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30/09/2024

ALAIN GRESH/SARRA GRIRA
Gaza – Líbano, una guerra occidental

Alain Gresh y Sarra Grira, Orient XXI, 30-9-2024
Traducido por
Fausto Giudice, Tlaxcala

Alain Gresh (El Cairo, 1948) es periodista francés especializado en la región del Mashreq y director de la página web OrientXXI.

Sarra Grira es doctora en literatura y civilización francesas, con una tesis titulada Roman autobiographique et engagement: une antinomie? (XXe siècle), y redactora jefe de OrientXXI.

 ¿Hasta dónde llegará Tel Aviv? No contento con reducir Gaza a un campo de ruinas y cometer un genocidio, Israel está extendiendo sus operaciones al vecino Líbano, utilizando los mismos métodos, las mismas masacres y la misma destrucción, convencido del apoyo sin fisuras de sus patrocinadores occidentales, que se han convertido en cómplices directos de sus acciones.

Hassan Bleibel

El número de libaneses muertos en los bombardeos ha superado los 1.640 y las «hazañas» israelíes se han multiplicado. Inaugurada por el episodio de los buscapersonas, que hizo que muchos comentaristas occidentales se desmayaran ante la “proeza tecnológica”. Muy mal para las víctimas, asesinadas, desfiguradas, cegadas, amputadas, canceladas. Se repetirá hasta la saciedad que, después de todo, sólo se trataba de Hezbolá, una “humillación”, una organización que, no lo olvidemos, Francia no considera terrorista. Como si las explosiones no hubieran afectado a toda la sociedad, matando por igual a milicianos y civiles. Sin embargo, el uso de armas trampa constituye una violación de las leyes de la guerra, como han señalado varios especialistas y organizaciones humanitarias[1].

Los asesinatos sumarios de dirigentes de Hezbolá, incluido el de su Secretario General, Hassan Nasrallah, cada vez acompañados de numerosas «víctimas colaterales», ni siquiera provocan escándalo. El último pulgarcito de Netanyahu a la ONU fue dar luz verde al bombardeo de la capital libanesa en la propia sede de la organización.

En Gaza y el resto de los territorios palestinos ocupados, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU ignoran cada día más los dictámenes de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). La Corte Penal Internacional (CPI) está retrasando la emisión de una orden de detención contra Benyamin Netanyahu, a pesar de que su fiscal informa de presiones «de líderes mundiales» y de otras partes, incluido él mismo y su familia [leer aquí].

¿Hemos oído a Joe Biden, Emmanuel Macron u Olaf Scholz protestar contra estas prácticas?

Desde hace casi un año, un puñado de voces, que casi parecerían los tontos del pueblo, denuncian la impunidad israelí, alentada por la inacción occidental. Una guerra así nunca habría sido posible sin el transporte aéreo de armas usamericanas -y en menor medida europeas- y sin la cobertura diplomática y política de los países occidentales. Francia, si quisiera, podría tomar medidas que golpearan realmente a Israel, pero sigue negándose a suspender las licencias de exportación de armas que ha concedido. También podría presionar a la Unión Europea, con países como España, para que suspenda el acuerdo de asociación con Israel. No lo está haciendo.

La interminable Nakba palestina y la acelerada destrucción del Líbano no son sólo crímenes israelíes, sino también crímenes occidentales de los que Washington, París y Berlín son directamente responsables. Lejos de las poses y el teatro de la Asamblea General de la ONU de estos días, no nos dejemos engañar por las rabietas de Joe Biden ni por las piadosas esperanzas de «protección de los civiles» de Emmanuel Macron, que no ha perdido ocasión de mostrar su inquebrantable apoyo al gobierno de extrema derecha de Benyamin Netanyahu. Ni siquiera olvidemos el número de diplomáticos que abandonaron la sala de la Asamblea General de la ONU cuando el primer ministro israelí tomó la palabra, en un gesto que tuvo más que ver con la catarsis que con la política. Porque si bien los países occidentales son los principales responsables de los crímenes de Israel, otros, como Rusia y China, no han tomado ninguna medida para poner fin a esta guerra, cuyo alcance se amplía cada día, extendiéndose hoy a Yemen y tal vez mañana a Irán.

Esta guerra nos está sumiendo en una era oscura en la que las leyes, el derecho, las salvaguardias, todo lo que impediría que la humanidad se hundiera en la barbarie, está siendo metódicamente derribado. Una era en la que un bando ha decidido dar muerte al otro, juzgándolo «bárbaro». “Enemigos salvajes”, en palabras de Netanyahu, que amenazan la “civilización judeocristiana”. El Primer Ministro pretende arrastrar a Occidente a una guerra de civilización con tintes religiosos, en la que Israel se ve a sí mismo como la avanzadilla en Oriente Próximo. Con indudable éxito.

Por las armas y municiones que siguen suministrando a Israel, por su apoyo inquebrantable a un espurio “derecho de autodefensa”, por su rechazo del derecho de los palestinos a la autodeterminación y a resistir una ocupación que la CIJ ha declarado ilegal y ordenado detener -decisión que el Consejo de Seguridad de la ONU se niega a aplicar-, estos países son responsables de la arrogancia de Israel. Como miembros de instituciones tan prestigiosas como el Consejo de Seguridad de la ONU y el G7, los gobiernos de estos Estados respaldan la ley de la selva impuesta por Israel y la lógica del castigo colectivo. Esta lógica ya se puso en práctica en Afganistán en 2001 y en Irak en 2003, con resultados conocidos. Ya en 1982, Israel invadió Líbano, ocupó el sur, sitió Beirut y supervisó las masacres de los campos palestinos de Sabra y Shatila. Fue esta macabra «victoria» la que condujo al ascenso de Hezbolá, al igual que la política de ocupación de Israel condujo al 7 de octubre. Porque la lógica de la guerra y del colonialismo nunca puede conducir a la paz y la seguridad.

ALAIN GRESH/SARRA GRIRA
Gaza – Lebanon, a Western war

Alain Gresh and Sarra Grira, Orient XXI, 30/9/2024
Translated by
Fausto Giudice, Tlaxcala

Alain Gresh (Cairo 1948) is a French journalist specialising in the Mashreq region and director of the OrientXXI website.

 Sarra Grira is a doctor in French literature and civilisation, with a thesis entitled Roman autobiographique et engagement: une antinomie? (XXe siècle), and is editor-in-chief of OrientXXI.

