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06/12/2021

BELKIS WILLE
¿Hay Estado de derecho en Iraq?

Belkis Wille, Foreign Policy in Focus, 2/12/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

Iraq se apoyó en milicias extragubernamentales para luchar contra el ISIS. Ahora, esas milicias atacan a los periodistas, a los manifestantes y desafían al gobierno elegido.


“Grupos armados”, “fuerzas paramilitares”, “grupos que siguen las órdenes de otro país”.

 

Los defensores de los derechos humanos en Iraq utilizamos estas descripciones todo el tiempo cuando nos referimos a los hombres armados que están detrás de los asesinatos, secuestros y torturas de manifestantes, activistas, periodistas y comunidades  que consideran cercanas al ISIS en Iraq.

 

En los últimos días hemos visto a estos hombres llegar más lejos que nunca, incluyendo un intento descarado, el 7 de noviembre, de asesinar  al primer ministro iraquí Mustafa al-Kadhimi en su casa utilizando tres drones armados.

 

Muchos no se atreven a ir más allá en la identificación de quiénes son exactamente estos hombres, los grupos a los que pertenecen y de quiénes reciben órdenes, al menos no en público. Pero el 25 de octubre, en un tribunal de Basora, alguien salió por fin a decirlo.

 

Y lo que puso de manifiesto plantea una cuestión mayor: ¿Puede el Estado iraquí garantizar el imperio de la ley?

 

Explosivas revelaciones sobre el asesinato de dos periodistas

En pocas palabras, su testimonio indicó que las milicias llamadas Fuerzas de Movilización Popular, que se formaron para ayudar a derrotar al ISIS y algunas de las cuales tienen estrechos vínculos con Irán, pueden estar tomando las decisiones en Iraq y son independientes -y más poderosas- del gobierno.

 

Aquel día, un juez del Tribunal Penal de Basora presidió una vista de investigación sobre Hamza Kadhim al-Aidani, acusado de matar a dos personas el 10 de enero de 2020: Ahmed Abdul Samad, reportero de Dijlah TV, y Safaa Ghali, su camarógrafo. Los medios de comunicación locales cubrieron ampliamente la condena de al-Aidani por los asesinatos y la posterior sentencia de muerte dictada el 1 de noviembre.

 

Lo que los medios de comunicación cubrieron menos, y el gobierno se negó a comentar, fueron las explosivas declaraciones que hizo al-Aidani durante la vista.

 

Dos personas que asistieron dijeron que al-Aidani, un comisario de policía de Basora, admitió que también era miembro de una unidad agresiva de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP) que estaba formalmente bajo el control del primer ministro.

 

Dijo que luchó con el grupo para recuperar la ciudad de Faluya del Estado Islámico (ISIS) en 2016. Admitió que era miembro de un llamado “escuadrón de la muerte” y que estuvo involucrado en el asesinato de los dos periodistas, dijeron las fuentes. Dijo asimismo que él y los miembros del equipo utilizaron la oficina de la Comisión local de las FMP (el órgano de gobierno de las FMP) en Basora para planificar los asesinatos y ocultar sus coches y armas después del hecho.

 

JOHN FEFFER
El fin de la década de las cloacas en América Latina

 John Feffer, Foreign Policy in Focus, 1/12/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

 

La victoria de Xiomara Castro en Honduras es señal de que la región está preparada para salir de su década perdida.


Tras la marea rosa de la política progresista llegó una marea marrón de reacción.

 

Los últimos años de gobierno en América Latina han apestado a corrupción, represión y degradación ambiental. Pasarán a la historia como la Década de las Cloacas, gracias a Jair Bolsonaro de Brasil, Iván Duque de Colombia, Daniel Ortega de Nicaragua, Nayib Bukele de El Salvador, Jeanine Áñez de Bolivia y Juan Orlando Hernández de Honduras.

 

Varios de estos líderes siguen en el cargo. Y los chilenos también pueden sumergirse en las aguas residuales si eligen al populista de derechas José Antonio Kast, que fue el más votado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del mes pasado.

 

Pero, a pesar de Chile, puede que por fin veamos algo de luz al final de este particular túnel de aguas residuales.

 

Esta semana, Xiomara Castro obtuvo una victoria decisiva en las elecciones presidenciales de Honduras, poniendo fin al desastroso reinado de doce años de un régimen antidemocrático y narcotraficante aliado de Estados Unidos. Como antídoto a esta década perdida, Castro ofrece un programa descaradamente socialista, feminista y anticorrupción. También ha prometido crear un gobierno de unidad nacional.

 

Construir la unidad nacional no va a ser fácil en uno de los países más pobres de América Latina, donde una élite rica sigue controlando todos los resortes del poder. El golpe de Estado que derrocó al presidente de izquierdas Manuel Zelaya hace una docena de años dividió a la sociedad hondureña en otro eje. Xiomara Castro es la esposa de Zelaya, así que está bastante claro de qué lado de ese cisma se encuentra.

 

Sin embargo, antes de que pueda hacer algo más, Castro tiene que acabar con el poder de los narcotraficantes que han convertido a Honduras en un narcoestado muy eficiente.

 

La droga somos nosotros

 

El pasado mes de marzo, Juan Antonio Hernández fue condenado en un tribunal estadounidense a cadena perpetua más 30 años por introducir 185 toneladas de cocaína en Estados Unidos. También se le impuso una multa de 158 millones de dólares.