03/02/2022

HAIDAR EID
El futuro de Palestina está en una democracia laica

 Haidar Eid, Mondoweiss, 28/1/2022
Traducido por Maria Piedad Ossaba, Tlaxcala

Haidar Eid nació en un campamento de refugiados en Gaza (sus padres procedían del pueblo de Zarnouqa, en el distrito de Ramla, limpiado étnicamente por las bandas sionistas en 1948). Obtuvo su doctorado en la Universidad de Johannesburgo, Sudáfrica, donde permaneció de 1997 a 2003, aprendiendo mucho del movimiento antiapartheid. Es profesor asociado de literatura poscolonial y posmoderna en la Universidad Al Aqsa de Gaza. Ha escrito mucho sobre la cuestión palestina, especialmente artículos publicados en Znet, Electronic Intifada, Palestine Chronicle y Open Democracy. Ha publicado artículos sobre estudios culturales y literatura en varias revistas, como Nebula, Journal of American Studies in Turkey, Cultural Logic y Journal of Comparative Literature. Es miembro fundador de la One State Campaign (OSC, “Campaña por un Estado”) y miembro de la Campaign for the Academic and Cultural Boycott of Israel (PACBI, “Campaña Palestina por el Boicot Académico y Cultural a Israel”. Y finalmente pero no menos importante, ¡canta! @haidareid
Es un hecho establecido que Israel es un Estado de apartheid. Las preguntas que se plantean entonces son las siguiente: ¿cómo desmantelarlo y cuál será el siguiente paso?

La solución de dos Estados sigue perdiendo apoyo en Palestina. Cada vez más palestinos se dan cuenta de que el llamado proceso de paz sólo ha dado lugar a la producción de nuevos hechos consumados israelíes y a nuevas prácticas represivas que hacen imposible un Estado palestino que funcione. Por lo tanto, no es de extrañar que una reciente encuesta realizada por el Jerusalem Media and Communication  Center  (Centro de Medios y Comunicación de Jerusalén) indique un apoyo creciente a la solución de un solo Estado entre los palestinos, en detrimento de la solución de dos Estados.

¡La ironía, sin embargo, es que los hechos consumados no parecen haber convencido a los dirigentes palestinos, de derecha o de izquierda! En lugar de luchar para aplastar al sionismo y su política de apartheid en Palestina, los dirigentes de la OLP intentan coexistir con él.

Su argumento, compartido por algunos académicos y activistas internacionales a lo largo de los años, es que la solución de los dos Estados está respaldada por un “ consenso internacional”, a pesar de que no es más que una solución injusta dictada por Israel y USA y que dicha solución ignora nuestros derechos fundamentales como seres humanos. En este artículo, sostengo que la única esperanza para nosotros, los palestinos, reside en una forma de resistencia al apartheid que movilice a los componentes del pueblo palestino y de la sociedad civil internacional y que, en última instancia, conduzca al establecimiento de un único Estado en Palestina.

El apartheid israelí

Es un hecho establecido que Israel es un Estado de apartheid.  Los últimos informes de Human Rights Watch  e incluso de la organización de defensa de los derechos humanos más respetada de Israel, B’Tselem, por no hablar de los informes de tantas organizaciones palestinas de defensa de los derechos humanos, han concluido  que el régimen establecido entre el río Jordán y el mar Mediterráneo es un régimen de apartheid. [Véase también el último informe de Amnesty International, publicado después de la publicación de ese articulo: El apartheid israelí contra la población palestina: Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad, NdlT]

De hecho, el apartheid israelí ha logrado el objetivo que tanto anhelaba, a saber, la soberanía israelí sobre toda la Palestina histórica, con enclaves no viables que proporcionan una autonomía de gueto en la que lo que queda del pueblo palestino puede reducirse lentamente. Sin embargo, Israel se encuentra con una carga altamente indeseable: un territorio que contiene más de 4,5 millones de palestinos politizados, sin un Estado independiente propio, fragmentando a Israel de forma tan efectiva como el mismo Israel ha fragmentado la comunidad nacional palestina. El problema sigue siendo tan antiguo como el conflicto mismo: ¿qué hacer con esta gente, cuando lo único que quiere Israel es su tierra?