How far will Tel Aviv go? Not content with reducing Gaza to a field of ruins and committing genocide, Israel is extending its operations to neighbouring Lebanon, using the same methods, the same massacres and the same destruction, convinced of the unfailing support of its Western backers who have become direct accomplices in its actions.

The number of Lebanese killed in the bombardments has exceeded 1,640, and the Israeli ‘exploits’ have multiplied. Inaugurated by the episode of the pagers, which caused many Western commentators to swoon over the ‘technological feat’. Too bad for the victims, killed, disfigured, blinded, amputated, written off. It will be repeated ad nauseam that, after all, it was just Hezbollah, a ‘humiliation’, an organisation that, let's not forget, France does not consider to be a terrorist organisation. As if the explosions had not affected the whole of society, killing militiamen and civilians alike. Yet the use of booby-traps is a violation of the laws of war, as several specialists and humanitarian organisations have pointed out [1].

The summary assassinations of Hezbollah leaders, including that of its Secretary General Hassan Nasrallah, each time accompanied by numerous ‘collateral victims’, do not even cause a scandal. Netanyahu's latest thumbing of his nose at the UN was to give the go-ahead for the bombing of the Lebanese capital at the organisation's own headquarters.

In Gaza and the rest of the occupied Palestinian territories, the members of the UN Security Council are ignoring the opinions of the International Court of Justice (ICJ) more and more every day. The International Criminal Court (ICC) is delaying issuing a warrant against Benyamin Netanyahu, even though its prosecutor reports pressure ‘from world leaders’ and other parties, including himself and his family[2]. Have we heard Joe Biden, Emmanuel Macron or Olaf Scholz protest against these practices?

For almost a year now, a handful of voices - who would almost seem to be the village fools - have been denouncing Israeli impunity, encouraged by Western inaction. Such a war would never have been possible without the airlift of USAmerican - and to a lesser extent European - weapons, and without the diplomatic and political cover of Western countries. France, if it wanted to, could take measures that would really hit Israel, but it is still refusing to suspend the arms export licences it has granted. It could also lobby the European Union, with countries like Spain, to suspend the association agreement with Israel. It is not doing so.

The never-ending Palestinian Nakba and the accelerating destruction of Lebanon are not only Israeli crimes, but also Western crimes for which Washington, Paris and Berlin bear direct responsibility. Far from the posturing and theatrics of the UN General Assembly over the last few days, let's not be fooled by Joe Biden's anger or Emmanuel Macron's pious hopes for the ‘protection of civilians’, who has never missed an opportunity to show his unwavering support for Benyamin Netanyahu's extreme right-wing government. Let's not even forget the number of diplomats who left the UN General Assembly hall when the Israeli Prime Minister took the floor, in a gesture that had more to do with catharsis than politics. For while some Western countries bear primary responsibility for Israel's crimes, others, such as Russia and China, have taken no action to put an end to this war, whose scope is expanding daily, spilling over into Yemen today and perhaps Iran tomorrow.

This war is plunging us into a dark age in which the laws, the law, the safeguards, everything that would prevent humanity from sinking into barbarism, are being methodically torn down. An era in which one side has decided to put the other side to death, judging it to be ‘barbaric’. ‘Savage enemies‘, in Netanyahu's words, who threaten ’Judeo-Christian civilisation’. The Prime Minister is seeking to drag the West into a war of civilisation with religious overtones, in which Israel sees itself as the outpost in the Middle East. With undoubted success.

Through the arms and munitions they continue to supply to Israel, through their unwavering support for a spurious ‘right to self-defence’, through their rejection of the Palestinians' right to self-determination and to resist an occupation that the ICJ has declared illegal and ordered to be halted - a decision that the UN Security Council refuses to implement - these countries bear responsibility for Israel's hubris. As members of such prestigious institutions as the UN Security Council and the G7, the governments of these states endorse the law of the jungle imposed by Israel and the logic of collective punishment. This logic was already at work in Afghanistan in 2001 and in Iraq in 2003, with familiar results. Back in 1982, Israel invaded Lebanon, occupied the south, laid siege to Beirut and oversaw the massacres in the Palestinian camps of Sabra and Shatila. It was this macabre ‘victory’ that led to the rise of Hezbollah, just as Israel's policy of occupation led to 7 October. Because the logic of war and colonialism can never lead to peace and security.

29/09/2024

SCARLETT HADDAD
A pesar de las críticas a Hezbolá, no es momento para discordias internas entre los libaneses

 Scarlett Haddad, L’Orient-Le Jour, 28/9/2024
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Scarlett Haddad es periodista y analista del diario francófono libanés L'Orient-Le Jour. Está especializada en cuestiones de política interior libanesa, así como en asuntos sirios, palestinos e iraníes desde la perspectiva libanesa, incluidos temas relacionados con Hezbolá y el conflicto árabe-israelí.

 En un momento en que libra una guerra feroz, aunque de apoyo [a los palestinos de Gaza], contra los israelíes, Hezbolá teme enfrentarse a disturbios internos. En un momento en que los habitantes del Sur han vuelto a tomar las calles por la violencia de los bombardeos israelíes en su región, se han alzado voces políticas y de otros ámbitos para criticar a Hezbolá y pedirle que cierre el «frente de apoyo». Esto puede ser pura coincidencia o la expresión del malestar popular ante este frente y la perspectiva de su expansión, pero también puede ser un paso en un plan para poner a Hezbolá contra la pared como preludio de su debilitamiento.


Después de haber evitado más o menos criticar a Hezbolá demasiado abiertamente, sobre todo tras la escalada israelí de los últimos días, algunas figuras políticas han decidido alzar la voz. Esto puede estar totalmente justificado por la intensificación y ampliación de los ataques israelíes contra varias regiones del Líbano y por la amenaza de una invasión terrestre, pero la simultaneidad de estas críticas plantea interrogantes a Hezbolá.

En un momento en que es objeto de ataques asesinos y está llevando a cabo una investigación interna sobre posibles infiltraciones, que sus adversarios aprovechan para minar su credibilidad entre sus partidarios, Hizbulá se pregunta si esta repentina oleada de críticas es espontánea o si está orquestada por partes extranjeras. También se pregunta si se trata sólo de un medio indirecto de presionarle para que acepte determinadas condiciones o si existe un plan más amplio.

