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23/09/2025

JOSHUA LEIFER
La visión de Netanyahu para el futuro de Israel no es Esparta, es algo peor

Como primer ministro, Benjamin Netanyahu siempre soñó con un Israel libre de las restricciones y condiciones impuestas por USA.

Joshua Leifer, Haaretz, 21-9-2025
Traducido por Tlaxcala

Joshua Leifer (New Jersey, 1994) es periodista e historiador. Es columnista de Haaretz. Sus ensayos y reportajes también han aparecido en The New York Times, The New York Review of Books, The Guardian y otros. Su primer libro, Tablets Shattered: The End of an American Jewish Century and the Future of Jewish Life (2024), obtuvo un National Jewish Book Award. Actualmente es candidato a doctorado en historia en la Universidad de Yale, donde su investigación se sitúa en la intersección de la historia intelectual moderna, la política judía contemporánea, la política exterior de USA y la memoria del Holocausto. Su tesis examina la política del antisemitismo y la crisis del orden liberal.

La noche en que las fuerzas terrestres israelíes comenzaron su invasión de la ciudad de Gaza, el primer ministro Benjamín Netanyahu pronunció un discurso en el Ministerio de Finanzas en el que expuso su oscura visión para el futuro del país como un Estado rebelde y aislado. Ante el aumento de las sanciones internacionales –al día siguiente, la Unión Europea anunció la suspensión de componentes clave de su acuerdo comercial con Israel–, Israel debería convertirse en una «Súper Esparta», declaró.


Exconsultor de gestión que ayudó a liderar la revolución del libre mercado en Israel, Netanyahu explicó que la economía del país tendría que adoptar «marcadores de autarquía» y salir «muy rápido» del Consenso de Washington que regía los asuntos económicos globales. En otras palabras, dirigirse hacia el modelo de Moscú y Pyongyang.

Sin embargo, el discurso de Netanyahu bosquejó no solo una nueva visión para Israel, sino también un retrato del nuevo orden mundial emergente y del lugar de Israel en él. «El mundo se ha dividido en dos bloques», dijo. «Y no somos parte de ninguno».

Esa noche en el escenario, Netanyahu casi parecía alentado por la posibilidad de que tal supuesto no alineamiento otorgara a Israel un margen aún mayor para maniobrar en su asalto a Gaza. Pero el aislamiento a largo plazo es mucho más probable que amenace a Israel que que lo asegure. Todo estadista israelí lo había entendido –al menos hasta ahora.

Enemigo de los valores de Europa

Desde su primera campaña para primer ministro, Netanyahu soñó con sacudirse las condiciones y restricciones impuestas a Israel por USA, por mínimas que fueran. En un memorando de 1996 titulado A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm, un grupo de operativos neoconservadores y asesores de Netanyahu pedían que Israel forjara una nueva relación con América «basada en la autosuficiencia». Si Israel ya no necesitaba tanta ayuda estadounidense, razonaban, Washington tendría menos palancas para obligar a Israel a hacer concesiones a los palestinos.

Aun así, Netanyahu siempre imaginó a Israel como parte del bloque occidental liderado por USA. En su libro de 1998, A Place Among the Nations, argumentaba que, con el fin de la Guerra Fría, Israel debía actuar como el perro guardián del nuevo mundo unipolar, el policía de Occidente en Oriente Medio. «Sin nadie en la región que controle continuamente sus ambiciones o sus planes obsesivos de armamento», escribió sobre los «regímenes militantes» de Oriente Medio, el papel de Israel era ahora «salvaguardar el interés más amplio de la paz». Implícitamente, y a veces explícitamente, tanto líderes usamericanos como europeos aceptaron ese papel para Israel y lo respaldaron.

La destrucción de la Franja de Gaza por parte de Israel –y la prolongada crisis regional que desencadenó– ha cambiado todo eso.

Tras meses de inacción, mientras las fuerzas israelíes hacían inhabitable Gaza, los estados europeos han comenzado a imponer consecuencias a Israel. Los líderes europeos también están repensando cómo será su relación con Israel en el futuro. Y eso no se debe únicamente, ni principalmente, a que las protestas contra la guerra israelí hayan convertido la destrucción de Gaza en un problema político doméstico explosivo en las capitales europeas. Más bien, se debe a que el Israel de Netanyahu se ha declarado enemigo de los valores de los que la nueva Europa se enorgullece: paz, democracia y derechos humanos.

En USA, Israel no solo ha perdido a la izquierda –eso es historia vieja– sino que también ha comenzado a perder a la derecha. En redes sociales, cuentas e influenciadores de derecha que forman parte del mundo MAGA difunden teorías conspirativas antisemitas extravagantes sobre temas que van desde los antibióticos hasta el asesinato del influenciador conservador Charlie Kirk. El ex presentador de Fox, Tucker Carlson, ha ganado nueva popularidad sintetizando el creciente sentimiento antiisraelí en su nacionalismo «America First». La nueva derecha usamericana no derrama lágrimas por los musulmanes muertos, pero se deleita con la nueva imagen de Israel como una fuerza demoníaca y siniestra.

En 2021, Ron Dermer, entonces ex embajador de Israel en USA provocó indignación cuando sugirió que Israel debía priorizar el apoyo de los cristianos usamericanos sobre los judíos usamericanos. En sus propios términos –asegurar respaldo para las guerras de Israel– esta estrategia ha fracasado manifiestamente. A diferencia de los evangélicos mayores, en su mayoría fervientes partidarios de Israel, los jóvenes cristianos usamericanos ya han comenzado a dar la espalda. O como dijo recientemente Megyn Kelly, la ex presentadora conservadora de Fox, a Carlson: «Todos los menores de 30 años odian a Israel.»

Ruptura con la política exterior sionista

La demolición intencional del consenso bipartidista en USA por parte de Netanyahu y su séquito siempre fue una apuesta arrogante. Como una granada mal cronometrada, les ha explotado en la cara. Aunque no se equivocaban al ver que la derecha usamericana estaba en ascenso, la Oficina del Primer Ministro no entendió que esta nueva derecha extraía su fuerza de la promesa del aislamiento, alimentada por la ira hacia el paradigma intervencionista que representaban los aliados más cercanos de Israel en Washington. Formados en el apogeo del neoconservadurismo, estos hombres pensaban poco en la perspectiva de un mundo posyanquí.

Frente a la creciente condena y a las inminentes sanciones internacionales, Netanyahu se ha negado a detener la ofensiva de Israel. Ahora, para mantener la guerra –ya sea por una estrecha supervivencia política, un mesianismo megalomaníaco o una combinación de ambos– propone nada menos que una ruptura total con el principio más fundamental de la política exterior sionista.

