Se conoce públicamente y desde hace tiempo como se amasó la gran fortuna del gestor y fundador del prestigioso International College, de Punta del Este, asiento de la niñez y juventud dorada de Maldonado y hasta Buenos Aires.
Se sabe, porque varios periodistas han ido reconstituyendo los pasos de este emprendedor, Rolando Rozenblum, haciendo su fortuna por el ya trajinado recurso de subfacturar ventas y así escamotear impuestos y el consiguiente lavado de dinero. Bien aceitados tales mecanismos con su padre, en Brasil, fueron amasando una plata “negra” que la justicia brasileña estimó, hace ya más de una década, en 80 millones de dólares (con la devaluación característica de esa moneda habría que hablar hoy de cientos de millones…).
No tuvieron dificultades monetarias para untar la mano de guardias en la cárcel de Curitiba (y seguramente la de otros en el hospital después, porque la fuga de padre e hijo se concretó desde allí, adonde habían sido trasladados desde la cárcel para una cirugía), y acabar con su condición de presos por tamaña estafa. Nuestro emprendedor puntaesteño seguramente acumuló buena parte del capital fugado cuando su padre, Isidoro, muere.
Con variaciones anecdóticas éste es el proceso de muchos empresarios, honorables, sin el alcance de una peripecia que en este caso llevó padre e hijo a la cárcel. Pero me interesa recordar el origen de estos fondos, que mediante sucesivas operaciones cosméticas van adquiriendo prestigio, cultura y, por supuesto, consolidando poder.
Como todo hábil empresario es a la vez dúctil relacionador. La plata no se mueve sola (aunque incluso se acumule inercialmente). Los contactos, las relaciones son el gran vivificador de estos despliegues.
Rozenblum funda, por ejemplo, el International College, con un despliegue edilicio más que impresionante y pagando, sin problema, un equipo docente, administrativo y gerencial de primerísima entidad.
Rozenblum con su familia en una fiesta de la CIPEMU en Punta del Este, enero de 2020
También funda la CIPEMU –Comunidad Israelita de Punta del Este y Maldonado en Uruguay– que afianza, ya no tanto lo económico, sino lo social, relacional, de prestigio, dedicado a lo que en EE.UU. se hizo proverbial como lobby.
El ingreso a la alta sociedad fernandina fue fulgurante. Y el contacto cada vez más estrecho con la élite política local, le permitió a Rozenblum ampliar sus giros económicos oficiando de contacto o nexo con el mundo empresario israelí. Como primer fruto de tales relaciones Rozenblum ofreció dotar a todo Maldonado de cámaras de seguridad para enfrentar los robos, a pagar por la comuna fernandina. Ese negocio, multimillonario, es claramente simbólico. Y ya hay otros “en carpeta”, como asesorarse desde la empresa israelí dedicada a desalinizar agua de mar (que en el árido Cercano Oriente es más que comprensible pero que en la húmeda región platense reconoce causas muy distintas…)
Hay que inscribir los éxitos de Rozenblum; la CIPEMU, el International College, los contactos empresariales israelíes, dentro de la identidad de la comunidad judía en Uruguay. Que, a diferencia de la correspondiente argentina, no presenta diferencias de criterio respecto de Israel.[1]
El caso Rozenblum nos muestra lo aggiornado que está este personaje en el movimiento judío dentro del Uruguay.
El International College no es un colegio judío, por más que cuente con una clara sobrerrepresentación de alumnos de ese origen en sus planteles.
La parábola de Rozenblum
Lo relatado empieza a mostrar el mundo que vivimos. Estafadores se afanan para evitar robos. Quienes han sabido hacerlo en grande, quieren evitar el chiquitaje; el ladronzuelo que procura llevarse un auto o una billetera o incluso el escruchante que procura lidiar con cajas fuertes particulares… ajenas.
