المقالات بلغتها الأصلية Originaux Originals Originales

03/04/2024

DOHA CHAMS
Un mundo que parece un mundo
El Sr. Guterres en el paso fronterizo de Rafah

Doha Chams, Al Araby Al Jadid, 29/3/2024
Traducido por 
Ricard González Samaranch


Doha Chams es una periodista y bloguera libanesa. Vive en Beirut.


El anciano está de pie frente al paso fronterizo cerrado. Detrás de él, se alinean interminables convoyes de camiones de ayuda pudriéndose bajo el sol del desierto del mediodía. Frente a él, decenas de micrófonos se disputan el espacio, esperando oír lo que tiene que decir. Es el funcionario de la ONU de más alto rango que llega aquí. Hay un cierto afán que casi se puede reconocer en su insistencia en venir él mismo. La palidez de la edad y de la vida de oficina se dibuja en su rostro flácido. El aire sopla mezclado con el polvo del desierto y su pelo canoso revolotea, aliviando la monotonía de su imagen oficial.

 

La visita en sí cuenta como un paso en la diplomacia. Aquí, en el paso fronterizo de Rafah, con su sudadera y su pelo al viento, el Secretario General parece más bien un abuelo afectuoso que ha venido a comprobar lo que les pasa a algunos de sus vecinos en esta humanidad. Esperamos lo que tiene que decir con la impaciencia de quien no se cansa de albergar esperanzas. Dice, como si fuera la primera vez que tantea el terreno minado con los pies: “¡La denegación de ayuda al norte de Gaza por parte de Israel es inaceptable!”

 

¡Qué eficaz, tío! El aire libre no parece cambiar nada en las expresiones de preocupación de la ONU.

 

Geográficamente, al menos, la declaración de Guterres parece inapropiada. Al otro lado del muro, los gazatíes del norte, del sur y del centro pasaban hambre y eran asesinados de las formas más horribles, las veinticuatro horas del día, en el momento de su declaración.

 

Su expresión “diplomática”, en un momento en que no hay mejor expresión lingüística que los insultos y los calificativos, parece mucho más perjudicial que el poco bien que hizo con su presencia.

 

Geográficamente, la declaración del Secretario General fue totalmente inoportuna, teniendo en cuenta su cargo, su esfuerzo, y la gravedad del acontecimiento. Ahora bien, sí fue muy indicativa de la impotencia de las Naciones Unidas, aunque intentara mostrar lo contrario. La incapacidad del mundo para acudir en ayuda humanitaria, para actuar con honor y valentía como lo hizo, por ejemplo, Sudáfrica, frente a complejos cálculos de intereses y al miedo al equilibrio de poder.

 

La visita de Guterres al paso cerrado por voluntad de Estados Unidos, Israel y Egipto reveló que, quizá sin saberlo, hemos estado perdiendo un tiempo precioso esperando la ayuda del mundo.

 

Y por eso, ¿cómo permanece todavía viva esa esperanza? ¿Es esperanza en la humanidad? ?De dónde viene? ¿Cuándo hemos visto al mundo acudir en ayuda de los oprimidos como una madre solícita? ¿O es la desesperación de esperar cualquier otra cosa? ¿Una esperanza que “sale del aburrimiento”, como dice la canción de Ziad Rahbani?

 

Desde hace meses, nuestra mirada suplicante se dirige al mundo, y cuando decimos el mundo, no nos referimos a un país concreto o a un gobierno concreto. El mundo, en el sentido de poder frenar a Israel, es en realidad Occidente, ya que nuestro mundo árabe también está ocupado, aunque de una forma más insidiosa que el crudo colonialismo de los colonos en Palestina.

 

Poco a poco, cada vez que el nivel de barbarie de Israel subía y a su malvada imaginación se le ocurría una nueva forma de exterminar y humillar a los palestinos, mirábamos a Occidente, que creíamos que era el símbolo de la civilización, sólo para encontrar individuos aquí y allá, que realmente tenían conciencia y humanidad, que, como nosotros, ponían el grito en el cielo, al no estar habituados a lo que veían y oían. Pero, al igual que con nosotros, nadie en el mundo se preocupaba por ellos.