Desde sus primeros años, cuando Theodor Herzl buscó una audiencia con el sultán otomano, el sionismo trabajó y dependió del apoyo de las grandes potencias. No tuvo éxito por intervención divina ni por el despliegue de un plan providencial, sino porque los primeros estadistas sionistas buscaron tales alianzas. Entendieron que, para los judíos, como para otras naciones pequeñas, el aislamiento era una trampa mortal. A lo largo del último siglo, viejos imperios cayeron, nuevas potencias los reemplazaron, pero el principio siguió siendo el mismo.

Tras la fundación de Israel, sus primeros líderes se preocuparon enormemente de que, sin alianzas con potencias regionales y globales más fuertes, el proyecto sionista fracasara. En 1949, Moshe Sharrett, entonces ministro de Exteriores de Israel, lamentaba: «Vivimos en un estado de aislamiento malvado en Oriente Medio». David Ben-Gurión soñaba con un acuerdo de defensa mutua con USA. Con el tiempo, Israel logró obtener el respaldo usamericano; se podría decir que esta es una de las razones por las que ha sobrevivido.

Quizás, entonces, uno de los aspectos más incoherentes, incluso delirantes, de la visión de Netanyahu es que ha declarado la supuesta no pertenencia de Israel a ningún bloque global en el mismo momento en que Israel aparece como el caprichoso agente de USA. Los últimos dos años han demostrado la total dependencia de Israel respecto a USA en todo, desde municiones hasta el intercambio de inteligencia. La guerra de 12 días contra Irán reveló a Israel como una especie de estado vasallo, suplicando ayuda al señor feudal.

Hay, sin embargo, una cosa en la que Netanyahu acertó en su reciente discurso. El orden unipolar posterior a 1989 ha terminado. El viraje hacia el siglo posyanqui también ha amenazado con derrumbar el sistema de normas e instituciones internacionales que tomó forma bajo la hegemonía hemisférica, y luego global, de USA. Israel debe su prosperidad actual, si no su existencia misma, a ese sistema.

Y, sin embargo, a lo largo de los últimos dos años de dura guerra, los líderes israelíes, Netanyahu a la cabeza, han parecido querer derribar ese sistema. Las acciones de Israel en Gaza han empañado gravemente su legitimidad. A largo plazo, sin embargo, Israel estará condenado sin él.

En su discurso de esta semana, Netanyahu recurrió a la tradición griega, pero quizá la referencia más adecuada provenga de la Biblia hebrea. Lo que Netanyahu propuso no es Esparta, sino Sansón.

 

Muerte de Sansón, por Gustave Doré, 1866

JOSHUA LEIFER
La vision de Netanyahou pour l’avenir d’Israël n’est pas Sparte, c’est pire

En tant que Premier ministre, Benjamin Netanyahou a toujours rêvé d’un Israël affranchi des contraintes et conditions imposées par les USA.

Joshua Leifer, Haaretz, 21/9/2025
Traduit par Tlaxcala


Joshua Leifer (New Jersey, 1994) est journaliste et historien. Il est chroniqueur pour Haaretz. Ses essais et reportages ont également paru dans The New York Times, The New York Review of Books, The Guardian, et ailleurs. Son premier livre, Tablets Shattered: The End of an American Jewish Century and the Future of Jewish Life (2024), a remporté un National Jewish Book Award. Il est actuellement doctorant en histoire à l’université Yale, où ses recherches se situent à l’intersection de l’histoire intellectuelle moderne, de la politique juive contemporaine, de la politique étrangère usaméricaine et de la mémoire de la Shoah. Sa thèse porte sur la politique de l’antisémitisme et la crise de l’ordre libéral.

La nuit où les forces terrestres israéliennes ont commencé leur invasion de Gaza, le Premier ministre Benjamin Netanyahou a prononcé un discours au ministère des Finances dans lequel il a exposé sa sombre vision de l’avenir du pays comme un État voyou isolé. Face à l’intensification des sanctions internationales – le lendemain, l’Union européenne annonçait la suspension de composantes clés de son accord commercial avec Israël – Israël devrait devenir une « Super-Sparte », a-t-il déclaré.


Ancien consultant en management qui avait contribué à mener la révolution du marché libre en Israël, Netanyahou a expliqué que l’économie du pays devrait adopter des « marqueurs d’autarcie » et sortir « très vite » du Consensus de Washington qui régissait les affaires économiques mondiales. En d’autres termes, il s’agissait de se rapprocher du modèle de Moscou et de Pyongyang.

Pourtant, ce discours de Netanyahou esquissait non seulement une nouvelle vision pour Israël, mais aussi un tableau du nouvel ordre mondial émergent et de la place d’Israël en son sein. « Le monde s’est divisé en deux blocs », dit-il. « Et nous ne faisons partie d’aucun bloc. »

Sur scène ce soir-là, Netanyahu semblait presque encouragé par la possibilité que ce supposé non-alignement offrirait à Israël une plus grande marge de manœuvre dans son assaut contre Gaza. Mais un isolement à long terme est bien plus susceptible de menacer Israël que de le sécuriser. Chaque grand homme d’État israélien avait compris ce principe de base – du moins jusqu’à présent.

Ennemi des valeurs de l’Europe

Depuis sa première campagne pour devenir Premier ministre, Netanyahou a rêvé de se libérer des conditions et contraintes imposées à Israël par les USA, aussi minimales fussent-elles. Dans une note de 1996 intitulée A Clean Break: A New Strategy for Securing the Realm, un groupe de stratèges néoconservateurs et de conseillers de Netanyahou appelaient Israël à établir une nouvelle relation avec l’USAmérique « fondée sur l’autonomie ». Si Israël n’avait plus besoin d’une aide usaméricaine substantielle, pensaient-ils, Washington aurait moins de leviers pour forcer Israël à des compromis avec les Palestiniens.

Pourtant, Netanyahou a toujours imaginé Israël comme faisant partie du bloc occidental dirigé par les USA. Dans son livre de 1998, A Place Among the Nations, il soutenait qu’avec la fin de la guerre froide, Israël devait agir comme le chien de garde du nouvel ordre unipolaire, le policier de l’Occident au Moyen-Orient. « Avec personne dans la région pour contrôler en permanence leurs ambitions ou leurs plans obsessionnels d’armement », écrivait-il au sujet des « régimes militants » du Moyen-Orient, le rôle d’Israël était désormais de « sauvegarder l’intérêt plus large de la paix ». Tacitement, et parfois explicitement, les dirigeants usaméricains et européens ont adopté ce rôle pour Israël et l’ont soutenu en conséquence.

La destruction de la bande de Gaza par Israël – et la crise régionale prolongée qu’elle a déclenchée – a changé cela.

