27/12/2021

DAVID ROVICS
Desmond Tutu se opuso también al capitalismo, al apartheid israelí y al imperialismo de USA y Reino Unido

David Rovics, CounterPunch, 27/12/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

Puedo sonar arrogante u olvidadizo, pero no podría recordar el número de veces que estuve en la misma habitación o en la misma protesta que Desmond Tutu.  Y la principal razón por la que sé que él estuvo allí es porque estuve escuchando su discurso, a menudo desde una distancia no superior a los dos metros.  Digo esto no para asociarme con el gran hombre -aunque disculparé que piensen que soy un narcisista que trata de dárselas de conocer gente importante- sino solo para estar seguro de que todos sabemos que todo ocurrió realmente, porque yo lo vi y lo oí.

Me parece muy importante mencionarlo por la forma en la que este hombre está siendo recordado ya por los expertos y políticos del mundo.  Como cualquiera podría haber vaticinado, Tutu está siendo recordado como el gran opositor al apartheid en su Sudáfrica natal, uno de los líderes más reconocidos y más elocuentes de la lucha contra el apartheid allí durante la mayor parte de su vida adulta.

Ser un líder del movimiento para acabar con el apartheid en Sudáfrica fue probablemente el mayor logro de la obra de este hombre, y no debería sorprender a nadie que éste sea el centro de sus numerosos obituarios, junto con el Nobel de la Paz que se le concedió en 1984.  Tras el asesinato de Martin Luther King, Jr., este fue recordado de la misma manera por la clase dirigente de EE. UU., como líder del movimiento contra el apartheid.  El hecho de que en el momento de su muerte se hubiera convertido en una de las voces más conocidas y queridas del movimiento contra la guerra, en EE. UU. y en todo el mundo, ha sido en gran medida excluido de los libros de historia porque es una verdad muy incómoda.

Pero al igual que con Martin Luther King, muchos de los mismos líderes políticos que hoy conmemoran a Tutu no habrían mencionado su figura un día antes, para evitar la oportunidad de que Tutu dijera lo que pensaba.  Esta es sin duda la razón por la que no fue invitado a conmemorar a su amigo y camarada, Nelson Mandela, en su funeral de hace ocho años.

Como King y tantos otros, podíamos estar seguros de que todas las alabanzas a Desmond Tutu como gran brújula moral del mundo se harían con seguridad después de su muerte.  Antes de eso habría sido demasiado peligroso y era mejor ignorarlo hasta entonces, hasta el momento de su fallecimiento, para facilitar que liberales y conservadores por igual hablen de cómo ellos también se opusieron, finalmente, al apartheid sudafricano.

Repasando la vida de Desmond Tutu, buscando varias referencias a las protestas en las que recuerdo que habló, hay un titular del Washington Post del 16 de febrero de 2003: “Miles de personas protestan contra la guerra en Iraq”, en la ciudad de Nueva York el día anterior.  Había al menos medio millón de personas en la manifestación, en uno de los días de invierno más fríos que se recuerdan.  Lo que recuerdo más vívidamente es estar detrás del escenario, que era aún más frío que la mayoría de los lugares de la protesta porque estaba a la sombra.  Acurrucados entre los andamios metálicos congelados había una serie de celebridades de la izquierda, como Desmond Tutu, Danny Glover y Susan Sarandon, que acaparaban toda la atención de los medios de comunicación, lo que me permitió pasar el rato con Pete y Toshi Seeger, ya que nadie más quería hablar con ellos o conmigo.

Al año siguiente hubo una manifestación en la plaza Copley de Boston, Massachusetts, contra el apartheid israelí.  Hacía mucho viento y había cientos de personas llenando la zona frente a la gran iglesia de la calle Boylston.  No recuerdo quién más habló, pero Tutu era el orador principal, y habló largo y tendido después de que yo cantara “They're Building A Wall” y otras canciones relacionadas con la lucha contra el apartheid en Palestina, ya que era un acto en solidaridad con los palestinos.  Siendo un líder tan conocido en la lucha contra el apartheid sudafricano, cuando comparaba el apartheid israelí con la versión sudafricana, este era justo el tipo de apoyo que el movimiento por el boicot a Israel necesitaba, y Tutu hizo todo lo posible para proporcionárselo, una y otra vez.

