Sergio Rodríguez Gelfenstein, 1/9/2024
Durante el apagón de más de 9 horas en la zona de
Caracas donde vivo que fuerzas terroristas provocaron el pasado viernes 30 en
casi toda Venezuela y cuando en mi casa no había luz, agua ni internet, mi hijo
de 8 años me preguntó ¿qué estaba pasando? y ¿cómo era posible que ello
ocurriera?
Sabiendo de su inteligencia y sagacidad y conociendo
que no se iba a conformar con respuestas nimias y superficiales, me di a la
tarea de intentar explicarle la situación. Le hablé del significado de las
palabras dignidad, honor y orgullo. Le expliqué que él, al igual que el
Libertador Simón Bolívar, había nacido en Caracas, en Venezuela y que nuestro
comportamiento entrañaba un compromiso con su memoria.
Le dije que lamentablemente en el mundo, había hombres
y mujeres malos que eran felices haciéndole daño a los demás. Le conté que en
Estados Unido hacían cosas muy bonitas para el disfrute de los niños como los
maravillosos parques de diversiones que existen en la Florida, pero que al
mismo tiempo, el gobierno de ese país estaba enviando dinero y armas para que
un gobierno también de gente mala, matara a los niños en Palestina y le dije
que en menos de un año habían sido asesinados por los gobiernos de Israel y
Estados Unidos casi 30 mil niños. Le explique que eso era como si mataran a
todos los niños de 30 escuelas iguales a la de él. Le indique que los líderes
estadounidenses odian a los niños del mundo y que el pueblo humilde y los niños
de estados Unidos eran las primeras víctimas de su gobierno. Le expuse que en
ese país para convertirse en líder había que ser millonarios y que su principal
negocio era la guerra y la venta de armamento.
Por eso, mandan a matar a través de secuaces y
cómplices como Zelensky, Machado, Pinochet, Somoza y Netanyahu. Por eso también,
nos cortan la luz , el agua y el internet, porque su felicidad se sustenta en
el odio a la humanidad y por supuesto a los niños que como él, no pueden jugar,
ver televisión o ver sus programas favoritos. Por eso, nosotros debemos hacer
todo lo contrario, amar y ayudar a los demás sin importar lo que sean o lo que
piensen.
Le explique que el gobierno de Estados Unidos había
mandado a matar al presidente chileno Salvador Allende. Papá, ¿Allende es el de
la foto que está en tu estudio? Si hijo, junto a la del general nicaragüense
Augusto C. Sandino también asesinado por órdenes del gobierno de Estados
Unidos. ¿Y porque tienes sus fotos? Porque ellos son un ejemplo, hijo, un
ejemplo de lo que debemos ser y cómo debemos actuar en la vida.
También tengo un cuadro de Simón Bolívar. Estados
Unidos no lo quería porque como el Libertador quería que todos los países de
América Latina estuviéramos hermanados, inventaron una idea para apropiarse de
nuestras riquezas y mantenernos desunidos.
Papá, ¿esto siempre va a ser así? No Hijo, esto que
está ocurriendo va a pasar porque la mayoría de los hombres y mujeres del
planeta son buenos, quieren trabajar, construir, vivir en paz y amar a sus
esposas y esposos, a sus padres y madres y sobre todo a sus hijos.
Mi hijo me preguntó: papá, ¿por qué hacen eso? Le
expliqué que lo hacían por el afán de lucro excesivo que no era una condición
natural del ser humano. Entonces vino una pregunta que debí haber
previsto: Papá, ¿qué es lucro excesivo?
Es obtener ganancias materiales innecesarias hijo, solo por suponer que así se
logra la felicidad.
Le dije además que eso es posible porque a pesar de
que las leyes establecen que en la sociedad todos somos iguales, eso, en la
práctica, no es verdad. Que en el mundo había muchos niños que no tenían
comida, ni luz, ni agua, ni escuela, ni internet, ni posibilidad de jugar y
divertirse porque el 1% de la humanidad no quería que lo tuvieran.
