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Sergio Rodríguez Gelfenstein
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30/06/2021

SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN
A cien años de la fundación del Partido Comunista de China

 Sergio Rodríguez Gelfenstein, 1/7/2021

Durante la última década del siglo XIX y primera del XX, se introdujeron en China las primeras ideas políticas provenientes de Occidente, sin embargo el pensamiento socialista tuvo una tardía aparición en el país. Parte importante de este hecho que contrasta con lo ocurrido en Europa o, incluso en el cercano Japón donde existía un partido socialista desde 1901 se debe a variadas razones, la más poderosa de las cuales era el profundo arraigo de una cultura y una filosofía milenaria propia que sirvió de freno a la “intrusión occidental”.

En este contexto, en Japón se tradujeron al chino las primeras obras marxistas que sirvieron para producir acalorados debates entre grupos de emigrantes. La primera de estas obras fue “El socialismo moderno” de Fukui Junzo, publicada en 1889 y traducida al chino en 1903.  En 1906, el periódico de Sun Yat-sen en Japón publicó el “Manifiesto Comunista”, traducido por Chu Chih-hsin, uno de sus partidarios más radicales, no obstante, estas publicaciones eran escasamente divulgadas en China. Solo después de la caída de la monarquía se pudo llevar adelante una mayor distribución de publicaciones de autores marxistas, que solo alcanzó algún auge a partir de 1919.


“El efecto directo de la expresión del aliento popular”. Viñeta de MA Xingchi, 1919

La influencia de la revolución bolchevique en Rusia en 1917 no tardó en hacerse sentir en China. Los elementos progresistas del país comenzaron a explorar un camino de esperanza en el futuro, es así que el 4 de mayo de 1919, el Movimiento de la Nueva Cultura o del 4 de mayo, marcó un momento de gran auge en las luchas populares en el país. En 1915 cuando se había fundado en Shanghai la revista Nueva Juventud,  se dio inicio a un gran debate de ideas y de sobresaliente actividad intelectual que llevó a la fundación de editoriales, asociaciones culturales, revistas y periódicos en casi todas las grandes ciudades del país, las que dieron un trascendental empuje a la lucha por la democracia y el avance de la ciencia.

Li Dazhao tomó como base la Universidad de Beijing para trabajar en el desarrollo del marxismo, por lo que es considerado el primer marxista chino. Todos estos hechos permitieron que esta doctrina, ahora con los aportes leninistas incorporados, empezara a influir en sectores de obreros, lo cual coadyuvó  a que por primera vez en la historia de China, agrupaciones de trabajadores convocaran a una huelga política desde una perspectiva revolucionaria como parte del movimiento iniciado el 4 de mayo. La fusión de estos dos componentes: clase obrera e intelectuales revolucionarios que estaban siendo influidos por los recientes sucesos en Rusia comenzaron a propagar la idea de que China debería avanzar hacia el socialismo bajo las banderas del marxismo leninismo.  Esta fue la base para el desarrollo de una gran labor de propaganda y organización entre los trabajadores.

En su libro “Sobre la Nueva Democracia”, Mao Zedong opinó que  antes de 1919 la pequeña burguesía y la burguesía a través de los intelectuales ejercían la conducción de la revolución democrático-burguesa en China, toda vez que el proletariado no tenía la fuerza suficiente para ser un actor protagónico, conciente e independiente, pero después del 4 de mayo se produjo un cambio definitivo.

La dirección política de la revolución democrático-burguesa de China dejó de pertenecer a la burguesía y pasó a manos del proletariado, aunque la burguesía nacional continuó participando en la revolución. El proletariado chino, gracias a su propio crecimiento y a la influencia de la Revolución Rusa, se convirtió rápidamente en una fuerza política consciente e independiente. Fue el Partido Comunista de China el que lanzó la consigna de “¡Abajo el imperialismo!” y planteó un programa consecuente para toda la revolución democrático-burguesa y él fue el único partido que llevó adelante la revolución agraria.

Por supuesto, todo ello ocurrió con posterioridad, porque el Partido Comunista de China aún no había sido fundado. No obstante, en el libro antes mencionado Mao expuso la idea leninista de que la cuestión nacional había comenzado a formar parte de la revolución mundial y en esa medida, la revolución china se insertaría en tal lógica, lo cual daba una explicación desde la perspectiva china al planteamiento de Vladimir I. Lenin quien en 1920, durante el II Congreso de la Internacional Comunista, había preparado un programa sobre la cuestión nacional y colonial.