 

Israel desnuda a los hombres, desnuda y viola a las mujeres, mata a las mujeres embarazadas disparándoles en el estómago, roba el oro de las mujeres desplazadas y quema los enseres que llevaban consigo para afrontar los rigores del exilio.

 

El mundo no somos nosotros ni estos individuos o pequeñas asociaciones, sino “ellos"” es decir, los poderosos con dinero y poder que ocupan los círculos de decisión, sus hombres y mujeres, y su financiación. Son los conglomerados de la economía, las armas y los medios de comunicación, un eje transnacional del poder de los intereses desprovistos de toda cobertura religiosa, moral o jurídica, tan fríos como el metal del que está hecha el arma. Un mundo cuyo corazón ha sido ocupado por una calculadora que se burla de cualquier ley que no esté respaldada por la fuerza.

 

El mundo son ellos.

 

Y es a ellos a quienes dirigimos nuestra mirada cada vez que se alza el salvajismo, esperando al menos una mirada de asco ante lo que hacen los bárbaros del siglo XXI. Una palabra que dé alguna esperanza a nuestros corazones de que se detenga el genocidio que desde hace seis meses se produce cada día, cada semana, cada mes. Pero sólo oímos frases calculadas con la precisión de quienes temen por sus intereses. Frases redondeadas que no dicen nada y, al hacerlo, dicen otra cosa. Que al monstruo se le ha dado permiso para completar lo que está haciendo.

 

Biden está pensando, Biden está consultando, Biden afirma, Biden está a punto de, Biden está casi diciendo, Biden está nervioso, Biden le ha colgado el teléfono a Netanyahu, hay señales de desacuerdos entre Biden y Netanyahu, el desacuerdo puede profundizarse, Netanyahu está saboteando las negociaciones, él está ganando tiempo, Argelia hace una propuesta de alto el fuego, Estados Unidos la veta con el pretexto de que tiene otro proyecto de resolución, Israel está matando, aniquilando, disparando con sus francotiradores, asesinando, destruyendo a diestro y siniestro. Israel desnuda a los hombres, desnuda a las mujeres y las viola, mata a las mujeres embarazadas disparándoles en el estómago, roba el oro de las mujeres desplazadas y quema los enseres que llevaban consigo para afrontar los rigores del exilio, envía a todos desnudos a donde dice que es seguro, y allí los mata.

 

Finalmente, hace unos días, con el telón de fondo de la farsa Biden/Netanyahu y las elecciones usamericanas, Washington dio marcha atrás en su veto. No para aprobar el proyecto de resolución de Mozambique para un alto el fuego en Palestina, Dios no lo quiera, sino simplemente por una abstención arrogante y condescendiente que permitió que el proyecto, débil en su contenido y con pocas probabilidades de ser eficaz, fuera aprobado.

 

El mundo, con sus representantes en el Consejo de Seguridad, se alegra de la resolución, que Estados Unidos tuvo a bien no bloquear para castigar a Netanyahu por su insubordinación. Aplauden calurosamente, y es palpable su alivio, en contraste con el ceño fruncido del representante usamericano en el Consejo.

 

Las pantallas de todo el mundo retransmiten la escena en la que se agasaja aquellos que permitieron la victoria. ¿Y después? ... Vuelta a la “rutina” de cubrir nuevas masacres israelíes y noticias sobre la intención de Netanyahu de invadir Rafah, donde en el lado opuesto del muro prohibido se encontraba el Secretario General de las Naciones Unidas.

 

Estimado Sr. Guterres. Probablemente sea usted un buen abuelo. Váyase a jugar con sus nietos, si eso es todo lo que el mundo puede hacer para detener el monumental genocidio que comenzó hace 75 años en Palestina, bajo su vigilancia, y que ahora se está completando en Gaza. No nos deje ni siquiera con la esperanza. Así, solo nos quedará “el mar detrás de nosotros, la muerte frente a nosotros”* ... La resistencia es inevitable.


