المقالات بلغتها الأصلية Originaux Originals Originales

12/06/2025

SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN
Fentanilo : el uso de la droga como política

  Sergio Rodríguez Gelfenstein, 12-6-2025

Durante la última década del siglo pasado, tras la desaparición de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría, Estados Unidos se dio a la tarea de buscar un nuevo enemigo que sirviera de eje para reorganizar su política exterior y su política militar. En primera instancia lo encontró en el narcotráfico. Después del 11 de septiembre de 2001 agregó al terrorismo como instrumento de ordenación de su acción intervencionista y agresiva en el mundo, a fin de sustentar su hegemonía en particular en América Latina y el Caribe.

En la práctica, Estados Unidos -además de buscar respuesta a un tema de la agenda  internacional- encontró de este modo, una salida a un problema interno, trasladando al exterior los costos políticos. Desde 1960 a partir de la Ley Antiabuso de Drogas se introdujo un conjunto de sanciones a los países productores, junto a ello comenzó un proceso de militarización de la lucha contra el narcotráfico. Así, se modificó el equilibrio de fuerzas en América Latina y el Caribe, debilitando además la relación cívico-militar y afectando la gobernabilidad y la democracia que se sostenían con diferentes grados de estabilidad. Era la vieja política de “ a río revuelto, ganancia de pescadores” aplicada por Washington para incrementar su control sobre la región.

Ángel Boligan, México

Por otro lado, poco se ha hablado en profundidad  del fracaso de Estados Unidos en el control de la demanda de drogas a fin de trasladar la presión de los países consumidores a los productores y de tránsito.  A finales de la década de los 80 del siglo pasado, un oscuro senador estadounidense por el estado de Delaware llamado Joe Biden dijo en el Congreso de su país que a pesar que los programas antidrogas se habían incrementado, la producción de sustancias sicotrópicas  había aumentado  de forma considerable: 143% la cocaína, 84% el opio y 33% la marihuana. Es decir, el aumento  de los recursos de control de la oferta no estaban acompañados de programas de reducción de la demanda, todo lo cual manifiesta el desinterés  de Washington por solucionar el problema.

Esto tiene dos razones: la primera, apropiarse de los ingentes recursos que proporciona el tráfico de drogas, la mayor parte de los cuales fluye por el sistema financiero de Estados Unidos.  De acuerdo al Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas, a finales de la década de los 80 del siglo pasado,  la venta anual de estas sustancias superaba los 110 mil millones de dólares, la mayor parte de los cuales venía a sostener las finanzas de Estados Unidos un país en el que -según la misma fuente- el 37% de su población había consumido algún tipo de droga.

El segundo objetivo es mantener a la juventud idiotizada y con eso, fácilmente controlada para que no piense ni actúe frente al daño que la sociedad capitalista le genera. Los altos niveles de estupidización de la juventud estadounidense le permite al sistema manejarla a través del consumismo, la banalidad, la superficialidad y el individualismo entre otros mecanismos de control societal. En esa medida, los jóvenes jamás van a ser un actor para el cambio que la sociedad necesita. Para Washington, el tema de la droga no es un asunto de salud pública, es un área utilizable para ejercer su control, en primer lugar sobre su propia sociedad, y en segunda instancia sobre la región y el mundo. Para ello, fue creada una organización llamada Administración de Control de Drogas (DEA), que no se propone impedir el narcotráfico, sino organizar, regular y distribuir el ingreso y el consumo de manera que pueda servir a los dos intereses anteriormente planteados.

Esto ocurría en el siglo pasado y comienzos de éste. En ese período histórico, China no era un adversario considerable, sobre todo mientras existió la Unión Soviética a la que ambos identificaban como enemigo común. Su desaparición trajo una época de caos del sistema mientras Washington buscaba un nuevo enemigo. Las acciones terroristas del  11 de septiembre de 2001 hicieron que ambas potencias nuevamente reconocieran a otro enemigo colectivo.

Nuevamente se inició una etapa de acercamiento y flirteo: Estados Unidos porque comenzó su “guerra contra el terrorismo” ubicando el centro de esta dinámica en Afganistán. Y China porque este país tiene límites con Beijing que veía con preocupación que desde Kabul se pudieran establecer mecanismos de apoyo al Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (MITO) organización reconocida como terrorista por la ONU y que tenía presencia en la occidental provincia de  Xinjiang fronteriza con el país del Asia Central que en algún momento llegó a producir entre el 80 y el 90 % de los opiáceos no utilizados en farmacia en el mundo. Washington y Beijing  coincidían en su intranquilidad y desasosiego por este dato.

Pero la crisis financiera de 2008 y el despegue de China hacia su encumbramiento como potencia global le hizo sentir a Washington que debía acelerar su proceso de transformar a Beijing en enemigo principal para lo cual debía crear nuevos instrumentos. Así, surgió la doctrina del “pivote asiático” de Obama, la creación del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) formado por Estados Unidos, JapónAustralia e India, la alianza estratégica militar entre tres países de la angloesferaAustraliaReino Unido y Estados Unidos (AUKUS) y la alianza de inteligencia anglosajona integrada por Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda llamada “De los Cinco Ojos”. Todas ellas instrumentos militares orientados a la contención de China. En esa lógica también se inscriben las dos guerras comerciales de Trump (fallidas ambas) y los ataques contra Huawei y la tecnología 5G de China, entre otras acciones llevadas adelante por las últimas administraciones estadounidenses.

Dando continuidad a este escalamiento contra China es que se puede entender el argumento de la subida de aranceles motivado en la “exportación” ilegal de fentanilo de China a Estados Unidos. El fentanilo es un opiáceo sintético que actúa en las áreas del cerebro que controlan el dolor y las emociones. Se caracteriza por ser 80 veces más potente que la morfina. En su uso clínico, tiene un comienzo de acción de un minuto y una duración máxima en su efecto clínico de 30 a 60 minutos.

Por estas características es utilizado en la anestesia, como potente analgésico, en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para pacientes en ventilación mecánica en infusiones continuas, en algunos procedimientos muy específicos de corta duración y en pacientes con dolores crónicos, sobre todo en contextos oncológicos , como parches o  “paletas de caramelos” en niños.

Tiene una alta capacidad adictiva, por lo que su uso en otros escenarios, como servicios de urgencias, no estaría indicado ya que para mantener el alivio del dolor en un tiempo prolongado, se requiere repetir las dosis y por tanto aumentar exponencialmente el riesgo de adicción.

Las Sociedades de Anestesiología a nivel mundial vienen desde hace años trabajando en el riesgo laboral que significa para los trabajadores de la salud y especialmente para los anestesiólogos el bajo control sobre este fármaco. La Confederación Latinoamericana de Sociedades de Anestesiología (CLASA)  ha declarado que en los últimos 5 años en América Latina ha habido alrededor de 50 médicos anestesiólogos fallecidos por sobredosis de fentanilo. En algunos países, desde hace más de 20 años  se viene trabajando en casos de adicción a este fármaco por parte de médicos anestesiólogos, sobre la consideración de que esta es una enfermedad laboral, ya que es de fácil obtención y manipulación.

