“En muchas ocasiones, ‘Anónimo’ fue una mujer.”
Virginia Woolf
En la historia y en la participación política de Colombia, se destacan el discurso, la voz y el rostro de los hombres. Los retratos, nombres y textos que aprendemos en la escuela, en su mayoría pertenecen a hombres. Como si ellos fueran los únicos que construyeron el país. Sin embargo, mirando hacia los pueblos, barrios y veredas, se evidencia otra realidad: un país sostenido por el trabajo silencioso y persistente de mujeres a las que no se les reconoce su labor a través de la historia.
¿Cómo es posible que millones de mujeres estén al frente de la labor social y comunitaria, y tengan tan poca representación en los altos cargos de decisión política?
La explicación más evidente, entre las clases trabajadora y baja, es la carga del trabajo no remunerado en casa y en las comunidades, que recae mayoritariamente sobre los hombros de las mujeres. Principalmente son las mujeres quienes asumen el cuidado de la casa, los hijos, los ancianos, los enfermos, y quienes gestionan los servicios básicos (agua potable, salud, energía eléctrica, reparación de vías).
Otros factores que inciden son: el autoconcepto de género (muchas mujeres tienden a subestimarse, mientras los hombres suelen sobreestimarse), el estereotipo cultural (que empuja a las mujeres a priorizar la familia sobre la vida pública) y la ausencia de referentes femeninos (que reduce las aspiraciones de llegar a cargos altos).
A esto se
suma la educación política desigual, las mujeres tienen menos acceso a
formación en liderazgo, negociación y redes de influencia. Los medios de
comunicación reproducen estereotipos que hacen ver a las candidatas
como menos aptas, reforzando la resistencia cultural al liderazgo
femenino, manipulando a la masa que todavía considera la política como
un asunto “de hombres”.
Las mujeres son mayoría en los liderazgos
sociales de base y, en muchas ocasiones, están mejor preparadas que los
hombres, pero ellos terminan ocupando los cargos. La CEPAL (2022)
señala que Colombia está por debajo del promedio latinoamericano en
participación de mujeres en el poder ejecutivo. Otros países de la
región ya han tenido presidentas, mientras que Colombia sigue siendo una
de las democracias latinoamericanas donde ninguna mujer ha llegado a la
jefatura del Estado.

Es hora de tener una presidenta
A pesar de todas las barreras, hay mujeres excepcionales que han logrado abrirse camino en la política colombiana. Mujeres que, con o sin hijos, han estudiado, se han formado, han enfrentado la violencia machista y han sobrevivido a la violencia política.Carolina Corcho es una de esas mujeres excepcionales, una mujer que viene desde las bases, como médica de veredas, luchando en la calle por el derecho fundamental a la salud. Esta mujer de 42 años llega para refrescar la política colombiana: ella destaca por su experiencia en políticas de salud pública, su enfoque en la justicia social, y su activismo progresista.
Viene de la base social y gremial: como médica, lideró la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR) y la Federación Médica Colombiana. Aprendió sobre el territorio, no desde un escritorio; vivió en pueblos apartados, donde la distancia a un hospital puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, esa experiencia le da hoy la fuerza para defender un sistema de salud público que llegue a los rincones más alejados del país.
Carolina Corcho es Médica de la Universidad de Antioquia, es Psiquiatra de la Universidad Nacional, y tiene una Maestría en Estudios Políticos de la Universidad Pontificia Bolivariana. Además, ha sido Profesora en el área de psiquiatría y salud mental.
Corcho fue ministra de Salud en el primer gobierno alternativo de Colombia, y se ha consolidado como una intelectual política integral. Ella ha enfrentado la violencia política y mediática: durante su gestión fue blanco de ataques constantes, muchos con sesgo de género, que cuestionaban su autoridad, su estilo y hasta su tono de voz, mientras ignoraban sus propuestas y argumentos técnicos. Su resistencia la proyecta como una lideresa con carácter y firmeza.
Actualmente, como candidata a la Presidencia de Colombia, brilla en los debates: conoce el país desde lo urbano hasta lo rural, en lo económico, social y ambiental, demuestra que conoce de cerca las diversas realidades y problemáticas de las regiones.
Carolina Corcho es una mujer preparada y con visión de Estado: defiende lo público y lo social con argumentos y con cifras, y cuando habla de los derechos, de la equidad y de la protección de los sectores más vulnerables, lo hace con autoridad y coherencia, porque es cercana a las luchas populares. En cada debate, se evidencia el abismo intelectual entre Carolina Corcho y los demás candidatos.
Carolina Corcho es y será un referente muy importante para las mujeres líderes colombianas: una mujer carismática e inteligente, con una capacidad discursiva impecable, a quien le duele el país. Ella es una lideresa sólida que sigue aquí, resistiendo, demostrando que es posible. Y con ella, todas las mujeres que nos recuerdan que Colombia ya está lista para tener, por primera vez en su historia, una mujer en la presidencia.
La próxima Presidencia del proyecto social que estamos construyendo en Colombia, va a tener que soportar fuertes ataques, Corcho tiene toda la capacidad de soportarlos, con su discurso y sus actos, y tiene toda la capacidad de continuar con el proyecto al que le hemos apostado, con corazón y vida, tantos y tantas líderes que hoy seguimos… y también aquellos que ya no están.
“No les da miedo que no tenga experiencia, les da miedo que no les haga reverencia.” –Anónimo
Nethie Johana Ochoa es una artista, gestora cultural, emprendedora y lideresa comunitaria colombiana, con una amplia trayectoria en procesos sociales, ambientales y educativos. Su trabajo se ha enfocado en la articulación del arte con la conciencia ambiental, promoviendo proyectos que fomentan la participación ciudadana, la sostenibilidad y la construcción colectiva. Ha liderado colectivos y movimientos como Guardianes del Quitasol y el Movimiento Ambiental del Norte del Valle de Aburrá (MANVA), además de ser reconocida con el premio Betsabé Espinal a la mujer rural por sus aportes ambientales en Bello. Con una vida dedicada a la gestión cultural y al trabajo comunitario, especialmente con mujeres, niños y jóvenes, ha impulsado iniciativas artísticas y pedagógicas que fortalecen el tejido social y generan conciencia sobre la defensa del territorio y los derechos ambientales. Militante del Partido Pacto Histórico, ha participado activamente en procesos políticos y electorales, y fue candidata al Concejo Municipal de Bello en 2023, consolidando su compromiso con la transformación social desde lo colectivo y lo político. Además, cultiva la escritura en diversos géneros, entre ellos poesía, cuentos y artículos, como otra forma de expresión y de reflexión sobre la realidad social y cultural de su entorno. FB
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