Sergio Rodríguez Gelfenstein, 20-2-2025
Los acontecimientos internacionales han tomado un ritmo extraordinariamente acelerado. He consultado con algunos colegas y hemos concluido que se está haciendo difícil seguir el movimiento de hechos que están conmoviendo, transformando y reestructurando el sistema internacional a una velocidad nunca vista por lo menos en los últimos 80 años. Lo cierto es que el mundo de la posguerra parece desmoronarse. El consenso logrado en 1945 en Yalta y Potsdam acaba de recibir un golpe mortal en Múnich.
Hagamos un somero recorrido de los acontecimientos de los
últimos días para constatar esta aseveración que emana la impronta que la
administración Trump le está imponiendo al mundo:
12 de
febrero. El
presidente de Estados Unidos informó que había sostenido una “larga y muy
productiva” llamada telefónica con su homólogo ruso Vladimir Putin. Dijo que este
quiere que la guerra en Ucrania termine y que cree que habrá un alto el fuego
“en un futuro no muy lejano”. La llamada fue la primera conversación conocida
entre ambos presidentes desde que Trump asumió el cargo el mes pasado.
12 de
febrero. El secretario de Defensa de Estados Unidos
Pete Hegseth, durante su reunión en Bruselas con los miembros de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), declaró “directamente
y sin ambigüedades” que Washington ya no priorizará la seguridad de
Europa, determinó que la guerra entre Ucrania y Rusia “debe terminar”, pues su
prioridad se enfoca en asegurar las fronteras del país norteamericano y evitar
la guerra con China.
Hegseth
afirmó que las realidades estratégicas actuales impiden que Estados Unidos siga
siendo el principal garante de la seguridad en Europa. Estas mismas realidades
obligan –según el jefe del Pentágono- a
una reducción de las fuerzas estadounidenses en la región. La
prioridad para Washington es enfrentar a China, a la que definió como “ un
competidor de gran envergadura” porque tiene la capacidad y la intención de
amenazar la seguridad nacional de Estados Unidos y sus intereses principales en
la región del Indo-Pacífico. Hegseth subrayó que la disuasión de un
conflicto con China en el Pacífico es la misión más importante de su despacho.
Reconoció la escasez de recursos y la necesidad de tomar decisiones difíciles
para garantizar que el proceso no fracase.
El secretario de Defensa instó a los aliados europeos, miembros de la OTAN, a asumir un liderazgo activo. Les dijo tajante que: “La Casa Blanca ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia. En su lugar, la relación entre Estados Unidos y Europa se centrará en capacitar a los países europeos para que asuman la responsabilidad de su propia seguridad”.
14 de febrero. El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, pronunció un discurso durante la 61.ª Conferencia de Seguridad de Múnich, en Alemania, sorprendiendo tanto a los presentes como a los países europeos aliados de Washington. En la disertación, el alto cargo estadounidense afirmó que: “La amenaza que más me preocupa respecto a Europa no es Rusia, no es China, no es ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza desde dentro, el retroceso de Europa respecto a algunos de sus valores más fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos”. Sin tomar en consideración la perplejidad que generaban sus palabras, agregó que “Cuando vemos a las cortes europeas cancelando elecciones, con altos funcionarios amenazando con cancelar otras, tenemos que preguntarnos si nos ceñimos a unos estándares debidamente altos”.
14 de febrero. Keir Giles, investigador principal del centro de estudios Chatham House, con sede en Londres, declaró a NBC News que Europa ha ignorado décadas de señales de que la paciencia de Estados Unidos se ha estado “agotando” con la dependencia de Europa de la defensa estadounidense.
14 de febrero. Patrick Wintour, editor diplomático del diario británico The Guardian, destacó que las palabras de Vance demostraron que “la disputa preexistente entre Europa y Estados Unidos ya no tenía que ver con el reparto de las cargas militares o la naturaleza de la futura amenaza a la seguridad planteada por Rusia, sino con algo más fundamental: la sociedad”.
18 de febrero. El primer ministro polaco, Donald Tusk afirmó que la cumbre de urgencia de la UE, celebrada en París no tomó ninguna decisión sobre el conflicto ucraniano. Las contradicciones entre los líderes reunidos impidieron que surgiera una solución común. El portal politico indicó que, tras la reunión de 3 horas y media, sus reacciones fueron “decepcionantes”.
19 de febrero. Un encuentro realizado en Riad capital de Arabia saudita entre delegaciones de alto nivel de Rusia y Estados Unidos concluyó exitosamente tras producirse un diálogo fluido y sin contratiempos según informó el asesor presidencial del Kremlin, Yuri Ushakov, quien participó en el encuentro junto con el canciller Serguéi Lavrov. Ushakov resaltó que durante las conversaciones se abordaron todos los temas con seriedad y profundidad y además, se logró un consenso para avanzar en las relaciones bilaterales.
Parafraseando
el título de aquel famoso libro de John Reed, podríamos hablar de “los ocho días
que estremecieron el mundo”. Los europeos están atónitos y, como lo demostró su
reunión cumbre de París, absolutamente desarticulados y sin capacidad de
respuesta. Asistieron a Múnich esperando que Vance hablara de asuntos
relacionados con la seguridad y defensa del bloque europeo, pero en su lugar
"atacó rotundamente" a los aliados de Washington denunciando "la
desinformación, la información errónea y los derechos a la libertad de
expresión". Según RT, “un alto funcionario europeo que habló con Foreign Policy bajo condición de anonimato dijo
que Vance “mientras estaba en Alemania hizo algo en lo que los alemanes son
bastante buenos: dar lecciones a otros””.
Quien no
fue sorprendida ni desarticulada fue Rusia. Desde 2014, con paciencia y visión
de largo plazo articuló un plan que ha ido cumpliendo al pie de la letra. Hace
unos meses, el presidente Putin esbozó su concepto de paz y su idea de nuevo
orden internacional. Durante el foro “Interconexión de tiempos y
civilizaciones, base de la paz y el desarrollo” que se celebró en Asjabad,
capital de Turkmenistán en octubre 2024, explicó que: “...La paz global
solamente puede lograrse teniendo en cuenta los intereses de todos los pueblos
del planeta”. En su discurso en el evento, el presidente ruso dio a conocer que
su país estaba convencido de que la “paz universal y el desarrollo integral
solo pueden garantizarse teniendo en cuenta las opiniones de cada pueblo,
respetando, al mismo tiempo el derecho de cada Estado a su propio rumbo
soberano, a su propia cosmovisión, a sus propias tradiciones e ideas religiosas",
señalando además que la mayoría de los Estados del mundo abogan por "una
distribución más equitativa de los beneficios”.
Este fue
el soporte que permitió que la semana pasada los mandatarios de Rusia y Estados
Unidos conversaran por teléfono y acordaran dejar atrás un período “absolutamente
anómalo” de las relaciones entre ambos países, cuando no hubo contactos mutuos.
CONTINUARÁ
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