Por todo lo anterior, la “crisis del fentanilo” en Estados Unidos resulta altamente sospechosa. La doctora Carla Pellegrín especialista en terapia del dolor consultada para este informe, opinó que  resultaba muy extraño que, conociendo todo lo anterior, existieran protocolos para el manejo del dolor en los Servicios de Urgencia y en las Unidades de Ambulancias en Estados Unidos en los que se utiliza abiertamente este fármaco. La especialista chilena agrega que es muy rara -por decir lo menos-  la forma en que se ha inducido su uso. De hecho, en las formaciones de especialistas en distintos centros de América Latina, se siguen protocolos estadounidenses en los que este fármaco es considerado el “Gold Standard” (técnica diagnóstica que define la presencia de la condición con la máxima certeza conocida) para manejo de dolor en las urgencias.

"El fentanilo es la principal causa de muerte entre los usamericanos de entre 18 y 45 años": Cartel publicitario instalado por Families Against Fentanyl en la autopista 57 cerca de Orangethorpe Ave, en Placentia, California, el 6 de abril de 2023. Foto Paul Bersebach / Getty Images

Hoy,  el fentanilo se ha convertido en la droga más común en las muertes por sobredosis en Estados Unidos. Hace unos años atrás, una situación similar, la crisis de la oxicodona, otro opiáceo altamente adictivo quedó en evidencia al descubrirse que el laboratorio farmacéutico que lo producía había falseado la autorización de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA), por lo que  actualmente se encuentra inmerso en un juicio de grandes proporciones.

La producción clandestina de fentanilo es fácil y barata, lo que ha potenciado aún más su consumo. En el año 2022, en Estados Unidos, de las 115.000 muertes producidas por sobredosis, 73.838 (alrededor de 200 diarios) tuvieron su origen en el consumo de fentanilo. Hay una responsabilidad evidente de quienes prescriben y quienes estimulan el uso de este fármaco sin control. En esa medida, no es de extrañar que esta ola de muertes y adicción en las calles de Estados Unidos haya sido calculada, para aumentar las ventas de los laboratorios. Con ello también, incrementar la producción y expendio de naloxona, su antídoto.

La adicción a sustancias químicas, genera un círculo nefasto en que luego de un tiempo inicial en que se siente  placer, la necesidad de consumo se desarrolla en función de no sentir síntomas desagradables de privación hasta el punto en que ya no se siente placer, solo alivio a los síntomas de privación. Esto genera un aumento del consumo hasta atravesar la línea invisible de sobredosis y muerte. Como se dijo antes, es finalmente una forma encubierta de convertir a la población en seres no pensantes lo cual hasta podría ser caracterizado como una forma de genocidio.

La utilización por parte del presidente Trump de esta crisis como una justificación para imponer aranceles a los bienes provenientes de México, Canadá y China transformando esta política  en un  instrumento de presión hacia esos países, no tiene asidero.

De hecho, las muertes por sobredosis comenzaron a disminuir rápidamente a inicios del año pasado. Según un reporte de las periodistas Deidre McPhillips y Annette Choi para CNN en Español, durante la administración Biden “… el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos lanzó una estrategia nacional coordinada para prevenir las sobredosis. Estos esfuerzos se han centrado en la reducción de daños —como el uso de tiras reactivas para detectar fentanilo, medicamentos para revertir sobredosis y sitios de consumo supervisado— así como en la prevención, el tratamiento y la recuperación de trastornos por uso de sustancias”. Consultada al respecto la doctora Sarah Wakeman, directora médica sénior para Trastornos por Uso de Sustancias en Mass General Brigham opinó que: “Finalmente tratar esto como una condición de salud pública, después de tantos años de esfuerzo y atención, puede estar empezando a dar frutos”.

Cao Zhen, R.P. China

No se entiende entonces, que si la aplicación de políticas de salud pública como parte de acciones para enfrentar la demanda, comience a dar buenos resultados, ahora se utilice el hecho para generar una “guerra de aranceles” que persigue objetivos políticos. En este caso, no queda más que constatar que los millones de consumidores jóvenes en Estados Unidos no son más que conejillos de indias para que la actual administración intente “hacer grande a Estados Unidos de nuevo”.

La decisión sobre el incremento de aranceles  motivadas en el comercio de fentanilo por parte de Estados Unidos fue respondida de inmediato por la embajada de China en México que calificó la medida como “arbitraria” y advirtió que estas sanciones deteriorarían la cooperación entre ambos países. Por su parte,  la presidenta Claudia Sheinbaum,  en una conversación telefónica con su homólogo estadounidense le dijo: “No es con aranceles como se resolverá este problema, que es de consumo y salud pública en su país”.

En un reporte de la periodista Ilaria Landini para el periódico La Nación de Buenos Aires se señala que “la crisis del fentanilo se infiltró en las entrañas de Estados Unidos: en las bases de la industria farmacéutica, en los laboratorios clandestinos y en las dinámicas de consumo de millones de personas”.

Consultada por Landini , Guadalupe Correa-Cabrera, profesora de política y gobierno en la Universidad de George Mason opina que las medidas tomadas podrían generar el efecto contrario: “Si se encarecen los precursores y las drogas importadas, los laboratorios norteamericanos podrían comenzar a producir fentanilo internamente para suplir la demanda”, lo cual “lejos de resolver el problema, solo lo trasladaría al interior del país”.

Esta posibilidad es rechazada por la DEA. Su funcionamiento y sustento existencial parte de la noción de que el problema está fuera de Estados Unidos, no en su interior y que el origen de la crisis surge de la creciente oferta, no de la creciente demanda. En tanto la DEA y las diferentes administraciones estadounidenses sean parte del problema, no de la solución, el mismo no tiene salida a la vista. Los jóvenes estadounidenses seguirán siendo sacrificados porque para la administración es mejor que mueran ellos antes que muera el sistema que engendra el problema. Al contrario, no trabajan para proporcionar salud a los jóvenes, sino para dar oxígeno al sistema y así darle continuidad a los beneficios de ese 1% que controla y domina la sociedad.


Virginia Basora-González, una dominicana indocumentada  de 36 años ,  fue detenida en 2019 en USA y deportada por posesión de 40 gramos de fentanilo. En marzo de 2025, fue detenida de nuevo, esta vez en Filadelfia. Su foto llorando fue inmediatamente transformada por los servicios de la Casa Blanca en una imagen generada por IA al estilo de las animaciones del estudio japonés Ghibli. «La detención de Virginia Basora-González demuestra nuestro compromiso de proteger a nuestras comunidades de los extranjeros delincuentes que se dedican a actividades ilegales graves que constituyen una amenaza para la seguridad pública», declaró Brian McShane, director interino de la oficina local del ICE encargada de las operaciones de aplicación de la ley y expulsión en Filadelfia, en el momento de su detención.


