Arnaud Bertrand, 17-10-2025
English original Version française
Traducido por Luis Casado
Arnaud Bertrand es un empresario francés, fundador
de HouseTrip (adquirida por TripAdvisor) y, actualmente, de Me & Qi. Escribe sobre China,
país en el que vivió durante ocho años, así como sobre emprendimiento y
geopolítica.
Esta es probablemente la pregunta geopolítica más importante del mundo
en este momento: ¿cuánto tiempo puede China jugar la carta de las tierras
raras?
Ya está bien establecido que esto le otorga a China una considerable
influencia. Para empezar, el pánico frenético del secretario del Tesoro usamericano
, Bessent, en los últimos días es una clara señal de ello: insultó públicamente
a altos funcionarios chinos por la medida, presionó para obtener "poderes
de emergencia" y la declaró un ataque chino contra el "mundo"
que requeriría "una respuesta colectiva completa" de USA y
sus aliados.
Si esto no es una señal de que Washington ha perdido la calma, no sé
qué lo es.
Lo que parece ser un consenso —porque lo he visto mencionado
repetidamente— es que uno de los principales obstáculos para romper el dominio
de China sobre las tierras raras son las regulaciones ambientales. Según la
narrativa dominante, Occidente se ha autoexcluido del sector de las tierras
raras al imponer estándares ambientales que China simplemente ha ignorado.
Y así, implícitamente, solo se necesitan los ajustes regulatorios
adecuados y subsidios públicos para resolver el problema en pocos años. Sería
principalmente una cuestión de voluntad política aceptar ciertos compromisos
ambientales.
Hay algo de cierto en esto —el procesamiento de tierras raras puede ser
muy contaminante—, pero por lo demás, es una visión de tipo "solución
milagrosa".
La dificultad de romper el control de China es mucho, —MUCHO—, mayor
que los simples ajustes regulatorios. El dominio chino tiene mucho más que ver
con la escala de su manufactura y la integración vertical de sus cadenas de
suministro; por lo tanto, romperlo requeriría una transformación completa del
nivel de industrialización de Occidente.
Hablamos de algo que requeriría una transformación total de la
estructura socioeconómica occidental, con billones de dólares de inversión —con
una recuperación que podría alcanzarse en dos décadas—, así como una profunda
transformación de su sistema educativo. En resumen, una empresa de proporciones
generacionales, casi sin precedentes.
Uno podría verse tentado a comparar el esfuerzo requerido con el del
Proyecto Manhattan o el programa Apolo —que ya es enorme, ¿verdad?—, pero en
realidad subestimaría enormemente la escala requerida. El nivel de esfuerzo
requerido es, en realidad, más comparable al de una revolución industrial que
al de cualquier proyecto monumental.
¿No me crees? ¡Probablemente pienses que exagero! ¡No puede ser tan
dramático!
Precisamente por eso escribí este artículo: para mostrarte en detalle
el esfuerzo titánico que se requeriría para tan solo uno de los elementos en la
lista de control de exportaciones de China: el galio.
Y recuerda, al leer este artículo, que este es solo UNO de los 21
elementos químicos sujetos a restricciones, y que estos controles se aplican no
solo a los elementos químicos, sino también a los productos derivados (baterías
de iones de litio, materiales ultraduros, etc.).
Después de leer este artículo, el pánico de Bessent te parecerá casi
incontrolable.
¿Qué es el galio?
El galio no es en realidad una tierra rara: es un metal blando y
plateado que literalmente se derretiría en la mano en un día caluroso. Sin
embargo, es uno de los materiales de mayor importancia estratégica en el mundo
actual, ya que, entre otras aplicaciones, es fundamental para la última
generación de semiconductores de nitruro de galio (GaN), así como para los
modernos radares militares de matriz de antenas activas (AESA), capaces de
detectar objetivos a casi el doble de alcance que antes. Un alto ejecutivo de
Raytheon declaró en 2023 que:
"El GaN es la base de casi toda la tecnología de defensa avanzada
que producimos".
China ha captado un asombroso 98 % de la producción primaria mundial de
galio de baja pureza, lo que significa que ejerce un control casi total sobre
el material.
¿Qué se necesitaría para producir 100 toneladas de galio?
Preguntémonos algo sencillo: ¿qué se necesitaría para producir 100
toneladas de galio? No es un volumen enorme: China produce 600 toneladas, con
una capacidad de producción de 750 toneladas, lo que equivale a menos del 17 %
de su producción actual.
