêmes.

Sur les plateaux TV d’Occident, tous les jours, les bombardements sont transmis en direct, notamment la nuit. Bombes usaméricaines larguées par les avions israéliens. Gigantesques gerbes de flammes orange qui déchirent le noir de la ville sans lumières. Les présents sur les plateaux regardent fascinés, ils regardent comme on regarde un feu d’artifice. On a même, à les regarder contempler ainsi « le spectacle », l’impression affreuse d’un moment pour eux d’euphorie. Comme dans les feux d’artifice monstrueux de l’hallali sur Bagdad, sur Tripoli. Un air de déjà-vu. Comme une fierté de puissance dont on voudrait conjurer le déclin. Les souvenirs du passé colonial. On punit les Arabes. Ils ne connaissent que la force, dit l’israélien moyen. Vocabulaire colonial. On parlera de même de « traque du Hezbollah » comme du Hamas. Un animateur sur un plateau parlera d’ »assassinat » de Nasrallah pour corriger vite le mot et dire « liquidation ». On n’assassine pas un "terroriste arabe".

Ils regardent aussi, l’œil morne, les longues processions de nouveaux réfugiés, des Libanais cette fois-ci. Aucune empathie, aucune émotion. Un colonel de plateau, Michel Goya, barbe blanche et visage d’aumônier militaire, et un CV de toutes les aventures militaires ratées de ces dernières décennies, expert militaire sur LCI, expliquera qu’il faut « d’abord casser les reins au Hezbollah avant de songer à la paix ».

Au Liban-Sud, sur les mêmes télés occidentales, on voit des soldats israéliens avancer avec précaution sur des pentes caillouteuses. Cela rappelle inévitablement le Djebel en Algérie. Ne connaissent-ils pas la fin de l’histoire ? Pourquoi le soldat israélien a-t-il une allure si peu militaire ? Probablement des conscrits ou une absence de conviction.

Avant Yahya Al Sinwar, Nasrallah avait été assassiné, et bien d’autres. Les perles précieuses d’un même collier. Ce que leur mort nous apprend, ce qu’ils offrent par leur sacrifice à leurs peuples, à l’humanité souffrante, est d’une valeur immense. La résistance jusqu’au bout.

La résistance révèle des hommes exceptionnels. Ces résistants indomptables poussent l’ennemi dans ses derniers retranchements. Ils en dévoilent le visage hideux. Qui ne connait pas, dans le monde aujourd’hui, le visage réel d’Israël ?

Les USA et Israël, un impérialisme archaïque

Comment les USA et Israël croient-ils qu’ils peuvent gagner la guerre à Gaza, au Liban et ailleurs, et continuer de soumettre tout le Proche-Orient ? L’asservissement des peuples était possible, de l’Antiquité jusqu’aux empires coloniaux, car les peuples étaient alors isolés. Aujourd’hui cela n’est plus possible. La base arrière des peuples en lutte est le monde entier. Ils n’ont pas tiré les leçons du Vietnam, de la guerre d’Algérie, de l’Irak, de l’Afghanistan etc. Ils représentent, dans leur union avec Israël, un impérialisme archaïque promis à l’écroulement.

Les peuples qui combattent pour leur liberté produisent leurs chefs, leurs dirigeants, qui sont des « œuvres d’art », comme le disait un grand penseur : Marx. Mais ce sont les oppresseurs qui transforment les combattants en héros. L’oppresseur croit chaque fois creuser leurs tombes mais il creuse la sienne.

Ils croient avoir tué une nation en tuant un homme. Combien de fois l’ont-ils cru ? Et ils recommencent chaque fois.

Depuis les débuts des luttes de libération nationale modernes, les colonisateurs ne cessent de récidiver, aveuglés par leur mépris de l’homme et de son humanité, incapables de comprendre un courage, car ils l’ont rarement, habitués qu’ils sont aux combats sans gloire du haut du ciel ou à distance de canon.

Pas un drapeau blanc !

