Gideon
Levy, Haaretz, 8/8/2024
Traducido por Fausto
Giudice, Tlaxcala
El informe de B’Tselem publicado esta semana, “Bienvenidos al infierno”, no es sólo un informe sobre lo que ocurre en los centros penitenciarios de Israel; es un informe sobre Israel. Cualquiera que quiera saber qué es Israel debería leer este informe antes que cualquier otro documento sobre la democracia israelí.
Cualquiera que quiera familiarizarse con el espíritu de la época en Israel debería observar cómo la mayoría de los medios de comunicación ignoraron el informe, que debería haber causado indignación y conmoción en Israel. Incluso la documentación de la violación en grupo de la que informó esta semana Guy Peleg en Channel 12 News no mostraba sólo el centro de detención de Sde Teiman. Mostraba la cara del país.
Si un informe como el de B’Tselem fue casi totalmente ignorado aquí, y si incluso después de las pruebas mostradas por Peleg continúa el debate sobre si está permitido detener a los abominables soldados presentados en él -en el programa matinal del Canal 12 hubo una discusión sobre quién está a favor de la violación y quién en contra-, entonces la documentación de Peleg es la documentación de la cara de Israel 2024, su espíritu y su semejanza.
Por desgracia, incluso Peleg siguió llamando “terrorista” a la víctima de la bárbara violación (después de todo, trabaja para Channel 12 News), aunque un momento antes reveló que la víctima de la violación no era miembro de la Nukhba [una unidad de élite de las Brigadas Ezzedin Al Qassem de Hamás que se dice que dirigió la operación Tufan Al Aqsa; el término que entró en el vocabulario israelí después del 7 de octubre, NdT] ni comandante de una compañía: era un policía normal de la unidad antidroga de Yabalia. Así fue sacado de entre decenas de detenidos que yacían esposados en el suelo, quizá al azar porque era el último de la fila. No hubo violencia ni disturbios, como intentaron alegar los indignos abogados de los sospechosos.
¿Qué hizo exactamente ese “terrorista”? ¿Y por qué estaba siquiera en prisión? ¿Era porque su salario lo paga el gobierno de la Franja de Gaza? Son preguntas que no deberían hacerse. Pero la imagen de su cuerpo tembloroso por los dolores de la penetración, que parpadeó un instante mientras los violadores se escondían tras sus defensas, debería haber torturado todas las conciencias.
No la conciencia de la mayoría de los israelíes, resulta. El martes, una vez más, una audiencia del Tribunal Superior de Justicia en la que se debatía la petición de cierre del centro de tortura Sde Teiman fue interrumpida debido a los gritos de los asistentes. “El pueblo es soberano”, gritó la chusma a los magistrados del Alto Tribunal. Pronto llegarán los linchamientos en las plazas de las ciudades, llevados a cabo por el soberano y apoyados por los medios de comunicación. En los programas matinales de televisión se debatirá sobre la legitimidad de los linchamientos. Habrá un orador a favor y otro en contra, en nuestros equilibrados medios.
Un marido maltratador puede ser encantador, impresionante, querido por todos los que le conocen y tener talento; si pega a su mujer o a sus hijos, es un marido maltratador. Esta definición eclipsa todas las demás descripciones sobre él, su violencia define su identidad. Todas sus demás características se olvidan debido a su violencia.
Sde Teiman también define a Israel, más que sus otras características. Israel es Sdei Teiman, Sde Teiman es Israel. Así es también como trataron a los sospechosos de acoso sexual en el movimiento israelí #MeToo, que destruyó las carreras y las vidas de hombres que sólo eran sospechosos. ¿Pero los violadores de Sde Teiman? Eso no es un problema para #MeToo: violaron a una “terrorista” ya.
Cuando se leen las 94 páginas del informe de B’Tselem, que quitan el sueño, se comprende que no se trató de un incidente excepcional, sino de la rutina de la tortura, que se ha convertido en una política. A diferencia de la tortura del Shin Bet, que presumiblemente tenía un propósito de seguridad -extraer información- aquí es únicamente para satisfacer los impulsos sádicos más oscuros y enfermizos. Observe con qué calma se acercan los soldados para llevar a cabo su malévola intención. Hay docenas de otros soldados también, que vieron y supieron y permanecieron en silencio. Al parecer, también participaron en orgías similares, según las docenas de testimonios citados en el informe de B’Tselem. Esa es la rutina.
La indiferencia ante todas estas cosas define a Israel. La legitimación pública define a Israel. En el campo de detención de Guantánamo, abierto por USA tras los atentados del 11-S, murieron nueve prisioneros en 20 años; aquí son 60 detenidos en 10 meses. ¿Hace falta decir algo más?
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