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10/10/2021

GUY SAPERSTEIN
Pourquoi je quitte les USA

Guy Saperstein, Scheerpost, 7/10/2021
Traduit par
Fausto Giudice, Tlaxcala

Guy Saperstein est un avocat usaméricain. Il a fondé un cabinet d'avocats à Oakland, en Californie, en 1972, qui est devenu le plus grand cabinet d'avocats spécialisé dans les droits civils aux USA, réussissant à mettre sur pied les plus grandes actions collectives pour discrimination fondée sur la race, le sexe et l'âge de l'histoire des USA. Guy a également mené des poursuites dans le cadre de la False Claims Act (Loi anti-fraudes) contre Lockheed Missiles & Space Co. en rapport avec des systèmes de surveillance par satellite, et contre Raytheon, Boeing et TRW en rapport avec le Programme national de défense antimissile bidon. Ancien président de la fondation Sierra Club, décrit par Bill O'Reilly comme « un membre de l'infâme mafia de gauche », il est l'auteur de Civil Warrior : Memoirs of a Civil Rights Attorney.

Après six décennies passées à lutter pour la justice sociale et à incarner le rêve usaméricain, ce couple a décidé de tourner le dos à une nation perdue.

 

Ma femme et moi avons passé soixante ans à lutter pour la justice sociale en Amérique et à essayer d'être de bons citoyens, moi en tant qu'avocat des droits civiques qui a plaidé - et gagné - les plus grandes affaires de discrimination à l'embauche liées à la race, à l'âge et au handicap de l'histoire usaméricaine, et ma femme en tant qu'enseignante, assistante sociale, militante de la santé et philanthrope. J'ai pris ma retraite à cinquante et un ans, après avoir bâti un cabinet extrêmement lucratif, sans jamais perdre une seule affaire, tout en poursuivant la restitution légale au nom de clients qui avaient été lésés.

J'étais l'incarnation même du rêve américain. Mais au fil des décennies, j'ai acquis la conviction que l'Amérique est en phase terminale de déclin et que la bataille pour la justice et l'équité est sans espoir. Les raisons en sont multiples.

L'Amérique était autrefois le leader mondial de l'innovation. Elle ne l'est plus. Nous n'avons même pas un kilomètre de train à grande vitesse, sauf si vous comptez Disneyland. La Chine en a 30 000, et ça continue. Quel pays pensez-vous être prêt à prospérer au siècle prochain ?

Nous ne pouvons même pas maintenir nos routes en état. Les routes de l'Amérique sont un gâchis, beaucoup aussi mauvaises que dans n'importe quel pays du tiers monde. En fait, c'est ce que l'Amérique est en train de devenir - un pays du tiers monde.

La bataille est perdue. L'Amérique est en phase terminale de déclin et près de 75 millions d'Américains semblent vouloir l'enfoncer davantage. Comment se peut-il que tant de millions de personnes aient voté pour un homme qui a échoué dans tout ce qu'il a essayé - un homme qui a créé plus d'une vingtaine d'entreprises et qui a échoué à chaque fois, qui a trompé trois femmes à plusieurs reprises avant que chaque mariage n'échoue, qui est méprisé même par les membres de sa propre famille, qui a fait tout son possible, presque chaque jour, pour montrer qu'il est raciste et sexiste, un homme qui, selon le Washington Post, a été pris en flagrant délit de plus de 30 000 mensonges au cours de ses quatre années de présidence, qui a triché dans presque tout, y compris au golf, comment se fait-il qu'un tel homme soit considéré comme un modèle de vertu par près de la moitié de l'électorat ? Quelque chose a sérieusement déraillé.

