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10/01/2025

OTO HIGUITA
¿Utiliza Gustavo Petro excusas para no asistir a la posesión de Nicolás Maduro?


 Oto Higuita, 9-1-2025

El presidente de Colombia Gustavo Petro utiliza excusas, ante la falta de argumentos contundentes, para no asistir a la posesión de Nicolás Maduro, elegido presidente de Venezuela el 28 de julio pasado por una mayoría de forma democrática y transparente, en medio de un bloqueo económico y la amenaza de invasión criminal.


Así las cosas, el jefe de Estado colombiano vuelve y queda mal parado frente a la comunidad internacional, las organizaciones populares, los pueblos y gobiernos del mundo, que han expresado su solidaridad y apoyan a Venezuela bolivariana y su derecho a defender como un pueblo unido su soberanía, su independencia y la autonomía de sus propias decisiones en asuntos internos.   

Con esta nueva salida en falso, Petro deja ver la otra cara de la moneda de líder político vacilante, ambiguo y dispuesto a abandonar a sus compañeros de lucha antimperialista en los momentos más apremiantes de la batalla, precisamente quienes enfrentan a muerte a las oligarquías apátridas, las mismas que en Colombia lo amenazan con golpe de Estado a él para abortar el gobierno del cambio.

De manera extraña olvida que son otros los asuntos fundamentales, que movilizan a los pueblos latinoamericanos, tomando la bandera de quienes buscan la destrucción de uno de los proyectos políticos más esperanzadores del continente. La libertad, soberanía y justicia social fundada en el legado de Hugo Chávez. Asuntos que vendría bien recordar aquí.

¿Acaso no ha sido la lucha por ejercer la soberanía nacional plena, hacer realidad los derechos humanos fundamentales y garantizar la justicia social y la paz total, un objetivo político estratégico de la izquierda y el movimiento popular colombiano, en un país sometido a los intereses estadounidenses, con siete bases militares extranjeras?

Este ha sido de tiempo atrás el ABC de la izquierda consecuente, como también lo ha sido de Gustavo Petro, quien fue elegido por millones de ciudadanos que se movilizaron masivamente, como nunca antes, durante los últimos años, creando las condiciones para el gobierno del cambio. Sin el apoyo masivo de ese pueblo consciente, ningún cambio o reforma profunda y radical, por más pequeño que parezca, será posible.

Si Colombia como pueblo y nación unidos busca ser parte del nuevo orden internacional, a partir del derrumbe y cambio de paradigma del modelo neoliberal, sustentado en el neocolonialismo extractivista, modelo con el que han saqueado a las naciones más débiles económica y militarmente; no le queda otro camino que recuperar la senda de la soberanía nacional y la independencia plena, ya que éstas son fundamentales para avanzar en el proceso de reconfiguración del nuevo orden mundial en ciernes.

Si el gobierno de Petro busca ser un proyecto nacional democrático y popular, que dé solución real a millones de desamparados y violentados por el Estado de la oligarquía, en los últimos 70 años de lucha de clases y conflicto armado, no puede vacilar ni ser ambiguo y menos conciliar con el enemigo; su deber es ir al fondo de los problemas y enfrentarlos con el apoyo decidido del movimiento popular y las ciudadanías que tienen hoy mayor disposición para la lucha y apoyan dicho cambio. De lo contrario, será mayor el riesgo de ser derrocado por la oposición de extrema derecha, que aprovechando su debilidad buscará sacarlo del poder para volver a gobernar como ya se sabe, tal como amenaza la oposición golpista venezolana al gobierno legítimo de Nicolás Maduro.

¿Cuál ha sido la postura del gobierno de Petro respecto a la soberanía nacional y la independencia?

Sobre esto es que se debe discutir hoy. De la política de sometimiento del imperialismo estadounidense en Latinoamérica en particular, en un contexto de tensiones y disputas geoestratégicas entre potencias y nuevas alianzas económicas y militares.

Las cosas hoy, tras las guerras de Independencia del siglo XIX, cuando los criollos revolucionarios junto a masas de mestizos y esclavos dirigidos por Simón Bolívar le dieron la Independencia, soberanía y libertad a la América española; y a dos siglos del neocolonialismo que impuso a nuestras repúblicas de principiantes el hegemón del norte; son esperanzadoras para los pueblos, a pesar de las nuevas formas de sometimiento y saqueo de nuestras riquezas naturales.

Sin duda, una tarea impostergable de todo ciudadano consciente de Nuestra América, de todo demócrata y revolucionario, es encontrar de nuevo el camino a la Independencia y soberanía nacional definitiva, los cuales devienen en objetivos estratégicos para lograr el verdadero cambio. Y esta magna tarea política no se alcanza con un gobierno mudo ante el sometimiento y menos vacilante ante el verdadero enemigo histórico, el imperio decadente del norte, el enemigo no es el hermano pueblo Bolivariano.      

Hoy alcanza mayor vigencia y altura el americano universal y padre de la Libertad, José Martí, cuando afirmaba en Nuestra América, “es la hora del recuento”.

“Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.” 

Nuestra América no aguanta más traiciones, ni eufemismos a nombre de los Derechos Humanos, ni vacilaciones a la hora de defender como un solo bloque los intereses colectivos y comunes de la Patria Grande, contra el abuso, atropello y sometimiento histórico que ha ejercido el imperialismo norteamericano.

Los gobiernos progresistas de izquierda, bolivarianos, socialistas y fieles a la tradición de lucha por la independencia y la soberanía como Venezuela y Cuba no soportan más traiciones, como lo acaba de hacer Brasil con Venezuela al vetar su ingreso a los BRICS.

Las excusas que adujo Petro para no asistir manifiestan evidentes contradicciones y le hacen el juego a la extrema derecha, la oposición golpista y criminal venezolana, que busca juramentar al derrotado títere Edmundo Gonzáles fuera de Venezuela y crear un “gobierno provisional”.

Se contradice flagrantemente en sus términos el presidente Gustavo Petro cuando afirma que no puede haber elecciones libres en una nación sometida al bloqueo, como en el caso de Venezuela, y al mismo tiempo decir que no puede reconocer las elecciones que no fueron libres. Igualmente, sostiene que Colombia solicitó a Venezuela la “máxima” transparencia en las elecciones pasadas, concluyendo que éstas no fueron libres. Es igualmente contradictorio como jefe de Estado, pedir que liberen dos ciudadanos venezolanos defensores de Derechos Humanos que fueron capturados por las autoridades legítimas venezolanas, sin tener la información acerca de los motivos y no considerarlo una intromisión en los asuntos internos de la nación hermana.

Petro no puede permitirse jugar como Lula, quien traicionó al hermano pueblo venezolano, ni como Gabriel Boric, el presidente de Chile que pisoteó el legado digno e histórico del presidente y revolucionario Salvador Allende, asesinado por aquellos fascistas que hoy abraza en La Moneda.  

Nota: he sido un defensor del proyecto de cambio en Colombia, voté por Petro, seguiré defendiendo las decisiones políticas coherentes con los principios y la lucha antimperialista de los pueblos latinoamericanos, su independencia y soberanía. Lo que vaya en contra de estos principios y debilite esta lucha lo criticaré y me opondré siempre.


FABER CUERVO
El pillaje de los peajes en Colombia

Faber Cuervo, 9-1-2025

Algo huele a podrido en las carreteras de Colombia. No me refiero a los olores de algunas cloacas que encontramos cuando viajamos, sino al sinsabor que nos deja el abusivo cobro en las casetas de los peajes apenas distanciadas por escasos kilómetros. Pagué 11 peajes de Medellín a Cali, en diciembre de 2024, por valor de $139.800*; el recorrido fue de 430 kilómetros, lo cual nos da un peaje por cada 39 kilómetros. Es como pagar un peaje cada que viajemos una distancia un poco inferior de la que hay entre Medellín y La Ceja.