A principios de la década de 2000 hubo tres movimientos sociales que se solaparon y en los que participé como músico, y en todos ellos Tutu estuvo muy implicado.  Pido disculpas por hablar de estos movimientos en tiempo pasado, pero ninguno de ellos es, ni de lejos, tan grande o activo como lo era a principios de la década de 2000.  Me refiero al movimiento por la justicia global y el movimiento por la cancelación de la deuda en el Sur Global, el movimiento contra el apartheid israelí y el movimiento contra la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos y el Reino Unido.

En aquel momento me pregunté cómo era posible que Desmond Tutu apareciera en tantas de las mismas protestas, conferencias y otros eventos a los que yo asistía, promovía o cantaba.  Estaban pasando muchas cosas, y en aquel momento desconocía que Tutu estaba viviendo en Estados Unidos gran parte del tiempo, a principios de la década de 2000, como profesor visitante, tanto en Georgia como en Massachusetts.  Había muchos otros radicales sudafricanos en muchas de las concentraciones, especialmente en torno al movimiento por la justicia global, como los representantes de los sindicatos sudafricanos.  El poeta sudafricano, el difunto Dennis Brutus, también estaba en todas partes por aquel entonces.

El periodismo, dicen, es el primer borrador de la historia.  Los periodistas, cuando se les encargaba cubrir a Desmond Tutu, generalmente lo hacían cuando tenía algo que ver con el apartheid sudafricano, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que presidía, etc.  Pero no estaban presentes en otros lugares.  Sus jefes, en su mayoría, no les enviaban a cubrir las protestas en las que Tutu hablaba en Boston o Nueva York.

A partir de ahora van a reescribirse muchos otros borradores de la historia para los libros de texto y para los obituarios en los que, una vez más, se destacará la centralidad de Desmond Tutu en la lucha contra el apartheid sudafricano, y se tapará o se ignorará todo lo demás.  Otros recordarán el servicio de Tutu a los movimientos sociales globales que surgieron en las décadas posteriores al apartheid, a los que dio todo el peso de su posición moral, tanto si estos movimientos eran cubiertos por la prensa corporativa como si no, tanto si la mayoría de nosotros sabía que estos movimientos existían como si no.

Sí, para los que participamos en los movimientos sociales que estaban activos cuando Tutu era un ágil joven de unos 70 años, lo recordaremos como un crítico feroz del capitalismo, del apartheid israelí y de las guerras de agresión de Estados Unidos y Gran Bretaña.  Y sabemos por qué ahora es elogiado por los medios de comunicación y los políticos que, aproximadamente desde 1998, no han tenido tiempo ni espacio para él.

Desmond Tutu no ha sabido mantener su lugar histórico.  Si hubiera jugado sus cartas de otra manera en el período posterior al apartheid sudafricano, podría haber sido un hombre muy rico y aún más venerado, ganando muchos más premios y codeándose con los agentes de poder del mundo.  En cambio, antes de retirarse oficialmente de la vida pública a los 79 años, se pasó la década de los setenta haciendo campaña por todo el mundo en el marco de los movimientos sociales por la igualdad, la dignidad y la paz, y siendo una piedra en el zapato de muchos de los ricos y poderosos que hoy le alaban.

Las personas muertas no pueden hablar en su propia defensa, lo que las hace mucho menos peligrosas que cuando estaban vivas (especialmente si murieron por causas naturales).  Así que nos corresponde a los que todavía estamos aquí hablar y recordar.  Larga vida a Desmond Tutu.  Larga vida a la visión de Desmond Tutu de un mundo libre de opresión, un mundo en el que, si Tutu estuviera al mando, muchos de los políticos que hoy le elogian estarían mañana frente a una comisión de la verdad y la reconciliación. ¡Amandla! ¡Awethu! [¡Poder para el pueblo!]. Nuestro momento llegará.

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