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19/10/2025

La política de separación de Israel perpetúa a Hamas, por Amira Hass

Amira Hass, Haaretz, 17/10/2025
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Traducido por Tlaxcala

Al aislar Gaza de Cisjordania y a los palestinos de su tierra, Israel ayudó a afianzar el Hamas y a borrar las alternativas políticas. Aunque el sueño de villas de lujo en Gaza se haya desvanecido, la lógica subyacente persiste: control del territorio, expulsión indirecta y el continuo asfixiamiento del pueblo palestino bajo el pretexto de la seguridad.


Un colono agita una honda hacia palestinos que recolectaban aceitunas en el pueblo de Beita, cerca de Nablus, el viernes pasado. El alto el fuego no puede verse como una derrota para los colonos. Foto Jaafar Ashtiyeh / AFP

Las promesas de un auge inmobiliario en Gaza — desde la visión del ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, el compromiso del ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir de vecindarios de alto nivel para policías, y los planes de la lideresa de colonos Daniella Weiss (con asistencia divina) para reinstaurar colonias — han resultado ser nada más que bocanadas de aire caliente.
Es tentador decir que el acuerdo de alto el fuego que ahora entra en vigor en la Franja de Gaza ha infligido un golpe severo al movimiento de colonos y a sus partidarios en USA. Igual de tentadora es la imagen de sus castillos de arena colapsando bajo el peso de la resistencia inimaginable y la firmeza de los habitantes de Gaza, y bajo la negativa egipcia, dura pero políticamente calculada, de permitir un éxodo masivo de palestinos hacia su territorio.
Los responsables de la política exterior de Egipto — independientemente de quién gobierne el país — han sospechado desde hace mucho tiempo la intención de Israel de “arrojar” Gaza y sus problemas hacia ellos. Desde el inicio de la guerra, tomaron en serio los planes israelíes de expulsión de la población de Gaza y de reubicación de judíos allí, expresados abiertamente por funcionarios israelíes que parecían olvidar que intentos similares de sus predecesores Mapai-Labor para expulsar de nuevo a los refugiados de 1948 de Gaza habían fracasado.


El ministro de Finanzas Bezalel Smotrich en una conferencia de  en Hebrón el mes pasado. Sus promesas de anexión resultaron no ser más que palabras vacías. Foto Itai Ron

Pero el alto el fuego no puede verse simplemente como una gratificante derrota para el campo colonizador. La lógica política detrás de esas bocanadas de aire caliente y castillos de arena ha dado forma, y continúa dando forma, a la política israelí desde la firma de los Acuerdos de Oslo. Esa lógica ha logrado impedir la creación de un Estado que hiciera realidad el derecho palestino a la autodeterminación, aunque solo en el 22 % restante de la tierra entre el río y el mar.
El sabotaje israelí de la soberanía palestina es el reflejo de su impulso por apropiarse de la mayor cantidad de tierra posible con el menor número de palestinos posible. En la práctica, esto significa expulsión: ya sea hacia la Zona A o al exilio; mediante bombardeos aéreos, o con garrotes y barras de hierro de los “jóvenes de las colinas”; ya sea por demolición de viviendas y desalojos forzados llevados a cabo bajo amenaza de armas por la Administración Civil o las FDI, o mediante encarcelamiento y procesamientos de quienes intentan proteger su comunidad y a sí mismos: el resultado es el mismo.
Cuando esta política es la guía, los esfuerzos internacionales para “reformar” los libros escolares palestinos están condenados al fracaso. La realidad diaria del asfixiamiento sistemático que impone Israel, y su autoritarismo, respaldado por su superioridad armamentística, son los padres de la incitación contra el sionismo.
Una de las herramientas más efectivas para sabotear la estatalidad palestina ha sido y sigue siendo la “separación”. Planteada en términos de seguridad que al público israelí le gusta adoptar — incluso cuando los motivos político-inmobiliarios son evidentes — esta herramienta adopta muchas formas: desconectar Gaza de Cisjordania (desde 1991); separar Cisjordania de Jerusalén Este; dividir las ciudades palestinas entre sí; aislar pueblos de las rutas circundantes y de los centros regionales; desenlazar a los palestinos de su tierra, y unos de otros.
Documentos oficiales del gobierno militar de las décadas de 1950 y 1960 — publicados décadas después — confirmaron lo que los palestinos (y los izquierdistas no sionistas) ya entendían desde hace mucho: la supuesta lógica “de seguridad” para duras restricciones de movimiento estaba impulsada en gran medida por intereses inmobiliarios judíos. La visión de una población y territorio palestinos fragmentados a ambos lados de la línea Verde siempre ha reflejado el plan de una “Gran Tierra de Israel” para los judíos. Ambas visiones operan todavía hoy, en paralelo a las cláusulas vagas del plan Trump para un alto el fuego y un “nuevo Medio Oriente”.
La derecha colonizadora compensa su pérdida parcial en Gaza — “parcial” porque las FDI lograron el objetivo compartido de infligir destrucción máxima y muerte en el enclave — intensificando los ataques y el acaparamiento de tierras en Cisjordania. Esto toma principalmente la forma de la separación diaria de los agricultores de sus tierras, una táctica con consecuencias inmediatas y dolorosas. Con la Administración Civil, el ejército y la policía, los colonos aceleran este proceso mediante la violencia física, la obstrucción burocrática y una arrogancia insaciable. Ahora que estamos en temporada de recogida de aceitunas, los batallones del Señor han vuelto su atención hacia la cosecha y los cosechadores mismos.


Enfrentamientos entre soldados y palestinos, acompañados por activistas, en el pueblo de Beita en Cisjordania el viernes. Foto Jaafar Ashtiyeh / AFP


El sábado 11, cuando se escribió este artículo, hacia el mediodía había informes de hostigamiento y ataques directos por parte de colonos y soldados — por separado o juntos — contra recolectores de aceitunas de los pueblos de Jawarish, Aqraba, Beita y Madama al sur de Nablus; de Burqa al este de Ramala; y de Deir Istiya en la región de Salfit. El día anterior, llegaban informes similares desde Yarza, al este de Tubas; desde Immatin, Kafr Thulth y Far’ata en el área de Qalqilya; desde Jawarish, Qablan, Aqraba, Hawara, Yanun y Beita en la zona de Nablus; y de al-Mughayyir y Mazra’a al-Sharqiya al este de Ramala. Estos informes provienen de un solo grupo de WhatsApp que monitorea el norte de Cisjordania.
El hostigamiento va desde intrusiones, provocaciones, bloqueos de carreteras y amenazas armadas hasta agresiones físicas, robo de aceitunas e incendio de vehículos pertenecientes a recolectores y periodistas. Y lo que los colonos hacen esporádicamente, la política oficial lo aplica sistemáticamente: la negación del derecho de los palestinos a la libertad de movimiento entre Gaza y Cisjordania, y dentro de Cisjordania misma. La negación del derecho a elegir el lugar de residencia o de trabajo ha sido durante mucho tiempo devastadora para la sociedad palestina, la economía y las estructuras políticas, y especialmente para el futuro de su juventud.
No menos que las maletas de efectivo qataríes que Benjamin Netanyahu inició transfiriendo a Gaza, la separación de la población de la Franja respecto a la de Cisjordania, y el aislamiento de Gaza del resto del mundo — todo ello ha servido para fortalecer al Hamas — primero como organización política y militar, y luego como poder de gobierno.
En los años noventa, Hamas sostenía que Israel no tenía intención real de hacer la paz y que los acuerdos de Oslo no conducirían a la independencia. Las restricciones israelíes de movimiento en Gaza y su continua expansión de colonias tanto en Gaza como en Cisjordania hacían ese argumento convincente para muchos palestinos, especialmente en Gaza. Los atentados suicidas del Hamas fueron vistos tanto como una reacción como una prueba: ¿la respuesta de Israel premiaría a los opositores de Oslo y a los críticos de la Autoridad Palestina?
Y Israel los premió — al no cumplir sus compromisos. Las restricciones al movimiento y el robo burocrático de tierras debilitaron al Fatah y a la Autoridad Palestina, que había apoyado el proceso diplomático pero que a principios de los años 2000 había optado por la resistencia armada.