Los peajes de Supía e Irra están a 34 kilómetros de distancia, pero los siguientes, los de Guaico y Acapulco están apenas a 21 kilómetros, lo que equivale a ir de Medellín a alguna de las veredas del municipio de La Estrella. El peaje más costoso fue el de Pintada, $16.900, y el más económico fue el de Guaico, $6.700. Las carreteras que atraviesan los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda y Valle del Cauca están en un excelente estado, hay buena señalización, fluye el tráfico vehicular con regularidad, excepto cuando se presentan accidentes.

Regresé a Medellín en los primeros días del 2025 con la expectativa de las alzas de los peajes autorizadas en un 2,78% por el gobierno nacional. Encontré que las alzas oscilaron entre $200 y $600, lo cual, en algunos cobros, superó por poco margen el aumento reglamentado, pero con gran diferencia en los cobros de otros departamentos que según las últimas noticias alcanzaron hasta el 50%. Sobre esta anomalía voy a proseguir este análisis.

 

El sistema de construcción de carreteras por concesiones a empresas privadas con peajes es otro hijo del neoliberalismo que nos regaló desde 1990 el expresidente Cesar Gaviria con el pomposo lema “Bienvenidos al futuro”. Sólo le faltó agregar, “al futuro de enriquecimiento obsceno de los sectores privados y empobrecimiento y despojo de la población trabajadora”. Consistió este sistema en entregar a privados la construcción, el mantenimiento y la operación de vías, mediante contratos que definieron la captación de recursos financieros a través de la instalación de peajes a lo largo y ancho del país. Vino un boom de ejecución de carreteras que requería el país, las que alguien tenía que hacer, ya fuera el Estado, ya fueran los privados, a través de alianzas público-privadas –APP-. Sin embargo, lo que se implementó de una manera asimétrica y dañosa fue el financiamiento de dichas obras. ¿Por qué?



Los gobiernos de Gaviria (1990-1994), Pastrana (1998-2002), Uribe (2002-2010), Santos (2010-2018) y Duque (2018-2022) implantaron el Estado corporativo, un sistema de gobernanza en el que la administración del sector público entra en simbiosis con el sector privado, es decir, se alían para ejecutar proyectos de desarrollo económico y social, en los que los privados terminan poniendo las condiciones de orden legal-jurídico y económico, hasta deciden los tribunales internacionales que dirimirán los conflictos entre las partes en caso de sucederse. En términos más precisos, en esa gobernanza empezaron a predominar los contratos leoninos, esto es, contratos en que todas las ganancias irían a uno de los socios (el león o el más fuerte, los privados) y las pérdidas para el sector público, en consecuencia, para la población trabajadora que tributa y espera en contraprestación el cumplimiento de los derechos fundamentales.

Aquellos contratos leoninos lograron que los concesionarios privados se lucraran con beneficios incalculables durante décadas cobrando peajes después de haber terminado las vías, sin asumir, en muchos casos, sus reparaciones porque el contrato estipulaba que era el Estado quien debía hacerlas. Son contratos tan espurios que ni siquiera aceptaban interventorías independientes que pudieran ejercer alguna vigilancia y control de la ejecución y operación de las carreteras. La Ruta del Sol (concesionada a la corrupta empresa Odebrecht) tuvo que ser prácticamente terminada por el Estado, porque pasaban los años, su lenta construcción, abandono y deterioro configuraban un riesgo en la conservación de la propia vía y en la seguridad de los usuarios. La vía al llano (Villavicencio), carretera que ya se ha pagado varias veces, concedió a su operador privado (Luis Carlos Sarmiento Angulo), la exoneración de los puntos críticos, por lo que es el Estado quien asume las contingencias. Se concedieron autorizaciones de incrementos exagerados en los peajes en diferentes tiempos, además de otras gabelas que rigen contractualmente, contra las que supuestamente el gobierno actual nada puede hacer.

Los peajes se convirtieron en alcancías de privados cuyos depósitos nadie conoce en sus cuantías excepto los recaudadores particulares. Son pozos sin fondo donde cae dinero todos los días del año. Sea invierno, sea verano, sea día, sea noche, sea auto, camión, bus, sean conductores de la zona de influencia o no lo sean, tenemos que pagarles a unas empresas cuasi fantasmas el “libre tránsito” por nuestros propios caminos. Lluvia incesante de dinero dentro de esos peajes las 24 horas y 365 días del año. Cuánto flujo de caja, cuánta fortuna al bolsillo de los concesionarios privados que ya construyeron la carretera y siguen cobrando el peaje (ya vencido) dizque para mantenimiento. Son billones y billones los que captan estas alcabalas sin control, con patente de corso para coleccionar billetes de todas las denominaciones. ¿Cuántas veces los contribuyentes pagamos las vías, cuyas concesiones obtienen peajes por décadas? Vías que en muchos casos no fueron hechas con los materiales adecuados, las mezclas apropiadas, las características técnicas normatizadas, sin interventorías independientes, ni ningún organismo de vigilancia y control.


Los peajes privatizaron las carreteras. Nuestras vías nacionales tienen dueños: Corficolombiana S.A., Olarte y compañía, Sarmiento Angulo y compañía, los testaferros de Odebrecht, Concesión Pacifico, Concesión La Pintada, y otros. Según información oficial, 119 peajes están concesionados a empresas privadas y son administrados por la Agencia Nacional de Infraestructura –ANI-. Mientras que el Instituto Nacional de Vías (Invias) administra los otros 31 peajes. Colombia es el país con mayor número de peajes en América Latina. Brasil es el segundo a pesar de que el territorio de Colombia cabe 6 veces en ese país y su red de carreteras es de menor cobertura. La red de carreteras de Brasil está formada por 1.563.000 kilómetros, de los cuales 213.500 kilómetros están pavimentados. Colombia cuenta con 206.102 kilómetros, de los cuales 16.983 corresponden a la red primaria. No hay otro país del mundo que presente un sistema de concesiones a privados con las características contractuales vigentes en Colombia.

Los peajes con cobros caros impactan la economía nacional. Inciden finalmente en la tasa de inflación de muchos productos de consumo esencial. Quitan recursos a las pequeñas y medianas empresas, a las familias, a los jóvenes que salen a conocer y disfrutar el territorio. Los peajes son alcabalas que se chupan inmensos capitales generados en la cadena productiva de la industria, los sectores agrícola, artesanal y cultural, en la distribución y comercialización de bienes y servicios. Los peajes encarecen los fletes de los alimentos, los despachos de mercancías, el precio final de toda clase de producción. Los incrementos en los cobros de los peajes no ayudan a la reactivación de la economía. Junto con las altas tarifas de los servicios públicos, de otros impuestos y tributos, terminan distorsionando drásticamente la economía en su conjunto, lo cual va contra las fluidas dinámicas del consumo y los comportamientos en la oferta y la demanda.

Muchos países acuden a otros sistemas para construir, mantener y operar las carreteras. Hay países como Suiza y Austria que no tienen peajes. Suiza cobra a sus conductores 40 francos suizos (190.000 pesos colombianos) por usar durante un año todas las vías y autopistas del país. Ese valor opera como un impuesto de rodamiento en todo el territorio. En Colombia, el municipio donde habitamos nos cobra un impuesto de rodamiento que no aplica para circular en la totalidad del departamento o país. Los vehículos deben pagar impuestos, Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito –SOAT-, seguro del carro por siniestro, certificados tecno mecánicos; sin embargo, el uso del vehículo es restringido, ni siquiera, en algunas ocasiones, se puede transitar en el municipio por las políticas de pico y placa, también es castigado con los cobros de parqueo y los peajes.
 