Entendiendo la producción de galio
Mucha gente imagina que la minería de galio funciona como la de
cualquier otro metal: se encuentra un yacimiento, se extrae, se añaden algunos
productos químicos y se extrae el metal. Pero el galio es fundamentalmente
diferente: no existe como mineral independiente; se recupera como subproducto
de la producción de aluminio.
Se le puede comparar con el aceite esencial de la cáscara de una
naranja: el galio es la pequeña cantidad de aceite que se adhiere a la cáscara.
Sin una fábrica de zumo de naranja que procese grandes cantidades de naranjas,
no hay forma práctica de obtener este aceite esencial por separado. De igual
manera, no se puede extraer galio: se necesita toda una industria del aluminio
operando a gran escala para capturar las trazas de galio que aparecen en el
proceso. Para comprender el orden de magnitud, considere el ejemplo de China
Aluminum Corporation (Chalco), el mayor productor de aluminio del mundo: en
2022, la empresa procesó 17,64 millones de toneladas de alúmina, de las cuales
refinó 6,88 millones de toneladas de aluminio primario y extrajo 146 toneladas
de galio, una proporción de aproximadamente 1 a 47.000 entre galio y aluminio,
o de 1 a 120.000 entre galio y alúmina.
Construcción de refinerías de alúmina y fundiciones de aluminio
Los informes que acabamos de ver indican que, para producir 100
toneladas de galio, primero necesitaríamos una industria del aluminio capaz de
producir 12 millones de toneladas de alúmina y 4,7 millones de toneladas de
aluminio metálico al año. Este es el primer paso.
Como referencia, China representa actualmente el 60 % de la producción
mundial de aluminio. India se encuentra muy por detrás, con solo 3,5 millones
de toneladas de aluminio (refinado a partir de alúmina) producidas entre 2022 y
2023, lo que significa que todo el país produce apenas la mitad de lo que
produce Chalco, una sola empresa china. En cuanto a USA, produjo
menos de 0,8 millones de toneladas en 2023.
Por lo tanto, si USA quisiera convertirse en un actor
importante en el mercado del galio, tendría que aumentar su capacidad de
producción de aluminio casi seis veces, de los 0,8 millones de toneladas
actuales a los 4,7 millones de toneladas necesarios para producir 100 toneladas
de galio, lo que aún representaría solo alrededor de una quinta parte de la
producción de galio de China.
Esto implica la construcción de dos tipos de plantas: refinerías de
alúmina, que transforman la bauxita en alúmina; y fundiciones de aluminio, que
convierten la alúmina en aluminio metálico mediante electrólisis (el paso donde
se extrae el galio).
Fuera de China, el costo de una fundición de aluminio es de
aproximadamente 4 mil millones de dólares por millón de toneladas de capacidad
anual, lo que significa que las fundiciones por sí solas requerirían unos 20
mil millones de dólares. Las refinerías de alúmina añadirían otros 10 mil
millones de dólares.
Por lo tanto, estamos hablando de una inversión total de
aproximadamente 30 mil millones de dólares solo para construir las plantas
necesarias para este nivel de producción de alúmina.
Daryl Cagle
El desafío energético
Sin embargo, existe un problema: convertir la alúmina en aluminio
metálico mediante electrólisis es un proceso extremadamente intensivo en
energía. Los datos de la industria indican que producir una tonelada de
aluminio electrolítico consume aproximadamente entre 13 000 y 15 000
kWh de electricidad.
USA produce actualmente 0,8 millones de toneladas de
aluminio, por lo que necesitaría aumentar su capacidad en 3,9 millones de
toneladas. ¿Cuánta electricidad representa esto? Considerando el límite
inferior de 13 000 kWh por tonelada, esto equivale a unos 51 000
millones de kWh adicionales, suministrados de forma continua, las 24 horas del
día, los 365 días del año. Las fundiciones de aluminio no pueden simplemente
cerrar cuando falla la electricidad; el metal fundido se solidificaría en las
celdas electrolíticas y las destruiría.
¿Qué son 51 000 millones de kWh? Para poner esto en perspectiva,
considere el proyecto nuclear usamericano más reciente: los reactores Vogtle 3 y 4 en
Georgia. Estos dos reactores tienen una capacidad combinada de 2,2 GW y pueden
producir aproximadamente entre 17 000 y 18 000 millones de kWh al año
a plena capacidad. Por lo tanto, USA necesitaría replicar el
proyecto Vogtle 3 y 4 tres veces para alcanzar los 51 000 millones de kWh
necesarios; es decir, construir seis nuevos reactores distribuidos en tres
emplazamientos.