11/06/2025

TAREQ HAJJAJ/FARIS GIACAMAN
Comment la police et la société civile de Gaza combattent les gangs armés par Israël pour piller l’aide et prendre au piège la population
Enquête de terrain

Netanyahou admet qu’Israël arme des gangs et des membres de clans tribaux à Gaza pour contrer l’influence du Hamas, et de nouvelles preuves montrent qu’Israël les utilise pour piller l’aide et mettre en œuvre son plan de déplacement de la population. En réponse, le gouvernement du Hamas a mis en place l’Unité Flèche [Wahdat Sahm سهم وحدة].


Faris Giacaman est le directeur éditorial du site ouèbe Mondoweiss pour la Palestine.

Tareq S. Hajjaj est le correspondant de Mondoweiss à Gaza et membre de l’Union des écrivains palestiniens. @Tareqshajjaj.

Traduit par Fausto GiudiceTlaxcala 


Des policiers palestiniens du Hamas commencent à travailler au maintien de la sécurité et de l’ordre pendant le cessez-le-feu avec Israël, dans la ville de Gaza, le 20 janvier 2025. (Photo : Hadi Daoud/APA Images)

L’armée israélienne arme des gangs pour combattre le Hamas à Gaza, a confirmé le Premier ministre israélien Benjamin Netanyahu jeudi. Cette révélation intervient après qu’un député israélien de droite, Avigdor Lieberman, a accusé hier, sur la chaîne publique israélienne Kan, Netanyahou d’armer un gang de centaines d’hommes à Rafah pour faire contrepoids à l’influence du Hamas dans la bande de Gaza. Le bureau du Premier ministre a répondu en déclarant qu’il combattait le groupe de résistance palestinien « de diverses manières, sur la recommandation de tous les chefs des services de sécurité ».

Plus tard, Netanyahou a officiellement confirmé les informations dans une vidéo : «  Sur les conseils des responsables de la sécurité, nous avons activé les clans de Gaza qui s’opposent au Hamas », a déclaré le Premier ministre israélien. « Qu’y a-t-il de mal à cela ? Cela ne fait que sauver la vie de soldats israéliens ».

« Rendre ça public ne profite qu’au Hamas, mais Lieberman s’en fout », a ajouté Netanyahou.

Haut du formulaire

Bas du formulaire

Haut du formulaire

Bas du formulaire

Parmi ces groupes, un gang armé dirigé par un homme nommé Yasser Abou Shabab, un voleur et trafiquant de drogue de Rafah qui a dirigé des groupes de centaines d’hommes armés dans le pillage des convois d’aide au cours de la seconde moitié de 2024. Issu de l’influent clan bédouin Tarabine, qui s’étend sur le sud de Gaza, le Sinaï et le désert du Naqab/Néguev, Abou Shabab a été décrit par les médias israéliens comme étant une bande armée « liée à Daech », probablement en raison de l’implication d’Abou Shabab dans les réseaux de trafic de drogue entre Gaza et le Sinaï, dans lesquels Daech a été impliqué.

Aujourd’hui, Israël admet ouvertement qu’il soutient et arme le groupe d’Abou Shabab, ce qui revient à admettre ouvertement qu’il a soutenu le pillage de l’aide alimentaire destinée à la population affamée de Gaza.

Cette politique fait suite à une campagne israélienne systématique d’assassinat des fonctionnaires du gouvernement du Hamas visant à provoquer un effondrement social à Gaza et à y semer le chaos et l’anarchie. L’armée israélienne a délibérément pris pour cible les fonctionnaires du ministère de l’intérieur, les forces de police et les services de sécurité afin de créer un vide qui sera ensuite comblé par des pillards armés comme le groupe d’Abou Shabab, comme l’a récemment rapporté Mondoweiss.

Le ministre israélien des finances, Bezalel Smotrich, a directement admis cette politique le mois dernier, se vantant que « nous éliminons les ministres, les bureaucrates, les gestionnaires d’argent, tous ceux qui permettent au Hamas de gouverner ».

Le Hamas tente de lutter contre cette politique israélienne depuis la fin de l’année 2024, lorsque le ministère de l’intérieur de Gaza a créé une unité spéciale composée de policiers en civil et de volontaires chargés de traquer les pillards et de tenter de rétablir l’ordre dans les rues de Gaza. L’unité du Hamas, qui se fait appeler « l’Unité Sahm » ou « la Force Sahm « , a été réactivée lors de la reprise des hostilités entre Israël et le Hamas après l’effondrement du cessez-le-feu à la mi-mars.

Mondoweiss s’est entretenu avec plusieurs membres de l’Unité Sahm, ainsi qu’avec une source de sécurité de haut niveau au sein de la résistance, qui ont détaillé les efforts continus du Hamas pour combattre les groupes armés mandataires d’Israël dans la bande de Gaza. Mondoweiss s’est également entretenu avec les chefs de plusieurs clans tribaux de Gaza au sujet des tentatives d’Israël d’exploiter le vide sécuritaire qu’il a créé en soutenant les chefs de clans comme alternative au pouvoir du Hamas.

Comment l’Unité Sahm traque les voleurs et les collaborateurs

L’unité Sahm a été créée il y a plus d’un an, en mars 2024, lorsque le phénomène de pillage par des bandes armées a commencé à se répandre dans toute la bande de Gaza. L’unité a commencé par former des groupes informels de jeunes hommes vêtus de noir et au visage couvert, qui se déployaient dans des lieux publics chaotiques tels que les files d’attente des boulangeries, les distributeurs automatiques de billets et les marchés. Les rapports à l’époque les décrivaient en train d’arrêter des voleurs présumés et de les battre sévèrement sur les places de marché, proclamant publiquement qu’il s’agissait là de la punition infligée aux pillards.

Au fil des mois, les membres de la Force Sahm ont commencé à se montrer par dizaines dans les rues de Gaza, organisant des files d’attente dans les lieux publics. Ils semblaient suivre un chef qui était apparemment un officier de police.

Selon les membres de l’unité Sahm, l’anarchie est devenue endémique à Gaza après que la police a été contrainte à la clandestinité suite au ciblage par Israël de ses officiers chargés d’escorter les convois d’aide. Cette situation a entraîné une détérioration rapide de la sécurité à Gaza, avec une flambée des prix sur les marchés et la propagation de querelles interfamiliales et de la « loi de la jungle », ont déclaré les membres de l’unité Sahm.