La improvisada apertura económica de Gaviria abrió la puerta a las privatizaciones no sólo de las carreteras nacionales, sino de los recursos destinados a la salud-educación-vivienda-pensiones-medio ambiente-cultura; también a la venta de empresas públicas estratégicas, a la monopolización en la tenencia de la tierra. El espíritu neoliberalizante (todo para los más ricos) se expandió a todos los sectores públicos, ninguno escapó; los derechos fundamentales consagrados en la Constitución Política de 1991quedaron enredados y aplazados en esa telaraña de saqueo de lo público a favor de los privados y clase política gansteril. La privatización generalizada parió una corrupción estructural. El neoliberalismo privatizador coexiste con la corrupción, necesita de ella, no puede prosperar sin violar los derechos humanos fundamentales y las leyes de la República. La llegada de las teorías neoclásicas puristas (apóstatas de las variables sociales), la teoría del equilibrio general de León Walras, las doctrinas plutocráticas de von Mises, von Hayek y Milton Friedman a las facultades de economía de las universidades colombianas le puso un velo de academia, honorabilidad e inocencia al saqueo neoliberal.

Uno de los grandes desafíos que tiene la sociedad colombiana es sacudirse de la corrupción estructural y la violencia económica institucional que originan desigualdad y violencia. La corrupción está blindada con contratos, documentos, acuerdos corporativos, seguridad jurídica, tal como lo demuestra la oronda supremacía de los peajes. ¿Qué puede hacer el gobierno nacional? ¿Qué puede hacer la sociedad civil? El expresidente Santos vendió Isagén, la tercera generadora de energía en Colombia, dizque para financiar vías 4G y todavía se siguen pagando con peajes. O sea, no sólo se renunció a un activo y patrimonio público importante, sino que se entregó a manos llenas el esfuerzo productivo de los conductores.  ¿Cuántas veces se han pagado esas vías?  

Algo se tiene que hacer para detener esa sangría humillante. Un proyecto vía Congreso para derogar esos contratos leoninos. La elaboración de demandas jurídicas por incurrir en nulidad dada su abierta violación a los más elementales principios de equidad.  Acciones desde la movilización social para obtener la invalidación de dichos contratos y la eliminación de las casetas-peajes. Priorizar la construcción de una red de ferrocarriles de carga y pasajeros, el medio de transporte más económico y eficiente. Un cambio en Colombia también tiene que ver con el desmonte de esas rémoras y aberraciones en la contratación pública. La violencia económica institucional es lo que más agobia a los colombianos. Los peajes, el 4 x 1.000, los impagables servicios públicos, los onerosos prediales, los elevados impuestos de industria y comercio, el innecesario impuesto de cámara de comercio, los altos costos notariales, los costosos medicamentos, las fotomultas, el impoconsumo, entre otros. No resistimos tantos tributos, tanto saqueo, tanta esclavitud, tanto pillaje en los peajes.

NdE
*10.000 $COP (pesos colombianos) = 2,24€, 2,31 USD, 3,33 CAD, 236 руб RUB, 16,93 ¥ CNY, 198
INR, 14 R$ BRL



09/01/2025

LUIS CASADO
¿Quién es el que manda aquí, Ah?

Luis Casado, 9-1-2025

Sociólogos, opinólogos, enólogos, teólogos, ufólogos, proctólogos, urólogos, etólogos, zoólogos, todólogos y un ceremíl de expertos diversos y variados se devanan la cavidad craneal (no está claro que tengan un cerebro) intentando explicarnos a) lo que hará Donald, b) porqué lo hará, c) con qué objetivos, d) cuales son las razones que aconsejan hacerse el weón, mirar p'al lao, repetir: no se oye padre, o bien: más vale esto que estar muerto, el mundo es de los vivos...


Lo cierto es que una epidemia de diarrea disentérica recorre Europa – como antaño un fantasma, con la diferencia que todas las fuerzas de la vieja Europa no se han unido en santa cruzada para acosar a la causa de la diarrea disentérica: ni el Papa que no cuenta, ni el zar que ya no existe, ni canciller austriaco Karl Nehammer que dimitió, ni Macron a quién le faltan dos, ni los socialdemócratas franceses ni los polizontes alemanes incluida la muy autoritaria Ursula van der Leyen – y todo dios calla, se viste color muralla, se hace chiquito, intenta pasar piola y evita hacer como hicieron cuando la COVID: comprar vacunas o en su defecto la más mínima molécula de loperamida (Imodium) o de subsalicilato de bismuto (Pepto-Bismol, Kaopectate).
Hacerse el peras cocidas es un recurso tan evidente, que ante las patochadas de Elon Musk el diario parisino Le Figaro apenas osa titular en primera página:
El activismo diplomático de Musk desestabiliza a los europeos (sic)
Le Figaro llama “activismo diplomático” lo que en buen romance es cagarse en la Unión Europea, comenzando por sus mediocres autoridades designadas a dedo gracias al insigne método de tin marín de do pingué cúcara títere mácara fue, para no hablar de cancilleres, primeros ministros, presidentes, reyezuelos y otros jefes de Estado que bien bailan.
No exagero: Le Figaro, refiriéndose a Elon Musk, precisa en su portada:
Cercano a Trump, de cuya Administración debe hacer parte, el millonario multiplica las injerencias en Europa (resic)
Bueh... la verdad es que Musk le señala a quién quiera oírle que en Alemania debe gobernar la ultraderecha neonazi de Alternative für Deutschland (AfD), acusa al primer ministro británico Keir Starmer de ser “cómplice de redes criminales pedófilas” y amenaza con las penas del infierno a la Unión Europea que considera la eventual posibilidad de definir reglas aplicables a las redes sociales de su propiedad.

El silencio acojonado de las autoridades europeas, y sus muy tenues reacciones públicas que evitan nombrar a nadie, llevó al conocido demógrafo e intelectual Emmanuel Todd a llamar las cosas por su nombre:
Musk, es el tipo que dice todo el desprecio que tienen los yanquis por nuestro servilismo
Lo esencial de la prensa, la radio y la TV de la Unión Europea – en manos de oligarcas multimillonarios y hundidas en el cenagal de la propaganda neoliberal y promercado – no informa: manipula. Durante el proceso electoral yanqui apoyó en modo descarado al senil Joe Biden a tal punto que tres días antes del voto, en Radio France Info un “periodista” acusó a Donald Trump de ser un esbirro de la mafia rusa (sic) y de hacer sus negocios inmobiliarios en New York con dicha mafia.
Puede que haya sido la razón por la que Macron – siempre en avance cuando se trata de demostrar su inconstancia, su volubilidad, su cobardía y su oportunismo – fue el primer jefe de Estado en felicitar a Trump, en lo que la prensa yanqui calificó públicamente de actitud “lameculos”.
Para encontrar algún artículo de prensa que exponga el modo en que el neofascismo avanza en la Unión Europea tienes que leer Reporter, una publicación del diminuto Estado de Luxemburgo (672 mil habitantes...). Allí, el periodista Robert Schmidt constata:
Concierto por el cumpleaños de Hitler, festival neonazi, concentraciones de grupúsculos de extrema-derecha… a los skinheads, neonazis y otros extremistas de derecha les gusta juntarse en Alsacia o en Lorena” (provincias francesas, fronterizas con Alemania).
Cuando Trump amenaza con la imposición de aranceles a los productos europeos, la diarrea disentérica deviene viral y las autoridades de la UE se acercan a la septicemia y al choque séptico.
Si a eso Donald le agrega que Canadá, Groenlandia, el Canal de Panamá y lo que le salga de los bajos deben ser parte de EEUU... Macron, Scholz y sus pares caen brutalmente en los síntomas de las crisis de pánico: sudores, palpitaciones, ahogos, dolores pectorales, náuseas y picores.
Lo que precede dista mucho de parecerse a la reacción de Bruno Le Maire, entonces ministro de Finanzas galo, cuando Rusia atacó en Donesk y Lugansk para defender a la población rusa de las agresiones neonazis de Zelensky.
En esa ocasión Bruno Le Maire, y todo el gobierno francés, se plegaron servilmente a las órdenes del Pentágono y de Washington y le aplicaron todo tipo de sanciones económicas a Rusia. Bruno Le Maire vino a la TV a declarar: “Rusia no resistirá, y en una semana estará de rodillas”.
La Unión Europea que arrojó y aún arroja cientos de miles de millones de euros en “ayuda militar” a los neonazis de Kiev, conminada ahora por Donald Trump a aumentar sus gastos militares hasta alcanzar el 5% de su PIB... calla y obedece. Probando así que la Unión Europea no es sino un Protectorado yanqui en el viejo continente.
Mi pana Julio César – una lumbrera – descubrió un error fatal en el razonamiento de Trump: 