GUY SAPERSTEIN
Por qué me marcho de Estados Unidos

Guy Saperstein, Scheerpost, 7/10/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

Guy Saperstein es un abogado usamericano. Fundó en 1972 un bufete de abogados en Oakland (California) que se convirtió en el mayor despacho de abogados de derechos civiles de Estados Unidos, desarrollando con éxito las mayores demandas colectivas por discriminación de raza, sexo y edad de la historia de EE. UU. Guy también llevó a cabo casos de la Ley de Reclamaciones Falsas contra Lockheed Missiles & Space Co. en relación con los sistemas de vigilancia por satélite, y contra Raytheon, Boeing y TRW en relación con el falso Programa Nacional de Defensa contra Misiles. Antiguo presidente de la Fundación Sierra Club, descrita en su día por Bill O'Reilly como “miembro de la nefasta mafia de izquierdas”, es autor de “Civil Warrior: Memoirs of a Civil Rights Attorney”.

Tras seis décadas luchando por la justicia social y disfrutando de la encarnación del sueño americano, esta pareja se aleja de una nación perdida.

 

Mi mujer y yo hemos pasado sesenta años luchando por la justicia social en Estados Unidos y tratando de ser buenos ciudadanos, yo como abogado de los derechos civiles que litigó -y ganó- los mayores casos de discriminación laboral por raza, edad y discapacidad de la historia de este país, y mi mujer como profesora, trabajadora social, activista sanitaria y filántropa. Me jubilé a los cincuenta y un años, después de haber construido una práctica enormemente lucrativa, sin perder nunca un caso al perseguir la restitución legal en nombre de los clientes a quienes les había tocado llevarse la peor parte.

Yo era la encarnación misma del sueño americano. Pero, con el paso de las décadas, me he convencido de que Estados Unidos está en declive terminal y que la batalla por la justicia y la equidad es imposible. Las razones son múltiples.

Estados Unidos fue una vez líder mundial en innovación. Ya no lo es. Ni siquiera tenemos una milla de ferrocarril de alta velocidad, a menos que cuente Disneylandia. China tiene 30.000, y sigue creciendo. ¿Qué país creen que está preparado para prosperar en el próximo siglo?

Ni siquiera podemos mantener nuestras carreteras en buen estado. Las carreteras de EE. UU. son un desastre, muchas de ellas tan malas como las de cualquier país del Tercer Mundo. De hecho, en eso se está convirtiendo EE. UU.: en un país tercermundista.

GIDEON LEVY
Une image de Gaza : 2 millions de personnes privées de leur dignité

Gideon Levy, Haaretz, 10/10/2021
Traduit par
Fausto Giudice, Tlaxcala

Cette image devrait hanter chaque Israélien·ne, où qu'il·elle aille. Les hanter, perturber leur sommeil, torturer leur conscience, détruire leur tranquillité d'esprit.

Des hommes palestiniens rassemblés pour demander des permis de travail en Israël, à Jabalya, mercredi. Photo : MAHMUD HAMS / AFP

Une masse de personnes se pressant devant la chambre de commerce du camp de réfugiés de Jabalya, dans une tentative désespérée d'obtenir un permis de travail en Israël. Il faut voir les expressions, les yeux décolorés, la barbe, les supplications, le désespoir sur le visage de chaque personne dans la file, qui se bat pour sa vie et son gagne-pain. Les papiers qu'ils brandissent, comme s'ils allaient les aider à réaliser leur rêve. Les mains tendues, comme si le bras long de quelqu'un allait l'aider à atteindre son rêve. Mais c'est le bras long d'Israël qui sert à ces gens tous ces maux.