*Nota de Tlaxcala

 En abril de 711, jinetes musulmanes cruzaron el estrecho de Gibraltar y avanzaron muy rápidamente en la Península Ibérica. Estaban bajo el mando de Tariq ibn Ziyad, la mano derecha de de Mûsa ibn Nûsayr, el gobernador de Ifriquía (actual Magreb).Este hombre, que llevaba sangre bereber en las venas, era el comandante de los ejércitos de Occidente, estacionados en la región de Tánger, que contaban con entre siete y doce mil hombres. La mayoría de ellos eran bereberes que no querían otra cosa que enfrentarse al rey visigodo de Hispania Rodrigo. Cuando desembarcó, y como sus tropas necesitaban ser galvanizadas (tenían frente a sí a 70 000 soldados cristianos), se cuenta que Tariq ibn Ziyad ordenó quemar todas las naves, y proclamó: “Mis queridos jinetes. Estáis cerca del objetivo final. Tenéis ante vosotros un enemigo poderoso y detrás de vosotros un mar furioso que devora a quienes le hacen frente. Muerte delante, muerte detrás. Pero la victoria sobre el enemigo os salvará de ambos peligros. Sabed luchar como héroes. ¡Alá es el más grande!” Desde entonces, el lugar donde el general musulmán tomó el control del campo de batalla se conoce como Yabal Tariq, y pronto Gibraltar.

 

 

 

DOHA CHAMS
Un monde qui a l’air d’un monde
Monsieur Guterres à Rafah

Doha Chams, Al Araby Al Jadid, 29/3/2024
Traduit par Fausto Giudice, Tlaxcala

Doha Chams est une journaliste et blogueuse libanaise. Elle vit à Beyrouth

 Le vieil homme se tient devant le poste-frontière fermé. Derrière lui, d’interminables convois de camions d’aide s’alignent, pourrissant sous le soleil du désert de midi. Devant lui, des dizaines de microphones se bousculent, attendant de capter ce qu’il a à dire. Il est le plus haut fonctionnaire des Nations unies à arriver ici. Il y a un certain empressement, presque reconnaissable, dans son insistance à venir lui-même. La pâleur de l’âge et de la vie de bureau se lit sur son visage flasque. L’air souffle mêlé à la poussière du désert et ses cheveux gris voltigent, atténuant la monotonie de son image officielle.

La visite elle-même est un pas en avant dans la diplomatie. Ici, au poste frontière de Rafah, avec son sweat-shirt et ses cheveux au vent, le Secrétaire général ressemble davantage à un grand-père affectueux venu voir ce qui arrive à certains de ses voisins dans cette humanité. Nous attendons ses propos avec l’impatience de ceux qui ne se lassent pas d’espérer. Il dit, comme si c’était la première fois qu’il foulait du pied ce champ de mines : « Le refus d’Israël d’apporter de l’aide au nord de Gaza est inacceptable ! »

Quelle efficacité, tonton ! Le grand air ne semble rien changer aux inquiétudes de l’ONU.

Géographiquement, au moins, la déclaration de Guterres semble inappropriée. De l’autre côté du mur, les habitants de Gaza, au nord, au sud et au centre, mouraient de faim et étaient tués de la manière la plus horrible qui soit, 24 heures sur 24, au moment où il a fait sa déclaration.

Son expression « diplomatique », à une époque où il n’y a pas de meilleure expression linguistique que les insultes et les épithètes, semble bien plus préjudiciable que le peu de bien que sa présence a apporté.

Sur le plan géographique, la déclaration du Secrétaire général était totalement inappropriée, compte tenu de sa position, de ses efforts et de la gravité de l’événement. Elle était cependant très révélatrice de l’impuissance des Nations unies, même s’il a essayé de montrer le contraire. L’incapacité du monde à apporter une aide humanitaire, à agir avec honneur et courage comme l’a fait, par exemple, l’Afrique du Sud, face à des calculs complexes d’intérêts et à la peur de l’équilibre des forces.

La visite de Guterres au point de passage fermé par la volonté des USA, d’Israël et de l’Égypte a révélé que, peut-être sans le vouloir, nous avons perdu un temps précieux à attendre l’aide du monde.

Alors, comment cet espoir reste-t-il vivant - est-ce l’espoir en l’humanité ? D’où vient-il ? Quand avons-nous déjà vu le monde venir en aide aux opprimés comme une mère attentionnée ? Ou est-ce le désespoir d’attendre autre chose ? Un espoir qui « sort de l’ennui », comme le dit la chanson de Ziad Rahbani ?

