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26/10/2021

Οι πατέντες, τα εμβόλια και η «αριστερά της προόδου»

του Νίκου Προγούλη, Δρόμος της Αριστεράς, 23/10/2021

Ο Νίκος Προγούλης γεννήθηκε το 1962 στην Αθήνα.

Έχει σπουδάσει οικονομικά, και έχει εργασιακή εμπειρία 22 ετών, κυρίως σε μεγάλες πολυεθνικές εταιρείες στην Ελλάδα και τη Γερμανία. Παράλληλα, σε μια προσπάθεια εξισορρόπησης με τα προσωπικά του ενδιαφέροντα, επέστρεψε το 2003 στις σπουδές κάνοντας ένα μεταπτυχιακό και στη συνέχεια διδακτορικό στη Φιλοσοφία στο Πανεπιστήμιο Αθηνών.
Τα τελευταία 10 χρόνια έχει αρθρογραφήσει σε διάφορα περιοδικά κι έχει πάρει μέρος σε μια σειρά φιλοσοφικών συνεδρίων. Από το 2009 κάνει σεμινάρια οικονομικών για ενήλικες, κυρίως στην Εταιρεία Διαπολιτισμικών Σπουδών και στο Πανεπιστήμιο Αθηνών, όπου προσπαθεί να συνδυάσει την οικονομία με τη φιλοσοφία. Συγγραφέας του Ο κόσμος των πολυεθνικών «εκ των έσω» και του Η ανάδυση της εικόνας του χρηματοπιστωτικού καπιταλισμού (με τον Φώτη Τερζάκη)

Ελάχιστοι, ακόμη και μεταξύ των ειδικών, είναι σε θέση να παρακολουθήσουν τη «σκληρή επιστημονική συζήτηση» που διεξάγεται μέσα από μελέτες, ανακοινώσεις, δημοσιεύσεις και να αξιολογήσουν τα νέα στοιχεία που διαρκώς έρχονται στο φως σχετικά με την «πανδημία», τον τρόπο αντιμετώπισής της κι ακόμα ειδικότερα σχετικά με τις επιδόσεις των εμβολίων.

Από την άλλη πλευρά όλοι, ή τουλάχιστον όλοι όσοι ήταν στοιχειωδώς νηφάλιοι, είχαν τη δυνατότητα να αντιληφθούν ότι οι πολιτικές ηγεσίες και τα πιστά σε αυτές ΜΜΕ, από την αρχή και σαν «έτοιμες από καιρό», τρομοκράτησαν και παραπλάνησαν συστηματικά την κοινή γνώμη σχετικά με την επικινδυνότητα της επιδημίας: υιοθετήθηκαν μοντέλα που προέβλεπαν εκατόμβες θυμάτων και, παρότι αυτά δεν επαληθεύονταν, οι προβλέψεις συνεχίζονταν με τα ίδια μοντέλα χωρίς τροποποιήσεις, η υπερκαταγραφή των θυμάτων γινόταν με κεντρική εντολή, κ.ο.κ.

Πώς συνέβη λοιπόν κι ένα τόσο μεγάλο, συγκριτικά, μέρος της κοινωνίας και ειδικά της Αριστεράς (με ή χωρίς εισαγωγικά), επί της ουσίας συντάχθηκε με τις κυβερνητικές πολιτικές κι αποδέχτηκε την ακραία θέση των, άμεσα ή έμμεσα, υποχρεωτικών εμβολιασμών; Το ερώτημα δεν αφορά μόνο την Ελλάδα, θα μπορούσε να τεθεί σε πολύ ευρύτερο, αν όχι σε παγκόσμιο, επίπεδο.

Εννοείται ότι δεν μας ενδιαφέρουν οι περιπτώσεις όσων έχουν απτά συμφέροντα, οικονομικά ή άλλα, ούτε όσων θεώρησαν ότι είναι πιο ασφαλείς αν συμπλεύσουν με το ρεύμα, ούτε όσων τρομοκρατήθηκαν ή ζαλίστηκαν από τον βομβαρδισμό των ΜΜΕ. Μας ενδιαφέρει το πιο σκεπτόμενο και καλοπροαίρετο κομμάτι της κοινωνίας που, αν και αναγνώρισε ίσως μια υπερβολική βιασύνη ή αυταρχικότητα στον «άνωθεν» χειρισμό, αυτό που κατανόησε ήταν ότι, κατά βάθος, εδώ υπάρχει η εξής σύγκρουση: οι δυνάμεις του ορθού λόγου, της επιστήμης και της προόδου συγκρούονται με το ανορθολογικό, το οπισθοδρομικό, το ξεπερασμένο. Ο κόσμος, τελικά, πρέπει να πάει μπροστά!