Après des mois d’inaction, alors que les forces israéliennes rendaient Gaza inhabitable, les États européens ont commencé à imposer des conséquences à Israël. Les dirigeants européens reconsidèrent également ce que sera leur relation avec Israël à l’avenir. Et ce n’est pas seulement, ni même principalement, parce que les protestations contre la guerre israélienne ont transformé la destruction de Gaza en un problème politique intérieur explosif dans les capitales européennes. C’est plutôt parce que l’Israël de Netanyahou s’est déclaré ennemi des valeurs dont la nouvelle Europe est fière : la paix, la démocratie et les droits de l’homme.

Aux USA, Israël n’a pas seulement perdu la gauche – cela est ancien – mais il a aussi commencé à perdre la droite. Sur les réseaux sociaux, des comptes et influenceurs d’extrême droite, appartenant au monde MAGA, diffusent des théories du complot antisémites délirantes sur des sujets allant des antibiotiques à l’assassinat de l’influenceur conservateur Charlie Kirk. L’ancien animateur de Fox, Tucker Carlson, a gagné en popularité en synthétisant le sentiment anti-israélien croissant dans son nationalisme « America First ». La nouvelle droite usaméricaine ne verse aucune larme pour les musulmans morts, mais se réjouit de la nouvelle image d’Israël comme une force démoniaque et sinistre.

En 2021, Ron Dermer, alors ancien ambassadeur d’Israël aux USA, avait provoqué un tollé en suggérant qu’Israël devrait privilégier le soutien des chrétiens usaméricains plutôt que celui des juifs usaméricains. Sur ses propres termes – obtenir un soutien pour les guerres d’Israël – cette stratégie a manifestement échoué. Contrairement aux évangéliques plus âgés, généralement de fervents partisans d’Israël, les jeunes chrétiens usaméricains commencent déjà à se détourner. Comme l’a récemment dit Megyn Kelly, ancienne présentatrice conservatrice de Fox, à Carlson : « Tous les moins de 30 ans détestent Israël. »

Rupture avec la politique étrangère sioniste

La démolition intentionnelle du consensus bipartisan aux USA par Netanyahou et son entourage a toujours été un pari orgueilleux. Comme une grenade mal chronométrée, elle leur a explosé au visage. Bien qu’ils n’aient pas eu tort de constater que la droite usaméricaine était en train de monter, le bureau du Premier ministre a manqué le fait que cette nouvelle droite tirait sa force de la promesse d’isolement, alimentée par la colère contre le paradigme interventionniste que les alliés les plus proches d’Israël à Washington représentaient. Formés à l’apogée du néoconservatisme, ces hommes n’avaient guère réfléchi à la perspective d’un monde post-usaméricain.

Face aux condamnations croissantes et aux sanctions internationales imminentes, Netanyahou a refusé d’arrêter l’assaut israélien. Désormais, pour poursuivre la guerre – que ce soit par survie politique étroite, messianisme mégalomaniaque ou une combinaison des deux – il propose rien de moins qu’une rupture totale avec le principe le plus fondamental de la politique étrangère sioniste.

Dès ses premières années, lorsque Theodor Herzl chercha à obtenir une audience avec le sultan ottoman, le sionisme a travaillé à obtenir et à compter sur le soutien des grandes puissances. Il réussit non par intervention divine ou plan providentiel, mais parce que les premiers dirigeants sionistes recherchaient activement de telles alliances. Ils comprenaient que pour les Juifs, comme pour d’autres petites nations, l’isolement était un piège mortel. Au cours du dernier siècle, de vieux empires sont tombés, de nouvelles puissances les ont remplacés, mais le principe est resté le même.

Après la fondation d’Israël, ses premiers dirigeants craignaient énormément que sans alliances avec des puissances régionales et mondiales plus fortes, le projet sioniste échoue. En 1949, Moshe Sharrett, alors ministre des Affaires étrangères, se lamentait : « Nous vivons dans un état d’isolement malveillant au Moyen-Orient. » David Ben-Gourion rêvait d’un accord de défense mutuelle avec les USA. Avec le temps, Israël réussit à obtenir le soutien usaméricain ; c’est sans doute l’une des raisons de sa survie.

Peut-être que l’un des aspects les plus incohérents, voire délirants, de la vision de Netanyahou est qu’il a proclamé la non-appartenance présumée d’Israël à tout bloc mondial au moment même où Israël apparaît comme le factotum capricieux de l’USAmérique. Les deux dernières années ont démontré la dépendance totale d’Israël envers les USA pour tout, des munitions au partage du renseignement. La guerre de 12 jours contre l’Iran a révélé Israël comme une sorte d’État vassal, implorant l’aide du seigneur féodal.

Il y a toutefois une chose que le récent discours de Netanyahou a bien identifié. L’ordre unipolaire post-1989 est terminé. La transition vers le siècle post-usaméricain a également menacé de faire s’effondrer le système de normes et d’institutions internationales qui s’était formé sous l’hégémonie hémisphérique, puis mondiale, des USA. Israël doit sa prospérité actuelle, sinon son existence même, à ce système.

Et pourtant, tout au long des deux dernières années de guerre acharnée, les dirigeants israéliens, Netanyahou en tête, ont semblé vouloir abattre ce système. Les actions d’Israël à Gaza ont gravement terni sa légitimité. À long terme, cependant, Israël sera voué à l’échec sans lui.

Dans son discours cette semaine, Netanyahou a puisé dans la tradition grecque, mais peut-être que la référence la plus pertinente se trouve dans la Bible hébraïque. Ce que Netanyahou propose n’est pas Sparte, mais Samson.

Mort de Samson, par Gustave Doré, 1866

BLOQUE NACIONAL SIRIO
Comunicado sobre la visita de Ahmed Al Chareh, alias Abu Mohammed Al Joulani, a las Naciones Unidas en Nueva York

Bloque Nacional Sirio, Damasco, 23/9/2025

Nuestro movimiento es un bloque cívico pacífico que se compromete a establecer un Estado ciudadano neutral con respecto a todas las doctrinas religiosas y políticas. Por consiguiente, cualquier solución política que se proponga debe basarse en la participación del pueblo a través de sus estructuras cívicas y partidistas, y no en consideraciones sectarias o étnicas. Por la presente, declaramos nuestros objetivos bajo nuestro lema supremo: «La religión pertenece a Dios y la patria pertenece a todos».



A nadie se le escapará que la presencia de criminales de guerra y autores de crímenes contra la humanidad en el recinto del Palacio de las Naciones Unidas en Nueva York no es nada nuevo.

Que la presencia de Ahmed Al Chareh, cuyo nombre de guerra es Abu Mohammed Al Joulani, según indica el comité de lucha contra el terrorismo de la ONU, constituye una violación flagrante de los principios de la organización internacional, cuya vocación principal es la preservación de la paz y la seguridad internacionales.