La police palestinienne prend des mesures pour mettre en place un point de contrôle dans la rue al-Rashid pendant le cessez-le-feu entre Israël et le Hamas, le 26 janvier. (Photo : Omar Ashtawy/APA Images)

Abou Hadi, membre de l’unité Sahm et officier de la police de Gaza, a déclaré à Mondoweiss qu’il avait décidé de rejoindre l’unité après avoir « vu des voleurs dévaliser des magasins d’alimentation et des cuisines internationales, sans se soucier de la faim de la population ».

« Cette aide est destinée à ma famille, à mes voisins, à mes proches. Elle ne devrait pas aller à une personne qui la vole et la revend au marché noir », dit Abou Hadi. « Nous, au sein de la force Sahm, arrêterons ces personnes ».

Abou Islam, un autre membre de l’unité Sahm, explique que la force est composée d’officiers de police, de membres de factions politiques, de membres de familles importantes de Gaza et, occasionnellement, de membres de la branche armée du Hamas, les Brigades Qassam.

Après que cette nouvelle force a commencé à opérer dans la bande de Gaza, il a été officiellement annoncé que l’unité Sahm était un organe du ministère de l’Intérieur. Abou Muhammad, un fonctionnaire du ministère, a déclaré à Mondoweiss, par le biais d’un témoignage enregistré, que l’Unité Sahm est autorisée à « maintenir la sécurité dans la bande de Gaza, en particulier en temps de guerre ».

Interrogé sur le fonctionnement de l’unité Sahm, Abou Muhammad a déclaré qu’elle obtenait des renseignements de la police sur des voleurs et des collaborateurs présumés, et qu’elle était ensuite envoyée pour les appréhender clandestinement.

« La guerre a mis à mal le ministère de l’Intérieur, mais nous faisons tout notre possible pour communiquer avec les officiers de police et leur demander de traquer les pillards et de fournir des noms et des preuves », dit Abou Muhammad. « Des équipes comme l’unité Sahm peuvent alors appréhender les auteurs du crime et les atteindre secrètement, car l’occupation poursuit tous les officiers de police, ce qui limite le travail du ministère de l’Intérieur ».

Abou Muhammad explique que « si les accusations portées contre certains voleurs et hors-la-loi sont avérées, ils doivent être punis directement, même par la mort, pour donner l’exemple aux autres et empêcher que le chaos ne devienne la norme à Gaza », précisant que tous les pillards arrêtés à Gaza ne sont pas des collaborateurs d’Israël, mais que « leurs vols sont facilités par l’armée israélienne ».

« Cela peut les amener à suivre les directives de l’armée israélienne, ce qui peut ensuite se transformer en une collaboration ouverte », explique Abou Muhammad. « Et l’occupation peut transformer les voleurs en collaborateurs, par exemple en ne bombardant pas les endroits où ils volent, et même en leur indiquant par téléphone où aller ».

Abou Islam, un membre de Sahm à Gaza Ville chargé d’enquêter et d’appréhender les voleurs, explique comment les pilleurs et les collaborateurs sont punis. « Certains sont battus, d’autres tués, d’autres encore emprisonnés », raconte-t-il.

Selon Abou Islam, « les agents dont il est prouvé qu’ils ont tué ou participé à des meurtres sont exécutés », précisant que l’objectif de ces punitions sévères est de dissuader les gens « d’envisager de communiquer avec l’occupation ».

Abou Islam affirme également avoir obtenu plusieurs aveux de la part de pillards qui ont déclaré avoir été dirigés vers des entrepôts alimentaires par des officiers israéliens. « Ils nous ont même donné leurs noms et leurs affectations », a-t-il déclaré. « C’est la preuve évidente qu’ils étaient des infiltrés et des agents, recevant des ordres directs de l’ennemi israélien à un moment et à un endroit précis ».

Une source de sécurité de haut niveau au sein de la résistance a déclaré par écrit à Mondoweiss que « les enquêtes révèlent que le Shabak [le service de renseignement intérieur israélien, ou Shin Bet] ordonne à certains agents de se livrer à des pillages et à des violations de propriété pour couvrir la réalisation d’opérations de sécurité ». La source poursuit en citant la confession écrite d’un collaborateur présumé à qui un officier israélien a dit de « pénétrer dans la maison d’un des chefs de la résistance par un trou dans le mur créé par un drone ».

La source de sécurité a ajouté que le Shin Bet avait fait chanter un voleur pour qu’il espionne pour eux lorsqu’il avait utilisé une application gérée par l’armée pour obtenir la permission d’entrer dans une zone de combat. « Le Shabak a utilisé son casier judiciaire [comme moyen de chantage] pour le recruter à ses fins », a affirmé la source.

Les tentatives des membres de Sahm d’intervenir dans ces opérations de pillage ont conduit les forces israéliennes à les prendre directement pour cible sur le terrain, tuant des “dizaines” de personnes, selon Abou Islam. À une occasion, fin mai, poursuit-il, des membres de Sahm se sont rendus dans un entrepôt alimentaire de la ville de Gaza où des voleurs tentaient de dérober de l’aide, mais ils ont été bombardés par un drone israélien. « Lorsque les forces Sahm sont arrivées, les voleurs se sont retirés et la force a été prise pour cible », explique-t-il. « Ensuite, une autre unité a été envoyée sur le site pour soutenir la force, mais elle a également été bombardée par l’occupation ».

L’Unité Sahm contre Yasser Abou Shabab

Le 19 novembre 2024, l’unité Sahm mène sa première grande opération de la guerre en attaquant un groupe de pillards qui s’en prend aux camions d’aide depuis plusieurs mois, principalement à Rafah. Les forces Sahm ont annoncé qu’elles avaient tué une vingtaine de membres du gang. Le chef du groupe était Yasser Abou Shabab.

Abou Hadi explique que le Hamas a d’abord soupçonné Abou Shabab de collaborer avec Israël lorsqu’il a été documenté qu’il accédait à des zones inaccessibles à Rafah qui sont sous le contrôle exclusif de l’armée israélienne. « Toute personne qui atteignait ces zones était tuée », explique Abou Hadi. « Cela a conduit la force Sahm à soupçonner qu’il avait reçu des ordres de l’armée israélienne pour empêcher l’entrée de l’aide à la population ».

Alors que le pillage des convois d’aide se poursuivait à la fin de l’année 2024, le rôle d’AbOu Shabab est devenu de plus en plus clair. À l’époque, une note interne de l’ONU communiquée aux médias internationaux avait directement désigné Abou Shabab comme « la partie prenante principale et la plus influente derrière le pillage systématique et massif » des convois d’aide l’année dernière, et qu’Abou Shabab « bénéficiait probablement d’une bienveillance passive, voire active » ou d’une « protection » de la part de l’armée israélienne.

Abou Hadi affirme que le Hamas avait décidé de le neutraliser peu de temps après. « L’unité Sahm a continué à surveiller les mouvements de Yasser Abou Shabab ».

