18/09/2021

RAMZY BAROUD
Del “muro de hierro” a la “villa en la selva”: los palestinos desmontan los mitos de seguridad de Israel

Ramzy Baroud, Middle East Monitor, 14/9/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

Veinticinco años antes de que Israel se estableciera sobre las ruinas de la Palestina histórica, un líder sionista judío ruso, Ze'ev Jabotinsky, sostuvo que un Estado judío en Palestina solo podría sobrevivir si existía “detrás de un muro de hierro” de defensa.

Palestinos en lo alto del controvertido muro de separación israelí entre la aldea cisjordana de Bilin, cerca de Ramala, y el asentamiento israelí de Modiin Ilit, durante una manifestación contra los asentamientos en la zona, 17 de febrero de 2017

(Foto: Abbas Momani/AFP vía Getty Images)

Jabotinsky hablaba en sentido figurado. Sin embargo, los futuros líderes sionistas, que adoptaron las enseñanzas de Jabotinsky, acabaron convirtiendo el principio del muro de hierro en una realidad tangible. En consecuencia, Israel y Palestina están ahora desfigurados con interminables barricadas de muros, hechos de hormigón y hierro, que zigzaguean dentro y alrededor de una tierra que debía representar la inclusión, la armonía espiritual y la coexistencia.

 

Poco a poco fueron surgiendo nuevas ideas sobre la “seguridad” de Israel, como la “fortaleza Israel” y la “villa en la selva”, una metáfora evidentemente racista utilizada en repetidas ocasiones por el ex primer ministro israelí, Ehud Barak, que describe falsamente a Israel como un oasis de armonía y democracia en medio del caos y la violencia de Oriente Medio. Para que la “villa” israelí siga siendo próspera y pacífica, según Barak, Israel tenía que hacer algo más que mantener su ventaja militar; tenía que asegurarse de que el “caos” no traspasara los perímetros de la perfecta existencia de Israel.

 

La “seguridad” para Israel no se define simplemente a través de definiciones militares, políticas y estratégicas. De ser así, el disparo a un francotirador israelí, Barel Hadaria Shmuel, por parte de un palestino en la valla que separa al Israel asediado de Gaza el 21 de agosto, debería haberse entendido como el coste previsible y racional de la guerra y la ocupación militar perpetuas.

 

Además, un francotirador muerto frente a más de 300 palestinos desarmados muertos debería parecer, desde un crudo cálculo militar, una pérdida mínima. Pero el lenguaje utilizado por los funcionarios y los medios de comunicación israelíes tras la muerte de Shmuel -cuyo trabajo incluía el asesinato de jóvenes gazatíes- indica que el sentimiento de abatimiento de Israel no está relacionado con la supuesta tragedia de una vida perdida, sino con las expectativas poco realistas de que la ocupación militar y la “seguridad” pueden coexistir.

Los israelíes quieren poder matar sin que les asesinen a cambio; someter y ocupar militarmente a los palestinos sin el menor grado de resistencia, armada o de otro tipo; quieren encarcelar a miles de palestinos sin la menor protesta, ni siquiera el mero cuestionamiento del sistema judicial militar de Israel.

Estas fantasías, que satisfacen y guían el pensamiento de los sucesivos dirigentes sionistas e israelíes desde los tiempos de Jabotinsky, solo funcionan en la teoría.

Una y otra vez, los palestinos que resisten se han burlado de los mitos de seguridad de Israel. La resistencia en Gaza ha aumentado exponencialmente sus capacidades, ya sea para impedir que el ejército israelí entre y mantenga posiciones en la Franja de Gaza o su capacidad para contraatacar en pueblos y ciudades israelíes. La eficacia de Israel a la hora de ganar guerras y mantener sus ganancias se ha visto muy obstaculizada en Gaza, al igual que los esfuerzos de Israel se han visto frustrados repetidamente en Líbano en las últimas dos décadas.

Incluso la cúpula de hierro -un “muro de hierro” de otro tipo- ha demostrado ser un fracaso en cuanto a su capacidad para interceptar cohetes palestinos de fabricación rudimentaria, y el profesor Theodore Postol, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), argumentó que el porcentaje de éxito de la cúpula era “drásticamente inferior” a lo que el gobierno y el ejército israelíes han informado.

Incluso la “villa” israelí se veía comprometida desde dentro, ya que el levantamiento popular palestino de mayo de 2021 ha demostrado que la población árabe palestina nativa de Israel sigue siendo una parte orgánica del conjunto palestino. La violencia, a manos de la policía y de los militantes de la derecha, que muchas comunidades árabes dentro de Israel vienen soportando como postura moral de apoyo a sus hermanos de la Jerusalén ocupada, Cisjordania y Gaza, indicaba que la supuesta “armonía” dentro de la “villa” de Barak era una construcción que se hizo añicos en pocos días.

Aun así, Israel se niega a aceptar lo que, por otra parte, debería ser obvio e inevitable: que la existencia de un país que se sustenta en los muros y la fuerza militar, nunca podrá encontrar la verdadera paz y seguirá sufriendo las consecuencias de la violencia que inflige a los demás.

 

Otro ataque más de Israel para exprimir la vida en Gaza

(Viñeta: Mohamed Sabaaneh/Middle East Monitor)

 

Una carta pública emitida por el jefe del Estado Mayor del ejército israelí, Aviv Kohavi, el 4 de septiembre, en respuesta a las críticas generalizadas por el asesinato del francotirador israelí, puso aún más de relieve una de las principales líneas de fractura nacionales de Israel. “La disposición a soportar la pérdida de vidas es crucial para la resiliencia nacional, y esa resiliencia es vital para la continuación de nuestra propia existencia”, escribió Kohavi, una afirmación que hizo saltar las alarmas en todo el país, dando lugar a una controversia política.

 

Esta controversia se agravó con la noticia de la fuga de seis presos palestinos de la prisión más segura de Israel, Gilboa, el 6 de septiembre. Mientras los palestinos celebraban la audaz fuga, Israel se sumía en otra gran crisis de “seguridad”. Este único acto de los luchadores por la libertad palestinos que buscaban una fuga del gulag israelí que carece de los requisitos mínimos de la justicia o del Estado de Derecho, fue tratado en los medios de comunicación israelíes como si se tratara del propio colapso del Estado de seguridad. Incluso el hecho de haber vuelto a capturar a algunos de los prisioneros apenas alteró esta realidad.

 

Los muros de hierro de Israel se están rompiendo por las costuras y la fortaleza se está desmoronando, no solo porque los palestinos nunca dejaron de resistir, sino también porque la mentalidad militarista con la que se concibió, construyó y sostuvo Israel fue un fracaso desde el principio mismo.

El problema de Israel es que su fortaleza militar se construyó con importantes defectos de diseño que nunca se corrigieron ni siquiera se abordaron. Ninguna nación de la tierra puede disfrutar de seguridad, paz y prosperidad a largo plazo a costa de otra nación mientras esta no cese su lucha por la libertad. Es muy posible que los primeros sionistas no tuvieran en cuenta que la resistencia palestina podía durar mucho tiempo y que el testigo de la lucha por la libertad podía pasar de una generación a otra. A Israel le corresponde aceptar esta realidad inevitable.

Hasta que Israel no abandone sus insensatas fantasías de “seguridad”, nunca podrá haber verdadera paz en Palestina, ni para los palestinos ocupados y oprimidos ni para los ocupantes israelíes.

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