Durante 14 años, a lo largo de la guerra de Siria (2010-2024), el Consejo de Seguridad de la ONU solo ha emitido UNA ÚNICA RESOLUCIÓN, por UNANIMIDAD: la resolución 2259, en la que se menciona específicamente al Daesh (Estado Islámico) y a Jabhat An Nosra, la franquicia siria de Al Qaeda.

En un párrafo específico, la resolución pide a todos los Estados miembros que los combatan. En agosto de 2025, el Consejo de Seguridad subrayó la necesidad de que todos los miembros aplicaran este párrafo.

La presencia de Al Chareh en la ONU constituye un precedente desafortunado, una violación flagrante de los principios y resoluciones relativos a la lucha contra el terrorismo, adoptados por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU, así como una gran traición a las víctimas y un insulto a la dignidad humana.

Teniendo en cuenta su concepción de un Estado cívico y democrático, que expresa la voluntad del pueblo sirio y sus aspiraciones de libertad, dignidad y soberanía nacional, el Bloque Nacional Sirio expresa su rechazo categórico a la presencia de Ahmed Al Chareh en los trabajos de la Asamblea General de la ONU en calidad de representante del pueblo sirio, ya que dicha representación nunca ha tenido lugar, sino que se decidió en cuarteles militares, la mitad de cuyos miembros figuraban en la lista negra del terrorismo internacional.

¿Cómo puede la ONU seguir haciendo la vista gorda ante la persistencia de prácticas terroristas criminales de carácter confesional contra el pueblo sirio, que se extienden desde la zona costera del Mediterráneo hasta Soueïda (sur de Siria), así como los asesinatos, los secuestros de personas y el bloqueo alimentario?

Las prácticas criminales de carácter confesional contra el pueblo sirio continúan.

¿Disfrutan los sirios y las sirias de seguridad? ¿Respeta la ONU sus propias resoluciones sobre tales prácticas?

El pueblo sirio, que ha hecho grandes sacrificios durante más de una década en favor de la libertad y la justicia, no puede tolerar que lo represente una dictadura que carece de legitimidad, tanto electoral como constitucional, y que, además, ha sido rechazada por la voluntad del pueblo.

Al consentir que Ahmed Al Chareh participe en sus trabajos y se dirija a ella desde su tribuna, la ONU respalda la negativa del orador a atender las reivindicaciones del pueblo sirio que aspiran a un cambio democrático del sistema político del país, al fin de sus abusos, al fin del terrorismo y a su oposición al establecimiento de un Estado que permita la coexistencia de todos sus ciudadanos.

El Bloque Nacional Sirio subraya expresamente la necesidad de que la representación de las sirias y los sirios en los foros internacionales se base en la representación nacional y popular que emane de la libre voluntad del conjunto de los sirios.

BLOC NATIONAL SYRIEN
Communiqué à propos de la visite d’Ahmed Al Chareh, alias Abou Mohammed Al Joulani, aux Nations Unies à New York

Bloc National Syrien, Damas, 23/9/2025

Notre mouvement est un bloc civique pacifique qui s'engage à établir un État citoyen neutre envers toutes les doctrines religieuses et politiques. En conséquence, toute solution politique proposée doit être fondée sur la participation du peuple à travers ses structures civiques et partisanes, plutôt que sur des considérations sectaires ou ethniques. Nous déclarons par la présente nos objectifs sous notre devise suprême : « La religion appartient à Dieu, et la patrie appartient à tous ».


Il s’échappera à personne que la présence de criminels de guerre et d’auteurs de crimes contre l’humanité dans l’enceinte du Palais des Nations Unies à New York ne constitue pas une nouveauté.

Que la présence d’Ahmed Al Chareh, - de son nom de guerre Abou Mohammed Al Joulani, comme indiqué par le comité de lutte contre le terrorisme de l’ONU-, constitue une violation flagrante des principes de l’organisation Internationale, qui a pour vocation première la préservation de la paix et de la sécurité internationales.

Pendant 14 ans, tout au long de la guerre de Syrie (2010-2024) le Conseil de sécurité de l’ONU n’a émis qu’UNE SEULE RÉSOLUTION, à l’UNANIMITÉ : la résolution 2259, dans lequel il mentionne spécifiquement Daech (l’État Islamique) et Jabhat An Nosra, la franchise syrienne d’Al Qaeda.

Dans un paragraphe spécifique, la résolution demande à tous les États membres de les combattre. En août 2025, le Conseil de sécurité a souligné la nécessité pour tous les membres de mettre en œuvre ce paragraphe.

La présence d’Al Chareh à l’ONU constitue un précédent fâcheux, une violation flagrante des principes et des résolutions concernant la lutte contre le terrorisme, adoptées par l’Assemblée générale, ainsi que par le Conseil de sécurité de l’ONU, en même temps qu’une grande trahison des victimes, une injure à la dignité humaine.

En considération de sa conception d’un état civique et démocratique, exprimant la volonté du peuple syrien et de ses aspirations à la liberté, à la dignité et à la souveraineté nationale, le Bloc National Syrien exprime son refus catégorique de la présence d’Ahmed Al Chareh aux travaux de l’Assemblée Générale de l’ONU en qualité de représentant du peuple syrien vu que cette représentation n’a jamais eu lieu, mais a été décidée dans des PC militaires dont la moitié des membres figuraient sur la liste noire du terrorisme international.

Comment l’ONU peut-elle continuer à fermer l’œil sur la persistance de pratiques terroristes criminelles de nature confessionnelle à l’encontre du peuple syrien, allant de la zone côtière de la Méditerranée à Soueïda (sud de la Syrie), de même que les assassinats, les enlèvements de personnes, le blocus alimentaire ?

Les pratiques criminelles sur une base confessionnelle se perpétuent à l’encontre du peuple syrien.

Les Syriennes et les Syriens jouissent-ils de la sécurité ? L’ONU respecte-t-elle ses propres résolutions au sujet de telles pratiques ?

Le peuple syrien, qui a consenti de lourds sacrifices pendant plus d’une décennie en faveur de la liberté et de la justice, ne saurait tolérer être représenté par une dictature ne disposant d’aucune légitimité, ni électorale, ni constitutionnelle, et de surcroît rejetée par la volonté du peuple.

En consentant à ce qu’Ahmed Al Chareh participe à ses travaux et s’adresse à elle du haut de sa tribune, l’ONU cautionne le refus de l’orateur de faire droit aux revendications du peuple syrien visant au changement démocratique du système politique du pays, de mettre fin à ses comportements abusifs, à la fin du terrorisme et à son opposition à l’établissement d’un état aménageant la coexistence de tous ses concitoyens.

Le Bloc National Syrien souligne expressément la nécessité que la représentation des Syriennes et des Syriens dans les forums internationaux se fonde sur la représentation nationale et populaire issue de la libre volonté de l’ensemble des Syriens.