Le 19 novembre, continue Abou Hadi, « après avoir confirmé qu’il partait dans sa voiture bien connue, il a été la cible de deux RPG. Mais, c’était son frère qui se trouvait dans la voiture, pas lui ». 



Yasser Abou Shabab. (Photo : Médias en ligne)

Le frère d’Abou Shabab, Fathi, a été tué dans l’embuscade, qui, selon Abou Hadi, a fait plus de 20 victimes parmi les membres du gang.

« Après cela, il a commencé à brûler des camions d’aide et à tirer sur les chauffeurs au lieu de les piller », explique Abu Hadi. « En guise de vengeance ».

La force Sahm avait néanmoins envoyé un message fort à Abou Shabab. « Il a cessé de voler l’aide de peur d’être tué », dit Abu Hadi.

Shadi al-Soufi, un ancien criminel condamné pour meurtre et détenu avant la guerre, était un autre chef de bande présumé accusé d’avoir formé un groupe de pillards situé près du point de passage de Karam Abu Salem (Kerem Shalom).

Abou Hadi affirme qu’al-Soufi n’aurait pas pu rester dans la zone de Karam Abu Salem sans l’aide d’Israël. « Personne n’a osé atteindre l’endroit où se trouvaient Shadi al-Soufi et son groupe », dit-il. « C’est la preuve irréfutable qu’il opérait sous la protection de l’armée israélienne ».

« La force Sahm a attaqué les groupes d’al-Sufi et a tenté de l’atteindre, mais les circonstances ne nous étaient pas favorables », ajoute Abou Hadi. « Des drones visaient nos membres et protégeaient les voleurs et les criminels ».

Al-Sufi est ensuite apparu dans une vidéo sur les médias en ligne, niant les allégations portées contre lui. Il a déclaré qu’il avait été déplacé comme tout le monde depuis le début de l’invasion de Rafah et que, comme tous les habitants, il n’avait pas de farine dans sa maison. Il a expliqué que toutes les rumeurs qui circulaient sur le fait qu’il avait volé de l’aide étaient totalement fausses.

À ce stade de la guerre, la stratégie du Hamas fonctionnait. Al-Sufi est tombé dans l’oubli et Abou Shabab a également disparu pendant le cessez-le-feu entre Israël et le Hamas.

Pendant la période de cessez-le-feu, la police et les forces de sécurité ont pu rétablir l’ordre et réaffirmer le contrôle civil sur Gaza. Le retour à la guerre le 18 mars s’accompagnait de l’objectif objectif explicitement déclaré de cibler les dirigeants civils du Hamas, poussant toutes les agences gouvernementales à se cacher.

Presque du jour au lendemain, les pillages et les vols dans les entrepôts alimentaires ont repris à Gaza, ce qui a incité l’unité Sahm à redoubler d’efforts. Yasser Abou Shabab a refait surface en mai, apparaissant sur des photos aux côtés d’hommes armés vêtus d’une tenue militaire complète à Rafah, qui a été entièrement vidée de ses habitants et est considérée comme faisant partie d’une “zone rouge” sous le contrôle total de l’armée israélienne. Ses hommes sont montrés arborant des drapeaux palestiniens et portant des brassards sur lesquels est inscrit “Service antiterroriste”.

Le 30 mai, les Brigades Qassam ont publié une vidéo inhabituelle de leurs combattants visant un groupe d’hommes en civil qu’elles ont dit être des “musta’ribin” - le terme palestinien pour désigner les forces spéciales israéliennes déguisées en Palestiniens - mais une source de sécurité de la résistance à Gaza a déclaré à Al Jazeera que les cibles étaient un groupe de collaborateurs chargés par l’armée israélienne de piller les convois d’aide et d’espionner les activités de la résistance. La source a également indiqué que les collaborateurs étaient des membres du groupe d’Abou Shabab, accusant directement Abou Shabab de travailler sous les ordres des Israéliens pour aggraver l’état de chaos dans la bande de Gaza.


Les hommes de Yasser Abou Shabab ont été montrés arborant des drapeaux palestiniens et portant des brassards sur lesquels était inscrit “Service antiterroriste”. (Photo : médias en ligne)

La vidéo a été diffusée à un moment où des rapports ont continué à faire surface le mois dernier sur des pillages de convois d’aide par des hommes armés dans le sud de la bande de Gaza.

Abou Shabab nie ouvertement ces allégations. Il s’est refait une beauté sur les médias en ligne, se présentant sur sa page Facebook personnelle comme une figure communautaire respectable et un “leader nationaliste”. Il se présente désormais comme le garant du passage de l’aide à Rafah.

Faciliter le plan de déplacement d’Israël

Après que Netanyahou a admis hier qu’Israël armait son groupe, la page officielle du bureau médiatique des “Forces populaires” de Yasser Abou Shabab a publié un communiqué sur X, continuant à nier tout lien avec l’armée israélienne. « Nous rejetons totalement ces allégations », dit la déclaration. « Nous considérons qu’il s’agit d’une tentative flagrante de déformer l’image d’une force populaire née de la souffrance et confrontée à l’oppression, au vol et à la corruption ».

« Nous n’avons pas été et ne serons jamais un outil de l’occupation. Si l’occupation a des preuves, elle devrait les montrer à notre peuple et aux médias internationaux. Nous invitons tout le monde à visiter nos régions et à enquêter par eux-mêmes avant de répandre des mensonges qui servent le récit de l’occupation en semant la division », ajoute le communiqué.

La même source de sécurité de haut niveau de la résistance qui a parlé à Mondoweiss a également déclaré qu’Abou Shabab, selon leurs renseignements, a des liens avec « les agences de renseignement arabes, qui lui ont ouvert la voie pour agir conformément aux instructions du Shabak. En particulier pendant la période d’occupation de la ville de Rafah, où nous avons constaté une augmentation du pillage des camions d’aide ».

« La résistance dispose de photographies montrant Abou Shabab avec l’armée israélienne. Mais les circonstances actuelles ne nous permettent pas de les publier pour des raisons de sécurité », a ajouté la source.


Yasser Abou Shabab (à droite) avec ses hommes à Rafah. (Photo : médias en ligne)

Les analystes ont continué à souligner que la présence d’Abou Shabab sur les médias en ligne, soigneusement organisée, avec l’apparition de déclarations en anglais et en arabe, dépasse les capacités du gang de Gaza et est probablement l’œuvre du Shin Bet.

« De nombreux journalistes des médias traditionnels avec lesquels je me suis entretenu pensent que le niveau d’anglais courant utilisé dans ces messages ne peut provenir que d’une salle d’opération des FDI », a écrit sur X Muhammad Shehada, écrivain et analyste politique, quelques jours avant la déclaration d’hier de Netanyahou.