Ché Luisito – me escribió – Donald no puede hacer de Canadá el quincuagésimo primer Estado de la Unión, sino el quincuagésimo segundo...  visto que el quincuagésimo primero es la Unión Europea...

 Ave (Julius) Caesar, morituri te salutant



LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
¿Quién decide acerca del agua potable de Uruguay?
Elemental Watson

Luis E. Sabini Fernández, 9-1-2025
Todo período democrático de gobierno –el establecido entre elecciones para votar (gobierno, precisamente) puede y debe dividirse, o particionarse, entre el tiempo en que el gobierno de turno tiene el futuro abierto y el período en que mantiene las funciones pero ya ha sobrevenido sucesor, es decir luego de realizado el acto eleccionario para el nuevo período de gobierno.
Normalmente, el primer período es el más largo y el que se puede considerar propiamente de gobierno y en el ritmo uruguayo actual excede largamente los cuatro años y medio. El segundo tramo o período, es el que ejerce el gobierno –que se puede designar como “de salida”− cuando ya se han realizado las elecciones y se mantiene en funciones hasta el “cambio de mando”.
En Uruguay, con cierta lentitud que algunos confunden con aplomo, se trata de unos cuatro o cinco meses.  Casi medio año. En otros países, la transición es, con lógica, más rápida; en Argentina, no llega a dos meses y en algunos casos, mediando balotaje, apenas pocas semanas; en Suecia, el gabinete se reconstituye tras elecciones, cada tres años,  en cuestión de semanas; en EE.UU. −lo estamos viendo−, ese período es de unos dos meses.
Lo de Uruguay, no será por la vastedad del territorio y menos todavía por su envergadura poblacional…
Si en el período principal es el gobierno el responsable de las decisiones, de sus decisiones, en el período que designamos como “de salida”, la responsabilidad de gobierno cambia de carácter, sobre todo si el gobierno recién elegido no es continuación del vigente.
Cuando un gobierno se encuentra en período de salida, es comprensible que siga ejerciendo el gobierno sobre las actuaciones en curso, las aprobadas. Pero es totalmente nocivo, tóxico,  que en ese periodo inaugure proyectos a largo plazo condicionando al gobierno que ya está elegido. Proyectos que insuman años, incluso sobrepasando el período de gobierno que está por asumir, deberían contar con la mayor sustentación…
Si un gobierno, en su período de salida ejerce semejante conducta, por ejemplo, suscribe acuerdos que ya no atenderá y que obligará a atender al siguiente, se puede calificar como un acto de casi usurpación o al menos de abuso –político, institucional−. Como un “golpecillo de estado”, hecho con la picardía que nos es lamentablemente tan −diríamos− constitutiva.
El caso “Neptuno”, antes denominado Arazatí, es un buen ejemplo.

Frente a la crisis del agua de 2023, más rápido que corriendo, una U.T.E. [unión transitoria de empresas] armó un proyecto para proveer de agua a Montevideo y a los uruguayos en general recurriendo a una fuente absolutamente contaminada, ajena a todo tipo de limpieza más o menos natural. Apostando exclusivamente a depurar, filtrar la montaña de detritus que el estuario platense contiene como receptáculo de las corrientes interiores de América del Sur de la cuenca Paraná-Uruguay (la segunda mayor del continente, detrás de la amazónica). Se trata de corrientes, de ríos, absolutamente “tomados” por la agroindustria basada en contaminantes. Como, además, el estuario recibe también agua en sentido contrario, desde el Atlántico, amén de las “agrocontaminaciones”, contiene una salinidad inaceptable para toda potabilización (encima de una carga de contaminantes que los océanos han ido acumulando a causa de la relación que el homo economicus ha ido estructurando con la naturaleza).  
El “remedio” ante este otro obstáculo ha sido presentar un lago suplente, ocupando una buena tajada de terreno cercano a la costa, despojando una vez más tierra arable y apta para actividades pecuarias, como la fruticultura, la agricultura, las crías granjeras o la apicultura, o la ganadería lechera o cárnica. En un país que es un paisito.  Donde no sobra tierra. Un lago artificial   que técnicos de diversas disciplinas ya han adelantado tendrá todos los inconvenientes del agua estancada; algas tóxicas, cianobacterias…

 

Ventajoso proyecto empresarial, que le permitiría embolsar a la U.T.E. varios centenares de millones de dólares en unos años de pingües ganancias.

 

No se puede menospreciar la capacidad empresarial de inventarse tareas. Pero no es eso lo que necesita la sociedad uruguaya, como muchos informes técnicos ya lo han ido señalando.

Uno, brindado a los gobernantes recién elegidos en forma de “Carta abierta” por más de una veintena de investigadores y docentes de cátedras de salud, cuidado ambiental y sanitario; −la “craneoteca” con que cuenta el país en estos aspectos− cuestiona claramente el proyecto. Normalmente, cualquier gobierno tomaría en cuenta semejante dictamen en lugar de aceptar una propuesta empresaria que sabemos movida por el lucro y no por la salud ambiental. 

Clique para leer la carta abierta

 Que el gobierno saliente, el señor Luis Lacalle Pou, se embandere con semejante oportunidad empresaria revela sus preferencias, una opción ideológica en suma.
En el documento presentado por los investigadores se señala, por ejemplo, una dificultad (diríamos al ritmo de nuestro inolvidable Bartolomé Hidalgo): “la necesidad de implementar procesos de potabilización complejos, actualmente no disponibles en nuestro país, muy costosos y que conllevan riesgos concretos para la salud pública”.

Otro pasaje de la Carta abierta atiende la cuestión de la materia fecal en el estuario platense: “A la contaminación por materia orgánica actual, se suma el aporte del nuevo emisario subacuático de la cuenca del Riachuelo Matanza de Buenos Aires, que colectará efluentes […] de más de 4 millones de personas, adentrándose 12 km en el Río de la Plata. Este emisario se encuentra en las etapas finales de su construcción.  