Grafiti que dice «Muerte al enemigo, libertad a la patria» en la colonia de Atara, cerca de Ramala, en agosto. Lo que los colonos hacen esporádicamente, la política oficial lo aplica sistemáticamente. Foto Nasser Nasser / AP


Eludiendo con astucia el hecho de que la fragmentación palestina siempre había sido el objetivo de Israel, Hamas presentó el desmantelamiento y el retiro israelí de 2005 como prueba de su propio éxito: que la lucha armada había funcionado. Cada nueva promoción de estudiantes de secundaria — que nunca había salido de la Franja sellada, nunca había conocido otra forma de vida y no encontraba empleo — se volvió más vulnerable a la cosmovisión opresiva del Hamas, a su propaganda y les daba razones de unirse a su ala armada (cobrando sueldos que sostenían familias empobrecidas). Hamas aprendió a canalizar la energía embotellada y la creatividad de Gaza en su maquinaria militar y política.
La Autoridad Palestina, el Fatah y su aparato de seguridad han permanecido impotentes frente a la ola creciente de desposesión de tierras en Cisjordania y a la devastación económica directa e indirecta incrustada en esa expropiación y separación — situación agravada por órdenes sucesivas de ministros israelíes de Finanzas para retener los ingresos arancelarios palestinos.
Ante el público palestino en Cisjordania, esta impotencia es inseparable de la corrupción de las élites civiles y militares de la Autoridad, que son percibidas como egoístas e indiferentes siempre que sus propios bolsillos estén llenos. No es sorprendente, entonces, que la resistencia armada — asociada principalmente con Hamas — conserve su prestigio entre la juventud de Cisjordania. Para ellos, la resistencia armada al menos causa sufrimiento y humillación al agresor israelí.
Todas las señales indican que Israel continuará bloqueando la libertad de movimiento de los palestinos entre Cisjordania, Israel y Gaza, y restringiendo la entrada de palestinos del extranjero y activistas internacionales en la Franja. Como resultado, quienes más necesitan oírlo no podrán saber lo que los residentes de Gaza realmente piensan de la resistencia armada. En otras palabras, cuántos de ellos realmente desprecian al Hamas. [y tú, Amira, ¿quizás lo sabes?, NdT]


Soldados custodian la construcción de una nueva carretera de colonos en Cisjordania, al oeste de Ramala. La supuesta lógica de seguridad de las restricciones de movimiento estaba arraigada en intereses inmobiliarios. Foto Zain Jaafar / AFP

Frente a las políticas israelíes de asfixia, muerte, destrucción y despojo en Cisjordania, la mayoría de los palestinos que no son residentes de la Franja, junto con muchos de sus simpatizantes internacionales, continuarán viendo al Hamas como el representante político auténtico de la aspiración a la libertad y resistencia ante la opresión.
La experiencia muestra que una vez que comience el trabajo de despejar las municiones sin explotar y reconstruir Gaza, quedará claro que el proceso es mucho más complejo y costoso de lo que se esperaba. Más allá de la reconstrucción física, cada uno de los millones de residentes de Gaza necesitará sanación física y psicológica y rehabilitación material, en una escala y duración sin precedentes que desafía la imaginación.
El enfoque correcto, justo y lógico es permitir que los palestinos de Cisjordania y de Israel participen plenamente en ese proceso, en colaboración con los profesionales de la Franja que sobrevivieron: ingenieros estructurales, arquitectos, obreros de la construcción, cirujanos, oftalmólogos, agricultores, expertos en TI, docentes, psicólogos, trabajadores sociales y especialistas en energías renovables.
También sería lógico desarrollar programas en Cisjordania para cuidar a las decenas de miles de niños de Gaza que han quedado huérfanos o lesionados hasta el punto de discapacidad permanente.
En resumen, antes de que el mundo lance licitaciones internacionales para la reconstrucción de Gaza, redacte especificaciones técnicas o emita declaraciones huecas sobre el reconocimiento de un Estado y la desaparición del Hamas, primero debe usar las herramientas políticas a su alcance para asegurar que Israel ponga fin a su política destructiva de separación entre Gaza, Cisjordania y el resto del territorio.
Si eso no ocurre — incluso si el Hamas deponía las armas dentro de Gaza — continuará, o alguna versión futura de él continuará, sirviendo como dirección política del pueblo palestino.

Israels Politik der Trennung sichert den Fortbestand der Hamas, von Amira Hass

Amira Hass, Haaretz, 17.10.2025
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Übersetzt von Tlaxcala

Indem Israel Gaza von der Westbank isoliert und die Palästinenser von ihrem Land trennt, hat es zur Verfestigung der Hamas beigetragen und politische Alternativen ausradiert. Auch wenn der Traum von Luxusvillen in Gaza verschwunden ist, bleibt die zugrunde liegende Logik bestehen: Kontrolle über Territorium, indirekte Vertreibung und das fortgesetzte Erwürgen des palästinensischen Volkes unter dem Deckmantel der Sicherheit.


Ein Siedler schwingt einen Steinschleuder in Richtung Palästinenser, die im Dorf Beita in der Nähe von Nablus Oliven ernten, letzten Freitag. Der Waffenstillstand kann nicht als Niederlage für die Siedler betrachtet werden. Foto Jaafar Ashtiyeh / AFP

Die Versprechen eines Immobilienbooms in Gaza — von der Vision des Finanzministers Bezalel Smotrich, dem Versprechen des Ministers für nationale Sicherheit Itamar Ben Gvir für vornehme Viertel für Polizisten, und den Plänen der Siedlerführerin Daniella Weiss (mit göttlicher Hilfe), Siedlungen wiederherzustellen — haben sich alle als heiße Luft erwiesen.
Es ist verlockend zu sagen, dass das jetzt in Kraft tretende Waffenstillstandsabkommen im Gazastreifen der Siedlerbewegung und ihren Unterstützern in den USA einen schweren Schlag versetzt hat. Ebenso verlockend ist das Bild ihrer Sandburgen, die unter dem Gewicht der unvorstellbaren Ausdauer und Standhaftigkeit der Bewohner Gazas und unter Ägyptens harter, aber politisch kalkulierter Weigerung zusammenbrechen, eine massenhafte Flucht von Palästinensern auf ihr Territorium zuzulassen.
Die ägyptischen außenpolitischen Entscheidungsträger — ganz gleich, wer das Land regiert — haben schon lange Israels Absicht vermutet, Gaza und seine Probleme ihnen zuzuschieben. Von Beginn des Krieges an nahmen sie die israelischen Pläne zur Vertreibung der Bevölkerung Gazas und zur Umsiedlung von Juden dorthin ernst, wie sie offen von israelischen Beamten geäußert wurden, die offenbar vergessen hatten, dass ähnliche Versuche ihrer Vorgänger Mapai-Arbeitspartei, die Flüchtlinge von 1948 erneut aus Gaza zu vertreiben, gescheitert waren.


Finanzminister Bezalel Smotrich bei einer Siedlerkonferenz in Hebron im letzten Monat. Seine Versprechen zur Annexion erwiesen sich als bloße Luftnummern. Foto Itai Ron

Doch der Waffenstillstand darf nicht einfach als genüssliche Niederlage für das Siedlerlager betrachtet werden. Die politische Logik hinter jenen heißen Luftblasen und Sandburgen hat die israelische Politik seit der Unterzeichnung der Oslo-Abkommen geprägt und prägt sie weiterhin. Diese Logik ist erfolgreich gewesen darin, die Gründung eines Staates zu verhindern, der das palästinensische Recht auf Selbstbestimmung verwirklicht — selbst wenn nur auf den verbliebenen 22 % des Landes zwischen Fluss und Meer.
Israels Sabotage der palästinensischen Souveränität ist das Spiegelbild seines Drangs, möglichst viel Land mit möglichst wenigen Palästinensern zu ergreifen. In der Praxis bedeutet das Vertreibung — sei es in Gebiet A oder ins Exil; durch Bomben der Luftwaffe oder durch Knüppel und Eisenstangen der „Hügeljugend“; durch Hauszerstörungen und erzwungene Räumungen, durchgeführt mit Waffengewalt durch die Zivile Verwaltung oder die IDF, oder durch die Inhaftierung und Verfolgung derjenigen, die versuchen, ihre Gemeinschaft und sich selbst zu schützen: das Ergebnis ist dasselbe.
Wenn dies die leitende Politik ist, sind internationale Bemühungen, palästinensische Schulbücher „zu reformieren“, dem Scheitern preisgegeben. Die tägliche Realität der systematischen Erstickung, die Israel aufzwingt, und seine Überheblichkeit, unterstützt durch seine überlegene Bewaffnung, sind die Väter der Anstiftung.
Eines der wirksamsten Werkzeuge zur Sabotage der palästinensischen Staatlichkeit war und bleibt die „Trennung“. In Sicherheitsbegriffen gerahmt, die das israelische Publikum gerne übernimmt — selbst wenn die politischen und immobilienbezogenen Motive offensichtlich sind — nimmt dieses Werkzeug viele Formen an: Gaza von der Westbank abzutrennen (seit 1991); die Westbank von Ostjerusalem zu separieren; palästinensische Städte voneinander zu teilen; Dörfer von den umliegenden Straßen und regionalen Zentren abzuschneiden; Palästinenser von ihrem Land und voneinander zu entkoppeln.
Offizielle Dokumente der Militärverwaltung der 1950er und 1960er Jahre — Jahrzehnte später veröffentlicht — bestätigten, was Palästinenser (und nicht-zionistische Linke) seit langem verstanden hatten: Die sogenannte „Sicherheits“-Begründung für harte Bewegungsbeschränkungen war weitgehend durch jüdische Immobilieninteressen motiviert. Die Vision einer fragmentierten palästinensischen Bevölkerung und Territorien auf beiden Seiten der Grünen Linie spiegelte stets den Plan eines „Großisraelischen Landes“ für Juden wider. Beide Visionen wirken noch heute parallel zu den vagen Klauseln des Trump-Plans für einen Waffenstillstand und ein „neues Nahost“.
Die koloniale Rechte kompensiert ihren teilweisen Verlust in Gaza — „teilweise“, weil die IDF das gemeinsame Ziel erreicht hat, in der Enklave maximale Zerstörung und Tod zuzufügen — durch Eskalation von Angriffen und Landnahmen in der Westbank. Das äußert sich hauptsächlich in der täglichen Trennung von Bauern von ihrem Land, eine Taktik mit sofortigen und schmerzhaften Konsequenzen. Zusammen mit der Zivilverwaltung, dem Militär und der Polizei beschleunigen Siedler diesen Prozess durch physische Gewalt, bürokratische Hindernisse und unersättliche Arroganz. Da wir uns gerade in der Olivenerntesaison befinden, haben die Bataillone des Herrn ihre Aufmerksamkeit auf die Ernte und die Erntehelfer selbst gerichtet.