Shehada explique qu’aujourd’hui, Abou Shabab travaille en sa nouvelle qualité de chef de sa “force nationale” rebaptisée, composée de membres de gangs, pour piller l’aide sous la protection de l’armée israélienne, surveiller les forces de résistance en son nom et sécuriser l’aide destinée au Fonds humanitaire de Gaza (GHF), soutenu par les USA et Israël, qui est le sous-traitant usaméricain chargé d’acheminer l’aide aux Palestiniens à la place de l’ONU.

Les centres de distribution du GHF ont été le théâtre de plusieurs massacres par les forces israéliennes au cours des deux dernières semaines, les groupes d’aide internationaux accusant le plan d’aide de la Fondation de faire partie d’un « plan de nettoyage ethnique ».

Aujourd’hui, le groupe d’Abou Shabab est recruté au service de ce plan. Selon Shehada, l’armée israélienne semble avoir confié à Abou Shabab une autre tâche : établir des “camps de concentration” à Gaza et former une “force de sécurité” fantoche que les FDI placeront à la tête des zones qu’elles ont dépeuplées pour en faire leur milice par procuration contre le Hamas.

Confirmant apparemment cet objectif, la page Facebook d’Abou Shabab a publié une vidéo apparemment commentée par sa voix, appelant les habitants de la partie orientale de Rafah à rentrer chez eux. « Des médicaments, de la nourriture, des abris et la sécurité ont été fournis », entend-on. « Nos forces populaires travaillent en toute légitimité palestinienne et en coordination avec les canaux officiels ».

Le reste de la vidéo contient un montage des hommes d’Abou Shabab distribuant de l’aide aux habitants de l’est de Rafah, suivi d’un narrateur décrivant comment les Forces populaires affrontent le Hamas - appelé “le gouvernement du statu quo” - tout en abritant dans des tentes des centaines de familles de l’est de Gaza, auxquelles elles ont fourni une aide gratuite.

Il semblerait que les appels lancés par les “Forces populaires” aux civils pour qu’ils se déplacent vers ces zones de Rafah, associés à la coordination d’Abou Shabab avec la GHF, s’inscrivent dans la droite ligne du plan de Netanyahou d’utiliser l’aide comme appât pour attirer les Palestiniens dans des camps de concentration isolés, dans le but de les déplacer de force de Gaza par le biais d’une soi-disant “migration volontaire” De plus, il apparaît qu’Israël a maintenant recruté une milice autochtone de harkis pour mettre en œuvre ce plan.


Bandeau de la page “Forces populaires” de Yasser Abou Shabab sur X

Clash des clans

Malgré les efforts d’Abou Shabab pour se présenter comme un leader nationaliste, le 31 mai, sa famille à Gaza a publié un communiqué annonçant qu’elle reniait “notre fils Yasser” le lendemain de la diffusion de la vidéo des Brigades Qassam, se distançant ainsi de toute association avec lui.

« Nous avons été choqués, comme le reste du public, lorsque la Résistance a diffusé des images montrant le groupe de Yasser engagé dans un dangereux travail de sécurité, participant même en tant qu’agents infiltrés », peut-on lire dans la déclaration. « Nous le poursuivrons et le tiendrons pour responsable par tous les moyens nécessaires et nous ne lui permettrons pas de salir la réputation de notre famille. Il nous a trompés pendant trop longtemps ».

Mais maintenant que Netanyahou a publiquement admis avoir “activé” des clans à Gaza pour s’opposer au Hamas, la résistance palestinienne dans la bande de Gaza devrait se battre sur un autre front “interne” contre une collaboration pure et simple.

Au cours des derniers mois, les pillages endémiques résultant du ciblage par Israël des forces de sécurité de Gaza ont conduit plusieurs familles de Gaza à appeler les clans à former des “comités populaires” pour l’autodéfense contre les voleurs, comme en témoignent des déclarations des clans Madhoun et al-Ghoul au début du mois de mai. Certains de ces appels préconisaient ouvertement que les familles soient armées.

À peu près au même moment, des hommes armés appartenant à la famille al-Ghoul sont apparus dans la zone de l’hôpital de réhabilitation Hamad, financé par le Qatar, dans la ville de Gaza, affirmant être des volontaires pour protéger l’hôpital contre le pillage. Mais le groupe s’est rapidement dissipé et, depuis, le clan al-Ghoul a publiquement affirmé son attachement à l’État de droit.

« Nous avons formé un groupe armé pour protéger l’hôpital qatari parce que des voleurs étaient sur le point de le piller, et nous l’avons sécurisé », a déclaré Yousri al-Ghoul, l’un des représentants de la famille, à Mondoweiss à la mi-mai. « Après cela, une unité de sécurité a été créée par le gouvernement pour protéger les biens publics, et nous nous nous sommes donc mis en retrait ».

« Tout ce que nous voulons, c’est la sécurité à Gaza », a ajouté al-Ghoul.

Husni al-Mughni, chef la Haute Commission aux affaires tribales dans la bande de Gaza, a déclaré à Mondoweiss en mai qu’“aucun comité familial armé n’a été formé”, ajoutant que les clans de Gaza « rejettent l’armement des clans, qui doivent donner la priorité à la paix sociale ».

« Nous nous battons maintenant pour de l’eau, de la nourriture et des tentes. Si les familles s’arment, toutes nos batailles deviendront internes », a ajouté al-Mughni.

Yasin al-Madhoun, un autre chef de clan, admet que certains membres de sa famille ont peut-être discuté de la formation d’un groupe armé, mais que la famille n’a pas officiellement pris une telle mesure.

« La famille n’a pas décidé de former des unités armées, mais nous voulons maintenir la sécurité dans la bande de Gaza », nuance al-Madhoun. « Si le gouvernement s’effondre ou s’il y a un manque de sécurité dans la bande de Gaza, nous devons exiger une force pour maintenir la sécurité et remplacer le gouvernement pour combler le vide sécuritaire. Ce n’est pas une exception dans la bande de Gaza. Partout où le gouvernement tombe, des comités populaires sont formés pour protéger la société ».

Des membres de l’unité Sahm ont déclaré à Mondoweiss qu’ils empêcheraient ces familles de s’armer, car elles seraient alors cooptées par Israël au service de ses objectifs génocidaires.

« Nous affronterons les familles qui s’armeront, et ce n’est pas une question pour la seule unité Sahm, mais ça concerne toutes les familles de la bande de Gaza », a dit Abou Islam, l’un des membres de l’unité Sahm qui s’est entretenu avec Mondoweiss. « Toutes les familles doivent se tenir aux côtés de l’unité Sahm et de toutes les unités de police pour endiguer la propagation du chaos ».

Abou Islam a ajouté que de nombreuses familles ont rejeté ces appels. « La tentative d’armer les familles et de transformer la loi en règle tribale a échoué, car les familles ont assumé leurs responsabilités et rejeté cette offre de l’occupation », dit-il.

