15/12/2021

STEVE COLL/ADAM ENTOUS
La historia secreta del fracaso diplomático de Estados Unidos en Afganistán

 Steve Coll y Adam Entous, The New Yorker Magazine, 10/12/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

Un conjunto de documentos inéditos revela un desalentador historial de errores de juicio, arrogancia y engaño que condujo a la caída del gobierno afgano respaldado por Occidente.

(Foto: Lorenzo Tugnoli/The Washington Post/contrasto/Redux)

 
El 14 de abril el presidente Joe Biden puso fin a la guerra más larga de la historia de Estados Unidos, anunciando que las últimas tropas estadounidenses que quedaban en Afganistán se marcharían el 11 de septiembre. En las semanas siguientes, los talibanes conquistaron decenas de distritos rurales y se acercaron a las principales ciudades. A mediados de junio, la República Islámica de Afganistán -el frágil Estado democrático construido por los modernizadores afganos, los soldados de la OTAN y los contribuyentes estadounidenses tras los atentados del 11 de septiembre- parecía estar inmerso en una espiral de muerte. Sin embargo, su presidente, Ashraf Ghani, insistió ante su gabinete en que la República iba a perdurar. En cada reunión, “nos daba seguridades y nos animaba”, dijo Rangina Hamidi, ministra de Educación en funciones. Ghani les recordó que “Estados Unidos no hizo una promesa de que estaría aquí para siempre”.

 

El 23 de junio Ghani y sus asesores subieron a un avión fletado por Kam Air que los llevaría de Kabul a Washington D.C. para reunirse con Biden. Mientras el avión sobrevolaba el Atlántico, se sentaron en el suelo de la cabina para repasar los temas de conversación de la reunión. Los funcionarios afganos sabían que Biden consideraba que su gobierno era desesperadamente díscolo e ineficaz. Aun así, Ghani les recomendó que presentaran “un mensaje a los estadounidenses” de unidad resistente, que podría persuadir a Estados Unidos para que les diera más apoyo en su guerra actual contra los talibanes. Amrullah Saleh, el vicepresidente primero, que dijo sentirse “apuñalado por la espalda” por la decisión de Biden de retirarse, aceptó a regañadientes “mantener una narrativa optimista”.

 

Biden recibió a Ghani y a sus principales asesores en el Despacho Oval la tarde del 25 de junio. “No nos vamos a ir”, dijo Biden a Ghani. Sacó del bolsillo de su camisa una tarjeta de agenda en la que había escrito el número de vidas estadounidenses perdidas en Afganistán e Iraq desde el 11-S, y se la mostró a Ghani. “Aprecio los sacrificios estadounidenses”, dijo Ghani. Luego explicó: “Nuestro objetivo para los próximos seis meses es estabilizar la situación, y describió las circunstancias en Afganistán como un “momento Lincoln”.

 

“La petición más importante que tengo para Afganistán es que tengamos un amigo en la Casa Blanca”, dijo Ghani.

 

“Tenéis un amigo”, respondió Biden.

 

Ghani pidió ayuda militar específica. ¿Podría Estados Unidos proporcionar más helicópteros? ¿Continuarían los contratistas estadounidenses ofreciendo apoyo logístico al ejército afgano? Las respuestas de Biden fueron vagas, según los funcionarios afganos presentes en la sala.

 

Biden y Ghani también hablaron de la posibilidad de un acuerdo de paz entre la República Islámica y los talibanes. Los diplomáticos estadounidenses llevaban años dialogando con los talibanes para negociar la retirada de Estados Unidos y fomentar conversaciones de paz por separado entre los insurgentes y Kabul. Pero las conversaciones habían fracasado, y los talibanes parecían decididos a tomar Afganistán por la fuerza. La probabilidad de que los talibanes “hagan algo racional no es muy alta”, dijo Biden, según los funcionarios afganos presentes.

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