KAREN GREENBERG
11-S: ¿Pedir perdón? ¡Ni por asomo! Sin rendir cuentas y sin pedir disculpas

Karen J. Greenberg, TomDispatch.com, 7/10/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala


Karen J. Greenberg, colaboradora habitual de TomDispatch, es directora del Centro de Seguridad Nacional de la Facultad de Derecho de la Universidad Fordham (Nueva York). Ha escrito varios libros, el último de los cuales es Subtle Tools: The Dismantling of Democracy from the War on Terror to Donald Trump  (Princeton University Press).  Julia Tedesco ha colaborado en investigaciones necesarias para este artículo. @KarenGreenberg3

El aniversario de los atentados del 11-S estuvo marcado por días de rememoraciones: por los valientes rescatistas de aquel momento, por los miles de asesinados al derrumbarse las Torres Gemelas, por los que murieron en el Pentágono, o en Shanksville, Pensilvania, por luchar contra los secuestradores del avión comercial en el que viajaban, así como por los que combatieron en las guerras interminables que fueron la respuesta de Estados Unidos a aquellos ataques de Al Qaida.

Un cuento de dos torres, por Rafat Alkhateeb, Jordania

 Para algunos, el recuerdo de ese horrible día incluye sacudir la cabeza por los errores que este país cometió en la forma de responder ante el mismo, errores con los que vivimos hasta este mismo momento.

Entre los personajes más prominentes que sacudieron la cabeza por los errores cometidos tras el 11-S, y por no haberlos corregido, estaba la de Jane Harman, demócrata por California, que entonces formaba parte de la Cámara de Representantes. Pero se uniría a todos los miembros del Congreso, menos a una -la también representante de California Barbara Lee- para votar a favor de la notablemente confusa Autorización para el Uso de la Fuerza, o AUMF (por sus siglas en inglés), que allanó el camino para la invasión de Afganistán y tantas otras cosas. De hecho, sirvió para poner al Congreso en el congelador a partir de entonces, permitiendo que el presidente pasara por encima de él para decidir durante años a quién atacar y dónde, siempre y cuando justificara lo que hiciera aludiendo a un término claramente impreciso: el terrorismo.  Así, Harman también votaría a favor de la Ley Patriot, que más tarde se utilizaría para poner en marcha políticas de vigilancia masiva sin orden judicial, y luego, un año después, a favor de la invasión de Iraq por parte de la administración Bush (basada en la mentira de que el gobernante iraquí Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva).

Pero, con motivo del XX aniversario de los atentados, Harman ofreció un mensaje diferente, que no podría haber sido más apropiado o, en general, más raro en este país: un mensaje impregnado de arrepentimiento. “Fuimos más allá del uso, cuidadosamente diseñado y autorizado por el Congreso, de la fuerza militar”, escribió arrepentida, refiriéndose a la autorización de 2001 para usar la fuerza contra Al Qaida y Osama bin Laden. Harman también criticó la decisión de ir a la guerra contra Iraq en base a una “inteligencia selectiva”; el uso eterno de los ataques con aviones no tripulados en guerras interminables; así como la creación de una prisión de injusticia en la Bahía de Guantánamo, Cuba, y de los sitios negros de la CIA en todo el mundo, destinados torturar a los prisioneros de la guerra contra el terrorismo. El resultado, concluyó, fue crear “más enemigos de los que destruimos”.

09/10/2021

JANET REITMAN
Terry Albury, ancien agent du FBI emprisonné pendant 4 ans pour avoir dénoncé ses pratiques illégales : « J'ai aidé à détruire des gens »

 Janet Reitman, The New York Times Magazine, 1/9/202. Photos de Terry Albury par Ian Allen

Traduit par Fausto Giudice, Tlaxcala

 

Janet Reitman est membre de la rédaction du New York Times Magazine et est chercheuse au projet Future Security de l'A.S.U. (Arizona State University) et de la Fondation New America. Elle travaille actuellement à la rédaction d'un livre pour Random House sur la démoralisation de l'USAmérique après le 11 septembre, dont le titre provisoire est The Unraveling of Everything. Son premier livre, Inside Scientology : The Story of America's Most Secretive Religion (2011), a été un best-seller national et un « livre remarquable » du New York Times. @janetreitman

Ian Allen est un photographe de la région de Seattle, spécialisé dans les portraits, ainsi que dans l'architecture et les natures mortes.