Όμως η «πρόοδος», αυτή η γενική και αφηρημένη πορεία προς το «καλύτερο», έχει πολύ συγκεκριμένες επί μέρους διαδρομές εντός των συγκεκριμένων κλάδων. Ποιες δυνάμεις καθόρισαν την κατεύθυνση που πήρε στο συγκεκριμένο ζήτημα, όπου κάθε άλλη δυνατή λύση παραμερίστηκε και επιλέχθηκε ως μονόδρομος η πιο high-tech (και high-risk) λύση των DNA ή mRNA εμβολίων; Γιατί η «πρόοδος» πήρε αυτή κι όχι κάποια άλλη κατεύθυνση;

Carta abierta de l@s profesor@s del noroeste de Siria a los líderes del mundo

The Syria Campaign, 25/10/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala 

 

Dos pequeñas lloran aterradas tras los ataques que mataron a diez personas, entre ellas cuatro estudiantes, en la ciudad de Ariha, Idlib, al noroeste de Siria (Foto vía Cascos Blancos)

🚩Si eres educador·a y quieres firmar esta carta en solidaridad con l@s profesor@s siri@s, envía un correo electrónico a info[at]thesyriacampaign.org  con tu nombre completo y tu afiliación.

A los líderes mundiales:

Somos los profesores de los alumnos del noroeste de Siria que son atacados deliberadamente en sus casas, en las aulas y mientras se dirigen a la escuela. Vamos a trabajar con miedo a que se produzca otro ataque, un día traumatizante más, que sabemos afectará a nuestros alumnos para el resto de sus vidas.

Nuestra carta no puede ser más urgente. En la madrugada del miércoles 20 de octubre, cuatro estudiantes y nuestro colega, el profesor de árabe Qamar Hafez, murieron trágicamente de camino a la escuela cuando las fuerzas gubernamentales sirias atacaron con proyectiles de artillería la ciudad de Ariha, en el sur de Idlib.

Al menos 55 niños han sido asesinados en los últimos cuatro meses por los gobiernos sirio y ruso, casi un niño cada dos días, y un millón de niños en Idlib están aterrorizados de poder ser los siguientes o de perder a su mejor amigo en cualquier momento. Al igual que los profesores de todo el mundo, estamos profundamente comprometidos con los niños a los que enseñamos, y hacemos todo lo que podemos para intentar protegerlos, pero no es suficiente. Necesitamos que los líderes mundiales detengan los ataques y garanticen que los niños estén a salvo y puedan continuar su educación.

Estamos entrenados para evacuar el aula cuando caen las bombas. Hacemos simulacros regularmente con los niños, ya que solo disponemos de unos minutos cuando hay un aviso de que se acerca un bombardero, así que tenemos que movernos rápido. El entrenamiento en sí puede ser confuso para los niños pequeños, que no entienden qué estamos practicando.

Cuando hay un avión de guerra cerca, pedimos a los niños que mantengan la calma y los llevamos a un refugio, normalmente una pequeña habitación bajo la escalera, donde nos escondemos durante horas hasta que es seguro salir. Esos son los momentos más difíciles. Respondemos a las llamadas y los mensajes de texto de los padres, y hacemos todo lo posible para ayudar cuando los niños entran en pánico y piden volver a casa.

Una de nuestras estudiantes, Yamila al Yasem, de diez años, fue asesinada en julio. Ya había Ya había huido de su casa muchas veces debido a los ataques, pero no quedaba ningún lugar seguro al que ir y, a las 5 de la mañana del 12 de julio, las fuerzas de Asad bombardearon su casa matando a Yamila. Ninguno de sus compañeros de tercer grado se sentó en la silla de Yamila durante todo un mes hasta que llegó un nuevo alumno. Nuestras escuelas ya han sido objeto de ocho ataques en 2021 y nos preocupa que cada vez sean menos los niños que regresan a la escuela cada año escolar. El intenso miedo ha hecho que muchos estudiantes se aíslen y se depriman. La mitad de los niños en edad escolar en el noroeste de Siria están ya fuera de la escuela debido a los bombardeos y los desplazamientos. Estos niños necesitan desesperadamente la rutina y los sistemas de apoyo que conlleva la escuela.

