Sergio Ferrari, El Mercurio digital, 20/12/2021
El Norte desarrollado no se cansa de repetir que la corrupción es el problema principal que frena el crecimiento del Sur. Sin embargo, son exponentes del gran capital financiero mundial con sede en Europa o Estados Unidos, los que, a menudo, deben sentarse en el banquillo de los acusados. Es entonces cuando esa construcción retórica cae como castillo de naipes ante la evidencia irrefutable: la corrupción y la impunidad son cimientos de un sistema hegemónico mundial y no de un continente determinado.
Un Tribunal de Apelación francés
acaba de ratificar la condena contra el banco suizo UBS (Unión de Bancos
Suizos), por haber incitado activamente a miles de inversores franceses a abrir
cuentas en la Confederación Helvética para evadir el pago de impuestos en su
país de origen. Según el veredicto del pasado 13 de diciembre, esta gigante
corporación financiera con sede en Zúrich incitó sistemáticamente, entre 2004 y
2012, a clientes galos a esconder su dinero en Suiza.
El fallo obliga al banco helvético más grande del país y uno de los más
poderosos del mundo -- con unas 300 sucursales en 50 países-- a pagar una multa
de 1.800 millones de euros. La cifra más imponente para este tipo de condena, a
pesar de que la misma representa menos de la mitad de los 4.500 millones que un
tribunal francés en primera instancia le impuso inicialmente. Junto con la
multa inicial, cinco de los seis dirigentes del banco que fueron acusados por
los hechos recibieron penas de prisión en suspenso de seis a 18 meses, y multas
de 50.000 a 300.000 euros.
Manifestación de activistas ambientalistas frente a la sede de la UBS en Zúrich. Foto Le Courrier
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