Près d’un mois plus tard, la bande armée d’Abou Shabab a pris un nouveau nom - “forces populaires” - et vise à combler le vide sécuritaire créé par Israël en démantelant les institutions civiles de Gaza. Elle a notamment pour mission de distribuer de l’aide aux habitants afin de gagner le soutien de la population et d’assurer l’acheminement de l’aide vers les sites de la GHF.

« Ce n’est un secret pour personne que l’occupation a traqué tous les éléments des forces de sécurité, car ils représentent le soutien au maintien du front intérieur, ce qui est en contradiction directe avec les objectifs de guerre [de l’armée israélienne] », a déclaré la source de sécurité de la résistance qui s’est entretenue avec Mondoweiss. « Son objectif est de créer le chaos à Gaza pour se venger des civils, parce qu’ils se rallient à la résistance », a ajouté la source.


10/06/2025

ABDALJAWAD OMAR
Los gánsteres de Israel en Gaza
Una operación de contrainsurgencia en la era de la inteligencia artificial

Israel lleva mucho tiempo utilizando agentes infiltrados que se hacen pasar por palestinos para sembrar la discordia. Hoy vuelve a utilizar esta estrategia en Gaza en forma de bandas que toman el control de la ayuda humanitaria. El objetivo es fragmentar y desmembrar la sociedad palestina.

Abdaljawad Omar HamayelMondoweiss, 9-6-2025

Traducido por Fausto GiudiceTlaxcala

En la larga y dolorosa historia del enfrentamiento entre Palestina y el sionismo, pocas figuras han provocado una ruptura epistémica y afectiva tan profunda como la unidad de las fuerzas especiales secretas que se hacen pasar por palestinos. Conocidos como «unidad arabizada» o «musta'ribin», estos agentes secretos israelíes, a menudo judíos árabes, no operan como colonos visibles, sino como dobles autóctonos. Dominando el dialecto y los modales palestinos, el agente arabizado se mueve entre los palestinos como una presencia fantasmal que imita y vigila desde dentro, al tiempo que lleva a cabo operaciones sorpresa destinadas a tomar por sorpresa a sus “presas”, ya sea para detenerlas o asesinarlas. No se limita a recopilar información, sino que socava la confianza de la comunidad y la posibilidad de un reconocimiento colectivo.

De este modo, los musta’ribin no son solo una fuerza táctica, sino un modo de infiltración armada que rompe el espejo en el que se miran los palestinos. Israel desarrolló inicialmente estas unidades “árabes” para llevar a cabo operaciones rápidas en los campos palestinos, espacios urbanos densamente poblados que, de otro modo, son inaccesibles para los soldados uniformados, con muy pocas posibilidades de tomar por sorpresa a sus objetivos. Los musta'ribin fueron una respuesta a la pregunta de cómo llegar a los “objetivos” antes de que se dieran cuenta de la presencia del ejército.

Esta lógica de infiltración, que forma parte desde hace mucho tiempo de la estrategia colonial de Israel, ha resurgido hoy en día. En un vídeo reciente de las Brigadas Qassam de Hamás, una unidad palestina que colabora con el ejército israelí ha sido designada por la resistencia como musta'ribin. Al utilizar este término para referirse a los colaboradores palestinos —que normalmente se denominarían colaboradores o espías, yawasi— en lugar de a los israelíes infiltrados, Hamás ha difuminado deliberadamente la frontera entre colaborador y enemigo.

No es de extrañar que Israel encuentre entre las poblaciones ocupadas personas dispuestas a sobrevivir gracias a su aparato de dominación. Esta complicidad no es solo el resultado del agotamiento —el desgaste moral bajo un asedio implacable—, sino también de la tenue esperanza de hacerse con el poder, por marginal que sea, dentro del orden impuesto. También es producto de enredos más profundos: los incentivos silenciosos y el estímulo activo que a veces provienen de las propias filas palestinas. Este fenómeno tiene sus raíces en la contradicción histórica entre la resistencia como forma de gobierno y el gobierno como medio de encarcelamiento.

Una de las figuras más tristemente famosas entre estos nuevos mandatarios israelíes en Rafah es Yaser Abu Shabab, un antiguo preso condenado por tráfico de drogas por el Gobierno de Hamás, que dirigió a un grupo de cientos de hombres armados que saquearon los convoyes de ayuda humanitaria en Gaza durante toda la guerra. Su ascenso ilustra cómo la interacción entre la lealtad clánica, la supervivencia material, el oportunismo y el apoyo tácito de elementos dentro de la Autoridad Palestina se combinan para allanar el camino para la aparición de tales bandas. Su presencia no solo tiene como objetivo fracturar el tejido social, sino también reabrir la herida aún abierta del genocidio.

El uso que Israel hace de estas unidades de colaboradores tiene varios objetivos. En primer lugar, sirven para obstaculizar y desviar el flujo de ayuda humanitaria, convirtiéndola así en un mecanismo de control. En segundo lugar, actúan como recaudadores informales, obteniendo ingresos de la economía del sufrimiento que contribuyen a mantener, posicionándose así como intermediarios, no solo con la fuerza de ocupación, sino también con el aparato de ayuda internacional cada vez más privatizado. En tercer lugar, también se utilizan como mecanismo de desvío de fondos, explotando la desesperación para atraer a los hambrientos y a los jóvenes de Gaza. Este poder proviene de lo que se les permite ofrecer: una bolsa de comida, la promesa de acceso, una posible exclusión de las masacres. Estas ofertas no son insignificantes, sino que sirven como palancas de control, operando en la tensión entre la supervivencia de la familia individual y la resistencia colectiva (sumud) de toda la comunidad.

Al interponerse como intermediarios entre Israel y la población, permiten que las redes informales y formales de dependencia y autoridad se arraiguen y se desarrollen. Se convierten en una dirección local que sirve de mediador con Israel. En cuarto lugar, y quizás lo más insidioso, desempeñan el papel de protagonistas en una coreografía propagandística. Se difunden vídeos cuidadosamente escenificados —hombres uniformados descargando sacos de harina o gesticulando frente a filas de desplazados— para sugerir el surgimiento de un gobierno palestino alternativo, aparentemente más “pragmático” o flexible, y más dispuesto a cantar las alabanzas de Netanyahu.

Su papel no es solo sembrar el caos, sino evocar la posibilidad de otro orden. Su mera presencia alimenta la desconfianza, rompiendo las frágiles solidaridades que se forman bajo el asedio. Son, en cierto modo, los primeros en morder el anzuelo: los primeros en imaginar un futuro enclavado en el aparato de exterminio. Pero lo que se les ofrece no es la vida, solo su imitación: una supervivencia controlada en un paisaje diseñado para eliminar la presencia de los palestinos y también la necesidad de su presencia. Y, como muchos fenómenos colaboracionistas de este tipo, ocultan su brutal traición a su pueblo tras consignas como “fuerzas populares”, el nombre que Abu Shabab utiliza para referirse a su banda de saqueadores.