Ils ont tué un homme. Un seul et ils croient avoir remporté la victoire. Ils sont aveugles, idiots et aveugles. Ils ont tué 50 000 Palestiniens à Gaza mais ont-ils arrêté la résistance ? 50 000 Palestiniens sont morts, et personne n’a déserté, personne n’a levé un drapeau blanc ! Qu’on s’en rende compte. Personne. Colossal. Que peuvent-ils faire contre un tel peuple. Ils auraient dû regarder les yeux noirs, brûlants, le regard farouche, flamboyant d’Abou Ibrahim Al Sinwar pour le comprendre.

Personne ne s’est plaint. Personne n’a désapprouvé le Hamas, malgré la soif, la faim, la maladie, les douleurs et blessures qu’on ne peut guérir, même pas atténuer, malgré les morts, les habitants pris au hasard pour des tortures massives pour leur faire dénoncer leurs frères qui combattent, les enfants morts, les tentes de refuge en flammes et dont la toile grésille sur les peaux brulées vives, les enfants ensevelis, avec leurs pères, leurs mères, les anciens, la disparition des siens, de tout ce qu’on a aimé.

Personne n’a levé un drapeau blanc. La seule fois où c’est arrivé, il s’agissait d’otages israéliens qui s’étaient probablement échappés et les soldats israéliens ont été tellement surpris qu’ils les ont abattus.

Les Israéliens, les USaméricains, se rendent-ils compte à quel peuple ils ont affaire ? Veulent-ils éteindre une résistance qui dure depuis 78 ans ?

Israël et les USA croyaient donc avoir tué la résistance palestinienne en tuant Al Sinwar. Dans un communique du 9 octobre les brigades Al Qassam déclarent que «  l’ennemi délire s’il pense que la flamme de la résistance va s’éteindre ou reculer en assassinant ses dirigeants ». Et ils sont repartis à l’assaut : le 20 octobre, quatre jours après la mort de leur chef, ils tuent le colonel [druze] israélien Ahsan Daksa, commandant de la brigade 401, principal acteur de la boucherie de Gaza. Dans leur communiqué du même jour, les brigades déclarent dédier cette opération « à l’âme du chahid Al Sinwar ».

Images de l’artiste palestinien Omar Zaghloul



25/10/2024

RENÁN VEGA CANTOR
Erziehung nach Gaza

 


Laufen/ Tanzen/ Weinen/ Küssen/Lieben/Leiden/Helfen/Schreien/ Es gibt unzählige Verben im Leben/ Ich bin nur Palästinenser/ Mein Verb lautet Kämpfen!
Yasser Jamil Fayad, Florianópolis, Brasilien, 2015

Ich war, ich bin, ich werde sein!
Rosa Luxemburg, Berlin, 14. Januar 2024

Der Titel dieses Buchs paraphrasiert den Radiovortrag mit dem Titel „Erziehung nach Auschwitz“ des deutschen Philosophen Theodor Adorno aus dem Jahre 1966, der dann auch in gedruckter Form veröffentlicht wurde.
Auschwitz wiederholt sich heute in Palästina.
Der Autor, ein kolumbianischer Geschichtsprofessor, skizziert hier die notwendigen Aufgaben kritischer Pädagogen angesichts des Völkermords, der die Welt in Schrecken versetzt. In erster Linie sollen ethisch-denkende Pädagogen die Dinge klarstellen, indem sie die Täter und ihre Komplizen klar benennen und anprangern. Der mörderischen Logik der Henker sollen sie die Pädagogik des Lebens und des Kampfes gegenübersetzen.

Deutsche Übersetzung von Milena Rampoldi
Herausgegeben von Fausto Giudice
The Glocal Workshop/Die Glokale Werkstatt, Oktober 2024
Stichwörter: Gaza, Völkermord, Palästina/Israel, Erziehung, Kritische Pädagogik
Dewey-Klassifikation: 956.94-172-320-341 -107-370

Original español
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