Auseinandersetzungen zwischen Soldaten und Palästinensern, begleitet von Aktivisten, im Dorf Beita in der Westbank am Freitag. Foto Jaafar Ashtiyeh / AFP

Am Samstag, dem 11., als dieser Artikel geschrieben wurde, gab es bis zum Mittag Berichte über Belästigungen und direkte Angriffe von Siedlern und Soldaten — getrennt oder gemeinsam — gegen Olivenernter aus den Dörfern Jawarish, Aqraba, Beita und Madama südlich von Nablus; aus Burqa östlich von Ramallah; und aus Deir Istiya in der Region Salfit. Am Tag zuvor waren ähnliche Berichte eingegangen aus Yarza, östlich von Tubas; aus Immatin, Kafr Thulth und Far’ata in der Gegend von Qalqilya; aus Jawarish, Qablan, Aqraba, Hawara, Yanun und Beita im Nablus-Gebiet; und aus al-Mughayyir und Mazra’a al-Sharqiya östlich von Ramallah. Diese Berichte stammen aus einer einzigen WhatsApp-Gruppe, die das nördliche Westjordanland überwacht.
Die Belästigungen reichen von Eindringen, Provokationen, Straßensperren und bewaffneten Drohungen bis hin zu körperlichen Angriffen, Diebstahl von Oliven und Brandstiftung an Fahrzeugen von Erntehelfern und Journalisten. Und was Siedler sporadisch tun, das setzt die offizielle Politik systematisch um: die Verweigerung des Rechts der Palästinenser auf Bewegungsfreiheit zwischen Gaza und der Westbank sowie innerhalb der Westbank selbst. Die Verweigerung des Rechts, den Wohn- oder Arbeitsort zu wählen, war schon lange verheerend für die palästinensische Gesellschaft, Wirtschaft und politische Strukturen und insbesondere für die Zukunft ihrer Jugend.
Nicht weniger als die katarischen Geldkoffer, die Benjamin Netanyahu initiierte und in den Gazastreifen transferierte, haben die Trennung der Bevölkerung des Streifens von jener der Westbank und die Isolierung Gazas vom Rest der Welt — all dies dazu beigetragen, Hamas zu stärken — zuerst als politische und militärische Organisation und später als Regierungsgewalt.
In den 1990er Jahren behauptete Hamas, dass Israel keine wahre Absicht habe, Frieden zu schließen, und dass die Oslo-Abkommen nicht zur Unabhängigkeit führen würden. Die israelischen Bewegungsbeschränkungen in Gaza und seine fortgesetzte Ausweitung der Siedlungen sowohl in Gaza als auch in der Westbank machten dieses Argument für viele Palästinenser, insbesondere in Gaza, überzeugend. Die Selbstmordattentate des Hamas wurden sowohl als Reaktion als auch als Test gesehen: würde Israels Antwort Oslo-Gegner und Kritiker der Palästinensischen Autonomiebehörde belohnen?
Und Israel belohnte sie — durch Nichterfüllung seiner Verpflichtungen. Bewegungsbeschränkungen und bürokratischer Landraub schwächten Fatah und die Palästinensische Autonomiebehörde, die den diplomatischen Prozess unterstützt hatten, aber sich Anfang der 2000er Jahre dem bewaffneten Widerstand zuwandten.


Graffiti mit der Aufschrift „Tod dem Feind, Freiheit der Heimat“ in der Siedlung Atara, nahe Ramallah, im August. Was Siedler sporadisch tun, setzt die offizielle Politik systematisch um. Foto Nasser Nasser / AP

Die Hamas, die geschickt den Umstand umging, dass palästinensische Fragmentierung immer Israels Ziel gewesen war, stellte den israelischen Rückzug 2005 und den Abriss der Siedlungen als Beweis für ihren eigenen Erfolg dar: dass der bewaffnete Kampf funktionierte. Jede neue Schulabsolventenklasse — die niemals den versiegelten Streifen verlassen hatte, kein anderes Leben kannte und keine Arbeit fand — wurde anfälliger für die unterdrückerische [sic] Weltanschauung von Hamas, ihre Propaganda und die Rechtfertigung, sich ihrem bewaffneten Flügel anzuschließen (Einkommen, das verarmte Familien unterstützte). Hamas wusste, die aufgestaute Energie und Kreativität Gazas in seine militärische und politische Maschinerie zu lenken.
Die Palästinensische Autonomiebehörde, Fatah und ihr Sicherheitsapparat sind gegenüber der wachsenden Welle der Landenteignung in der Westbank und der direkten und indirekten wirtschaftlichen Verwüstung, die in diese Enteignung und Trennung eingebettet ist, machtlos geblieben, eine Situation, verschärft durch aufeinanderfolgende Aufträge israelischer Finanzminister, palästinensische Zolleinnahmen einzubehalten.
Aus Sicht der palästinensischen Bevölkerung in der Westbank ist diese Ohnmacht untrennbar mit der Korruption der zivilen und militärischen Eliten der Autonomiebehörde verbunden, die als eigennützig und gleichgültig gelten, solange ihre eigenen Taschen gefüllt sind. Es ist daher nicht überraschend, dass der bewaffnete Widerstand — vor allem mit Hamas assoziiert — bei der Jugend der Westbank Ansehen bewahrt. Für sie verursacht bewaffneter Widerstand zumindest Leid und Demütigung dem israelischen Aggressor.
Alle Anzeichen deuten darauf hin, dass Israel weiterhin die Bewegungsfreiheit der Palästinenser zwischen der Westbank, Israel und Gaza blockieren und die Einreise von Palästinensern aus dem Ausland sowie von internationalen AktivistInnen in den Streifen einschränken wird. Infolgedessen werden diejenigen, die es am dringendsten hören müssten, nicht wissen können, was die Bewohner Gazas wirklich über bewaffneten Widerstand denken. Mit anderen Worten: wie viele von ihnen Hamas tatsächlich verachten. [und Du, Amira, weißt es ?, Anm. d. Übers.]

Soldaten bewachen den Bau einer neuen Siedlerstraße in der Westbank, westlich von Ramallah. Die sogenannte Sicherheitslogik der Bewegungsbeschränkungen war in Immobilieninteressen verwurzelt. Foto Zain Jaafar / AFP

Angesichts Israels Politik des Erstickens, Tötens, der Zerstörung und der Enteignung in der Westbank werden die meisten Palästinenser, die nicht im Streifen wohnen, zusammen mit vielen ihrer internationalen Unterstützer Hamas weiterhin als authentischen politischen Ausdruck des Strebens nach Freiheit und Widerstand gegen Unterdrückung ansehen.
Die Erfahrung zeigt, dass sobald die Räumung von Blindgängern und der Wiederaufbau Gazas beginnen, sich zeigen wird, dass der Prozess weitaus komplizierter und kostspieliger ist als zunächst erwartet. Jenseits des physischen Wiederaufbaus wird jeder der Millionen Bewohner Gazas körperliche und psychische Heilung sowie materielle Rehabilitation benötigen — in einem noch nie dagewesenen Ausmaß und über eine Dauer, die jede Vorstellungskraft übersteigt.
Der richtige, gerechte und logische Ansatz besteht darin, es Palästinensern aus der Westbank und aus Israel zu ermöglichen, vollständig an diesem Prozess teilzunehmen, in Zusammenarbeit mit den überlebenden Fachleuten im Streifen: Strukturingenieure, Architekten, Bauarbeiter, Chirurgen, Augenärzte, Bauern, IT-ExpertInnen, Lehrkräfte, PsychologInnen, Sozialarbeiterinnen und SpezialistInnen für erneuerbare Energien.
Ebenso wäre es logisch, Programme in der Westbank zu entwickeln, um sich um die Zehntausenden von Kindern aus Gaza zu kümmern, die zu Waisen geworden sind oder so schwer verletzt wurden, dass bleibende Behinderungen entstanden sind.
Kurzum: Bevor die Welt internationale Ausschreibungen für den Wiederaufbau Gazas startet, technische Spezifikationen entwirft oder hohle Erklärungen zum Staaterkennen und zum Verschwinden der Hamas abgibt, muss sie zuerst die politischen Instrumente einsetzen, die ihr zur Verfügung stehen, um sicherzustellen, dass Israel seine destruktive Politik der Trennung zwischen Gaza, der Westbank und dem restlichen Land beendet.
Wenn das nicht geschieht — selbst wenn Hamas seine Waffen innerhalb Gazas niederlegen würde, wird sie, oder eine zukünftige Version von ihr, weiterhin als politische Adresse des palästinensischen Volkes dienen.