En términos de costo, Vogtle 3 y 4 finalmente costó $36.8 mil millones
tras sobrecostos masivos, en comparación con una estimación inicial de $14 mil
millones. Por lo tanto, tres proyectos de esta magnitud representarían
aproximadamente $110 mil millones, y eso sin contar los $30 mil millones
necesarios para las refinerías y fundiciones de aluminio. Inversión total en
infraestructura: aproximadamente $140 mil millones.
En cuanto al cronograma: la construcción de Vogtle 3 y 4 comenzó en
2013, y la Unidad 4 no entró en operación comercial hasta abril de 2024, casi
11 años. Incluso suponiendo que se aprendan las lecciones del proyecto y que
las tres nuevas plantas se construyan en paralelo (lo cual es dudoso, dada la
escasez de empresas nucleares calificadas y equipo especializado), el
cronograma realista para tres proyectos de esta magnitud se extendería, en el
mejor de los casos, hasta 2035-2036.
Y recordemos: esta inversión de 140.000 millones y este periodo de 12
años sólo permitirían producir 100 toneladas de galio al año, apenas el 17% de
la producción china actual y menos del 14% de su capacidad, que, una vez más,
sólo concierne a uno de los 21 elementos químicos puestos por China bajo
control de exportación.
El Desafío Humano
Construir las instalaciones es solo la mitad de la batalla; el mayor
desafío es encontrar al personal para operarlas. El empleo en el sector
manufacturero en USA alcanzó su punto máximo en 1979 con 19,6
millones de trabajadores, pero ha caído a unos 12,9 millones para finales de
2024, lo que supone una pérdida de casi 7 millones de empleos en 45 años. No se
trata solo de cifras: también representa una erosión fundamental de la mano de
obra calificada en el sector manufacturero.
Y el problema es que el procesamiento del aluminio es una industria que
requiere mucha mano de obra. ¿La razón? Las celdas de electrólisis de aluminio
son sistemas dinámicos: las condiciones varían de una celda a otra y de una
hora a otra, y los operadores deben realizar cientos de pequeños ajustes
diarios basándose en la observación visual, el sonido y las lecturas de los
instrumentos; un conjunto complejo de decisiones que sigue siendo muy difícil
de automatizar.
Basta con observar las cifras de China, el país con las instalaciones
más avanzadas y acceso a las últimas tecnologías de automatización: incluso
allí, los mayores productores emplean a decenas de miles de personas. Chalco,
que mencionamos anteriormente, emplea a 58.009 personas para producir 6,88
millones de toneladas de aluminio. China Hongqiao, el segundo mayor productor
del país (después de Chalco), emplea a 49.774 personas y produce alrededor de 6
millones de toneladas de aluminio al año.
Así pues, hablamos de ratios de aproximadamente 8.500 personas por
millón de toneladas de aluminio en las instalaciones más eficientes del mundo,
con los plazos y la eficiencia de China. Esto significa que para añadir 3,9
millones de toneladas de capacidad, USA necesitaría encontrar al
menos 33.000 trabajadores adicionales solo para la producción de aluminio. Y
todo esto requiere años de formación: convertirse en un operador cualificado de
metalurgia del aluminio requiere años de experiencia práctica con procesos
industriales de alta temperatura, conocimientos de metalurgia y manejo de
equipos complejos, no habilidades adquiridas mediante cursos rápidos.
Y ni siquiera hablo de los trabajadores necesarios para el sector
energético: la puesta en marcha de las nuevas Unidades 3 y 4 de la central
nuclear de Vogtle creó 800 empleos permanentes dedicados a su operación. Tres
proyectos de tamaño equivalente requerirían, por lo tanto, aproximadamente 2400
trabajadores adicionales para las operaciones nucleares: ingenieros, operadores
de sala de control, técnicos de mantenimiento y guardias de seguridad.
Una tarea extremadamente difícil en un país donde el sector
manufacturero tendrá 1,9 millones de puestos vacantes para 2033, y donde una
parte significativa de la fuerza laboral nuclear actual se jubilará durante la
próxima década. USA tendría que dedicar años a capacitar a
aproximadamente 35 500 trabajadores industriales especializados solo para
este proyecto de galio —que representa el 17 % de la capacidad de producción de
China para un solo elemento—, a la vez que compensa las jubilaciones.
El desafío del ecosistema industrial
No se trata solo de fábricas, energía y mano de obra: se necesita un
ecosistema industrial completo.