Lo que más le llama la atención es el momento elegido para esta campaña, que se produce en un momento en el que se van a celebrar negociaciones sobre la tregua en Nueva York. Estas conversaciones, dirigidas por usamericanos y franceses, deberían suponer en principio un alto en los combates de 21 días, el tiempo necesario para llegar a un acuerdo sobre una solución en profundidad a la situación en la frontera sur de Líbano. Hezbolá, y con él el Líbano oficial, insisten en que el acuerdo abarque también Gaza, pero los israelíes y los estadounidenses quieren separar ambas cuestiones. Por tanto, podrían intentar presionar a Hezbolá para que cambie de opinión sobre este último punto.

Sin embargo, Hezbolá se mantiene firme en que seguirá apoyando a Hamás en Gaza a través del frente abierto en el sur del Líbano. Considera que todos los intentos de hacerle cambiar de opinión están condenados al fracaso, sobre todo porque, tras los últimos ataques israelíes, cualquier concesión por su parte sería interpretada como una derrota. Por ello, está dispuesto a afrontar las consecuencias de esta postura, pero lo que le preocuparía es que esta repentina oleada de críticas no fuera el preludio de un malestar interno. Además de los ataques israelíes, tendrá que hacer frente a las notorias discordias intercomunitarias, que se han convertido en una obsesión para él desde el golpe de Estado del 7 de mayo de 2008 y los enfrentamientos que le siguieron.

En los últimos meses, los allegados a Hezbolá consideran que uno de los mayores logros de la apertura del «frente de apoyo» ha sido la consolidación de las relaciones entre los partidarios del grupo y la calle suní favorable a Hamás. Esta especie de «luna de miel» que viven actualmente suníes y chiíes en Líbano, unidos por la causa palestina, permite a Hizbulá sentir que tiene las espaldas protegidas y, por tanto, dedicarse plenamente al frente y a su entorno popular. Además, el hecho de que de vez en cuando combatientes palestinos y otros de diversos grupos suníes lancen misiles contra el norte israelí desde el sur es una forma de mostrar el grado de entendimiento y coordinación entre ellos y Hezbolá. Del mismo modo, la acogida que reciben los desplazados del Sur en las regiones predominantemente suníes es una prueba más de las buenas relaciones que existen actualmente. Se trata de un golpe terrible a cualquier intento de desatar la discordia entre suníes y chiíes. Incluso después de los denominados atentados con buscapersonas y walkie-talkie, muchos jóvenes suníes, sobre todo de Tarik Jdidé, se apresuraron a donar sangre a los heridos.

En cuanto a la comunidad drusa, Hezbolá también puede estar tranquila por las posiciones adoptadas por su líder Walid Joumblatt, que ha expresado repetidamente su apoyo a la causa palestina y a Hamás en particular en esta guerra que dura ya más de 11 meses. También ha hecho numerosas declaraciones instando a los habitantes de la Montaña a abrir sus puertas a los desplazados del Sur, y ha aumentado el número de las llamadas reuniones de reconciliación y acercamiento con numerosos partidos de la Montaña y de otros lugares, con el objetivo declarado de cortar de raíz cualquier intento de discordia interna.

Quedan los cristianos, que parecen más difíciles de manejar para Hezbolá en el periodo actual. Sus relaciones con el CPL se han complicado y ya no puede contar con el apoyo incondicional de la base del partido. Es cierto que el CPL ha elaborado un plan de ayuda a los desplazados del sur, pero la sensibilidad de su base ya no es tan favorable a Hezbolá. Por otra parte, la mayoría de los demás partidos son francamente hostiles a Hezbolá y, aunque sus dirigentes hayan esperado antes de expresar abiertamente sus críticas, éstas ya estaban en el aire.

En este sentido, sin duda no hay nada nuevo. Pero últimamente circulan rumores de que algunos partidos se están organizando y entrenando para un posible enfrentamiento con Hezbolá. Inmediatamente, reapareció el espectro de la guerra civil, en todas sus fases, que tuvo lugar entre 1975 y 1990. Por supuesto, las partes implicadas niegan cualquier deseo de entablar un nuevo enfrentamiento armado y afirman que sus críticas no son más que la expresión de una posición política justificada. Del mismo modo, fuentes militares bien informadas niegan totalmente los rumores de una posible militarización del conflicto político, asegurando que no hay preparativos en ese sentido. Declaraciones tranquilizadoras en estos tiempos de zozobra. Así pues, no sería momento para la discordia.

José Alberto Rodríguez Avila, Cuba

 

SCARLETT HADDAD
Despite criticism of Hezbollah, this is no time for internal discord among the Lebanese

Scarlett Haddad, L’Orient-Le Jour, 28/9/2024
Translated by
Fausto Giudice, Tlaxcala

 

Scarlett Haddad is a journalist and analyst for the French-language Lebanese daily L'Orient-Le Jour. She specializes in Lebanese domestic political issues in addition to Syrian, Palestinian and Iranian matters from Lebanon's perspective, including topics concerning Hezbollah and the Arab-Israeli conflict.

 At a time when it is waging a ferocious war, albeit a supportive one, against the Israelis, Hezbollah fears it could face internal unrest. At a time when the inhabitants of the South have taken to the streets again because of the violence of the Israeli bombardments in their region, political and other voices have been raised to criticise Hezbollah and ask it to close the ‘support front’. This may be pure coincidence or the expression of popular unease about this front and the prospect of its enlargement, but it may also be a step in a plan to put Hezbollah against the wall as a prelude to its weakening.


After having more or less avoided criticising Hezbollah too openly, particularly after the Israeli escalation of recent days, some political figures have decided to raise their voices. This may be entirely justified by the intensification and broadening of Israeli attacks on several regions of Lebanon and by the threat of a ground invasion, but the simultaneous nature of these criticisms raises questions for Hezbollah.

At a time when it is the target of murderous attacks and is conducting an internal investigation into possible infiltration, which its opponents are exploiting to undermine its credibility among its supporters, Hezbollah is wondering whether this sudden wave of criticism is spontaneous or whether it is orchestrated by foreign parties. It is also wondering whether this is just an indirect means of putting pressure on it to accept certain conditions or whether there is a wider plan.

What really catches its attention is the timing of this campaign, which comes at a time when truce negotiations are due to be held in New York. These talks, led by the USAmericans and the French, should in principle involve a 21-day halt to the fighting, the time needed to reach an agreement on an in-depth solution to the situation on Lebanon's southern border. Hezbollah and with it official Lebanon are insisting that the agreement should also cover Gaza, but the Israelis and the USAmericans want to separate the two issues. They could therefore try to put pressure on Hezbollah to change its mind on the latter point.