سياسة الفصل الإسرائيلية تُكرّس حماس،مقال عميرة هاس


عميرة هاس، هآرتس، 2025/10/17

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ترجمها  تلاكسكالا

بفصل إسرائيل غزّة عن الضفة الغربية وفصل الفلسطينيين عن أرضهم، ساعدت على ترسيخ حركة حماس ومحو البدائل السياسية. حتى لو اختفى حلم الفيلات الفاخرة في غزّة، فإن المنطق الكامن وراءه يبقى قائماً: السيطرة على الأراضي، الطرد غير المباشر، والاستمرار في خنق الشعب الفلسطيني تحت ستار الأمن

مستوطن يلوّح بمنجنيق نحو فلسطينيين يحصدون الزيتون في قرية بيتا، قرب نابلس، يوم الجمعة الماضي. لا يمكن اعتبار وقف إطلاق النار هزيمة للمستوطنين. الصورة: جعفر أشتية / أ.ف.ب

إن وعود ازدهار عقاري في غزّة — من رؤية وزير المالية بيزاليل سموتريتش، وتعهد وزير الأمن القومي إيتامار بن غفير بأحياء فخمة للشرطة، وخطط زعيمة المستوطنين دانييلا فايس (بمساعدة إلهية) لإعادة إقامة المستوطنات — كلها تبيّنت أنها ليست سوى نفخات في الهواء.
من المغري القول إن اتفاق وقف إطلاق النار الذي يدخل حيز التنفيذ الآن في قطاع غزّة قد وجّه ضربة قاسية لحركة المستوطنين وداعميها في الولايات المتحدة. والصورة المغرية أيضاً هي لقلوعهم الرملية التي تنهار تحت وطأة صمود لا يصدق وأهل غزّة، وتحت رفض مصر القاسي لكنه محسوب سياسياً للسماح بهجرة جماعية للفلسطينيين إلى أراضيها.
صانعو السياسة الخارجية المصرية — بغض النظر عمن يحكم البلاد — كانوا منذ زمن يشتبهون في نية إسرائيل “إلقاء” غزّة ومشاكلها عليهم. منذ بداية الحرب أخذوا بجدية الخطط الإسرائيلية لطرد سكان غزّة وإعادة توطين اليهود هناك، كما أعلنها علناً مسؤولون إسرائيليون بدا أنهم نسوا أن محاولات مماثلة من قِبل أسلافهم من حزب مَباي-العمال لطرد لاجئي 1948 من غزّة قد فشلت.

وزير المالية بيزاليل سموتريتش في مؤتمر استيطاني في الخليل الشهر الماضي. وعوده بالضم تبيّنت أنها ليست أكثر من هواء ساخن. الصورة: إيتاي رون


لكن وقف إطلاق النار لا يمكن النظر إليه ببساطة كخسارة مرضية لمخيم المستوطنين. المنطق السياسي وراء تلك النفخات الهوائية وقلوع الرمل قد شكّل، ويستمر في تشكيل، السياسة الإسرائيلية منذ توقيع اتفاقيات أوسلو. هذا المنطق نجح في منع قيام دولة تُحقق الحق الفلسطيني في تقرير المصير، وإن كان ذلك على 22٪ المتبقية من الأرض بين النهر والبحر.
خَتْب سياسات إسرائيل لتفكيك السيادة الفلسطينية هو صورة مرآة لدفعها للاستيلاء على أكبر قدر ممكن من الأرض بأقل عدد ممكن من الفلسطينيين. عملياً، هذا يعني الطرد — سواء إلى المنطقة أ أو إلى المنفى؛ بقنابل القوات الجوية، أو بعصي وحديد “شباب التلال”؛ من خلال هدم البيوت والتهجير القسري المنفّذ بالسلاح من قِبل الإدارة المدنية أو الجيش الإسرائيلي، أو من خلال سجن وملاحقة أولئك الذين يحاولون حماية مجتمعهم وأنفسهم — النتيجة واحدة.
عندما يكون هذا هو السياسة الموجهة، فإن الجهود الدولية “لتصحيح” كتب الدراسة الفلسطينية محكومة بالفشل. الواقع اليومي للاختناق المنهجي الذي تفرضه إسرائيل، واستبدادها، مدعوم بترسانتها المتفوقة، هما أبوان للتحريض.
إحدى أكثر الأدوات فعالية في تخريب الدولة الفلسطينية كانت ولا تزال “الفصل”. مؤطرة بمفاهيم أمنية يحب الجمهور الإسرائيلي تبنّيها — حتى عندما تكون الدوافع السياسية والعقارية واضحة — يأخذ هذا الأداة أشكالاً كثيرة: قطع غزّة عن الضفة (منذ 1991)؛ فصل الضفة عن القدس الشرقية؛ تقسيم المدن الفلسطينية عن بعضها البعض؛ قطع القرى عن الطرق المحيطة والمراكز الإقليمية؛ وفصل الفلسطينيين عن أرضهم، وعن بعضهم البعض.
وثّقت وثائق رسمية من الحكومة العسكرية في خمسينيات وستينيات القرن الماضي — نُشرت بعد عقود — ما كان الفلسطينيون (واليساريون غير الصهيونيين) يفهمونه منذ زمن: إن المبرّر المزعوم “الأمني” لقيود الحركة القاسية كان مدفوعاً إلى حد كبير بمصالح عقارية يهودية. إن رؤية سكان وأرض فلسطينية مجزأة على جانبي الخط الأخضر لطالما عكست خطة “أرض إسرائيل الكبرى” لليهود. كلا الرؤيتين لا تزالان تعملان اليوم، بالتوازي مع البنود الغامضة لخطة ترامب لوقف إطلاق النار و“الشرق الأوسط الجديد”.
تعوّض اليمين الاستيطاني خسارته الجزئية في غزّة — “جزئية” لأن الجيش الإسرائيلي حقّق الهدف المشترك المتمثل في إلحاق أقصى قدر من الدمار والموت بالقطاع — من خلال تصعيد الهجمات والاستيلاء على الأراضي في الضفة الغربية. ويتجلّى ذلك بشكل أساسي في فصل المزارعين يومياً عن أرضهم، وهي تكتيك ذو نتائج فورية وأليمة. بمساعدة الإدارة المدنية والجيش والشرطة، يسرّع المستوطنون هذا العملية بالعنف الجسدي، والعراقيل البيروقراطية والغرور الشرس. وبما أننا في موسم قطف الزيتون الآن، فقد وجهت كتائب الربّ انتباهها نحو الحصاد والحصّادين أنفسهم.

اشتباكات بين الجنود والفلسطينيين، بمشاركة ناشطين، في قرية بيتا بالضفة يوم الجمعة. الصورة: جعفر أشتية / أ.ف.ب