Incluso con el dinero para construir las fábricas, la tecnología para
construir las centrales eléctricas y la capacidad de contratar a decenas de
miles de trabajadores, persiste un problema aún más complejo: la
infraestructura de apoyo.
La producción industrial no existe en el vacío; requiere un entorno
económico y logístico completo.
Por ejemplo, la producción de alúmina requiere bauxita, cal y carbonato
sódico. USA no tiene escasez de cal ni carbonato sódico, pero la
bauxita debe importarse. Esto requiere canales de suministro estables y puertos
adecuados para el transporte.
La producción de aluminio electrolítico también requiere materiales
auxiliares como sales de fluoruro y ánodos de carbono; por lo tanto, se
necesitan otras fábricas para fabricarlos. Se siguen necesitando carreteras y
ferrocarriles para transportar estos materiales a las zonas industriales.
Una vez terminados los productos, deben transportarse a puertos para su
exportación o a fábricas posteriores (de semiconductores, radares, etc.). Todo
esto requiere una red logística altamente desarrollada.
Estas infraestructuras de apoyo no se limitan a construir algunos
puentes o pavimentar algunas carreteras; representan el nivel general de
industrialización de un país. China tardó 40 años en construir, desde cero, el
sistema industrial más completo del mundo. Desde la minería de bauxita hasta la
producción de alúmina y aluminio electrolítico, pasando por la extracción y
purificación de galio, e incluso la fabricación de chips: cada eslabón de la
cadena cuenta con empresas consolidadas e infraestructura adecuada.
Esta brecha del ecosistema industrial no se puede salvar solo con
dinero. Requiere tiempo, acumulación a lo largo de varias generaciones y una
nación entera que valore la manufactura.
El desafío del mercado
El desafío final, y quizás el más crucial, es el desafío del mercado.
Supongamos que USA, de alguna manera, logra superar todos
los demás obstáculos: ha construido los tres proyectos energéticos tipo Vogtle,
las dos plantas necesarias, ha encontrado decenas de miles de trabajadores y ha
desarrollado todo el ecosistema industrial en torno a todo ello; solo falta
vender la producción, es decir, el aluminio y el galio.
El consumo total de aluminio en USA asciende a unos 4
millones de toneladas al año y, sin embargo, como hemos visto, producir tan
solo 100 toneladas de galio requiere 4,7 millones de toneladas de aluminio como
subproducto inevitable. El mercado interno usamericano no podría absorber tal producción: incluso si
se captaran todos los clientes de aluminio del país, aún habría 700.000
toneladas de excedente de metal. Los mercados internacionales no ofrecen
ninguna salida: el mercado mundial del aluminio ya padece un exceso de
capacidad estructural, y el aluminio usamericano , producido a costes de
mercado y con salarios más altos, no podría competir con los precios chinos.
Entonces, ¿qué hacer? ¿Debería USA vender con pérdidas?
¿Cómo podría ser sostenible la operación? ¿Tendría el gobierno usamericano que subvencionar las operaciones año tras año
para mantener el proyecto a flote a pesar de las pérdidas crónicas?
Todo esto crea una situación económicamente irracional: producir un
material estratégico (galio) requeriría mantener permanentemente una capacidad
industrial no rentable (producción de aluminio). Ninguna empresa que opere
según las reglas del mercado aceptaría participar voluntariamente en semejante
proyecto, sobre todo porque, como hemos visto, la inversión inicial ascendería
a 140 000 millones de dólares.
¿Y qué hay de los sustitutos?
Probablemente haya pensado: "Si producir nuestro propio galio
requiere un esfuerzo tan colosal, seguro que podemos sustituirlo por algo más,
¿verdad?".
El problema es que las propiedades de los materiales son innegociables.
Los semiconductores de nitruro de galio (GaN) no se usan porque estén de moda:
se usan porque el silicio físicamente no puede hacer lo que el GaN hace. El GaN
soporta diez veces más voltaje, opera a frecuencias donde el silicio falla y
tolera temperaturas que destruirían los chips de silicio.
Piénselo: si los sustitutos fueran realmente viables, el Pentágono ya
los estaría usando. El ejército usamericano ha sido consciente de esta vulnerabilidad de
las tierras raras desde al menos el embargo chino de 2010 contra Japón; eso
supone quince años de investigación de alternativas.
Y, sin embargo, aquí estamos, con —una vez más— un ejecutivo de
Raytheon declarando que «El GaN es la base de casi toda la tecnología de
defensa avanzada que producimos».