Esta creciente agitación y esfuerzo organizativo devino en una vertiginosa oleada de fundación de sindicatos y estructuras sociales de base, además de una multiplicación de cursos en escuelas de formación de cuadros de todo tipo, lo cual fue creando condiciones -a partir de la primavera de 1920- para la estructuración de un partido marxista, lo cual coincidía con las intenciones de la III Internacional que en abril de ese año envió a uno de sus cuadros a China a fin de ofrecer ayuda para la fundación del partido.

En  marzo se había creado la Asociación de Estudios de la Teoría Marxista en la Universidad de Beijing y en mayo la Sociedad de Estudios del Marxismo en Shanghái. En agosto, Chen Duxiu y otros formaron la primera organización comunista de China, simultáneamente se crearon células comunistas en Shanghái, Beijing, Wuhan, Changsha, Jinan y Guangzhou, mientras se adelantaba el mismo proceso entre los emigrados chinos en Japón y Francia. Sus primeras tareas fueron la organización y el estudio del marxismo, sobre todo entre los obreros y campesinos, lo cual tuvo un efecto retroactivo en los intelectuales que habían asumido las ideas marxistas y las transmitían a los trabajadores.

Finalmente, en julio de 1921 se reunió en la clandestinidad en Shanghái el Primer Congreso del Partido Comunista de China que tuvo carácter fundacional a pesar de que solo participaron 13 delegados de los aproximadamente 50 miembros que tenía el partido en ese momento en todas las regiones del país y en Japón, mientras que el representante de los emigrados en Francia no pudo llegar. A ellos se agregaron los delegados de la Internacional Comunista, Maring y Nikolsky. Aunque se consideran fundadores del partido Li Dazhao y Chen Duxiu no estuvieron presentes. La edad promedio de los participantes en el Congreso fue de 28 años, en el que el mayor tenía 45 y el menor, 18 años de edad.

Los participantes presentaron informes de la situación de sus regiones, intercambiaron experiencias y discutieron acerca del programa del partido y un nuevo plan de acción que generaron muchos debates, pero finalmente llegaron a un consenso. El día 30 de julio, el Congreso debió cambiar de sede por la llegada al lugar de la policía francesa, por lo que el evento debió concluir en una barca en el lago Nanhu, en la provincia de Zhejiang. Allí se aprobó el Programa del Partido y se proclamó su fundación.

En los debates se manifestaron distintas tendencias, que iban desde el liquidacionismo que consideraba prematura la fundación del partido, hasta una corriente extremista que propugnaba la ruptura con el movimiento democrático nacional y la lucha inmediata por la dictadura del proletariado. No obstante, prevaleció la idea de construir el partido, realizar una intensa actividad sindical y colaborar con el gobierno de Sun Yat-sen. Así mismo, se discutieron y aprobaron los estatutos, subrayando que a pesar de las diferencias era necesario mantener la unidad de la nueva organización.

Los estatutos establecían que el objetivo del partido era derrocar a la burguesía a partir del papel protagónico de los trabajadores para establecer un Estado de todo el pueblo, eliminar las diferencias de clases hasta su total supresión. Se adoptó como método de organización el centralismo democrático y una férrea disciplina. Se eligió la primera dirección en la que Chen Duxiu fue designado como Secretario, Li Da encargado del trabajo de propaganda y Zhang Guotao como encargado de Organización.


La dirección del partido en 1938. Primera fila, de izquierda a derecha: Kang Sheng, Mao Zedong, Wang Jiaxiang, Zhu De, Xiang Ying, Wang Ming. Segunda fila, de izquierda a derecha: Chen Yun, Bo Gu, Peng Dehuai, Liu Shaoqi, Zhou Enlai, Zhang Wentian

La introducción del marxismo-leninismo y la fundación del Partido Comunista de China significaron un momento trascendente en la milenaria historia de este país que vivía rezagado de la dinámica mundial, pero que contaba con una gran tradición cultural y un extraordinario arraigo histórico que iban a ser transformados a partir de una idea introducida desde Occidente. Ese era el reto que estaba asumiendo ese pequeño grupo de 50 militantes que se proponían desarrollar el país a partir del marxismo y la comprensión de sus particularidades. Ante todo, en ese momento se debía emprender el camino de la independencia nacional y la liberación del pueblo para mejorar sus condiciones de vida y materializar el bienestar como objetivo supremo.

Este 1° de julio se cumplen cien años de la fundación del Partido Comunista de China. Bajo su conducción, el país ha pasado de ser atrasado, pobre y excluido a convertirse en una potencia económica, tecnológica y científica en la perspectiva de transformarse en 2049, año del centenario de la fundación de la República Popular China, en un “poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, civilizado, armonioso y bello” como lo proclamara el presidente Xi Jinping.

 

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