El enroque para el acceso a la “alta sociedad” se cumple en etapas. Los ingleses, que lograron convertir a Inglaterra en "la vieja raposa avarienta, que tiene parada la historia de Occidente hace más de tres siglos” (según la formidable semblanza de León Felipe sobre el British Empire) tienen un pragmático refrán: “se necesitan tres generaciones para hacer un caballero”.
Sabían de esto, con sus historias de saqueos, piratas, robos y cuánto tiempo lleva que una escultura arrancada a viva fuerza de Egipto, por ejemplo, se convierta en “bien cultural de valor inapreciable” depositada en Londres.
No cabe duda que los descendientes de Rolando, los nietos de Isidoro, serán honorabilísimos ciudadanos ya sin mácula.
Y que la “buena conciencia” se está expandiendo entre los que han erigido o alimentan el International College.
La CIPEMU es mucho más que una asociación vecinal. Es gente alerta, políticamente hablando. Cuando el distraído intendente de Maldonado Enrique Antía concedió locales del área de la cultura fernandina a los docentes de historia del Uruguay; unas jornadas de formación, precisamente organizada por la Asociación de Profesores de Historia del Uruguay (APHU), la CIPEMU le advirtió al jefe político de Maldonado que era un cónclave antisemita y más rápido que corriendo, ante el estímulo, el perro de Pavlov prohibió el encuentro bajo el techo del estado uruguayo.
El antisemitismo no se pudo hallar ni con lupa, pero, claro, había un par de docentes que tenían una mirada crítica hacia el comportamiento israelí con los palestinos; como la costumbre de encerrar a niños que tiran piedras en jaulones con barrotes a la intemperie, dejándolos allí “depositados”, al frío o al calor, de noche o de día, hasta que algún juez lo considere, si no mueren antes con la mala alimentación o de pulmonía… Docentes que reciben el trato de “antisemitas” porque critican eso de tirar balazos certeros de plomo por parte de francotiradores perfectamente entrenados, para disolver manifestaciones sin armas, ni siquiera piedras y a lo sumo con banderas (palestinas), o el sistemático allanamiento a las 3 de la madrugada con orden de revisar todo un hogar, que termina con frazadas pisoteadas en el cordón de la vereda, alimentos estropeados, cajones destartalados (y en un tiempo –no he escuchado reiteración últimamente–, con la “costumbre” de soldados israelíes de dejar evacuaciones intestinales en muebles y enseres del hogar allanado…). Vale la pena recordar que Israel declara públicamente disponer del “ejército más moral del mundo”.
Éstos y otros muchos atropellos, como el robo sistemático de tierras, viviendas o la destrucción masiva de frutales, son acontecimientos de la vida cotidiana de los palestinos en el artefacto político construido por el sionismo con el nombre de Estado de Israel, que algunos docentes de historia en Uruguay, no sólo ellos, consideran abusivo, racista.
Me pregunto cómo no va a despertar resistencia, ver detenida, encarcelada la jovencita adolescente que ante su primo, también un niño, baleado en la cabeza en un allanamiento nocturno, abofetea a un soldado, o el desenlace trágico de otra adolescente que empuña una tijera con furia y se la ve en la calle buscando, alteradísima, clavársela a un israelí y es asesinada con balas policiales como si se tratara de Jack el Destripador, sin haber siquiera llegado a rozar a alguien…
Un docente de historia tiene la obligación moral de conocer, reconocer y hacer conocer hechos y situaciones como las mencionadas.
Pero tamañas observaciones tienen sin cuidado a una organización o red como la CIPEMU, cuyo norte parece ser, más que la relación de Uruguay con Israel, la identificación de Uruguay con Israel.
Quién es quién uruguayo
Uruguay es un país chico, joven.
La cuestión de “hacer un caballero en tres generaciones” tiene fuerte arraigo en sociedades que mucho han prosperado. En realidad sus capas dirigentes, porque han saqueado al resto del planeta, han prosperado muchísimo. Y así han producido abundantes caballeros, como Inglaterra y EE.UU., por ejemplo. Y seguramente Israel.