Terry Albury, un agent idéaliste du FBI, a été tellement déçu par la guerre contre le terrorisme qu'il était prêt à divulguer des documents confidentiels - et à aller en prison pour cela.

Tôt le matin du 29 août 2017, Terry Albury s'est réveillé avec un pressentiment lancinant. Ce n'était pas encore l'aube à Shakopee, Minnesota, la banlieue de Minneapolis où Albury, un agent spécial du F.B.I., vivait avec sa femme et leurs deux jeunes enfants, et il est resté allongé dans son lit pendant quelques minutes, passant en revue la liste de contrôle mental des affaires, des réunions et des appels téléphoniques, les choses qui lui donnaient généralement l'impression que sa vie était en ordre. C'était un vétéran du FBI depuis 16 ans : 38 ans, grand et bien bâti, avec des cheveux noirs coupés et une barbichette noire. Il avait passé la majeure partie de sa carrière dans le contre-terrorisme, enquêtant sur les cellules dormantes et accumulant les citations signées par les directeurs du F.B.I. Robert Mueller et James Comey, qui louaient son travail "exceptionnel" de recrutement de sources confidentielles et d'exposition des réseaux de financement du terrorisme. Il était un enquêteur minutieux et un observateur attentif. "Il se passe quelque chose dans les coulisses dont je ne suis pas conscient", a-t-il dit à sa femme la veille. Elle lui a dit d'arrêter de s'inquiéter. "Tu penses toujours qu'il y a quelque chose qui se passe". Elle avait raison. Mais cette fois, il avait des raisons d'être inquiet, même s'il avait été prudent. La carte mémoire était enfouie dans son armoire, dans une poche de chemise sous une pile de vêtements. "Arrête d'être si paranoïaque", s'est-il dit. Puis il est parti au travail.

Albury avait passé les six derniers mois affecté à l'aéroport international de Minneapolis-St. Paul en tant qu'officier de liaison. Il avait toujours été étonné de voir à   quel point la plupart des USAméricains étaient peu au courant du monde souterrain légal du terminal international, où les agents fédéraux de l'ICE [Agence de police de l’immigration et des frontières] ou des douanes et de la protection des frontières pouvaient, à la demande du F.B.I. ou d'une autre agence de renseignement, sortir une personne de la file à la douane et l'interroger sur la seule base de son origine pakistanaise, syrienne, somalienne ou d'un autre pays dans lequel le gouvernement usaméricain avait un intérêt. Son rôle était de superviser cette forme de collecte de renseignements, un aspect particulièrement peu recommandable du contre-terrorisme, selon lui, même si c'était mieux que d'êt recoincé dans l'édifice tentaculaire de cinq étages qu'était le bureau local de Minneapolis, où il travaillait depuis 2012.

Ce matin-là, Albury avait été convoqué au bureau de terrain pour un entretien avec un groupe d'inspecteurs du F.B.I. venus de Washington. C'était assez routinier - le siège envoyait toujours des équipes d'inspection pour s'assurer que les agents et leurs responsables faisaient leur travail - mais Albury était venu si peu souvent au bureau que la dernière fois que son superviseur l'a vu, il lui a demandé ce qu'il faisait là. "Je travaille ici", a répondu Albury. Cette rencontre l'a laissé avec un sentiment de malaise.

Le trafic était fluide. Avec un peu de chance, il se dit qu'il serait de retour à l'aéroport avant l'heure du déjeuner. Il a tiré sa Dodge Charger émise par le gouvernement jusqu'à la barrière de sécurité et a montré ses papiers au garde, qui lui a fait signe de passer. Le parking souterrain était presque vide. C'est étrange, pensa-t-il.

Un couple d'agents se tenait à l'entrée. Albury a discuté avec eux pendant quelques minutes. "Je pensais que vous étiez à MSP", a dit un agent, faisant référence à l'aéroport. Albury a mentionné sa réunion avec les inspecteurs. Les agents ont levé les yeux au ciel. "Bonne chance, mec", a dit l'un d'eux.