Como lo afirmó Alem García, presidente de la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP): ‘es una necesidad imperiosa’ que Uruguay realice un monitoreo de las aguas del Río de la Plata luego que el emisor comience a funcionar. El incremento de contaminación fecal en el Río de la Plata (que ya es alta) exigirá tratamientos de cloración más importantes. Esto, sumado a la presencia de materia orgánica en el estuario, aumenta el riesgo de formación de sustancias de reconocida toxicidad.”
Remitimos al lector curioso a la lectura de toda la Carta Abierta y a incursionar en las observaciones que han planteado diversos vecinos y referentes de la sociedad civil de la zona del proyecto (Arazatí, Ecilda Paullier, Rafael Perazza).
El episodio nos está mostrando la ligereza con que se toman decisiones de enorme trascendencia basadas en argumentos que empresas no desinteresadamente formulan.
Somos un país que nos tragamos una gasificadora que no anduvo, un aerocarril que se hundía en el mar entre la isla de las Gaviotas y la costa montevideana, un proyecto celulósico que definieron otros…  como aceptando sin reflexión cualquier “volada”. Y si “nos salvamos” del proyecto Aratirí, de extracción de hierro, no fue por nuestra capacidad de resistencia, sino porque la empresa Zamin Ferrous, que lo patrocinaba,  lo desechó por escasa rentabilidad.
¿Vamos a seguir las iniciativas provengan de donde provengan, aceptando temperamentos, intereses, proyectos ajenos?
Notas
  1 - Sin ir más lejos, la presencia urbi et orbi de microplásticos, ya actuantes en los órganos de peces, en sus suculentas carnes, en los crustáceos y en la leche materna humana, por ejemplo.
   2 - Pólder, invocan sus “inventores”.  Solo que el original holandés se aplica exactamente al revés: terreno ganado al mar y convertido a la agricultura y aquí se lo quitamos a la agricultura para llenarlo de agua.


FRANCISCO CARRIÓN
”Var och en med den minsta gnutta medmänsklighet borde stödja västsaharierna”
Intervju med Greta Thunberg

Francisco Carrión, El Independiente, 9/1/2024
Översatt av Fausto Giudice, Tlaxcala

Francisco Carrión (Granada, 1986) är en spansk journalist för El Independiente. Under det senaste decenniet har han varit korrespondent för dagstidningen El Mundo i Kairo och rapporterat från Egypten om de mest dramatiska åren i det arabiska landets historia. Han har fått ett tjugotal utmärkelser för sitt arbete och sina krönikor.

Hon har precis gett sig av hemåt. En veckas resa ligger framför henne, först med bil genom Algeriet och sedan med båt till den spanska kusten. Den svenska aktivisten Greta Thunberg reser hem efter några dagar i den västsahariska exilens tält, med en blick som fortfarande är fascinerad av mötet med Afrikas sista koloni.
”Mitt första intryck är västsahariernas beslutsamhet att outtröttligt kämpa för sina rättigheter, trots att de har berövats och bestulits på sina mest grundläggande mänskliga rättigheter och ständigt förnekas rätten till självbestämmande, till värdighet och frihet samt förvägras rättvisa”, säger klimataktivisten i ett samtal med El Independiente innan hon ger sig iväg på sin återresa.

Thunberg har deltagit i ett möte med klimataktivister som anordnades av Solidarity Rising, en organisation som grundades av de svenska aktivisterna Sanna Ghotbi och Benjamin Ladraa som under två och ett halvt år cyklade 3000 mil genom 26 länder för att öka medvetenheten om Västsahara, den tidigare spanska provinsen som ockuperas av Marocko sedan 1975. Den svenska aktivisten,  sedan den 3 januari 22 år, och som är klimataktivismens ansikte utåt, tillbringade tre dagar i Boujdour-lägret.

Västsahariska barn vid ett av Greta Thunbergs evenemang 

Från Palestina till Kurdistan och Sahara

Hon säger att hon har fängslats av gästfriheten. ”Jag blev förvånad över hur mycket de försökte få oss att känna oss som hemma, och att de lyckades”, säger hon till denna tidning. Efter att under det senaste året ha engagerat sig för palestiniernas sak mitt under den israeliska militärinsatsen i Gazaremsan och i slutet av 2024 ha besökt Kurdistan - världens största folk utan nationalstat - besökte Thunberg de västsahariska flyktinglägren i Tindouf (Algeriet), där cirka 175.000 människor lever. År 2025 är det 50 år sedan Spanien drog sig tillbaka från det tidigare Spanska Sahara, Spaniens då 53:e provins.
Enligt Thunberg borde stödet för den västsahariska saken vara en universell angelägenhet. ”Det borde vara en självklarhet för alla som gör anspråk på att ha den minsta gnutta mänsklighet att stå i solidaritet med det västsahariska folket och alla marginaliserade, ockuperade eller förtryckta grupper”. "Naturligtvis är deras kamp vår kamp. Ingen är fri förrän alla är fria. Och så länge människor lider måste vi göra allt som står i vår makt för att få ett slut på lidandet”.
Thunberg, som i tonåren inspirerade Fridays for Future och blev en väckarklocka för en generation som oroade sig för klimatförändringarnas härjningar och planetens hälsa, hävdar att ”det inte finns någon klimaträttvisa utan mänskliga rättigheter” och attackerar Marocko och dess politik. ”För en klimataktivist finns det kopplingar, till exempel det faktum att den här regionen är en av de hårdast drabbade av klimatkrisen samtidigt som dess invånare är bland de minst ansvariga för den”.

Thunbergs tid i den algeriska hamadan har satt sina spår. ”Det tog henne en vecka att ta sig dit från Stockholm med tåg, bil och färja, inklusive en kort vistelse i Paris”, förklarar Benjamin Ladraa , en av arrangörerna . ”Hennes deltagande har varit ett viktigt tillfälle att diskutera hur vi kan inkludera och involvera klimatrörelsen i kampen för ett fritt Västsahara. Marocko grönmålar ockupationen genom att utnyttja ”gröna” energikällor på ockuperat territorium utan det västsahariska folkets medgivande [läs här: Grön energi vs mänskliga rättigheter i ockuperade Västsahara, övers. anm.]. Som arrangörer tyckte vi att det var viktigt att främja relationer mellan solidaritetsrörelsen, det västsahariska folket och klimatrörelsen och vi kunde inte tänka oss en bättre person än Greta för att underlätta detta”, tillägger Ladraa.

Så länge människor lider måste vi göra allt som står i vår makt för att få ett slut på lidandet.

”Utan mänskliga rättigheter finns det ingen klimaträttvisa”

”Det är svårt att hitta tydligare exempel på klimatorättvisa och, naturligtvis, den överutvinning och plundring av naturresurser som Marocko genomför, och som går hand i hand med ockupationen och i sig är ett led i ockupationen.” ”Som klimataktivister bör vi bry oss om och prata om frågor som Västsahara, konflikten och ockupationen eftersom vi i slutändan är passionerade och bryr oss om mänsklig välfärd och att få slut på orättvisor, oavsett om de är sociala eller klimatrelaterade”, menar han.
För Thunberg - som har utsatts för israeliska attacker under de senaste 18 månaderna och som nu måste lägga till den marockanska regimens angrepp
- är sociala, politiska och klimatrelaterade orättvisor ”en del av samma kamp” i en värld som står inför de dramatiska konsekvenserna av uppvärmningen till följd av fossila bränslen.
”Vi kämpar mot samma system. Det är samma system som ger näring åt kolonialism och ockupationer som också ger näring åt kapitalistisk exploatering och överexploatering av naturen och människor. Och alla som har en plattform, alla som har möjlighet att agera måste höja sin röst, sprida medvetenhet om Västsahara och det västsahariska folket och ansluta sig till kraven på ett fritt Västsahara. Vi har helt enkelt inget annat val”, avslutar hon.