Uruguay, pequeño, económicamente marginal, está condenado a “producir” muy pocos caballeros. Nos preguntamos acerca de las funciones de CIPEMU al respecto.
Alumnos judíos en Uruguay: el recorrido de la integración curricular El relacionamiento de la población judía uruguaya con el resto de la sociedad se refleja claramente a través de la inserción que los niños judíos han tenido en el país. A mediados del s. XX, con el establecimiento del Estado de Israel y con una inmigración judía, hasta entonces muy pequeña, que se engrosa con la persecución nazi a judíos europeos desde al menos la década del ’30, podemos decir que se cuenta con miles de inmigrantes que se concentran en Montevideo (como pasa en general con casi todas las inmigraciones europeas, porque el batllismo jamás apostó a nutrir y desenvolver la vida rural sino más bien a la macrocefalia montevideana, en una tácita alianza con el latifundio con tantos rasgos medievales y retardatarios). Es en esa época, inmediata posguerra, en que muchos, por no decir todos los barrios de Montevideo, tienen a tenderos, libreros, papeleros, almaceneros judíos. En ese período, los niños judíos concurrían, “como todo el mundo”, a la escuela pública. Pero con el establecimiento del Estado de Israel, comienza una política activa de asentamiento de escuelas judías. Y en pocas décadas, desaparece o casi, el alumno judío en las escuelas públicas uruguayas, que con la crisis que se declara a fines de la década del ’50, y se prolongará ahondándose a lo largo de las décadas, irá a su vez transformando su calidad escolar, atendiendo cada vez, más aspectos antes impensables, como la alimentación de sus alumnos. Este movimiento de repliegue del alumno judío hacia colegios “de la colectividad”, seguramente preservó cierta calidad curricular y con los años se prolonga hacia secundarios y terciarios, a medida que obviamente crece aquella población infantil, y más allá del optimismo inicial dejó ver para algunos, la cuestión de aislamiento y falta de conexiones sociales que ponía en peligro las funciones que con el tiempo adulto iban a desempeñar esos jóvenes judíos.[2] Así se produjo un tercer movimiento dentro de la sociedad uruguaya: los alumnos judíos dejaron de concurrir exclusivamente a colegios judíos y empezaron a ser inscriptos en colegios privados; no cualesquiera; en los de habla inglesa. Ligándose más estrechamente con los sitios de formación de capas dirigentes o directores de la futura sociedad uruguaya.
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Notas
[1] Argentina es uno de los países con mayor población judía dentro del mundo. Con historias turbulentas como el proxenetismo a principios del s. XX, con la implantación de “colonias rurales judías” promovidas y financiadas por mecenas como el Barón de Hirsch, antes del desarrollo del sionismo contemporáneo.
Con el establecimiento del Estado de Israel se produjo una identificación fuerte de la comunidad judía con Israel, pero no completa ni absoluta.
La violencia terrorista que arrasó primero la Embajada de Israel (1992) y luego la sede de la mutual judía, AMIA (1994), ahondó diferencias dentro de la población judía del país, dando lugar a la distinción entre “argentinos judíos” y “judíos argentinos”. Los primeros señalan que su patria es Argentina y su red cultural es judía, y consideran que los segundos se identifican con Israel y en consecuencia, que el suelo que habitan es su segundo país.
[2] Con el advenimiento del estado judío sobrevino la dificultad de los diversos sionismos dentro de la misma comunidad judía. La Argentina, otra vez, presenta una peculiaridad, que si existió en Uruguay fue menos significativa. Había colegios judíos, muy anteriores a la existencia del Estado de Israel, y cuando éste promueve colegios, la población infantil judía es incorporada masivamente a ellos y se produce un vacío de aquellos colegios judíos no sionistas, que en pocos años desaparecen. Estas turbulencias podrían explicar lo que hemos registrado como estado de situación al final de la nota anterior.
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