Pero aquí está el quid de la cuestión: si bien estos grupos pueden ser tácticamente útiles para Israel —prácticos para desviar la ayuda, disciplinar el hambre y desestabilizar la ya frágil cohesión del tejido social de Gaza—, su utilidad sigue siendo fundamentalmente limitada. No son actores estratégicos en el sentido transformador del término. Su geografía es limitada, su influencia parasitaria y su existencia está totalmente ligada a la sombra protectora del poder israelí. Son criminales convertidos en colaboradores, muchos de los cuales escaparon de las cárceles palestinas al comienzo de la guerra, otros son antiguos empleados de la Autoridad Palestina en Cisjordania y algunos afirman tener vínculos con el Estado Islámico. Viven literalmente de la guerra: de los convoyes de ayuda que saquean, de las armas que se les entregan selectivamente y de la indulgencia del ejército israelí. Mafias sin dignidad.

Pero lo que más le importa a Israel no es su éxito, sino el espectáculo que ofrecen. Lo importante no es que ganen Gaza —nadie, ni siquiera sus patrocinadores, imagina que puedan lograrlo—, sino que sirvan como demostración viviente de la infiltración. Se convierten en símbolos de fractura, transmitiendo la idea de que la sociedad palestina en Gaza es penetrable, divisible y corruptible. Esto demuestra que la resistencia tiene su contrapartida. Su verdadera función no es gobernar, sino rondar la frontera entre la oposición y la colaboración. Difunden la duda para hacer sospechosa la idea misma de una voluntad colectiva de resistencia.

En este sentido, la milicia colaboradora es menos un activo militar que una herramienta narrativa, un actor en el esfuerzo continuo de Israel por presentar la desintegración palestina como endógena, inevitable y, tal vez, a ojos de los sionistas, “merecida”. Sin embargo, su condición social borrosa —su exclusión del imaginario comunitario— marca su incapacidad para integrarse en el cuerpo social palestino, a diferencia de las mafias tradicionales, que a menudo se arraigan en la solidaridad familiar, vecinal o de clase. Por el contrario, estos colaboradores existen en una zona de soberanía negativa: temidos, pero no respetados; conocidos, pero no reivindicados; presentes, pero renegados. Se asemejan más a una tecnología colonial de fragmentación: bandas sin lealtad y mafias sin dignidad.

Esta tecnología de fragmentación tampoco es nueva. Israel cultiva desde hace mucho tiempo alianzas con actores locales para gestionar y perturbar la cohesión palestina. El reciente auge de las bandas en las comunidades palestinas de Israel es un ejemplo de ello. La convergencia del apoyo tácito de Israel, en particular de los servicios de inteligencia, junto con el fracaso deliberado de las fuerzas policiales y los cambios económicos más amplios, han dado lugar a nuevas estructuras de delincuencia organizada más arraigadas.

Estas bandas no son simples subproductos de la decadencia social, sino síntomas de un desorden orquestado, cultivado y tolerado en la medida en que sustituyen la acción colectiva y redirigen la violencia hacia el interior, incluso entre aquellos a quienes Israel presenta como sus propios ciudadanos, y los utiliza gustosamente como herramientas de propaganda para decir: “Mirad, tenemos árabes paseando por la playa. Por lo tanto, no somos racistas”. Lo mismo ocurre con la Autoridad Palestina en Cisjordania, que representa hoy en día la forma más avanzada de esta cultura política de tipo pandillero. Al canibalizar el aparato paraestatal, la Autoridad Palestina no solo gobierna a la sombra de Israel, sino que también instrumentaliza la historia nacionalista. Redibuja las fronteras de la lealtad y la traición, del amigo y el enemigo, para ocultar sus disposiciones mafiosas.

Pero quizá esto sea lo más importante en el contexto de Gaza: al igual que el humanitarismo y el genocidio obsceno, al igual que la alegría y la fiesta de los soldados israelíes cuando matan a palestinos y destruyen sus casas, ahora todo queda al descubierto. Es una guerra sin velos. Sin sábanas, sin velos, sin anteojeras ideológicas. La forma social de esta colaboración, su brutal irrupción en la esfera pública, revela algo fundamental sobre la naturaleza de esta guerra. No solo es genocida, es obscena y desvergonzada, y no exige nada al mundo salvo pasividad.

Lo que estamos presenciando no es solo una campaña militar, sino el escenario del colapso, no de Gaza, sino de las anteojeras ideológicas, los discursos y las reivindicaciones morales de un mundo que ya no es capaz de justificarse. Una banda en Gaza refleja las numerosas bandas que nos gobiernan.

NdT

La banda de Abu Shabab se presenta en los medios de comunicación en línea en dos formas y con dos “logotipos”: “Fuerzas Populares” y “جهاز مكافحة الإرهاب Yihaz mukafahat al’irhab”, «Servicio o Agencia de Lucha contra el Terrorismo» (imagen 1). Este segundo logotipo es una copia exacta del del Jihaz mukafahat al’irhab yemení, con sede en Adén y dirigido por el general Chalal Ali Shaye, un torturador con un pedigrí cargado al servicio de la coalición saudí-emiratí (imagen 2). Este servicio se inspira a su vez en la Oficina de Lucha contra el Terrorismo creada en Irak por los invasores yanquis y dirigida actualmente por el general Karim Abud Al-Tamimi (imágenes 3 y 4). En resumen, una repetición adaptada al Mashreq en la era de la inteligencia artificial de la famosa operación Oiseau bleu [Pájaro Azul]* lanzada por los servicios franceses en la Argelia de 1956 y condenada, al igual que esta, a un fracaso estrepitoso.

 


*Al comienzo de la guerra de Argelia, en otoño de 1956, los servicios secretos franceses, siguiendo órdenes del gobernador general Jacques Soustelle («Hay que hacer algo con respecto al bereberismo»), crearon en Kabilia la «Fuerza K», reclutando a miembros de la confederación tribal de los Iflissen Lebhar, especializada en la fabricación de armas blancas y famosa por su revuelta contra el poder otomano en el siglo XVIII. Pasó a la historia con el nombre de operación « Pájaro azul » y consistía en la creación de un maquis [foco guerrillero] falso destinado a desacreditar al FLN. Pero la operación se volvió contra sus iniciadores: los hombres reclutados y armados por los servicios franceses eran en realidad auténticos “rebeldes”. Al igual que los ocupantes franceses intentaron apoyarse en los bereberes como auxiliares de la contrainsurgencia, los sionistas siempre han intentado utilizar como cipayos a beduinos, drusos o circasianos.