Luis E.Sabini Fernández, 13/5/2021
Llama poderosamente la atención el desalojo violento de Jerusalén, ciudad sagrada, si las hay, a la que se la supone tan respetada…
Prácticamente no hay casi información de los gases, balazos, malos tratos, abusos, torturas, que la policía y el ejército israelí infligen a pobladores de barrios civiles. Que tienen una peculiaridad: son palestinos.
Salvo la que logran traspasar algunos muy aislados y dignos periodistas, valientes, palestinos y algunos de otro origen, que por diferentes razones han estado o están en Jerusalén o en el territorio de la Palestina despojada (por ejemplo, Jonathan Cook o Mohamed Omer).
Por su parte las agencias noticiosas occidentales tienen sus destacados en Palestina/Israel que exclusiva o casi exclusivamente reportan la versión que los sistemas comunicacionales israelíes “informan” y filtran.
¡Felices fiestas!-Viñeta de Emad Hajjaj
En EE.UU., por ejemplo, se hizo viral el video que mostró la atrocidad de la rodilla en el pescuezo asfixiando a George Floyd, afronorteamericano. Pero los videos en que, por ejemplo, se ve que están asfixiando a Mahmoud El Kurd en el operativo de despojo de las viviendas en un barrio jerosolimitano (ahora, mayo 2021, unas 8 viviendas con varias decenas habitantes) no aparecen en Occidente. No es que no se viralicen, ni siquiera alcanzan cualquier circuito (salvo el de los más inmediatos seguidores de la cuestión palestino-israelí).
Pero no sólo no se ve un desalojo violento. Tampoco se vieron, salvo fugazmente, los palestinos gaseados, baleados, lisiados y asesinados durante las Marchas por la Tierra que desde el 30 de marzo de 2018, en forma totalmente pacífica mantuvieron los palestinos durante años. Y no hablamos de hechos aislados: cada viernes, decenas de francotiradores israelíes se apostaban en taludes, cómodamente, para herir o matar. Las primeras manifestaciones fueron “tratados” mediante balazos en las ingles de los manifestantes. Como la cantidad de muertos idos en sangre fue alta y la condena desde determinados círculos, muy notoria, los mandos de la seguridad israelí variaron la tarea de los francotiradores: tirar a los tobillos. Así se lograron varios objetivos: no matar directamente que es muy chocante, y sólo algunos regímenes demenciales como el de Uribe en Colombia, el de Duterte en Filipinas o la Junta Militar de Myanmar, como tantas juntas militares, se atreven a hacer abiertamente. Una democracia modelo como la israelí… no podría.
Pero evitar la muerte franca, permitía a la vez recargar el fragilizado sistema sanitario palestino con baldados de por vida. No estarían muertos, pero llegarían a ser una una carga, para la sociedad palestina.