FRANCISCO CARRIÓN
“Quiconque a une once d’humanité doit soutenir les Sahraouis”
Interview de Greta Thunberg

Francisco Carrión, El Independiente, 9/1/2024
Traduit par Tafsut Aït Baâmrane, Tlaxcala

Francisco Carrión (Grenade, 1986) est un journaliste espagnol qui travaille pour El Independiente. Au cours de la dernière décennie, il a été correspondant du quotidien El Mundo au Caire, couvrant les années les plus dramatiques de l'histoire de l'Égypte. Il a reçu une vingtaine de prix pour son travail et ses chroniques.

Elle vient de prendre le chemin du retour. Une semaine de voyage s’annonce, d’abord par la route à travers l’Algérie, puis par bateau jusqu’à la côte espagnole. L’activiste suédoise Greta Thunberg rentre chez elle après quelques jours sous les tentes de l’exil sahraoui, les yeux encore fascinés par la rencontre avec la cause du Sahara occidental, dernière colonie d’Afrique.

« Ma première impression est la détermination des Sahraouis à lutter sans relâche pour leurs droits, même s’ils ont été privés et dépouillés de leurs droits humains les plus fondamentaux et se voient constamment refuser le droit à l’autodétermination, le droit à la dignité et à la liberté, et sont privés de justice », déclare l’activiste climatique dans une conversation avec El Independiente avant d’entamer son voyage de retour.

Thunberg a participé à une réunion d’activistes climatiques organisée par Solidarity Rising, une organisation créée par les activistes suédois Sanna Ghotbi et Benjamin Ladraa, qui ont parcouru 30 000 kilomètres à vélo à travers 26 pays en deux ans et demi pour sensibiliser au Sahara occidental, l’ancienne province espagnole occupée par le Maroc depuis 1975. L’activiste suédoise de 22 ans (qu’elle a eu le 3 janvier), qui est devenue le visage de l’activisme climatique, a passé trois jours dans le camp de Boujdour.

Des enfants sahraouis lors d’un des événements organisés avec Greta Thunberg

De la Palestine au Kurdistan et au Sahara

Cette expérience lui a permis d’être captivée par l’hospitalité des Sahraouis. « J’ai été surprise de voir à quel point ils ont essayé de nous faire sentir chez nous, et ils ont réussi », a-t-elle déclaré à ce journal. Après avoir défendu la cause palestinienne l’année dernière, en pleine opération militaire israélienne dans la bande de Gaza, et s’être rendue au Kurdistan - le plus grand peuple sans État-nation de la planète - fin 2024, Greta  a visité les camps de réfugiés sahraouis de Tindouf (Algérie), où vivent quelque 175 000 personnes. En 2025, cela fera 50 ans que l’Espagne s’est retirée de l’ancien Sahara espagnol, la 53e  province espagnole.
Selon Thunberg, le soutien à la cause sahraouie devrait être un exercice universel. « Il devrait être évident pour toute personne qui prétend avoir la moindre parcelle d’humanité de se solidariser avec le peuple du Sahara occidental et tous les groupes marginalisés, occupés ou opprimés ». « Bien sûr, leur lutte est notre lutte. Personne n’est libre tant que tout le monde ne l’est pas. Et tant que des gens souffrent, nous devons faire tout ce qui est en notre pouvoir pour mettre fin à cette souffrance.
Thunberg, qui, adolescente, a inspiré les Fridays for Future et est devenue une éveilleuse de consciences pour une génération préoccupée par les ravages du changement climatique et la santé de la planète, affirme qu’« il n’y a pas de justice climatique sans droits de l’homme » et s’en prend au Maroc et à ses politiques. « En tant qu’activiste climatique, il existe des liens tels que le fait que cette région est l’une des plus durement touchées par la crise climatique alors que ses habitants sont parmi les moins responsables de celle-ci ».
Le séjour de Thunberg dans la hamada algérienne a laissé des traces. « Il lui a fallu une semaine pour venir de Stockholm en train, en voiture et en ferry, y compris un court séjour à Paris », explique Benjamin Ladraa, l’un des organisateurs. « Sa participation a été une occasion importante de discuter de la manière dont nous incluons et impliquons le mouvement climatique dans la lutte pour un Sahara occidental libre. Le Maroc fait de l’écoblanchiment en construisant de l’énergie « verte » dans le territoire occupé sans le consentement du peuple sahraoui. En tant qu’organisateurs, nous avons pensé qu’il était important de favoriser les relations entre le mouvement de solidarité, le peuple sahraoui et le mouvement climatique et nous ne pouvions pas penser à une meilleure personne que Greta pour faciliter cela », ajoute Ladraa.
Tant que les gens souffrent, nous devons faire tout ce qui est en notre pouvoir pour mettre fin à cette souffrance.

« Sans droits de l’homme, il n’y a pas de justice climatique »

« Il est difficile de trouver des exemples plus clairs de l’injustice climatique et, bien sûr, de la surextraction et du pillage des ressources naturelles auxquels se livre le Maroc, qui vont de pair avec l’occupation et constituent eux-mêmes une étape de l’occupation. « En tant qu’activistes climatiques, nous devrions nous préoccuper et parler de questions telles que le Sahara occidental, le conflit et l’occupation parce qu’en fin de compte, nous sommes passionnés et soucieux du bien-être humain et de mettre fin aux injustices, qu’elles soient sociales ou climatiques », affirme-t-elle.

Nous devons nous joindre aux appels pour un Sahara occidental libre. Nous n’avons tout simplement pas d’autre choix

Pour Thunberg - qui a été la cible d’attaques israéliennes au cours de l’année et demie écoulée et qui devra maintenant ajouter les attaques du régime marocain - les injustices sociales, politiques et climatiques « font partie de la même lutte » dans un monde confronté aux conséquences dramatiques du réchauffement dû aux combustibles fossiles.
« Nous luttons contre les mêmes systèmes. Ce sont les mêmes systèmes qui alimentent le colonialisme et les occupations qui alimentent aussi l’exploitation capitaliste et la surexploitation de la nature et des êtres humains. Et tous ceux qui ont une plateforme, tous ceux qui ont la possibilité d’agir doivent élever leur voix, faire connaître le Sahara occidental et le peuple sahraoui, et se joindre aux appels pour un Sahara occidental libre. Nous n’avons tout simplement pas d’autre choix », conclut-elle.

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08/01/2025

AVI STEINBERG
La citoyenneté israélienne a toujours été un outil de génocide : je renonce donc à la mienne

Ma décision relève du constat que ce statut n’a jamais eu la moindre légitimité.
Avi Steinberg, Truthout, 26/12/2025
Traduit par Fausto Giudice, Tlaxcala

الكاتب آفي شتاينبرغ: الجنسية الإسرائيلية كانت أداة للإبادة الجماعية منذ البداية: لذلك أتخلى عن جنسيتي

Avi Steinberg est né à Jérusalem de parents USaméricains juifs orthodoxes retournés aux USA en 1993. Il est l’auteur de Running the Books: The Adventures of an Accidental Prison Librarian (2010), The lost Book of Mormon: a journey through the mythic lands of Nephi, Zarahemla, and Kansas City, Missouri (2014) et The Happily Ever After: A Memoir of an Unlikely Romance Novelist (2020). Il travaille actuellement à une biographie de l’écrivaine et militante féministe Grace Paley