However, Hezbollah is adamant that it will continue to support Hamas in Gaza through the open front in southern Lebanon. It considers that all attempts to change its mind are doomed to failure, especially since, after the latest Israeli attacks, any concession on its part would be interpreted as a defeat. It is therefore prepared to face the consequences of this position, but what would worry them is if this sudden wave of criticism were not the prelude to internal unrest. In addition to the Israeli attacks, they will have to deal with the notorious intercommunal discord that has become an obsession for Hezbollah since the coup of 7 May 2008 and the clashes that followed.

Over the last few months, those close to Hezbollah consider that one of the greatest achievements of the opening of the ‘support front’ has been the consolidation of relations between the group's supporters and the Sunni street that favours Hamas. This sort of ‘honeymoon’ that Sunnis and Shiites in Lebanon are currently experiencing, united for the Palestinian cause, means that Hezbollah can feel that its back is protected and it can therefore devote itself fully to the front and its popular environment. Moreover, the fact that from time to time Palestinian fighters and others from various Sunni groups launch missiles against the Israeli North from the South is a way of showing the extent of the understanding and coordination between them and Hezbollah. Similarly, the welcome given to displaced persons from the South in predominantly Sunni regions is further proof of the good relations that currently exist. This is a terrible blow to any attempt to spark discord between Sunnis and Shiites. Even after the so-called beeper and walkie-talkie attacks, many young Sunnis, particularly from Tarik Jdideh neighbourhood, rushed to give blood to the wounded.

As far as the Druze community is concerned, Hezbollah can also rest easy because of the positions taken by its leader Walid Joumblatt, who has repeatedly expressed his support for the Palestinian cause and Hamas in particular in this war that has been going on for over 11 months. He has also made numerous statements urging the inhabitants of the Mountain to open their doors to displaced persons from the South, and has increased the number of so-called reconciliation and rapprochement meetings with numerous parties in the Mountain and elsewhere, with the declared aim of nipping in the bud any attempt at internal discord.

That leaves the Christians, who seem to be more difficult for Hezbollah to manage in the current period. Its relations with the Free Patriotic Movement have become more complicated and it can no longer count on unfailing support from the party's base. Admittedly, the FPM has drawn up a plan to help displaced persons in the South, but the sensitivity of its base is no longer as favourable to Hezbollah. On the other hand, most of the other parties are downright hostile to Hezbollah and even if their leaders waited before openly expressing their criticism, it was already in the air.

In this respect, there is no doubt nothing new. But rumours have been circulating recently that some parties are organising and training for a possible confrontation with Hezbollah. Immediately, the spectre of the civil war, in all its stages, which took place between 1975 and 1990, reappeared. Of course, the parties concerned deny any desire to engage in a new armed confrontation and claim that their criticisms are merely the expression of a justified political position. Similarly, well-informed military sources totally deny rumours of a possible militarisation of the political conflict, assuring us that there are no preparations in that direction. Reassuring statements in these anxious times. So there should not be time for discord.

José Alberto Rodríguez Avila, Cuba

28/09/2024

Conclusões do Primeiro Congresso da Internacional Antifascista (IA), Caracas, setembro de 2024

 

Congresso Mundial contra o fascismo, o neofascismo e outras expressões similares
Centro de Convenções Simón Rodríguez
La Carlota. Caracas Venezuela
10 e 11 de setembro de 2024

CONCLUSÕES DO PRIMEIRO CONGRESSO DA INTERNACIONAL ANTIFASCISTA (IA)

Original em espanhol
Traduzido por
Helga Heidrich, editado por Fausto Giudice, Tlaxcala
Versão em francês
Versão em inglês

O evento contou com a presença de mais de 1.200 participantes de 97 países, especialmente da América Latina, África, Ásia e Oriente Médio.
Com quatro discursos principais e oito painéis, o evento contou com mais de 30 palestrantes.
Movimentos sociais, feministas, juvenis e culturais, intelectuais e acadêmicos, sindicatos e partidos políticos, celebridades, organizações indígenas, coletivos de direitos humanos, organizações dos povos do mundo.
O internacionalismo em defesa da vida humana e do planeta não pode ser dissociado da luta pela paz, pela justiça social e pelos direitos humanos, nem das lutas antifascistas, anticapitalistas, anticolonialistas, antipatriarcais e anti-imperialistas, com base nos princípios do socialismo do século XXI.

Fascismo do século XX

O fascismo do século XX surgiu como resposta a uma série de crises econômicas, sociais e políticas que abalaram a Europa após a Primeira Guerra Mundial. Nesse cenário de desespero e desilusão com as democracias liberais, movimentos autoritários como o fascismo italiano e o nazismo alemão encontraram terreno fértil.
Ambos os movimentos compartilhavam um ódio visceral ao comunismo e ao socialismo e usaram o medo do “inimigo interno” para consolidar seu poder.
Os movimentos fascistas do século XX compartilhavam características comuns: nacionalismo exacerbado, autoritarismo, anticomunismo, antiliberalismo, militarismo, violência, propaganda e controle da mídia, supremacismo racial e anti-intelectualismo. Esses elementos permitiram a consolidação do poder absoluto, usando a censura, a propaganda e a repressão como ferramentas fundamentais.

Neofascismo digital do século XXI

Estamos testemunhando uma profunda transformação na estrutura do capitalismo global, uma fase que pode ser chamada de capitalismo digital.
Uma nova fase capitalista neofascista marcada pela crescente concentração de poder nas mãos de uma nova aristocracia financeira e tecnológica que controla vastos recursos econômicos e domina as tecnologias de informação e comunicação.
Em 2022, os 10 homens mais ricos do mundo possuíam mais riqueza do que os 3,1 bilhões dos mais pobres. Os 10% mais ricos da população mundial
arrecadam 52% da renda global, enquanto a metade mais pobre recebe apenas 8,5%. A metade mais pobre da população mundial possui 2% da riqueza total do mundo, enquanto os 10% mais ricos possuem 76%.
De acordo com a Forbes, há 141 bilionários a mais em 2024 do que em 2023 e 26 a mais do que o recorde estabelecido em 2021.
Além disso, os bilionários estão mais ricos do que nunca, com um valor agregado de US$ 14,2 trilhões.