 

 

SYRIAN NATIONAL BLOC
Statement on the visit of Ahmad al-Sharaa, alias Abu Muhammad Al Julani, to the United Nations in New York

Syrian National Bloc, Damascus, 23/9/2025

Our movement is a peaceful civic bloc committed to establishing a state of citizenship that upholds neutrality toward all religious and political doctrines. Accordingly, any proposed political solution must be grounded in the participation of the people through their civic and party structures, rather than along sectarian or ethnic lines. We hereby declare our objectives under our highest motto: “Religion belongs to God, and the homeland belongs to all”.

It is no secret to any observer that the presence of war criminals and perpetrators of crimes against humanity is not new at the United Nations headquarters in New York. The inclusion of Ahmad al-Sharaa (Abu Muhammad al-Julani, as listed in Security Council documents and the Counter-Terrorism Committee) constitutes a serious violation of the principles and norms declared by the United Nations as an organization dedicated to maintaining international peace and security.

Over the past 14 years, the Security Council has issued only one unanimous resolution—Resolution 2254—which specifically addresses ISIS and Jabhat al-Nusra in a detailed paragraph urging all countries in the region to combat these groups. Last month, the Council reaffirmed the necessity of implementing this resolution. Therefore, this event constitutes a humiliating precedent and a blatant breach of international counter-terrorism principles and resolutions endorsed by the General Assembly and the Security Council. It also represents a betrayal of the memory of the victims and a trampling of human dignity.

The Syrian National Bloc, based on its vision of building a democratic civil state that reflects the will of the Syrian people and their aspirations for freedom, dignity, and national sovereignty, strongly rejects Ahmad al-Sharaa’s participation in the work of the United Nations General Assembly as a "representative of the Syrian people." Such representation has never occurred legitimately; it was imposed through a “military operations room”, where more than half of the participants are listed on international terrorism sanctions.

How can this international organization turn a blind eye to the continuation of sectarian terrorist and criminal practices against the Syrian people in the coastal region and Sweida? Have the killings, kidnappings, starvation, sieges, and arbitrary arrests ceased? Do Syrian men and women enjoy safety under the control of these factions? And does the United Nations uphold its own resolutions when it allows such actions?

The Syrian people, who have made immense sacrifices for over a decade in pursuit of freedom and justice, cannot have their representation reduced to a dictatorial authority that holds no electoral or constitutional legitimacy and does not reflect the true will of Syrians.

The Syrian National Bloc believes that allowing al-Sharaa to participate and ascend the podium at the United Nations constitutes standing in opposition to the legitimate demands of the Syrian people for democratic change, the end of tyranny, terrorism, and occupations, and the establishment of a state founded on the principle of equal citizenship.

The Syrian National Bloc stresses that any representation of Syrians in international forums must be based on national and popular legitimacy, deriving from the free will of all Syrian citizens.

 

22/09/2025

AMEER MAKHOUL
Reconocimientos internacionales del Estado de Palestina sacuden la política israelí

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 22-9-2025

الاعترافات الدولية بدولة فلسطين تهز السياسة الاسرائيلية

 Traducido por Tlaxcala

Un estado de ansiedad y conmoción se apodera tanto de los sectores políticos gobernantes como de la oposición en Israel, tras los reconocimientos simultáneos del Estado de Palestina por parte de los aliados más cercanos de Israel —el Reino Unido, Canadá y Australia— seguidos por Portugal. Otros Estados se preparan para reconocer a Palestina y para impulsar la preservación de la solución de dos Estados.

Ahmad Rahma, Turquía

Contrario a las expectativas de una reacción inmediata y previamente preparada, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció que discutiría la respuesta de Israel con Donald Trump durante su reunión del 29 de este mes, en el marco de la Asamblea General de la ONU.

Detalles:
Las posibles respuestas israelíes oscilan entre la opción extrema de declarar la anexión de Cisjordania (poco probable), y la imposición de soberanía sobre el valle del Jordán —ya bajo ocupación militar israelí— lo que haría de dicha declaración un gesto mayormente simbólico y político. Otra opción sería extender la soberanía sobre más zonas de Cisjordania, incluidas el norte y el área de Jan al-Ahmar, fragmentando así el territorio palestino e impidiendo su continuidad geográfica. Una opción más extrema (pero improbable) sería disolver o desmantelar la Autoridad Palestina, lo que sigue siendo poco verosímil debido a las posturas árabes, internacionales y, sobre todo, europeas.

Netanyahu declaró que «duplicaría la actividad de colonización, como ya ocurre sobre el terreno», mientras que altos dirigentes del Likud, ideológicamente cercanos al sionismo religioso, pidieron intensificar la construcción de colonias y establecer mil nuevas «granjas-colonias». Estas consisten en adjudicar miles de dunams de tierras palestinas a una sola familia o a un pequeño grupo, protegidos por el ejército israelí y por milicias de colonos. Esto ocurre en un contexto de crisis del proyecto de colonización, que —salvo en la zona de Jerusalén— sufre de estancamiento en el número de colonos y en las transferencias de población desde dentro de la Línea Verde hacia Cisjordania, además de una emigración acelerada de israelíes al extranjero.

Los reconocimientos simultáneos de Palestina —y los profundos cambios que representan en el comportamiento internacional respecto a la cuestión palestina— marcan un momento de verdad para todos los actores palestinos, árabes, israelíes e internacionales. Un punto de inflexión que parece irreversible.

La decisión de Netanyahu de aplazar su respuesta hasta su encuentro con Trump reconoce implícitamente dos cosas: primero, que Israel, por sí solo, no puede detener la trayectoria de reconocimientos y cambios internacionales a favor de un Estado palestino; segundo, que los propios USA no pueden revertir estas transformaciones entre sus aliados occidentales más cercanos. Washington reconoce también que las políticas de Netanyahu divergen cada vez más de las prioridades de la administración Trump, pese a su compromiso absoluto con la seguridad y la superioridad de Israel. A nivel interno, la decisión de Netanyahu muestra que él solo concentra las llaves de la toma de decisiones, marginando a Smotrich y Ben Gvir.

A pesar de un amplio consenso sionista —que abarca tanto a la coalición como a la oposición— contra los reconocimientos (incluso el Partido Demócrata, fruto de la fusión de Meretz y el Laborismo, los calificó de destructivos para la seguridad de Israel), ese consenso es frágil. Las divisiones políticas y las acusaciones mutuas afloraron rápidamente, como en cada fracaso importante israelí. La mayoría de los partidos de oposición culparon a Netanyahu y a su gobierno por las políticas que llevaron a este enorme revés diplomático.

