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30/10/2025

Tucumán, Argentina: el pulpo sionista extiende sus tentáculos en todas direcciones (desde la comunidad judía hasta las instituciones del Estado)

 Rubén Kotler, 30-10-2025

Rubén Kotler (1974, es un historiador argentino, judío antisionista, especialista en la historia reciente de Tucumán, cofundador de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina y coadministrador de la Red Latinoamericana de Historia Oral, coguionista y responsable de la investigación histórica del documental El Tucumanazo (sobre las revueltas obreras y estudiantiles de Tucumán). https://www.deigualaigual.net/

El historiador israelí Ilan Pappe sostiene que un lobby es “la influencia desplegada para cambiar la política gubernamental (de un país) o alterar la opinión pública”.[1] En el libro de reciente aparición analiza la historia del lobby sionista entre USA y el Reino Unido. La penetración sionista en América Latina hunde sus raíces en la primera mitad del Siglo XX y es fundamental en el sostenimiento del Estado de Israel y sus políticas de genocidio, limpieza étnica, apartheid, colonialismo, expansionismo, racismo e islamofobia, como columnas vertebrales sobre las que se edifica el Estado autoproclamado judío en detrimento del pueblo palestino. Todo este andamiaje colonial es sostenido por las comunidades judeo-sionistas en todo el orbe. Es lo que podemos observar cuando, lupa mediante, anclamos nuestra mirada en comunidades como las de Tucumán en Argentina.



La provincia más chica de Argentina alberga una pequeña pero importante comunidad judeo-sionista. En ella cohabitan herencias del mundo tanto ashkenazi como sefardí. Sus instituciones van desde distintas sinagogas, escuelas, un club denominado “Unidad Sionista” y un cementerio. La principal escuela de la comunidad, en la que yo mismo me he formado en mis años del tránsito escolar, mantiene una doble escolaridad y su formación judeo-sionista es pieza clave en el sostenimiento y refuerzo comunitario hacia Israel. Los programas escolares de formación estrictamente judía, lejos de la ortodoxia religiosa, demarcan una tendencia a la generación de una identidad sionista muy profunda. Se celebran con igual énfasis las fechas patrias argentinas como las fechas judías, dotándolas de un relato nacionalista que nada tiene que envidiar a la escolaridad en el mismo enclave colonial de Israel. La penetración sionista en el mundo judío religioso ha sido de tal magnitud que incluso en los oficios religiosos de las comunidades reformistas se ha incluido una oración para pedirle a dios la protección del ejército israelí.

 

Imágenes de un acto escolar “patrio israelí” en Tucumán
(Archivo del autor)

Al mismo tiempo, un sistema de becas para viajes iniciáticos al Estado autoproclamado judío, como si fuera un viaje a Disneyworld, sumado a un férreo sostenimiento identitario compartido por todas las instituciones locales, refuerzan un sentimiento de defensa de Israel como segunda nación, y en algunos casos, como nación imaginada que se convierte en refugio para un futuro apocalíptico que podría repetirse en un segundo holocausto judío. Los atentados a la Embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994, reforzaron la teoría del posible “holocausto” en Argentina. Desde 1994 las instituciones de la comunidad judeo-sionista sostienen un paredón extramuros para “evitar la explosión de coches bomba”. Desde hace 30 años que la comunidad judeo-sionista de Argentina espera como al mesías el “tercer atentado”.

La promesa que los soldados del ejército más criminal del mundo hacen en la fortaleza de Masada, en la Palestina ocupada, en la que juran y perjuran que Sión no volverá a caer, se replica en las escuelas judeo-sionistas con la misma intensidad.

En Argentina además existe una institución de lobby prosionista nefasta, como lo es la Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina (DAIA), cuyo propósito inicial era el proteger los intereses judíos en Argentina. Nada más lejos de la realidad, la DAIA defiende los intereses sionistas en el país. Es además una de las propulsoras de la equiparación de antisionismo con antisemitismo, como veremos más adelante.


El kirchnerista José Jorge Alperovich (1955) fue tres veces gobernador de la provincia de Tucumán entre 2003 y 2015, En noviembre de 2019 fue denunciado penalmente e imputado por abusos sexuales. En 2024 fue condenado a 16 años de prisión por abuso sexual y fue inhabilitado a ejercer cargos públicos de manera perpetua.

