Fausto Giudice, Basta Yekfi!, 7-10-2023
Al amanecer del sabbat, a las 3.30 horas GMT,
combatientes palestinos de Hamás y la Yihad Islámica lanzaron una operación por
doquier contra Israel desde Gaza: mientras cientos (entre 2.000 y 5.000) de
cohetes llovían sobre los asentamientos sionistas, combatientes motorizados se
abrían paso a través del "muro de hierro" que encierra Gaza, otros se
abrían paso a través de la barrera marítima y otros aterrizaban en Israel en
parapentes motorizados (ultraligeros). Según el ejército israelí, 60
combatientes palestinos entraron en el territorio. Unos cuarenta soldados y
colonos israelíes fueron hechos prisioneros en los primeros minutos, mientras
que se desconoce el número de muertos y heridos en el bando sionista. La
operación fue bautizada como "Tufan al-Aqsa", el diluvio o tormenta
de Al Aqsa (tufan es la palabra árabe-persa que ha entrado en todas las
lenguas, y es el origen de la palabra española "tifón"; también es el
nombre de una serie de misiles iraníes).
Los palestinos están más fragmentados, divididos y separados que nunca, entre cuatro partes: Gaza, Cisjordania y Jerusalén, convertidas en bantustanes asediados por soldados y colonos, la Palestina de 1948 y la diáspora mundial, del Líbano a Chile. Han sido definitivamente traicionados y abandonados por todos los Estados árabes, combatidos por Estados Unidos y la Unión Europea, embaucados por la ONU, y sólo pueden contar con Irán, los petrodólares de Qatar, el aliento de Hezbolá y la solidaridad intermitente de la opinión mundial.
La resistencia palestina tiene tantas caras como los colores del arco iris, pero con un fuerte trasfondo común: el sentimiento y la conciencia de pertenecer a un solo y mismo pueblo. Cada familia palestina es un miniparlamento, y éste es el fundamento antropológico de una futura democracia pluralista. Una vez eliminado el principal obstáculo. Un obstáculo llamado sionismo.
Los israelíes: un conglomerado abigarrado que ni la política, ni la economía, ni la cultura, ni siquiera la religión pueden mantener unido. Sólo la guerra, y su componente esencial: el miedo al enemigo, pueden hacerlo. Hoy podemos verlo: los reservistas del ejército que habían proclamado luchar contra el plan de revisión del sistema legal sionista anunciaron inmediatamente que se unirían a sus unidades para enfrentarse al enemigo común. Se acabaron los mítines de la calle Kaplan. Todos unidos contra Gaza y adelante para la Operación Espadas de Hierro.
¿Cuánto durará esta nueva guerra? ¿Una semana? ¿Un mes? Nobody knows.
Lo que es seguro es que los combatientes de Gaza
negociarán caro la liberación de sus prisioneros. Con 4.900 prisioneros
palestinos en cárceles israelíes, un acuerdo basado en "uno por cien"
tendría sentido.
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