Ascensão do neofascismo digital:

Esse contexto de desenvolvimento de uma nova fase capitalista propiciou o surgimento de ideologias extremistas ligadas aos interesses dessa nova aristocracia financeira e tecnológica, representada por figuras como Elon Musk, Mark Zuckerberg e Jeff Bezos, que atuam ao lado de think tanks, organizações multilaterais, ONGs, corporações militares (Academi, Erick Prince), paramilitares e cartéis de narcotráfico, ligados a redes de partidos políticos de direita e extrema-direita.

Aristocracia financeira e tecnológica:

De acordo com o ranking da Forbes:

Bernard Arnault
: proprietário da LVMH, com 75 marcas no setor de moda e cosméticos (Louis Vuitton, Sephora, etc.). Fortuna de 233 bilhões de dólares.
Elon Musk: cofundador de seis empresas, incluindo a empresa automotiva Tesla e a empresa aeroespacial SpaceX, e comprou a rede social Twitter (rebatizada como X) em outubro de 2022. Fortuna de US$ 195 bilhões.
Jeff Bezos: fundador da gigante do comércio eletrônico Amazon, proprietário do The Washington Post e da Blue Origin, uma empresa aeroespacial que desenvolve foguetes Fortuna: 194 bilhões de dólares.
Mark Zuckerberg, proprietário da Meta (onde fundiu as plataformas do Facebook, Instagram e WhatsApp, entre outras). Patrimônio líquido de 177 bilhões de dólares.
Larry Ellison, presidente, diretor de tecnologia e cofundador da gigante de software Oracle. Patrimônio líquido de US$ 141 bilhões

Nova fase e neofascismo

Esse neofascismo difere de seus estágios anteriores pelo controle estratégico de tecnologias avançadas, que estão remodelando as relações sociais, políticas e econômicas.
Tecnologias como a Internet das coisas, a inteligência artificial, as redes 5G e 6G, o metaverso, a nanotecnologia e a robótica transformaram as plataformas digitais em “novas fábricas”, onde o capital explora o tempo de lazer e descanso, convertendo-o em tempo de produção.

Essa revolução tecnológica colonizou todos os aspectos de nossas vidas, transformando radicalmente a maneira como trabalhamos, nos relacionamos e participamos politicamente.

Ideologias extremistas:

Ascensão de figuras neofascistas em todo o mundo, articuladas no autodenominado Movimento Alt-Right Global e na ideologia neo-reacionária (NRX) autodefinida. Estas prestam homenagem a figuras como Benjamin Netanyahu (Israel), Donald Trump (EUA), Giorgia Meloni (Itália), Santiago Abascal (Espanha), Javier Milei (Argentina), Maria Corina Machado (Venezuela), Nayib Bukele (El Salvador), Jair Bolsonaro (Brasil), Volodimir Zelensky (Ucrânia), Marine Le Pen (França).
Esses líderes usam discursos populistas para legitimar regimes que promovem a repressão de movimentos sociais, a xenofobia, o racismo, a violência política e a violação dos direitos humanos, apelando para o medo, o terror e a insegurança como forma de legitimar planos de golpe e políticas antidemocráticas, ao mesmo tempo em que aumentam a lacuna da desigualdade econômica e garantem a pilhagem de recursos.

Intolerância e discurso de ódio:

O neofascismo, como a nova fase do fascismo, perpetua e aprofunda a violência contra as mulheres e a diversidade, exacerbando as desigualdades estruturais geradas pelo capitalismo, pelo racismo e pelo patriarcado. Esse sistema de opressão se reflete no desaparecimento forçado de mulheres líderes políticas e ativistas feministas, bem como nos altos índices de feminicídios, estratégias que buscam disciplinar e silenciar aquelas que lutam pela justiça social.

A feminização da direita e o uso de figuras femininas pelos fascismos e neofascismos são táticas criadas para manipular e legitimar políticas reacionárias.
Nesse contexto, é fundamental articular globalmente um programa popular, revolucionário, antipatriarcal, anticapitalista, antirracista, anticolonialista, antissionista e antifascista. Somente assim será possível rejeitar as políticas que promovem a exclusão, o racismo e a xenofobia como ferramentas de dominação.

Redes sociais e guerra cognitiva:

Vivemos em uma época em que as tecnologias digitais desempenham um papel central. As redes sociais e as plataformas de mídia são a arena central para a manipulação de percepções e alienação social. A chamada “quarta revolução industrial” promove a apropriação e a utilização de desenvolvimentos científicos e tecnológicos para a fragmentação das sociedades e a guerra cognitiva, por meio de algoritmos que buscam perpetuar a dominação de uma elite global com seu epicentro no “Ocidente”.

Redes sociais e guerra cognitiva:

A vida on-line, marcada pela dissociação emocional, facilita o distanciamento dos efeitos de suas ações, muitas vezes servindo como uma ponte para a violência na realidade.

Think tanks e centros de pesquisa, organizados em redes globais, usam dispositivos digitais para conduzir campanhas de influência, com mensagens segmentadas que afetam a subjetividade individual e coletiva.

A necessidade de tornar visível e abordar o agravamento dos problemas de saúde mental. Incidência de transtornos ansiosos e depressivos, vícios, apatia e suicídio de jovens.

Importância da construção e articulação de ferramentas que permitam aos jovens enfrentar a manipulação das plataformas digitais, por meio da reflexão crítica e da luta coletiva.

Juventude e guerra cognitiva:

O neofascismo digital busca despolitizar as gerações mais jovens por meio do uso de telas, promovendo o individualismo e a hiperfragmentação social, o consumismo irracional, a meritocracia e a negação da historicidade.

As novas tecnologias são usadas para propaganda e desinformação em massa e para a construção de um inimigo interno que se torna um “nós contra eles”, explorando o medo e a desumanização dos outros seres humanos
Ela tenta desvinculá-los de suas identidades culturais e patrióticas, dos valores comunitários e do cuidado com a vida. O objetivo é fragmentar o tecido social e alienar os jovens das lutas coletivas, enfraquecendo sua capacidade de reagir às injustiças do sistema.

Neocolonialismo 2.0:

O modelo de morte que o capitalismo está aprofundando nessa nova fase se reflete claramente no genocídio sionista e fascista contra Gaza. Isso aumentou o conflito no Oriente Médio, com um “eixo de resistência” que luta na linha de frente em solidariedade ao povo da Palestina.

Dia após dia, o povo palestino resiste, sustentado por laços de solidariedade internacional, diante do regime fascista que busca esmagar sua dignidade e apagar sua existência, personificado na figura do primeiro-ministro sionista Benjamin Netanyahu. É fundamental entender e tornar visíveis as conexões entre o sionismo e o fascismo, identificando suas novas expressões, como parte do reconhecimento do inimigo comum dos povos do mundo.