Plus tard, Albury se remémorera certains moments : les agents, souvent distants, semblaient inhabituellement amicaux ; à 8 heures du matin, le quatrième étage, où Albury travaillait, était entièrement vide, et même si quelques personnes commençaient à arriver vers 8 h 15, il y en avait beaucoup moins que d'habitude au bureau à cette heure-là. Une quinzaine de minutes après qu'il se fut assis à son bureau, le conseiller juridique interne du bureau de Minneapolis, un agent qu'il avait vu peut-être deux fois dans sa vie et jamais en dehors de l'étage de la direction, est apparu dans le hall de la brigade, est passé devant son bureau et, selon Albury, a semblé lui jeter un regard de travers. Il a décidé plus tard que c'était le signe.

Après avoir vérifié ses e-mails et passé en revue ses dossiers, il est monté à l'étage pour rencontrer les inspecteurs. Le fonctionnaire qui l'attendait était celui qui, quelques semaines plus tôt, lui avait demandé ce qu'il faisait au bureau. Il a proposé à Albury de le conduire en bas pour l'entretien. Cela aussi semblait étrange.

Les hommes ont pris l'ascenseur jusqu'au premier étage en silence. La salle d'interrogatoire était au bout du couloir. Luttant contre son sentiment croissant d'effroi, Albury était à mi-chemin dans le couloir lorsque trois membres de l'équipe SWAT [brigade antiterroriste] du FBI sont apparus devant lui. "Les mains au mur !"

Les agents ont fouillé Albury, ont sorti son pistolet de service Glock 23 de son étui et ont confisqué ses chargeurs de rechange, ses menottes, son badge et ses papiers d'identité. Puis ils l'ont conduit dans une petite pièce. Je suppose que ça y est, a-t-il pensé. C'est l'heure du jeu.

Deux agents, un homme et une femme, sont assis à une table. La femme a parlé en premier. "Parlez-moi de l'appareil photo argentique", a-t-elle dit.

Plus de sept mois plus tard, le 17 avril 2018, Terry Albury a comparu devant un tribunal fédéral de Minneapolis, où il a plaidé coupable aux accusations de fuite d'informations classifiées à la presse. Les allégations - selon lesquelles Albury a téléchargé, imprimé et photographié des documents internes du F.B.I. sur son ordinateur de bureau, envoyant certains d'entre eux par voie électronique à un journaliste et en sauvegardant d'autres sur des appareils externes trouvés à son domicile - résultaient d'une enquête interne du F.B.I. qui a duré 17 mois et qui a été déclenchée par deux demandes en vertu de la loi sur la liberté d'information présentées par une organisation de presse (non nommée dans le document d'accusation) en mars 2016. Neuf mois après le dépôt de ces demandes en vertu de la loi sur la liberté d'information, un trésor de documents internes du F.B.I. jetant une nouvelle lumière sur le pouvoir vaste et largement illimité du F.B.I. après le 11 septembre 2001 a été publié sur le site de journalisme d'investigation The Intercept. La fuite comprenait des centaines de pages de manuels de politique non expurgés, y compris le livre de règles byzantin du FBI, le Domestic Investigations and Operations Guide, exposant les failles cachées qui ont permis aux agents de violer les propres règles du bureau contre le profilage racial et religieux et l'espionnage domestique alors qu'ils poursuivaient la guerre intérieure contre le terrorisme. Le ministère de la Justice, sous la direction du procureur général de l'administration Trump, Jeff Sessions, a inculpé Albury de deux chefs d'accusation pour avoir conservé et transmis "sciemment et volontairement" des "informations de défense nationale" à un journaliste. En octobre 2018, il a été condamné à quatre ans de prison.