Se supone que las escuelas son un espacio seguro para que los niños aprendan y crezcan, no un objetivo de aviones de guerra y misiles. Como profesores, seguiremos yendo a trabajar aunque tengamos que arriesgar nuestras vidas bajo las bombas, pero necesitamos que la comunidad internacional actúe para poner fin a los ataques y hacer que Rusia y el gobierno sirio rindan cuentas de tan horribles crímenes para que nuestras aulas puedan volver a estar llenas de estudiantes.

Firmantes

 

 

AHMED AL-SAMMAK
El “shock colectivo” causado por los eventos traumáticos que inflige Israel hace que se disparen los problemas de salud mental en Gaza

Ahmed Al-Sammak, Middle East Eye, 24/10/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala
 

 


Ahmed Al-Sammak es un periodista independiente que vive en la Franja de Gaza

 

El bloqueo y las múltiples ofensivas de Israel han hecho proliferar los trastornos de estrés postraumático (TEPT), las alteraciones del estado de ánimo y otras afecciones relacionadas con el estrés.

Mohammed al-Asdudi recibió un disparo de un francotirador israelí en una protesta pacífica. Dice: “Esta herida me ha abierto las puertas del infierno”
(Foto: Ahmed Al-Sammak/MEE)
 

Orfan Shaimaa (*) se prepara para asistir a su 15ª sesión de apoyo psicológico en Friends for Mental Health (FFMH), una organización no gubernamental que opera en la Franja de Gaza.

Mientras se dirige a la sesión, mira cuidadosamente a su alrededor de vez en cuando para asegurarse de que nadie la reconoce; desea evitar el estigma que suelen sufrir los pacientes de salud mental en el asediado enclave.

Esta joven de 20 años remonta su trauma psicológico al segundo día de la ofensiva israelí de mayo contra Gaza, en la que murieron 253 palestinos, entre ellos 66 niños, 39 mujeres y 17 ancianos, y casi 2.000 resultaron heridos.

“El 12 de mayo no teníamos ni un shekel, así que mi padre, Wael, tuvo que ir a la granja en la que trabaja desde hace años a recoger algunas verduras para venderlas y traer pan y algo de comida”, dijo Shaimaa a Middle East Eye sentada en la sala donde asiste a sus sesiones psicológicas.

“Salió de nuestra casa a las 8 de la mañana para ir a la granja de Beit Lahiya, en el norte de la Franja [de Gaza].

“Después de dos horas, llamó a mi madre y le preguntó si quería que le llevara algo antes de volver”, dijo, con los ojos llenos de lágrimas, y añadió que “para llegar hasta casa, se necesitan diez minutos de camino”.

“Pero pasó hora y media y no vino. Le llamamos muchas veces, pero no pudimos contactar con él porque su teléfono estaba sorprendentemente apagado”, dijo.

“Su rostro estaba deformado”

Como siempre que está en la cocina, aquel día la madre de Shaimaa estaba escuchando la radio.

De repente, el locutor dijo que cuatro campesinos habían sido atacados en Beit Lahiya y que habían llevado sus cuerpos al Hospital Indonesio, en el norte de la Franja de Gaza.

“Mientras mi madre nos contaba las noticias y nos pedía que llamáramos a algún compañero de mi padre, sonó su teléfono”, cuenta Shaimaa.

“Después de contestar, se desmayó. Entonces, cuando mis ocho hermanos y yo estábamos intentando reanimarla, oímos a mi primo llorar a gritos y decir ‘mi tío Wael ha sido martirizado’.

“Nos quedamos helados al momento. ‘¡Qué! ¿Qué has dicho?’, le pregunté. De repente, todos mis tíos y primos que viven en el mismo edificio vinieron a nuestra casa”.

Al cabo de una hora, la familia de Shaimaa oyó fuertes ruidos mientras los dolientes se empujaban unos a otros para ver el cuerpo de Wael, que había llegado en una ambulancia frente a su casa.

“No nos permitieron verlo porque tenía la cara deformada a causa de las heridas. Cuando vi la ambulancia, estuve varias horas desmayada.

“Cuando acabó la última guerra, no salía de casa. Como consecuencia de todo lo vivido, empecé a sufrir ataques de pánico, ansiedad severa y depresión”.