Récemment, je suis entré dans un consulat israélien et j’ai présenté des documents pour renoncer officiellement à ma citoyenneté. C’était une journée d’automne exceptionnellement chaude et les employés de bureau en pause se prélassaient au bord de l’étang de Boston Common. La nuit précédente avait été marquée par une série d’attaques aériennes particulièrement épouvantables menées par Israël contre des camps de tentes de réfugiés à Gaza. Alors que les Palestiniens comptaient encore les corps ou, dans de nombreux cas, rassemblaient ce qui restait de leurs proches, la banlieusarde qui me précédait dans la file d’attente du consulat m’a joyeusement demandé ce qui m’amenait ici aujourd’hui.
Les universitaires, les journalistes et les juristes du monde entier dressent un inventaire détaillé de toutes les façons dont les crimes commis par Israël depuis octobre 2023 constituent des crimes de guerre, des crimes contre l’humanité et des génocides pouvant donner lieu à des poursuites judiciaires. Mais l’histoire va bien au-delà des horreurs de l’année écoulée. La citoyenneté, telle que je la possède, a été un élément matériel d’un processus génocidaire de longue date. Depuis sa création, l’État israélien s’est appuyé sur la normalisation de lois suprémacistes fondées sur des critères ethniques pour soutenir un régime militaire dont l’objectif colonial clair est l’élimination de la Palestine.
En haut du formulaire que j’avais apporté au consulat ce jour-là figure une citation de la loi sur la citoyenneté de 1952, la base juridique sur laquelle mon statut m’a été conféré à la naissance. La raison pour laquelle je renonce à ce statut est en effet directement liée à cette loi - ou plutôt à la situation sur le terrain dans les années 1950, le contexte de la Nakba, qui a façonné cette loi.