La solución de dos Estados, como siempre he afirmado, es una solución racista por excelencia a este dilema, ya que se basa en la separación de las comunidades en función de su identidad étnico-religiosa, derivada de la ideología étnico-nacionalista de finales del siglo XIX que dio lugar a la aparición de dogmas racistas como el nazismo, el apartheid y el sionismo.

Esto contradice los principios democráticos de los siglos XX y XXI y, como han argumentado muchos intelectuales, las condiciones para un Estado palestino independiente y soberano han quedado de todos modos destruidas por el avance irreversible de las colonias en Cisjordania. En suma, la solución racista de dos Estados que no garantiza a los palestinos sus derechos fundamentales, en particular la libertad, la igualdad y el retorno de los refugiados a las ciudades y aldeas de los que fueron limpiados étnicamente en 1948.

La cuestión es, cómo desmantelar el apartheid.

Una visión política

Uno de los problemas para encontrar una respuesta a esta cuestión es la falta de un programa político claro propuesto por los palestinos oprimidos. 

La élite de derecha en Palestina ha marginado a los intelectuales y activistas palestinos serios y críticos que abogan por alternativas al paradigma de los dos Estados de los que ella se beneficia. Sin embargo, la situación ha cambiado recientemente, especialmente tras la desaparición de Edward Said, Ibrahim Abu-Lughod, Hisham Sharabati y algunos líderes de izquierda con principios que desafiaron seriamente el dogma de los dos Estados.

El surgimiento del movimiento BDS y el aumento de la resistencia popular en Cisjordania, en la Palestina de 1948 y en Gaza, así como el aumento de voces con principios que reclaman una democracia laica en la Palestina mandataria, han allanado el camino a una solución alternativa, que garantice los derechos fundamentales de los palestinos. 

De ahí el llamamiento del BDS de 2005, en el que los palestinos pidieron a la comunidad internacional que cumpliera con sus responsabilidades y boicoteara al Israel del apartheid, de desinvertir en ese país y de las empresas que se benefician de sus violaciones de los derechos humanos en Palestina, e impusiera sanciones contra él hasta que cumpliera el derecho internacional. La sociedad civil palestina ha aprendido muy bien la lección sudafricana. Sin embargo, el movimiento BDS es un movimiento basado en los derechos que se ha abstenido de respaldar una solución política.

Pero algunos activistas han estado trabajando en una alternativa, que se disocia de las soluciones racistas, ya se trate de  una “autonomía administrativa” limitada, como lo proponen los Acuerdos de Camp David y de Oslo, o  de una solución de dos Estados que ofrezca al pueblo palestino una independencia simbólica.

Estos activistas demuestran que sólo nos queda una opción: un Estado democrático laico para todos sin distinción de religión, etnia o raza.  Es evidente que la solución de un solo Estado entraña desafíos, como los que tuvieron que afrontar los activistas sudafricanos contra el apartheid tras el derrumbe del régimen supremacista blanco. 

Una fórmula democrática laica implica necesariamente el desmantelamiento de los privilegios del apartheid que conceden una ciudadanía de tercera clase a los ciudadanos palestinos de Israel y privan a los palestinos de los territorios ocupados desde 1967 de sus derechos humanos fundamentales.

Una fórmula democrática laica garantizará sin duda el derecho al retorno de los refugiados palestinos que viven en los miserables campos de refugiados en Siria, Jordania y Líbano. Es interesante observar que los partidarios de la solución de los dos Estados siempre han afirmado que es coherente con el derecho internacional, aunque  sólo concierne los derechos de un tercio del pueblo palestino y niega los derechos internacionalmente reconocidos de los refugiados palestinos y de los ciudadanos de tercera clase del Israel del apartheid.

Lo que significa fundamentalmente para nosotros un Estado democrático laico es la eliminación de la ocupación militar de la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén, la unificación de todos los bantustanes y guetos de Palestina, el retorno de los refugiados palestinos y su indemnización, sus derechos civiles y su libertad. Como dijo el difunto gigante intelectual palestino Edward Said en 1999: la noción de un Estado egipcio para los egipcios, de un Estado judío para los judíos, es sencillamente contraria a la realidad. Lo que necesitamos es repensar el presente en términos de convivencia y fronteras porosas. Y esto sólo puede concretizarse en un Estado democrático laico entre el río Jordán y el Mediterráneo.

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