E incluso si el galio pudiera sustituirse, probablemente nos
encontraríamos en la misma situación. Un sustituto que se menciona con
frecuencia es el carburo de silicio (SiC), pero… China también controla la
mayor parte de la producción mundial de SiC, y este material no es rival para
el GaN en las aplicaciones más críticas.
E incluso si existieran sustitutos perfectos para el galio —que no
existen—, seguiríamos enfrentándonos al mismo problema con los otros 20
elementos de la lista de control de exportaciones de China.
La estrategia de "sustituirlo todo" acaba cayendo en el
absurdo. Llegado a cierto punto, "encontrar alternativas para 21
materiales estratégicos críticos" equivale funcionalmente a desafiar las
leyes de la física: equivaldría a pedirle a la naturaleza que nos proporcionara
componentes básicos distintos a los que realmente existen.
Conclusión
Entonces, ¿cuánto tiempo puede China seguir jugando la carta de las
tierras raras?
Acabamos de ver la enorme escala de los esfuerzos necesarios para producir
menos de una quinta parte de la cantidad de galio que produce China:
- una inversión inicial de aproximadamente 140 000 millones de
dólares;
- a construcción de dos gigafábricas y tres centrales nucleares a gran
escala;
- la formación y contratación de más de 35 000 trabajadores
altamente especializados;
- el establecimiento de todo el ecosistema industrial necesario en
torno a esta infraestructura;
...todo para una operación que jamás podría competir con los precios
chinos en los mercados mundiales y, en consecuencia, probablemente tendría que
ser subvencionada permanentemente por los contribuyentes usamericanos.
Tomemos este ejemplo y multiplíquelo por 21, es decir, por el número
total de elementos químicos sujetos a los controles de exportación de China (y
aun así, eso no incluye los productos procesados, que también están sujetos a
restricciones), y empezaremos a comprender el verdadero poder de la carta de
las tierras raras. Un elemento muy similar al galio, también dominado por China
e incluido en su lista de control, es el indio, un subproducto del cobre.
Al igual que con el galio, romper el control chino sobre el indio
implicaría reconstruir toda la cadena industrial del cobre: minas,
fundiciones, plantas de procesamiento químico, electricidad, logística,
transporte, etc.
¿Comienzan a comprender el pánico de Bessent?
Esto no es algo que un Proyecto Manhattan o un programa Apolo puedan
resolver. Es mucho más inextricable: la ventaja de China no es tecnológica,
sino sistémica. No estamos hablando de proyectos puntuales; hablamos de un
proceso que requeriría una reestructuración completa de la estructura social,
desde la crianza de los hijos hasta la asignación de capital.
Consideren lo que se necesita para producir un solo operador
cualificado en una fundición de aluminio: primero, un estudiante de secundaria
debe ver el trabajo industrial como una trayectoria respetable, no como un
fracaso universitario. Luego, debe acceder a una escuela vocacional bien
equipada y conectada con la industria, escuelas que Occidente cerró en gran
medida en la década de 1980. Luego vienen de 2 a 3 años de capacitación y de 3
a 5 años de experiencia en taller para alcanzar la plena competencia.
Eso supone de 8 a 10 años desde la elección de la carrera hasta el
dominio del oficio. Ahora multiplique eso por 35.000 trabajadores solo para ese
elemento; multiplíquelo de nuevo por 21 elementos y multiplíquelo de nuevo por
todos los puestos de apoyo necesarios para construir las instalaciones y
supervisar la capacitación.
China ya cuenta con todo esto. Para 2023, contaba con 11.000 escuelas
vocacionales con casi 35 millones de estudiantes matriculados. Es un proceso
estandarizado, sistemático y continuo. Occidente no solo carece de programas,
sino que también carece de la cultura y las instituciones que guíen a los
estudiantes hacia estos campos. Todo este marco tendría que reconstruirse antes
de que se pueda reconstruir la fuerza laboral.
O bien, tomemos como ejemplo la asignación de capital: construir una
industria de tierras raras requiere aceptar pérdidas durante décadas y retornos
de la inversión a lo largo de veinte años. Esto requiere capital paciente y,
por lo tanto, inversores que toleren horizontes temporales largos. Estos
horizontes presuponen estabilidad política y regulatoria, basada a su vez en un
consenso social que considera la manufactura estratégica. Y este consenso...
nuevamente se refiere a la educación, los medios de comunicación, la cultura.
Entonces, ¿cuánto tiempo puede China seguir usando las tierras raras?
La respuesta realista parece ser: durante muchísimo tiempo.
Léase sobre el mismo tema
👉El control lento del mundo, por François Vadrot