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افغانستان، یک جامعه ی مسلمانی موزائیکی

میلنا رامپولدی ،31  مرداد 1400

بفارسی از حمید بهشتی

افغانستان یک جامعه موزائیکی مسلمانی است که از فرهنگ ها، زبان ها، اقوام و گویش های بیشماری تشکیل گشته است. افغانستان به لحاظ ذخائر زمینی غنی است. بهمین جهت افغانستان هدف امپراطوری های خارجی قرار دارد که خواهان حاکمیت بر این ثروت ها می باشند. و هر گاه این امپراطوری ها آنجا را ترک گویند حاکمیت به دست گروه های افراطی این کشور می افتد. این امر پس از سقوط اتحاد جماهیر شوروی به وقوع پیوست و امروز نیز پس از برون رفت امپریالیسم آمریکا چنین است

 "طالبان" که خود را بدون مشروعیت، نماینده اسلام شریعتمدار می نامند، فقط گروه کوچکی از این موزائیک می باشند، جنبشی قومی و ناسیونالیستی پشتون ها که خود را در خلع پسا شوروی جا انداخته است. این گروه به میمنت ارتباط هایش با سوداگران تسلیحاتی و شبکه های قاچاقچی موفق گشته است قدرت خویش را گسترش دهد. اگر با دقت بنگریم که این به اصطلاح "طالبان" ، مراکز قدرت خویش را کجاها بر پا نموده است و توجه نمائیم کجاها منابع زیر زمینی این سرزمین قرار دارند، به برخی چیزها واقف می گردیم، اما نه به همه چیز.

GIDEON LEVY
Libérée d’une prison israélienne, Khalida Jarrar fait le deuil de sa fille mais ne va pas cesser de batailler contre l'occupation

Gideon Levy et Alex Levac (photos), Haaretz, 8/10/2021
Traduit par
Fausto Giudice, Tlaxcala

À sa sortie de prison la semaine dernière, la députée palestinienne Khalida Jarrar s'est rendue sur la tombe de sa fille, dont Israël lui a interdit d'assister aux funérailles. « Ils pensent que nous n'avons pas de sentiments, que nous ne sommes pas des êtres humains », dit-elle.

 

Une photo de Khalida Jarrar serrant dans ses bras sa fille Suha, décédée, dans la maison familiale à El Bireh.

 

Une Nissan Juke tout droit sortie de son emballage. Ghassan Jarrar a acheté la voiture il y a trois mois pour sa fille Suha. Le SUV sous-compact a parcouru 198 kilomètres avant que Suha ne décède subitement, en juillet dernier, à l'âge de 31 ans. C'est maintenant sa mère, Khalida, qui le conduira, après sa libération de prison la semaine dernière. Elle avait été incarcérée pendant deux ans pour avoir "occupé une fonction dans une association illégale" - ceci dans un pays où toute organisation, si elle est formée par des Palestiniens, est illégale.

Toujours en deuil de sa fille, Khalida a été conduite dimanche dernier directement de la prison de Damon sur le Mont Carmel à la tombe de Suha, tandis que la nouvelle voiture est restée garée à côté de la maison familiale à El Bireh, près de Ramallah, un triste souvenir de la fille décédée.

Israël a montré toute l'étendue de sa dureté de cœur en ne permettant pas à Khalida Jarrar, membre DU Conseil législatif palestinien et prisonnière politique dans tous les sens du terme, d'assister aux funérailles de Suha. À l'époque, il lui restait deux mois et demi de prison à purger, qu'elle a entièrement purgés, sans réduction. Lors de notre visite cette semaine, elle était assise au deuxième étage de la belle maison en pierre de la famille. Ghassan, comme toujours, l'a enveloppée d'une chaleur et d'un amour infinis. Yafa, la sœur de Suha et le seul autre enfant du couple, était arrivée de chez elle au Canada avec son mari, James Hutt, de sorte qu'ils ont enfin pu pleurer ensemble leur tragédie.