Pero vayamos a la penetración del sionismo en la provincia de Tucumán en los últimos años, como sostén de una quinta columna que justifica y acompaña el genocidio. Los distintos gobiernos provinciales desde 2003 a la fecha, mantuvieron firmes lazos económicos, culturales, políticos y sociales con Israel. La elección del gobernador José Alperovich, hijo de una familia judeo-sionista tucumana como parte de una elite comercial económicamente poderosa, resultó paradigmática en un país cuya religión oficial mayoritaria es el catolicismo romano. Fue novedosa la elección de Alperovich como fueron novedosas sus alianzas con el sionismo a escala global. Alianzas que preexistieron a esta elección pero que se vieron reforzadas con la inclusión en el gabinete provincial de miembros de la comunidad judía local. Destacados miembros comunitarios abrazaron al peronismo como partido donde anclaron sus influencias políticas y vincularon al Estado provincial con el Estado de Israel por medio de distintos acuerdos económicos.


Juan Luis Manzur (1969), el funcionario más rico de la administración nacional

Quién continuó esa línea de sumisión al sionismo fue el gobernador Juan Manzur, de fuertes lazos, incluso afectivos, con una parte de la comunidad judeo-sionista como Jabad Lubavitch. Manzur rápidamente hizo negocios con Israel en una de las ramas que el enclave colonial mejor domina como es el de la seguridad. Hacia finales de 2018 el gobierno de la provincia adquirió 4.000 pistolas semiautomáticas Jerichó 9 milímetros con armazón de polímero desarrolladas por la empresa IMI (Israel Military Industries), privatizada en 2018 e incorporada a Elbit Systems. El acuerdo cerrado por nueve millones de dólares trajo a la provincia estas y otras armas usadas incluso en la persecución a los palestinos en Cisjordania. Una de esas armas usada por la policía tucumana, asesinó a Luis Espinoza en el contexto represivo de la pandemia, cuando la policía tucumana intervino en una reunión social el 15 de mayo de 2020, reunión de la que fue secuestrado, desaparecido Espinoza durante siete días, hasta la aparición de su cuerpo sin vida en otra provincia.

Pero los acuerdos no terminan aquí. Dos años antes de la desaparición seguida de muerte de Luis Espinoza, el 13 de agosto de 2018, la Orquesta Sinfónica de Jerusalén daba un concierto en uno de los principales teatros de la provincia al amparo del propio gobierno provincial. Lo que en su momento titulé como “Un concierto de metrallas”, daba cuenta de la forma de abrazar al Estado sionista a través de un hecho cultural en el que se normalizaba la opresión al pueblo palestino. La normalización de la estructura colonial por medio de la cultura y el deporte son rasgos distintivos de este tipo de alianzas y de esta penetración a escala global. Podría ir mucho más lejos en el tiempo, pero para botones de muestra, estos hechos narrados sobre la influencia sionista, bastan. Sobre todo, en lo que vino después, con una serie de acuerdos comerciales y de otra índole, que no hizo más que fortalecer estos nexos con el lobby sionista en la provincia.

El peronismo como aliado del sionismo

Hoy se menciona al gobierno del ultra derechista Javier Milei en alianza estratégica con el sionismo como sostenedor del genocidio palestino, pero con mucha hipocresía una parte del peronismo calla o mira a otro lado cuando de los acuerdos del Estado con el ente sionista se trata. Los viajes a Israel por parte de funcionarios argentinos se repiten de un gobierno a otro. Desde la provincia los acuerdos firmados tanto por el gobierno local como por las autoridades universitarias se repiten de gestión en gestión.

Recordemos que el primer viaje internacional, en los meses previos a la pandemia, del presidente peronista Alberto Fernández, fue a Israel para estrechar las manos del criminal de guerra Netanyahu; y recordemos que fue uno de sus ministros, Wado de Pedro, hijo de desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar en Argentina, quien trajo a la empresa israelí Mekorot a Argentina para el control de un recurso estratégico como el agua. No podía de Pedro desconocer las denuncias internacionales que pesan sobre la empresa de agua israelí en el esquema de apartheid contra los palestinos en el control de los recursos hídricos de la Palestina ocupada. Estos acuerdos hoy se ven profundizados gracias a los intentos del gobierno ultra liberal de Milei de privatizar Agua y Saneamiento Argentino - AYSA.   ¿Será Mekorot quien se quede con AYSA? Es muy probable.