Neocolonialismo 2.0:

A intervenção imperialista da OTAN na Ucrânia, com o apoio das potências ocidentais, transformou o país em um campo de batalha geopolítico. Nesse cenário, Volodymir Zelensky emergiu como joguete do imperialismo.

Na África, o neocolonialismo europeu está passando por um momento de grandes derrotas. Os povos do mundo estão vendo com entusiasmo o surgimento da Confederação dos Estados do Sahel, entre Mali, Níger e Burkina Faso.
Na América Latina e no Caribe, os ataques dirigidos contra a República Bolivariana da Venezuela, juntamente com as recentes tentativas de golpe nas repúblicas irmãs de Honduras, Colômbia e Bolívia, são evidências de uma ofensiva neofascista e neocolonial na região.

Neocolonialismo 2.0:

A guerra econômica inflige violência em vários países, especialmente em Cuba e na Venezuela. Na Argentina, a ascensão abrupta de Javier Milei à presidência é um fenômeno neo-reacionário dentro da nova estrutura econômica e política global.
As milícias irregulares, ligadas ao tráfico de drogas, são um verdadeiro drama em algumas regiões do México, Colômbia, Equador e no chamado “triângulo norte” da América Central - Guatemala, Honduras e El Salvador. No entanto, toda a região está sofrendo com o aumento da violência do tráfico de drogas.

 

A Internacional Antifascista (IA)

É necessário criar uma Internacional Antifascista para coordenar os esforços dos movimentos sociais e políticos em defesa da democracia popular e proativa, da justiça social e dos direitos humanos em nível global.
Essa frente coletiva de luta não deve apenas confrontar o neofascismo nas esferas política, de rua e ideológica, mas também deve usar as ferramentas tecnológicas do espaço digital para combater a guerra multidimensional e cognitiva em curso.

A Internacional Antifascista como um espaço para a articulação de lutas anticapitalistas, anti-imperialistas, anticolonialistas, anti-patriarcais e anti-racistas.

Consolidar uma ofensiva coordenada que promova os valores da justiça social, da paz, da soberania e da autossuficiência.

Solidariedade global e lutas territoriais:

A proposta de construir uma Internacional antifascista inclui a criação de agendas setoriais, capítulos regionais e nacionais, bem como múltiplas redes de solidariedade global para enfrentar o ressurgimento do fascismo.
Isso implica uma articulação internacional de estratégias de luta, envolvendo todas as organizações políticas, sociais, culturais, feministas, sindicais e culturais em toda a extensão do planeta.

É fundamental entender esse capitalismo digital e suas novas formas de exploração do trabalho humano e do conhecimento. O tempo de lazer comum é agora um novo campo de extração de mais-valia.

Capítulos por região e país: construindo agendas concretas nos cinco continentes para enfrentar a ameaça do fascismo.

 

 

 

Abschlussbericht des ersten Kongresses der Antifaschistischen Internationale (AI), Caracas, September 2024




Weltkongress gegen Faschismus, Neofaschismus und andere ähnliche Ausdrucksformen

Simón Rodríguez Convention Centre
La Carlota. Caracas Venezuela
10. und 11. September 2024

ABSCHLUSSBERICHT DES ERSTEN KONGRESSES DER ANTI-FASCHISTISCHEN INTERNATIONALE (AI)

Spanisches Original
Übersetzt von
Helga Heidrich, herausgegeben von Fausto Giudice, Tlaxcala
Französische Fassung
Englische Fassung

An der Veranstaltung nahmen mehr als 1.200 Teilnehmer aus 97 Ländern teil, insbesondere aus Lateinamerika, Afrika, Asien und dem Nahen Osten.
Mit vier Grundsatzreden und acht Panels hatte die Veranstaltung mehr als 30 Redner.
Soziale, feministische, jugendliche und kulturelle Bewegungen, Intellektuelle und Akademiker, Gewerkschaften und politische Parteien, Prominente, indigene Organisationen, Menschenrechtskollektive, Organisationen der Völker der Welt.
Internationalismus zur Verteidigung des menschlichen Lebens und des Planeten kann nicht vom Kampf für Frieden, soziale Gerechtigkeit und Menschenrechte getrennt werden, ebenso wenig wie von den antifaschistischen, antikapitalistischen, antikolonialistischen, antipatriarchalen und antiimperialistischen Kämpfen, die auf den Prinzipien des Sozialismus des 21. Jahrhunderts basieren.

20. Jahrhundert: Faschismus
Der Faschismus im 20. Jahrhundert entstand als Reaktion auf eine Reihe von wirtschaftlichen, sozialen und politischen Krisen, die Europa nach dem Ersten Weltkrieg erschütterten. Vor diesem Hintergrund der Verzweiflung und Enttäuschung über die liberalen Demokratien fanden autoritäre Bewegungen wie der italienische Faschismus und der deutsche Nationalsozialismus fruchtbaren Boden.
Beide Bewegungen teilten einen tiefsitzenden Hass auf Kommunismus und Sozialismus und nutzten die Angst vor dem „inneren Feind“, um ihre Macht zu festigen.
Die faschistischen Bewegungen des 20. Jahrhunderts hatten gemeinsame Merkmale: verschärfter Nationalismus, Autoritarismus, Antikommunismus, Antiliberalismus, Militarismus, Gewalt, Propaganda und Medienkontrolle, rassistische Überlegenheitsideologie und Anti-Intellektualismus. Diese Elemente ermöglichten die Festigung der absoluten Macht, wobei Zensur, Propaganda und Unterdrückung als Schlüsselinstrumente eingesetzt wurden.

21. Jahrhundert: Digitaler Neofaschismus
Wir erleben einen tiefgreifenden Wandel in der Struktur des globalen Kapitalismus, eine Phase, die als digitaler Kapitalismus bezeichnet werden kann.
Eine neue neofaschistisch- kapitalistische Phase, die durch die zunehmende Machtkonzentration in den Händen einer neuen Finanz- und Technologiearistokratie gekennzeichnet ist, die über enorme wirtschaftliche Ressourcen verfügt und die Informations- und Kommunikationstechnologien beherrscht.
Im Jahr 2022 besaßen die zehn reichsten Männer der Welt mehr Vermögen als die 3,1 Milliarden ärmsten Menschen. Die reichsten 10 % der Weltbevölkerung
beziehen 52 % des globalen Einkommens, während die ärmste Hälfte nur 8,5 % erhält. Die ärmste Hälfte der Weltbevölkerung besitzt 2 % des Gesamtvermögens der Welt, während die reichsten 10 % 76 % besitzen.
Laut Forbes gab es 2024 141 Milliardäre mehr als 2023 und 26 mehr als im Rekordjahr 2021.
Außerdem sind Milliardäre mit einem Gesamtwert von 14,2 Billionen US-Dollar reicher als je zuvor.