Depuis des mois, notre regard suppliant se tourne vers le monde, et quand nous disons le monde, nous ne parlons pas d’un pays ou d’un gouvernement en particulier. Le monde, dans le sens où il peut arrêter Israël, est en fait l’Occident, car notre monde arabe est également occupé, même si c’est d’une manière plus insidieuse que par le colonialisme brut en Palestine.

LE MONDE
« Quarante bébés décapités » : itinéraire d’une rumeur au cœur de la guerre de l’information d’Israël contre le reste du monde

,  (Jérusalem, correspondance) et , Le Monde, 3/4/2024

Les faits
Le 10 octobre, les comptes officiels israéliens se font le relais d’une allégation sordide, mais infondée. Six mois plus tard, celle-ci continue de circuler, alimentant les accusations de désinformation israélienne.

Après l’attaque du Hamas contre Israël qui a fait environ 1 160 victimes le 7 octobre 2023, les images du massacre ont inondé les réseaux sociaux et les médias du monde entier.

Mais dans ce flot de témoignages de meurtres, pillages, mutilations, une rumeur a pris une ampleur extraordinaire : 40 bébés décapités auraient été retrouvés dans le kibboutz de Kfar Aza, l’une des localités israéliennes les plus meurtries. Ce récit, et ses variantes, a connu une viralité inédite, jusqu’à être évoqué à la Maison-Blanche. Pourtant, dans l’horreur qu’a constituée ce massacre, où 38 mineurs dont deux nourrissons ont été tués, il n’y a jamais eu 40 bébés décapités. Ni à Kfar Aza, ni dans aucun autre kibboutz, a confirmé au Monde le bureau de presse du gouvernement israélien.

Comment cette fausse information est-elle née ? Peut-on la comparer à l’affaire des couveuses du Koweït, un récit fabriqué de toutes pièces de bébés kidnappés et massacrés, qui avait en partie servi à justifier la première guerre du Golfe ? L’enquête du Monde met en lumière une rumeur née de manière organique, d’un mélange d’émotion, de confusion et d’exagération macabre. Mais Israël n’a rien fait pour lutter contre, et a plus souvent tenté de l’instrumentaliser que de la démentir, alimentant les accusations de manipulation médiatique.

Aux origines

Mardi 10 octobre, 13 heures

Trois jours après l’attaque du Hamas, l’armée convie des dizaines de journalistes et correspondants étrangers, dont celui du Monde, dans le kibboutz de Kfar Aza, où les terroristes du Hamas ont tué plus de 60 civils. Richard Hecht, plus haut porte-parole de l’armée israélienne et coorganisateur de cette visite, veut « montrer à la presse internationale que ce qui s’est passé est sans précédent. »

Le territoire n’a été repris par l’armée que depuis quelques heures, et les cadavres sont encore partout : des victimes israéliennes enveloppées dans des sacs mortuaires, des combattants du Hamas gisant là où ils sont tombés, une odeur de mort, témoignent une dizaine de journalistes, secouristes et soldats interrogés par Le Monde.

Témoignage de notre journaliste

Samuel Forey, correspondant du « Monde » à Jérusalem et coauteur de cet article, a participé à la visite de presse du 10 octobre à Kfar Aza.

« Nous ne sommes pas intégrés à une unité militaire, c’est une visite pour la presse, sous bonne escorte (…) Comme souvent dans les zones de conflit, le contrôle serré se relâche au bout de quelque temps. Nous pouvons parler à tous les soldats qui le veulent bien. Nous pouvons entrer dans les maisons déjà inspectées par l’armée, car les autres peuvent être piégées.

La visite se termine. Elle a duré une heure et trente minutes. Je rentre à Jérusalem. Mon responsable au Monde m’appelle. Ai-je vu des bébés décapités ? Je lui réponds que j’ai vu passer l’information sur les réseaux sociaux, alors que j’étais sur le chemin du retour, mais que rien ne semblait l’affirmer. Aucun soldat ne m’en a parlé – j’ai échangé avec une demi-douzaine d’entre eux. En m’asseyant à mon bureau, je vois l’emballement médiatique. Je ne pense pas cette histoire possible. Les soldats étaient présents dans le kibboutz depuis la veille, au moins. Un événement aussi atroce aurait été documenté, et pas confié par certains soldats à certains journalistes.