في يوم السبت 11، حين كُتب هذا المقال، كان هناك بحلول الظهر تقارير عن مضايقات وهجمات مباشرة من المستوطنين والجنود — على انفراد أو معاً — ضد جامعي الزيتون من قرى جواريش، عقربا، بيتا ومدامة جنوب نابلس؛ من برقّة شرق رام الله؛ ومن دير إستيا في منطقة سلفيت. في اليوم السابق، وردت تقارير مماثلة من يارزا شرق طوباس؛ من عِمّاتين، كفر ثلث وفرعة في منطقة قلقيليّا؛ من جواريش، قبْلان، عقربا، هَوارا، يناون وبيتا في منطقة نابلس؛ ومن المغير ومازْرعة الشرقية شرق رام الله. هذه التقارير تأتي من مجموعة واتساب واحدة فقط تراقب شمال الضفة الغربية.
تتراوح المضايقات بين التعدّي، الاستفزاز، الحواجز على الطرق، والتهديدات المسلحة إلى الاعتداءات الجسدية وسرقة الزيتون وإحراق مركبات جامعي الزيتون والصحفيين. وما يفعله المستوطنون على فترات، تُنفّذه السياسة الرسمية منهجياً: إنكار حق الفلسطينيين في حرية الحركة بين غزّة والضفة، وداخل الضفة نفسها. إن إنكار الحق في اختيار مكان السكن أو العمل لطالما كان مدمرًا للمجتمع والاقتصاد والبنى السياسية الفلسطينية، وخصوصاً لمستقبل شبابها.
لا تقل عن حقائب النقود القطرية التي بدأها بنيامين نتنياهو ونقلها إلى غزة، فإن فصل سكان القطاع عن سكان الضفة، وعزل غزّة عن بقية العالم — كل ذلك خدم في تقوية حماس — أولًا كمنظمة سياسية وعسكرية، ولاحقًا كسلطة حكم.
في التسعينيات، ادّعى حماس أن إسرائيل لم تكن لديها نية حقيقية لإحلال السلام وأن اتفاقيات أوسلو لن تؤدي إلى الاستقلال. القيود الإسرائيلية على الحركة في غزّة وتوسّع المستوطنات المستمر في كل من غزّة والضفة جعلت هذا الحجة مقنعة لدى كثير من الفلسطينيين، خصوصًا في غزّة. اعتُبرت تفجيرات الانتحارية لحماس رد فعل وامتحانًا في آن واحد: هل ستكافئ استجابة إسرائيل معارضي أوسلو ونقاد السلطة الفلسطينية؟
وقد كافأتهم إسرائيل — بعدم الالتزام بالتزاماتها. القيود على الحركة والسرقة البيروقراطية للأراضي أضعفت فتح والسلطة الفلسطينية، اللتين دعمتا المسار الدبلوماسي، لكن بحلول أوائل العقد الأول من الألفية توجهتا نحو المقاومة المسلحة.

غرافيتي يقرأ «الموت للعدو، الحرية للوطن» في المستوطنة العتّارة، قرب رام الله، في أغسطس. ما يفعله المستوطنون من حين لآخر، تنفذه السياسة الرسمية منهجياً. الصورة: ناصر ناصر / أ.ب

بتجاوزها ببراعة حقيقة أن التقسيم الفلسطيني كان دائمًا هدف إسرائيل، صور حماس الانسحاب الإسرائيلي عام 2005 والتفكيك الاستيطاني كدليل على نجاحها الخاص: أن الكفاح المسلح نجح. كل دفعة جديدة من خريجي المدارس الثانوية — الذين لم يغادروا القطاع المختوم قط، لم يعرفوا حياة أخرى، ولم يجدوا عملاً — أصبحت أكثر عرضة لرؤية العالم القمعية لحماس، لبروباغندتها، ولمبررات الانضمام إلى جناحها المسلح (دخل يدعم عائلات فقيرة). تعلم حماس أن توجّه طاقة غزّة المكبوتة وإبداعها إلى آلاتها العسكرية والسياسية.
السلطة الفلسطينية، فتح وجهاز أمنها ظلوا عاجزين أمام موجة تنامي مصادرة الأراضي في الضفة والدمار الاقتصادي المباشر وغير المباشر المضمّن في تلك المصادرة والفصل — وضع تفاقم بأوامر متوالية من وزراء المالية الإسرائيلية بحجز عائدات الجمارك الفلسطينية.
لدى الجمهور الفلسطيني في الضفة، هذا العجز لا ينفصل عن فساد النخب المدنية والعسكرية في السلطة، التي يُنظر إليها على أنها أنانية وغير مبالية طالما أن جيوبها ممتلئة. فلا عجب أن المقاومة المسلحة — المرتبطة بشكل رئيسي بحماس — تحتفظ بأهميتها بين شباب الضفة. بالنسبة إليهم، المقاومة المسلحة على الأقل تُلحق الألم والذل بالعدو الإسرائيلي.
تشير كل المؤشرات إلى أن إسرائيل ستواصل حظر حرية حركة الفلسطينيين بين الضفة الغربية، إسرائيل، وغَزّة، وستقيّد دخول الفلسطينيين من الخارج والناشطين الدوليين إلى القطاع. ونتيجة لذلك، لن يتمكن أولئك الذين هم في أمس الحاجة إلى معرفة أن يعرفوا ما يعتقده سكان غزّة فعليًا عن المقاومة المسلحة. بعبارة أخرى، كم منهم يحتقر حماس فعلاً.

يحرس الجنود بناء طريق مستوطنين جديدة في الضفة، غرب رام الله. كانت المنطق المزعوم الأمني لقيود الحركة متجذراً في مصالح عقارية. الصورة: زين جعفر / أ.ف.ب

في مواجهة سياسات إسرائيل للاختناق، القتل، التدمير، والمصادرة في الضفة الغربية، سيستمر معظم الفلسطينيين الذين ليسوا سكان القطاع، مع العديد من مؤيديهم الدوليين، في اعتبار حماس الممثل السياسي الأصيل للطموح نحو الحرية والمقاومة ضد القمع.
تُظهر التجربة أنه بمجرد أن يبدأ العمل في إزالة الذخائر غير المنفجرة وإعادة إعمار غزّة، سيتضح أن العملية أكثر تعقيدًا وتكلفة مما كان متوقعًا في البداية. إلى ما بعد إعادة البناء المادي، سيحتاج كل من سكان غزّة البالغ عددهم ملايين إلى الشفاء الجسدي والنفسي وإعادة التأهيل المادي — على نطاق ومدة غير مسبوقتين تتجاوز الخيال.
النهج الحقّ والعادل والمنطقي هو تمكين الفلسطينيين من الضفة ومن داخل إسرائيل من المشاركة الكاملة في هذا المسار، بالتعاون مع المهنيين في القطاع الذين نجوا: مهندسو هياكل، معماريون، عمال بناء، جراحون، أطباء عيون، مزارعون، خبراء تكنولوجيا المعلومات، معلمون، علماء نفس، اجتماعيّون، ومتخصصون في الطاقة المتجددة.
كما سيكون من المنطقي أيضًا تطوير برامج في الضفة لرعاية عشرات الآلاف من أطفال غزّة الذين باتوا أيتامًا أو جُرحوا إلى درجة العجز الدائم.
باختصار، قبل أن يبدأ العالم في طرح مناقصات دولية لإعادة إعمار غزّة، أو صياغة مواصفات فنية، أو إصدار تصريحات جوفاء حول قيام دولة واختفاء حماس، يجب أولاً أن يستخدم الأدوات السياسية المتاحة لضمان أن إسرائيل تنهي سياستها التدميرية للفصل بين غزّة والضفة وبقية الأرض.
إذا لم يحدث ذلك — حتى إذا وضعت حماس أسلحتها داخل غزّة — فإنها، أو نسخة مستقبلية منها، ستواصل أن تكون العنوان السياسي للشعب الفلسطيني.

18/10/2025

Hitlerismus, Trumpismus, Netanjah(u)ismus, Le-Penismus, Macronismus: ein vergleichender und expressionistischer Ansatz von Emmanuel Todd


Franz. Original, 13. 10. 2025

Übersetzt von Tlaxcala


Emil Nolde, Masken III, Stillleben, 1911


Die Verweise auf die 1930er Jahre häufen sich. Die Degeneration der US-amerikanischen Demokratie scheint uns zu der der Weimarer Republik zurückzuführen. Trump führt uns durch seine Lust an Gewalt und Lüge, durch die Ausübung des Bösen, unwiderstehlich zu Hitler zurück. In Europa zwingt uns der Aufstieg von Bewegungen, die als rechtsradikal kategorisiert werden, zu dieser Rückkehr zu unserer Geschichte.

Die westlichen Gesellschaften ähneln jedoch kaum mehr dem, was sie in den 1930er Jahren waren. Sie sind überaltert, konsumorientiert, tertiär; die Frauen sind emanzipiert; persönliche Entfaltung hat die parteipolitische Bindung ersetzt. Was hat das mit den Gesellschaften der dreißiger Jahre zu tun: jung, genügsam, industriell, proletarisch, männlich, parteigebunden? Gerade diese sozial-historische Distanz hatte mich bis heute dazu veranlasst, die Parallele zwischen den „Rechtenextremen“ der Gegenwart und denen der Vergangenheit a priori für ungültig zu halten. Doch politische Doktrinen existieren, heute wie gestern, und man kann sich nicht damit begnügen, die Unmöglichkeit etwa eines Altersnazismus, eines konsumistischen Franquismus, eines Faschismus befreiter Frauen oder eines Feuerkreuzler-LGBTismus zu postulieren.

Es ist an der Zeit, die Doktrinen unserer Gegenwart mit denen der 1930er Jahre zu vergleichen. Hier die Skizze dessen, was eine vergleichende Studie von fünf historischen Phänomenen sein könnte: Hitlerismus, Trumpismus, Netanjah(u)ismus, Le-Penismus. Am Ende füge ich kurz den Macronismus hinzu. Der zentristische und europäistische Extremismus, der Frankreich ins Chaos führt, zwingt uns zu dieser Prüfung. Ist dieser Extremismus wirklich so zentristisch?