Los fracasos se han acumulado en un breve período. Tras el fracaso de la operación de Doha, que buscaba eliminar a la dirigencia de Hamás —y que le costó a Israel políticamente frente a Washington e indirectamente frente a Catar—, llegó este revés, quizá el mayor desde 1967. Por primera vez, un reconocimiento internacional masivo de Palestina desafió las amenazas israelíes y sus intentos de contención. Francia y el Reino Unido incluso advirtieron de medidas recíprocas o inesperadas contra Israel en caso de represalias, incluidas las relativas al traslado de consulados de Jerusalén a Ramala —un lenguaje sin precedentes en la diplomacia israelí o internacional.

La opinión pública israelí percibe estos cambios como una «revuelta» internacional contra Israel, prueba de que incluso una fuerza aplastante tiene límites y ya no produce réditos políticos —especialmente pocos días después del llamado «discurso de Esparta» de Netanyahu. Esto podría generar una toma de conciencia de que la fuerza militar no basta para alcanzar objetivos. Sin embargo, lo que retrasa tal comprensión es la falta de una alternativa política viable al gobierno de Netanyahu, dado que la oposición sigue fragmentada. El bloque de Gantz quiere unirse al gobierno de Netanyahu si Smotrich y Ben Gvir son excluidos, a cambio de fijar fechas electorales. Mientras tanto, Lapid y Lieberman llaman a derrocar a Netanyahu, pero carecen de la fuerza necesaria, especialmente por las tensiones con los ultraortodoxos (haredim), que apoyan a Netanyahu pese a la desconfianza, debido a acuerdos sobre el servicio militar y cuestiones de guerra.

Para los palestinos, la vitalidad de su causa se ve reforzada por sus dimensiones árabes, regionales e internacionales. La próxima Asamblea General de la ONU y sus reuniones paralelas podrían brindar un mayor respaldo a esta trayectoria. El Canal 12 israelí informó que Trump invitó a los líderes de Egipto, Arabia Saudí, Jordania, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Turquía a reunirse en Nueva York para discutir el fin de la guerra en Gaza. Un encuentro así preocuparía aún más al gobierno de Netanyahu, en particular a los partidos sionistas religiosos y a ciertas facciones del Likud, y podría reducir el apoyo incondicional de USA a medidas de anexión o de soberanía —sobre todo ante la prioridad inmediata de poner fin a la guerra en Gaza y avanzar hacia la reconstrucción.

En conclusión:
Estos cambios internacionales parecen firmes e irreversibles, creando una nueva realidad global fundamentalmente distinta de las décadas pasadas. Se basan en una solución integral, que incluye el establecimiento de un Estado palestino, y no en las estrategias israelíes de «gestión del conflicto» o «reducción del conflicto».

Los cambios actuales —y la incapacidad tanto de Israel como de la administración Trump para detenerlos— podrían ampliar los sectores en Israel que reconocen que una solución política con los palestinos es el único camino hacia la seguridad. Los fracasos repetidos de Israel también podrían empujar a más personas a comprender que su posición mundial, sin el auxilio de USA, demuestra los límites del poder militar en una región que atraviesa profundas transformaciones que restringen las políticas israelíes de desplazamiento y erradicación.

El reconocimiento de Palestina no crea de inmediato un Estado, pero puede abrir el camino hacia uno, al margen de la voluntad oficial de Israel. También reafirma —tanto ante la opinión pública israelí como internacional— que lo que antes parecía imposible, como el fin de la ocupación y el desmantelamiento de las colonias, puede efectivamente volverse posible en estas condiciones cambiantes.

Para los palestinos, este momento lleva consigo esperanza: que su destino no sea ni la exterminación ni el desplazamiento, sino el establecimiento de su Estado en su tierra natal.

AMEER MAKHOUL
Les reconnaissances internationales de l’État de Palestine ébranlent la politique israélienne

Ameer Makhoul, Progress Center for Policies, 22/9/2025

الاعترافات الدولية بدولة فلسطين تهز السياسة الاسرائيلية

Traduit par Tlaxcala

 

Un état d’anxiété et de choc s’empare à la fois des courants politiques au pouvoir et de l’opposition en Israël, à la suite des reconnaissances simultanées de l’État de Palestine par les plus proches alliés d’Israël — le Royaume-Uni, le Canada et l’Australie — bientôt rejoints par le Portugal. D’autres États se préparent à reconnaître la Palestine et à promouvoir la sauvegarde de la solution à deux États.

Ahmad Rahma, Turquie
 

Contrairement aux attentes d’une réaction immédiate et préparée à l’avance, le Premier ministre israélien Benyamin Netanyahou a annoncé qu’il discuterait de la réponse d’Israël avec Donald Trump lors de leur rencontre le 29 de ce mois, en marge de l’Assemblée générale de l’ONU.

Détails :
Les réponses israéliennes possibles oscillent entre l’option extrême de déclarer l’annexion de la Cisjordanie (peu probable), et l’imposition de la souveraineté sur la vallée du Jourdain — déjà sous occupation militaire israélienne — ce qui rendrait une telle déclaration largement symbolique et politique. Une autre option consisterait à étendre la souveraineté sur d’autres parties de la Cisjordanie, y compris le nord et la zone de Khan al-Ahmar, fragmentant ainsi le territoire palestinien et empêchant sa continuité géographique. Une option plus extrême (mais improbable) serait de dissoudre ou de démanteler l’Autorité palestinienne, ce qui reste peu vraisemblable compte tenu des positions arabes, internationales et surtout européennes.

Netanyahou a déclaré qu’il « doublerait l’activité de colonisation, comme cela se passe déjà sur le terrain », tandis que des cadres du Likoud, proches idéologiquement du courant sioniste religieux, ont appelé à intensifier la construction de colonies et à établir un millier de nouvelles « fermes-colonies ». Celles-ci consistent à attribuer des milliers de dunams de terres palestiniennes à une seule famille ou à un petit groupe, protégés par l’armée israélienne et les milices de colons. Cela intervient dans un contexte de crise du projet colonial, qui — à l’exception de Jérusalem — souffre d’une stagnation du nombre de colons et des transferts de population depuis l’intérieur de la Ligne verte vers la Cisjordanie, ainsi que d’une émigration croissante des Israéliens vers l’étranger.

Les reconnaissances simultanées de la Palestine — et les profonds changements qu’elles représentent dans le comportement international sur la question palestinienne — marquent un moment de vérité pour tous les acteurs palestiniens, arabes, israéliens et internationaux. Un tournant qui semble irréversible.

La décision de Netanyahou de retarder sa réponse jusqu’à sa rencontre avec Trump découle d’une reconnaissance implicite de deux choses : premièrement, qu’Israël, seul, ne peut arrêter la trajectoire des reconnaissances et des changements internationaux en faveur d’un État palestinien ; deuxièmement, que les USA eux-mêmes ne peuvent contrer ces évolutions parmi leurs alliés occidentaux les plus proches. Washington reconnaît aussi que les politiques de Netanyahou divergent de plus en plus des priorités de l’administration Trump, malgré son engagement absolu pour la sécurité et la supériorité d’Israël. Sur le plan interne, la décision de Netanyahou montre qu’il détient seul les clés de la décision, marginalisant Smotrich et Ben Gvir.

