Medea Benjamin y Nicolas J. S. Davies, CODEPINK, 24/6/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Nicolas J. S. Davies es periodista independiente, investigador de CODEPINK y autor de Blood On Our Hands: the American Invasion and Destruction of Iraq.
Era de todos sabido que el hecho de que USA no se reincorporara al acuerdo nuclear con Irán (conocido como JCPOA, por sus siglas en inglés) antes de las elecciones presidenciales de junio en ese país iba a ayudar a los conservadores de línea dura a ganar las elecciones. En efecto, el sábado 19 de junio, el conservador Ebrahim Raisi fue elegido nuevo presidente de Irán.Las sanciones de USA han provocado medidas de represalia por parte de Irán, incluida la suspensión de los límites a su enriquecimiento de uranio y la reducción de la cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA, por sus siglas en inglés). La política de Trump, y ahora la de Biden, ha reconstruido simplemente los problemas que precedieron al JCPOA en 2015, evidenciando la locura ampliamente reconocida de repetir algo que no funcionó y esperar en cambio un resultado diferente.
Si las acciones dicen más que las palabras, la incautación por parte de USA de 27 sitios web de noticias internacionales iraníes y yemeníes el 22 de junio, basada en las sanciones ilegales y unilaterales de USA, que figuran entre los temas más polémicos de las negociaciones de Viena, sugiere que la misma locura prevalece aún sobre la política usamericana.
Desde que Biden asumió el cargo, la pregunta fundamental subyacente es si él y su administración están realmente comprometidos, o no, con el JCPOA. Como candidato presidencial, el senador Sanders prometió volver a unirse al JCPOA en su primer día como presidente, e Irán siempre dijo que estaba listo para cumplir con el acuerdo tan pronto como USA se incorporara de nuevo al mismo.
Biden lleva en el cargo cinco meses, pero las negociaciones en Viena no comenzaron hasta el 6 de abril. Su incapacidad para volver a unirse al acuerdo al asumir el cargo de presidente reflejó un deseo de apaciguar a los asesores y políticos agresivos que afirmaban que podía usar la retirada de Trump y la amenaza de continuar con las sanciones como “ventaja” para obtener más concesiones de Irán sobre sus misiles balísticos, actividades regionales y otras cuestiones.
Pero, lejos de obtener más concesiones, la rémora de Biden a la hora de actuar solo provocó nuevas represalias por parte de Irán, especialmente después del asesinato de un científico iraní y el sabotaje en la instalación nuclear de Natanz, en Irán, ambos probablemente cometidos por Israel.
Sin mucha ayuda y algo de presión por parte de los aliados europeos de USA, no está claro cuánto tiempo le habría llevado a Biden conseguir la apertura de negociaciones con Irán. La diplomacia itinerante que tiene lugar en Viena es el resultado de arduas negociaciones con ambas partes por parte del expresidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, que ahora es el responsable de política exterior de la Unión Europea.
La sexta ronda de diplomacia itinerante ha concluido ahora en Viena sin acuerdo. El presidente electo Raisi dice que apoya las negociaciones en Viena, pero no va a permitir que USA las alargue durante mucho tiempo.
Un funcionario usamericano anónimo expresó sus esperanzas de alcanzar un acuerdo antes de que Raisi asuma el cargo el 3 de agosto, y señaló que sería más difícil llegar a un acuerdo después. Pero un portavoz del Departamento de Estado dijo que las conversaciones continuarían cuando el nuevo gobierno asumiera el cargo, lo que implica que era poco probable que se llegara a un acuerdo antes de esa fecha.
Aunque Biden se hubiera reincorporado al JCPOA, los moderados de Irán podrían haber perdido esta elección estrictamente manejada. Pero un JCPOA restaurado y el fin de las sanciones usamericanas habrían dejado a los moderados en una posición más fuerte y colocado las relaciones de Irán con USA y sus aliados en un camino de normalización que habría ayudado a capear relaciones más difíciles con Raisi y su gobierno en los próximos años.
Si Biden no se reincorpora al JCPOA, y si USA o Israel terminan en guerra con Irán, esta oportunidad perdida de reincorporarse rápidamente al JCPOA durante sus primeros meses en el cargo cobrará gran importancia sobre los acontecimientos futuros y el legado de Biden como presidente.
Si USA no se une al JCPOA antes de que Raisi asuma el cargo, las autoridades de línea dura iraníes señalarán la diplomacia de Rohani con Occidente como una quimera fallida y, en contraste, sus propias políticas como pragmáticas y realistas. En USA e Israel, los halcones que han atraído a Biden a este choque de trenes en cámara lenta descorcharán botellas de champán para celebrar la toma de posesión de Raisi, mientras se movilizan para acabar con el JCPOA para siempre, difamando el acuerdo como un trato con un asesino de masas.
Si Biden se reincorpora al JCPOA después de la toma de posesión de Raisi, los defensores de la línea dura de Irán afirmarán que tuvieron éxito donde Rohani y los moderados fallaron, y se atribuirán el mérito de la recuperación económica que seguirá a la eliminación de las sanciones usamericanas.
Por otro lado, si Biden sigue los consejos de línea dura y trata de jugar duro, y Raisi cierra luego las negociaciones, ambos líderes ganarán puntos con sus propios intransigentes a expensas de la mayoría de sus pueblos, que quieren la paz, y USA volverá a la senda del enfrentamiento con Irán.
Si bien ese sería el peor resultado de todos, le permitiría a Biden tener ambas cosas a nivel nacional, apaciguaba a los halcones mientras les decía a los liberales que estaba comprometido con el acuerdo nuclear hasta que Irán lo rechazó. Tal actitud en seguimiento de la ley del menor esfuerzo sería probablemente un camino hacia la guerra.
Por todos estos aspectos, es vital que Biden y los demócratas lleguen a un acuerdo con el gobierno de Rohani y vuelvan al JCPOA. Reincorporarse al mismo después de que Raisi asuma el cargo sería mejor que dejar que las negociaciones fracasen por completo, pero todo este choque de trenes en cámara lenta se ha caracterizado por rendimientos decrecientes con cada retraso desde el día en que Biden asumió el cargo.
Ni el pueblo de Irán ni el pueblo usamericano se han beneficiado de la voluntad de Biden de aceptar la política de Trump hacia Irán como una alternativa aceptable a la de Obama, ni siquiera como un expediente político temporal. Permitir que el abandono del acuerdo de Obama por parte de Trump se mantenga como política de USA a largo plazo sería una traición aún mayor a la buena voluntad y a la buena fe de las personas de todas partes, usamericanos, aliados y enemigos por igual.
Biden y sus asesores deben enfrentar ya las consecuencias de la posición a la que sus ilusiones y vacilaciones los han llevado, y deben tomar una decisión política genuina y seria para unirse al JCPOA en cuestión de días o semanas.
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