Es handelt sich um einen impressionistischen Ansatz, ohne Anspruch auf Vollständigkeit oder auch nur Stringenz, dessen Ziel es ist, Fährten zu legen, nicht zu schließen. Ich überzeichne Striche und Farben, um die Konzepte zueinander in Beziehung zu setzen. Ich übertreibe bewusst, um eine sich beschleunigende Geschichte einzuholen oder gar vorwegzunehmen. „Expressionistischer Ansatz“ wäre vielleicht eine passendere Metapher.

Beginnen wir mit der allgemeinen Dimension von Rassismus oder Fremdenfeindlichkeit.

Die Abweisung eines „Anderen“, der als außerhalb der nationalen Gemeinschaft definiert wird – mit sehr unterschiedlichen Intensitätsgraden –, ist dem Hitlerismus, dem Trumpismus und dem Le-Penismus gemeinsam. Im Fall des Hitlerismus und des Trumpismus ist es der – explizite oder implizite – Begriff des Rassismus, der gemeinsam ist. Juden galten im Nationalsozialismus biologisch als „Rasse“. Schwarze, jene kaum verdeckten Zielscheiben der trumpisierten Republikanischen Partei, werden ebenfalls biologisch definiert. Dem Le-Penismus hingegen können wir nur den Begriff der Xenophobie zuordnen. Araber oder Muslime werden über ihre Kultur definiert. Ein Merkmal der französischen Fixierung auf Einwanderung bleibt ihre Obsession mit dem Islam und ihre Unfähigkeit, Schwarze ins Visier zu nehmen, deren massenhafte Ankunft jedoch das neue Element des Migrationsprozesses ist. Die Quote der Mischehen schwarzer Frauen ist in Frankreich sehr hoch; in den USA bleibt sie unbedeutend.

Ein den westlichen „Populismen“ gemeinsames Merkmal ist natürlich ihre Ablehnung der Einwanderung: Reform UK, die Sverigedemokraterna (Schwedendemokraten), die AfD, Viktor Orbán in Ungarn, Recht und Gerechtigkeit in Polen, Giorgia Meloni in Italien bestehen – wie Trump oder Le Pen – die Prüfung dieses gemeinsamen Nenners. Reicht das aus, um sie als „rechtsextrem“ zu definieren, in dem Sinne, wie Nationalsozialismus und Faschismus rechtsextrem waren? Ich glaube nicht. Ein entscheidender Unterschied stellt den heutigen Populismus der hitler- oder mussolinischen Rechten gegenüber: Nationalsozialismus und Faschismus waren expansionistisch, mit dem Ziel, die Macht des deutschen (arischen) bzw. italienischen (römischen) Volkes nach außen zu projizieren. Sie waren aggressiv, nationalistisch, erobernd. Sie stützten sich auf Massenparteien. Man mag sich kaum vorstellen, dass die heutigen Populisten Nürnberger Aufmärsche organisieren. Die „Saucisson-Pinard“[Wurst und Wein]-Aperitifs des RN sind gewiss antimuslimisch, aber doch weniger eindrucksvoll als die kriegerischen Zeremonien der Nazis. Von Nürnberg nach Hénin-Beaumont? Wirklich?

Der einzige westliche Populismus, der heute den Expansionismus-Test zu 100 % bestünde, wäre der Netanyahus. Siedlungen im Westjordanland, Genozid in Gaza: eine Verbindung zwischen Hitlerismus und Netanjah(u)ismus herzustellen – ist unvermeidlich.

Die französischen, britischen, schwedischen, finnischen, polnischen, ungarischen, italienischen Fremdenfeindlichkeiten sind – im Gegensatz zu Nazismus und Faschismus – defensiv. Wir haben es nicht mit Völkern zu tun, die erobern wollen, sondern mit Völkern, die Herren im eigenen Haus bleiben wollen. Darum überwiegt heute in Europa die kulturelle Dimension gegenüber der rassischen, und deshalb kann man hier nur von Xenophobie sprechen. Diese Xenophobie ist konservativ, während der Hitler-Rassismus revolutionär war, weil er die soziale Ordnung umstülpte. Der Begriff des Nationalismus passt daher nicht auf die heutigen europäischen Populismen, ebenso wenig der Begriff „extreme Rechte“ – oder wir müssten Oxymora wie „moderater Nationalismus“ und „moderate extreme Rechte“ einführen. Ich spreche lieber von „Volkskonservatismus“.

Ich persönlich befürworte kontrollierte Einwanderung, muss jedoch die Legitimität dieser Xenophobie anerkennen, weil ich das Axiom akzeptiere, dass eine menschliche Gruppe, die eine Kultur trägt und sich als Kollektiv bewusst ist – kurz: ein Volk – das Recht hat, weiter existieren zu wollen. Konkret: Ein Volk kann seine Grenzen kontrollieren. Der Nazismus mit seinen Soldaten von Atlantik bis Wolga, die andere Völker unterwerfen oder ausrotten sollten, war etwas völlig anderes.

„Trump: Der neue Führer … Hitlers gefährlicher demagogischer Erbe“, ein Buch des ägyptischen Autors Taher Chalabi aus dem Jahr 2017, auf dem Ständer eines Trödlers in Tunis

Der Trumpismus stellt eine Mischform dar, weil er ein zentrales defensives, anti-immigrantisches Element mit einem starken Aggressionspotenzial nach außen verbindet. Es handelt sich nicht im eigentlichen Sinne um Expansionismus. Es ist die vorangegangene Expansion des US-amerikanischen Militärapparats und die Rolle des Dollars in der imperialen Ausbeutung, die die gewaltsamen trumpistischen Handlungen gegen andere Völker und Nationen ermöglichten: Venezuela, Iran, uns – die unterworfenen Völker Westeuropas – und natürlich die Araber, mit den Palästinensern als Hauptziel. Die schrittweise Integration Israels in das Imperium seit 1967 führt dazu, dass man 2025 Trumpismus und Netanjah(u)ismus kaum noch unterscheiden kann. Aber Trump, jenseits seiner nobelpreisreifen Faxen, ist der Hauptschuldige am Genozid in Gaza durch seine langfristigen Ermutigungen zur israelischen Gewalt: Diese simple Tatsache lässt den Trumpismus auf die Seite des Hitlerismus kippen. Trump sitzt weiterhin am Steuer: US-amerikanische Gasstöße und Bremsungen regulieren Netanjahus genozidale Aggressivität. Ich habe Glück: In dem Moment, da ich schreibe, weicht Trump, erschreckt über die Reaktion der arabischen Länder auf den israelischen Angriff auf Katar – zumal durch das strategische Bündnis zwischen Saudi-Arabien und Pakistan –, zurück. Er befiehlt Netanjahu, sich für den Bombenangriff in Katar zu entschuldigen, und dieser gehorcht. Trump zwingt Israel zu einem Abkommen mit der Hamas, und Netanjahu unterschreibt. Und danach? Trump ist ein Perverser – unmöglich vorauszusagen.

Der Begriff „Trumpo-Netanjah(u)ismus“, zugegeben wenig elegant, ermöglicht es, die „jüdische Frage“ als gemeinsamen Punkt der US-amerikanischen Krise 2000–2035 und der deutschen Krise 1920–1945 zu fassen.

Die radikal pro-israelische Haltung des Trumpismus kaschiert meines Erachtens einen tiefsitzenden, niederträchtigen Antisemitismus: Die Gleichsetzung aller Juden mit dem Netanjah(u)ismus – ein historisch tatsächlich monströses Phänomen, ein Krebsgeschwür der jüdischen Geschichte – wird nur dazu führen, die nationalsozialistische Vorstellung eines monströsen jüdischen Volkes zu erneuern. Ich spreche hier von einem Antisemitismus 2.0.

Mir ist bewusst, dass mir nur wenige Leser in diesem Punkt folgen werden. Doch ich spreche hier nur wie ein gewöhnlicher Prophet des Alten Testaments: „Wir sind nicht auserwählt worden, um auf der Seite der Mächtigen zu stehen. Die Geschichte hört nicht auf, uns diese Falle zu stellen.“ Wie oft glaubten Juden, durch die Starken, die Mächtigen, die Obrigkeit, ein Imperium gerettet zu sein – ja sogar durch ein Privileg ausgezeichnet – finanzieller Erfolg, intellektuelle Bedeutung, Gewicht in der bolschewistischen Partei –, um schließlich wütenden Völkern zum Fraß vorgeworfen zu werden… Mein Herz blutet, wenn ich so viele französische Juden sehe, die sich heute auf der Seite des Knüppels wähnen und Netanjahus Politik rechtfertigen. Doch die Kiefer einer Falle gehen auf. Durch Trumps Gnaden wird der ganze Planet antisemitisch. Die US-amerikanischen Juden, deren Mehrheit Netanjahus Linie ablehnt, sind weiser und gerechter. Aber schon werden Juden, die Netanjahu ablehnen – ob akademisch oder nicht –, von der Macht verdächtigt, Antisemiten zu sein. Die Perversion herrscht. Der Trumpismus herrscht.