Malgré un large consensus sioniste — englobant coalition et opposition — contre ces reconnaissances (même le Parti démocrate, né de la fusion de Meretz et du Parti travailliste, les a qualifiées de destructrices pour la sécurité d’Israël), ce consensus reste fragile. Les divisions politiques et les accusations mutuelles sont vite apparues, comme lors de chaque échec majeur israélien. La plupart des partis d’opposition ont blâmé Netanyahou et son gouvernement pour des politiques ayant conduit à ce revers diplomatique majeur.

Les échecs se sont accumulés en peu de temps. Après l’échec de l’opération de Doha visant à éliminer la direction du Hamas — qui a coûté à Israël politiquement vis-à-vis de Washington et indirectement du Qatar — est survenu ce revers, sans doute le plus grand depuis 1967. Pour la première fois, une reconnaissance internationale massive de la Palestine a défié les menaces israéliennes et ses tentatives d’endiguement. La France et le Royaume-Uni ont même averti de mesures réciproques ou inattendues contre Israël en cas de représailles, y compris concernant le transfert de consulats de Jérusalem à Ramallah — un langage sans précédent dans la diplomatie israélienne ou internationale.

L’opinion publique israélienne perçoit ces changements comme une « révolte » internationale contre Israël, preuve que même une force écrasante a ses limites et ne produit plus de gains politiques — surtout quelques jours après le soi-disant « discours de Sparte » de Netanyahou. Cela pourrait éveiller une prise de conscience que la force militaire ne suffit pas à atteindre des objectifs. Ce qui retarde toutefois une telle réalisation est l’absence d’alternative politique viable au gouvernement Netanyahou, l’opposition restant fragmentée. Le camp de Gantz souhaite rejoindre Netanyahou au gouvernement si Smotrich et Ben Gvir en sont exclus, en échange de la fixation de dates électorales. Lapid et Lieberman appellent, eux, à renverser Netanyahou, mais n’en ont pas la force, d’autant que les tensions avec les ultra-orthodoxes (Haredim) demeurent fortes, ceux-ci soutenant Netanyahou malgré la méfiance, en raison d’accords sur les questions  de la conscription et de la guerre.

Pour les Palestiniens, la vitalité de leur cause est renforcée par ses dimensions arabes, régionales et internationales. La prochaine Assemblée générale de l’ONU et ses rencontres parallèles pourraient apporter un soutien supplémentaire à cette trajectoire. La chaîne 12 israélienne a rapporté que Trump a invité les dirigeants d’Égypte, d’Arabie saoudite, de Jordanie, du Qatar, des Émirats arabes unis et de Turquie à se réunir à New York pour discuter de la fin de la guerre à Gaza. Une telle rencontre inquiéterait encore davantage le gouvernement Netanyahou, en particulier les partis sionistes religieux et certaines factions du Likoud, et pourrait réduire le soutien inconditionnel des USA à des mesures d’annexion ou de souveraineté — surtout alors que la priorité immédiate est de mettre fin à la guerre de Gaza et d’avancer vers la reconstruction.

Conclusion
Ces changements internationaux apparaissent solides et irréversibles, créant une nouvelle réalité mondiale fondamentalement différente des décennies passées. Elle repose sur une solution globale, incluant l’établissement d’un État palestinien, et non plus sur les stratégies israéliennes d’« administration du conflit » ou de « réduction du conflit ».

Les évolutions actuelles — et l’incapacité d’Israël comme de l’administration Trump à les stopper — pourraient élargir les cercles en Israël qui considèrent qu’une solution politique avec les Palestiniens est la seule voie vers la sécurité. Les échecs répétés d’Israël pourraient aussi pousser davantage de citoyens à comprendre que sa position mondiale, sans le sauvetage des USA, montre les limites de la puissance militaire dans une région en profonde transformation qui contraint les politiques israéliennes de déplacement et d’éradication.

La reconnaissance de la Palestine ne crée pas immédiatement un État, mais elle peut en tracer la voie, indépendamment de la volonté officielle d’Israël. Elle réaffirme aussi — aux yeux des opinions publiques israélienne et internationale — que ce qui paraissait autrefois impossible, comme la fin de l’occupation et le démantèlement des colonies, peut bel et bien devenir possible dans ces conditions changeantes.

Pour les Palestiniens, ce moment porte un espoir : que leur destin ne soit ni l’extermination ni le déplacement, mais l’établissement de leur État sur leur terre natale.

MONA ALI KHALIL
Que peut faire l’Assemblée générale de l’ONU pour mettre fin à l’occupation israélienne ?

  Mona Ali Khalil, PassBlue, 14/9/2025
Traduit par Tlaxcala

Mona Ali Khalil est une juriste de droit international public reconnue au niveau international, avec 30 ans d’expérience à l’ONU et ailleurs, notamment comme ancienne haute responsable juridique à l’ONU et à l’AIEA. Spécialiste du maintien et de l’imposition de la paix, du désarmement et de la lutte contre le terrorisme, elle est titulaire d’un B.A. et d’un M.A. en relations internationales de l’Université Harvard, ainsi que d’un master en relations internationales et d’un doctorat en droit de l’Université de Georgetown. Elle est fondatrice et directrice de MAK LAW INTERNATIONAL et collaboratrice du Harvard Law School Program on International Law and Armed Conflict. Elle est coauteure de plusieurs publications, dont Empowering the UN Security Council: Reforms to Address Modern Threats, the UN Security Council Conflict Management Handbook et Protection of Civilians.

 

Des visiteurs observent la mosaïque « La règle d’or », inspirée d’une peinture de l’artiste usaméricain Norman Rockwell, lors d’une visite guidée du siège de l’ONU. On y lit : « Fais aux autres ce que tu voudrais qu’ils te fassent ». Comme il apparaît improbable qu’Israël se conforme à l’avis consultatif de la Cour internationale de Justice (CIJ) sur le Territoire palestinien occupé avant la date butoir du 18 septembre, l’Assemblée générale peut néanmoins prendre des mesures spécifiques pour faire respecter cet avis consultatif. (PHOTO ONU)

Avec la multiplication des colonies illégales et l’explosion de la violence des colons en Cisjordanie, et avec la famine et les bombardements incessants ayant déjà causé la mort de plus de 64 000 Palestiniens à Gaza, en majorité des femmes et des enfants, le monde observe ce que l’Assemblée générale peut faire — ou non — pour garantir que des conséquences réelles soient appliquées aux violations flagrantes par Israël des Conventions de Genève et de la Convention sur le génocide.

