Cada mañana estalla el sol sobre el Machrek, misiles, fuego, promesas
internacionales, cada mañana comienza la cuenta regresiva para nuevas víctimas.
Este artículo no soporta el silencio prolongado, ¡maldito sea silencio!
Callarse significa que eres parte del crimen.
Luego, de repente, te das cuenta de que el rojo en el cielo no es un atardecer
romántico, es sangre mezclada con el fuego de los bombardeos. El color que era
símbolo del amor se ha vuelto color de muerte, es el color de la sangre
mezclada con el fuego del bombardeo, esto es exactamente lo que ven en el cielo
de Gaza. Gaza arde, sus niños envueltos en mantas empapadas de sangre, las
madres vacilan entre el grito y la oración, los padres se golpean el rostro y
tratan de despertar a sus hijos muertos. Esto no es el día del Juicio Final, es
un día más ordinario en Gaza.
Por primera vez en setenta años de masacres la ONU ha descubierto de repente
que Israel está cometiendo en Gaza lo que el diccionario humano llama
“genocidio”. En su informe la comisión internacional de investigación declaró
que el ejército israelí ha cometido cuatro de los cinco elementos del genocidio
tal como lo dispone la Convención de 1948:
• Matar a miembros del grupo,
• Infligir daño físico o mental grave,
• Imponer condiciones de vida destinadas a destruir al grupo total o
parcialmente,
• Crear condiciones que apunten a impedir los nacimientos dentro del grupo.
Solo el quinto apartado, el relacionado con el secuestro de niños, aún no
ha recibido el “honor” de la firma israelí, quizá por falta de tiempo, o porque
simplemente prefieren matar a los niños en brazos de sus madres.
El informe señala con frialdad que estos crímenes fueron cometidos con
premeditación, sellados con las declaraciones de Netanyahu, Gallant y Herzog.
Léanlo conmigo si quieren. No cambiará nada.
Punto primero: matar al grupo meta
El informe indica sesenta mil mártires hasta ahora, y el número va en aumento,
la mitad son mujeres y niños. El resto son civiles. Su único pecado: estar
vivos, eso es todo.
La revista The Lancet, que normalmente escribe sobre enfermedades como
el cáncer o del hígado, se encuentra de lleno en el genocidio documentando el
colapso de la esperanza de vida en Gaza: de 75,5 a 40,5 años. Israel no se
contenta con matar gente, hurta la vida de quienes aún no han nacido.
Los hospitales, “infraestructuras protegidas” en el derecho internacional, se
han convertido en objetivos militares, sé que lo sabes!
El informe registra 498 ataques documentados; las maneras de matar son muchas:
casas, refugios, zonas seguras, y un asedio que impide agua, pan y medicinas.
El hambre misma es diseñada por Israel con tanto cuidado como cualquier bomba
inteligente.
Punto segundo: infligir daño grave
La muerte no fue suficiente, había que humillar, desplazar bajo los bombardeos,
huir de las casas hacia nada, y de ahí hacia las tumbas. Se debe añadir la
tortura en las prisiones para completar el cuadro. La comisión internacional
documentó todo con frialdad académica, parada en medio de un matadero que se
desborda con todos los colores de la sangre y todas sus formas. Luego añade la
frase que repite en cada informe suyo: “Esto podría usarse ante la Corte Penal
Internacional.”
Punto tercero: imponer condiciones de vida propicias para el genocidio
La ONU tardó dos años en decir que Israel usaba el hambre como arma. Dos años
de hambre, de sed, de bombardeos, antes de que escribieran esa frase en el
informe. El pan, el agua, las escuelas, los hospitales, todo se convirtió en
escombros y se evaporó, y la comisión lo llama “crímenes contra la humanidad”.
¡Gracias por este descubrimiento!
Punto cuarto: impedir los nacimientos
El futuro mismo fue puesto en la lista de objetivos en Gaza, incluso la
idea primera de la vida fue exterminada… El informe de la comisión documenta el
bombardeo de la más grande clínica de fertilidad del territorio, la quema de
cuatro mil fetos, mil muestras de esperma y óvulos… Israel decidió aniquilar la
idea misma antes de que se convirtiera en vida. No niños, no esperanza, no
generaciones nuevas… todo quemado. ¡Imaginen! Es más fácil para Israel que
esperarlos para que nazcan.
Navi Pillay, presidenta de la comisión, ha pedido la prohibición de armar a
Israel, el enjuiciamiento de los criminales y el fin de este genocidio. Gritó:
el silencio es cómplice del crimen… En marzo pasado, la comisión dijo: “las
acciones de Israel podrían calificar como genocidio”. Hoy, la palabra “podrían”
ha caído, simplemente. No ha cambiado nada salvo el número de cuerpos de los
mártires.
En cuanto al comunicado del ministerio israelí de Relaciones Exteriores, es
una copia del comunicado del año pasado, del año anterior, y del anterior
también: “alegaciones falsas, informe fraudulento, mentiras…” las mismas
alegaciones desde hace medio siglo, repetidas por los portavoces oficiales en
Tel Aviv… Israel es inocente, rodeado por civiles, cercado por niños con los
zapatos rotos, un ejército que enfrenta, en su relato, una amenaza existencial
de madres buscando los restos de sus hijos bajo los escombros.
Medio
siglo del mismo discurso, un ejército armado hasta los dientes que mata niños y
afirma ser la víctima. Al final nada de justicia. Nada de vergüenza. La sangre
llena el lugar… solo sangre, mucha sangre que ahoga la tierra, y encima flotan
palabras insulsas de solidaridad.
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