Je contacte deux organisations de secourisme déployées lors de l’attaque. Aucune ne mentionne de décapitation – sans dire que ça n’a pas existé. Au 11 octobre, date de parution de mon reportage, je ne peux pas confirmer de décapitations. Je ne le fais donc pas. Mais l’image, forte, prend le pas sur la réalité. Elle sert notamment à faire du Hamas l’incarnation du mal absolu – qui mérite une réponse du même ordre. Je ne veux pas minimiser les exactions de ce mouvement islamiste palestinien. Je veux les documenter, le plus précisément possible.

Le problème, c’est que si l’image des bébés décapités sert une certaine propagande israélienne, elle sert aussi à ses ennemis pour nier d’autres exactions, par exemple l’existence de violences sexuelles – avérées – ou le fait que des victimes ont été brûlées vives ; voire à réfuter l’ensemble du massacre. C’est le fond de mon message publié sur X, le lendemain de la visite à Kfar Aza. J’ai constaté, quelque temps après, que mon post n’était plus accessible en France et dans certains pays européens. Depuis, l’histoire des bébés décapités s’est révélée être une fausse information. »

Itai Veruv, le général qui a mené la contre-attaque, multiplie les parallèles avec les camps de la mort. Il évoque un bilan provisoire de 100 à 150 morts. Des cérémonies funéraires sont parfois réalisées sous l’œil des caméras. Certains reporters ont confié au Monde un sentiment de malaise face à la théâtralisation du site du massacre.

En raison du risque de pièges explosifs, les journalistes ne peuvent entrer que dans quelques maisons. Les seuls cadavres israéliens qu’ils voient sont dans des sacs mortuaires, tous de taille adulte. Sur place, selon des journalistes présents, l’état-major n’évoque pas de bébés morts, mais les reporters sont libres d’interroger les militaires et premiers secours présents, dont les récits sont plus troubles, et troublants.

Les approximations et exagérations des secouristes

Sur les lieux opèrent des secouristes de Zaka, une organisation non gouvernementale (ONG) ultraorthodoxe chargée de récupérer les corps dans le respect des préceptes juifs. Ils étaient aussi présents le matin dans un autre kibboutz, Be’eri, où le photographe Tomer Peretz a décrit « des bouts de corps, des bébés, des enfants » et a pris la photo d’un berceau ensanglanté, très partagée, qui a alimenté la confusion de certains journalistes, qui l’ont utilisée pour parler de Kfar Aza.

Dans les maisons ravagées, les bénévoles de Zaka découvrent des corps rendus méconnaissables par les projectiles, les explosions et les incendies. Dénués de formation médicale, certains se méprennent sur l’identité ou l’âge des victimes. Un secouriste évoque une famille de cinq personnes, mortes fusillées, mais prend la mère pour une grand-mère, et les deux adolescents pour des enfants. D’autres affirment à la presse qu’une femme enceinte aurait été éventrée et son fœtus poignardé, ce qui n’a jamais été le cas, comme l’a confirmé au Monde Nachman Dyksztejn, volontaire francophone de Zaka. Dans un rapport sur les violences sexuelles commises le 7 octobre, l’Organisation des Nations unies soulignera le « défi » qu’a représenté « les interprétations imprécises et peu fiables des preuves par des non-professionnels ».

Ces approximations ne sont pas toujours volontaires. « Les secouristes ont vu tellement de morts, des cadavres de femmes et d’enfants, des morceaux de corps, peut-être qu’ils ont dit des choses qu’ils ont imaginées », explique aujourd’hui Nachman Dyksztejn. Mais sur le moment, les porte-parole de l’ONG font preuve de surenchère macabre. Auprès de différents médias, Yossi Landau, son fondateur, déclare avoir « vu de ses propres yeux des enfants et des bébés qui avaient été décapités ». Le quotidien israélien Haaretz a révélé plus tard que l’association, à la santé financière précaire, avait essayé de profiter de la tragédie pour drainer des dons.