Wann schnappt die Falle zu? Eines Tages werden die christlichen Nationen unvermeidlich ihren Frieden mit 1,6 Milliarden Muslimen machen. Dann werden die Juden von ihren Fans im Stich gelassen und, nunmehr allein, anderen wütenden Völkern zum Fraß vorgeworfen.

Die gelobten Länder folgen aufeinander, die Katastrophen folgen ihnen. „Einbruch der Nach“t, die frühe Erzählung von Isaac Asimov, diesem großen US-amerikanischen Science-Fiction-Autor, scheint mir eine Metapher für die lange Abfolge von Dramen zu sein, die die jüdische Geschichte ausmacht: Inmitten einer mächtigen Zivilisation kündigt ein prophetischer Rest eine geheimnisvolle Katastrophe an… sie kommt, überraschend… die Zivilisation bricht zusammen… dann, langsam, wird sie wiedergeboren, erblüht, überraschend…

In Wahrheit validiert schon die bloße Rückkehr der jüdischen Obsession ins Herz des Westens die Hypothese einer bedrohlichen Kontinuität zwischen Vergangenheit und Gegenwart.

Zombie-Protestantismus und Nationalsozialismus, Null-Protestantismus und Trumpismus

Die Wirtschaftskrise von 1929 war ein maßgeblicher, wohlbekannter Faktor der Hitlerisierung Deutschlands. Sechs Millionen Arbeitslose entzogen die deutsche Gesellschaft jeder ideologischen Rückbindung. Die Beseitigung der Arbeitslosigkeit durch Hitler binnen weniger Monate besiegelte das Schicksal des Liberalismus.

Der religiöse Kontext des Aufstiegs des Nationalsozialismus, ebenso wichtig, ist weniger vertraut: Zwischen 1870 und 1930 schwand der protestantische Glaube in Deutschland – zuerst in der Arbeiterwelt, dann in den mittleren und oberen Schichten. Die katholischen Regionen hielten stand. 1932 und 1933 konnte die Karte der NS-Wähler somit mit faszinierender Genauigkeit die des Luthertums reproduzieren. Der Protestantismus glaubte nicht an die Gleichheit der Menschen. Es gab die Auserwählten, vom Ewigen schon vor ihrer Geburt dazu bestimmt, und die Verdammten. War der metaphysische protestantische Glaube erst verschwunden, blieb die hysterisierte Furcht vor der Leere seines ungleichen Inhalts – mit Juden, Slawen und so vielen anderen als Verdammten. In den Vereinigten Staaten richtete sich der Protestantismus calvinistischer Herkunft gegen Schwarze. Das calvinistische Volk, an die Bibel fixiert, identifizierte sich mit den Hebräern, was den US-amerikanischen Antisemitismus der 1930er Jahre begrenzte und Juden schützte. Nun ja… geschützt bis zum jüngsten Aufkommen der evangelikalen Fixierung auf den Staat Israel.

Im katholischen Frankreich (insbesondere im Pariser Becken und an der Mittelmeerküste) ließ der Zusammenbruch von Glaube und Praxis ab 1730 die Gleichheit der Chancen auf das Paradies (durch die Taufe, die von der Erbsünde reinigt) in die Gleichheit der Bürger und in die Emanzipation der Juden umschlagen. Die republikanische Idee des universellen Menschen ersetzte die des universellen katholischen Christen (katholikós bedeutet auf Griechisch „allumfassend“). Ein ganz anderes Programm als der Nationalsozialismus, das aber lange vor ihm die erste massive Ablösung einer Religion durch eine Ideologie darstellte. In Revolutionsfrankreich wie im nationalsozialistischen Deutschland überlebte jedoch das soziale und moralische Rahmenpotenzial der Religion den Glauben: Das Individuum blieb Mitglied seiner Nation, seiner Klasse, Träger einer Arbeitsethik und eines Pflichtgefühls gegenüber den Mitgliedern der Gruppe. Die Fähigkeit zur kollektiven Aktion war stark, womöglich vervielfacht. Dies nenne ich das Zombie-Stadium der Religion. Der Nationalsozialismus entsprach diesem Zombie-Stadium, daher – leider – seine wirtschaftliche und militärische Effektivität.

Ich könnte diese religiöse Erklärung der Ideologie durch eine Erklärung der Religion selbst ergänzen, beeinflusst durch die zugrunde liegenden Familienstrukturen, in Deutschland ungleich, im Pariser Becken egalitär. Man kann sich hier jedoch mit einer Kontinuität vom Protestantismus zum Nationalsozialismus und vom Katholizismus zur Französischen Revolution begnügen.

Wir finden Protestantismus im Trumpismus wieder. Wir finden dann Ungleichheit, verbunden mit Negrophobie. Wir befinden uns jedoch nicht mehr im Zombie-Stadium der Religion, sondern in ihrem Null-Stadium. Die gemeinsame Moral ist verschwunden. Die soziale Wirksamkeit ist verschwunden. Das Individuum treibt, besonders in jenem Amerika mit absoluter Kernfamilienstruktur, individualistisch und ohne klare Erbregeln. Folglich ist von der trumpistischen Ideologie anderes zu erwarten: weiterhin Ungleichheit, aber weniger Stabilität im Wahn, brutale Oszillationen, die nicht fundamental aus dem Gehirn eines vulgären und niederträchtigen Präsidenten stammen, sondern aus der Gesellschaft selbst. Die Fähigkeit zu kollektiver, wirtschaftlicher und militärischer Aktion ist – zu unserem Glück – stark vermindert.

Man beachte beim Trumpismus das Auftreten nihilistischer pseudo-religiöser Formen, die eine obszöne Neuinterpretation der Bibel einschließen, etwa die Verherrlichung der Reichen. In der Dimension des Rassismus deutlich schwächer als der Nationalsozialismus, geht der Trumpismus in der ökonomischen Unmoral weiter.

Der Nationalsozialismus war schlicht und explizit antichristlich. Der Trumpismus gibt sich religiös, aber in der Art eines satanischen Kultes – durch Umkehrung der Werte. Das Böse ist das Gute, die Ungerechtigkeit ist die Gerechtigkeit. Hitler war nur der Führer, der das deutsche Volk zu seinem Martyrium führte; Trump ist nicht Satan, aber ich vermute, dass für seine satanistischen Fans seine rote Kappe die des Antichristen ist.

Beim Le-Penismus gibt es kein ungleiches protestantisches Erbe. Darin liegt das eigentliche Rätsel des Rassemblement National: fremdenfeindlich, ist es auf katholischem Boden entstanden. Schlimmer noch: Seine ersten Hochburgen an der Mittelmeerküste und im Pariser Becken waren die der Revolution – familiär egalitär und seit dem 18. Jahrhundert entchristlicht. Und nun? Ist das Rassemblement National ungleichheitsorientiert? Egalitär? Rätsel für uns; wahrscheinlich auch für sich selbst. Seine Ablehnung des Anderen entspringt einem perversen Egalitarismus, der eine rasche Assimilation der Einwanderer verlangt, statt sie ihrem Wesen nach als verschieden zu empfinden. Vor allem aber wird das RN, so sehr es von der Ablehnung von Einwanderern und sogar deren Kindern bestimmt ist, ständig an die französische egalitäre Tradition erinnert, weil seine Wähler die Ultrareichen, die Mächtigen – kurz: unsere dummen Eliten – hassen, und nicht nur die Einwanderer. Deshalb tut sich die „Union der Rechten“ in Frankreich so schwer. In der einen oder anderen Form wirft das Bündnis der Oligarchen mit dem (weißen) Volk gegen den Fremden in den USA, im Vereinigten Königreich und in Skandinavien keine Probleme auf, wo konservative Volkskräfte und die klassische Rechte leicht zusammenfinden. In Frankreich entzieht sich die Koalition der Reichen und Armen gegen den Fremden.

Unterschätzen wir jedoch nicht die potenzielle Gewalt einer Fremdenfeindlichkeit universalistischer Prägung. Sie kann sehr wohl in Rassismus umschlagen. Wenn ein Mensch a priori meint, die Menschen seien überall gleich, und er Menschen mit anderen Sitten gegenübersteht, kann er sehr wohl folgern, dass sie keine Menschen seien.

Das RN ist das Produkt eines Katholizismus Null, so wie die Revolution das eines Zombie-Katholizismus war. Daher wird es kein kollektives Projekt hervorbringen. Eine detaillierte Untersuchung des RN und seines Verhältnisses zur Zukunft verschiebe ich auf einen nächsten Text – weder impressionistisch noch expressionistisch –, den ich ganz der inneren Logik und der Dynamik des französischen Chaos widmen werde.