Emad Hajjaj

En 1949, dans les mois qui ont suivi la signature des accords d’armistice mettant ostensiblement fin à la guerre de 1948, les colons sionistes, qui avaient réussi à massacrer et à expulser les trois quarts de la population palestinienne autochtone dans les territoires désormais sous leur contrôle, ont commencé à chercher des moyens de sécuriser leur État de garnison militarisé. Leur préoccupation la plus pressante était de s’assurer que les Palestiniens qui avaient été chassés de leurs villages et de leurs fermes ancestrales ne reviendraient jamais, que leurs terres passeraient en possession légale du nouvel État, prêtes à être occupées par les prochaines vagues d’immigrants juifs venus de l’étranger. Plus de 500 villages et villes palestiniens ont été vidés de leur substance en l’espace d’un an, et il était désormais temps de les effacer à jamais de la carte.
Bien qu’il ait fallu de nombreuses décennies pour que l’État colonisateur reconnaisse officiellement qu’il était une entité suprémaciste juive de jure, la pratique du nettoyage ethnique était intégrée dans la stratégie militaire, sociale et juridique de l’État. Il a toujours été question d’un État juif conçu pour créer et maintenir une majorité juive sur une terre qui était à 90 % non juive avant l’arrivée massive des sionistes dans les premières décennies du XXe siècle.
L’achèvement du processus de nettoyage ethnique nécessiterait en effet une ingénierie agressive et, compte tenu de la forte résistance indigène, n’aboutirait jamais. En 1949, les frontières arbitrairement tracées étaient encore poreuses et les territoires ruraux sous occupation sioniste étaient encore loin d’être entièrement sous leur contrôle. Les Palestiniens, nouvellement réfugiés, vivaient dans des tentes à quelques kilomètres de chez eux. Nombre d’entre eux survivaient avec un seul maigre repas par jour et étaient déterminés, après l’armistice, à retrouver leurs maisons et leurs récoltes.
Certains ont tenté d’agir dans le cadre du nouveau système juridique colonial imposé à la hâte. Ils font appel à la « Déclaration d’indépendance » de la nouvelle entité, qui revendique l’égalité des droits pour tous. Mais ce document n’avait aucune valeur juridique et était conçu comme un document de propagande destiné à obtenir l’acceptation internationale au sein des toutes jeunes Nations unies. La demande d’adhésion à l’ONU, présentée par cette nouvelle entité se désignant elle-même comme l’« État d’Israël », avait déjà été rejetée une première fois, et les dirigeants sionistes s’efforçaient de donner à leur nouvelle demande un air de légitimité. Un clin d’œil symbolique aux droits des Palestiniens, espéraient-ils, donnerait une couverture politique à cet État résolument illibéral pour qu’il rejoigne l’ordre international émergent, dominé par les USA.
Indépendamment de ce que la machine de propagande de l’État mettait en avant à l’étranger, la situation sur le terrain était un cas flagrant de nettoyage ethnique. Pendant près de dix ans, les colons sionistes ont utilisé tous les moyens de la force pour rompre le lien entre les autochtones palestiniens et leurs terres. En avril 1949, ils ont adopté une politique de « tir libre », en vertu de laquelle des milliers de soi-disant infiltrés - c’est-à-dire des Palestiniens autochtones retournant dans les maisons qu’ils avaient habitées depuis des générations - pouvaient être, et ont souvent été, abattus à vue. L’État a créé des camps de concentration en procédant à de vastes rafles de villageois et d’agriculteurs. À partir de ces camps, des masses de Palestiniens ont été déportées de l’autre côté de la « frontière », où elles ont été transférées dans des camps de réfugiés de plus en plus nombreux en Jordanie et au Liban, ainsi que dans la bande de Gaza, sous contrôle égyptien. C’est ainsi que Gaza est devenue le territoire le plus densément peuplé de la planète.
Rappelons que de telles scènes se sont produites après l ‘armistice, c’est-à-dire après la fin supposée de la guerre de 1948. Cela faisait partie d’une stratégie délibérée d’après-guerre qui utilisait les cessez-le-feu comme couverture pour sécuriser un territoire ethniquement nettoyé, un schéma qui allait se répéter pendant des décennies. L’objectif était clairement défini dès le départ : expulser les Palestiniens de leurs terres pour toujours, affaiblir les intérêts de ceux qui restaient, et effacer la Palestine à la fois dans le concept et dans la réalité matérielle.
C’est dans ce contexte qu’ont été promulguées les lois sur la citoyenneté de l’État au début des années 1950 : tout d’abord, la loi du retour de 1950, qui accordait la citoyenneté à tout juif dans le monde, puis la loi sur la citoyenneté de 1952, qui annulait tout statut de citoyen détenu par les Palestiniens. La reconfiguration de la citoyenneté par l’État selon les principes de la suprématie juive sera son principe constitutionnel clé. L’effet de cette législation radicale, appliquée par une force d’occupation armée brutale sur le terrain, « a rendu les colons indigènes et a fait des indigènes palestiniens des étrangers », écrit l’universitaire Lana Tatour. Ce cadre juridique n’était pas un échec politique, note Lana Tatour, mais il « faisait ce pour quoi il avait été créé : normaliser la domination, naturaliser la souveraineté des colons, classer les populations, produire des différences et exclure, racialiser et éliminer les indigènes ».
Dix-neuf ans après la promulgation de la loi sur la citoyenneté de 1952, mes parents ont quitté les USA pour s’installer à Jérusalem et ont obtenu la citoyenneté et tous les droits en vertu de la « loi du retour ». Par une naïveté juvénile qui allait se transformer en ignorance délibérée, ils ont réussi à devenir à la fois des libéraux usaméricains opposés à l’invasion du Viêt Nam, tout en agissant comme des colons armés sur la terre d’un autre peuple. Ils se sont installés dans un quartier de Jérusalem qui avait fait l’objet d’un nettoyage ethnique quelques années auparavant. Ils ont occupé une maison construite et récemment habitée par une famille palestinienne dont la communauté avait été expulsée vers la Jordanie et dont le retour avait été violemment interdit par le canon d’un fusil - et par les papiers de citoyenneté que ma famille tenait entre ses mains.
Ce remplacement d’une personne par une autre n’était pas un secret. Des gens comme ma famille vivaient dans ces quartiers précisément parce qu’il s’agissait d’une « maison arabe », fièrement présentée comme telle en raison de son élégance et de ses hauts plafonds, en opposition aux immeubles d’habitation utilitaires et construits au petit bonheur par les colons sionistes. Je suis né dans le village palestinien d’Ayn Karim, qui a fait l’objet d’un nettoyage ethnique et qui est très prisé pour son charme arabe, sans qu’aucun Arabe ne vienne troubler ce joli tableau. Mon père était dans l’armée israélienne, dont lui et nombre de ses amis sont sortis, après la monstrueuse invasion du Liban en 1982, partisans libéraux de la « paix ». Mais pour eux, ce mot signifiait toujours vivre dans un pays à majorité juive ; il s’agissait d’une « paix » dans laquelle le péché originel de l’État, le processus continu de nettoyage ethnique, resterait fermement en place, légitimé et donc plus sûr que jamais. En d’autres termes, ils recherchaient la paix pour les Juifs ayant la citoyenneté israélienne, mais pour les Palestiniens, la « paix » signifiait une reddition totale, une occupation permanente et l’exil.
Tout cela pour dire : je ne considère pas ma décision de renoncer à cette citoyenneté comme une tentative de renverser un statut légal, mais plutôt comme une reconnaissance du fait que ce statut n’a jamais eu la moindre légitimité. La loi sur la citoyenneté israélienne est fondée sur les pires types de crimes violents que nous connaissons et sur une litanie croissante de mensonges destinés à blanchir ces crimes. L’aspect officiel, les apparats de la gouvernance légale, avec leurs sceaux du ministère de l’intérieur, ne témoignent de rien d’autre que de l’effort rampant de cet État pour dissimuler son illégalité fondamentale. Il s’agit de faux documents. Plus important encore, il s’agit d’un instrument contondant utilisé pour déplacer continuellement des personnes vivantes, des familles, des populations entières d’habitants indigènes de la terre.
Dans sa campagne génocidaire visant à effacer le peuple autochtone de Palestine, l’État a militarisé mon existence même, ma naissance et mon identité - et celles de tant d’autres. Le mur qui empêche les Palestiniens de rentrer chez eux est constitué autant de papiers d’identité que de dalles de béton. Notre travail doit consister à retirer ces dalles de béton, à déchirer les faux papiers et à perturber les récits qui font apparaître ces structures d’oppression et d’injustice comme légitimes ou, à Dieu ne plaise, comme inévitables.
À ceux qui invoqueront à bout de souffle le point de discussion selon lequel les Juifs « ont le droit à l’autodétermination », je dirai simplement que si ce droit existe, il ne peut en aucun cas impliquer l’invasion, l’occupation et le nettoyage ethnique d’un autre peuple. Personne n’a ce droit. En outre, on peut penser à quelques pays européens qui doivent des terres et des réparations à leurs Juifs persécutés. Le peuple palestinien, en revanche, n’a jamais rien dû aux Juifs pour les crimes commis par l’antisémitisme européen, et il ne le doit pas non plus aujourd’hui.
Ma conviction personnelle, comme celle de nombre de mes ancêtres du XXe siècle, est que la libération juive est inséparable de vastes mouvements sociaux. C’est la raison pour laquelle tant de Juifs étaient socialistes dans l’Europe d’avant-guerre et que beaucoup d’entre nous se rattachent à cette tradition aujourd’hui.
En tant que juif traditionnel, je pense que la Torah est radicale dans son affirmation que le peuple juif, ou tout autre peuple, n’a aucun droit à une quelconque terre, mais qu’il est plutôt lié par des responsabilités éthiques rigoureuses. En effet, si la Torah a un seul message, c’est que si vous opprimez la veuve et l’orphelin, si vous êtes corrompus par la cupidité et la violence sanctionnées par le gouvernement, et si vous acquérez des terres et des richesses aux dépens des gens ordinaires, vous serez chassés par le Dieu de la justice. La Torah est régulièrement brandie par les nationalistes adorateurs de la terre comme s’il s’agissait d’un acte de propriété, mais si on la lit vraiment, c’est un enregistrement de reproches prophétiques contre l’abus de pouvoir de l’État.
La seule entité ayant des droits souverains, selon la Torah, est le Dieu de la justice, le Dieu qui méprise l’usurpateur et l’occupant. Le sionisme n’a rien à voir avec le judaïsme ou l’histoire juive, si ce n’est que ses dirigeants ont longtemps vu dans ces sources profondes une série de récits puissamment mobilisateurs pour faire avancer leur programme colonial - et c’est à ce seul programme colonial que nous devons nous attaquer. Les efforts constants pour évoquer l’histoire de la victimisation juive afin de justifier ou simplement de détourner l’attention des actions d’une puissance économique et militaire seraient positivement risibles s’ils n’étaient pas aussi cyniquement armés et mortels.
La colonisation sioniste ne peut être ni réformée ni libéralisée : son identité existentielle, telle qu’elle est exprimée dans ses lois sur la citoyenneté et répétée ouvertement par ses citoyens, équivaut à un engagement en faveur du génocide. Les appels à des embargos sur les armes, ainsi qu’à des boycotts, à des désinvestissements et à des sanctions, sont des demandes qui relèvent du bon sens. Mais ils ne constituent pas une vision politique. La décolonisation l’est. Elle est à la fois le chemin et la destination. Nous devons tous orienter notre organisation en conséquence.
C’est déjà le cas. Une réalité différente est déjà en train d’être construite par un mouvement large, énergique et plein d’espoir de personnes du monde entier qui savent que le seul avenir éthique est une Palestine libre, libérée de la domination coloniale. Nous y parviendrons grâce à un mouvement de libération soutenu au niveau mondial, mais en fin de compte local, dirigé par les Palestiniens, un mouvement dont les politiques et les tactiques sont déterminées par les Palestiniens. Cette libération se fera par le biais d’une diversité de tactiques, en fonction des situations - y compris la résistance armée, un droit universellement reconnu pour tout peuple occupé.
La décolonisation commence par l’écoute et la réponse aux appels des organisateurs palestiniens à développer une conscience et une pratique décolonisatrices, à supprimer les structures matérielles qui ont été placées entre les Palestiniens et leur terre, et à inverser la normalisation de ces barrières arbitraires. La décolonisation de la citoyenneté implique également de comprendre le lien matériel entre le colonialisme israélien et d’autres formes de colonialisme à travers le monde. Il est bien connu que les USA fournissent sans cesse des armes et du capital politique à leur allié colonial ; ce que l’on sait moins, c’est que la conception australienne de la jurisprudence anti-indigène a servi de modèle juridique à Israël. La lutte pour une Palestine libérée est liée à la lutte des mouvements de défense des terres indigènes partout dans le monde. Ma citoyenneté unique n’est qu’une brique dans ce mur. Néanmoins, c’est une brique. Et elle doit être physiquement enlevée.
Ceux qui occupent exactement la même position que moi sont invités à rejoindre un réseau croissant et solidaire de personnes qui se défont de leur citoyenneté dans le cadre d’une pratique décolonisatrice plus large. Ceux qui ne sont pas dans cette situation devraient prendre d’autres mesures. Si vous vivez en Palestine occupée, rejoignez le mouvement de résistance et faites-en quelque chose de concret. Luttez pour décoloniser et révolutionner le mouvement ouvrier et faites-en le levier du pouvoir antiétatique qu’il devrait être. Rejoignez la résistance dirigée par les Palestiniens. Si vous ne pouvez pas faire ces choses, partez et résistez depuis l’étranger. Prenez des mesures matérielles pour démanteler cet édifice colonial, pour perturber le récit qui dit que c’est normal, que c’est l’avenir. Ce n’est pas notre avenir. La Palestine sera libérée. Mais seulement lorsque nous nous engagerons, dès maintenant, dans les pratiques de libération.