El 13 de octubre de 2021, aún durante la pandemia del Covid 19, el ministerio de salud de la provincia firmó un convenio con la “Red de Salud Hadassah” de Israel La firma fue rubricada por la entonces ministra de Salud, Rossana Chahla, hoy intendenta de la ciudad capital y sobre la que daremos cuenta del último capítulo en esta saga de entreguismo al sionismo por parte de la provincia. Pero volviendo al acuerdo de “cooperación” con la institución israelí, el acuerdo no fue lo suficientemente difundido. Según el sitio del propio ministerio de Salud de la provincia “este convenio tiene como objetivo compartir conocimientos médicos desarrollados en el Hospital Hadassah Medical Center de Israel para brindar acceso a capacitaciones, ateneos, jornadas médicas dictadas por profesionales, además de la cooperación y la incorporación de hospitales y centros de salud de Tucumán a la Red de Salud Hadassah y que los profesionales puedan gozar de los más modernos y calificados conocimientos.” El objetivo se explicita sin rubores: compartir información de la provincia con el ente colonial israelí, algo inédito para un área sensible como es la de salud pública. También se explicita que la relación entre el gobierno de la provincia y la Red Hadassah lleva más de 15 años, desde los tiempos del gobierno de Alperovich justamente.

La academia local fortalece la narrativa sionista

La narrativa sionista necesita de escribas. La “Hasbará”[2] despliega toda una serie de recursos que van desde el financiamiento de medios masivos de comunicación, la inundación de las redes de personajes que instalan sentido común, entre otras. Como lo dijo recientemente el criminal Netanyahu, Israel debe comprar Tik Tok. Pero en este esquema en el que la Hasbará procura llegar a todos los ámbitos posibles, la academia juega un papel fundamental. Los acuerdos de las universidades públicas argentinas con instituciones sionistas o prosionistas son notables.



Volvamos a Tucumán. El 23 de julio de este año la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Tucumán albergó una actividad de Hasbará con la clara intención de reforzar el relato sionista. La presentación del libro de Ariel Gelblung, “Antisemitismo: Definir para combatir”. Gelblung es director del polémico Centro Simón Wiesenthal, sostenedor de la narrativa sionista. Además la actividad estuvo sostenida por la DAIA local y las autoridades tanto universitarias como del Poder Judicial de la provincia, toda vez que participaron miembros de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, Claudia Sbdar y Daniel Posse, el periodista del principal diario local, La Gaceta, Álvaro José Aurane, y los funcionarios del gobierno provincial Raúl Albarracín y Hugo Navas. Cabe remarcar que la presentación del trabajo de Gelblung se enmarcó en las actividades de la Diplomatura de Posgrado sobre Genocidio y Delitos de Lesa Humanidad, dictada por la propia Facultad de Derecho y en la que no se menciona el genocidio contra el pueblo palestino. El 25 de julio además se concretó una charla para alumnos de la provincia en el que también hubo una bajada de línea en la asociación del antisemitismo con el antisionismo. En una entrevista con el diario local Gelblung afirmó que “estamos en el peor momento de antisemitismo en el mundo después del fin de la Segunda Guerra Mundial. El conflicto en Medio Oriente, del que no nos referimos en este caso, ha puesto en real peligro a las comunidades judías que viven en cada uno de los lugares. La no separación de determinadas cosas y haber permitido que se caigan determinadas caretas poniéndose en algunos lugares del lado del terrorismo es realmente peligroso”.  Para este propagandista “sionismo no es una mala palabra. Sionismo es el movimiento de autodeterminación nacional del pueblo judío en su tierra ancestral. Y alguien no puede venir y sostener: ‘yo estoy de acuerdo con la autodeterminación de todos los pueblos del mundo menos uno’. Eso es realmente una discriminación. Entonces uno no puede decir yo no soy antisemita, soy antisionista. Es una falacia”. 

Para el director del Centro Wiesenthal como para toda la comunidad judeo-sionista en Gaza no se está cometiendo un acto de genocidio, yendo incluso a contramano de los informes sobre el tema elaborados de organismos de DDHH del propio  Israel como B’Tselem. Ni Gelblung, ni las autoridades de la Universidad o del Poder Judicial de la provincia han leído evidentemente el informe titulado “Nuestro Genocidio” y haciéndose eco de la definición de antisemitismo del IHRA, equiparan el término con antisionismo. Nada más falaz que esto. Además, llevan buen tiempo, sobre todo después del 7 de octubre de 2023, repitiendo a viva voz que estamos en presencia de un incremento del antisemitismo en todo el mundo, aumento que no se verifica en los hechos. Decir Gaza o mencionar a Palestina transforma al denunciante en antisemita, sin importar el contexto o las formas. En Argentina fueron procesados incluso diputados nacionales por mencionar el genocidio en Palestina acusándolos de antisemitas como le ocurrió a la diputada del Frente de Izquierda y de los Trabajadores Vanina Biassi.