Psychiatrie der oberen Mittelschichten

Ich komme nun zu einem entscheidenden Unterschied, der jedem klar sein sollte und von politischen Kommentatoren, die uns mit ihrem Vokabular unablässig in die 1930er Jahre zurückverweisen, in Erinnerung zu rufen wäre. Das Verständnis der religiösen oder nach-religiösen Dimension des Hitlerismus, des Trumpismus oder des Le-Penismus setzte historische Kenntnisse voraus, die man von TV-Politologen nicht verlangen kann. Dagegen können wir von ihnen verlangen, die Ideologien der Vergangenheit und der Gegenwart sozial zu verorten, statt sie unablässig unter dem Begriff „extreme Rechte“ gleichzusetzen. Der Unterschied zwischen Vergangenheit und Gegenwart ist hier sehr deutlich.

Der Nationalsozialismus und die Rechtsbewegungen der Vorkriegszeit fanden ihr soziales Epizentrum in den Mittelschichten und besonders in der oberen Mittelschicht, die durch die Arbeiterbewegung – sozialdemokratisch oder kommunistisch – bedroht war. Diese Mittelschichten waren fiebrig, damit beschäftigt, ihre Frauen einzusperren und Homosexuelle zu verfolgen. Heute finden die sogenannten rechtsradikalen Bewegungen hingegen ihr Epizentrum in den Volksschichten, insbesondere in einer verarmten Arbeiterwelt, erschüttert oder zerstört durch die wirtschaftliche Globalisierung, bedroht durch Einwanderung. Die heutigen Mittelschichten, weitgehend durch höhere Bildung und hohem Einkommen definiert, sind von der „extremen Rechten“ kaum oder gar nicht betroffen. Sie sind besonders immun.

 Deshalb spreche ich lieber von „Volkskonservatismus“ als von „extremer Rechter“. Seine Verankerung in der Gruppe der Beherrschten erklärt den defensiven Charakter des Volkskonservatismus. Sein Wähler stellt sich nicht als Eroberer Europas oder der Welt vor, wenn er sein eigenes Leben als Überleben empfindet.

Der wirkliche intellektuelle Fehler wäre, hier stehen zu bleiben. Gehen wir weiter, kehren wir sogar die Problematik der Verbindung von Ideologie und Klasse um. Wir haben die Ideologien der Gegenwart mit denen der Vergangenheit verglichen; vergleichen wir nun die Klassen der Gegenwart mit denen der Vergangenheit.

Teile der europäischen Mittelschichten der Zwischenkriegszeit verfielen dem Wahnsinn. Die Arbeiterwelt war vernünftiger. Aber sind die heutigen Mittelschichten, insbesondere die oberen, vernünftig? Friedfertig? Wovon träumen sie?

Sie sind verrückt. Der Aufbau eines postnationalen Europas ist das Projekt eines Halluzinierenden, wenn man die Vielfalt des Kontinents kennt. Er hat zur Expansion der zusammengeflickten und instabilen Europäischen Union in den ehemaligen sowjetischen Raum geführt. Die EU ist nun russenfeindlich, säbelrasselnd, mit einer durch ihre wirtschaftliche Niederlage gegenüber Russland erneuerten Aggressivität. Die EU versucht, die Völker Großbritanniens, Frankreichs, Deutschlands und so vieler anderer in einen echten Krieg hineinzuziehen. Was für ein seltsamer Krieg wäre es, in dem die westlichen Eliten Hitlers Traum von der Zerstörung Russlands übernommen hätten!

Der Vergleich nach sozialen Klassen ermöglicht somit einen großen intellektuellen Durchbruch. Der Europäismus – und damit der Macronismus – fällt durch seine äußere Aggressivität auf die Seite des Nationalismus, auf die Seite der Rechtsbewegungen der Vorkriegszeit. Wenn wir die zunehmend massiven und systematischen Eingriffe in die Informationsfreiheit und die Ausübung des Volkswillens im EU-Raum hinzufügen, nähern wir uns noch stärker dem Begriff „extreme Rechte“. Als Verbund liberaler Demokratien gegründet, verwandelt sich Europa in einen Raum der extremen Rechten. Ja, der Vergleich mit den 1930er Jahren ist nützlich, ja unverzichtbar.

Im grandiosen europäistischen Projekt finden wir eine psychopathologische Dimension, die bereits im Hitlerismus zu beobachten war: Paranoia. Die europäistische Paranoia konzentriert sich auf Russland. Die der Nazis machte die „jüdische Bedrohung“ zur Priorität, ohne den russischen Bolschewismus (sogenannter „Judeo-Bolschewismus“) zu vernachlässigen.

Heute wie gestern können wir also eine Psychopathologie der europäischen Führungsschichten analysieren. Die bizarre Sequenz, die mit Trumps Wahl begann – und mit dem Willen des labilen Präsidenten, mit Putin zu sprechen –, erlaubte uns, die Realitätsflucht unserer eigenen Führungen live zu verfolgen. Fassen wir unseren Wahnprozess zusammen. Er begann um 2014, vor, während und nach Maidan, jenem Staatsstreich, der die Ukraine zersetzte – gelenkt von US-amerikanischen und deutschen Strategen. Nun das Weitere:

  • 2014–2022: Provozieren wir Russland, das gewarnt hatte, es werde die Annexion der Ukraine durch EU und NATO nicht dulden.
    Geschehen. Putin ist in die Ukraine einmarschiert.
  • 2022–2025: Verlieren wir den für uns daraus folgenden Wirtschaftskrieg.
    Geschehen. Unsere Gesellschaften implodieren.
  • 2022–2025: Verlieren wir den eigentlichen Krieg, den das Kiewer Regime in unserem Auftrag führt.
    Läuft zur Zeit.

Der Umschaltpunkt der europäischen Regierungen in eine Parallelrealität beginnt 2025.

  • Leiten wir aus unserer Niederlage die Idee ab, wir könnten nun endlich unseren Willen durchsetzen und unsere Truppen in der Ukraine stationieren, um das, was übrig bleibt, der EU einzuverleiben. Wie ließe sich da nicht an Hitler denken, der 1945 in seinem Bunker eingeschlossen Armeen befahl, die es nicht mehr gab.

Wir haben es heute in Europa mit Verrückten zu tun – oder besser: mit einem kollektiven Wahnsinn, der massenhaft Individuen der gesellschaftlich herrschenden Kreise erfasst hat. Allein in Frankreich beteiligen sich Tausende Journalisten, Politiker, Akademiker, Unternehmer, hohe Beamte an der kollektiven Halluzination eines Russlands, das Europa erobern wolle (Paranoia). Dies oder jenes Individuum kann nicht persönlich verantwortlich gemacht werden. Wir haben es mit einer kollektiven psychischen Dynamik zu tun.

Ich bin überzeugt, dass die Verkleinerung des Individuums, geboren aus dem Nullzustand der Religion, die Entstehung dieser russenfeindlichen Schwärme erklärt.

Wie ich in Les Luttes de classes en France au XXIème siècle erläutert habe, führte das Verschwinden kollektiver Glaubenssysteme – religiöser und dann ideologischer des religiösen Zombie-Zustands – zu einem Einbruch des menschlichen Über-Ichs. Anders als die Kämpfer für die Befreiung des Ichs definiere ich das Über-Ich nicht nur oder vorwiegend als repressiv. Das Über-Ich, als Ideal des Ichs, verankert im Menschen positive moralische und soziale Werte. Begriffe wie Ehre, Mut, Gerechtigkeit, Ehrlichkeit finden ihren Ursprung und ihre Kraft im Über-Ich. Schwächt es sich, schwächen sie sich. Verschwindet es, verschwinden sie. Der Mensch ist also durch das Ende von Religion und Ideologien letztlich nicht befreit, sondern im Gegenteil geschwächt worden. Es sind hochgebildete, aber moralisch und intellektuell geschrumpfte Männer und Frauen – geschrumpft durch den Nullzustand der Religion –, die massenhaft Träger der russenfeindlichen Pathologie sind.

Die nationalsozialistischen Antisemiten hatten eine ganz andere psychische Konstitution. Der „Tod Gottes“, um mit Nietzsche zu sprechen, trieb sie zwar in die Suche nach einem Führer, doch mangelte es ihnen nicht an Über-Ich, und sie blieben zu kollektiver Aktion fähig. Die tragischen Leistungen der deutschen Armee im Zweiten Weltkrieg zeugen davon. Wer würde es heute wagen, sich unsere oberen Mittelschichten vorzustellen, wie sie an der Spitze ihrer Völker dem Tod entgegen nach Kiew und Charkiw eilen würden? Unser Ukraine-Krieg ist zum Lachen – ein Produkt der Emanzipation des Ichs, Tochter der Persönlichkeitsentwicklung. Sterben werden nur Ukrainer und Russen.

Es sei denn…

Thermonukleare Austausche kommen ohne Helden aus.

9.    Oktober 2025


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