Aufstieg des digitalen Neofaschismus:
In diesem Kontext der Entwicklung einer neuen kapitalistischen Phase sind extremistische Ideologien entstanden, die mit den Interessen dieser neuen Finanz- und Technologiearistokratie verbunden sind, die von Persönlichkeiten wie Elon Musk, Mark Zuckerberg und Jeff Bezos vertreten wird, die mit Think Tanks, multilateralen Organisationen, NGOs, Militärunternehmen (Academi, Erick Prince), paramilitärischen Gruppen und Drogenhandelskartellen zusammenarbeiten, die mit Netzwerken rechter und rechtsextremer politischer Parteien verbunden sind.


Finanz- und Technologiearistokratie:
Laut Forbes-Ranking:
Bernard Arnault: Eigentümer von LVMH, mit 75 Marken in der Mode- und Kosmetikindustrie (Louis Vuitton, Sephora usw.). Vermögen von 233 Milliarden Dollar.
Elon Musk: Mitbegründer von sechs Unternehmen, darunter das Automobilunternehmen Tesla und das Luft- und Raumfahrtunternehmen SpaceX, und Käufer des sozialen Netzwerks Twitter (umbenannt in X) im Oktober 2022. Vermögen von 195 Milliarden Dollar.
Jeff Bezos: Gründer des E-Commerce-Riesen Amazon, Eigentümer der Washington Post und von Blue Origin, einem Raumfahrtunternehmen, das Raketen entwickelt. Vermögen: 194 Milliarden Dollar.
Mark Zuckerberg, Eigentümer von Meta (wo er u. a. die Plattformen von Facebook, Instagram und WhatsApp zusammenführte). Nettovermögen von 177 Milliarden Dollar.
Larry Ellison, Vorsitzender, Chief Technology Officer und Mitbegründer des Software-Riesen Oracle. Nettovermögen 141 Milliarden Dollar
 

Neue Phase und Neofaschismus
Dieser Neofaschismus unterscheidet sich von seinen vorherigen Phasen durch eine strategische Kontrolle fortschrittlicher Technologien, die die sozialen, politischen und wirtschaftlichen Beziehungen neu gestalten.
Technologien wie das Internet der Dinge, künstliche Intelligenz, 5G- und 6G-Netze, Metaverse, Nanotechnologie und Robotik haben digitale Plattformen zu „neuen Fabriken“ gemacht, in denen das Kapital Freizeit und Ruhezeit ausbeutet und in Produktionszeit umwandelt.
Diese technologische Revolution hat jeden Aspekt unseres Lebens kolonisiert und die Art und Weise, wie wir arbeiten, miteinander umgehen und uns politisch beteiligen, radikal verändert.

Extremistische Ideologien:
Aufstieg neofaschistischer Persönlichkeiten auf der ganzen Welt, die sich in der selbsternannten Global Alt-Right Movement und der selbstdefinierten neoreaktionären Ideologie (NRX) artikulieren. Hier zollen sie Persönlichkeiten wie Benjamin Netanjahu (Israel), Donald Trump (USA), Giorgia Meloni (Italien), Santiago Abascal (Spanien), Javier Milei (Argentinien), Maria Corina Machado (Venezuela), Nayib Bukele (El Salvador), Jair Bolsonaro (Brasilien), Volodimir Zelensky (Ukraine) und Marine Le Pen (Frankreich) Tribut.
Diese Anführer nutzen populistische Diskurse, um Regime zu legitimieren, die die Unterdrückung sozialer Bewegungen, Fremdenfeindlichkeit, Rassismus, politische Gewalt und die Verletzung der Menschenrechte fördern, und appellieren an Angst, Terror und Unsicherheit, um Putschpläne und antidemokratische Politik zu legitimieren, während sie die Kluft der wirtschaftlichen Ungleichheit vergrößern und die Plünderung von Ressourcen garantieren.

Intoleranz und Hassreden:
Der Neofaschismus als neue Phase des Faschismus setzt die Gewalt gegen Frauen und Vielfalt fort und vertieft sie, wodurch die durch Kapitalismus, Rassismus und Patriarchat verursachten strukturellen Ungleichheiten verschärft werden. Dieses Unterdrückungssystem spiegelt sich im Verschwinden politischer Frauen in Führungspositionen und feministischer Aktivistinnen sowie in der hohen Zahl von Frauenmorden wider, Strategien, die darauf abzielen, diejenigen, die für soziale Gerechtigkeit kämpfen, zu disziplinieren und zum Schweigen zu bringen.
Die Feminisierung des rechten Flügels und die Verwendung weiblicher Figuren durch Faschismus und Neofaschismus sind Taktiken, die darauf abzielen, reaktionäre Politik zu manipulieren und zu legitimieren.
Vor diesem Hintergrund ist es von entscheidender Bedeutung, ein populäres, revolutionäres, antipatriarchales, antikapitalistisches, antirassistisches, antikolonialistisches, antizionistisches und antifaschistisches Programm zu formulieren. Nur so ist es möglich, eine Politik abzulehnen, die Ausgrenzung, Rassismus und Fremdenfeindlichkeit als Mittel der Herrschaft fördert.

Soziale Netzwerke und kognitive Kriegsführung:
Wir leben in einer Zeit, in der digitale Technologien eine zentrale Rolle spielen. Soziale Netzwerke und Medienplattformen sind der zentrale Schauplatz für die Manipulation von Wahrnehmungen und sozialer Entfremdung. Die sogenannte „vierte industrielle Revolution“ fördert die Aneignung und Nutzung wissenschaftlicher und technologischer Entwicklungen für die Fragmentierung von Gesellschaften und die kognitive Kriegsführung durch Algorithmen, die darauf abzielen, die Vorherrschaft einer globalen Elite mit ihrem Epizentrum im „Westen“ aufrechtzuerhalten.