Mi hijo me preguntó que significaba el 1%. Le tuve que
decir que se imaginara que en el auditorio de su escuela había 100 sillones
para asistir a una actividad cultural, y que solo una persona ocupaba 62
sillones, mientras que las otras 99 se debían sentar muy apretados en los 38
sillones restantes.
Me dijo que eso no estaba bien porque esas personas
iban a estar incomodas a pesar de que había suficientes sillones para todos y
que eso era injusto. Entonces me vi obligado a explicarle que esa era
precisamente el problema: la injusticia en el mundo y -antes que me lo
preguntara- le señalé que el causante era algo que se llama capitalismo.
¿Qué significa capitalismo, papá? Significa que muchos
millones de personas trabajan y producen y unos pocos se apropian indebidamente
de ese trabajo y esa producción para lucrar con ello. Significa también que
para los capitalistas, ganar dinero en exceso y guardarlo es más importante que
usar ese dinero para que los niños no tengan que trabajar, para que haya
escuelas para todos, para que cuando se enfermen existan hospitales para
atenderlos, para que puedan comer todos los días y jugar con sus amigos.
Le dije que esos malos señores y señoras de Estados
Unidos y de un continente dirigido por gente muy salvaje e incivilizada que se
llamaba Europa querían ser felices a costa de que el resto de la humanidad esté
en permanente guerras y pasando dificultades y miserias. Le dije que uno de
esos señores que se llama Borrell, había dicho que esa Europa era un jardín y
que el resto del mundo era una selva, cuando la historia demostraba todo lo
contrario
Le dije que en Europa había surgido lo peor de la
historia de la humanidad: el esclavismo, el racismo, las guerras más brutales
jamás ocurridas e ideas que promueven el odio, como el nazismo, el sionismo y
el fascismo (antes que me preguntara que era eso, le expresé que, en otro
momento, cuando fuera más grande, se lo explicaría con detalles) y que esas
ideas impulsaron e impulsan el asesinato y la persecución de millones de
personas, entre ellos muchos niños. Es lo que están haciendo hoy en Ucrania, en
Palestina, en Haití, y también en Venezuela. Así mismo, en un país tan rico
como Argentina, miles de niños están pasando hambre porque estos señores
inventaron teorías que hoy usa el presidente de ese país para justificar el
empobrecimiento y la miseria de ese pueblo que es hermano del de Venezuela.
Le aclaré que, en esta situación, las víctimas eran
los niños de Estados Unidos y Europa, porque a través de la televisión y las
llamadas “redes” los enseñan a odiar y a matar. Por eso es que se ve en las
noticias que hay tantas matanzas en escuelas de Estados Unidos. Y por eso te
digo, hijo, que hay que tener mucho cuidado con la televisión y los programas que
hay en la tablet porque lo que transmiten suelen ser más malo que bueno.
En este punto, mi hijo me preguntó: Papá, ¿qué se
puede hacer? Hijo, no nos queda más que luchar, resistir y hacer todo lo que
sea necesario para que el mundo sea más justo, para que todos los niños tengan
salud, puedan comer todos los días, jugar e ir a la escuela. Sin embargo, le
advertí que el capitalismo no quiere que sea así por lo que la lucha será larga
y dura.
Le dije que, en algún momento, ni su mamá ni yo
estaremos y que él, que es un niño bondadoso, que comparte todo lo que tiene,
que es respetuoso -aunque un poco indisciplinado a veces-, que no le da mucho
valor a las cosas materiales que posee, que ama a sus padres, a su familia y a
sus amigos, deberá en el futuro, ser un hombre bueno que también deberá luchar
por ese mundo mejor al que todos aspiramos. Le dije que la vida no tiene
sentido, si no se hace eso.
Así, podrás hacer un aporte -aunque sea pequeño- para
que los malos no sigan haciendo apagones, no corten el agua ni la luz a las
familias y para que, en el futuro, los niños puedan jugar y ser felices.