Rossana Chahla (1966), intendenta (alcaldesa) de Tucumán, justicialista (peronista/kirchnerista)

El último capítulo de la alianza de Tucumán con el sionismo

Uno de los últimos capítulos en la alianza de Tucumán con el sionismo lo vuelve a escribir Rossana Chahla. Hoy intendenta de la ciudad capital, San Miguel de Tucumán, firmó un convenio de cooperación en materia de seguridad con la agencia israelí Mashav para la capacitación en materia de seguridad del personal del municipio. Pese al reclamo de la organización “Tucumán por Palestina”, el municipio siguió adelante con este vil acuerdo. En pleno desarrollo del genocidio, la intendenta, médica de profesión y de origen sirio-libanés, refuerza sus lazos con el sionismo.

Según el sitio del propio municipio, “durante el curso, que se dicta en idioma español y tiene lugar en el campus del Instituto en Beit Berl, cerca de Tel Aviv, se abordan temas clave como la coordinación entre municipios y fuerzas policiales, la creación de cuerpos de policía comunitaria, la gestión de emergencias, el trabajo con jóvenes en situación de riesgo y la articulación con instituciones educativas, organizaciones comunitarias y el sector privado.” Este acuerdo como otros del rubro se firman a lo largo y ancho de todo el continente reforzando lo que el periodista Antony Loewenstein nombró como “El laboratorio palestino”, para dar cuenta la forma en cómo Israel muestra al mundo “sus avances tecnológicos” en materia de seguridad y guerra con el funcionamiento de sus sistemas represivos sobre el pueblo palestino. No está de más recordar aquí que Israel es uno de los principales Estados cuya industria armamentística y en materia de seguridad recorre todo el orbe negociando incluso con dictaduras.


Un fantasma recorre Tucumán, el fantasma del genocidio

La agrupación Tucumán por Palestina, integrada por un heterogéneo grupo que incluye palestinas, judíos antisionistas, artistas, militantes políticos y sindicales, académicos, entre otros, lleva años denunciando al sionismo y exponiendo los crímenes el Estado de Israel contra el pueblo palestino. No les valió ni una sola línea en el principal diario de Tucumán. Por el contrario, cada vez que la comunidad judeo-sionista salió a la calle u organizó una actividad, el medio le dedicó importantes espacios de difusión hasbarática. En general los medios locales, salvo honrosas excepciones, no cubren las actividades de denuncia que con persistencia militante se realizan en la capital. Está claro que la penetración sionista en la provincia abarca a los tres poderes del Estado, a la prensa local hegemónica, a distintos miembros de la academia universitaria, entre otros. 

Desde mi posición de hijo de aquella comunidad judía, vuelvo a reiterar mi oposición al sionismo y al genocidio. Levanto mi voz cada vez que puedo como lo hacen los compañeros y compañeras de Tucumán por Palestina. La penetración de ese fantasma llamado genocidio tiene nombres y apellidos en la provincia, muchos de los cuales son descendientes de sirio-libaneses, como la intendenta de la capital tucumana. Romper el relato, hacer todo el ruido posible y convencer a miembros de las comunidades judías en todo el mundo de que Israel no representa al judaísmo en cualquiera de sus variantes religiosas o culturales, puede contribuir a debilitar el enclave. Quitarle respaldo comunitario como lo están haciendo distintas organizaciones de judíos antisionistas o propalestinos, puede ayudar a la caída de un régimen que lleva más de un siglo haciendo la guerra, cometiendo crímenes de lesa humanidad, sosteniendo un genocidio y una limpieza étnica en la Palestina histórica y en otros puntos igualmente estratégicos de Oriente Medio.

Notas

1 - Pappe, Ilan (2025) El Lobby sionista. Una historia a ambos lados del Atlántico, Edit. Akal

2 - Hasbará o “explicación” en hebreo, es el aparato propagandístico que utiliza Israel para lavar la cara al régimen e instalar una narrativa que, de lugar a mostrar al Estado sionista como la única democracia en Oriente medio, demostrar que su ejército es el “más moral del mundo” y que toda acción bélica contra los países de la región es acción de “defensa”.


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