Soziale Netzwerke und kognitive Kriegsführung:
Das von emotionaler Entfremdung geprägte Online-Leben erleichtert die Abkopplung von den Auswirkungen des eigenen Handelns und dient oft als Brücke zur Gewalt in der Realität.

In globalen Netzwerken organisierte Denkfabriken und Forschungszentren nutzen digitale Geräte, um Einflusskampagnen mit segmentierten Botschaften durchzuführen, die die individuelle und kollektive Subjektivität beeinflussen.
Die Notwendigkeit, die Verschlimmerung psychischer Probleme sichtbar zu machen und anzugehen. Häufigkeit von Angst- und depressiven Störungen, Sucht, Apathie und Selbstmord bei Jugendlichen.
Die Bedeutung der Entwicklung und Formulierung von Instrumenten, die es jungen Menschen ermöglichen, sich der Manipulation digitaler Plattformen durch kritische Reflexion und kollektiven Kampf zu stellen.

Jugend und kognitive Kriegsführung:
Der digitale Neofaschismus versucht, die jüngeren Generationen durch die Nutzung der Bildschirme zu entpolitisieren, indem er Individualismus und soziale Hyperfragmentierung, irrationalen Konsumismus, Meritokratie und Geschichtslosigkeit fördert.

Neue Technologien werden für Propaganda und Massen-Desinformation sowie für die Konstruktion eines inneren Feindes genutzt, der zu einem „wir gegen sie“ wird, wobei Angst und die Entmenschlichung der Mitmenschen ausgenutzt werden
Es wird versucht, sie von ihrer kulturellen und patriotischen Identität, von den Werten der Gemeinschaft und der Sorge um das Leben zu lösen. Ziel ist es, das soziale Gefüge zu fragmentieren und junge Menschen von kollektiven Kämpfen zu entfremden, wodurch ihre Fähigkeit geschwächt wird, auf die Ungerechtigkeiten des Systems zu reagieren.

Neokolonialismus 2.0:
Das Todesmodell, das der Kapitalismus in dieser neuen Phase vertieft, spiegelt sich deutlich im zionistischen und faschistischen Völkermord in Gaza wider. Dies hat den Konflikt im Nahen Osten eskalieren lassen, mit einer „Achse des Widerstands“, die an vorderster Front in Solidarität mit dem palästinensischen Volk kämpft.
Tag für Tag leistet das palästinensische Volk, getragen von den Banden der internationalen Solidarität, Widerstand gegen das faschistische Regime, das versucht, seine Würde zu brechen und seine Existenz auszulöschen, verkörpert in der Person des zionistischen Premierministers Benjamin Netanjahu. Es ist von entscheidender Bedeutung, die Verbindungen zwischen Zionismus und Faschismus zu verstehen und sichtbar zu machen, indem man ihre neuen Ausdrucksformen als Teil der Anerkennung des gemeinsamen Feindes der Völker der Welt identifiziert.

Neokolonialismus 2.0:
Die imperialistische Intervention der NATO in der Ukraine mit Unterstützung westlicher Mächte hat das Land zu einem geopolitischen Schlachtfeld gemacht. In diesem Szenario ist Wolodymyr Selenskyj zum Spielball des Imperialismus geworden.

In Afrika erlebt der europäische Neokolonialismus eine Zeit schwerer Niederlagen. Die Völker der Welt blicken mit Begeisterung auf die Entstehung der Konföderation der Sahelstaaten zwischen Mali, Niger und Burkina Faso.
In Lateinamerika und der Karibik sind die Angriffe auf die Bolivarische Republik Venezuela sowie die jüngsten Putschversuche in den Schwesterrepubliken Honduras, Kolumbien und Bolivien ein Beweis für eine neofaschistische und neokoloniale Offensive in der Region.

Neokolonialismus 2.0:

Wirtschaftskrieg führt in einer Reihe von Ländern zu Gewalt, insbesondere in Kuba und Venezuela. In Argentinien ist der plötzliche Aufstieg von Javier Milei zum Präsidenten ein neoreaktionäres Phänomen innerhalb der neuen globalen wirtschaftlichen und politischen Struktur.
Irreguläre Armeen, die mit dem Drogenhandel in Verbindung stehen, sind in einigen Regionen Mexikos, Kolumbiens, Ecuadors und im sogenannten „Nördlichen Dreieck“ Zentralamerikas, Guatemala, Honduras und El Salvador, ein echtes Problem. Die gesamte Region leidet jedoch unter der zunehmenden Gewalt im Zusammenhang mit dem Drogenhandel.

Die Antifaschistische Internationale (AI)
Es ist notwendig, eine Antifaschistische Internationale zu schaffen, um die Bemühungen sozialer und politischer Bewegungen zur Verteidigung der Volks- und proaktiven Demokratie, der sozialen Gerechtigkeit und der Menschenrechte auf globaler Ebene zu koordinieren.
Diese kollektive Kampffront muss nicht nur dem Neofaschismus auf politischer, Straßen- und ideologischer Ebene entgegentreten, sondern auch die technologischen Werkzeuge des digitalen Raums nutzen, um der anhaltenden mehrdimensionalen und kognitiven Kriegsführung entgegenzuwirken.

Die antifaschistische Internationale als Raum für die Artikulation antikapitalistischer, antiimperialistischer, antikolonialistischer, antipatriarchaler und antirassistischer Kämpfe.
Konsolidierung einer koordinierten Offensive, die die Werte soziale Gerechtigkeit, Frieden, Souveränität und Selbstständigkeit fördert.

Globale Solidarität und territoriale Kämpfe:
Der Vorschlag, eine antifaschistische Internationale aufzubauen, umfasst die Schaffung sektoraler Agenden, regionaler und nationaler Sektionen sowie mehrerer globaler Solidaritätsnetzwerke, um dem Wiederaufleben des Faschismus entgegenzutreten.
Dies impliziert eine internationale Formulierung von Kampfstrategien, an der alle politischen, sozialen, kulturellen, feministischen, gewerkschaftlichen und kulturellen Organisationen auf der ganzen Welt beteiligt sind.
Es ist von entscheidender Bedeutung, diesen digitalen Kapitalismus und seine neuen Formen der Ausbeutung menschlicher Arbeit und des Wissens zu verstehen. Die gemeinsame Freizeitgestaltung ist heute ein neues Feld der Mehrwertgewinnung.

Nationale und regionale Verbände: Erstellung konkreter Tagesordnungen auf den fünf Kontinenten, um der Bedrohung durch den Faschismus entgegenzutreten.