Quelques jours avant l’échéance du 18 septembre fixée par l’Assemblée générale des Nations unies pour qu’Israël se conforme à l’avis consultatif rendu par la CIJ — avis qui a confirmé le caractère illégal de l’occupation, de l’annexion et de la colonisation du Territoire palestinien occupé (TPO) —, Israël n’a pas obéi. Il n’a ni mis fin à son occupation illégale, ni démantelé ses colonies illégales, ni évacué ses colons illégaux.

Au contraire, le Premier ministre Benjamin Netanyahou et sa coalition d’extrême droite ont déclaré leur intention d’intensifier exponentiellement l’activité de colonisation et d’envisager l’annexion de la Cisjordanie, y compris Jérusalem-Est. Ils ont également rendu publics des plans de recolonisation de Gaza et, à cette fin, ont accéléré l’anéantissement de la bande de Gaza, menant une campagne génocidaire de bombardements incessants, de déplacements forcés et de famine généralisée visant l’ensemble de la population palestinienne.

Il y a près d’un an, le 18 septembre 2024, la 10e session extraordinaire d’urgence de l’Assemblée générale, agissant dans le cadre de la résolution « Unis pour la paix », a adopté à une écrasante majorité une résolution visant à mettre en œuvre l’avis consultatif de la CIJ du 19 juillet 2024. Dans cette résolution, l’AG a réaffirmé la conclusion de la Cour selon laquelle Israël doit se retirer du TPO, démanteler ses colonies et évacuer ses colons aussi rapidement que possible. L’AG a fixé un délai de 12 mois pour qu’Israël s’y conforme, qui expire le 18 septembre 2025.

Pourquoi Israël est-il obligé de se conformer à un simple avis consultatif ?

Bien que les avis consultatifs de la CIJ n’aient pas, en règle générale, de force obligatoire, dans la mesure où l’avis de 2024 confirme des normes impératives (jus cogens) et identifie des obligations contraignantes (erga omnes), ces normes et obligations demeurent obligatoires pour tous les États, y compris Israël.

En réalité, la CIJ n’a pas seulement identifié des obligations contraignantes pesant sur Israël en tant que puissance occupante, elle a également identifié des obligations contraignantes pour tous les États et pour l’ONU elle-même. Il appartient désormais aux États et à l’ONU — y compris au Conseil de sécurité et, à défaut, à l’Assemblée générale — de garantir la mise en œuvre des éléments contraignants de l’avis consultatif.

Si l’AG ne peut imposer d’obligations contraignantes aux États membres réticents, la résolution « Unis pour la paix » codifie son autorité à recommander une action collective des États disposés et capables d’agir, et qui, selon la CIJ, sont tenus d’agir. Le principe de la Responsabilité de protéger rend cela encore plus crucial dans les situations impliquant un génocide, des crimes de guerre, des crimes contre l’humanité et un nettoyage ethnique.

Lorsque le Conseil de sécurité est dans l’incapacité d’assumer sa responsabilité en raison d’un veto d’un ou plusieurs de ses membres permanents, l’Assemblée générale peut et doit intervenir pour défendre la Charte de l’ONU et le droit international. La 10e session extraordinaire d’urgence sur le TPO, comme la 11e sur l’Ukraine, démontre que l’AG peut agir quand le Conseil de sécurité en est empêché. Néanmoins, elle n’a pas encore exploité tout le potentiel de la résolution « Unis pour la paix ».

Un précédent riche et solide

Née de la crise coréenne en 1950, la résolution a été invoquée pour la première fois en 1956, quand Israël, avec le soutien de la France et du Royaume-Uni, a envahi l’Égypte. Lors de cette première session extraordinaire, l’AG a créé la première force de maintien de la paix de l’ONU — la Force d’urgence des Nations unies (FUNU) — pour superviser le retrait de toutes les troupes étrangères d’Égypte.

Lors de sa quatrième session extraordinaire, l’AG a adopté un embargo sur les armes concernant la situation en République démocratique du Congo. À sa cinquième session, elle a appelé les États membres à faciliter l’assistance humanitaire pour soulager la souffrance des civils et des prisonniers de guerre au Moyen-Orient, et a exhorté Israël à annuler toutes les mesures visant à modifier le statut de Jérusalem. Lors de sa huitième session extraordinaire, l’AG a appelé les États membres à fournir une assistance militaire aux États de première ligne ainsi qu’à l’Organisation du peuple du Sud-Ouest africain (SWAPO) afin de renforcer sa lutte pour la libération de la Namibie.

La 10e session extraordinaire a été convoquée pour la première fois en 1997 afin de traiter des « actions israéliennes illégales dans Jérusalem-Est occupée et le reste du TPO ». Elle a été reprise plus de 20 fois entre 1997 et aujourd’hui. Elle a adopté une série de résolutions, dont certaines visant à protéger les civils et à faire respecter les obligations juridiques et humanitaires. Elle a aussi affirmé sa détermination à envisager des moyens pratiques pour garantir le respect de ces obligations.

Que peut faire l’AG pour « garantir le plein respect » de l’avis consultatif de la CIJ ?

À compter du 18 septembre 2025, ou peu après, la 10e session extraordinaire d’urgence peut recommander une ou plusieurs des six mesures concrètes suivantes, sur la base de ses propres précédents :

  • Exhorter les États membres à fournir une assistance humanitaire à la population palestinienne de Gaza et des autres parties du TPO ;
  • Autoriser les États membres à imposer des mesures diplomatiques, financières ou autres, y compris un embargo sur les armes contre Israël ;
  • Déployer une mission de maintien de la paix de l’ONU ou une force de protection civile, à la demande ou avec le consentement de l’Autorité palestinienne ;
  • Nommer une Commission des Nations unies et/ou un Commissaire des Nations unies pour administrer Gaza, comme l’AG l’a fait en Namibie en attendant le retrait des forces sud-africaines (même si la Commission n’avait pas pu être présente physiquement en Namibie en raison du refus sud-africain) ;
  • Appeler les Hautes Parties contractantes de la 4e Convention de Genève à convoquer une conférence sur la situation dans le TPO, afin de remplir l’obligation de tous les États de mettre fin à la présence illégale d’Israël dans le TPO aussi rapidement que possible ; et/ou
  • Refuser d’accepter les lettres de créance du gouvernement Netanyahou lors de la 80e session ordinaire de l’AG, comme elle l’a fait avec le gouvernement d’apartheid d’Afrique du Sud, vidant ainsi son siège à l’AG sans préjudice pour son appartenance à l’ONU.
Pour ceux qui disent que l’AG ne peut pas le faire : son propre passé prouve le contraire.
Pour ceux qui disent que l’AG ne veut pas le faire : le droit international et la CIJ l’exigent.
Pour ceux qui disent que l’AG ne peut pas faire appliquer ses résolutions : le Conseil de sécurité ne les a pas appliquées non plus.